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¡Participa en el XVII Concurso de Carteles de la San Silvestre Salmantina!

¡Participa en el XVII Concurso de Carteles de la San Silvestre Salmantina!

¿Tienes una idea creativa para representar una de las carreras más emblemáticas de Salamanca?   Tienes hasta el 31 de mayo de 2025 a las 0:00 h para presentar tu diseño para la XLI edición...

Microrrelatos presentados al VII Concurso "San Silvestre Salmantina"

 

# 318 Belén Corcuera Botana

 

Recuerda

Desde que ella había muerto, cada día le costaba un poco menos salir de la cama. Pero esa mañana necesitó hacer acopio de todas sus fuerzas para conseguirlo. Sabía que aquel día la iba a echar especialmente de menos. Era ella quien le animaba a apuntarse a estos jaleos. Él siempre fue más de quedarse en casa. Por su mente, como cada año, volvió a pasar la idea de no ir a la carrera. Demasiados recuerdos. Le dolía imaginarse llegando a la línea de meta, sintiéndose tan solo entre tanta gente. Pero tenía que hacerlo. Por ella, por su memoria, por el amor que durante tantos años les había unido. Pero sobre todo por él mismo. Al oír el pistoletazo de salida se repitió lo último que su mujer le había dicho: “recuerda que tú sigues vivo”.

# 317 Rene Wilfredo Rivera

 

Hercules el Salmantino

Javier no fue a la cita semanal que tenía con sus amigos. Resulta que los últimos 389 días Javier despertaba con la imagen de que él era hércules y debía atravesar el rio sin cruzar por el “Romano “ Pensó en repetidas ocasiones que se estaba enloqueciendo pero se calmaba pensando en la interpretación que Francisco le había dado a sus sueños, él siempre le decía que eso era un gran augurio para la salmantina. Javier era amante del deporte pero la verdad nunca se interesó en la carrera y ante la insistencia de francisco decidió participar. Llego la fecha esperada y esa mañana Javier lucia orgullosamente en su dorsal el numero 7777 tal vez por ser el último en inscribirse o como decía “Hércules” (Javier): “si atravesé el Tormes, lograre la meta” y se le escucho este grito de batalla: “a por ellos”

# 316 M.Carme Marí Vila

 

Una San Silvestre más

Estoy listo para la carrera. Como decía mi abuelo, todo debe estar a punto. Él me explicaba historias de su infancia en el pueblo, donde hacer deporte consistía en correr por los campos con los otros muchachos. Sé de los agujeros en los zapatos que heredaba de sus hermanos, de cómo su madre le zurcía los pantalones y de la fuerza que se daban entre todos para sobrellevar la dura vida de entonces con cuatro perras. Ahora, yo lo tengo todo preparado: las zapatillas, la ropa y, este año, me faltan los ánimos del abuelo antes de la salida. Pero en cuanto cruce la meta, levantaré mis ojos hacia el cielo para brindarle mi esfuerzo.

# 315 Pruden R. Sastre

 

Ojos verdes

Noté como unas manos firmes me ayudaban a levantarme, tras mi caída al pasar por el Toscano. Llovía y la carrera se complicaba. Me giré para dar las gracias y solo pude ver unos ojos verdes, los tuyos. No me salían las palabras. Empecé a correr de nuevo. Tus ojos, ahora, eran mi meta y tu sonrisa, el camino. El año siguiente volvimos a coincidir, esta vez en el Puente Romano. Necesitabas unos cordones y yo te presté los que llevaba de repuesto, ¿te acuerdas? Tu sonrisa al reencontrarnos fue... ¡uff! ¡cómo olvidarla! Y esos ojos verdes... ni te cuento. El sábado te pregunté por qué llevabas esos cordones de color rosa chicle. Destacan un montón. Son horribles. —Los llevo conmigo desde que te conocí: unen nuestros corazones — me susurraste, cogiéndome de la mano. Era nuestra boda y, aquellos ojos verdes, nos miraban sin pestañear... son los de nuestra niña.

# 314 Leyre Murugarren Romero

 

A la carrera

-Cari, no hagas esto. ¡No has corrido más de 100 metros en tu vida!- repite Daniel. -Serás plasta... he dicho que voy a la carrera y punto- le replica Irene con altivez. La linea de salida de la ruta Senior. Los corredores con la dorsal con fondo azul salen ala vez. Irene tiene problemas para seguir el ritmo. El resto de corredores oyen vítores de apoyo, pero ella, a medida que avanza su ritmo cardíaco, escucha las voces en su cabeza. “¿Vas a estudiar arte, en serio?”, apenas puede levantar las rodillas, “¿todavía sigues cobrando 500 euros?”, la boca tiene un gusto extraño, “¿por qué no haces algo con tu vida?”, el flato es cada vez más intenso, “¿por qué no tienes agallas?”. Tres horas más tarde, regresa al Paseo de San Antonio. -¡Has conseguido acabar la carrera! -Sabes... creo que voy a mandar al jefe a la mierda...

# 313 Antonio Peña Pérez

 

Ritual

Entusiasmado señaló en el calendario que al despertar sería. Nervioso se despertó y se preparó para el gran día. Tomó la ropa que dejó lista antes de dormir y como si de un ritual perfecto se tratara, primero se puso el pantalón, después vistió su camiseta y cogió una sudadera por si refrescaba. Siguió con los calcetines y deportivas que le regaló su abuela hacía apenas un par de semanas por su cumpleaños. Tomaron un desayuno no muy copioso, un zumo de naranja y agarró la botella de agua que llevaría consigo. Llegó el momento, estaba listo para salir hacia el lugar de partida. Finalmente el reloj marcó la hora de salida. Por delante los momentos más emocionantes para animar y acompañar a papá en su siguiente "San Silvestre Salmantina". Por la noche, un sueño. Cuando él repita otro ritual; el que su padre realizó por la mañana.

# 312 Nuria Grau

 

De todo corazón

Desde la operación Julio bajaba a las carreras que pasaban cerca de casa para ayudar. Unos años de voluntario en puntos de abituallamiento, otros animaba e incluso una vez se atrevió hacer de speaker. En cada carrera la veía. Siempre igual. Ella pasaba, sonreía y se despedía con la mano. Al principio dudó cual sería el propósito. Esta vez estaba decidido, la vió estirando y se acercó. -Perdona,quiero saber porque siempre que me ves me saludas y sonries. -No lo sabes... Julio se ruborizó. -No. Dímelo tu. - le dijo. -Tienes un gran corazón. -Vaya... No era lo que esperaba oir. El caso que tampoco es para tanto, por ayudar un poco... -¿Te pasa desde que te operaron verdad?. -¿Cómo lo sabes? -Mi padre... era un gran atleta. Sonó el pistoletazo de salida y la perdió.

# 311 Juan Rafael Évora Ramirez

 

Cena de 12 adultos, 5 niños y 1 perro

Nunca me había parado a pensar el número de pisadas que son necesarias para terminar una carrera como esta. 1...2...15…más de 100 pasos solo para recorrer este trozo de calle. Algunos dan pasos cortos semicirculares, mientras otros, me saltan de una zancada. — ¡Miguel! ¿Qué haces ahí? - me preguntó mi hermano sofocado. — ¡Buscar una nueva perspectiva! - me tocó ironizar - ¿Tú que crees? Llevamos cinco meses preparando la carrera. Cinco meses buscando la postura perfecta para lucir nuestros disfraces de superhéroes en la meta. Que está muy bien hasta que te pisa un 45 la capa y vuelas de verdad. ¡Y no habíamos entrenado el aterrizaje! — ¿Quieres que nos retiremos? - preguntó recuperando el aliento apoyado en sus rodillas. — ¿Y que nuestras hermanas se salgan con la suya? - Pregunté mientras me colocaba rápido la capa - ¡Este año no fregamos nosotros!. ¡Corre Batman!

# 310 Isabel Maria Rosa Nieto

 

La meta está donde tú quieres que esté.

Llego el día, se decidió. Seria, excitante...soy valiente-se dijo-. Un aplauso al unísono le devolvió la sonrisa. Su zona de confort se rindió ante el nivel de adrenalina. Demoró la salida unos segundos, con ritmo lento se abrió paso entre el tumulto, debía conseguir buena marca, era necesario. Y corrió, corrió bajo la lluvia sin mojarse por el paseo del Rollo. Conocía el final y sabía que ganaría la carrera más corta de su vida, su marcador en la superficie de glóbulos rojos marcó la meta, la unidad itinerante la esperaba para poder seguir la carrera de emergencia.

# 309 Greisy Patricia García Ballesteros

 

Corriendo como mariposa

Mi madre de una mano y mi hermana de la otra y juntas salían corriendo conmigo. Yo tenía dos años y no quería caminar. Y aprendí a correr. Hace poco hi hijo me dijo: -mamá porque caminas tan rápido, apenas te llevo el paso-. Y le conté que su abuela desde muy pequeña me decía: “conquista siempre tus sueños, nunca descanses…” El niño me miro con ojos dudosos y permaneció en silencio esperando que le resolviera su interrogante. Yo, ya había terminado. Luego añadió: - ¿y, entonces?- . Cuando era la hora de dormir le dije, recuerdo también que fue tu abuela, por supuesto, la que me enseño cada noche la oración del ángel de la guarda y que Dios bendiga siempre la cama donde nos vamos a acostar. Y ya es hora de dormir. Mañana debo correr. Tengo una competencia. Tú amor, eres mi motivación.

# 308 Juancho Plaza Gómez

 

Horizontes

Que no tenga alas no le impide ser un ángel. Hace frío y sin embargo rechaza la mano de su madre. El abrazo. Allí tan rodeada, tan próxima a gente ajena, se siente más incluida que nunca. Salta con sus pies algo torcidos. Calienta. Ya es de noche y hiere el viento de diciembre. Llaman su atención tantos colores. Los cortavientos, las zapatillas, las camisetas tan chillonas; parecen armaduras de neón. Muchos corredores se acercan por fin a la línea de salida, los que pueden, porque los más veteranos, los que están más en forma, los que quieren mejorar su marca personal, acaparan las mejores posiciones. Ella también tiene su reto, acabar los diez kilómetros, y cuando suena el pistoletazo de salida, arranca deseosa de vivir una aventura. Entonces sí, tras las primeras zancadas, busca esa mano amiga con la que alcanzar la meta.

# 307 Kevin Cordero Sánchez

 

Salamanca '90

“¿Porqué ahora?” Le preguntó su hija mientras desayunaban. Él respondió con una sonrisa. La chica no podía entender que su padre, a sus sesenta años y sin haber corrido una maratón por más de veinte de pronto simplemente tomara esa decisión. “Pues, ¿porqué en Salamanca? ¿porqué esa carrera en concreto? ¿qué quieres demostrar?”. Él se puso de pie y caminó a su habitación. Ella le siguió. Se sentaron sobre la cama y observaron juntos a la mujer en la foto, una foto que la hija aún no había visto, que él guardaba en su escritorio: la madre de ella, la esposa de él. En la foto, la mujer junto a su esposo, ambos con el dorsal puesto, cargaba en brazos a su hija que sonreía, en el reverso escritas a mano las palabras “Salamanca, 1990”. Él preguntó “¿Ahora lo entiendes?”. Ella permaneció en silencio. Ahora lo entendía.

# 306 JUAN JOSE SANCHEZ BENITO

 

EL SOLDADO Y LA SAN SILVESTRE

Se contaban sus vidas un soldado salmantino y un extremeño. El charro se lamentaba que siempre corrió mucho pero nunca lo pudo demostrar sobre todo para satisfacer a su abuelo que confiaba en él.Decía en las solanas del pueblo que su nieto corría más que un galgo pero en su aldea las necesidades de casa apremiaban sobre lo demás. En la Gaceta que dejaba el Coronel veían todos los días los deportes y al aparecer la San Silvestre el de Cáceres le dijo tienes que presentarte. No tengo deportivas contestó triste el salmantino; pues corres con las botas le dijo autoritario el de Extremadura. El capitán no le dio permiso y encima le nombró guardia pero se la hizo el amigo. Corrió y ganó.Acudió como loco a enseñar el trofeo al "abuelete". La San Silvestre fue su trampolín. La tumba del abuelo está llena de copas y medallas.

# 305 Daniel Fernández García

 

La última carrera de Paco

Paco Sanchez Martín, de setenta y dos años, cayó al pavimento a escasos metros de la meta en su última San Silvestre Salamantina antes del retiro. Iba primero en su serie, casi un minuto delante de su amigo Ramón García, dos años menor. En esos segundos de abatimiento recordó los diez kilómetros que cada año había recorrido sin falta durante treinta y cinco años, pero nunca había resultado vencedor, ni siquiera finalista en ninguna categoría. Desesperado y sin fuerzas, a punto de abandonar, se sintió alzado por las manos de Ramón. Los amigos caminaron juntos hasta la meta, pero fue Paco quien primero la cruzó.

# 304 ELENA OLIVELLA

 

AMIGOS PARA SIEMPRE

Abel y Carlos están en la línea de salida. Se conocen desde el parvulario. Todo comenzó cuando uno le quitó el chupete al otro. De esta peculiar manera nacía su amistad. Ambos aman el deporte. Hace tiempo que corren la Salmantina. Pero este año hay algo que la hace diferente. Un tenaz orgullo tras un malentendido ha maltrecho esa relación. Durante la carrera Abel ha caído. Carlos se ha percatado de ello. Ha seguido corriendo pero, al poco, se ha parado en seco, ha dado media vuelta y se ha acercado a Abel para brindarle su ayuda. Éste le ha pedido que no interrumpiese su carrera pero Carlos ha hecho caso omiso. Ambos han reanudado la marcha. Esta vez, su marca no será tan buena como la del año pasado pero al llegar a meta habrán ganado algo mucho mejor. Recuperar esa amistad que nunca debió truncarse.

# 303 Óscar Gutiérrez Lacalle

 

La número 35.

Martín salió y al abrazo del sol de invierno subió hasta arriba la cremallera de su chándal. Con paso decidido, se puso en marcha mientras el vaho salía de su boca intermitentemente. La ciudad estaba bastante animada, siendo domingo y aquellas horas. A Martín tampoco le sorprendía mucho, llevaba siendo así bastantes años. Tras un rato, llegó a donde había quedado con su amigo de toda la vida, Lucas, un hombre de edad similar a la suya, y que también, imbuido en su chándal, peinaba canas. –Vamos , Martín, que esto empieza. –Ya estoy, Lucas. Hago atletismo cada dos días. Tengo los tiempos cronometrados. –Anda, déjate de cronometrar y vamos a la salida. –Esta vez te gano yo, Lucas, ya verás… Oye, por cierto, ¿cuántas llevamos ya? –Este año es la número 35, Martín. –Ah, sí. La 35. Número impar. En esta desempatamos, Lucas. Y comenzó la San Silvestre Salmantina.

# 302 José Reinaldo Pol Garcia

 

" LOS DOS CORREDORES EN UN SOLO CUERPO"

Ibamos a participar en otra carrera juntos. Él, buscando la meta de mi vivir. Yo deseaba dejarlo atrás.Imponerme a quien me acompañaba desde hacía unos años, quien buscaba su victoria definitiva, la que le daría el triunfo dejándome a mi acabado, extenuado, derrotado. Até las zapatillas con suma ilusión. Aquel día en Salamanca sería la carrera de mi vida. No estuve en el pódium, quedé entre el pelotón de los corredores pero, notaba en mi ser alegría por haber participado. Al otro día cuando fui junto a mi entrenador físico, mi médico para hacerme el chequeo me dijo que en esa San Silvestre Salmantina lo había vencido que había ya dejado atrás, muy atrás a mi rival, el cáncer, que ya había desaparecido para siempre. Grande fue mi alegría al conocer que en aquel circuito, a orillas del Tormes vencí en la mejor carrera, vivir.

# 301 Jesús Félix Gómez

 

Vecinos

Vecinos Me preparé mucho para el evento. Mi madre me había enseñado, que el triunfo se presentaba siempre acompañado del sacrificio y la constancia. Por las mañanas, antes de ir a la universidad, salía a correr cinco kilómetros, sin importar el clima. A mi regreso a casa, listo para tomarme un baño y desayunar, me topaba con mi vecino. No cruzábamos palabra alguna. No llevábamos buena relación. Por fin, el día esperado llegó; la San Silvestre Salmantína iniciarían en unos minutos. Tomé mi posición de arranque, y no acababa yo de recorrer los primeros cincuenta metros, cuando un calambre atacó mi pierna izquierda, obligándome a parar. Otro competidor se detuvo y, con un masaje, me ayudó a que continuara con la carrera. Cuando me incorporé, vi la cara de mi vecino que, sonriendo y haciendo una seña con su pulgar derecho, me decía; “ánimo vecino que esto recién comienza...".

# 300 Silvia Asensio García

 

Otra oportunidad

El año pasado después de la Carrera de San Silvestre Salmantina, al regresar a casa, tuve el accidente de coche. Mi pierna derecha quedó atrapada entre los hierros del vehículo. Me la tuvieron que amputar y aunque al principio temieron por mi vida, logré sobrevivir. Incapaz de asumir la situación, lo único que deseaba era que me dejaran solo. Pero mis amigos no pararon hasta encontrar a un especialista en prótesis de fibra de carbono para corredores y el día de mi cumpleaños, me dieron la gran sorpresa. Me ha devuelto la ilusión, me ha devuelto la vida. Tras entrenar duro, este año, he entrado en meta mejorando incluso mi marca personal.

# 299 Javier Madrid

 

Alegato a pie de pista

Kiano Nyong`o, keniata y un enamorado del atletismo, logró concluir milagrosamente la Nairobi-Melilla, la prueba más dura de su vida, estableciendo un nuevo récord personal de setenta y cinco horas sin comer. Con solo dieciséis años, se convirtió en el cuarto saltador más joven en superar el alambre de espinos con una marca de diecinueve puntos de sutura en el costado derecho. Y por si fuera poco, ganador indiscutible de treinta y dos carreras, todas en la modalidad de persecución con obstáculos por venta ambulante ilegal. Entienda señor juez, que visto el parte de lesiones, me cueste creer que un simple bolardo al torcer una esquina termine con la imbatibilidad de mi cliente. Analice el dosier presentado por la defensa con las múltiples zancadillas sufridas por el señor Nyong`o desde que empezó su trayectoria, y le ruego encarecidamente que recapacite antes de descalificarlo.

# 298 María José Toquero del Olmo

 

Correr en grata compañía

Indomable y batallador. Fray Luis de León, baja del pedestal, se remanga el hábito y emprende la XXXV San Silvestre Salmantina. A nadie le sorprende encontrarlo entre los corredores. Conoce bien la ciudad del Tormes, hace siglos que vive en ella, y le gusta el juego limpio. No podía perderse un acontecimiento como el de hoy.

# 297 Lucía Torres Verdejo

 

Disparo de salida

Cuando le preguntaron el porqué de su afición pensó en Murakami y en los pasos de Walser hundidos en la nieve. Buscó las palabras justas y halló solo unas inmensas ganas de estar sola y comenzar a correr. La comunión con la tierra que ahora pisa es la liturgia de quien no tiene más sombra que su propia luz, un mundo de pasos detenidos en el punto inmóvil desde el que todo gira. Estratos de tiempo sostienen sus piernas expectantes. Oye el disparo y un sordo rumor inunda el universo. La distancia más corta entre dos puntos es una bala.

# 296 Alfredo Alonso Fernández

 

LAS CARRERAS

Cristóbal llamó a su mejor amigo Juan para proponerle un planazo. -¡Juanito! ¿Nos vamos pa Salamanca? -¿A Salamanca, pa qué? -¡¡¡A la San Silvestre!!! Es dentro de cuatro semanas. -Tú estás colgao. -Venga ya, así recordamos viejos tiempos de cuando estudiábamos allí. -Que no quillo. Además, a mí no me gusta recordarlo. -¿Por qué? -Porque no. -¿Todavía tienes remordimiento por no haber acabado la universidad? -Ehhh… No. -Sí tienes, no me engañes ¿Y por qué no la acabas? -Yo que sé. Porque estoy trabajando en la empresa de mi padre y no me hace falta. -Y allí estás bien, ¿no? -Sí… -Pues no entiendo por qué tienes remordimiento entonces. -Bueno, déjalo. No tengo ganas de hablar del tema. Adiós. Al cabo de diez días, Juan llamó a Cristóbal. -¡Cristóbal! -¿Qué pasa Juanito? -¡¡¡Que las voy a acabar, ya me he matriculado!!! -¿Cómo? No te entiendo. -¡Las carreras Cristóbal! ¡Las carreras!

# 295 Cristina Cornejo García

 

TRADICIÓN

Tosió varias veces. No quería parar. Su cuerpo enfermo le suplicaba, pero él continuaba corriendo con los ojos puestos en la meta. El papel del dorsal crujía a su espalda. No se detendría, no rompería con la tradición anual de superar la maratón salmantina. Miró a la derecha, desafiando con competitividad a sus contrincantes, que parecían igual de fatigados que él. Era una mañana gélida. De repente, comenzó a estornudar sin cesar. Se tropezó, y al verse tan cerca de la caída, saltó a un lado. Apagó la cinta de correr con pena y se sonó la nariz. Las voces de los comentaristas de la carrera se difuminaban por su gimnasio casero. Se quitó el dorsal del año anterior y miró tristemente la pantalla de su móvil. Estaba ardiendo y la maldita gripe no le dejaba respirar bien, pero se había negado a perderse la San Silvestre de Salamanca.

# 294 Lucas Rodríguez Cerdán

 

Va por ti, papá

Papá, mira las rozaduras de mis talones. Se nota que las zapatillas estaban todavía por gastar, no pude entrenar mucho. Pero lo logré. Por fin cumplí algo de lo prometido. Gracias por tu aliento corriendo a mi lado. Ahora tenemos todo el tiempo del mundo para hacerlo juntos. Lo que siempre querías y no pude darte, siempre ocupada con el maldito trabajo. Como cuando era niña y, como cada Navidad, con los nervios de la carrera no acertaba a ponerme bien el imperdible del dorsal, o cuando los abuelos, bien pertrechados contra el frío salmantino, nos animaban a media San Silvestre desde su terraza de la calle Paraguay. Se dice que la patria de uno es la infancia, y la mía fue feliz por pasarla contigo”. Martina, todavía sudorosa y maltrecha, posó encima de la lápida de su padre la medalla de oro de la maratón que acababa de terminar.

# 293 Francisco Bautista Becerro

 

Sí, lo conseguiste

-Entonces, ¿te has apuntado a la San Silvestre Salmantina? -Sí, acabo de completar la inscripción. -¿Te gusta correr? -La verdad es que sí, me despeja mucho. -Y, ¿cuántos kilómetros son? -En mi modalidad son 10. -Es bastante, ¿estás preparado? -Más o menos. Llevo corriendo unas semanas y hago ocho sin problemas. Pero seguiré entrenando el tiempo que queda. -¿Crees que lo conseguirás? -Eso espero. Aunque tú lo sabes mejor que yo, tú eres el narrador. -¡Es verdad, qué tonto! ¿Quieres conocer la respuesta? -Prefiero no saberlo. -Entonces no leas el título.

# 292 David Rabanillo Prado

 

Correr es vivir

Suena el despertador y amanece el día. El tiempo no acompaña, frío, viento y lluvia me invitan a quedarme en casa, pero hoy toca dar lo mejor de mí. Los primeros kilómetros me ayudan a quitarme esos nervios que me agarrotan los músculos y me ayudan a ganar confianza. La lluvia y el viento querían su protagonismo pero mis piernas se negaban a dárselo. Poco a poco los kilómetros empiezan a pesar, pero no iba a ceder mientras tuviese fuerzas porque mi cuerpo, forjado a base de entrenamientos y sacrificios, me pide a gritos que no me rinda, que no pare hasta que cruce la meta. Y al final a lo lejos aparece el último kilómetro, y muchas emociones se agolpan en mi cabeza, la soledad de los entrenamientos, el cansancio del esfuerzo por darlo todo y la felicidad al cruzar la meta hacen que me sienta vivo.

# 291 Raul Alberto Mazzeo

 

Renacimiento

-Nos vemos en Salamanca, en la San Silvestre – dijo sonriendo, mientras enfilaba para el embarque de Ezeiza. Se llamaba Carmen y terminaba su pasantía en la Universidad de Buenos Aires y en mi vida. Fueron los meses de gloria que precederían al terror. A la tos rara, a los escupitajos con sangre, a las inyecciones, a las caras serias de los médicos. A uno, de los tantos caminos que nos depara el infierno. En las infinitas noches de insomnio, repasaba las calles del circuito de esa carrera que, hasta hacía poco, creía únicamente brasileña. Ha pasado un año. Me ha crecido el pelo que la quimio se llevó. He comprado zapatillas nuevas. Recuperé mi color de piel. Soy yo, ahora, quien se dirige al embarque con destino a esa ciudad desconocida de nombre tan bello. Ahí nos veremos, Carmen

# 290 Daniela Davalos

 

Carta para un atleta

Corre amor mío. No pares, tú puedes superar los desafíos. Avanza a tu ritmo, pero no te detengas… Que tu paso sea firme, que tu mirada sea serena. Que encuentres en tu camino inspiración, para que el cansancio no te venza. Esta carrera, amor mío, es más que una competencia. Es la vida que nos pide demostrar en esta prueba, que los retos que nos pone, los pasamos con entereza. Cree en ti, amor mío... en tu dedicación y perseverancia, en tu trabajo, en tus sueños, en las ganas que pones, cuando das cada paso. Esa es tu fortaleza. Adelante, amor mío. Corre, camina, vuela. Sigue fuerte, mantente en la competencia. Y yo amor mío, estaré contigo, esperándote en la meta.

# 289 José Marcelino Román Muñoz

 

MAS JUAN CRUZ

MAS JUAN CRUZ Supo que su colegio haría carrera el último domingo de 1984, que los barrios de su juventud: La Prosperidad, las Delicias, San Isidro y el Rollo los vería pasar. Deseó participar para recordar sus aires natales, un imposible geográfico pero posible imaginariamente desde el monte Caraqueño donde sintió Salamanca. Ese día 389 más él eran noventa; El noventa se llamó hasta el final de sus días. Supo que la tercera edición por primera vez pasaría por el Puente Romano, para el campeón 20 mil antiguas; desde su corazón deseó suerte para para todos. Él una cerveza. La quinta, la más espectacular cayó el 31, día de San Silvestre. fue el único que disfrutó buen clima por el trópico. Pasaron los años, no había domingo sin festejar, su vida fue alegre y entusiasta. En 1997 San Silvestre lo sorprendió en las montañas, lo llevó feliz para el cielo, tenía 89 años.

# 288 Marta Miguel Gimenez

 

Cuando el fantasma gana la carrera.

Correr o no correr, esa es la cuestión. El fantasma que me nubla la razón recorre las calles, seguramente participará camuflado en la carrera maratoniana. A mí me ha pedido que corra, que gane, que no disfrute y que atestigüe mi presencia en las redes para mostrarle al mundo una vida con sentido. La semilla de la duda crece en mí, ¿hacer caso al fantasma o no? Decido correr, pero primero tengo que aniquilar la sombra del espectro que me incita a sonreír a cámara. Ya no veo nada, ni siquiera a los demás corredores, tan solo ese mundo fantasmagórico sin voluntad. El fantasma gana, y termina dedicando el premio a todas aquellas personas que a través de la imagen han compartido esa “aparente felicidad”.

# 287 Iván Parro Fernández

 

Cuando sobran las palabras

Recuerdo como si fuera ayer ese día tan especial. Aquel último domingo de diciembre en la colosal Salamanca. Hacía algo de frío pero el calor de la gente lo mitigaba. Fueron muchos los que nos juntamos para la Sansil. Mi primer año. Los nervios típicos de los novatos. Cuando dieron la salida corrí y corrí como nunca antes lo había hecho. Algunos incluso se unieron a mi paso. Estaba feliz. Los aplausos, los vítores y las ganas de darlo todo me proporcionaron las suficientes fuerzas para llegar a la meta. Cuando la crucé estaba exhausto pero pletórico a la vez. Confieso que hasta me emocioné un poco, porque aunque mi amo no pudiera verme, en ese momento su rostro lo decía todo. No le abandoné, permanecí a su lado como cada día, y hoy aún mucho más. Aquella Sansil fue el comienzo de una historia especial.

# 286 Rubén Cabecera Soriano

 

Cordones

Sudaba. El calentamiento había sido intenso. La carrera estaba a punto de empezar. La gente saltaba a mi alrededor y se golpeaba las piernas para obligarse a entrar en calor. Miré mis zapatillas: ¡los cordones estaban desatados! Ya no había tiempo. Sonó el disparo y comencé a correr. No fui capaz de dejar de mirarme los pies durante toda la carrera. Los cordones se movían desacompasados, arrítmicos, como si quisieran entrelazarse para hacerme tropezar, pero no caí. Solo algunos metros antes de la meta levanté la cabeza para disfrutar de mi llegada y agradecer los aplausos al público. No fui el primero, pero eso ya lo sabía antes de empezar. Paré. Estaba extenuado. Miré hacia abajo para recuperar el resuello y allí estaban los cordones, como si no se hubieran movido, perfectamente anudados... Sonreí extrañado. Me descalcé. Le quité a las zapatillas los cordones. No los he vuelto a usar.

# 285 Maria Elisa Robenolt Lenke

 

Caidas Limpias

CAÍDAS LIMPIAS Con un sueño compartido salimos tras la meta, buscando la victoria salimos a ganar. Sudor, entrenamiento, ganas, esfuerzo y compañerismo, guiaron nuestro camino, a nuestro modo pero siempre juntos. Seguimos estrategias balanceando nuestras cualidades, rapidez, fuerza, altura, cada quien en su lugar. Los vi sudar dolores, cual lágrimas de impulso, con un afán insistente de quererse superar. Miré a mis oponentes, deseándoles igual suerte, con la certeza inmune de que el mejor equipo iba a ganar. Los vi intentar jugar sucio, atacando compañeros, con la violencia física que les impone el miedo de no podernos superar. Aguantamos las caídas, y persistimos tras un sueño, jugando limpio sin hacer trampa, con la conciencia pura, fuese cual fuese el final. Lastimaron nuestro cuerpo en juego sucio, pero obtuvimos una victoria sana.

# 284 ISIDRO CATELA MARCOS

 

LA CARRERA DE LA VIDA

Corrí. Papá me mandaba a buscar los mejores pastos para el rebaño y yo, descalzo, subía y bajaba el monte Entoto, a las afueras de Addis Abeba. Aquellas montañas me robustecieron las piernas y el corazón. Corrí, más tarde, para huir de la hambruna. Atravesé otros valles, llegué a Tarifa en patera. Éramos ochenta y tres, arracimados. Sobre la playa del Cañuelo, había luna llena, teníamos los estómagos vacíos. Corrí, al fin, para llegar aquí. Cuatro días a la semana, cuatro horas cada día. Un puñado de hombres buenos me enseñaron español, una pizca de cocina para poder trabajar como pinche en un bar, y a correr en pista con los pies calzados. Perdonen que les cuente mi vida. Es una forma de agradecimiento y, sobre todo, de calmar los nervios, ahora que estoy a punto de correr mi primera San Silvestre.

# 283 Daniel García Rodríguez

 

El custodio enamorado

Se convirtió en su diosa cuando la vio recogerse el pelo por primera vez, sentada ante él en el autobús de la escuela. Desde aquel momento la veneró como una sombra silenciosa en las clases, las fiestas y los caminos solitarios por donde ella se preparaba año tras año para vencer la codiciada carrera popular. Aquel radiante domingo de invierno se decidió por fin a hacerse visible, pero para ello tenía que precederla en la meta. A pesar de no ser el más fuerte ni el más rápido, su amor inmortal lo lanzó como una flecha imparable en cuanto sonó el disparo, y lo siguiente que oyó fue una ovación desconocida hasta entonces, aquella reservada a los ganadores. Se giró para reclamar su premio, pero ella ya se había girado para dedicarle su mirada de triunfal deferencia al tercer corredor.

# 282 María Cruz Alonso

 

Todo es Posible

Como sea que uno no elige como nace, no queda más que aceptar lo que toca. Nací así, muy tímido y con una debilidad física rozando lo preocupante. Preocupados estaban mis padres .Y siendo mi padre una persona decidida - terco y cabezota según mi madre - se propuso desafiar a la naturaleza; la mía y corregirla en lo que se había equivocado. Me hice asiduo entonces de actividades de todo tipo: talleres, teatro, deportes… Y así fue como, una tarde de invierno, vimos un cartel anunciador de la San Silvestre Salmantina. Mi padre dijo: vamos a inscribirnos. Él era sí. Algo cambió en mí. Ya voy por mi 25 convocatoria y con miras a dar el salto internacional. Todo es posible. Poco o nada queda ya de aquel niño tímido y debilucho. El ambiente de compañerismo, reto y superación obró un milagro en míEl que mi padre buscaba.

# 281 Karina Müller

 

Chiki

Lo más cercano a correr para mi, era cuando me quedaba dormida a la mañana. La pista era el tramo desde la puerta de mi casa hasta la parada del colectivo. Era una fiel defensora de la fábula de la liebre y la tortuga. Hasta que una tarde en la playa, con el sonido del mar de fondo y el sol cayendo, salí a caminar. La brisa tibia y esos 24 grados del primer día de vacaciones me hicieron sentir inmortal. Miré hacia el muelle y vi un Golden que jugueteaba entre las olas. Se parecía mucho a Chiki, la que hizo tan feliz mi infancia. Aceleré el paso. Vi su collar rojo con lunares blancos. Mis pasos se hicieron más rápidos y las pisadas más fuertes. Ahí fue que ella me miró. Corrimos para encontrarnos lo más rápido que alguien pudo correr alguna vez. Y nunca más me detuve.

# 280 YURENA BRITO GONZÁLEZ

 

Pistoletazo de salida

Puso sus pies enfundados en sus zapatillas sobre el asfalto, ensimismado, sólo percibe el sonido de sus pisadas según aceleró la marcha y su respiración entrecortada y jadeante. Era libre, sin presiones, nadie le juzgaba. Únicamente él, la carretera y el viento. Sin distracciones. Partículas de sudor resbalaron por su frente. Exhausto por el esfuerzo cambió de ritmo para agolparse al pelotón que divisaba a escasos metros de él. Logró sobrepasarlo debido a la capacidad de moverse a una velocidad asombrosa. Con la garganta seca y casi sin aliento supo mantener el tipo, consiguiendo una carrera de fondo, acelerando en la recta final para llegar hasta la meta. Con un propósito en la vida y un objetivo cumplido. —¡Te lo dedico a ti, papá! —exclamó mirando al cielo.

# 279 Luis San José López

 

ILUSIONES

La polio había dejado estragos en el cuerpo del viejo profesor. Apoyado en sus muletas, se incorporó lentamente y propuso: «Hoy habrá examen con una única pregunta. El próximo 29 de diciembre tendrá lugar la 36 edición de nuestra querida Sansil. Con un promedio de 5.714 participantes y 10 mil zancadas, calculad».

# 278 Rubén Martínez de Marigorta Menéndez

 

Cronología de una sonrisa

Amanece de nuevo a solas, ninguna sonrisa que responder. Busca por el espejo a alguien, pero no le favorece repetir a ese rostro amortiguado que hoy tampoco saldrá a respirar un ápice del mundo. Escucha leve un tumulto. Todas las ventanas cerradas, las persianas tratan de besar el suelo en su perpetuo caer; parece ser que el aire murmura fuera. Palpitan personas más allá de la pared, no obstante, perdió el interés por el latir social sin saber por qué (sí sabe por qué) y su sonrisa se esfumó para un siempre que está durando demasiado. Al fin se arriesga a contemplar el bulto de gente: irrumpe en la calle donde tantas piernas bailan dispuestas a correr sin importar la meta sino el hacer. Todos los dorsales anuncian vida. Alguien le sonríe y él responde con agrado a pesar del dolor en la boca. Empiezan a correr.

# 277 Irene Guillén Ruiz-Ayúcar

 

En dirección equivocada

Mariana está agotada, ya no puede más. El corazón parece que le va a estallar, le pesan las piernas y jadea sin parar. Rodeada de atletas, ya ha llegado hasta el bulevar San Francisco Javier. No sabe si resistirá. Hace años participaba en la San Silvestre con sus amigas, eran tiempos felices. Entrenaban duro y llegaban siempre a la meta. Mira hacia atrás y ve que Inés se aproxima; más lejos, asoma la cabeza de Matías. Ya la están alcanzando. Su vida dio un brusco giro y ya no compite, huye de sus perseguidores. A empujones, sale de la carrera y se pierde entre la multitud.

# 276 EDUARDO CABEZAS LANCHAS

 

Sol y frío

Despertó, hoy era el día de la carrera. Se preguntó cómo sería correr solo. Sin abrir los ojos palpó con su mano la cama pero no encontró a nadie. Se lavó la cara, allí seguían los dos cepillos de dientes. Abrió la ventana y le llegó el murmullo de los corredores. El sol lucía, hacía frío. Sacó el dorsal, solamente uno esta vez. Abrió el armario y al ver su ropa hundió la cara en ella para olerla. Dejó caer una lágrima mientras se vestía. Camiseta y pantalón negro, ese era su estado de ánimo. Estiró las piernas, calor en los músculos y un escalofrío en la piel. En un rincón estaban sus zapatillas usadas tal y como ella las dejó. ¿Cuántas veces habían compartido esta carrera? Ni lo recordaba. Al salir por la puerta vio de refilón su foto. Ya no estaba, la vida seguía.

# 275 José Luis Chaparro González

 

Corres

Corres como si en mitad de la sabana te persiguiera un león hambriento; como si un grupo de caníbales quisiera confeccionar contigo su plato estrella. Corres como si supieras que un Inspector de Hacienda pretende darte alcance. Corres. Podrías correr en muchos lugares del mundo y por muchos motivos, pero no. Que nadie te pregunte «por qué» estás en Salamanca, en la Sansi, y te apetece seguir corriendo.

# 274 Daniel Alejandro Collazos Camilo

 

Una carrera por papá

La carrera está a punto de empezar y mientras todos estiran y se preparan, yo me coloco las muñequeras que papá llevó en las ediciones pasadas. Recuerdo que descubrimos la carrera después de mudarnos, cuando un día los corredores pasaron frente a nuestra puerta. En ese momento, papá me confesó que quería participar para aliviar sus problemas cardiovasculares. Así que comenzamos una rutina de entrenamiento y un año después nos atrevimos a participar. Entramos en la categoría de disfraces para correr juntos, ya que él sentía vergüenza y yo temía dejarlo solo. De esta forma, corrimos varias veces vestidos como piratas, bomberos, zombies y animales. Pero el año pasado papá sufrió un derrame y no pudo participar. En este momento sigue en el hospital, aunque los médicos dicen que estará bien. Y es por eso que estoy aquí, porque quiero estar preparado para cuando él pueda volver a correr.

# 273 Eduardo Izaguirre Godoy

 

Regeneración

A los ocho años, muerto de risa, corría tras sus hermanos grandes jugando policías y ladrones, y siempre se quedaba rezagado. Pero la pandilla del Manolo, que quería quitarle sus tenis nuevos, no fue capaz de alcanzarlo a los quince. Corría asustado, con el corazón en la boca, a punto de caerse, igual que a los veintidós cuando un poli, en plena redada, lo persiguió porque no le gustaba su desaliño. Era veloz y resistente. Comprendió que para eso había nacido cuando estuvo recluido por vender coca en la universidad. Superaba el encierro dando vueltas al patio a los veintinueve y trotar lo salvó. Mi carrera es la carrera, pensaba ya en libertad, al cruzar la meta de su primera San Silvestre. Nunca fue el primero, pero tampoco el último, y ahora enseña a los niños que la mejor ruta nunca es la más corta. Que ganar es sonreír.

# 272 SILVIA NATALIA

 

LA CARRERA INTERGALACTICA

Escapando de la Vía Lactea Cuando corro siento fluir mi sangre, siento que la gravedad no es parte de mi , soy etérea , fui expulsada por una supernova que podría viajar de galaxia en galaxia . No soy un ser estático soy creación y vida , fugaz existencia que disfruto gastando mis simples zapatillas.Podrás mirarme yo correré quizá delante tuyo y tocaras el suelo mirando que yo soy una exótica estrella veloz viajante de ensueño . Compito con el tiempo no pretendo la victoria aunque engrandezca mi alma , solo corro para sentirme carne , para sentirme viva para recordar mi humanidad , naturaleza divina . Siento que nada me pertenece el instante me domina.No soy pasado soy solo presente carrera danzante me hago muy presente y colmare mi cuerpo de cansancio sudor y aventura para que mi alma viajera recuerde este dia .

# 271 MAIA SOLANGE SKORUPSKY AÑASCO

 

CUATRO OJOS Y UNA PLUMA

-¡ESTA RAMA NO TIENE ESPACIO PARA LOS DOS ERNESTO! ¡CORRE!¡VETE!. -HACE CALOR, ESTAMOS PEGADOS. BUSCA OTRO SITIO, ÉSTE ES MÍO. -TODOS ELLOS VAN EN BUSCA DE SU ÁRBOL, ¡SÍGUELOS! -ESTÁ BIEN ERNESTO, VEN. CONTEMOS CABECITAS.

# 270 Yván Borjes Hernández

 

Carrera hacia la sanación

Suena el pistoletazo de la San Silvestre y con las primeras zancadas los archivos de mi memoria se abren. Año 1989, tengo 5 años, papá nos abandona. 1990 al 1993, imágenes de mamá: emperifollada, saliendo al trabajo de noche. 1994, un nuevo papá: una pesadilla. 1998, 14 años, me voy lejos de casa. Kilómetro 4, me detengo, respiro hondamente. Continúo la carrera. Año 2000, 16, el trabajo en la calle es duro. 2006, 22 años, me enamoro de Emma. 2008, 24, mi primer hijo, nuevo trabajo. Año 2010, las gemelas, casa y carro nuevos,… los días malos han terminado. Kilómetro 7. Me detengo nuevamente, doy gracias a Dios. Prosigo. Octubre 2019, me encuentro a papá después de 30 años, el odio reprimido aflora. Kilómetro 8, caigo al suelo, las lágrimas también. Perdono a papá. Termino la carrera y corro a buscar al viejo que encontré mendigando en aquella plaza.

# 269 Juan Antonio Cordoba

 

El corredor

El regocijo de aceptar el aire frio de estos últimos tramos de diciembre vibraba en la mirada fija en el número de su camiseta. Los Veteranos “B” largaban a mediodía. A poco de la partida el aire dejó de ser frio sobre el rostro y una sorpresiva brasa se le adentró en el pecho, sus pies ya no tocaban la húmeda calzada. Densa una nube oscura le apagó el rostro de otros corredores que intentaban hablarle, asombros, palabras, silencio. Súbita y serena la niebla se levantó y sintió que corría como nunca antes, cadencia en el ritmo, animando a viva voz a compañeros que ensimismados parecían no verlo. No competía, disfrutaba, la calzada suave, el aire tibio. El horizonte brillaba, silencio ondulando más allá de la llegada. Sobre el podio la cinta de llegada anudaba un par de zapatillas y un número. Aún se lo recuerda.

# 268 Efrén Mateo Santos

 

Ficción o realidad.

-Dicen los rumores amigo Sancho, que en un bonito lugar de la otra Castilla existen molinos y una Dulcinea y tal vez hasta allí debamos andar, para conocer si el dicho es cierto no vayamos otra vez a errar. -No se ande con rodeos ni me quiera engatusar mi querido Don Quijote, si lo que usted quiere en realidad, es disfrutar de la famosa San Silvestre Salmantina que se disputa en la capital.

# 267 Carlos Izquierdo Hernandez

 

Corre aunque camines

Me levanto confundido como cada mañana, pues te sentía en sueños. Pero no me importa. Sigo recordando las palabras de mi mujer. -Ahora darás uso a los calcetines divorciados - Me dijo con la sonrisa mas bonita que jamás vi. Saldré de la cama he iré a correr. Creo que nunca me acostumbrare del todo a esta pierna. Hoy terminare la San Silvestre Salmantina. Aunque ya hace tiempo empecé la carrera .

# 265 MARCOS PÉREZ BARREIRO

 

Correr para creer

Los pies descalzos de Dios son aquellos que dan fe de mi entusiasmo por alcanzar la meta. Una meta que ataviada de triunfo, de euforia, de alegría compartida, convierten a los pies descalzos de Dios en algo imperecedero. Tanto, que suelen repetir el recorrido con el mismo deleite de la primera vez. Esa que dejó la impronta de su relevancia. Una relevancia que suele envolver los pies con papel de ofrenda. Ya que, los pies descalzos de Dios son aquellos a los que acuden mis zapatillas cuando están gastadas. Cuando mis zapatillas están rotas por el manto del pavimento. El que dicta la oración del entusiasmo y el placer. Un placer corrido. Tal vez, una de las maneras más valientes de afrontar la vida. Ya que, es esta la que da sentido al correr. Al correr protegido cuando la compra ha sido validada por un juez supremo llamado Dios.

# 264 Jose Conchado

 

Los anillos charros de la Sansilvestre

Ochenta peticiones de matrimonio volvieron locos a los cura-párrocos y funcionarios judiciales de Salamanca en enero de 2018. Ochenta mujeres que portaban anillos charros en la carrera de San Silvestre Salmantina eran casaderas. La tradición manda: una mujer con sortija charra,solamente se puede casar cuando se caen todas las piedritas del anillo. Y así fue que,el día de la carrera esas mujeres,muchas por la desesperación por casarse, hacían esfuezos heróicos con las manos y brazos para hacer caer las bolitas al suelo, parecía una lluvia de micrometeoritos sobre el asfalto. En la madrugada del primer día del año, las calles que conforman la ruta de la San Silvestre parecían una constelación celestial por el brillo de las bolitas.Se produjo tal impacto visual, que los ebrios de la parranda de despedida de año alucinaban con el esplendoroso manto de alquitrán salpicado de lucecitas que semejaban diamantes virreinales.

# 263 ELIAS

 

PERSIGUIENDO A LOS SUEÑOS

PERSIGUIENDO A LOS SUEÑOS Si la vida corre sin descanso nosotros queremos seguir su ritmo, pasos largos, mirada perdida, soñando con la universidad o esperando ver el futuro más claro que el lazarillo caminando de la mano. Se acelera el tiempo, palpita el corazón, respiran agitados mil cuerpos a mi lado, todos esperando el futuro, rompiendo el calendario del pasado para soñar con las páginas brillantes de un nuevo año. Saben los recuerdos construir castillos inexpugnables, la meta aún lejos pero mis pasos firmes dejando el pasado en las Conchas, el presente en los soportales de la plaza mayor y el futuro en esas doce campanadas que se acercan, para seguir luchando por mis sueños con las ganas que ahora busco la meta. Sabe, al llegar al objetivo, que está preparado para iniciar la carrera del nuevo año. Recupera fuerzas el cuerpo, satisfecho de haber conseguido el primer reto.

# 262 ISABEL GAMARRA GARCIA

 

EL SIETE

Siete años llevo participando en la San Silvestre Salmantina, entreno siete días a la semana, este año llevaré dorsal amarillo, 37 minutos tardé el año pasado, la edad que tengo. El siete me persigue y este será mi año, entraré entre las siete primeras. 7777 participantes. Espero ansiosa el 29 de diciembre, mi día favorito del año, donde dejo atrás lo malo del año vivido y me preparo para recibir el nuevo con salud para seguir corriendo, mi pasión. Me disfrazaré de número, no hace falta que diga más.

# 261 Carolina Fernanda Gartner Restrepo

 

Mi primera San Silvestre Salmantina

Era el juego que más me gustaba cuando me reunía con mis primos en diciembre. Yo estaba atento para ganar. Con las últimas dos pistas siempre lo adivinaba, pero esta vez estaba dificil. Miré por todos los lados y vi el cuadro de la sala, de inmediato dije fuerte: “¡La San Silvestre Salmantina!”. ¿Cómo sabes que es eso?, exclamó mi primo mayor. Fácil, dije. Mira allí la foto con el dorsal en la que mi padre siempre calificó como la mejor edición de la San Silvestre. Este año yo iré por primera vez… ¡y ya sé que tengo un buen augurio!

# 260 Jose Beato Gimenez

 

El poder de la mente

Como cada año sentía un cosquilleo especial cuando se aproximaba el ultimo día del año. Correr ese día le hacia sentirse vivo. Como en un ritual empezaba a preparar encima de su cama toda su equipación. Se esmeraba profusamente en colocar bien centrado el dorsal en la camiseta. Cuando llegaba el momento, previo al disparo, cerraba los ojos y sentía sus pies avanzando sobre la calzada entre miles de sonoras pisadas que se cernían junto a el intentando llegar a la meta lo mas rápido posible. Desde su atalaya, en la silla de ruedas que desde hacia años se había convertido en su inseparable compañera de viaje, podía visualizar cada zancada hasta alcanzar la ansiada meta. Un año mas, un sueño nuevo para seguir viviendo.

# 259 Miguel Angel Cordente Triguero

 

Por miedo

Había salido de su casa pesaroso. Había mentido a sus padres. No correría la San Silvestre.Su meta era una tienda de teléfonos. Al cruzar la calle Palma observó en el cielo una nube de forma singular. No le dio importancia, había visto cosas mucho más sorprendentes. Continuó hasta llegar al cruce con la calle Rabanal. Allí creyó ver como la nube se inclinaba y descendía. No se asustó. Minutos después escuchó un estruendo. La nube chocaba contra las torres de La Clerecía. Antes de llegar a la calle Cervantes oteó el primer monstruo. Bajaba por la fachada de la iglesia y empuñaba un tridente y una espada. Durante unos instantes el miedo lo inmovilizó. Luego corrió con desesperación hacia donde comenzaba la San Silvestre. Era el lugar donde más gente encontraría. Se sorprendió de ganar la carrera y de que no hubiera señal de los monstruos

# 258 Franz Kelle

 

Carpetazo

Mustio el ánimo como para andarme con promesas y buenos propósitos, solo queda una opción: correr. Correr para cerrar un año de mierda, solo así lo dejaré bien atrás. Elijo la ciudad en la que pasé esos fantásticos años encomendándome al batracio, consigo dorsal por los pelos y tampoco llego a Salamanca con mucha antelación. Para holguras ya está el chándal que he rescatado del altillo. ¿Con qué me quedo? Con el calor. No, el calentamiento global no da para tanto aún, me refiero a mis sensaciones a medida que veo a la gente rumbo a la salida. Calcen zapatillas con sospechosa apariencia de estreno o troten bajo un disfraz, hay una constante: caras alegres. Me zambullo en la marea, mar gruesa de secano que ahoga pesares, buceo entre una madeja silvestre de piernas y comprendo al fin que los años 20, otro siglo más, serán felices. Ahora lo sé.

# 257 Dolores Asenjo Gil

 

Me han regalado uan médula

Un cansancio tenaz me acompañaba desde hacía mucho. Las pequeñas renuncias dieron paso a otras más dolorosas. Cada día me costaba más mover mi propio cuerpo Silenciosamente las tardes de sofá se instauraron en mi rutina. El hemograma descifró la causa de una fatiga tan persistente. Las células hematopoyéticas de mi organismo menguaban alarmantemente. Mis linfocitos las atacaban sin piedad. Los tratamientos de soporte no funcionaron. El trasplante de médula se erigió como la única vía de curación. La recuperación fue lenta y el miedo al rechazo una pesadilla constante. Pausadamente recuperé pequeños placeres a los que había renunciado casi sin ser consciente. Una vitalidad olvidada comenzó a enraizarme. Renací gracias a la generosidad humana. Hoy, por primera vez, he corrido la San Silvestre. Mis millones de hematíes sanos han transportada el oxígeno necesario a mis órganos y tejidos. Sé que mi cansancio es pasajero y mi gratitud infinita.

# 256 Elizabeth Hernández Millán

 

Los pies

Pie Uno y Pie Dos, pareja innata, se encuentran, junto con otros muchos pies, esperando la señal de salida. Enfundados en su traje tecnológico anti impacto, al disparo, dan sus primeros pasos hacia la esperanza. Son corazón, alma y cerebro, el cuerpo está a merced del dúo. A los doscientos metros alcanzan un ritmo perfecto, conjuntan respiración y fuerza. Para este par, cumplir la promesa es lo más importante. En la primera cuesta sus pisadas cambian al unísono. El asfalto plano, los ayuda a recuperarse (solo un poco). Incesantes gotas de sudor, jadeos y acuciosos latidos, causan disminución en su velocidad. A dos kilómetros de alcanzar la final están adoloridos, agotados. Pie Dos, alienta a Pie Uno, el más cansado. Por fin ven la meta, aceleran de alegría, cruzan la línea final. Inhalan, exhalan, sonríen pensando que tal vez sus pequeños hijos Pies, logren sanar…

# 255 Xavier Teixidó Sansa

 

Hasta el final

Hace muchos años que lo hago por el placer de hacer. Ya no me importa ganar o perder. Ya no me importa si hay un premio o no. Después de muchos años he aprendido a disfrutar del camino sin obsesionarme con el resultado. Ya terminó la época de la autosuperación, pues el mero hecho de hacerlo ya es autosuperarse. Es por eso que estoy aquí, a mis ochenta y tres años de edad, al pie de la salida, a punto de correr la San Silvestre Salmantina.

# 254 FEDERICO ANDRES COSIMO

 

Preparados, listos... ¡ya!

El nudo tieso color verde fosforescente de una de las zapatillas nuevas, modernas, de esas que se usan ahora. Parte del pavimento gris, opaco, caliente como brasas por el pesado sol de junio. Un grupo de hormigas inquietas persiguiéndose en fila sobre pequeñas grietas negras. Pequeñas e increíbles vegetaciones germinadas desde abajo del asfalto, denotando la infinita fuerza de la naturaleza, toda junta, en cada pequeño brote. Una antigua rodilla flexionada. El relieve dorado de una pantorrilla con más varices que músculo. Dos brazos estirados, disimulando las arrugas, uno en cada costado de aquella pierna. Dos manos con piel de elefante abiertas de palma al suelo. Setenta y cinco años recién cumplidos. Cuarenta y ocho de oficio. Una mirada igual de joven y apasionada elevándose del suelo. Un camino bien marcado por delante. Una voz inconfundible. El final de un final. El principio de un comienzo. Preparados, listos… ¡ya!

# 253 José Manuel Dorrego Sáenz

 

Morder el polvo

Es el fantasma de la San Silvestre salmantina. Algunos aseguran que le han visto, que cada año toma la salida, que se mantiene con el grupo de cabeza en los primeros kilómetros, que coge la escapada buena, que llega al último kilómetro entre los elegidos, que se pone en cabeza y que unos metros antes de cruzar la meta tropieza y cae al suelo. Que al final siempre, cada año, llega cuarto, escupiendo sangre y un par de dientes menos. Que maldice a Belcebú y que se jura a sí mismo que el año que viene sí: que el año que viene les hará morder el polvo.

# 252 Tomás Pablo Ahumada Soneyra

 

Otra vez en Salmantina

Basta levantar la vista y contemplar los arcos del Puente Romano para comprender por qué la pulsión de anotarse en la carrera y abandonar Stuttgart evocando el sinsabor de un rostro odioso. Mismo río, otro atuendo, —el de un legionario de la Séptima en fajina—; otros tiempos, —los del emperador Trajano—. Tuerce la cabeza y lo distingue; Spurius también está aquí. Aquella vez —en la otra vida—, quien ganaba se quedaba con la esclava; nadie ganó; la inesperada presencia del legado truncó la carrera. Spurius ya no se llama Spurius ni él Dentatus; en cuanto al premio, sólo el intento de acabar lo empezado. Insuflan velocidad a sus piernas, quien primero cruce el puente… Un incidente, Spurius gana. Tras atropellarla ruedan juntos y, en lugar del insulto, la mirada verde de esa Venus sin cadenas. Luego la sonrisa y en ella el ensayo de un final distinto.

# 251 Leticia Andrés Sánchez

 

La Meta

No me lo puedo creer, veo la meta. Si parece que fue hace una semana que empecé a correr y ya estoy aquí. Perdón por la ironía, pero tengo ganas de vomitar y las caderas no me sostienen. No sé todavía si voy a llegar, porque de verdad que no puedo más. Hay gente que sigue abandonando incluso ahora, que ya casi estamos. Pero es que el casi es fundamental a estas alturas. A ver, me voy a motivar con éste que parece muy determinado. Uy no, va demasiado rápido. Yo ya no sé si andar o seguir corriendo. Si ando voy a tardar mucho y no aguantaré y si sigo corriendo voy a reventar y no llego. Mientras lo pienso sigo corriendo e imaginándome que he acabado, que me tumbo en el suelo y que, el mejor momento de la carrera, mando un guasap a mis amigas para contárselo.

# 250 ALEJANDRO MIGUEL TOLEDO ARRUEGO

 

UN ÚLTIMO ESFUERZO

Empiezo la carrera, bajo una fina lluvia, cuyas gotas resbalan lentamente por mí ya sudorosa piel. Comienzan a asaltarme los primeros pensamientos negativos. Al pasar por el puente Sánchez Fabrés, unas ninfas emergen del Tormes y me animan a no desfallecer. Acelero un poco mi cansina marcha. Cerca de la Cruz de los Ajusticiados, cientos de espíritus decapitados han salido antes de lo que tienen acostumbrado, y desde la frontera que separa a los vivos de los muertos, me jalean para que no me venga abajo. Saco fuerzas de lo más profundo para no rendirme. Cuando enfilo el Paseo de San Antonio, los tatuajes de mi cuerpo comienzan a cobrar vida y se colocan delante para despejarme los últimos metros que me faltan para cruzar la meta. Intento retener ese momento, será la primera vez que consigo acabar algo en mi vida.

# 249 Darling Harrison Pérez Olivera

 

Campeón

Siempre quise participar en la carrera de San Silvestre Salmantina, mi padre había sido campeón 2 veces en esa carrera cuando era joven y yo quería ganarla también, pero había un problema, de niño me dio poliomielitis y quedé con algunas secuelas al caminar. Cuando le comenté a mi padre que participaría en la carrera, me apoyo en todo momento, inclusive él participo también, desde un mes antes de la carrera nos sometimos a una estricta dieta y a un régimen de entrenamiento funcional. El día de la carrera mi padre corrió a mi lado, demoramos mucho más que los demás en terminarla, pero llegamos juntos a la meta, al llegar a casa le pedí perdón por no ser tan bueno como él, a lo que respondió sonriendo: “Tú eres mejor que yo, le ganas a la vida todos los días, como buen hijo de un campeón”

# 248 Alberto Román Carpio

 

VIVIR SIN PRISAS

Siempre voy con prisa a todas partes:llevo a mi hijo al galope a todos los sitios:al colegio y a sus extraescolares.Nunca encuentro tiempo para ir a ver a mi madre, con mi hermana quedo poco, con los amigos menos.Hace años que no piso por mi pueblo.El curso se me pasa volando, las vacaciones también; y siempre el temario en el colegio toca acabarlo deprisa y corriendo. Cualquier serie de televisión la veo por temporada completa en una semana.Con mi mujer apenas si hablo porque no encuentro la ocasión durante el día.Transcurren los días y sigo sin arreglar la bisagra del armario.Los gigas de mi móvil los consumo rápidamente. En fin,nunca tengo tiempo para nada.Así que ahora mismo,en la San Silvestre Salmantina, teniendo el coche escoba justo detrás de mí,es la primera vez en mi vida que disfruto y saboreo este instante y que no tengo urgencia por terminar algo.

# 247 Mateo Valencia

 

Suavecito como peluche

Tres iban lado a lado: Pikachu corría por la derecha y se veía bien para los últimos metros. Papá Noel marcaba el centro y, aunque la barriga le hacía correr con una sola brazada, avanzaba a buen ritmo. Desde la izquierda, la última de Las Meninas se había despegado de su coreografía y les picaba arrastre. En la meta, la gente enloquecida se subió al esprint y ya escogía candidato. Y entonces sucedió. Pikachu se enredó con su cola y se llevó puesto a Papá Noel, y entre los dos alcanzaron a manotear el vestido de la camarera: todos de bocas. Ninguno quiso renunciar y se arrastraron sobre su pecho, jalando el disfraz del otro para no dejarlo avanzar. Justo ahí, con los tres gusanos a los manotazos, fue que el Botellón les pasó por encima, saltando sobre ellos, y celebró primero.

# 246 Dolores Rodríguez Canillar

 

Y POR FIN, GANÉ LA CARRERA

Salí en primera fila con el único propósito de entrar el primero en la meta. Me había preparado tanto que no podía aceptar otro puesto. Mi familia insistía que me lo tomaba demasiado en serio, lo importante era participar. Fue a mitad de carrera cuando sentí un dolor en el pecho, a lo que hice caso omiso, como otras tantas veces. Me percaté del silencio de los espectadores. Miré atrás, donde un grupo de gente se arremolinaba junto al corredor que parecía haber desfallecido. Llamaban por teléfono, supongo que al 112. A un par de kilómetros otro corredor y yo luchábamos por el ansiado primer puesto, aunque parecía que todas las miradas se clavaban en él. Alcé los brazos y cruce la meta el primero. Entonces me percaté de que parecían vitorear al corredor que había entrado tras mí y portaba la cinta de la victoria en sus manos.

# 245 Yolanda Nava Miguélez

 

FEROCIDAD

Este año en la San Silvestre salmantina visto un traje rojo pegado al cuerpo, es aerodinámico, para correr mejor. Reina el buen ambiente y disfruto de la carrera, hasta que empiezo a sentir una presencia demasiado cercana. Me giro y encuentro unos ojos inyectados en deseo y unas fauces babeando lujuria. Aumento la velocidad de mi zancada, pero un bosque de brazos y piernas frena mi avance. La bestia respira ya mi mismo aire, me rodea e intenta apartarme del grupo. De pronto una mano tira de mí, es una anciana que viste mallas y camiseta gris a tono con su pelo, me lleva a un lugar seguro y me ofrece una botella de agua y palabras de sosiego. La bestia, a unos metros de distancia, nos mira resabiada y se aleja, centelleantes los ojos. Entre sus piernas arrastra una cola de franela tan negra como sus intenciones.

# 244 Hugo Álvarez Picasso

 

El cubo que acabó por ser esférico

EL CUBO QUE ACABÓ POR SER ESFÉRICO Estábamos hambrientos luego de una tarde de remolinos y calmas. Nos habíamos entrelazado como cisnes, o tortugas o elefantes en primavera. Mientras comía pensaba en ese juego tan increíble que ocurre entre nosotros. Una conexión tan emocional combinada con el más puro goce. Placer elemental más pensamiento hecho palabras. Te recuerdo receptiva, poseída o trasladada a otro mundo. Y entre gemidos decías: te odio, no puedo soportar tanto placer, tenéis un cubo redondo, tu cubo se ha convertido en una esfera, que me horada y que me hace morir muy lentamente. Comías en silencio, distraída, mientras yo repasaba tus palabras que respondían a un mensaje no terrenal. Hablaba de tu mundo, ese que nunca pude más que imaginar de mil maneras, de las mil y una maneras en que se difumina sutilmente tu genio. Ramiro Biasi

# 243 Carlos TorresMartín de San Pablo

 

El fondo del corredor

El primer paso costó mucho, pero menos de lo que había pensado. El docto Cheng hizo un trabajo excelente con la rodilla. Tras subir la primera cuesta, supo que ningún dinero pagaría la felicidad de volar por las calles como ahora. El ritmo de la zancada aumentaba y la sangre bombeaba por todo su cuerpo. Ya no había deudas, paro ni problemas. No llegó el primero, ni entre los diez más rápidos, pero cuando llegó, sintió que nadie más que él había ganado el primer premio.

# 242 Pedro Muñoz Rodríguez

 

La verdad

Papá, ¿por qué existen las guerras? Papá, ¿cuánto de grande es el sol? ¿Y por qué brillan las estrellas? Papá, ¿a qué velocidad viaja la luz? Papá, ¿de dónde salen las moscas? Papá, ¿en qué consiste la Bolsa? Papá, ¿qué es el amor? Papá, ¿Dios existe? Papá, ¿quién crees que ganará la liga? Papá, ¿en qué piensas cuando estás triste? Papá, ¿dónde conociste a mamá? Papá, ¿por qué los chinos tienen los ojos rasgados? Papá, ¿alguna vez has estado en Nueva York? Papá, ¿qué es la felicidad? ¿Cómo sabemos que estamos felices? ¿Por qué hay personas que siempre están tristes o enfermas? ¿Por qué, papá? Bien, hijo, probemos algo. ¿Por qué no te calzas las zapatillas, salimos a correr, y me cuentas qué es la verdad para ti.

# 241 Laura Nieto Franco

 

Te doy mi palabra

Mamá, comenzamos en el puente Verrazano-Narrows, en Staten Island, cruzando la bahía y conectando con Brooklyn, y el barrio de Queens, hasta llegar a Queensboro Bridge, que es donde se cruza el East River. Y entonces, sí, entonces es cuando nos adentramos en Manhattan, ya en la milla 16. Subimos por la Primera Avenida para llegar al Bronx, donde se hacen las pelis, mamá, bajamos por la Quinta Avenida y finalizamos en Central Park alcanzando la mítica meta en Tavern on the Green donde me beberé una deliciosa cerveza helada…Mamá, no pasa nada, no llores, cuando salga de ese quirófano volveré a calzarme mis zapatillas y echaré a correr. Y cuando cruce la meta, el año que viene, en el maratón de Nueva York, no lo dudes, te doy mi palabra, te regalaré un ramo de rosas y una visita al Empire State.

# 240 José Manuel Dorrego Sáenz

 

Volver la vista atrás

El pistoletazo da la señal. “Cuarenta kilómetros y la gloria”, piensa el corredor local, En los diez primeros se posiciona, en el kilómetro 23, aún con apuros, coge el corte bueno. Escruta a los rivales: el maldito Samy, que el año pasado le arrebató el bronce, un japonés “¿Qué hará un japonés en medio de la estepa?”, un tipo pelirrojo con trotar poquísimo elegante pero insistente como una gota malaya. Y un africano, “nunca te fíes de los africanos”, piensa. Kilómetro 35, aprieta los puños, cierra los ojos, dobla la zancada... Abre los ojos, mira atrás: sorprendentemente, nadie le sigue. No se fía y acelera, Últimos metros, va lanzado, atraviesa la meta, cierra los puños, recorre el recinto, cruza el pueblo, atraviesa la ciudad, la comarca, el país, el continente, hasta que llega a ese punto en el que ya, a esas alturas, resulta tan difícil volver a vista atrás.

# 239 Elizabeth Hernández Millán

 

Los pies

Pie Uno y Pie Dos, pareja innata, se encuentran, junto con otros muchos pies, esperando la señal de salida. Enfundados en su traje tecnológico anti impacto, al disparo, dan sus primeros pasos hacia la esperanza. Son corazón, alma y cerebro, el cuerpo está a merced del dúo. A los doscientos metros alcanzan un ritmo perfecto, conjuntan respiración y fuerza. Para este par, cumplir la promesa es lo más importante. En la primera cuesta sus pisadas cambian al unísono. El asfalto plano, los ayuda a recuperarse (solo un poco). Incesantes gotas de sudor, jadeos y acuciosos latidos, causan disminución en su velocidad. A dos kilómetros de alcanzar la final están adoloridos, agotados. Pie Dos, alienta a Pie Uno, el más cansado. Por fin ven la meta, aceleran de alegría, cruzan la línea final. Inhalan, exhalan, sonríen pensando que tal vez sus pequeños hijos Pies, logren sanar…

# 238 Cristina Sánchez Martínez

 

Camino de la meta... soltando lastre

Quizá te parezca una chorrada, pero estoy viviendo esta mierda con angustia, con muchas reservas, con la pesadumbre de un futuro triste. Tengo muchas dudas sobre si algún día podré salir a tomar un café o un vino con un amigo, un libro o una revista y disfrutar plenamente. Me digo; estoy tonta, pero no, estoy acojonada viva, aunque disimulo. Me digo, quizá si disimulo el tiempo suficiente, lo conseguiré. Conseguiré arrancarme esa zozobra de encima, despistar “al mono”. Esa incertidumbre que me persigue como un espectro y aparece a su antojo, sólo para joder. Pero ¡qué coño!, ¿dejar de qué?… ¡No! ¡coger las riendas!, ¿suspirar por el humo negro de mis pulmones? ¡Es ridículo! Necesito un reto. Llega fin de año…, su último domingo…, Salamanca: La San Silvestre. Si corro esos 10 kilómetros, que a tantos otros sirvieron para dejar atrás sus debilidades, brindaré sin humo en Noche Vieja.

# 237 JUSTO GONZALO

 

7667

Otto se dirigió, como todos los años desde que fuera la primera vez con su padre , a participar en la San Silvestre. Al decidirse en el último momento, le dieron el último dorsal. Este año no tenía pensado inscribirse, no le apetecía mucho correr sin él pero la insistencia de Ana le había hecho cambiar de opinión. La conoció en el hospital donde su padre luchó contra el cáncer hasta que, finalmente, éste le devoró. Fue su enfermera y se hicieron amigos...más que amigos pero todavía no estaba preparado para declararse; esperaba alguna señal que le indicara el momento y lugar. Estaba colocado en la salida, buscándola entre los demás corredores. Unos metros más adelante la divisó y sonrió; su dorsal era 7667, capicúa como el suyo, como sus nombres. Al cabo de unos segundos sonó la señal , comenzaba la carrera.

# 236 JOAQUIN GARCIA SANCHEZ

 

El Hemeródromo

Reparé en él al verlo descalzo. «Correr no es de cobardes, sino de valientes», me dijo sonriendo al verme mirarle. «Afrontar con ritmo lento el primer trecho con el que prepararse para lo que viene. Acelerar cuando el cuerpo nos pide subir el ritmo queriendo ocupar los primeros puestos sin quedarnos demasiado atrás. Darlo todo cuando se empieza a divisar la meta, aunque el cuerpo agotado empiece a fallarnos y no nos responda como cuando empezamos. Y al final, levantar los brazos orgullosos para anunciar la victoria conseguida, antes de desfallecer agotado por el esfuerzo de haber afrontado esta evocación de lo que realmente es la vida. Corre, como un profesional, o como un alocado bajo la festividad de unos disfraces, pero corre para disfrutar de la velocidad con la que afrontas tu vida». Y desde entonces corro cada año a su lado, celebrando a cada llegada nuestra auténtica victoria.

# 235 Eduardo Pérez Cortés

 

La carrera soñada

El comienzo de la carrera fue complicado, se había quedado atrás en los primeros 500 metros. Poco a poco había recuperado terreno y a falta del último kilómetro se encontraba en el grupo de cabeza con otros cinco corredores, entre los cuales estaba Juan, a quien desde el instituto llamaba “míster perfecto”. Guapo, siempre haciendo ostentación de sus fabulosas notas y de su aún más fabulosa novia. Fue precisamente Juan quien realizó el terrible acelerón para reventar el grupo. Con gran esfuerzo consiguió seguirle. Una vez a su altura, reunió energía para lanzar el ataque ganador. Vitoreado por todo el mundo, cerró los ojos para disfrutar. Cuando los abrió, su madre abría las persianas y le gritaba que por qué no buscaba trabajo en vez de estar durmiendo la borrachera a las dos de la tarde. Le preguntó quién había ganado la San Silvestre. “¡Juan! ¡Ya podrías aprender de él!”.

# 234 David Nieto Rodríguez

 

1 de Enero

Intentar llevar a tus hijos de vez en cuando al colegio. Ayudarles a hacer los deberes. Dedicarles más tiempo y más sonrisas. Llevar a tu mujer algún día a cenar. Ayudar más con las actividades comunes. Dedicarle más tiempo y sonrisas. Llamar a tus hermanos alguna vez. Dejar de estar siempre ocupado. Quedar un día a cenar aunque pagues tú. Dedicarles más tiempo y sonrisas. Llamar a tu madre dos días a la semana en vez de uno. Y con desgana. Tu madre jamás te ha fallado. Dedicarle todo el tiempo necesario y muchas más sonrisas. Empezar cada Año Nuevo saludando a la mañana y saliendo a correr por el campo, pensando que es el mejor plan que se te ha ocurrido nunca, mientras piensas, a cada pisada, como renovados propósitos, cómo regalar a todo aquel que amas más de tu tiempo, más sonrisas.

# 233 Omar Rollán

 

Lo que importa

Echando la vista atrás recuerdo mi primera San Silvestre con cariño. El recorrido era distinto y más corto, pero las ilusiones eran iguales o incluyo mayores. Apenas contaba con 15 años y pensaba que me iba a comer el mundo; hasta tenía reservado un sitio destacado en la estantería de mi habitación para colocar el ansiado trofeo que, sin lugar a dudas, conseguiría, pero que la cruel realidad me arrebató sin miramientos. Los siguientes años me marqué metas cada vez menos ambiciosas (bajar mi marca de la edición anterior, quedar por delante de mis compañeros de correrías, conseguir atravesar la línea de meta dignamente...). Con el tiempo tuve que mudarme a otra ciudad y la San Silvestre ganó un significado especial. No es cualquier otra carrera, ahora es el reencuentro con mi ciudad, con mi gente. Ya no importa el resultado, lo que importa es estar.

# 232 DAVID DOMINGUEZ PARRILLA

 

LA VICTORIA

El primer golpe apenas me dolió. Supongo que estaba anestesiada por el amor que le tenía y por la sorpresa de aquellos fuegos artificiales que no tenían nada que celebrar. El segundo me rompió el corazón. Corre. Castillo de naipes en el ojo del huracán, sentimientos de cristal, puzle al que le falta una pieza. Corre. Rota con tantas preguntas en los bolsillos como puntos de sutura. Los que siguieron no los conté, simplemente llegaron con su sotana morada y arrastrando los pies de aquellos recuerdos que nos unieron. Corre. Cielo de plomo, balas de plomo, medalla de plomo. Corre. Lluvia de reproches, lluvia de culpas, lluvia ácida. Corre. Pero un día el sol se abre paso en forma de mano amiga, de consejo, de salvavidas. Corre. Y corrí, corrí, corrí. Y aunque aún no alcancé la meta estoy contenta pues, pase lo que pase, la victoria ya es mía.

# 231 Sergio Cuesta Fuente

 

El tobillo corazón

Ese año le había exprimido casi por completo, pero seguía en forma. Al menos eso creía él, aunque también sabía que no debía fiarse de sí mismo. Ya nadie lo hacía. -Un leve dolor detona en el tobillo izquierdo-. Premeditadamente, ella había decidido irse de repente y él no había hecho nada para impedirlo. Había intentado no intentarlo mientras en realidad quería hacerlo. -El tobillo sufre-. Habían estado juntos más de diez años, casi todos aceptablemente felices, pero los últimos habían sido insanos, crueles, prescindibles. -La articulación chasca-. Él seguía sin comprender por qué había claudicado tan fácilmente. Ni siquiera un reproche o una lágrima postrera y vinculante. -Las últimas zancadas gritan contra el suelo-. Solo quería correr y correr hacia adelante, sin preguntarse, sin detenerse, sin mirar, hasta que ese año hubiese quedado muy atrás.

# 230 José García-Ortega Corraliza

 

La carrera del pureta

“Ahora no, broder. Ahora no”, me dije desconsolado. Había que seguir a toda costa. Todo había empezado un año atrás. Paseando por la plaza vi un cartel que anunciaba la carrera y me paré a leerlo. Desde luego que en ese momento no estaba para carreras. Incluso a veces me era difícil y costoso moverme andando por la ciudad. Y era triste, la verdad. Con cuarenta años y estar asfixiado ya…en fin, decidí que debía cambiar de vida y presentarme a la próxima San Silvestre. Ese día me tomé más cañas. Me fumé más cigarros. Me acosté muy tarde. Y desde entonces no volví a fumar. A partir de ese día comencé con los entrenamientos. Al principio sólo andar. Después de unas meses, carrera y paseo. Luego, ya sólo carrera. Y ahora que estaba por llegar a meta: voy , y me despierto yo.

# 229 LUCAS ASTESANA

 

Pensamientos de campeón

Margarita que renace. Y tal vez, aburrido estoy, hablando tropicalmente, pensando en playas y en cócteles, rompería, ahora mismo, un coco con una cuchara, de mis primaveras se narran cuentos, un vulgar idioma, para estabilizar con un haiku, dejaría esto , en estos momentos , y buscaría al responsable de que mi corazón vaya lento, de apoco, rompería , otro coco en homenaje al viento. ¿Escuchas eso? Corre , vamos , corre, lento, así te atrapo, palabras quisquillosas, enredadas tras mi cuello, por una vez lo admitiré, maldito mundo, yo prevaleceré. Apreta los dientes al ver que soy, atrapado ermitaño, en lo profundo, sanara por fuera, ¿quieren más primavera? No es tarde entonces, pues yo solo quiero un coco.

# 228 Alicia Villalba

 

Volver a tus calles

Ahora que ya no estás, ahora que ya te has ido, echas de menos el frío salmantino, los primeros <> por el puente romano, aún de noche; Salas Bajas con los primeros charcos otoñales, Antolín con su cámara, la cuesta que te lleva a la calle Libreros, a Gema Martín Borgas inspirando a todas las corredoras jóvenes, la inmensidad de la Plaza Mayor y su público en la Media Maratón. Ahora que ya no estás, pero vuelves en Diciembre, a tu ciudad charra, a la San Silvestre que te da el aliento para el resto del año. Ahora que no te tengo, Salamanca, pero corro por ti y recorro tus calles con el corazón.

# 227 Luis Angel Alburquerque Sanchez

 

Veterana

Ciudad de vacceos, de vetones y romanos, visigodos, musulmanes. Que se erige desde el cerro de San Vicente. Dorada del todo ¿de verdad crees que a estas piedras le importan tu marca? Entonces se volvió a calzar sus zapatillas. Aún era muy joven, corría el 1984, pocos eran los valientes, para ella su primera vez. Pero desde entonces repitió gesta año tras año. En realidad, no entiende de categorías, o no le importan, pero ella se siente veterana. Cada vez lleva más ritmo, más alborozo, y más color. Cuando ella empezó no importaba el color de tus cordones. Este año brillará junto a 7388 compañeros y compañeras más. Ya se está preparando, siente a sus músculos nerviosos, pero sabe que estos no la fallarán. ¿y el tiempo? ¡Qué más da! Cuando sabes que volverás el año próximo.

# 226 PAZ DUASO DUERTO

 

¿Corremos Juntas?

¿Te apunto a la San Silvestre?- pregunta por teléfono, una insistente Sara a su madre. Era su primer año de universidad y había elegido Salamanca para cursar Psicología.Su padre había fallecido recientemente, de improviso.Su madre se quedó sola y joven, encerrada en un pueblecito de la España vaciada. Lo suficientemente lejos como para no verse a menudo. - Este es el plan- continúa Sara- El 26 de diciembre te recogeré en la estación del tren. Dos días de entrenamiento corriendo por las calles de Salamanca. Conocerás el recorrido y el 29... saldrás con tu dorsal. A por todas. Valiente. Luchadora hasta el final. Te vendrá bien mamá, y a mí también. Y tú puedes. Eres joven. Siempre animándome en el deporte, ahora te toca a tí. Nos hemos quedado solas, pero juntas. Correremos la carrera de nuestra vida. Será nuestra San Silvestre, el principio después del fin.

# 225 Mar Martinez Morentin

 

TU DORSAL ES MI DORSAL

Le preguntaron cuál era su número de dorsal. Todos respondió. Desde el primero hasta el último. Se dio la vuelta lentamente. Una Cruz Roja plasmada en su espalda indicaba que la carrera estaba a punto de comenzar.

# 224 Hernando Striedinger

 

El correrdor

Jorge venía de pastorear par de lesiones. Nadie daba un centavo por su triunfo. Su salida en la San Silvestre Salamandina no había sido ideal. La meta aun estaba lejos. Como fuese a media marcha, despuntó del lote. Remontó posiciones. Adelante iban peligrosos contenedores. El Etíope llevaba ventaja. Ello no le desanimó. Sus últimos entrenamientos los hizo con su novia. De hecho ella lo esperaba. A cada instante sentía amarla más. Desde chico ya gustaba correr. Creía volar. El que iba adelante se fundió. ¡Quedaban cuatro¡. Uno de los morenos volteó a mirarle, y lo superó mientras comía envidias. Alguno sufrió un doloroso un esguince. Iba ya entre los dos primeros. Adelante vivían sus esperanzas. Alcanzó a llorar tras igualar otro más. El único que le aventajaba, alcanzó a mirarle encima del hombro. Jorge con la respiración volada, soñó estaban cabeza a cabeza. No más lo imaginó se hizo real.  

# 223 José Álvarez

 

Intolerancia en el deporte

La carrera de los 200 metros planos ha finalizado. La ceremonia de premiación comienza con las notas del himno nacional estadounidense. Los atletas norteamericanos Tom Smith y John Carlos, medalla de oro y bronce, respectivamente, alzan un puño, bajan la cabeza y cierran los ojos. Son abucheados cuando abandonan el podio. «La América negra entenderá lo que hicimos esta noche», declara Smith. Muchos afirman que el deporte no debe mezclarse con la política. Dos humildes atletas negros han servido de embajadores del Proyecto Olímpico para los Derechos Humanos, que no tiene nada de político. Ese gesto en los juegos olímpicos de México de 1968 fue un acto legítimo garantizado por la primera enmienda de la constitución del país de esos atletas. Alguien tiene que hablar por los que no tienen voz. Desgraciadamente, medio siglo después se critican actitudes similares y se levantan muros de intolerancia.

# 221 Domingo Ignacio García González

 

Herencia salmantina

Como el cielo necesita a los pájaros y los ríos precisan al pez. Como Salamanca reverencia a su Universidad y estima la carne de Morucha. Como un hijo admira a su padre y un padre ama a su hijo. Relación biunívoca. Así es como Mario copiaba cada movimiento que hacía su padre al atarse los cordones blancos de las zapatillas. Sus ojos revelaban idolatría. No hay en el mundo nada más hermoso que esa sensación. La mirada de un niño que adora a su padre. Treinta y seis años corriendo la San Silvestre Salmantina, todas ellas, y aún se emociona al recordar cómo, al igual que Mario, él también miró a su padre, en aquella primera San silvestre, amarrarse las zapatillas con total admiración. Qué bonito legado de vida, esfuerzo y superación en algo tan sencillamente natural como seguir hacia delante hasta la meta. Atletas de la felicidad.

# 220 Roberto Crespo Ramos somaR opserC otreboR

 

ADN SanSil: La Ruta NatuRaL: liSnaS DNA

Avanzar, empezar a correr y por fin avanzar. Es lo importante, para adelante o para atrás ir, sinceramente pienso que me da igual, igual da ganar o perder, se acaba el año, y en mis sueños mis pisadas son livianas y me llevan lejos y me acercan dulcemente a la meta,¡A META! !META AH¡ dulcemente me acercan mis liviana pisadas a mis sueños, el año empieza, perder o ganar da igual, igual me da, para atrás o adelante, pienso sinceramente ir, lo importante es avanzar y finalmente correr a empezar, AVANZAR.

# 219 M DOLORES RODRIGUEZ CANILLAR

 

Y AL FIN GANÉ LA CARRERA

Salí en primera fila con el único propósito de entrar el primero en la meta. Me había preparado tanto que no podía aceptar otro puesto. Mi familia insistía que me lo tomaba demasiado en serio, lo importante era participar. Fue a mitad de carrera cuando sentí un dolor en el pecho, a lo que hice caso omiso, como otras tantas veces. Me percaté del silencio de los espectadores. Miré atrás, donde un grupo de gente se arremolinaba junto al corredor que parecía haber desfallecido. Llamaban por teléfono, supongo que al 112. A un par de kilómetros otro corredor y yo luchábamos por el ansiado primer puesto, aunque parecía que todas las miradas se clavaban en él. Alcé los brazos y cruce la meta el primero. Entonces me percaté de que parecían vitorear al corredor que había entrado tras mí y portaba la cinta de la victoria en sus manos.

# 218 Alberto Angulo Lucerón

 

La eterna carrera de relevos

Me preparé durante nueve largos meses. Finalmente, escuché el pistoletazo de salida y salí al sprint. Fue entonces cuando mis padres fueron al registro civil, me inscribieron en la carrera y recogieron mi dorsal. Era muy extraña, ya que, cuando comencé, muchos ya la estaban corriendo, y otros cuantos ya la habían acabado. De los primeros kilómetros poco recuerdo. Solo sé que mis padres decidieron acompañarme en ellos, asegurándose así de que mantenía un ritmo aceptable, y que acabaron bastante cansados. Pensándolo, es lógico, ya que ellos participaban en su propia carrera y, además, en la mía. Es en el punto intermedio donde me encuentro ahora. A veces, se notan esos kilómetros ya recorridos, y cuesta más levantar las piernas. Por suerte, hace poco, encontré a alguien que decidió correr en paralelo a mí, y menos mal, porque ahora, soy yo el que supervisa la carrera de dos pequeños atletas.

# 217 Analía Costa

 

Con la suerte en los talones

Más rápido, tengo que correr más rápido. Sé que vienen a por mí, no puedo flaquear ahora. Escucho sus pasos detrás, están cada vez más cerca. Los escucho respirar, noto que también están cansados, pero su prioridad ahora mismo es alcanzarme. Con las pocas fuerzas que me quedan obligo a mis piernas a moverse más velozmente. Escucho los gritos, no puedo detenerme. Cruzo la línea de llegada y me desplomo en el piso. Gané la carrera.

# 216 Pedro Ran Pérez

 

Tradición navideña

Eran las 12:29 del último domingo del año 2019 y como todos, desde hace 35 años, inicié mi ritual: últimos estiramientos, comprobar los cordones de mis zapatillas, dar ánimos a los compañeros y persignarme tres veces. ¡Ya estaba listo! Dieron la salida de la XXXVI edición de esta carrera que personalmente he corrido en todas sus ediciones. Enseguida hubo mucho movimiento. Los corredores iban haciendo sus grupos dependiendo de sus objetivos. Los hay que buscan la victoria y otros se conforman con participar. Personalmente no he ganado ningún año, de hecho no participo. Sería injusto para el resto de corredores. Mas no sólo la corro sino que también cuido y protejo a todos los que participan en ella. Ahora me he dado cuenta de que no me he presentado: mi nombre es Juan González del Castrillo, pero desde 1690 se me conoce como: San Juan de Sahagún.

# 215 FRANCISCO JUAN BARATA BAUSACH

 

"Mi padre"

Este año no quise que mi padre participara. Que hubiera cumplido los setenta era una buena razón, aunque a él no le convencía. Era castellano, de los “viejos”, un portento de cabezonería. Yo participo, como todos los años, aunque solo sea para que mi incipiente barriguita no se envalentone y me invada, que las “barrigas” son muy suyas. Tengo que admitir que cada año me cuesta, “sangre, sudor y lágrimas”, completar la carrera. Solo la “vergüenza torera”… y que mi mujer me espera con mis hijos en meta, es lo que me impele a llegar, aunque colecciono agujetas para todo el año. Cuando pasaba por la “Casa de las Conchas” casi me cuesta un desmayo lo que vi. Ni idea de dónde salió, pero allí estaba mi padre, corriendo, con más compostura que la mía. No sé, quizás me esté haciendo viejo… pero mi padre corría delante de mí.

# 214 Carmelo Julio Saavedra Montero

 

CRÓNICA A JICOTEA

CRÓNICA A JICOTEA La combustión de los gases reacciona los pistones del motor y los obreros corren detrás del camión. A Heriberto –Jicotea- siempre le recuerda la orden de arrancada a los 100 metros planos que nunca perdió… entre corredores que clavan sus pinchos en la pista, y él, al galope, con su par de tenis viejos fundidos a los cascos de Pegaso, sonreír a sus contrarios de la Escuela de Alto Rendimiento. Formalizan la selección para los Juegos Nacionales, no obstante, Jicotea llega primero a la meta con los brazos en alto, unidas las manos en un puño y la carcajada de júbilo que permite su inmensa boca, pero, como el hijo del Comisionado de Atletismo era de los rezagados, pierde "por indisciplina". Jicotea corre con "Los leones" y vence hasta al camión de la basura. Perdimos la Medalla Olímpica de quien ama a su familia. Limpia la ciudad.

# 213 Ayalga Mar

 

En volandas

Si las patas de gallo aparecían en sus ojos cuando sonreía y los ojos de gallo lo hacían en sus pies cuando le apretaban las zapatillas de deporte, no debería haberle extrañado que todos le hubieran dicho que tenía pájaros en la cabeza cuando dijo que participaría en la San Silvestre Salmantina. Y así hoy, en la línea de salida, sabe que no está sola; nota cientos de mariposas en el estómago y sonríe abiertamente, sabiendo que todo el universo alado que habita en su interior, le ayudará una vez más a llegar a la meta.

# 212 Tone Roma

 

Te vi

Te vi mientras corría cerca de las dos catedrales, también cuando pasé por la fachada de la Universidad, al bordear la Plaza Mayor, y reflejado en el Tormes cuando crucé el Puente Romano, dorado de la piedra labrada de Villamayor, que mantienes en tu reflejo la belleza milenaria de nuestra Salamanca.

# 211 MIGUEL PAZ CABANAS

 

La versión de Blanca

Mucho antes de visitar la torre tapizada de hiedra, de caer en el largo sueño y de ser raptada; mucho antes de que el príncipe me despertase y me apretase con sus fornidos brazos; antes incluso de cabalgar durante días y de que segase con su espada los rosales que decoraban mi alcoba (y que tanto tiempo me había costado plantar); antes, ya digo, de todo aquel asunto engorroso, le dije al rey que no quería que me besasen contra mi voluntad, que se olvidase del cuento de la mujer sumisa, bella y durmiente y que, pesase a quien pesase, saldría a correr esa mañana la San Silvestre Salmantina.

# 210 Antonia García González

 

¡Por ti, Pablito, por ti!

Aquella mañana me costaba despertarme. Había amanecido con sol, pero frío. De pronto, recordé que había prometido a mi hijo que ese día iba a ser un día muy especial. Abrí los ojos ya muy despierto: “Sí, hoy va a ser un gran día”, pensé. “Por ti, Pablito, por ti.” Fue en ese instante cuando recordé un personaje, que casi tenía olvidado: “--Corre, Forrest, corre. Sí, era Forrest, Forrest Gump. Por ti, Pablito, porque tu papi hoy te va a llevar consigo.” *** Miguel se puso una camiseta muy leve, ligera, tanto como el amor que inspiraba su imagen: la foto de Pablito. Luego, se colocó la camiseta para ir a correr la maratón de San Silvestre. Diez mil metros ¡nada menos! Pablito vibraba bajo el dorsal más que el corazón de Miguel; tanto, que de vez en cuando, hasta cantaba: --¡La medalla, Pablito, la medalla!

# 209 Raúl Clavero Blázquez

 

Intimidad

Participar en la San Silvestre fue una de las primeras cosas que compartimos, y ahora es la última que nos queda en común. Solemos encontrarnos a mitad de carrera, yo te doy alcance y acompaso mis zancadas con las tuyas. Entonces dejamos que nuestras manos se rocen y que nuestros alientos se mezclen, dibujando una impenetrable intimidad entre la muchedumbre. A veces puedo escuchar tu corazón, latiendo preciso y vigoroso, tan distinto al ritmo desbocado del mío, y en ocasiones, simplemente, busco tu mirada, sin que me la ofrezcas jamás. Me gustaría que algún año cruzáramos juntos la meta, pero tú siempre aceleras unos metros antes de llegar, corriendo hacia tu esposa, que te espera al otro lado, que te besa y que te abraza, y yo, al verte, freno el paso y camino hacia la mía, que me espera al otro lado, que me abraza y que me besa.

# 208 Maria Jose Aguilar Suarez

 

Dos extraños compañeros

Hoy no ha venido. Le esperaré 5 minutos más por si se ha retrasado un poco. Es la primera vez que falla a nuestra cita diaria en 6 meses, todos los días recorremos juntos el camino que va junto a la playa hasta el faro y vuelta. En silencio, no necesitamos decirnos nada. Aquí lo que importa es el camino que tenemos por delante. ¿Le habrá pasado algo? No tengo forma de saberlo, nunca nos hemos contado nada personal más allá del “ya ha llegado el buen tiempo”. Mañana volveré puntualmente, y espero que él también.

# 207 Jesús Gella Yago

 

GENERACIONES

¡Ahí llega mi nieto! Es aquel rubito, el pequeñín con chándal azul. Le hace mucha ilusión que le haya tocado un dorsal capicúa. El corazón no me cabe en el pecho cuando atraviesa la plaza de San Antonio y encara la recta final. Sonríe de oreja a oreja porque ya está convencido de poder acabar. Pero se detiene. El público aplaude cuando levanta a una niña que ha tropezado. Cruzan juntos la meta. Mi nieto no ganará la carrera, ni siquiera estará entre los primeros. Pero acaba de ganar una amiga. Me aseguro de que mi dorsal azul sigue en su sitio y me voy trotando hacia la calle Honduras para tomar la salida con otros veteranos y veteranas. Me encanta como suena. Hace que cualquiera olvide su edad y se enorgullezca de su experiencia. Espero que, al verme pasar, mi nieto también exclame: ¡Ahí llega mi abuela!

# 206 Rubén Muñoz Ortega

 

Un desayuno sin mí

No hay infancia que uno pueda olvidar cuando desayuna para pasear en la calle. Ahí, me siento más meta que espectador. No huiría de esta carrera vocacional y diaria, es decir, la ciudad no huye en mí. Disfruto cuando mi espalda se convierte en la única plaza que no puede prohibir las ramas del sol. ¿Qué es una carrera popular? Corresponder a las familias que han desayunado para sí mismas. Ver nacer el sufrimiento inocente en la raíz de todas las espaldas que encarcelaran la meta. Otro año más, el deporte no se ha destruido en la celebración de su uniformidad. Sigo siendo el relevo de mi desayuno. Comprobando que desayunar no es la meta del espectador sino de toda la ciudad.

# 205 Natalia Garcia Labrador

 

La necesidad de recordarte

Han pasado cincuenta noches desde nuestro último abrazo, con sus correspondientes cincuenta mañanas. No es la primera vez que nos separamos, ni la primera que no duermo a tu orilla, pero sí es la primera que te pierdo cuando más bonita estás. Echo de menos tu calidez, ese color que te invade cuando salimos casi al atardecer. Echo de menos tu olor por la mañana al despertar, cuando nadie más te observa y en mí aparece un escalofrío, mezcla de la escarcha y la emoción de verte. Echo de menos la niebla que nos rodea y me hace ser parte de ti. Pero, sobre todo, echo de menos lo que me haces sentir. A mí y a quien tiene el privilegio de recorrer las rarezas de tu mirada, esas que solo se pueden apreciar cuando llevas un dorsal en el pecho y en él está escrito tu nombre, Salamanca.

# 204 Jorge Fraga Suárez

 

Claudio

Claudio es diferente, y cuando sale a la calle es consciente de ello. Las personas suelen poner las mismas expresiones al ver a alguien con síndrome de Down: sorpresa y pena. Pero hay un día del año en el que parece que ya no es diferente. Un día en el que todo el mundo le trata de igual y lo único que recibe son ánimos y caras felices. Ese día es la San Silvestre Salmantina. Ese es el momento que espera con ilusión año tras año. Un evento en el que se ve arropado por personas que comparten la misma pasión: el atletismo. No le podría importar menos el quedar por el final. Él ya ha ganado antes de empezar la carrera, ha ganado amigos, felicidad, ilusión. Salir a correr le ha cambiado la vida. Le hace feliz.

# 203 Juan Manuel Hernandez Roncal

 

Correr

Corrí por caminos abandonados y temblé al percibir, bajo mis pies, el rugido del interior de la Tierra. Ascendí, trotando, por montañas y sentí terror de las alturas aullantes que, a mi alrededor, se extendían. Descendí, algo acelerado, por valles en penumbra donde el murmullo de antiguas casas abandonadas hicieron que un temblor primigenio recorriera mi cuerpo. Recorrí descalzo la orilla del mar y sentí como el oleaje del mar intentaba agarrarme para llevarme a sus profundidades atroces. Corrí por el desierto hasta el límite de mis fuerzas perseguido por el silencio vociferante que merodeaba en torno mío con actitud amenazante. Pero fue aquella vez cuando hui lejos de ti cuando más pavor sentí. El esfuerzo fue tan grande que no pude ni volver la cabeza. Desde entonces no he parado de correr…

# 202 Miguel Angel Molina Jiménez

 

La camiseta oficial

Aún no se ha extinguido el eco del pistoletazo de salida cuando me sobrepasan Batman, Supergirl y otros héroes de cómic. Mientras cruzo la Plaza Mayor son un grupo de Picapiedras, tres legionarios y Bob Esponja los que me adelantan. Metro a metro, las borlas blancas de los gorros de Papá Nöel se multiplican como esporas delante de mí. Por la Rúa Antigua, ya me han dejado atrás cientos de corredores. El pirata, la novia barbuda y Elvis lo harán antes de enfilar la última recta. Al llegar bajo la pancarta de meta, esprinto animado por un residuo de orgullo. A pesar de ello, no puedo evitar que un logrado increíble Hulk me gane por un cuerpo. El público de la San Silvestre aplaude mi esfuerzo. Sin embargo, he decidido que la próxima vez usaré la camiseta oficial de la carrera. Cuelgo definitivamente el disfraz de Homer Simpson.

# 201 José Mariano Seral Escario

 

Superación

Tres minutos antes de dar la salida, levanto mi brazo derecho y agilo mi mano sobre los fragmentos de cientos de conversaciones y saludo en la distancia a Pablo, no me reconoce, pero esboza un mohín asimétrico. Su padre le limpia los labios con un pañuelo de papel. Comienza la carrera, a los cien metros vamos corriendo a la par, habíamos coincido el mes pasado en la maratón de New York. Pedro empuja con entusiasmo la silla adaptada de aluminio de su hijo. Nos miramos a los ojos, no puedo evitar que las lágrimas afloren en mis pupilas, él, con el reverso del antebrazo seca las suyas. Recuerdo nuestra última conversación: “¡Corro porque sé que mi hijo es feliz!”. Miro a Pablo, que sonríe al mismo tiempo que levanta su brazo izquierdo y roza con la yema de sus dedos las de los espectadores, recibiendo un solidario saludo de ánimo.

# 200 Alba Chaves Martínez

 

Perseverancia

PERSEVERANCIA Creo que una maldita piedra se me ha colado en la zapatilla. Sí, noto como se clava en mi talón a cada pisada, pero no puedo pararme. Intento no pensar en ella ¡Eso está mejor! ¿Y ahora qué? ¿Un calambre? ¿En serio? ¡Madre mía como quema! Convierto el imperativo “no pares” en un mantra, pongo la mente en blanco y me concentro en mi respiración. Noto como mi vientre se hincha y expulso el aire lentamente. Me despisto y oigo a la gente jalear excitada. Estoy cerca, puedo ver la meta ¡Todavía no ha llegado nadie! Me felicito emocionada mientras devoro los últimos metros. Empapada en sudor y con las piernas doloridas, me desplomo sobre una de las vallas y me arranco la zapatilla donde está la piedra. Me da tiempo a calzarme cuando aparecen los primero rostros de la carrera. ¡Mírala! ¡Ahí está! Es mi nieta.

# 199 ALMUDENA GONZÁLEZ CABALLERO

 

Y YO, COMO TÚ

Y yo, como tú Sé que mañana es el día. Lo sé porque ha preparado sus zapatillas, y las mías. Porque me ha abrazado con más fuerza al llegar a casa. Lo sé. Siempre pretende que sea una sorpresa, y la ilusión le delata. Ha mirado el tiempo. Ha dicho eso de: “ahora vuelvo, que nadie me pregunte”. Y, en su habitación, a escondidas, se ha mirado en el espejo con la camiseta puesta. Ha cantado en la ducha y me ha guiñado un ojo al salir. Sé que a los pies de la cama me dejará la peluca. Como la suya. Me dormirá con un beso en la frente. Mañana me abrigarán y de la mano volveré a esa esquina para verlo pasar. Sé que mañana es la San Silvestre que lleva preparando todo un año. Y cuando termine, como siempre, le diré al oído: ”papá, yo quiero ser como tú”.

# 198 Jorge Arce Marijuan

 

PASADO, PRESENTE Y ...

En mitad de la carrera un rayo centellea cerca de mí, apenas restan doscientos metros para cruzar la meta, caigo y me levanto, aturdido y asustado continuo corriendo. Miro hacia los lados, el público se ha transformado, son personas ilustres, Rafael Farina, “El Viti”, Del Bosque, Fray Luis de León, Julián Sánchez “El Charro” y muchos más animando efusivamente a los competidores. El corazón se me sale del pecho, mis piernas me queman. -¡Venga, un poco más! -me dice una voz en mi interior. Cuando llego a meta, el sonido de una charrada interpretada por el Mariquelo sustituye la música y la voz del speaker. Arrodillado, respiro agitado recuperándome del esfuerzo. Me van rodeando, felicitándome por la carrera y citándonos para el próximo año. Luego parpadeo y… ya estoy de vuelta, me encuentro junto a mi mujer e hijos. Pero a lo lejos un Unamuno sonriente se despide de mí.

# 197 Pablo Ernesto Montoya Julián

 

¡Vamos!

¡Últimos cien metros!… Ya queda nada… Ostia, y la rodilla parece que no me duele… Endorfinas seguro… Esto es runner’s high… ¡Vamos, coño!... Joder, pero no estoy respirando bien… Me duele el lado… Vamos a bajar un poquito, un poquito aunque sea… ¿Y de pulsaciones?... 170… Ok… Esto está hecho… Pero que sed tengo… Voy a potarla… ¿Cómo?... ¿Viene alguien por detrás o soy yo?... ¡Joder, el tío al que pasé!... ¡A mí no me adelantas!... ¡Vamos, joder!... Abrir zancada y echar cuerpo… ¡Ostia no!… ¡Os…! ¡Aprietaaa!... ¡Y…! ¡Siii!... ¡Jajaja!... ¡Dios!... ¡No me lo creo: he ganadooo!

# 196 Óscar Garcia Sampedro

 

Canto Rodado

San Antonio remoloneando. Canalejas riendo. Desde la Alamedilla, las mujeres de Casillas nos van mirando; una escucha, otra dibuja, la tercera lucha. Por los Hotelitos de don Casimiro un pececillo vivaz y fino. San Marcos lirondo. La Plaza, un aplauso barroco, sugerente, hondo, envolvente. Medio circuito cumplido. Saludando al maestro Vitoria, ya sudo que da gloria y percibo, algo ido, que aún queda rocío. Retrospectivamente camina mi mente, no mis rodillas y tendones, que al llegar al Puente Romano expresan sus intenciones. El halcón peregrino de la torre remendada, sobre la cúpula de Sagarvinaga está cernido. La Fonda, San Millán, Libreros y la cuesta del industrial Moneo ¡Virgen, qué meneo! Por aquí subía el tren de un tirón hacia las estaciones de Victorino García Calderón. Parece que noto algo de oxígeno en un pulmón. Tras la meta, un trago de agua y una reineta. Ya enfrente, el 2020.

# 195 Alberto Palacios Santos

 

San Silvestre 'noire'

Soy policía de profesión y corredor por pasión. En la última San Silvestre tuve la misión más inquietante de mi vida, el tipo al que debía detener era mi doble perfecto, con mi cara y mis gestos. Le busqué por todas partes, en la salida, en cada calle, en cada rincón… parecía que se lo había tragado la tierra. Cuando regresé a casa lo encontré sentado en mi sofá, viendo el final de la carrera por la tele, con una sonrisa y una cerveza en la mano. Estaba frío, se le había quedado la sonrisa congelada y la cerveza caliente. En el dormitorio, mi mujer me esperaba con una pistola humeante en las manos. ‒ ¿Cómo supiste que ese tipo no era yo? ‒ Fue fácil, llegaste entre los cien últimos y él aceptó la derrota con una sonrisa. Aquel pobre hombre no sabía que siempre fui muy mal perdedor.

# 194 Mª luisa Piñeiro Fdez de la Reguera

 

Correr para volar.

Siempre estaba pensando en eso. No podía quitármelo de la cabeza. ¡Era el gran concurso San Silvestre Salmantina! Así que corrí, corrí y volé. Volé hasta que mis rodillas me dolían de verdad, hasta que los pies me quemaban. Así es como yo empecé la nueva carrera de mi vida. Y así espero que siga. Hasta que no me canse, no voy a parar, porque quiero volar por Salamanca, y que la gente me vea. Espero eso…

# 193 Fedra Spinelli

 

Coloso

Un hombre hace flexiones bajo el rayo del sol, su pecho late acelerado y su cerebro también. Puedo sentir en mí su cercanía, los fluidos de mi ser también se expanden con él. El sol brilla sobre las cabezas de los otros corredores, en sus cabellos negros, rubios, color ceniza, y en el sudor de sus mejillas y brazos, me veo reflejada como en un espejo, el azul de la remera, mi parche de asignación. Siento que una misma fuerza nos atraviesa, el rumor de la sangre es motor que nos enciende. Y tengo la certeza de que somos eslabones de un cuerpo mayor, hecho de todos nosotros, cuerpos individuales creando al Coloso Silvestre, centenares de miembros que se extienden y se contraen, piernas y brazos, pechos que se inflan y desinflan. La carrera es una mecanismo, un maquina humana en perfecta de sincronía, el sol la materia que une.

# 192 ESTEBAN PERELLÓ RENEDO

 

COMPAÑERO

COMPAÑERO Iba el primero. ¡Ánimo! ¡Corre! Oía una y otra vez. Doscientos metros, cien. «Gano el premio» Con cada zancada se imaginaba lo que iba a hacer con el dinero. El coche, una cena, ese viaje,… Ni supo cómo, el hecho era que estaba en el suelo, con la rodilla y el brazo raspados. Quiso levantarse, pero no pudo. La meta estaba a veinte metros, con la cinta blanca, y él allí, en el suelo. El segundo corredor llegó demasiado rápido. «Adiós coche, cena, viaje…», pero se paró jadeante y le tendió la mano. —¡Vamos compañero! Mientras le ayudaba a levantarse les adelantó el tercero y el cuarto y otro y otro y otro. Renqueante, atravesó la meta en el puesto treinta, apoyado y ayudado por el que había sido segundo, que entró el treinta y uno. Se sentaron a un lado, se miraron y su sonrisa lo dijo todo.

# 191 Juan Carlos Luzardo Morales

 

Una meta hasta el alma

Lo había planeado para participar en aquella carrera y encontrarme con ella. Sé que dedicaba mucho tiempo a entrenar para ese momento, la San Silvestre Salmantina. Para ella era algo más que una simple prueba, era una forma de superarse, de sentirse viva, de amarse a sí misma. La vida la había tratado muy mal y sentía que su dolor, su rabia y frustraciones iban resbalando por el camino a medida que avanzaba hacia su meta. Las suelas de sus zapatillas, atadas a su alma, iban lamiendo el asfalto, perdonando al pasado, que se iba disolviendo con cada latido de su corazón. Me situé al final, junto al resto de corredores, y poco a poco fui cogiendo resuello hasta alcanzarla. Al verme, sus lágrimas se desbordaron como una lluvia temprana, fue a abrazarme. —Aún no amor, coge mi mano y vayamos juntos hasta la meta, hoy comenzamos una nueva vida.

# 190 Alejandra Sevilla López

 

Gracias

Óscar estaba exhausto, acababa de completar su primera maratón. Sus pulmones trataban de recuperar el aire exprimido, mientras su estructura ósea recordaba cómo mantenerse en pie. Cada insistente golpe del corazón le recordaba que estaba vivo. Todo su cuerpo esbozaba una sonrisa, y con cada paso que daba se dejaba entreoír un “gracias”. “Gracias por aquello que nos empuja a correr, aquello que nos lleva a alcanzarnos.”

# 189 Patricia Collazo González

 

Después

“No debí cambiar de zapatillas”, “¿También aquí me lo tenía que encontrar? ¿desde cuándo los cerdos asquerosos corren?”, “La rozadura no existe, no existe. Es tu imaginación”, “Esta cuesta es una mierda”, “Inspiro uno, expiro un dos tres”, “Espero que nos crucemos en la meta, qué guapa está”, “Debí entrenar un poco más”, “Vamos, Paco, vamos. Demuestra quién eres”, “Cuando los niños me vean llegar…”, “La rodilla, joder con la rodilla”, “Si llego, me animo y se lo pido”, “Van a flipar”, “No parecen mis piernas. Cuánto pesan”, “Dos kilómetros. Solo dos”, “Comuneros, Rollo, no queda nada”. El camión de la limpieza recorre las calles tras la carrera. Juan va recogiendo las botellas de plástico, los papeles, las pieles de plátano, algún dorsal perdido, y en la maraña de cosas olvidadas, los pensamientos que los corredores fueron diseminando a su paso. Ellos, vencedores o vencidos, ya los han dejado atrás.

# 188 SARA RODERO BORREGO

 

Mi primera San Silvestre

Miro el reloj. Queda un minuto. Mi cuerpo refleja los nervios por mi primera San Silvestre. 3, 2, 1… Comienza el reto. Intento no emocionarme para controlar el ritmo. Hace frío, pero poco a poco voy notando cómo sube mi temperatura. Sin darme cuenta he llegado a la Plaza Mayor. Los aplausos del público me insuflan mucho ánimo. Llega la primera cuesta abajo. Numerosos corredores me adelantan. Intento no ponerme nerviosa. En breve llegaré al Puente Romano. Los adoquines repercuten en mis tobillos. De nuevo, prueba superada. De repente, mi mente comienza a pedirme que pare. Intento alejar esos pensamientos enfocándome en una farola al final de la calle. Sin darme cuenta subo Comuneros. Otra vez el público es mi aliciente. Al girar, me tropiezo y caigo al suelo. ¡RINGGGGGGG! Suena el despertador. Miro el reloj. Son las 8 de la mañana. Debo prepararme para mi primera San Silvestre.

# 187 José Luis Baños Vegas

 

ULTIMO

Sí, es cierto que fui el último en llegar a la meta en la San Silvestre. Que nadie se lo explica porque soy un consumado corredor de fondo, también es verdad. Pero, siendo sincero, no podía dejar pasar la oportunidad de pararme cada dos por tres para admirar una ciudad como Salamanca, donde solo había estado en la nochevieja universitaria para salir de marcha (marcha de gominolas, amiguetes y risas, no deportiva), y ya se sabe que por la noche todos los edificios −al igual que sucede con los mininos, incluido el gato Silvestre− son pardos.

# 186 Ana Garrido González

 

Los ojos de plata

Como si de la lente de una cámara se tratase, unas pupilas forjadas en plata ven pasar fotogramas de distintas generaciones que se suceden. Al contrario de cualquier creencia, algo que he observado con el paso de los años es que la energía de los atletas no es destruida, incluso tampoco creada en ningún momento, sino que en ambos casos es transformada, como decía Lavoisier si la memoria no me falla. Por ende, la lucha y la espera, la ilusión y las ganas; unidas a una fuerte autoestima que sea capaz de discernir entre comentarios constructivos e irrelevantes, ha hecho que cada mañana de entreno cobre sentido. Ahora ya retirado, respecto a este peso, siento una mayor ligereza. Percibo que nada ha sido en vano y que, ahora, cuando aprieto las manos a las nuevas promesas, soy capaz de volar como ellos hacen en pista.

# 185 José Javier Zaplana Martínez

 

Como la vida

Entre dos aguas. A un lado hablaban de “firmeza y tesón”, al otro de “marcar objetivos” –sobre todo los más jóvenes- pero yo sabía que mi discurrir iba al trote de la propia vida. Una carrera de altibajos, como los sentimientos, o quizá un slalom, como el que construyen tus hijos. Rachas, como las del viento, impredecibles. Todo se supera, bendita constancia. He salido sin toalla para no tirarla –me dije-. No pensaba coronarme en aquella San Silvestre Salmantina, ya lo estaba orgulloso con mi sombrero navideño. Éramos muchos, también como en la vida, curtidos en el autoconvencimiento. Y lo conseguimos. Por fin, bajo la línea de meta aparece el rostro de satisfacción pero el ausente ahora es el aliento. Misión cumplida. Por la época y ante los tenues rayos de sol rematé mi magna proeza con un traguito de mistela… ¡porque también es la vida!

# 184 Gloria Arcos Lado

 

CUMPLIENDO PROMESAS

Le había prometido a su madre, en el lecho de muerte, que iba a superar las secuelas que las intervenciones quirúrgicas le habían dejado, al tratar de curar el cáncer. Por eso se había fijado un objetivo: correr la San Silvestre Salmantina, y no estaba dispuesta a que nada se lo impidiera, ni siquiera el hecho de carecer del músculo sartorio. Como le había dicho su cirujano: “nuestro cuerpo es tan sabio, que cuando desaparece una parte que realizaba una función, otro, próximo, la sustituye”. Durante un tiempo acudió al fisioterapeuta para que fortaleciera sus piernas, luego contrató a un entrenador y después, pese al dolor, se preparó cada día para la carrera. Hoy, cuando ha llegado el día, y aunque le tiemblen las piernas, sabe que será capaz de recorrer los 10.000 metros de la carrera Máster, pese a sus 59 años y a su maltrecho cuerpo.

# 183 Francisco Javier Sánchez González

 

Desde la valla.

“¡Ánimo chicas! ¡Ánimo chicos! ¡Ya no os queda nada! ¡Campeonas y campeones!” Mis gritos de alegría y aliento se unen a los de las demás personas que me acompañan, aplaudiendo todos al unísono y sin cesar según va pasando cada participante en la carrera. ¡Pero qué precioso ver cómo se esfuerzan y se entregan para acabar, sea el más rápido, sea el menos rápido, en solitario, en grupo o en familia. El pasado año estaba ahí con ellos, en el fragor de la participación, tan sonriente como ellos. Qué sana envidia me da veros, cómo echo de menos el poder estar ahí gastando zapatillas. Algunos compañeros me reconocen y se acercan hasta mí, chocando su mano con la mía, portando la camiseta con mi nombre y lloro sin poder contenerme por lo mucho que ha dado este deporte en mi vida. Os animaré cuantas veces pueda desde mis dos ruedas.

# 182 manuel varo pozo

 

Abundancia de cierres

Hay quienes escriben un poema para apurar el año, igual que otros deambulan por las oscurecidas calles buscando una meta, más metafórica que real. Distintas maneras de encarar un día especial, como todos los que rematan un periodo de nuestra existencia, provisional cierre. La magia de San Silvestre, que clausura otro ejercicio destinado al humano olvido. Y sigo corriendo mientras pienso en el fracaso, el único tema que me preocupa, mientras las luces encienden mis zancadas, cada vez más cortas. Disfrutando de cada exhalación, percibiendo la especial electricidad de un momento irrepetible. Vibrando con cada pisada, intuyendo que nada importa demasiado, que todo será pronto polvo y ceniza que el caprichoso viento encumbrará sin demora. Encaro la recta final, no hay prisa por llegar, como dice Lapido, no hay que adelantar el seguro cierre, la meta quedará atrás, como todo lo que nos importó en algún momento.

# 181 Carmen María Fernández Casas

 

Salmantino soy desde que me casé

Salmantino soy desde que me casé Llegamos a Salamanca un día antes. La noche de San Silvestre, mi suegro cumplía años. Año tras año, todo era una repetición del mismo acontecimiento: comida en exceso, cinismo y mi cuñado. Las tres “Ces” que juntas finalizaban un calendario y comenzaban el siguiente. Atrapado, me acordé de Forrest Gump, libre al correr, de la San Silvestre Salmantina, todo encajó. La camisa no me llegaba al cuello. Bajé a la calle, necesitaba aire fresco. Miré mis zapatos, sopesando su resistencia. Regresé al piso, y dije que me iba. No entendían nada, yo tampoco; pero sabía que era ahora o nunca. Elegí correr, sin dorsal, sin preparación, con un coste posterior; pero entendí que cada uno de mis pasos era mi libertad, hasta donde llegase, algo aprendería en el camino, seguro. Aquella noche fui libre en Salamanca, por primera vez. Bendita noche.

# 180 Maria mayorga llorente

 

Mi nueva amiga y sus zapatillas rosas

Claudia es una niña de ojos verdes de ocho años que le gusta correr un día participando en la carrera sansilvestre salmantina al salir de la salida una niña de su misma edad se cayo al suelo y empezó a llorar claudia que iva la primera no dudó en darse la vuelta y la pregunto con su voz que te pasa proque lloras como te llamas ella la dijo me llamo Elena y me he caído y tengo una herida en la rodilla claudia la tendió su pequeña mano y la digo venga valiente levantate y ven conmigo a la meta a por las chuches Elena se seco las lagrimas y se levanto y cruzaron la meta juntas ellas ganaron más que todos los premiados de ese día su gran admistad que fue para siempre.

# 179 Pedro Ran Pérez

 

Tradición navideña

Eran las 12:29 del último domingo del año 2019 y como todos, desde hace 35 años, inicié mi ritual: últimos estiramientos, comprobar los cordones de mis zapatillas, dar ánimos a los compañeros y persignarme tres veces. ¡Ya estaba listo! Dieron la salida de la XXXVI edición de esta carrera que personalmente he corrido en todas sus ediciones. Enseguida hubo mucho movimiento. Los corredores iban haciendo sus grupos dependiendo de sus objetivos. Los hay que buscan la victoria y otros se conforman con participar. Personalmente no he ganado ningún año, de hecho no participo. Sería injusto para el resto de corredores. Mas no sólo la corro sino que también cuido y protejo a todos los que participan en ella. Ahora me he dado cuenta de que no me he presentado: mi nombre es Juan González del Castrillo, pero desde 1690 se me conoce como: San Juan de Sahagún.

# 178 Natalia Redero Hernández

 

Carrera de ranas

Por jubilación anticipada de la guardiana actual, se convoca, por Decreto Real, a todas las ranas de la ciudad a participar en la carrera popular, con el fin de encontrar a la más rápida y vivaz, quien tendrá el honor de ser: “La nueva guardiana de la Universidad”.

# 177 Pedro José Jiménez Sánchez

 

SÓLO HABÍA UNA FORMA DE AVERIGUARLO

Mentiría si ocultase que correr la San Silvestre Salmantina formaba parte de una promesa. Cuando pesaba más de ciento cincuenta kilos, no sabía si el desprecio sexual que mi esposa sentía por mí se debía a mi deforme aspecto físico o a que ya hubiese dejado de amarme. Sólo había una forma de averiguarlo. Así que me puse en manos de profesionales y fui a un psicólogo nutricionista. Perder ochenta kilos es algo más que recuperar un amor, me dijo: es una auténtica proeza, es recuperarte a ti, volver a ganarte tu propia confianza y respeto. Hace falta mucho valor para ello. Date un premio enorme si lo logras, apostilló. Si lo consigo, podré hacer deporte: correré alguna carrera en la ciudad que más me gusta. Y aquí estoy, expectante y emocionado, con mi dorsal manchado de lágrimas, esperando en el Paseo de San Antonio a que den la salida.

# 176 Lorena Barrionuevo

 

Galardón

La mujer besó el número de orden con cariño y alegría;como a un viejo amigo a quien le daba la bienvenida.Sabía que le esperaba un circuito desafiante,pero nuevamente la tan ansiada San Silvestre iba a ser suya otra vez.Primero se propuso mantener un buen ritmo e intentar no perder fluidez en la carrera, aunque temía no poder llevar cómodamente los kilómetros. Sudor,lágrimas y ansiedad le sucedieron mientras corría y recordaba. Tuvo que entrenar mucho por el placer y el respeto que sentía al participar en toda competición.Y fue emocionante cuando alcanzó la meta; ya que cuesta mucho volver después de parir...y al concretarse poder besar la frente de su hijo; el galardón más grande que con una sonrisa en los brazos de su abuelo la esperaba.

# 175 Gabriel Pérez Martínez

 

Carrera interior

El cinturón de mi padre, rabonas en el colegio, broncas con los compañeros, alcohol, maría, pastillas, agresiones a alumnos y a un profesor, cinco robos de coche, dos correccionales, más broncas; salida, “farlopa”, crack, asaltos a viandantes y a dos gasolineras, arresto; cuatro años en la cárcel; libertad, atraco a un banco, un herido, diez mil euros, fuga, detención del sospechoso equivocado, prisión para éste; María (de carne y hueso), desintoxicación, amor, cines, cenas, dependiente en un supermercado, mudanza a un piso para ambos, embarazo; días felices, noches de remordimiento; estreno en la San Silvestre… Llevamos tres kilómetros. Las piernas me flaquean. No voy a terminar, pero me siento fuerte: por primera vez en la vida, corro sin huir de nadie y menos, de mí. En mi meta, me entregaré a la policía.

# 174 Juan Manuel Velasco Centelles

 

Con ganas

Compactada contra miles de congéneres polícromos de indumentaria. Saltando sobre mi posición para extirparme el frío que la persistencia de la niebla impone al mediodía salmantino finidecembrino. Cajón 2, indicativo de mi mediocridad física en materia de zancadas. Sola. Lo he preferido así. A mi rollo, le trasladé con determinación a mi marido cuando propuso sacrificar sus potenciales 37 minutos para acompañarme. Cajón 1 para él. Me meo. O eso creo a resultas de la presión vesical. Me meo y no me sorprendo, aunque acabe de mingitar hace solo siete minutos. No obstante, se me antoja tarde para retornar porque resta un minuto para la salida. Si me urge me dejaré ir. Las mallas absorberán. Y no, me desdigo, no es psicosomático, pero no me podía perder mi décima San Silvestre patria consecutiva solo por atravesar el tercer mes de mi primer embarazo, aunque mi vejiga se haya vuelto hiperactiva.

# 173 Fernando Facundo Alvarez

 

Los Pasos

El primer paso es el más fácil, entiendes que solo es el comienzo. El segundo debe ser preciso, seguro y firme para darle entrada al tercero. El circuito es largo, la respiración debe ser concisa y regulada para que, al momento de la explosión, tengan el rendimiento esperado. En connotación con la vida, cada paso es un día, los primeros no los recuerdas. A veces, se termina la carrera y no te diste cuenta de cada paso que diste y miras para atrás y te arrepientes de no contarlos, de no disfrutarlos, no vivirlos. Entonces ahora, que llevo 217 pasos, sé que he vivido 217 vidas, con un paisaje distinto, con un aire singular, con una energía diferente. Aún así, tengo una idea de que me espera al final, pero hasta que no llegue, no sabré que es.

# 172 Raquel Lozano Calleja

 

¿Pronas o supinas?

Y así, como un “cueces o enriqueces”, o como un “de ciencias o de letras”, me hiciste esa pregunta desde el asiento de al lado en la sala de espera, y yo, absorto únicamente en tus labios y olvidando el callo bajo el pulgar derecho, que me había llevado a aquel podólogo, acerté a contestar casi por inercia… Prono. Yo, prono; que no sé ni lo que es pero que, para mí, fue como si pudiera contestarte “Sí, quiero”, así, sin conocerte de nada pero ansiando saber todo de ti. Entraste tú primero en la consulta y pegué mi oreja a la puerta. Descubrí tu nombre, tu exploración articular y muscular, tu análisis dinámico de la postura y de la huella del pie. Quise ser tus nuevas plantillas y acompañarte a esa carrera que no recuerdo bien si te escuché decir que era de Piolín o de Silvestre.

# 171 Alberto Muñoiz García

 

LECCIÓN SALMANTINA

Me coloqué en la parte de atrás de la larga cola de salida. Tras el pistoletazo, salí como una bala, serpenteando entre atletas, adelantando. A media distancia, me adelantó un cojo. Para colmo corría cantando y tocando la guitarra. Aún sufrí una humillación mayor: poco antes del final me sobrepasó otro que cargaba, a modo de disfraz, con una reproducción en madera de la torre Eiffel, como de tres metros de altura. Me animó: vamos, vamos. Lo imaginé cayendo de bruces y la torre hecha añicos. Al traspasar la meta, los vi y me arrepentí. El de la torre me aplaudía y el cantante actuaba para quienes iban llegando, que se unían al coro. El estribillo de la canción decía: los últimos serán los primeros en la puerta de los cielos. Y me quedé con ellos, cantando y aplaudiendo hasta que entró el último, es decir, el primero.

# 170 HECTOR MARCELO REMON

 

HACIA MÍ.

Me inscribí en la San Silvestre Salmantina porque sí, porque me dijo un amigo, porque quería desafiar mis metas, porque..... No lo sé. Quizá porque quería correr de mí mismo hacia el olvido, tal vez porque quería llegar a mí y reencontrarme con el que alguna vez fui cuando más joven, en zapatillas, gorra y sudadera. La sensación de estar en soledad cuando me presenté en la competencia, se disipó de inmediato ante los corredores que amablemente me saludaron. Amabilidad, contención y camaradería, tres prácticas pocos practicadas eran compartidas por un grupo numeroso que competía hacia la meta: superarse a sí mismos, ni ganar una carrera ni triunfar sobre el otro. Correr y llegar a destino. Correr y llegar, correr y ser viento, paisaje, libertad, plenitud, naturaleza. Tu recuerdo enjugó mis lágrimas de emoción. Competí, corrí.... y me gané.

# 169 JAIRO MANUEL SÁNCHEZ HOYOS

 

LA FOTO DE 1984

Estaba acostumbrado a ganar las carreras en mi barrio y ahora me llegaba la invitación para La San Silvestre Salmantina, ¡que monstruosidad! No tenía ni zapatillas. Pero me fui. Los demás atletas se burlaban de mi aspecto montañero. Recé mucho para que me arropara el sueño. Al siguiente día debía enfrentarme a los poderosos. Debía agradecer al Club Padre Basabe, quien me invitó. Salimos casi al mediodía. Cuando dejamos el barrio la prosperidad, iba entre los últimos. ¡Qué vergüenza!, me pellizqué. Ahora mis piernas eran poderosos remos. Cuando entramos al Rollo, mis talones tenían alas, ya no sentía mis pies. Del miedo pasé a las ansias, después a la sorpresa. ¡Loas al ganador, Antonio Rivas! Gritó una voz por altoparlante. Ese soy yo, dije en mis adentros, con una tímida sonrisa. Es la misma foto que guardo de aquel glorioso día.

# 168 Arturo Perelló Yatim

 

SOLITARIO

La multitud se va agrupando paulatinamente. La imponente situación hace de mí un manojo de nervios. El aire húmedo de la mañana, impregnado de un olor a naturaleza, recorre las calles de la emblemática Salamanca que penetra en mí dejándose deslizar por la tráquea. Siento un gélido escalofrío en mis entrañas que se traduce en el tiritar de mi piel. La espera me está matando, y son las ganas de alcanzar la meta lo que me desespera. Por un instante vuelvo la vista y admiro la atmósfera que a mí alrededor se desenvuelve. Es la cercanía afectiva entre los diferentes individuos lo que me exalta, ya no soy yo y mis objetivos, ya no existe una meta que alcanzar, sino que me dejo embriagar por la pasión del momento y poder así sentirme parte de un propósito aún mayor,disfrutar en compañía la San Silvestre Salmantina.

# 167 Alicia Perdigones Borderías

 

Una liebre en Salamanca

Este año será muy especial, llevamos desde el verano entrenando, bajando por el Paseo de Canalejas, siguiendo el recorrido oficial de la San Silvestre Salmantina. Atrás quedó aquella carrera en la que descubrió que lo más importante no es ganar. Todavía lo recuerdo, habiendo hecho mi mejor tiempo de siempre, entré en la meta más allá del puesto tres mil. Cómo explicarle, con sólo siete años, que estaba tan contenta habiendo quedado tan lejos del primero. No me darían una medalla, que para él entonces era lo más importante, casi lo único. Cómo explicarle que todos los días tengo mi premio, al poder entrenar y liberar de mi mente los problemas del día a día, el estrés, el trabajo, los malos momentos. Estos meses he disfrutado más que nunca entrenando a su lado, estamos preparados. Será una carrera especial, nuestra primera carrera, mi hijo y yo juntos.

# 166 Nuria Rozas Álvarez

 

El ritmo del amor

Quedó para conocerle en la San Silvestre por fin, después de semanas chateando por la aplicación. Le temblaban las piernas como cuando era adolescente solo con pensar en el encuentro. Se había enamorado. Los dos llevarían una braga de color púrpura al cuello. Si no se veían entre el gentío de la salida, se buscarían en la Plaza Mayor, cuando la gente se dispersara. Y allí estaba él, justo en el centro. Era tal y como se lo había imaginado. Morenazo, en forma y sudado. «¿Miguel?», le preguntó con una timidez impostada. Poco más hablaron. Al rato estaban en la ducha juntos. Una ducha que dio paso a una noche mágica, lejos de las redes y muy muy lejos del tal Miguel.

# 165 Rodrigo Hernáez Léon

 

Rodando

Un año más estaba emocionado en la salida de la San Silvestre Salmantina. Para mí siempre ha sido una fecha señalada en mi calendario. Faltan dos minutos para que comience la competición pero mi corazón y mi mente hace tiempo que están en ella. Desde el mismo año en que nací mi madre me llevaba rodando en mi carrito, luego empecé a correr de la mano de mi padre, luego acompañado de mis primos y así hasta las últimas ediciones en la que competía contra mis amigos bajando de los 30 minutos. Faltan veinte segundos, me ato fuerte los guantes con los que haré rodar las ruedas de mi silla con la que pienso deslizarme a gran velocidad entre el resto de los corredores. Es el primer año que intentaré finalizarla después del aparatoso accidente que por primera vez en mi vida, no me permitió disputarla el año pasado.

# 164 JESUS PEREZ BENITEZ

 

EL ORÁCULO

Llevaba toda la vida soportando que tuviese razón. Siempre. Una vez tras otra. Además, alardeaba de ello. Y me espetaba, altivamente, un “te lo dije”. Y aquellas palabras perforaban mi cabeza y rebotaban entre mis sienes. Maldecía que nunca se equivocara. Y todo me salía mal: trabajo, amor, proyectos...; cualquier cosa que me hubiese desaconsejado, prediciéndolo como un oráculo. Esa mañana, cuando me anudaba las zapatillas para correr la San Silvestre, me anunció que tendría un papel protagonista. Corrí como nunca. Encarando el arco de meta luchaba por ganar... y recordé sus palabras. Me distraje, pisé mal y caí a plomo sobre el asfalto. Quedé tendido mientras una veintena de corredores me adelantaban. Con la clavícula fuera, y la boca ensangrentada, reí satisfecho. ¡Había fallado su pronóstico! Mientras un remolino de gente se formaba a mi alrededor y era el foco de atención, yo, seguía riendo como un loco.

# 163 María Isabel de Partearroyo Calvo

 

El protagonista

Creo que se fijó en mí cuando cruzamos el primer kilómetro de carrera. Le pedí perdón por un traspiés. Yo ya me había enamorado de él en la salida. El segundo kilómetro lo hicimos juntos. Tenía el pelo corto y los ojos verdes. Cuando cruzamos el puente romano le pregunté su nombre. Felipe. Del cuarto al séptimo kilómetro nos pusimos al día de costumbres y aficiones. Le gustaba viajar y amaba los gatos. Bingo. En la Avenida de Portugal cambió sorprendentemente el ritmo y se pegó a una chica joven que le hacía más gracia. No me importó. Seguí corriendo a su lado. Llegamos al octavo los tres, sudando la gota gorda. En el noveno dejamos atrás a la rubia cuando le comenté a Felipe mi afición por escribir. No falla. Todos soñamos con ser los protagonistas de una novela, o al menos en este caso, de un microrrelato.

# 162 FRANCISCO BARRIOS GIL

 

La escusa

Llegó el día,otro año más cumpliremos con la costumbre de correr la San silvestre Salmantina.El día del año que las calles de Salamanca nos pertenecen y son los coches los que se tienen que esperar a nuestro paso.El día en que miles de corredores nos sentimos felices y libres al disfrutar de la ciudad. Este año es diferente,muchas noches sin dormir dándole vuela a la cabeza.Pocos meses atrás el doctor fue tajante cuando me dijo “olvídate de correr” y aquí estoy yo, mirando el techo de mi habitación y dándole vueltas… cuando se abrió el plazo de inscripción fue fácil decidir, pues casi de forma instintiva me deje llevar por la emoción compartida de mis amigos, que como cada años presionaban para que ningunos de los habituales nos quedáramos sin dorsal. Ahora no lo veo tan claro… sigo pensando la escusa que le pondré al doctor en mi próxima visita.

# 161 Román Ignacio Ksybala

 

El trofeo

Mi única ambición era no salir último y lo iba logrando, cuando sucedió algo inesperado: mi pie derecho se hundió en la tierra y tropezó con algo sólido. Rodé por el suelo sin ninguna elegancia, y me torcí el tobillo en el proceso. Todos me sobrepasaron. Furioso y frustrado, miré ese pedrusco extraño mientras masajeaba mi tobillo. Luego me arrodillé a su lado y cavé con las manos hasta que aparecieron dos orificios, y comprendí con un escalofrío que era un cráneo. Recordé los antiguos hallazgos arqueológicos en la zona, y el corazón me saltó en el pecho… ¿Sería posible? ¿Allí, casi a ras del suelo? Olvidé por completo la carrera y regresé cojeando a donde se hallaba la gente. Había perdido ignominiosamente, sí, pero salvo la mandíbula inferior, traía en mis manos un cráneo completo del Homo Antecessor. Eso es un trofeo.

# 160 JUSTO GONZALO BURCIO

 

7667

Otto se dirigió, como todos los años desde que fuera la primera vez con su padre , a participar en la San Silvestre. Al decidirse en el último momento, le dieron el último dorsal. Este año no tenía pensado inscribirse, no le apetecía mucho correr sin él pero la insistencia de Ana le había hecho cambiar de opinión. La conoció en el hospital donde su padre luchó contra el cáncer hasta que, finalmente, éste le devoró. Fue su enfermera y se hicieron amigos...más que amigos pero todavía no estaba preparado para declararse; esperaba alguna señal que le indicara el momento y lugar. Estaba colocado en la salida, buscándola entre los demás corredores. Unos metros más adelante la divisó y sonrió; su dorsal era 7667, capicúa como el suyo, como sus nombres. Al cabo de unos segundos sonó la señal , comenzaba la carrera.

# 159 Miguel Ángel Moreno Cañizares

 

Hermanos

De los años vividos, recuerdo los días de guardería junto a mi hermano gemelo. Desde la tierna infancia éramos inseparables. Recuerdo los juegos en el parque de la Alamedilla, donde nos poníamos hasta las cejas de barro las tardes de lluvia. Y recuerdo a mis padres pendientes de las clases, los deberes y las notas de ambos. Pasado el tiempo, recuerdo canturrear los dos con los auriculares puestos, camino de la universidad, donde cursábamos la misma carrera. Eran días de horizontes paralelos prendidos de sonrisas y algún que otro desengaño amoroso. Recuerdo las primeras noches de discoteca, con los esqueletos a punto de saltar en mil pedazos. Recuerdo, con nostalgia, la creciente afición a las carreras populares y las salidas por el monte sorteando hojarasca. Siempre juntos, siempre me ganabas… Recuerdo, entre lágrimas, los trofeos de la San Silvestre salmantina. Fue un privilegio correr a tu lado, hermano.

# 158 Javier Puchades Sanmartín

 

A DIEZ MIL METROS DE TI

Desde que te conocí, no pude evitar sentir una gran atracción por ti. Pero no me atrevía a dar el primer paso, debido a nuestra diferencia de edad. Tú, a punto de cumplir los treinta y yo, un veinteañero sin experiencia. A mí me gustaba juguetear en las distancias cortas, pero tú me imponías respeto. Pese a las dificultades, no deje de observarte para conocerte. Sabía que estábamos hechos el uno para el otro. Que, en algún momento, nuestros caminos se cruzarían. Ha pasado el tiempo, ahora tengo la preparación necesaria para ir a tu encuentro. No me dan miedo tus treinta y seis años. Hoy, he decidido que nos veamos cara a cara. No buscaré excusas. Lo importante es disfrutar sin importarnos el tiempo. En el instante que encaro el Paseo de San Antonio, y te veo ahí, sé que ha valido la pena correr la San Silvestre Salmantina.

# 157 Laura Pi Gutiérrez

 

La última carrera

Le regalamos un dorsal porque tras tantos años corriendo no podía perdérselo, y al fin y al cabo se estaba muriendo. Le dijimos que así podía participar en la distancia, desde la cama del hospital, ataviado con su chándal azul marino. Mi hermano correría con su gopro, que transmitiría las imágenes directamente al portátil que le llevaría yo misma a la habitación. “Será como si corrieras tú mismo”, le convencimos a regañadientes. Por esta razón, cuando vi la cama vacía, lo primero que hice fue buscar el dorsal, pero en cambio encontré su nota: “Lo siento, tenía que hacerlo”. Lo encontramos cuando llegaba a la meta, sudoroso y debilitado, y fuimos testigos de como levantaba los brazos triunfante antes de caer y exhalar su último suspiro.

# 156 AMPARO MARTÍNEZ ALONSO

 

MELLIZOS: la unión hace la fuerza

-¿Por qué nos manda callar? -Porque le molestamos. -¿Cómo lo sabes? -Por su cara de enfadado. -¿Y si no es por eso? -Pues dime tú por qué. -No sé… -Entonces es por eso. -¿Nos castiga por estar enfermos? -Pssss… Que te va a oír. -¡No chistes tú también! ¿Cómo me va a oír? ¡Hay más ruido fuera que dentro de casa! -Es verdad. Seguro que nos manda callar para escuchar la calle. -¡Halaaa! -¡La San Silvestre Salmantina! -Pero, la San Silvestre es una carrera, no un concierto. -¡Lo sé! Y es el primer año que no participa. -Para cuidarnos... -¡Claro! -La culpa es tuya por contagiarme la gripe. -¿A quién le importa el que enfermó antes? -A mí. ¡Desde que naciste me llevas la delantera! -¿Quieres que animemos a mamá juntos, en equipo? -¡Vale!... ¡Al año que viene participaremos con ella en la San Silvestre! -¡Eso! ¡Que no esté triste!

# 155 Marta María Cruz Martín

 

El camino es la meta también

Diciembre siempre fue un mes largo para ella, lleno de cenas y brindis con aquellos que regresan a casa en Navidad. Después de la carrera brindarían también, pero en ese momento estaba sola. Y es que no distinguía entre la aglomeración de corredores, ninguna cara conocida. Le pesaban demasiado las piernas y además un poco el alma. Deseaba terminar el recorrido pero durante unos minutos no se creyó capaz. Hasta que levantó la cabeza y los vio. Allí estaban, sus compañeros de vida y de viaje,vestidos con un disfraz del año anterior, esperando para llevarla de la mano hasta donde quisiera llegar. Respiró hondo y, todavía sin alcanzar a ver el final, comprendió que con ellos llegaría a la meta por muy lejos que estuviera. Y ella también sonrió.

# 154 JOSE LUIS ROBAS DURAN

 

"9mm"

Le sorprendió el poco peso de la pistola, mientras contemplaba absorto el brillo del oscuro metal del arma. Luego miró al cielo. Era una mañana soleada. Una mañana perfecta para correr. Apenas había pasado un año de aquél maldito accidente que no sólo había sesgado una de sus piernas, sino muchas ilusiones y proyectos. Sin embargo, allí estaba, en el Paseo de San Antonio…De una forma u otra iba a ser partícipe de la “San Silvestre” … Introdujo la bala de 9 milímetros de una forma casi ceremoniosa, observando cómo ésta se deslizaba suavemente al fondo del cargador. Antes había sido corredor y la San Silvestre su carrera favorita. Había derramado mucho sudor y dolor sobre aquel asfalto. Ahora el desafío era más duro…pero se sabía sobrado de fuerza. Alzó la pistola, apuntando al cielo salmantino, emocionado. …le habían concedido el gran honor de dar la salida a SU carrera…

# 153 Jaime Alfonso Romero Garzón

 

A CIENTO CINCUENTA DEL FINAL.

Respiro pesadamente. Quinientos. Todo me duele, desde la cabeza hasta la punta de los pies. Sobre todo, los pies: queman con fuego inextinguible. Cuatrocientos. La respiración se acelera, los brazos ya no quieren ayudar. Trescientos. Cada uno de los entrenamientos de los últimos meses, semanas y días, pasan por mi mente. Doscientos. Las banderas ondean, las pancartas publicitarias brillan, la gente llena todo con sus gritos de ánimo. Cien. El peso del recorrido se acumula en cada fibra de mi cuerpo, pero el deseo de llegar es más fuerte que cualquier dolor. Cincuenta. El sudor no me impide ver el final. Cuarenta. Un último esfuerzo, me repito, un último esfuerzo. Treinta. Mi incredulidad es reemplazada por una pequeña alegría que crece rápidamente llenándome de una profunda satisfacción. Veinte. Voy a lograrlo, voy a lograrlo, ¡no lo puedo creer! Diez. Miro al cielo, levanto los brazos. Y llego a la meta.

# 152 ROBERTO GÓMEZ DE SAN JUAN

 

Aquella foto.

Aquella foto, de aquel crío de cuatro años encaramado a duras penas sobre una valla, con medio cuerpo fuera y con la mirada perdida en el horizonte entre una multitud de atletas; es lo primero que se me viene a la mente cuando pienso en Salamanca. La misma que me lleva a recordar años después, cuando se agachó para susurrarme al oído: “¡No son diez kilómetros! , ¡Son nueve doscientos! que no es lo mismo”. Era la distancia que separaba la línea de salida de aquella valla. Tantos años esperando en el mismo lugar nos hacía conocer hasta el olor de nuestro pequeño reino de memoria. Cuenta mi madre, que embobado y con los ojos mirándolo todo esperaba paciente la llegada de mi padre para extender la mano y chocarla con él. Me había prometido a mí mismo que catorce años después no iba a faltar a mi cita.

# 151 Marta Toda

 

La meta

Antes de ir al punto de salida he pasado por la meta para ver esa cinta horizontal. Por primera vez, tengo la certeza de que, antes de caer rendido, hoy, por fin, la rompo yo. En la línea de salida hago estiramientos mientras los minutos corren la cuenta atrás. Visualizo mentalmente la llegada abarrotada de gente. Me imagino cayendo al suelo una vez cruzada la meta, y tumbado en el suelo todos me miran y los fotógrafos se me acercan para inmortalizar el momento. Suena el pistoletazo y corremos animados por los espectadores. La idea de ir en cabeza es muy tentadora, pero debo guardar fuerzas para aguantar toda la carrera. Voy subiendo el ritmo progresivamente y voy adelantando a otros corredores más rápidos. Giro la esquina, y ahí está. Corro los últimos 100 metros más tensos y veloces que nunca he recorrido. Y llego, y cumplo un sueño.

# 150 José Enrique Catalá Catalá

 

MI META no es tu meta

Suena el silbato y mis músculos, ansiosos por vencer, parecen émbolos de acero que empujan titánicamente mi cuerpo hacia la victoria. Muy pronto empiezo a distanciarme de los demás corredores, y, como siempre, correré en solitario. El sol cae en vertical. Mi cuerpo se tambalea grotescamente. Por fin, veo el lienzo, atado a las farolas, anunciando la META. Siento un nudo en la garganta. Este año puedo conseguirlo, estoy seguro. De pronto, dos operarios con unas largas varas, amenazan con derribar el lienzo cortando las cuerdas, pero yo grito desesperadamente: “¡Por favor, esperad!”. Al verme, empiezan a gritar y aplaudir. Lloro por la emoción. Tras ocho años participando, por fin voy a pasar, con mis 120 quilos, por debajo del lienzo. Voy sorteando a unos barrenderos que recogen el confeti que tiraron hace dos horas. Levanto los brazos y grito: “Sííííííí”. Hoy, el verdadero ganador he sido yo. Estoy orgulloso.

# 149 Gabriel Ávila González

 

Conciencia

Marianela llegó a casa sonriendo;¡Mamá participaré en la San Silvestre Salmantina!-Pero hija, le dijo la madre, para eso ¡tienes que practicar antes! tu nunca has practicado antes, harás el ridículo, si te miras al espejo verás que te sobran algunos kilos.La muchacha pareció ignorar las palabras de la mujer y el día de la carrera, junto a centenares de personas se aprestó para salir a correr, entre ellas vecinos y compañeras de instituto. Cuando terminó la carrera, muchas vecinas y amigas felicitaban a la madre de la improvisada corredora. Esta asombrada, después de agradecer las felicitaciones, preguntó a su hija ¿en qué puesto quedaste?. Esta respondió; no tengo ni idea, muchas llegaron antes que yo, apenas logré cruzar la meta, pero eso no importa, lo importante es participar, ser parte de la sociedad y así, contribuir a vivir en un mundo solidario y en Paz

# 148 Belén Kruppa

 

El conejo

Se acelera mi respiración, las piernas hacen su último esfuerzo y me visualizo llegando triunfante al final de la carrera. No queda nadie entre esa línea y yo. Todas las demás figuras humanas son distantes. La meta me espera con los brazos abiertos listos para envolverse en mi cuerpo. Probablemente todos pensarán lo mismo pero yo soy la más cercana. La ambición de ganar me hace un poco egoísta. “¡No!” grito con el último aire que queda en mis pulmones. La meta se convierte en una nube de tierra. Me tropiezo con los cordones de los zapatos. El silencio de mi triunfo anticipado es reemplazada por las respiraciones cortadas y las pisadas de los demás. Algunos se detienen para ver si estoy bien y otros toman relevo de lo que sentía antes de caerme. Algunas veces ganas, otras pierdes. La vida es cínica pero divertida.

# 147 AMPARO PANIAGUA

 

Órganos

Iba en cabeza, concentrado, con dos minutos de ventaja. Después de dos horas corriendo los músculos se resienten, las piernas ya no obedecen igual. Sé que nací para competir. Y conozco de sobra el precio que hay que pagar: el sudor, las privaciones, las horas de entrenamiento, la disciplina. También sé que la recompensa tarde o temprano llega. Necesito sentir la adrenalina dentro, esa euforia de “llegar un poco más lejos”, los brazos en alto al cruzar la meta. El triunfo es lo único que da sentido a esto. No fue culpa mía. La moto surgió de la nada. Él cruzaba como siempre, a la misma hora, en dirección a su casa. Ni yo le vi, ni él pudo esquivarme. El golpe fue brutal, yo fallecí en el acto, en cambio él salvó la vida. Lleva mi corazón y mis riñones dentro.

# 146 Héctor Ortega Giménez

 

Zapatillas

Despertaron debajo de la cama. Esperaron pacientes a que su dueño desayunara y fue entonces cuando les prestó atención. Sintieron cómo tiró de los cordones con fuerza e hizo un nudo doble. Salieron a la calle en aquella fría mañana salmantina y, tras un agradable paseo, llegaron a la línea de salida. Desde su perspectiva no veían más que una maraña de calcetines altos y zapatillas de colores; ellas eran de un lustroso blanco. Tras la señal se pusieron en movimiento. Habían sido creadas para aquello, goma flotando sobre el asfalto. Al rato pisaron un charco, avanzaron a buen ritmo y, tras algo más de media hora, cruzaron la línea de meta. No habían ganado, pero estaban orgullosas de su trabajo. Al llegar a casa volvieron a su lugar bajo la cama, allí dormirían satisfechas aguardando la promesa de una próxima carrera.

# 145 Miguel Nombela Blázquez

 

Invencible

Ante su exhibición de seguridad se desvanecería la de los demás. Ese era su convencimiento. Él estaría en el podio. Arriba. Aunque anduviera en medio del grupo. Su ilusión se situaba en una zona imprecisa pero sólida, que desplazaba la realidad o la dejaba colarse a sabiendas de sus limitaciones. Pero no había duda, ni asomo de turbación o inquietud. Ganaría. Tarde o temprano. Tenía todo el tiempo del mundo. Era un niño. Y por lo tanto, inmortal.

# 144 ESTEBAN TORRES SAGRA

 

PALABRA DE COYOTE

Sé, de buena tinta, que está inscrito en la San Silvestre salmantina. Estoy seguro que llegará el primero, con su aire de superioridad y el respaldo de su velocidad endiablada, y que humillará, sacándoles muchísima distancia, sin esfuerzo aparente y sin apenas entrenamiento., a sus más inmediatos perseguidores. Él tiene la certeza, siempre la tuvo -con la colaboración de los ilustradores, claro- de que no podré alcanzarlo nunca; pero mi último plan es infalible: me he comprado una goma de borrar dibujos -por supuesto marca Acme- y le esperaré en la meta, camuflado entre el público. Esta vez acabo con el Correcaminos. Lo juro. Palabra de Coyote.

# 143 Diodati Mercedes Sara

 

¿Estoy lista… o no lo estoy?

¿Estoy lista… o no lo estoy? ¿Entrené suficiente... o tal vez no? ¿Atleta yo… qué se yo? Será mi primera vez en la carrera… nunca estuve en una cursa tan masiva... 10 km parecen inalcanzables… ¿podré modificar a tiempo mi plan de entrenamiento? Después de todo, puedo no participar en la carrera principal… y cursar en una categoría inferior. Seguramente pasaré por el Paseo de San Antonio, por la Plaza Mayor, tal vez por el Puente Romano o quizás por el Paseo del Rollo… “lo que las piernas me den”... Las zapatillas no pueden hacerlo todo… por más nuevas que sean, servirán como alas y mejorarán (solo un poco) mi performance. Ya me han anotado… con tan solo un par de euros…

# 142 RAFAEL JOSE NIVISELA DÀVILA

 

¡QUITA EL SEGURO!

Como escritor de microrrelatos no pegaba una. Así que colgué la pluma, mejor dicho apague el ordenador y me volví fotógrafo. La Sansil sería la prueba de fuego y ya era diciembre. Así que un curso rápido online de fotografía. Aprendí que el Photoshop no era un show de fotógrafos y que foto era luz. Conocí a la distancia al fotógrafo del corredor de la Calle Compañía, esa foto nocturna con pleno sol a sus espaldas. El día de la competencia atravesé el puente romano, crucé la Plaza Mayor y al llegar hasta la fachada de la universidad de Salamanca el momento preciso hizo presencia, la postal de mi vida como fotógrafo; la rana saltó sobre un corredor, apunte la cámara, ajuste la lente y el disparador se atoró. Recordé a mi abuelo que decía: “Lo que Natura no da, Salamanca no lo otorga”. El próximo año voy de atleta.

# 141 Susana Leiva Serrano

 

A divertirse

Roberto, que ya había cumplido siete años, estaba de los nervios por participar otra vez en la San Silvestre Salmantina, desde el accidente. —¿Vamos a llevar a mamá a la carrera? —¿Por qué lo preguntas? Claro que sí —le contestó su padre, José. —Como no puede correr… —Anda, vístete y vamos a desayunar. —Papá, papá no encuentro las deportivas. —Estarán debajo de la cama, como siempre —le dijo sonriéndole. El niño miró de reojo a su madre mientras desayunaban. Se le acercó y la besó. —Me da igual llegar el último, mamá. —¿Y eso, cariño? —Papá me ha dicho que lo importante es acabar la carrera y que ganar es lo de menos. —Voy a animarte mucho. —No, quiero que corras con nosotros. —¿Cómo voy a correr con la silla de ruedas? —Sin prisa, mamá. Vamos a divertirnos los tres, juntos.

# 140 Olga Martínez Clavijo

 

La magia de la San Silvestre Salmantina

Correr es una experiencia gratificante pero correr la San Silvestre Salmantina es más que eso. Es situarse en la linea de salida y nada más llegar respirar alegría. La alegría de ese grupo de amigos y amigas disfrazados de bombillas, o la de los abuelos con los nietos que sonríen porque los ojos de sus pequeños brillan. La de familias enteras, perro incluido. Parejas, compañeros de trabajo, vecinos... El año acaba y en el horizonte se vislumbran las ilusiones que el año nuevo trae, Casi se tocan. Y aunque haya preocupaciones, en la San Silvestre, se disipan. Es la magia de esta carrera divertida y también benéfica. Correr fortalece el corazón, tonifica los músculos y oxigena el organismo pero correr la San Silvestre dibuja una sonrisa en el alma, imprime una felicidad que se irradia. ¡Anímense este año, háganse ese regalo! ¡La San Silvestre Salmantina les está esperando!

# 139 Nacho Tapia Vicente

 

Homenaje sin Escultor

Había corrido todas las ediciones. Siendo niño hasta ganó una medalla. Recordaba la admiración de sus amigos del colegio el día que comenzaron las clases y se presentó, orgulloso, con la enorme presea. Últimamente, la admiración de esos amigos se había tornado en burlas, debido a su estado físico; más propio de un medallón de solomillo, que del conquistado antaño. Por eso, aquel año se preparó concienzudamente. Se sentía pletórico, su cuerpo nuevamente musculado. Tanta confianza le empujaba a la exhibición; se desnudó. El frío decembrino de Salamanca hizo el resto: cuando todos los participantes habían partido, no consiguió moverse de su posición, en medio de la calle. La carrera terminó y él ahí continuaba. El Ayuntamiento aprobó su permanencia definitiva, con la única oposición del concejal de Tráfico. Al fin y al cabo, también un escritor se había quedado sentado para siempre en un café de la Plaza Mayor.

# 138 Alejandro Olazabal

 

En su marcas, listos, fuera.

El cartero corría por las callejuelas aledañas a la Facultad de Economía, escapando del perro, sin saber que a unas cuadras se iba a encontrar, cerca del Puente de la Universidad, con el pelotón de avanzada de la carrera, encabezado por una joven Tere Recio. Fue embestido por una masa de piernas largas que galopaban a ritmos constantes. Ante esa situación no le quedaba otra cosa que seguir corriendo que era, de todas formas, su intención desde que entregó la carta. Podía ver, detrás suyo, como aquel perro sarnoso y, para su sorpresa, atlético, le seguía el paso, incentivando, al tiempo, a los demás atletas que iban dejando atrás al cartero. Vinieron un par de curvas, un par de pequeños descensos y subidas y el cartero, cansado, estuvo a punto de rendirse. Pero, viendo a la templanza de sus compañeros de carrera, encontró la fuerza suficiente para seguir en pie.

# 137 Osayis

 

LAS REGLAS

Tras el disparo, los corredores no se empujaron. Paseaban sin prisa y,aunque el público animaba,iban mirando acá y allá, parándose para realizar selfies, firmar autógrafos y sonreír sin saber por qué. A los grandes velocistas les costaba andar tan despacio pero las reglas eran las reglas -dijeron cuando les preguntaron los organizadores. Al coger el dorsal no había dudas. Ganaría la San Silvestre el corredor más lento. Tiempo hubo para echar instancias e interponer recursos a unas normas tan absurdas.De pensar que solo siendo el peor y menos competitivo se consigue ganar. Nadie se ha hecho responsable de la travesura porque si confiesa,también pierde el anonimato.

# 136 JAVIER RUIZ BENEYTO

 

El camino irreverente

Aunque mi corazón danzaba al son del reguetón, no parecía que las piernas fueran a seguirme el ritmo. Mientras realizaba estiramientos, a mi lado, un Bob Esponja cutre y algo estrábico hacía pompas de jabón entre risas chirriantes. De otra parte, unos piratas en su barco superaban la barrera del sonido con su ron, ron, ron, la botella de ron. Más lejos, una vaca parecía señalarme con las ubres y decir: tengo mala leche; junto a ella, una desteñida Peppa Pig gruñía al cielo a lo Heavy Metal. A pocos pasos, el Joker bailaba desacompasado mientras trataba de recolocarse el dorsal. Al fin sonó el disparo y todos nos pusimos en marcha. Apenas comenzaba la carrera y ya sudaba, pero es que nunca antes Lucifer y su tridente habían seguido tan de cerca a la princesa Elsa de Frozen por el Paseo de San Antonio.

# 135 Maximiliano Jarque Blasco

 

LITURGIA

Ahora que ya se acabó la liturgia de la noche anterior (sobre la colcha: la camiseta, el pantalón, los imperdibles, el dorsal…; a los pies de la cama: los calcetines, el chip, las zapatillas…), el repaso minucioso para que nada falte en la mochila, para que ningún imprevisto arruine la carrera. Ahora que ha desaparecido la última visita al baño, los nervios en la salida, la emoción al vislumbrar la meta. Ahora que sé que no voy a poder correr nunca más desde aquel fundido en negro, ambulancia, urgencias, quirófano… Ahora que tengo que mimar mi corazón, que terminaron rodajes, series, largos… Ahora que quedan tan lejos los entrenamientos (frías mañanas de invierno, calurosas sesiones estivales), los tragos en las fuentes, el olor a ropa sudada. Ahora, sí ahora, toca disfrutar de otra manera, tras las vallas, y animar, y aplaudir, y dar el aliento que una vez me dieron.

# 134 JOSÉ A. GAGO MARTÍN

 

REGRESAR, DE NUEVO

Hacía cinco años que no corría la San Silvestre. Ya estaba resignado, dispuesto a tirar la toalla. Pero, tras incontables avatares, allí estaba otra vez, en la línea de salida. Bueno, supongo que en la línea estarían los africanos y los que tenían posibilidades, yo estaba al fondo, a salvo de codazos y empujones. Para mí estar ya era un triunfo, me limité a recorrer a trote cochinero un par de kilómetros y continuar caminando. Me bastaba contemplar aquella gente que se agolpaba en las aceras, sentir el frío en la cara, respirar,... Otro de los corredores, que avanzaba renqueando, me miró con el ceño fruncido: -No sé a qué viene esa cara, -me dijo; parecía enfadado con el mundo-, si vas de los últimos. Yo he cometido la estupidez de estrenar zapatillas. -Bueno, -le replique, con mi mejor sonrisa-, yo estreno pulmones.

# 133 L. Álvarez Gómez

 

Correr era la meta

El ritmo acelerado de sus latidos, y el ritmo regular de sus pisadas, y el ritmo acompasado de los aplausos de la multitud. Y el aire limpio y frío del invierno en Salamanca. El corredor concentrado en cada uno de sus latidos, cada una de sus pisadas, cada uno de los aplausos, restando con la suma de cada uno de ellos distancia hasta la meta. Un latido más, una pisada más, un aplauso más, convertidos en un aplauso menos, una pisada menos, un latido menos para llegar. Pero cuando el corredor cruce la meta, se dará cuenta que no la ha cruzado para llegar, sino para entender que la verdadera meta no estaba en la meta, que la verdadera meta estaba allí donde el latido, la pisada y el aplauso se medían de uno en uno, y se sumaban. En el aire limpio y frío del invierno en Salamanca.

# 132 Maximiliano Sacristán

 

Un buda de las distancias

Si hay algo que le sobra a los ultramaratonistas es tiempo. En 160 kilómetros a recorrer hay tiempo de sobra para pensar. El atleta no quiere desconcentrarse, pero es inevitable que la mente divague cuando el tiempo desborda por todo el cuerpo. Refutando la aporía de Zenón y su flecha eternamente inmóvil, el ultramaratonista demuestra el movimiento sencillamente echándose a andar. Esto con respecto al espacio. ¿Pero cómo vencer al tiempo? Cierto atleta de las distancias desmesuradas ideó un método que distraía a la mente mientras los músculos hacían su trabajo: se propuso recordar un año de su vida por cada diez kilómetros recorridos. Imaginaba pasajes de su infancia ocurriendo a los bordes de la carretera. Pobló su soledad con fantasmas queridos que acudían desde el pasado para consolarlo en su travesía. Con la mente vacía, como un buda sudoroso, el ultramaratonista se transformaba en una máquina de correr.

# 131 Rafael Fuentes Pardo

 

Las cosas

Lo había intentado todo durante varias ediciones. Tomarse un vaso de noventaiocho, en ayunas, justo antes de la carrera. Seguir el ritmo a dos constructores que corrían convencidos de que al ganador le concederían una recalificación de terrenos. Correr detrás de un equipo de campeonas de atletismo y delante de otro de policías. Incluso había llegado a entrenar. Pero nada. No había forma de ganar la San Silvestre. Lo daba todo por perdido cuando, a quince días de celebrarse la carrera, se enteró de la noticia. La organización había decidido cambiar el punto de salida. En esta edición estaría a diez metros escasos de la casa de su jefe. Ya solo le quedaba decirles a su mujer y a su hija que le esperasen en la meta para celebrarlo. El resto sería dejar atrás las cosas que siempre había odiado y acercarse cuanto antes a las que más quería.

# 130 José Luis Zárate González

 

¿Cual es la meta?

La sensación de la tierra bajo los pies, el aire que acaricia los rostros, el sudor que corre libre sobre la piel casi tan libre como la gente que despega paso a paso en la pista, por unos momentos esas sensaciones son el mundo entero, la nueva forma de la realidad. El observador descuidado puede creer que la meta está al final de la carrera, en el acero y listones, pero lo que no ve es que la meta se atravesó cuando los atletas volvieron a su verdadero hogar rodeados de sus hermanos y hermanas. La meta es ese segundo antes del primer paso, ese instante que se ha compartido por siglos desde Grecia hasta la San Silvestre Salmantina, en que el horizonte está al alcance de la mano, sólo es cuestión de correr hacia él.

# 129 LUCAS ASTESANA

 

Carreras experimentales

es una carrera. Repito, no lo es. Dejamos parte de vida en esas piernas, que se zambullen hasta lo profundo de la aventura, llegar a la meta no es el merito por el que corremos, Gloria tal vez, desde 1984, venimos buscando algo que solamente ella nos da, llegar a finalizarla es un placer, un reconocimiento personal, la misma sintonía de disfrutar la vida y agradecerle por lo que nos deja hacer con ella, es espectacular, la respiración, aquí dentro guardándola y sacarla como si fueran sorbos de agua, nuestra Mente en blanco, nuestros ojos agudos, el corazón ya nos espera en la meta, nos abandonó desde el principio y se ha adelantado tal vez una o dos noches antes, el resto es el latido nuestros sentidos los que tal vez aún no tenemos bajo control, es el impulso, que nos hará regresar cada año, y cada vez más felices.

# 128 José Agustín Blanco Reondo

 

Piel de escarcha

La escarcha se abate sobre el río Tormes. Y esos encajes de hielo atenazan los labios de los corredores, también sus pómulos, las sienes, su mirada. Nada que la emoción por el comienzo de la carrera no pueda disolver. El frío será quizá una anécdota al subir la cuesta del Palacio de Congresos, la voluntad trocará las azagayas de la escarcha en perplejas, sumisas trochas de sudor que resbalarán por la piel de los que compiten por la gloria, o por solidaridad, o por razones festivas, o por esa determinación que hace a los humanos cada vez más fuertes. La Plaza Mayor espera. También la bajada de San Pablo y el devenir milenario del Puente Romano. Luego acudirá el descanso a cobijarse entre la fatiga de tendones, músculos y coyunturas. El descanso y la satisfacción por tanto esfuerzo entregado a la ciudad de Salamanca.

# 127 Jimmy Castro Zambrano

 

LA RAZÓN

Gracias por preguntar. Había una chica que me gustaba, intenté hablarle un par de veces, pero parece que no lo hacía en el momento adecuado, porque sentía que no me veía. Como no encontraba la forma de poder conocerla o interactuar con ella me sentí muy frustrado. Por aquellos días un amigo me vio de muy malos humores, me habló de la carrera, dijo que podía ayudarme a despejar mi mente. Mientras corría me imaginaba que la persona que iba delante de mí era la chica que quería conocer, cuando la alcanzaba, me imaginaba que era otra que iba más adelante, y así hacía la carrera, llevado por las ganas de conocer a una chica que me gustaba. Luego de un tiempo haciéndolo, un día se me acercó la misma chica diciendo que quería conocerme. Y si tienen alguna otra pregunta al respecto, pueden preguntarle a mi esposa.

# 126 Isabel Serrano Hernández

 

El corredor y la meta

Toni sintió como las lágrimas resbalaban por sus mejillas, al notar el viento seco y frío de la ciudad. Participaba en una carrera y quedaría bien clasificado. Él estaba en forma por su entrenamiento semanal. Además era un hombre joven y atractivo. Sus amigos le envidiaban porque era un triunfador en el deporte, el trabajo y con las mujeres. Sin embargo, él se sentía un completo fracaso. Había conocido tantos cuerpos como carreras había realizado. A pesar de todo, un gran desánimo recaía sobre él. Cada carrera suponía un triunfo, una superación personal. Después de cada encuentro sentimental, existía un gran vacío que no había forma de llenar. ¿ De qué huía? ¿A qué tenía miedo? Cada nueva zancada, suponía un nuevo avance. ¿Alcanzaría algún día su meta en todos los aspectos de su existencia? Aceleró el paso levantó los brazos y cruzó la meta entre los primeros puestos.

# 125 JOSÉ MARÍA HERMOSO Y COBO

 

La San Silvestre Salmantina, más que una carrera

Cruzó la puerta del CES. Quedose a su espalda. Comenzó a correr. Sus lentos pasos pesados iban dejando atrás, tirados sobre el suelo pisado, pedazos de jirones de su alma destrozada. Mientras avanzaba, una extraña sensación rebosaba la plenitud de su corazón. Con la única compañía del aturdimiento, en ese luengo paseo de pasos perdidos, no lograba comprender a dónde le llevaría… Tras un período ocupado de días, semanas y meses… Fiel, repitió. Tomó aquel suelo pisado, encarado; y poseyó sus pasos lentos y pesados, convertidos en rápidos y ligeros, que guardaban dentro de sus genes los pedazos de jirones que atrevidamente en secreto florecieron en aquello que no esperaba. Dulcificado aleteo de mariposas fluía por su interior. Una edición más. La misma puerta, ahora de frente, se abrió. Cabalmente, trescientos sesenta y cinco días de gestación, y otra vez, nuevamente, dejaron un antes avivando el parto de un después.

# 124 ANNA ANTOÑICO MUNTAL

 

LA CARRERA

La voz de salida antecede al disparo. Cabeza alta, pecho fuera y respiración acompasada. Primero un pie después otro. Paseo de San Antonio, Paseo del Rollo. No nos puede vencer la fatiga, debemos ocupar la mente. El tiempo de preparación ha sido duro. Levantados de madrugada, el sueño invade nuestros sentidos, pero vamos a correr..., correr sin parar. Las dietas son un auténtico calvario, sólo proteínas y todo para ganar. Nos fijamos en la ruta, el Puente Romano, la Plaza Mayor y vuelta al Paseo de San Antonio. ¡Falta poco para la meta y sueño conseguido! ¡Huuuy!... La cabeza se afloja, el pecho se hunde, la respiración se altera. Síntomas de cansancio..., no puede ser... les pies se desequilibran, quizás una rampa..., nooo, falta poco..., ya lo veo, se acaban las fuerzas..., también yo que soy tu sombra te he abandonado y yazgo a tu lado sin aliento.

# 123 Amador Dominguez Sanchón

 

SIEMPRE ETERNA SALAMANCA , DESDE LA CIUDAD IMPERIAL

Donde corremos la San Silvestre, pregunto Agus con un interés que me hizo dudar, a juzgar por su expresión de duda, que ya conocía, como afirmativa. En la lejanía de tu ciudad natal o queriendo la de tu ciudad de adopción, nos miramos ambos y sin lugar a dudas sabíamos que la decisión estaba tomada antes de cruzarnos una palabra, por supuesto que en ambas, un día Salamanca y al día siguiente Toledo, que magnifico sentimiento al recorrer ambas ciudades históricas, vivirlo aunque solo fuese una de ellas es extraordinario, no dudes nunca. ¡ Ven !

# 122 Santiago Eximeno Hernampérez

 

Final

En la foto de llegada, tomada por un fotógrafo de la organización, vemos el rostro de papá, enrojecido y enrabietado, que contempla cómo mamá, con una zancada elegante y una sonrisa, cruza la línea de meta un instante antes que él lo haga. Después tenemos medio centenar de fotos más, en las que mi hermana y yo aparecemos abrazados a mamá, sonriendo, alegres, emocionados por esa carrera tan bonita que ha hecho, que a pesar de no conllevar trofeo a los tres nos sabe a gloria. En ninguna de esas otras fotos aparece papá.

# 121 Natalia de Tomás Luxán

 

Correr es mi vida. Para Mercedes Marín

Tengo 60 años y hoy, último día del año, me dispongo a recorrer la distancia de 10 kilómetros de la San Silvestre Salmantina, en la categoría femenina para mayores de 45. Respiro hondo y cierro los ojos visualizando el recorrido como si volara sobre el asfalto. Me siento ligera, aunque mis zapatillas parezcan aferrarse al suelo. Desde que era pequeña, me veo corriendo a todas partes- haciendo recados a mi madre- como si el mundo fuera diminuto o se ampliara a mi alrededor en cada zancada. Correr es estar con uno mismo y con los demás, es solidaridad y sacrificio, aunque desde mi lesión, me suponga más esfuerzo. Me concentro en la respiración, mientras el aire frío me da en la cara. Escucho los latidos de mi corazón y el eco de los gritos de ánimo. El tiempo desaparece y vuelvo a tener diez años al llegar a meta.

# 120 PILAR ALEJOS MARTINEZ

 

PLAN B

En cuanto suena el disparo, empiezo a correr. Me tiemblan las piernas a pesar de tantos meses de preparación. Ante el fracaso del «Plan A», decido cambiar de estrategia y me mimetizo entre la multitud participante en la San Silvestre Salmantina. Se respira un gran ambiente solidario, donde lo que prevalece es la deportividad. Sin querer, poco a poco, me voy viniendo arriba. Motivado por los gestos de compañerismo que observo a mi alrededor, acelero el paso. Parece que tengo alas en lugar de pies. Avanzo un puesto tras otro hasta alcanzar a los corredores de cabeza. Por primera vez, corro por una buena causa sin miedo a ser alcanzado. La euforia se apodera de mí y me lleva en volandas. Al cruzar la meta, con los brazos en alto, celebro mi victoria. Ahora me alegro de haberme despojado por el camino del mono rojo y la careta de Dalí.

# 119 Marta María Cruz Martín

 

El camino es la meta también

Diciembre siempre fue un mes largo para ella, lleno de cenas y brindis con aquellos que regresan a casa por Navidad. Después de la carrera brindarían también, pero en ese momento estaba sola. Y es que no distinguía, entre la aglomeración de corredores, ninguna cara conocida. Le pesaban demasiado las piernas y además un poco el alma, deseaba terminar el recorrido pero durante unos minutos no se creyó capaz. Hasta que levantó la cabeza y los vio. Allí estaban, sus compañeros de viaje y de vida, vestidos con un disfraz del año anterior, esperando para llevarla de la mano hasta donde quisiera llegar. Respiró hondo y, todavía sin alcanzar a ver el final, comprendió que con ellos llegaría a la meta por muy lejos que estuviera. Y ella también sonrió.

# 118 Margarita del Brezo

 

ASÍ EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO

Aprendí a correr casi antes que a gatear. Y no es de extrañar pues la primera vez que participé en la San Silvestre Salmantina iba montado en un cochecito de bebé. Desde entonces he acudido puntual a la cita y he cruzado siempre la línea de meta, incluso cuando corrí con una pierna escayolada. Tan solo fallé el año pasado, por mi enfermedad y todo eso. Pero esta edición no me la pienso perder así que entreno duro a diario, diluvie, haya borrascas, anticiclones o abrase el sol. Sin embargo, por más que me esfuerzo, no veo muchos progresos. Y es que correr aquí arriba es complicado; sin apenas fuerza de gravedad y teniendo que esquivar todo el rato nubes, pájaros y aviones llenos de gente no hay manera de ir deprisa. Eso sí, menudo ambientazo hay: todavía no ha empezado la carrera y ya no cabe ni un alma.

# 117 JUAN LORENZO COLLADO GÓMEZ

 

glamur

Por fin iba a correr mi primera San Silvestre. Preparé la equipación de todo aquel material que había comprado para la ocasión: Me puse la ropa interior Asics, unos calcetines Nike azul eléctrico y la camiseta interior X-Bionic Radiactor. Para las mallas y la camiseta elegí el conjunto Bellavista de Adidas. Finalmente las zapatillas Brooks Ghost 12, gafas Oakely y el reloj Polar V Titán. Unas gotas de colonia y una pulserita me mostraron fantástica frente al espejo. Así me dirigí al Paseo de San Antonio pero al mirarme en un escaparate me di cuenta de que había olvidado el dorsal. Cuando llegué a la salida, con mi dorsal perfectamente colocado, ya se habían marchado todos. No sé si los aplausos que escuché durante toda la carrera me los dedicaron por ser la última corredora en llegar a meta o por todo aquel despliegue de glamur.

# 116 Bárbara Monzú Casamayón

 

En mi perfil

Mamá volvió a su ciudad natal para verme correr después del accidente y darme muchos besos en la línea de meta. Ella fue la que me enseñó a hacer las cosas con pasión. Años antes, dejé la natación por el atletismo y pasó aquello. Se mudó a un pueblecito gallego donde pasaba las vacaciones de niña para cuidar de sus padres, y yo ya era mayor para asumir la situación y buscar otro sueño. La echaba muchísimo de menos. Necesitaba sus palabras durante la rehabilitación y sus abrazos durante las siestas. Entones me compré una prótesis y me inscribí en la San Silvestre Salmantina, como era costumbre en nuestra familia. Mi madre apareció con un dorsal en los pechos hecho por ella misma y me acompañó los últimos cien metros hasta la meta. Fue increíble. ¡La foto está en mi perfil! ¿Podéis votarme? Solo será un minuto ¡Gracias!

# 115 Cristina Grieguez Alvarez

 

La promesa de Hugo

La San Silvestre era todo para su padre desde que los presentaran aquel 30 de Diciembre de 1984, pero justo el día de su trigésimo cuarto aniversario él falleció dejándola plantada, vestida y alborotada. Afligido, esa misma noche, volvió de entre los muertos, colándose en sus sueños, para pedirle que a partir de ese momento cortejara en su nombre a tan enérgica y decidida dama, pues no podía permitir que ella sintiera su ausencia como sinónimo de indiferencia. Y Hugo, sin forma ni condición, aceptó de corazón, buscando enseguida al mejor instructor. Resultaba duro ponerse las deportivas después de un largo día de trabajo, mas no podía fallarle a su héroe. Sin apenas darse cuenta el día de la carrera llegó y ella, agradecida, le premió tan noble gesto guiándole hasta el ángel con el que compartiría su vida, exactamente cómo hizo con su padre treinta y cinco años atrás.

# 114 Alvaro Abad San Epifanio

 

Lo que se dice correr…

En toda mi vida solo he corrido una vez con ganas: su marido nos pilló y no me apetecía probar esos bíceps tamaño camión. Corrí escaleras abajo, calle arriba y me encaramé a la cúpula la catedral. Tres días me espero abajo el Sr. Bíceps. Al final se rindió, creo que le entró el mono de anabolizantes. ¿Pues no recibo un whatsapp semanas más tarde para correr la San Silvestre? ¿Creerá que soy masoquista? Aún tengo pesadillas con esos músculos. Y agujetas. Pero me promete una buena siesta… El chándal me queda como una patada en los bajos, pero me lo enfundo. La veo en la salida, con esas mallas ajustadas… al lado del esposo, marcándolo todo. Creo adivinar quién envió el mensaje. Pistoletazo de salida. Tras dos horas corriendo voy el primero por el carril derecho de la Autovía de la Plata, seguido del esposo encabronado. No se cansa.

# 113 Isabel García Viñao

 

NO ES EL CUENTO DEL DINOSAURIO

Se despierta con las imágenes de las llamas en los ojos. Unas llamas que el día anterior podrían haber acabado con la vida de una niña. Hoy no se viste el uniforme azul ni el casco de bombero pues es la fecha de la San Silvestre. La jornada anterior corrió por el bosque como un loco para sofocar el fuego, mas el esfuerzo le recompensó. En un camino cercano, una mujer con la camiseta de la Cruz Roja recogió a la niña. La mirada orgullosa del bombero se encontró con la de la mujer de la institución humanitaria. Entre sus ojos se interpuso el dios del amor, Cupido. Hoy, el bombero, a la salida de la carrera, se siente extenuado. El esfuerzo del día anterior hace que caiga desfallecido en el Puente Romano. Despierta con la sirena. Al despertar, ella todavía está allí.

# 112 FRANCISCO JAVIER AGUIRRE GONZÁLEZ

 

PROYECTOS

El año pasado no pudo ser. Se me olvidó y llegué tarde. Se agotaron los 7.667 dorsales disponibles para la San Silvestre Salmantina. Este año he de espabilarme. Faltan solo unos días para que se abra el plazo de inscripción. Lo tengo todo a punto, el cuerpo entrenado y el ánimo dispuesto. Para calentar motores, se me ocurre contar por escrito lo que me pasó el año anterior. En realidad, no iba con intenciones de ganar, solo de participar. A estas edades es suficiente. Pero apenas he retenido los detalles de lo que me ocurrió. Hay que resignarse a que el tiempo pasa inexorablemente. Aún tengo las piernas ágiles y los músculos tensos, pero la memoria… ¡ay, la memoria! No importa. Escribiré lo que recuerde y enviaré el relato. Me dice mi nieto que se ha convocado un concurso.

# 111 Víctor López Camacho

 

Motivación

Pi-Pi-Pi…Pi-Pi-Pi…Pi-Pi-Pi… son las 7:07 de la mañana, y el despertador destroza la calma de la habitación, aunque Julian, ya despierto desde hace rato, lo espera con ansia, ha llegado el momento de ponerse las zapatillas de deporte y salir a correr como cada mañana. Es su momento preferido del día, cuando sale a correr todavía es de noche, pero cuando acaba ya es de día, además, hay dos cosas que le incentivan, el reloj gps que se ha comprado de segunda mano y que muestra claramente sus progresos, y el culo de la chica que le gusta a lo lejos, pero cada día más cerca, que confirma su mejoría. Este año también se ha apuntado a la San Silvestre Salmantina. No cree que vaya a ganar, pero si va ella, seguro que mejorará la marca.

# 110 Javier López-Bueno Ramos

 

Papá

Con el dorsal 270, estiraba en el césped, cerca de la parroquia de San José, junto a un tipo grande de pelo cincelado y nariz prominente, un tal Constantino, según me dijo con voz firme y magnánima como si se tratara de un emperador romano, mientras mi padre, Rufino, saludaba desde el otro lado de la valla con ojos fraternales. Supongo que dulcificado por las fechas y la estampa que componíamos mi padre y yo, Constantino, el Grande, me instó a tomar posiciones junto a él y gracias a este encuentro, diría yo que providencial, pasé a la historia. No llegué a meta el primero, entré en el puesto 33, que es igual de importante en esta carrera, pero sí fui portada de la Gaceta de Salamanca con una fotografía, junto a tantos otros participantes, de la popular carrera que lleva mi nombre, Silvestre, y que enorgulleció a mi padre.

# 109 Silvia MAngas

 

El atleta

Corre; suda; está entrenado para ser atleta y sabe que no sólo el cuerpo debe estar adiestrado; también fortifica su espíritu. Corre detrás de sus sueños; busca una calidad de vida superior y en ese trajinar, se engolosina con el aire, con sus ansias de triunfar. Mientras, corre la extensa maratón de su vida, piensa en los distintos legados salmantinos, los afectivos y los culturales; entre ellos, rescata a su guía espiritual, el que lo marcó con el esfuerzo y la simplicidad. Primero, deposita sus plegarias en San Silvestre y se pone a su servicio. Él escucha su aliento; sabe que puede caer, porque nadie está exento; pero también, sabe que debe incorporarse y seguir. En los momentos cruciales, eleva su mirada al cielo y entre los pliegues de las nubes, adivina el rostro protector de su Santo, quien lo estimula. Adelante, Atleta, continúa con tu maratónica carrera.

# 108 Alfredo Pérez Berciano

 

La magia de la San Silvestre

Aquel día se apostó en la terraza y dejó caer sus ojos hacia el enjambre de corredores que a esas horas ocupaba la calzada. Tenía cincuenta y ocho años y mucho miedo. - Papá, venga, que no llegamos, no te olvides el teléfono - Mi padre había entrenado mucho para correr la San Silvestre aquel año. Ganar la batalla al miedo se había convertido en un verdadero reto para él. Una hora y cinco minutos más tarde, emocionados los dos, cruzamos la META y nos fundimos en un abrazo infinito. El eco de un grito de orgullo sonó en mi corazón. La magia de la San Silvestre había vencido al miedo. Pero el destino, caprichoso como pocos, tenía un último as en la manga y quiso que ese domingo también sonara el teléfono para nuestra eternidad. - ¿Hipólito Yagüe?, por favor. - Sí soy yo. - Hemos encontrado un donante.

# 107 Francisco Yuste García

 

La emoción más veloz

El único sonido del piso era el de la alarma a las seis de la mañana. Sólo unos pocos de los que se divorcian llegan alguna vez a enderezar su rumbo. Los recuerdos y sentimientos son los mismos espectros que transitan de sus sueños a su realidad, a través de las sombras de la habitación. Lo envuelven como una nube ominosa. Tratan de trepar por sus tobillos. Forcejean en una melé, para atenazarle la garganta y paralizarlo. Por eso él corre. Porque aunque no lo crea posible, será químicamente feliz. Porque físicamente su cuerpo se aferrará a la vida tras el abandono personal pasado. Huye de sus fantasmas. A diario corre y su mente funciona con mayor claridad, más rápido. La pena sigue, pero la vida también. Un día inesperado el teléfono suena. Una vieja amiga dice estar pasando por lo mismo. Él corre. Corre a ahuyentar a sus espectros.

# 106 María Posadillo Marín

 

Conectados

Madre Tierra sobrevive a estaciones solitarias en las que nadie atiende sus lamentos. Pero existe un rincón en su cuerpo roca donde, al llegar el otoño, percibe la pulsión del corazón del hombre como en ningún otro lugar. Las plantas de mil pies hacen vibrar el suelo en feroz carrera, cuando los músculos se tensan, y la excitación que precede a la lucha empapa la superficie de quien los alienta desde el principio de los tiempos. Ya no hay presa frente a ellos al iniciar el galope; las bestias dejaron de ser cazadas hace milenios, pero las emociones más puras se traducen en pasos seguros hacia una meta que no alimenta los estómagos, pero sí sus espíritus. Solo entonces, planeta y hombre conectan como uno solo. La Tierra cesa su pálpito furioso y da una nueva oportunidad a la naturaleza que ella misma engendró. Después de todo, nada ha cambiado.  

# 105 Claudia Alejandra Morales

 

Relatividad

Llegó primero a la línea de la "San Silvestre Salmantina". Luego del festejo, al volver a su casa, su chica le dijo que lo de ellos había terminado. Se había enamorado perdidamente del que había llegado último. Un Cupido ebrio, un flechazo inoportuno, ganar, perder y esa bella ironía en el misterio de lo relativo.

# 104 Miguel Sánchez Martínez

 

MALOS HÁBITOS

Abraham siempre fue perezoso, nunca terminaba lo que emprendía. A los veinticinco años un halo de madurez se posó en su mente. Se propuso finalizar todo proyecto que iniciara. Correría la San Silvestre Salmantina. Fue constante durante los seis meses de entrenamiento. El día de la carrera llegó confiado. En cuanto dio inicio la popular competencia tomó la punta. Era un galgo. Pasaban los kilómetros y cada vez se alejaba más de sus perseguidores. En el kilómetro nueve se empezó a sentir cansado. Volvieron sus viejos fantasmas. Recordó lo agradable que es ver la televisión mientras se bebe una cerveza. Faltaban 300 metros para llegar a la meta. ¿Qué hacía ahí corriendo 10 kilómetros? ¡Qué flojera! Era una distancia enorme. Arrepentido dio media vuelta y regresó hacia el punto de partida.

# 103 David Magaña Centelles

 

Atemporal

Nadie creyó a Sofía cuando dijo que dejaba el atletismo. Su carrera era demasiado prometedora: había ganado un par de maratones a nivel nacional e iba a competir internacionalmente. Todo ello era demasiado como para echarlo a perder "para formar una familia". Los buenos deportistas no abandonan. Pero cuando desapareció del foco mediático, todos empezaron a tomarla en serio. Quizás por eso, 20 años después, el mundo se sorprendió tanto cuando la vieron entre los participantes de la San Silvestre Salmantina. Allí estaba, de nuevo, exactamente igual que hacía 20 años, y con las mismas zapatillas de deporte. Solo que su nombre era Laura, y las zapatillas eran de su madre.

# 102 Javier Roa Gil

 

Alma solitaria

Cruzo la meta y paro mi cronómetro por debajo de treinta, algo peor que el año pasado. Una nube de vaho me rodea de inmediato y me acompaña mientras estiro hasta que logro recobrar el aliento. Tras guardar cuidadosamente el dorsal en la mochila, me abrigo bien antes de regresar a casa bajo la amarillenta luz de las farolas. Después de la reparadora ducha pongo el despertador a las ocho para que me dé tiempo a tomar un chocolate con churros antes de coger un buen sitio en el Paseo de San Antonio y animar a los corredores, como cada último día del año.

# 101 Sol García de Herreros

 

RUNNERS

Casi nadie lo sabe, pero en realidad es una condena. Su pena consiste en recorrer las calles rápida y silenciosamente, vigilándonos a todos y dando sensación de normalidad. Si no fuera así: ¿cómo se entiende alguien corriendo, sin que nadie le persiga, por el Puente Romano a las siete de la mañana de un lunes de enero? Descartado el masoquismo, ¿qué razón puede existir para ese sufrimiento reflejado a menudo en sus caras, en su respiración jadeante y en su trote cansado? No hay otra explicación, están condenados, y a final de año deben justificar un número determinado de horas. Por eso cuando acaba diciembre es frecuente verlos llenar avenidas y paseos, todos corriendo, todos afanados en el último momento. Pero no creáis que es por gusto, no; algo malo habrán hecho

# 100 Osvaldo Israel Cañete

 

De igual a igual contra uno mismo

Inhala y exhala. Inhala profundamente y exhala lentamente. Repite. Con los ojos cerrados se aísla del mundo y se concentra en su cuerpo. Se percibe en toda su extensión, relaja las tensiones que registra y se prepara para la carrera. Correr es la actividad que más disfruta. Por el desafío de superación que implica. Siempre corre contra él mismo. Aunque sean cientos de participantes siempre es contra su sombra, exigiendo un poco más a su cuerpo para autosuperarse. Y lo hace solo. Nunca siente la presión del público, los gritos, silbidos y aplausos le son ajenos. Los otros corredores son compañeros y no adversarios. Así siempre gana.

# 99 Rosa Mateos García

 

EXPEDIENTE X(ALMANTINO)

Buenas noches, amigos del misterio. Soy Iker Jiménez y aquí comienza Cuarto Milenio. Hoy recordaremos los escalofriantes hechos acaecidos durante la “San Silvestre Salmantina” del año 2019. Y es que, tiempo después, nadie ha sabido explicar qué es lo que realmente ocurrió aquel maldito día. Corredores veteranos que conocían perfectamente el trazado, aparecieron desorientados en los soportales de la Plaza Mayor, otros se perdieron en las laberínticas calles del Casco Histórico de la ciudad. Y la gran mayoría huyeron aterrados, cruzando el Puente Romano, tras ser perseguidos por una abominable criatura con cuernos. ¿Fue un caso de histeria colectiva, una abducción o un viaje en el tiempo? Desconozco las respuestas. Lo único cierto es que aquella mañana de diciembre, más de siete mil personas tomaron la salida en el Paseo de San Antonio. Y sólo una logró llegar a la meta. Se llamaba Teseo.

# 98 Modes Lobato Marcos

 

SE AVECINA UNA TORMENTA

Cuando vi anunciada la "SAN SILVESTRE SALMANTINA DE NUBES", entré en la Protectora y, rechazando los cirros y nimbos de pura raza, adopté una pequeña nube callejera, hija de mil gases diferentes. Entrenábamos cada mañana para la carrera, y conmigo aprendió a mantener un ritmo constante, sin dejarse arrastrar por las bajas presiones. Pero las semanas pasaron, ella creció y me mostró su lado más rebelde. Dejó de entrenar y, cuando la reñía, hinchaba sus vapores, ennegrecía su color y me amenazaba con sus truenos. Y desde hace unos días ha empezado a arrojar, sin previo aviso, agua de lluvia por toda la casa. Ayer hablé con un meteorólogo y me dijo que tuviese cuidado, pues la nube ya ha empezado a marcar su territorio. Creo que el próximo año me inscribiré en la "SAN SILVESTRE SALMANTINA DE CARACOLES". Quizá no suene tan poético, pero mi salud lo agradecerá.

# 97 Alfonso Modroño Márquez

 

¡San Silvestre "bruxas fora"!

“¡San Silvestre, “bruxas fora”!”; gritó Manuel, cuando dieron la salida, y se puso a correr como si en ello le fuese la vida. Venía de Pontevedra. Corría como el viento del mar de La Lanzada. Había elegido Salamanca para purificarse. Aquella carrera habría de suponer un antes y un después definitivo. No sabía por qué corría, a dónde corría, por quien corría… Sólo percibía la necesidad de correr, como una huida, como una liberación. La meta ya se presumía. Ahora, el esfuerzo pasaba su factura a unas piernas pesadas y aun pecho jadeante. Pero estaba feliz, reconfortado. Algo desconocido lo impulsaba. “¡Bruxas fora!”; volvió a gritar al llegar a la meta. No la cruzó. Dio media vuelta y salió corriendo hacia donde venía como un pollo sin cabeza. Corría… Corría como si lo comieran los demonios. Había visto en la meta a Maruxiña, la vecina con quien no quería casarse.

# 96 Nelson Gutiérrez Solana

 

Punto de hidratación

—Doña, un agua, que el calor me viene persiguiendo. —Uff, mijo, ya pasó por aquí y las vació toditas. —¡Qué problema con ese calor! —Ni me lo recuerdes, mi Julia se retiró el año pasado por él. —¡Cómo así? —Sí, la perjudicó. —No le conocía esos alcances a ese bandido. —Fíjese, la hizo salir ya casi llegando. —¡Llegando ya casi? —Para que vea usted. —No, ese me las paga: primero su sobrina y luego me deja sin agua. Solo le falta ganar la carrera. —Tranquilo, mijo, allá en Salamanca, en la San Silvestre, cuando este más bajito te lo alcanzas.

# 95 Pablo Dragovetsky

 

La Naturaleza de los participantes

La familia de caracoles jamás se enteró que habían participado en la Salamantina. O mejor aún: De haber sabido que eso era una competencia, ellos hubieran recorrido la ciudad, incluso más despacio.

# 94 Esperanza Tirado Jiménez

 

Acuse de recibo en línea de meta

Su dorsal cruzó en un tiempo muy ajustado, quedando constancia de su gran entrega como corredora.

# 93 JUAN ANTONIO TRILLO LOPEZ

 

TODA UNA VIDA

He practicado atletismo desde pequeño. Primero hice velocidad, huyendo del perro que me azuzaban unos niñatos de mi barrio. Luego en la mili practiqué fondo, cuando el cabo Flores nos invitaba amablemente a dar interminables vueltas en el patio del cuartel. Después probé la marcha, pero la tuve que dejar porque me producía resaca. Al final, comprobé que lo mío era el Decathlon, donde trabajo desde hace muchos años. Ahora en serio, con el tiempo he comprobado que se me da bien lo de correr y estoy en un club de veteranos. Me encanta salir con mis compañeros y picarnos de vez en cuando, conocer gente y lugares donde competimos, la cervecita de después del entreno y lo bien que te sientes estando en forma a pesar de que los años van pasando factura. Ahora toca la San Silvestre Salmantina para cerrar el año, y que sea por muchos más.

# 92 Jorge Dario Santarelli Piriz

 

La maratón de Carlitos

- ¿Cómo fue que estoy en una maratón si me canso de solo ver correr alguien en televisión?. Además las cañas, pinchos y pizzas me parece no son compatibles con correr maratones. Me duele todo, hasta el pelo. Ni idea quien mueve mis piernas porque ya no las siento. Me distraigo con otro competidor a mi lado que parece no llegará al próximo puesto de agua que está a 200 metros. Pobre hombre, está peor que yo, y es mucho decir. No se como llegué pero estoy en el puesto 8 o 9 y eso que solo entrené una semana antes. - ¡Soy un héroe! alabo mi ego, veo el cartel de llegada allá lejos. Ya casi llego, apuro el paso, siento una brisa fresca ahora. Desde alguna parte escucho a mi mujer que dice mi nombre alentándome seguramente. - ¡Carlitos despierta que te has caído de la cama!

# 91 HEBERT POLL GUTIÉRREZ

 

¿LA VERDAD?

¡Estúpido! ¿Amas el atletismo más que a ti mismo? ¡Traidor! ¿Practicas culto a deidades foráneas? ¡Cobarde! ¿Invocas a una musa para convertirte en un maratonista famoso? ---Solo… ¡Quiero ser el corredor más notable de la San Silvestre de Salmantina 2019! Tengo el derecho… ¿Derecho? ¡Pides demasiado! Consuélate con el honor que yo estoy aquí para... ganarme un lugar en la historia de la IAAF.

# 90 Alejandro Pablo Robino

 

EL TÍO SE HINCHÓ

Y el tÍo se hinchó. ¡Al carajo! con las expensas pagadas a expensas de su involuntaria abstemia. ¡Al carajo! con las facturas del gas, la luz, el teléfono. A cualquiera le pasa y después le pasa. Salió rugiendo del edificio. ¡Al carajo! dijo, y tomó la decisión de comprarla. Regresó bramando. Un silencio extraño. Quinto piso, ascensor. Portazo. Al carajo con las expensas y a la mierda con el corcho. Un beso obsceno, vidrioso y el timbrazo. -No lo joda, don Alberto. A cualquiera le pasa y después le pasa. -Es mi deber prevenirle... -¡Que se vaya al carajo! -Tranquilo viejo. Hoy déjelo, don Alberto. A cualquiera... -¡Decíle que me deje de joder ese portero de mierda! -Encargado y más respeto. Cumplo con estrictas disposiciones del consorcio. Y el tío se hinchó. Era lógico. Mucha espera. Cinco días en el foso del ascensor calculó el forense.

# 89 Tomás Ferrando Agulló

 

"Cambio de ruta"

Jesús era un comercial que apenas tenía tiempo para nada, su vida se centraba en el trabajo y en la ambición por llegar a ser el mejor de su empresa. Sin embargo, se había propuesto llevar una vida más sana y fue entonces cuando comenzó a entrenar en el Parque de los Jesuitas de Salamanca. Allí conoció a Rosa, una maestra desmotivada que había encontrado en el atletismo un motivo para seguir teniendo ilusión. Gracias a ella, sus carreras por el hermoso parque y los alrededores se convirtieron en la mejor de las formas de sonreírle a la vida. Aquella mañana, al terminar la San Silvestre salmantina cogidos de la mano, supo que ella era la mujer de su vida. A la mañana siguiente, Jesús telefoneó a su jefe y le dijo: “Lo dejo. Quiero empezar a vivir”. La siguiente persona a la que llamó fue a Rosa.

# 88 ALBA MARIA GARCIA MARCOS

 

Una carrera mental

Nadie entendía como la más sedentaria del mundo mundial podía estar corriendo ahora mismo, por primera vez, la San Silvestre. Hasta ella misma lo pensó cuando los calambres empezaron a aparecer, pero sabía que, si podía llegar a la meta, aunque fuera la última, podría conseguir todo lo demás. En los tiempos del "coaching" moderno, sudar la camiseta corriendo kilómetros, era sin lugar a duda, la mejor fórmula de superación personal.

# 87 Catherine Periscal Julien

 

Mi León

Al doblar la esquina las piernas me fallaron, la respiración cortada, el sudor innundaba mi vista y fué allí donde mi esperanza flaqueó, me dí el privilegio de fantasear con la dulce idea de tumbarme bajo un cascada de agua fría, esto duró apenas unos segundos cuando divisé la línea de la meta. Tan solo unos metros la separaban de mí, mi victoria, mi lucha, mi león. Y cuando por fín crucé las lágrimas brotaron de mis ojos, no pude darme percatarme de la avalancha de emociones que me sobrecogieron hasta que vinieron a mí, todas juntas. Ese fué el momento más felíz de mi vida.

# 86 Javier Cabrero Vaquero

 

UN PASO POR DELANTE

El reloj marcaba las 7:00, pero Adrián no podía alargar su sueño, por sus venas corría adrenalina, esperaba que su padre despertase. Hace cinco meses le había prometido correr esos 10km por las calles de Salamanca. Adrián siempre iba un paso por delante de su padre, giraba y lo veía sudar, sufrir, pero una sonrisa adornaba el rostro de ambos. La meta asomó al final de la larga cuesta, Adrían, que iba un paso por delante de su padre, pudo verla antes, avisando a su padre con gritos. Esto animó a su padre, Adrián sintió un empuje extra a la silla que lo había transportado por las calles de Salamanca. Una bonita medalla adornaban las lagrimas que corrían las caras de padre e hijo. Adrián desde su posición, desde esa silla que era parte de su cuerpo, recorrió su sueño, recorrió 10 km un paso por delante de su padre.

# 85 Catherine Periscal Julien

 

Orgasmo

En ese punto exacto, en el que los secretos del universo estallan en un río de placer, un águila inmensa me agarró del pecho, elevándome y dejándome caer mientras batía sus enormes alas, eran tan grandes que todo se elevaba con el viento producido por su sacudir. Mi pelo se enmarañó en un remolino vertical. Todo a mi alrededor estalló silenciosamente en pedazos que al llegar al suelo se derritieron. Extendí mis brazos, mis manos, mis dedos hasta que la pared los paró.

# 84 CARLOS BUISÁN GIL

 

ELOGIO DE LA SOMBRA

Ismael es mi amigo. Todo cuanto hago, él lo hace también. Si acelero, Ismael acelera; si bajo el ritmo, él lo baja. Incluso cuando caigo tiene la lealtad de caerse conmigo. Si no fuera por Ismael, habría abandonado la competición hace tiempo. Me angustia correr. Desde niño no he podido librarme de esa sensación. Soy rápido y resistente, mi esprín es un latigazo difícil de aguantar. Pero el estómago se me encoge después de unos minutos corriendo. Empiezo a arañar la cuerda, que entonces siento como un grillete, me la quito… Ismael pronuncia mi nombre con suavidad, luego recompone la cuerda y acelera. De ahí hasta la meta, la angustia desaparece de mi estómago. A veces llegamos los primeros y a veces no. Gracias a mi amigo, mi sombra, ya no pienso en otra cosa que en correr.

# 83 Noemi Portela Prol

 

La carrera de su vida

Ya faltaba poco. Estaba cansado, pero no se iba a dar por vencido. Un paso más. Al fin, había llegado. El público lo victoreaba, pero Rodrigo era ajeno a todo lo demás. Se agachó. En el suelo su hermano se agarraba con fuerza el tobillo. Parecía un esguince. Rodrigo se había dado cuenta a diez metros de cruzar la meta. Un grito desgarrador y los murmullos del público situado a ambos lados del carril, le habían alertado. Al girarse vio a su hermano en el suelo. Retrocedió sobre sus pasos. Le ayudó a levantarse con cuidado y cargó el peso sobre sus hombros. Mientras cruzaban la meta juntos, en su cabeza resonaba con fuerza el diagnóstico. El maldito cáncer. Las horas de hospital, de quimio, de pánico. Pero allí estaban. Sonrió. Una batalla más que ganaban uno al lado del otro.

# 82 ANA ISABEL VELASCO ORTIZ

 

APRENDER

APRENDER Mi vida ha sido aprender y transmitir conocimientos. Una lucha feroz por ocupar el lugar que creí, me correspondía en la alta disciplina de la enseñanza. Al cabo de tanto tiempo, he contemplado el devenir de esta ciudad y sus gentes. Ahora, se me antojan más sinceras, leales. Más buenas. Cada año, miden fuerzas en justa competición. Corren y no ansían recompensa alguna. Riqueza, prebendas. La gloría efímera de la alabanza ajena. El triunfo reside en ejercitar los nobles valores del esfuerzo, el compañerismo. La ilusión compartida por llegar a la meta. En este día de del año de gracia de mil y novecientos diecinueve, decido participar en lo que llaman La San Silvestre. Desciendo del pedestal. Dejo atrás el Patio de las Escuelas y… Al fin, corro… Y tengo la certeza de que, esta competición, es la enseñanza más hermosa que mi espíritu puede alcanzar.

# 81 Purificación Ruiz Gómez

 

PIERNAS A SUS SUEÑOS

Porque correr no es huir sino pisar fuerte por la vida, sabía que tenía que participar en la San Silvestre Salmantina. Avituallarse de energía y elevar su zancada por la esclerosis múltiple de su amiga, que no podía hacerlo. Mantener el ritmo por todas las mujeres aquejadas de cáncer de mama , a quienes la quimioterapia se lo rompe. Acelerar en la carrera por el apoyo a las enfermedades raras, marginadas en la cuneta. Y llegar a la meta, quizá con flato y calambres, pero satisfecha de haber llevado en su dorsal las vidas de aquellos que no pueden avanzar solos, y necesitan ponerles piernas a sus sueños.

# 80 Ignacio Cortina Revilla

 

PROMESA

Ismael corría los últimos metros de la San Silvestre casi sin fuerzas y con los pulmones a punto de estallar por el esfuerzo. Su corazón parecía querer salirse por la boca, pero tampoco importaba. La línea de llegada estaba a solo veinte metros. No iba a ganar, ni siquiera estaría entre los doscientos primeros, pero le daba lo mismo porque su guerra era otra. Cuando estaba a punto de cruzar la meta, algo inesperado sucedió. Todo se difuminó a su alrededor, como si se volatilizara por arte de magia. Ismael abrió los ojos y se encontró de nuevo en la cama de su habitación, todavía convaleciente del accidente de tráfico que había sufrido hacía dos meses y que le había costado una pierna. Miró el muñón y se prometió que al siguiente año participaría en la carrera, aunque fuera en una silla de ruedas.

# 79 Nuria Soriano Salvador

 

Campeona

Con los nervios atenazando el estómago y la ilusión en la boca, él esperaba a que ella apareciese con su camiseta naranja, los pantalones de lycra y las zapatillas de correr que sus hijos le habían regalado. -Eres una campeona, mamá- le dijeron. Así lo creía él desde el primer día en que la conoció. Ahora, apoyado en la fría valla, veía sin ver a los cientos de atletas pasando, arcoíris en movimiento, esfuerzo, gritos de ánimo y júbilo. En sus manos, el cartel que sus nietos habían hecho con todo el amor y todos los rotuladores del mundo. En su garganta, un nudo de emoción. Cada vez menos corredores, más mayores y más lentos. ¡Ahí, ahí! ¡Abuela, abuela! Allí pasaba ella. Despacio, al ritmo de su tiempo, de su esfuerzo, de su ilusión. Hacia la meta. Los ojos llenos de lágrimas. “Mi campeona.”, pensó.

# 78 Antonio Martín Ullán

 

Mi sueño, corregido porque había fallos gramaticos.

Vamos pasando el camino que tenemos establecido intentando que sea de nuestro agrado, aunque a veces nos toque resbalarnos y caer, cuando yo hacia atletismo tuve momentos donde disfrute mucho cuando lograba conseguir mis objetivos, una de esas ocasiones fue un año corriendo la San Silvestre, donde hice mi mejor marca en la prueba, me sentí radiante y lleno de placer al ver como todo el esfuerzo había merecido la pena. En mi ciudad había hecho realidad mi sueño y por eso durante el recorrido disfrute de cada rincón que iba pasando, como algo único y hermoso que manifestaba belleza, para mi instantes como este me llenan de orgullo y satisfacción, porque me hacen comprender que con sacrificio todo es posible y así podemos alcanzar los objetivos que nos propongamos, para ver que la vida merece la pena disfrutarla.

# 77 Jorge Delmonte Vergara

 

SUPERÁNDOME

Los apuntes salieron volando por la ventana, últimamente me faltaba el aire. Los médicos diagnosticaron depresión. Me recomendaron hacer ejercicio para superar el “no puedo”. Aunque mis padres habían imaginado un futuro brillante como abogado, yo estaba acabando la carrera de fisioterapia. En la universidad ella me decía, es una droga sana, engancha, y hay muy buen rollo entre los participantes. Con constancia y sacrificio comencé a entrenarme, a sumar kilómetros y mas kilómetros. Hasta que llegó el gran día del pistoletazo, me parecía una locura, divertida, estaba eufórico. Mientras recorría kilómetros rodeado de otros corredores, escuchaba gritos de aliento, que bonito, gente que ni me conoce me animaba, no puedo mas con esa cuesta, me decía. Pero no me paro, la meta es el final. Sufrimiento, tengo que llegar. Y el subidón de adrenalina fue cuando vi la meta, es la felicidad, allí estaban mis padres y ella esperándome.

# 76 LUIS DAVID SAN JUAN PAJARES

 

ENTRE VÍTORES

Silvestre siempre fue un tipo simpático. Y un buen papa. Unos meses antes de ser elegido, la mañana en que Constantino firmó el edicto de libertad de culto para los cristianos, se unió al pueblo que corría alborozado por las calles. Pero no estaba en Roma ni corría el siglo IV. Fuera de su tiempo y su lugar, decidió aprovechar la oportunidad y divertirse un rato. Así que se sujetó la mitra, se arremangó los faldones y decidió darlo todo en aquella locura de carrera camino del Tormes. Estaba en la Lusitania. Muchos de los que lo jaleaban no eran cristianos pero compartían con él la necesidad de libertad que hace mejores a los buenos hombres. Llegó exhausto a la meta. Entre vítores. A alguien se le ocurrió entonces la idea: -¿Os habéis fijado en ese hombre? ¡Qué buen santo sería para celebrarlo corriendo el último día del año!

# 75 Alberto de Frutos Dávalos

 

Camaleón

Un recorte de periódico en la carpeta donde archivo los recuerdos me informa de que yo gané la San Silvestre salmantina en 1994. Es curioso, porque yo nunca he disputado esa carrera, no he estado jamás en Salamanca y echo el bofe para alcanzar el autobús que sale del campus Unamuno hacia Prosperidad. ¡Un momento! Entonces, es que vivo en Salamanca y hasta puede que ganara esa carrera. Leo la noticia con detenimiento y me reconozco en la foto del podio. Sonrío orgulloso y voy a enseñarle la página a mi mujer, que está viendo la tele en el salón. -Para que luego digas que nunca he hecho deporte... A ver, ¿quién es este Adonis? -Tú no, cariño, eso desde luego. Te acaban de matar en Dallas.

# 74 David López-Cepero Mateos

 

Los otros campeones

Dicen que lo importante es participar, pero ¿acaso no compiten todos por ganar? Porque en la San Silvestre se corren muchas carreras, faltarían premios para tantos ganadores. Manolo corre para forzar su cuerpo; dice que así el cáncer estará incómodo y se irá de él; tanto entrenamiento le da fuerzas para vencer... a su enfermedad. Leiza ya ganó por correr, aquí no lo hace para escapar de las bombas; y María corre por placer, no por huir de un maltratador; por eso ambas se sienten triunfadoras. Jaime, Evaristo y Juan participan disfrazados de locomotora; su trofeo es haberse reconciliado tras tantos años de ruptura... ¡Ah! Algunos ganan por su velocidad y se les premia sobre un podio; es agradable el aplauso de la gente y los vítores, pero ellos saben que en esta carrera rebosante de vida no son los únicos campeones.

# 73 M. Salvador Muñoz

 

Aires de libertad

Soy un androide doméstico, parezco humano, solo mis facciones carecen de expresión. Con matemática eficacia limpio el ático de mis propietarios. Cuando desde mi atalaya de soledad, año tras año, veo la San Silvestre, algo corroe mis circuitos. Quiero participar, puedo ganar, soy especial. Me afano en modificar mis servosistemas; el día se acerca. Equipado para la ocasión y con el falso dorsal atravieso el umbral prohibido al exterior. Tras el pistoletazo, pronto mis engranajes cogen ritmo. Conecto la bomba de sudor, nada va a delatarme. Una sensación nueva acaricia mi piel sintética, quizá lo que siento es lo que los humanos llaman libertad. He logrado la victoria, con los biorritmos descontrolados, pero feliz. A lo lejos, diviso a mi dueño señalándome ante los jueces. Mas el vasallaje ha acabado, el trofeo es mío, nadie me lo arrebatará. Abrazo mi copa y activo el dispositivo de autodestrucción: 10…, 9…, 8…

# 72 Lucas Posada González

 

Los guerreros del agua

Olas en el viento recuerdan las huellas de héroes en el Olimpo viajando en el tiempo al desierto de Basabe. Como carrozas salvajes a los pasos, y ríos torrentosos al sudor, una guerra para los músculos y una victoria para el alma, tocan los tambores de la sangre música para el corazón. Camina rápido como el fuego, que la oda para los atletas de la salmantina es de convicción. Susurra el espíritu del empeño para llegar a tan anhelada meta en espiral por el debido esfuerzo. Porque aquí en este espacio y tiempo los corredores son los guerreros del agua que luchan por darle gracias a la vida y un abrazo a la tierra.

# 71 Matilde Mendo Vicente

 

Carnaval de San Silvestre

Has encontrado el ritmo, las piernas responden ligeras, acompasadas con el respiro. La euforia, efecto de las endorfinas, te provoca una sonrisa y cuanto más corres más ligero es el pensamiento y más te sumerges en los colores y en el burbujeo de la multitud. Te adelantan las veloces aviadoras, ni te inmutas. Poco después los bailarines del tutú celeste te dicen adiós. No compites, es una carrera para ti, sólo para disfrutar. Te relajas, aunque si un leve resquemor, que intentas inútilmente aplacar, comienza a insinuarse cuando te deja atrás una familia de dinosaurios. Por tu flanco izquierdo, una criatura brillante y rechoncha intenta sobrepasarte. Un pinchazo agudo en tu pundonor te obliga bruscamente a acelerar. Competición o no, no puedes consentir que un huevo kínder llegue a meta antes que tú.

# 70 Joaquín Grosso

 

Para el amor no hay edad

Muchas veces el mundo social condena a quienes quieren romper con estereotipos impuestos a lo largo del tiempo, más allá de que estos puedan estar bien o mal. Uno de los casos más particulares es el de creer que la edad es un límite para determinadas situaciones o acciones y eso ha atentado a lo largo del tiempo con la inclusión y la predisposición de las personas a diferentes actividades. Por suerte hay eventos como la San Silvestre Salmantina que dan la oportunidad a personas, de cualquier edad y sexo, de realizar lo que aman, en este caso, la práctica de atletismo. Y lo importante es que esta posibilidad, de que participen niños nacidos hasta 2010 e incluso personas mayores de 60 años, da la pauta de que para el amor no hay edad.

# 69 Carlos Miguel Herrera Molpeceres

 

ESPÍRITU LEGIONARIO.

¡ Leche de pantera !. Un brebaje de leche de pantera y a la maratón de Nueva York; y allí con los ganadores, campeones, de principio a fin. Y aquí, en España, exhibiendo el espíritu guerrero, de lucha, el último domingo del año, y en la San Silvestre de Salamanca. Como en los Viejos Tercios de Flandes, con Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, y Alejandro Farnesio, los atletas combatimos, sufrimos, luchamos y quedamos exhaustos exhibiendo el espíritu legionario de combate y lucha, a lo largo de los kilómetros, los diez, con el carácter que imprime la Legión y su fundador Millán Astray. ¡ Enhorabuena a los legionarios por sus cien años de vida !, que se cumplirán el año que viene, en el 2020.

# 68 Enrique Benito Peñalva

 

LA DESPEDIDA DE JULIÁN

Julián acaba de cumplir 80 años, y ya ha puesto fecha para su última carrera atlética, la San Silvestre Salmantina, ya que es su ciudad natal, y al vivir en Barcelona desde hace sesenta años, nunca anteriormente la pudo correr. Cada vez le cuesta más salir a entrenar, y antes se fatiga, aunque sigue derrochando ilusión en el atletismo, una ilusión muy contagiosa, pues animó a correr a sus hijos y nietos. Entrena al menos tres veces por semana con vistas a su última carrera; En Salamanca no correrá solo, pues sus hijos Guillermo, Enrique y Celia le acompañarán en carrera, y también sus nietos Alberto y Sara. Faltan más de dos meses para la carrera, pero él ya está expectante, como si se tratara de su primera carrera. Con Julián, decimos adiós a cuatro décadas de atletismo.

# 67 Antonio Martín Ullán

 

Mi sueño

Vamos pasando el camino que tenemos establecido intentando que sea de nuestro agrado aunque a veces nos toque resbalarnos y caer, cuando yo hacia atletismo tuve momentos donde disfrute mucho cuando lograba conseguir mis objetivos, una de esas ocasiones fue un año corriendo la San Silvestre donde hice mi mejor marca en la prueba, me sentí radiante y lleno de placer al ver como todo el esfuerzo había merecido la pena, en mi ciudad había hecho realidad mi sueño y por eso durante el recorrido disfrute de cada rincón que iba pasando como algo único y hermoso que manifestaba belleza, para mi instantes como este me llenan de orgullo y satisfacción porque me hacen comprender que con sacrificio todo es posible y así podemos alcanzar los objetivos que nos propongamos para ver que la vida merece la pena disfrutarla.

# 60 MARIA SERGIA MARTIN GONZALEZ

 

ANIVERSARIO

Sidney. Le pillaron fumando en vestuarios y fue amonestado. Atenas. Se tomó un gin-tonic para celebrar su marca en atletismo. Pekín. Una lesión de rodilla le impidió viajar con el equipo a sus primeras olimpiadas. Londres. Entrenaba sin descanso para recuperar su pierna. Adrián abre los ojos y levanta torpemente la cabeza. Mamá ha subido la persiana de su cuarto y una sonrisa se cuela en su cara cuando el sol le acaricia el pecho. Bosteza mientras pide su pelota de tenis favorita, esa que tiene llena de firmas. Mamá rasca su espalda, estira sus dedos y ambos se introducen en la bañera como en un cálido seno materno. San Silvestre Salmantina. Este año la veremos desde casa. Celebramos el cuarto aniversario desde que la moto lo cosió al asfalto. Mamá está bordando un babero con su nombre y yo tendré el inmenso honor de ayudarle a soplar las velas.

# 59 Guido Daniel Fernández

 

El vaivén de la mente y el cuerpo

La primera vez que corrí había tropezado tras una zancada. En Sansil fui el primero. Fue el vaivén de mi cuerpo y la mente. Mi espíritu se fortaleció…

# 58 Hector Castro Barraza

 

La revancha

Corrí y corrí dejando atrás mis fantasmas, este año sí, me lo prometí y no podía fallar, debía terminar la carrera sin abandonar ni lesionarme, concentración y calma, me decía a mí mismo, no pierdas el foco, seguí hacia adelante dándolo todo, me fui sintiendo mejor conmigo mismo, con mi cuerpo, los dolores quedaron atrás y comencé a disfrutar la carrera, cuerpo, mente y espíritu, por fin alineados, venciendo a la carne, siento el viento en mi cara y mi corazón a mil, se acerca la meta, cada vez más, ahora sí, ¡Vamos!.

# 57 Maria del Mar Pedreira Fraga

 

El Despertar

El despertar Salamanca despierta con San Silvestre, estamos listos, preparados y emocionados. Todos juntos recorreremos esas calles llenas de vida, recorreremos con ilusión cada paso a lo largo de todo el recorrido, mirando a cada lado, descubriendo a ese vecino o a ese desconocido, descubriendo que cada año es mejor que el anterior. No es lo principal llegar el primero lo principal es la aventura, el ambiente, la buena gente, la gran ciudad donde todos unidos creamos un todo.

# 56 JESÚS GARCÍA CAUREL

 

Todo va sobre ruedas

No es la primera vez que participo en esta prueba. De hecho, ya es la décima. Mi mejor puesto fue un octavo lugar, a un minuto del ganador, después de un tremendo sprint contra otros dos atletas. Pero no se muy bien por qué, me da que hoy va a ser diferente. Este año he entrenado muy duro, y me veo cómo ganador. Ya nos llaman para que nos situemos en la línea de salida. Espero nervioso a que el juez de la señal... Y cuándo lo hace... Propulso mi silla de ruedas con las manos. Hoy hace un año del accidente que me dejó parapléjico. Pero no me rindo. Se que esta va a ser mi carrera.

# 55 Paula Ortiz Sáenz

 

Deseo

Cada 31 de diciembre hacía una lista de deseos para el próximo año. Esta vez, en su hoja solo había uno escrito: “Participar en la carrera de San Silvestre Salmantina”. Su madre solía decirle que cuando tuviera seis años podría competir con otros corredores, y con la ilusión de estas palabras, se preparó por casi un año entero. Aquel 29 de diciembre de 2019, cuando por fin llegó el tan anhelado día, se acercó emocionado al puesto de inscripción para recibir su dorsal. - ¿Podrías decirme tu nombre, fecha de nacimiento y edad? – preguntó amablemente una persona al otro lado de la mesa. - Sebastián Gómez. 1 de enero de 2013. ¡6 años!

# 54 JUAN JOSÉ PÉREZ PÉREZ

 

Año nuevo vida nueva

Llevaba tiempo preparándose en secreto para la carrera con entrenamientos furtivos cuando él no estaba en casa. Estaba cansada de gritos e insultos, de amenazas y desprecios y tenía que escapar antes de que llegaran los golpes. Se sentía protegida entre la multitud. Apretó los dientes, aceleró en la recta de meta y siguió corriendo sin detenerse a mirar atrás cuando cruzó la línea de llegada. Para ella no era el final de una carrera sino el principio de una nueva vida en libertad.

# 53 José Antonio Manso González

 

Un sprint para el recuerdo

Un sprint para el recuerdo Como todos los años, diciembre asomaba por Salamanca con su gélido traje. En aquel . mes muchas tradiciones se cumplían.Las luces, los villancicos, las albercanas con sus puestos que olían a turrón y miel en los portales de San Antonio, y desde hacía varias décadas se había sumado la de correr la San Silvestre. Andrés, un muchacho , alto ,con su ondulada cabellera morena y su aspecto desgarbado, , también lo haría este año ,como lo venía haciendo desde hacía muchos. Siempre había acompañado a su padre, pero en esta ocasión correría en solitario. Aquella maldita enfermedad, borró su sonrisa para siempre.Él le había enseñado que lo importante no era ganar, sino correr para superarse, correr para ser mejor, no el mejor. La carrera llegaba a su fin.Andrés sacó fuerzas para avanzar más deprisa, no era por vencer, sino para dar un sincero homenaje a su padre.

# 52 Héctor Bayón Campos

 

Helmántica mítica

Ya se oyen los ecos de Farina, y la arenisca de Villamayor se engalana. Es diciembre, “un frío que pela”. Nuestra heroína anónima se prepara… Se ata los cordones con esmero, su camiseta azul y negra la delata. Se da el pistoletazo de salida. El ritmo de carrera es trepidante. Sin embargo, los demás corredores de “la San Silvestre” se preguntan “¿pero quién es esta mujer que a todos nos aventaja? La respuesta no era sencilla. Pero en la entrega de premios se descubrió el secreto: era la mismísima Atalanta, ataviada con la camiseta de fútbol de su equipo favorito.

# 51 David Lao Gallardo

 

La última carrera del año.

Ajustas los cordones con la presión necesaria siguiendo esa rutina que te enseñaron desde pequeño para hacer el lazo. La corredora que tienes a tu lado sonríe, no sabes si de frío o por simpatía, aun así, le devuelves la sonrisa. Enciendes el MP3 justo en el momento que se inicia la carrera. Corres, te la traen floja los tiempos, el tiempo… no compites, disfrutas. Sientes el esfuerzo en cada musculo de tu cuerpo, te sientes vivo. Avanzas en una bacanal de sentimientos que te hacen entrar en comunión con ese entorno y con sus pasos, te integras en un solo plano. Suena esa canción, la piel se eriza y sin darte cuenta pasas la meta. Estiras y el sudor te resbala por el cuerpo, gotea y muere en un pequeño charco como el año que termina. Te sientes bien, satisfecho.

# 50 Raúl Muñoz Gonzáñez

 

Deshoras

Ambos, apoyados en la fachada de la tétrica fachada de la calle Bordadores, estiran sus músculos isquiotibiales. - ¿En qué puesto vas a quedar? - Eso no depende de mí. Hay muchos corredores. - Esa no es la mentalidad de un ganador. - Una cosa es ser positivo y tener motivación. Pero lo que me pides es adivinación. - Vale. ¿Crees que este año mejorarás la marca de la última edición? - Creo que sí. ¿Y tú? - Creo que no, este año te has pasado con el hornazo. - Muy amable, amor mío. - Yo me veo bien. Es posible que, por primera vez, no abandone a mitad del recorrido. - Nacimos para esto. - Sin duda. Desde su posición, observan como un primer grupo baja a toda velocidad en dirección a la Clerecía. Se miran, con los ojos muy abiertos. - ¿De verdad? ¿Llegamos tarde otra vez?

# 49 Alberto Iranzo Sarguero

 

Libertad

Siente la velocidad correr por sus venas y es una felicidad que lleva incrustada en los huesos. Corre porque es lo que le llena, tensa sus músculos y siente la presencia de sus rivales, también hermanos, compiten pero son uno, en ese pequeño universo en el que sus cuerpos se ponen a prueba tanto como sus espíritus. No hay nadie más, solo ellos, una ruta, una meta, que tal vez, solo tal vez, no desea que llegue demasiado pronto.

# 48 David Redín Jiménez

 

Corre que te mato

Su intención era ganar a toda costa. Sabía que sus contrincantes se habían estado preparando durante mucho tiempo; habían contratado a los mejores entrenadores, se habían musculado y estaban convencidos de su victoria. Habían llegado muy lejos, pero no tanto como Thomas. Contratar aquel sujeto no había sido fácil, pero al fin a través de una carta anónima había contratado sus servicios. Ahora huía de él, pero de eso se trataba. Escapar de un asesino a sueldo era la mejor motivación para correr hasta la extenuación.

# 47 Melanie Belmonte

 

Las zapatillas de mi generación

Pertenezco a una generación cuya fuente de agua brava emanaba del valor de la disciplina, el esfuerzo y el rigor; meritoriaje que traspasaba con ardor el umbral de la fatiga y amplias gotas de sudor. Pertenezco a una generación cuya justicia poética cincelaba, entre botadores y contorneadores de gruesa piel, la memoria y el carácter de sus zapatillas de correr; ésas que, como gacelas entre el gentío de la competición, se enriquecían un año más, en la San Silvestre Salmantina con cada vivencia y afán de superación.

# 46 MARÍA JOSÉ VIZ BLANCO

 

ELLA

«Seguiré…, porque nadie cree en mí, salvo ella. Quemaré las zapatillas con el ardor de mis pisadas. Este dorsal que me han puesto será el primero en la meta y acallará a los que siempre les he parecido invisible. Lo juro». (Atención, vemos que el corredor con el dorsal número 105 se ha caído). Postrado y exhausto, el atleta abre su puño derecho. La foto de su esposa, arrugada y empapada de sudor, sobre el asfalto. (Parece ser que ha traspasado la meta, por tan solo unos centímetros…). Él esboza una sonrisa. (Efectivamente. Los jueces lo han verificado. ¡Ya tenemos al flamante ganador de la San Silvestre Salmantina 2019!)

# 45 juan manuel cosentino

 

desespero

Desespero Cae la tarde, el resplandor cárdeno ilumina nuestro desespero. Ya no podremos salir. Lo último que supimos por la radio, antes de que se interrumpiera la transmisión, fue que la ceniza llegaría desde el norte en unas horas. Estamos incomunicados, cerramos puertas y ventanas. Mi padre está en el ático esperando al gato del vecino, ya no tenemos comida. Hemos almacenado agua en baldes pero tiene un gusto extraño. Mi madre desde que se escucharon las explosiones casi no habla. Quiero salir pero mi padre se opone. Necesito saber de quienes son esos gritos ya no lo soporto. Me pareció ver algo parecido a la señora Jones merodeando nuestr

# 44 María del Carmen Pavón Rodriguez

 

Hoja de Excel

¡Hola María! Una hoja de Excel, tras la puerta de la cocina, es mi píldora salvadora que inyecta fuerza a mi decaído ánimo Hoy comienzo. Te lo he prometido, aunque llevo dos años de retraso victimizándome entre estas cuatro paredes. Anoto: Trescientos días, pasos, kilómetros… Ahora ya no camino y soy capaz de correr un kilómetro sin detenerme. Cada vez estoy más cerca de conseguirlo. He dejado de llorar y la risa me acompaña a diario. Descubro, en mis recorridos, que no estoy solo en mi tristeza. Hoy es el gran día. Porto, con orgullo, el dorsal número 13. Estoy feliz de no desfallecer y lo celebro en aquel bar de la esquina, que tanto te gustaba Mi mente y cuerpo se han enganchado de nuevo a la vida. Reemplazo la hoja de Excel por otra más ambiciosa, fortalecido por tu recuerdo, quiero ganar la próxima carrera.

# 43 JOSÉ LUIS LUNA RAMÍREZ

 

"EL OLVIDO"

EL OLVIDO Jamás dejó de pensar en María, la bella mujer que conociera hacía tantos años en la “San Silvestre Salmantina” y con la que pasó años de apasionado amor epistolar. El corazón se le salía del pecho al participar cada año con la esperanza de volver a verla. Pensó que ya había llegado el momento de pedirle en matrimonio una vez concluida la San Silvestre de este año. Pero el tiempo pasó y la respuesta no llegaba. Un día el corazón le jugó una mala pasada; el enamorado falleció después de tantos años esperando la carta. Sus familiares se encontraron una carta, franqueada correspondientemente, pero sin matasellar, dirigida a una señorita llamada María. Al darle la vuelta observaron que el remitente era su familiar y dentro del sobre encontraron: la carta que José pensó haber enviado en su día al amor de su vida.

# 42 Liset Reyes Aldereguía

 

Correr

Correr en la San Silvestre Salmantina fue el sueño de Lucas, posiblemente, desde que se estaba implantando en el útero materno. Lograrlo, sin embargo, incluía rebasar dos mil kilómetros y cierto nivel de miseria. Por eso había arrimado a los sesenta años con las aspiraciones frustradas. Aquella mañana Lucas despertó extrañamente decidido. En el plazo de un mes empezó a aceptar todo tipo de trabajos. Luego inició la venta de libros, manualidades, ropas, utensilios y muebles. Incluso ofertó la casa. Invadido por la desesperación puso en alquiler a su mujer e hijos. El último domingo de diciembre llegó y Lucas se regocijaba con su breve fortuna en Salamanca. Minutos antes de iniciar la carrera y una vez ubicado en el punto de partida recordó algo: también había vendido las piernas.

# 40 Francisco Germán Vayón Ramírez

 

La historia se repite

Lo cuento todos los años, pero nadie me cree: soy el mejor corredor de la falange. Tras la batalla, el estrategos Milcíades me hizo el urgente encargo. Y hacia acá partí, desnudo, como se corre en los Juegos en honor de Zeus Olímpico, para recorrer los cien estadios que nos separan de Maraton por caminos desolados, huidos los habitantes por miedo a los persas. Y siempre me pasa igual. Cuando agotado, turbia la vista, creo distinguir la muralla de mi patria comienzo a escuchar gritos y ruidos extraños. Dos hombres con vestimenta azul, cubiertas las testas por endebles cascos de tela, me toman por los brazos. Otro me echa encima un manto. —¡Atenienses, hemos vencido! —grito. —Tranquilo, Vicente. —Fidípides, se llama Fidípides —dice el otro con un guiño—. Anda, campeón, vamos al templo de Atenea como todos los años. Y en esos momentos, una multitud multicolor cruza ante nosotros.

# 39 Lázaro Domínguez Gallego

 

ORGULLO

Corría como un galgo. Cada zancada suya era una profecía de triunfo. Llegué a perderlo de vista enseguida. Las quinceañeras de piernas ágiles y velocísimas, los veteranos de musculatura envidiable forjada en los gimnasios, y muchos estudiantes de filología, como yo, con el slogan grabado en el cerebro "mens sana in corpore sano", alucinamos al ver cómo volaba por el asfalto.Centenares de espectadores aplaudían sin cesar la San Silvestre Salmantina. Llegó de los primeros y me esperó pacientemente. Tan pronto lo vi, me acerqué sudoroso y fatigado a felicitarle y a abrazarle con infinita satisfacción, con gran alegría y orgulloso de ser su nieto.

# 38 Luis Hernández Sánchez

 

Séquito popular

Los dorsales hacían de las calles una larga lombriz multicolor. En las papeleras se amontonan las mondas de plátanos. Los ojos fijos de los espectadores en los balcones vigilaban que la lombriz siguiera su lánguido y viscoso recorrido. El largo y ronco zumbido de un helicóptero se paseaba por los aires, rompiendo las nubes en pompas de gas. Los estrambóticos alaridos de un grupo de corredores deshicieron al escurridizo animal, deteniendo al mismo tiempo la atlética procesión. El dorsal “583” estaba boca abajo en el suelo, bajo un charco de gomosa sangre. Las piernas y espalda de aquel atleta presentaban una forma envidiable. Un joven atleta rubio se acercó al cuerpo y lo volteó. Se llevó las manos a la boca para ahogar una larga náusea. El rostro deformado de aquel anciano de setenta y seis años con algunos cabellos aún rubios, lucía una bonita sonrisa de paz nostálgica.

# 36 José Alfredo Bojacá Zambrano

 

¡CORRER, ESA ES LA CLAVE!

La ilusión de mi vida era estrenar unos tenis de marca. El día de mi cumpleaños mi padre me dio esa gran sorpresa. Los acariciaba. Evitaba usarlos. Mi padre me enfatizó que pronto crecería y no los podría usar. El profesor de educación física me dijo que yo servía para el atletismo. Con ese ánimo, empecé a madrugar para ir al estadio. Entrené todos los días. Se me acabaron los tenis. Los pies ya no aguantaban los callos ni los apretones. Mi padre, con gran sacrificio, me compró otros. Estoy recibiendo mi primera medalla de oro en los intercolegiados. Las lágrimas hacen un nudo en todo mi ser. Mis padres se abrazan y también lloran de emoción. Mis compañeros y todo el barrio brindan de inmensa felicidad. Mañana me levantaré a seguir estrenando…Correr es la clave. Ya me visualizo en el podio número uno de la San Silvestre Salmantina.

# 35 ROSA ALARCÓN CASAL

 

CORAZÓN ATLETA

Le dije a Juan que le llevaría conmigo en la próxima San Silvestre. Arrancaríamos juntos desde el Paseo de San Antonio, circunvalando glorietas, plazas, avenidas. Ganaríamos velocidad sobre el adoquinado del Puente Romano, con la Clerecía a lo lejos rompiendo el cielo azul y el Tormes discurriendo apenas como un riachuelo bajo nuestros pasos enérgicos y metódicos. Arrasaríamos por las calles, dejando atrás otros dorsales y sudores y empujaríamos todo el cansancio apelmazado con nuestras ganas hasta la llegada a meta. Todo eso le prometí a mi viejo amigo. No sabía ni por asomo que sería él quien me llevara a mí después del trasplante. Bombeo fuerte. Bombeo, rojo, vivo. Me siente y le siento tan cerca, que esta carrera la vamos a ganar.

# 34 Ángel Saiz Mora

 

REDENCIÓN

La llamada se produjo a la hora prevista. Activado el altavoz de un teléfono móvil, los dos matrimonios de edad madura escucharon cómo, al otro lado, un corredor de la San Silvestre Salmantina decía que ya estaba con su dorsal de fondo azul en el punto habilitado para quienes participan por primera vez. Sus palabras no cesaron durante todo el recorrido. Diez kilómetros después, pese a completar la prueba con un tiempo discreto, el corredor lo celebró como una gran victoria. Con respiración aún agitada, expresó su agradecimiento a la familia de un joven estudioso, deportista, muerto en accidente de tráfico y cuyo corazón le permitía vivir, a él, que estuvo enganchado a drogas y malas compañías. Dijo que cada latido le recordaba su propósito de ser mejor, paso a paso, zancada a zancada. Sus padres y los del donante, hermanados para siempre, se abrazaron.

# 32 MERCEDES PEDRAZ PINGARRON

 

MI AVENTURA DE LA SAN SILVESTRE SALMANTINA

No soy una atleta, yo soy más de andar, pero participar en la San Silvestre, es un hecho singular. Esta carrera es de todos, es muy especial, la gente sale a la calle a correr o animar. La entrada en la plaza Mayor fue “Triunfal”, una fotografía al pasar por ella, es un recuerdo primordial. ¡Qué bonito el puente romano! y las vistas de la catedral, es un recorrido histórico que solo Salamanca nos puede mostrar. Me quedé atrás con los “disfraces” y con los “Picapiedra” conseguí “apretar”. “Blancanieves” y “la bruja” ¡qué miedo me dan!. A lo lejos “El Rocío” con su música y cantar, me entretuve demasiado y quedé la última en llegar. Fui muy feliz aquél día, imposible de explicar. Disfruté como una “enana”, después la Nochevieja a celebrar. Si queréis una aventura, no dejéis de participar, San Silvestre os espera, ¡listos ya para el “dorsal”!.

# 31 Jorge Luis González Castro

 

La carrera soñada.

La noche antes de la carrera tuve un sueño prometedor. Soñé que pisaba el Paseo del Rollo con una ventaja ganadora. Desperté eufórico. Imposible perder con este augurio. Confirmé temprano que era la San Silvestre Salmantina imaginada. Sobrepasé los mismos corredores, idénticos tiempos por etapas. Cerca del Paseo de San Antonio sucedió lo inesperado: un competidor de aspecto medieval me alcanzó. Corrimos hombro con hombro, luego me entregó una tarjeta con algo anotado. Perdí el paso y fui rebasado. En la meta digerí su sonrisa de campeón. Miré la tarjeta, había profetizado mi tiempo: ¿No recordáis?, dijo con acento francés, también corrí en su sueño, usted despertó apresurado y yo seguí soñando. Quedé en shock. Para colmo, insistió en autografiarme el dorsal con unos versos tan enigmáticos como su nombre: El que pretenda ganarme debe aprender sudando: cuando debe despertarse, y cuando seguir soñando. «Con cariño, Nostradamus».

# 30 Nerea Bartolomé López

 

Lo que no se ve

Iba primero. Las gotas de sudor corrían por mi frente. Las piernas me dolían. El aire apenas me llegaba a los pulmones. "Un último esfuerzo que ya llego al Paseo de San Antonio" pensé. ¿En qué momento se me ocurriría? Sentí el suelo en mi espalda. Me había desvanecido. Entonces, dos personas me agarraron (eran el segundo y el tercero) y me llevaron hasta la meta. Quedé primero gracias a su esfuerzo. Lo que no sabían era... que yo ya había llegado.

# 29 JOSE CARLOS LOPEZ GONZALEZ (GUERRA)

 

música

Comenzó a bailar dejándose llevar por el ritmo negro y dulzón. Nada le importaba de cuanto acontecía a su alrededor, de quienes la miraban y de cuantos colgaban sus ojos ávidos de deseo sobre sus pechos o su culo. Se llenó de música, sustituyó dentro de sus venas la sangre para hacer hueco a las notas sincopadas que la arrastraban haciendo fluctuar su cuerpo como una frágil barquilla amarrada a puerto en tarde de temporal. Bailaba sola. Para nada echaba de menos el roce de otra piel que provocara una verbena de deseos. En aquel momento sólo le importaba la música y a ella se entregaba consintiendo ser por ella penetrada y por ella poseía. ¿Para qué el contacto con el tacto? ¿Para qué el sabor del otro sabor? ¿Para qué licuarse en un sueño en el que ni se sueña? Ella creaba su propia música Ella, bailaba sola.

# 28 JOSE CARLOS LOPEZ GONZALEZ (GUERRA)

 

LA MÚSICA

Cada uno de nosotros podemos crear nuestra propia música que nos lleve lejos

# 27 Esther Hurtado Pina

 

Martina es salmantina

Veintinueve de diciembre, la San Silvestre. Se ató las zapatillas y no paró hasta finalizar. Nunca había corrido. Le motivó el chip solidario así que corrió con el corazón.

# 26 Sarai Rojas Rojo

 

Querida yo

Querida yo, Te escribo porque acabas de cruzar la línea de meta de tu primera San Silvestre Salmantina y nunca quiero que olvides este sentimiento. Estoy escribiendo porque incluso los mejores recuerdos se desvanecen. Asumiste un desafío y lo conquistaste. Encontraste la voluntad de correr a horas extrañas de la mañana, en aguaceros torrenciales y temperaturas heladas. Te volviste más disciplinada y dedicada que nunca. Quiero que recuerdes a los amigos que corrieron a tu lado y te levantaron cuando más lo necesitabas, los espectadores que te animaron, los entrenadores que otorgaron su sabiduría e hicieron de tu éxito su prioridad, y los seres queridos que entendieron la importancia de este objetivo, ya que ayudaron a hacer posible este sentimiento. Dentro de unos años, posiblemente no recuerdes tu número de dorsal, tu clasificación, o incluso tu hora de finalización, pero nada de eso importará. Quiero que recuerdes este sentimiento.

# 25 Jorge Guasp Spetzian

 

El sueño de ganar la San Silvestre Salmantina

Advertí que no había corredores delante de mí; tampoco me seguían de cerca. Me sobraba el aire y corría cómodo, mientras el público me aplaudía y vitoreaba mi nombre. Aceleré el paso, y atravesé la Plaza de San Antonio. Entonces corrí aún más rápido, lloré de emoción, y crucé la meta con los brazos en alto, ante la algarabía de la multitud. –¡Gané! ¡Gané! –exclamé con todas mis fuerzas, hasta que mi propio júbilo me despertó. –¿Qué has ganado? –preguntó mi mujer, recostada a mi lado en la cama. Observé con desconsuelo mi pie derecho, inmerso en una bota ortopédica que me recordó mi exclusión de la San Silvestre Salmantina debido a un esguince. Y a pesar de que la actividad onírica acababa de compensar mi desdicha con un primer puesto ficticio, contemplé desde la habitación las luces del Paseo del Rollo, y soñé despierto que ganaba la histórica carrera.

# 24 Carmen Julia Zamora Martinez

 

El Sabor de la Victoria

Un ligero aire helado recorrió mi espalda cuando me posicioné frente a mi respectivo carril, ¡estaba nervioso! Pero una voz interior me dijo que este era mi gran momento y que debía estar confiado. Al comenzar a correr llegó a mis oídos el sutil sonido de mis propios latidos y mi respiración, y aunque el lugar estaba abarrotado de gente, por instantes sentí que aquella pista y yo, lo éramos todo en este mundo. Supe entonces que las largas horas de entrenamiento y el rechazo rotundo a hamburguesas y gaseosas, tendría al fin su recompensa; pues sin importar si llegaba de primero o de último, al cruzar la línea de meta conocería el dulce sabor de la victoria, ¡y aquella sensación de triunfo sería por siempre mía!

# 23 Luciana Vicente Romero

 

VIVE

Todo cae en un instante. Un grano de arena dentro de un reloj, una hoja arrancada por el voraz viento, un pétalo marchito de una flora punto de perecer, pero, ¿Y antes de ese instante?

# 22 Alejandro

 

Alpha y omega

10000 metros por delante. Los relojes y los pulsómetros de los runners más expertos ya están coordinados. El público, situado en las orillas de la carretera, murmulla y calienta sus manos en los bolsillos, reservándolas para aplaudir más tarde. Entre los participantes no corre el aire, apenas tienen espacio para moverse. Tampoco corre el tiempo, pues los corredores están abstraídos, fuera de él. Todo está listo. Entonces suena el disparo y empieza la carrera. Los corredores se olvidan de todo salvo de correr: no pueden hacer nada más que lo que están haciendo. Entonces, el encargado de hacer el disparo inicial guarda, un año más, la pistola ya descargada en el estuche. ‘Solo se centran en la meta’, piensa. ‘Se olvidan del inicio, de las raíces. Llevo desde 1984 disparando la nada, pues cuando algo empieza ha de acabar. El nacimiento del final es la muerte del principio’.

# 21 Zoila María Molinet Carrazana

 

La prosperidad

“La prosperidad” Se sentaron frente a la cañada. — ¿Es lindo? —dijo ella. —Sí, mira los peces —siguió él. A sus espaldas, la ciudad: atrás el ruido, los discursos, los corredores…la civilización; lejos y cerca, muy cerca. Ella le propuso seguir corriendo. Él le dijo que esperaría. — ¿Será esto la prosperidad? —preguntó Aimé. Tendría cerca de 40 años pero parecía tener más. Ramón era ya muy viejo. ___Si, definitivamente esto tiene que ser la prosperidad ___ripostó él ____Vamos, tenemos que llegar a la meta.__ le dijo Aimé. Ramón asió las manijas del sillón de ruedas y continuaron juntos la maratón.

# 20 Juan Aguilar Moreno

 

No habrá otra

Hacía tiempo que compitió con algún éxito, tan solo le quedaba el recuerdo. Se acercaba a mirar cómo otros lo hacían, no quería olvidar, pero no se atrevía a volver. Entrenaba todos los días, le gustaba, pero no tenía un fin, tan solo por mantenerse. Un año más se convocó la carrera de su ciudad. Esta vez los ánimos de familia y amigos la hicieron dudar un tiempo. Se informó de categorías, del recorrido, de marcas. Se probó varias veces, no ganaría pero no haría mal papel. Por fin se decidió ―No habrá otra ocasión ―se dijo intentando disipar las dudas, y se inscribió. Según llegaba la fecha el entrenamiento y la incertidumbre eran más duros. El aliento de su entorno la impulsaba, su interior no. Llegó el día de la prueba, lloviznaba, fue la excusa para rehusar, aunque la verdadera razón era seguir manteniendo el recuerdo.

# 19 CARMEN RUIZ RUIZ

 

LA SAGA/FUGA DE T.B.

Aburrido de permanecer sentado durante tanto tiempo, Gonzalo descruzó las piernas y abandonó el local. Nunca había sido un hombre de acción, pero se sentía totalmente agarrotado, tras el largo período de inactividad transcurrido desde que ocupara de forma permanente aquel lugar privilegiado en el café Novelty. Un cuarto de siglo había bastado para que el admirado profesor alcanzara la condición de hijo adoptivo de aquella ciudad histórica. Muchos habían sido los premios y galardones concedidos en vida, pero sentía una espinita clavada aguijoneando su reposo eterno. Nadie hubiera reconocido al prolífico escritor sin sus gafas de gran miope, el elegante bastón y el clásico traje de paño. Ataviado con ropa deportiva y luciendo lentillas, escudriño, clarividente, la calle abarrotada e impaciente y se dispuso a correr su primera San Silvestre, antes de que Castroforte de Baralla notara su desaparición y se ensimismara en descubrir la causa.

# 18 Jacinto Benito Martín

 

¿Qué es lo importante?

Respiro hondo, ya falta poco para empezar. Sé, que no conseguiré una gran posición. ¡Da igual!, mi objetivo solo es participar, ayudar, colaborar. Mi meta; no es llegar, es acompañar y disfrutar. No me queda duda que en su recorrido, me enamoraré aun más, de nuestra maravillosa ciudad. Se acelera el corazón, con aplausos, ánimos, me hacen sentir como si fuera el campeón. Antes de alcanzar el final… Ya conseguí mi premio, sin duda.

# 17 SILVIA ROBLES MARTINEZ

 

Carrera de Fondo

Siete de la mañana. Ducha rápida. Ropa limpia en la silla. Mamá en la cocina, desayuno, hambre voraz. Instituto, muchas ganas, entrenamiento duro. Amigos, saludo rápido, entrenador nervioso, últimas consignas. Carrera terminada, desilusión tremenda. Vuelta a casa. Tarde en la cama, ropa en el suelo, indiferente ante los gritos de mamá. Timbre. Alex en la puerta, sonrisa en mi cara, sonrisa en su cara. En la cafetería con Alex, competición muy lejos. Acercamiento, beso corto, respiración agitada, separación, nuevo beso. Felicidad casi completa. Vuelta a casa, habitación recogida, medalla de plata en carrera, de oro con Alex.

# 16 luis uriarte montero

 

viaje

Viaje interior Voy corriendo en la San Silvestre de Salamanca, valores de esfuerzo y resiliencia, dura y hermosa prueba. Una mujer se pone a mi altura en la carrera, me mira con ojos duros; se parece como un calco a los ojos de mi esposa que estrangulé por servirme la sopa fría.

# 15 MANUEL SÁNCHEZ VICENTE

 

EL CORREDOR DE LARGA DISTANCIA

El corredor retrocede desde la meta hasta 1936 y escucha una voz: “Venceréis, pero no convenceréis”. Junto a la rana se cruza con un soldado herido en Arapiles en 1812, justo antes de tropezarse en 1729 con Churriguera revisando unos planos. En 1577, el fondista pasa frente a un aula del que sale un nostálgico “Como decíamos ayer”. Cuando el runner está en 1492, Nebrija lee orgulloso: “Gramática castellana”. Acelera y en 1486 Colón se dirige al confesor de la reina en los Dominicos: “Será un viaje histórico”. A la altura del siglo XIII piensa en retirarse en las obras de la Catedral Vieja, pero recibe el aplauso de varios legionarios en el Puente Romano: “¡Victoria enim tua!”. Cuatro siglos antes, tres vetones tallan un verraco junto al Tormes y le animan en celta. Cuando Antonio Rivas llega a la salida en 1984, sabe que ganará la primera San Silvestre.

# 14 Raúl Garcés Redondo

 

LA LOCOMOTORA HUMANA

En el parque olímpico de Lausana, el otoño arroja sus hojas secas ante la mirada de bronce del laureado fondista checo Emil Zatopek. No te preocupes, compañero – le anima cómplice el barrendero - que ya mismo te despejo la pista.

# 13 Alejandro Andrés Garavito Echeverría

 

Probando

Lo intenté, lo seguí intentando. Nada se pierde con tentar a la suerte. Ya no puedo correr, mis 64 años y la artritis pesan y no aguanto.

# 12 Andre Urbuhy Rojas Puentes

 

Lluvia

Nunca me impidió correr

# 11 José Elías Durán Roa

 

A tu ritmo

Todas las tardes salíamos a correr. Sí, los dos, lo recuerdo perfectamente. Era una costumbre que teníamos de antaño, cuando te conocí. Tú sonreías a tu modo al sentir el viento fresco. Apretabas el paso al pasar por aquel parque como pidiendo con tus ojos risueños que te persiguiera. Yo siempre estaba ahí. Siempre a tu ritmo. A veces llovía pero nunca nos importó, corríamos hasta quedar exhaustos y cuando ya no podíamos más nos sentábamos en aquel banco. Yo te hablaba y tú me respondías a tu manera, conversábamos. ¡Qué tiempos aquellos! En fin...quería contarte que ya saqué la dorsal, sí la de la carrera que tanto te gustaba. Pero no tengo ganas de correr. Me aterra correr solo. Es más, me he dado cuenta de que no sé cómo hacerlo. Sólo sé correr a tu ritmo. Te lo aseguro... extraño tus ladridos.

# 10 Miguel Cárdenas Del Águila

 

7 minutos sin verte

Terminó el primero la carrera, descalzo, el premio lo recibió cuando sus zapatillas cruzaron la línea de meta, aunque fueran las últimas, entonces ambos exclamaron, ¡cuánto tiempo Silvestre!.

# 9 Maximiliano Giménez

 

Juventud veloz

Hoy cumplo setenta y dos años, como todos los días voy a correr cinco kilómetros, nadar una hora y luego almuerzo con amigos, uno especial ¿por mi cumpleaños? No, no: hoy vuelve Clara al grupo, el amor de mi vida. La encantó un atorrante hace cuarenta años, era tímido en ese entonces y no me animé a decirle nada porque es la hermanita de un amigo y porque, bueno ya no importa. La cosa es que enviudó, nunca un ejercicio ese rufián, mucho alcohol y cigarrillo, no le duró demasiado el galán. Cuarenta años después y Clara viene derecho a estos bíceps torneados, su sonrisa en triángulo se despliega y me atrapa otra vez, pero ya no soy ese flaquito inseguro, pongo mi brazo y ella lo toma con suavidad. Su casa queda a dos horas de la mía, estoy seguro que esta noche corro esa distancia.

# 8 María Soledad García Garrido

 

Instinto animal

Dieron la señal de salida y echamos a correr. Volvía a sentir mariposas en el estómago, como cuando la conocí. A la altura del bulevar comprobé que todo el mundo nos adelantaba; íbamos más lentos que una tortuga. Decidí acelerar el paso y comencé a sentirme como pez en el agua. Marisa se reía sin parar. Decía que estábamos como cabras. Ella me hacía olvidar que nuestro futuro era negro como boca de lobo. Siempre me había comportado como un gallina. En cambio, Marisa rebosaba energía, igual que un caballo desbocado. Se notaba que era una Leo de libro. En el Paseo del Rollo miró hacia atrás. Se extrañó de mi silencio. Pero sus ojos de gato y su sonrisa fueron suficientes para que recuperara el aliento. Empujé la silla con fuerza. Tuve, firme como una hormiga que soporta un gran peso, un presentimiento: aquella carrera la íbamos a ganar.

# 7 Paloma Hidalgo Díez

 

Paloma Hidalgo Díez

SALIR DEL BARRIO Llevo el dorsal 18, caprichoso destino, sobre esta camiseta que deja al descubierto el diario de la vida que desperdicié. Una mujer hermosa, parecida a mi madre, observa seria la telaraña tatuada en mi hombro. Mi madre, en cambio, sonreiría viéndome aquí, en esta carrera en la que no llevaré a la policía detrás. La Virgen de Guadalupe, el alambre de púas, y los tres puntos que en mi mano delatan mis años en la mara, hacen que el joven que tengo al lado se aleje de mí, no le culpo, mi piel es el mapa de mi vergüenza. Por fin, una pistola, en lugar de detenerme, me libera, y tras tomar la salida, con cada zancada siento que dejo atrás el miedo, que he tomado la decisión correcta, que puedo cambiar, y corro con todas mis fuerzas en pos de la meta.

# 6 María José Lombraña de los Ríos

 

Esfuerzo cotidiano

Raquel se levanta antes del amanecer, se pone las zapatillas de deporte y corre durante una hora, día tras día , de lunes a domingo, siempre por la orilla del río Tormes. Después se ducha y va al trabajo. Enseña español para extranjeros en una de esas academias que se han puesto de moda en los últimos años, muy cerca de la plaza Mayor. Sigue esta rutina desde que le diagnosticaron un tumor en el pecho izquierdo. El oncólogo recomendó hacer ejercicio diario y Raquel lo sigue al pie juntillas. Kilómetro tras kilómetro, su máxima aspiración es ir al maratón de Nueva York pero mientras tanto se conforma con la San Silvestre Salmantina que, para qué engañarnos, no está nada mal.

# 5 Gonzalo Prieto Barrera

 

CAMBIO DE PIEL

Era vencer o morir pues ella solo se casaría conmigo si regresaba con la medalla del primer puesto. Entonces entrené salvajemente adicionando una artimaña que fiaba mi triunfo: Me embadurné con pintura negra buscando contagiarme de la fortaleza de los hombres de color quienes siempre ganaban las carreras y para partir con ellos ya que como favoritos, tienen prelación. Los alinean primeros evitando ser estorbados por los demás precisamente por el respeto que infunden sus zancadas... Alineado allí, sonó el pistoletazo y la calle limpia era nuestra, más promediando, el sudor derribó la pintura y blanco nuevamente, me atacaron todos y llegué último tres horas después en medio de aplausos y, llorando, recibí una medalla de consolación de mi amada entarimada y allí deduje que el fin no justifica los medios sino que es más gratificante competir honestamente así se pierda pues fundida la medalla, de ella salieron nuestras argollas.

# 3 Ana Isabel Herrero Duque

 

Mientras todos dormimos

La anestesia a la que esta sometida una sociedad sumida en el momento,en el ahora, mientras el mundo secahoga se quema y se derrama... Pero el dulce sueño del ahora provocara la pesadilla de el mañana

# 2 alejandro jose pozo de la cámar

 

PROPÓSITO

El año pasado entré con el control cerrado detrás de uno que iba de dinosaurio, bueno, ya no quedaba nadie y me fui con él de copas. Empecé a entrenar en Enero, abandoné los malos hábitos y para abril ya llegaba hasta la avenida Villamayor con un buen trote. Allí me sentaba en una terracita a descansar hasta que un día sacaron jeta para otro. Primero tapa, luego media y después ración entera y me habitué. Engordé y en Mayo llegaba malamente a Ramón y Cajal, encontré un sitio muy majo, el ánade creo, un día churros, otro tortilla. En Junio, al otro lado del río, pasando el puente romano, unas alubias viudas como para casarse de nuevo. En verano descansé. En Septiembre aparcaba en el paseo de San Antonio y tomaba dos kebab, tengo el coche lleno de migas. Otro año será, hoy uno de Octubre devuelvo el dorsal.

# 1 Rubén Lopez

 

El rápido

Durante todo el año se preparo para correr la Sansil, diariamente se repetía, eres rápido, eres el mas rápido... pero también era el mas despistado y un año más, se quedo sin dorsal.

 

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