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Inauguración de la exposición fotográfica: XXXX San Silvestre Salmantina

Inauguración de la exposición fotográfica: XXXX San Silvestre Salmantina

Estimados allegados y colaboradores de la San Silvestre: Os comunicamos que el próximo jueves 3 abril, a las 19.00 horas, en el C.M.I. JULIÁN SÁNCHEZ EL CHARRO (Plaza de la Concordia, s/n) inaug...

Microrrelatos presentados al V Concurso "San Silvestre Salmantina"

 

# 239 JUAN JOSÉ SÁNCHEZ BENITO

 

"LAS ALBARCAS"

"LAS ALBARCAS" Juanito no tenía calzado adecuado para correr la San Silvestre y para no sufrir se iba a La Glorieta a jugar a los toros. De "maletilla" toreaba a la luz de la luna. Corría mucho y deseaba ganar la prueba para comprarse un capote de Julio Robles, su ídolo. Un año se arriesgó y con aquel ansia iba a correr con sus albarcas. Un joven pensó que se iba a destrozar los pies y le dejó sus deportivas. Juan ganó y con el jaleo no vio al joven para devolverse el calzado. Compró el capote y se hizo torero. Todos los años corría la San Silvestre y un año un jovenzuelo tenía zapatillas de esparto. Juan le dejó su calzado y el muchacho también ganó. Era hijo de quien años atrás le dejó sus deportivas. Las albarcas cuelgan debajo de la cabeza del toro de la alternativa.

# 238 M.Carme Marí Vila

 

Nunca dejes de correr

A veces la meta se ve tan lejos... Las dificultades, gigantes, lo oscurecen todo. Estoy ofuscado entre la gente, son muchos los que van avanzando a su ritmo. Y yo ni siquiera puedo controlar el latir de mi corazón. Laura me ha dicho que era un lastre, que continuaba sin mí. No me veo capacitado para seguir. La idea de abandonar va tomando forma. Si alguien a mi lado me susurrara palabras de aliento... Pienso en mi abuelo Eduardo, ensalzando las virtudes de la San Silvestre, ese coraje que sacaba cuando flaqueaban las fuerzas, la recompensa de la llegada a pesar del cansancio. Su recuerdo me abraza, me llena de energía, me devuelve el valor huido. Aún temblando, bajo del alféizar de la ventana. Distingo a lo lejos la serpentina multicolor de los corredores. ¡Claro, es hoy! Y me uno a ellos para respirar esas ganas de vivir recién recuperadas.

# 237 PIEDAD RODRIGUEZ BUENO

 

POR EL FUTURO

Ordenador encendido, el reloj marca las 00:01 ¡se abren las inscripciones! minutos después soy parte de esa enorme marea que cubrirá las calles de colores, alegría, esfuerzo, ilusión, sueños y metas por cumplir. Se va acercando la fecha cuando... un pequeño cambio se da en mí, el médico aconseja no correr. Con nostalgia pero a la vez con ilusión por el futuro, decido seguir los consejos y participar desde la barrera. Meses después llega el momento, una noche larga, llena de dolores y extrañas sensaciones y por fin con el amanecer viene a mis brazos aquel motivo por el que decidí guardar mi dorsal y animar a los demás. Es cuestión de unos meses para volver a coger el ordenador y esperar con ilusión que el reloj marque las 00:01. Se abren inscripciones y una corredora más, la más joven de la San Silvestre2015 ya forma parte de este mundo

# 236 Fernando Claudín

 

La rana de Salamanca

Correr. Correr. Correr. La vida es movimiento. Andar es el movimiento natural. Correr implica esfuerzo. Constancia. Capacidad de sufrimiento. Por eso corro. Y por ventura soy corredor. Lo llevo en la sangre, en los genes. Amo salamanca. Estudié en salamanca. Vivo Salamanca. Por eso corro en la San Silvestre Salmantina. He llegado a la meta. El corazón me retumba en el pecho. Tengo el cuerpo cubierto de sudor. Ha vuelto a ocurrir, un año más. Ahora soy la misteriosa rana de la portada plateresca de la universidad. Con su pértiga esotérica salto por encima de la inane realidad. He cumplido. Soy feliz. Hasta el año que viene. Fin

# 235 Asier Susaeta Diez de Baldeón

 

Sal y gloria

En la modalidad anfibia de la San Silvestre Salmantina, si el principio de Arquímedes se neutraliza con el lastre reglamentario y las botellas de aire comprimido, créanme, mil quinientos metros pueden hacerse eternos. La única ventaja de la desaparición de los polos, que el nivel del mar nos haya alcanzado, es que ahora los buzos somos los únicos en participar. Y este año, por fin, estoy rozando la victoria con las yemas de los dedos. Camino a grandes zancadas en segunda posición, persigo la silueta que me precede por lo que un día fue la plaza de San Antonio y encaro la recta a meta mientras hago oídos sordos a los cantos de sirena. Estoy ya en la reserva, en breve tendré que empezar a esprintar a pulmón. Y lo haré, igual que él, con la motivación espumada, como si alguien en la superficie nos estuviese jaleando.

# 234 EFREN MATEO SANTOS

 

Sacrificio II

Como decirle que no me gusta verle sufrir, que me pongo nerviosa cuando sale a entrenar solo, que correr le lleva muchas horas a la semana que quita de estar con nosotras. Pero le veo feliz, parece que correr le aporta tranquilidad y con los éxitos se siente orgulloso, por el y por nosotras. Les seguiremos apoyando y animando los domingos en las carreras y pensando que este deporte crea lazos familiares que intentaremos mantener por muchos años.

# 233 EFREN MATEO SANTOS

 

Sacrificio

Como decirles que me agobia madrugar para ir a entrenar, que me pongo nervioso y voy tres veces al baño cuando tengo carrera, que no me gusta sufrir como antes, que en las citas importantes casi no puedo dormir y que ya no me hace tanta ilusión ganar trofeos. Pero no les puedo fallar. Me esperan, madre e hija, a unos metros de la llegada con la mirada de ilusión y la voz ronca de animar. Le doy mil vueltas a la cabeza y pienso que quizás en unos años sea difícil juntar a la familia casi todos los domingos. Tal vez las carreras sean la excusa y a la vez la razón de juntarnos. El lunes me volveré a poner las deportivas para entrenar.

# 232 Alicia Beatriz Alarcón

 

Corriendo

Estoy a mitad de esta magnífica carrera, me envuelve el calor, mis piernas avanzan voy un poco cansado pero tengo que esforzarme más, me preparé intensamente todo el año Tengo la ilusión de dar mi mayor esfuerzo y me emociona profundamente participar recorriendo las calles. Todos los participantes tenemos diferentes historias y yo mientras corro, son muchos los pensamientos que pasan por mi cabeza y se reúnen en esta ocasión. Recuerdo mi niñez, mis primeros paseos con mis abuelos de las cuales tengo lindas anécdotas, crecí siempre con el apoyo de mi padre y mi madre. Hoy soy un adulto feliz, me reconforta estar participando no hay rivalidad alguna, unidos de corazón, en este tiempo de carrera donde todos nos olvidamos de los problemas y disfrutamos plenamente. Faltan pocos metros, ya casi llego, gracias por estar vivo y doy gracias una vez más por vivir estos bellos momentos.

# 231 Raquel Moya Martínez

 

Punto de fuga

Correr es lo contrario de salir corriendo. Intenté explicárselo a Carlos cuando me reprochó que no dedicara suficiente tiempo a nuestra relación. Necesito confiar primero en mí misma, le dije, ensanchar mis límites, conquistar las distancias que mi mente ha interpuesto entre mis complejos y la persona de la que sentirme orgullosa. No fui yo la que huí. Dejó que sus temores le impidieran correr a mi lado.

# 230 Ana Belén García Castro

 

El gorrión

El gorrión tomó conciencia de dónde estaba [sintió la rama que abrazaban sus garritas, escuchó las hojas de la higuera rozándose, sintió el balanceo de toda la planta mecida por el viento, lo deslumbró el sol de primavera, giró un poco la cabeza y miró la tierra, los brotes, las flores, una babosa pegada a una hoja de lechuga ], se preguntó qué es la vida. Salió volando.

# 229 Pablo Redondo

 

Cuando te vi

Corríamos, reíamos, cantábamos, solo queríamos disfrutar de un día entre amigos pero yo sentía que me faltaba algo, me faltabas tú. Eran las primeras navidades que no pasábamos a tu lado. Me dijeron que la culpa era de un señor con nombre alemán al que yo no había visto en mi vida, un tal Alzheimer. No conseguía entenderlo. Mientras avanzaba ese pensamiento invadía mi cabeza hasta llegar a la recta principal dónde ya podía ver la meta al fondo. A medida que me acerco observo como me esperan mis tíos, mis padres, mis hermanos y... Un momento, ¿también ha venido la abuela? No puede ser. Sí, ¡está aquí, ha venido! Cruzo la línea de meta y corro a abrazarla. Por fin mi felicidad ya es completa. Ocurrió un 31 de diciembre. Ocurrió, en la San Silvestre Salmantina.

# 228 Xiuneidy Acevedo

 

Última Esperanza

Nadie sabía por qué Ana a su edad quería participar en la carrera. Era una pionera, había pocas mujeres ese domingo decembrino, pero su determinación la hizo escalar entre los 389 asistentes de la Salamantina del 84. El nombre del barrio “La Prosperidad”, le inyectó un aire de esperanza, y a pesar de su gran esfuerzo, un segundo lugar no le entusiasmó. Cuando el juez, le entregó el premio, se percató de su reluciente desdén, le dijo ─dónde está su espíritu deportista señorita ─, y ella lo petrificó con sus ojos grises ─Es señora, y se encuentra en el hospital acompañando a un marido moribundo, que exigía un primer lugar. Mikal Neshamá

# 227 Ander Balzategi Juldain

 

Palabras que corren

Escucha su nombre en una sinalefa, “correHector, correector”. Es alguien del público que le anima, le da impulso, una fatigosa energía, y sabe que eso es un oxímoron. Siente Salamanca bajo sus pies, tierra adherente, tierra atrayente, anáfora que repite desde que se produjo aquella elipsis en su vida, de correr hostigado en la arena de su tierra hasta dar aquel salto de gigante, el exilio, la hipérbole que le trajo a esta nueva patria. Sufre una digresión, se ve en su tierra, está corriendo y le persigue la policía, es un poeta, se llama Héctor, y vivirá la paradoja de ser alguien que corre perseguido por sus palabras, a que sean las palabras las que le persigan cuando corre.

# 226 Francisco Sánchez Egea

 

Cómo Lázaro corrió la San Silvestre

Escapando por Marina del ciego que perseguíale garrote en alto, cruzóse en San Francisco Javier con un grupo de mozos de su tiempo que corrían como galopan los caballos desbocados. Adentróse entre la marabunta destos, que miraban con extrañeza como un cuerpo gris dábase de bruces contra las piernas de una figura más alta que esperábale al final de Dr. Gómez Ulla. Revolvióse en el suelo para esquivar el golpe y siguió corriendo por Pontevedra hasta que una pared de hombres y mujeres indicarónle con aspavientos que bajara por Paseo del Rollo. Cruzó la Plaza de San Antonio entre aplausos y desplómose, de pura flaqueza y hambre el pobre Lázaro, frente al Milagro de San José. Recogióle el ciego por la oreja y llevóle así hasta el bloque de cemento desde el que observaban, día y noche, el Puente Romano y la Plaza de Santiago.

# 225 Laura Pérez

 

La promesa inquebrantable

Los corredores están listos. Reflejos de nervios y concentración. Miles de dorsales invaden las bellas calles y cientos de personas disfrutan, desde el otro lado, la competición. Ensayo la respiración, ultimo el calentamiento y me concentro en mis pies que tiemblan. Aún vivo la carrera como si fuera de nuevo aquel chiquillo, que hace 34 años, veía entusiasmado cómo su padre se aventuraba en una nueva iniciativa deportiva, de la cuál tomaría el testigo unos años después, sin faltar ni una vez, cumpliendo esa promesa que le hizo a su padre el día que se retiró. El juez da el pistoletazo de salida. Miles de participantes miran hacia el frente visualizando la meta. Yo permanezco en la línea de salida, fuera del circuito. Una lesión en la rodilla me impide correr por primera vez, pero aún siento cómo mis pies vuelan y la promesa de emocionarme sigue intacta.

# 224 Roberto Benito González

 

Aficionado

Suena el despertador. Me hago el remolón. Estoy de vacaciones. Al rato, me levanto sobresaltado. ¡Es mi primera San Silvestre y voy a llegar tarde! Antes del pistoletazo de salida ya estoy corriendo. Nunca he podido asistir a esta prueba. En 2017 acudimos varios familiares. Mis abuelos, mi madre y mi hermana ejercen de liebres. Yo, por tardón, esprinto hasta alcanzarlos, coger buena posición y seguir la carrera en una acera. Alberto y Gema marchan primeros. Luego aparecen Alejandro Sánchez (bronce en natación en los Juegos Paralímpicos), Felipe Yagüe (campeón del mundo de fútbol sala), José Ángel Gómez (oro mundial en kickboxing) y Marta Fernández (ganadora de casi todo en baloncesto). Carlos, Diego, Javi y Lorenzo me saludan. Jorge trota escuchando música y Félix tira del carrito de su hija. Les aplaudo. Sonríen, aceleran el ritmo y me demuestran que con vaqueros, camisa, zapatos y desde fuera también puedo participar.

# 223 Daniel Iglesias Fernández

 

Hasta que la meta nos separe

Sus ojos brillaban tanto como la luna en aquella noche. Ellos fueron responsables de que me quedara petrificado en la salida. Para cuando superé aquel lapsus ya me había quedado muy rezagado, pero poco a poco alcancé mi ritmo. Había sido un año muy complicado, y entrenar para la San Silvestre fue mi vía de escape. No podía fallar en el día clave. Pero a medida que recuperaba posiciones, más pensaba en aquella mujer. Su belleza había calado en mi mente. De repente, me vi afrontando el Paseo de San Antonio en primera posición. Estaba a doscientos metros de la meta, cuando distinguí sus enormes ojos entre el gentío. Me quedé ensimismado de nuevo mientras todos me adelantaban. Me acerqué a ella y me recibió con una hipnótica sonrisa. La misma con la que me despierto cada mañana, y que me recuerda cómo gané aquella carrera sin cruzar la meta.

# 222 Álvaro López Ferro

 

Relato tontico de palabras caras

Tambalea la realidad al paso marcado del pie de delante. Llegó, llegó, llegaré, soy el primero, el ganador, y me tropiezo y pierdo y no llego. Llegan, llegan, y yo no. No pasa nada. Me levanto, como en un anuncio de Adidas y me lanzo como un rayo. Lipotimia y para casa. Cago en la leche, Merche. Todo el año entrenando y me entra flato. Por qué viviré al lado de un telepi.

# 221 Carolina Pineida Figueroa

 

"El Triunfo del espíritu".

-"¿Por qué empezaste a correr?" -"Para escapar de mi casa. Del maltrato y el abuso..." A los cinco años, ya jugaba al maratón con sus hermanos. Todos arrancando del infierno. La pena que anudaba su garganta, salía por sus pies. -"La naturaleza respondía al golpe de mis pies adoloridos, transmitiéndome coraje. Tierra y cielo, testigos y guías en la modificación de mi destino, impulsando hacia mi estrella. Nunca debemos permitir que la falta de consciencia de otros, aplaque la nuestra". Condicionamientos adversos y limitantes, en una desigual cruel batalla, fueron parte del camino hacia su meta. El valor necesario vino de lo alto: la fuerza del Amor. Bajo otro prisma, surgió la comprensión. Determinación e inteligencia, dominando la oscuridad y utilizándola como instrumento. Fe y sentimientos, sometidos a la voluntad del espíritu. Alquimia pura, en función del reencuentro con su propia luz. -"Corría para salvar mi vida... y lo logré".

# 220 Jorge Borondo

 

La última carrera

Apoyado en la balaustrada del puente de Sánchez Fabrés, el anciano observaba a los jóvenes avanzar con sus camisetas de colores y sus dorsales en movimiento. Le extrañó comprobar que se trataba de una marea infinita pero ordenada, unas caras sudorosas pero sonrientes, casi felices, alegres por formar parte de aquella aventura. Tal vez la sorpresa le sobrevino porque él, en sus años mozos, no corría sino para escapar del miedo, y en aquel tiempo las estampidas eran el caos. Cuando el río multicolor terminó de pasar, se alegró de que ahora los jóvenes tuvieran mejores motivos para echar a correr y volvió a acordarse de Olga, a la que creyó ver en una joven con el dorsal 25, quien a la postre, terminó la competición entre las diez primeras. Pero el anciano ya no pudo verlo, la carrera para él había concluido mucho antes.

# 219 Daniel Aznar Alonso

 

Fermín y Vicente

Fermín y Vicente eran dos viejos amigos cascarrabias con una vieja afición común. Presumían de haber participado en todas las ediciones de la San Silvestre de Salamanca. En cada una de las treinta que habían disputado, habían competido entre ellos, y siempre Vicente había quedado por delante de Fermín, quien realmente no lo terminaba de llevar bien. En cada edición pensaba “esta vez sí”, pero año tras año sucedía siempre el mismo desenlace. Ahora, en la edición número treinta y uno, ambos ya tenían achaques propios de su edad, pero no dudaron en participar. La carrera entre ellos fue muy igualada, tanto que llegaron a los últimos metros emparejados. Un inoportuno tropezón dio con Vicente en el suelo. Fermín se vio solo ante la meta, pero lejos de cruzarla, paró y le tendió la mano a Vicente. Fue entonces cuando, treinta años después, supo lo que era realmente sentirse ganador.

# 218 Ernesto Vicente Salcedo Aparicio

 

UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD

Desfallezco y eso que todavía estoy por San Pablo. Prometí acabar la San Silvestre, pero mis músculos, ardiente gelatina, anhelan mi fracaso. Renqueante, me arrastro frente al Huerto de Calisto y Melibea, donde juré amor eterno mientras las sombras de los árboles adornaban su belleza. Imagen salvadora que me avitualla en una efímera tregua. El recuerdo de aquellas sábanas blancas, sudarios de mi débil voluntad donde se fraguó mi traición, me vuelve a derrumbar. Agotado, dejo atrás a un Lazarillo acusador mientras mi pie izquierdo huella primero las milenarias piedras del Puente Romano. ¿Estarán allí? Ni siquiera puedo levantar la vista. Quiero rendirme. De pronto escucho un vítor. ¡Es él! ¡Han venido! Renacen mis fuerzas mientras giro a la derecha y los veo. Hay orgullo en los ojos de mi chaval y en los de ella, algo que lucharé por comprender. La meta está lejos, pero sé que la alcanzaré.

# 217 Gonzalo Herbón Alonso (Zeta Bon)

 

El regalo

Mi padre siempre descuidó su salud hasta que resultó tarde. Tendría yo unos doce años cuando, por primera vez, me intentó convencer para correr con él en la San Silvestre. –Será un buen regalo –murmuró. Accedí a cambio de un premio, ese año y los tres siguientes. Nos distanciamos al llegar mi adolescencia y ambos dejamos de correr. Me hice mayor y no tardé en marcharme de casa. Mi padre falleció poco después. Hoy soy yo el padre y reconozco que no pasamos apenas tiempo con nuestro hijo, que ahora tiene ocho años. Por la calle encontré un cartel de la carrera de este año, y decidí hacer una propuesta. –¿Por qué no la corremos los tres juntos? –Accedieron ilusionados. Hoy fue la carrera. Miré a mi pequeño, corriendo delante de mí, me trajo recuerdos. –Vamos papá, mamá. ¡Corred! –animó–. Papá… ¿estás llorando? –Gracias por el regalo, papá –pensé.

# 216 Juanjo Frasquet Aguado

 

Pasos de gigante

El silencio se apoderaba del ambiente, a causa del nerviosismo que dominaba sus sentidos, al cuestionárselo absolutamente todo… Ese instante se rompía por el griterío y la exaltación de aquellos que los observan y, al mismo tiempo, los alentaban. El nerviosismo se convertía en adrenalina y, al dar una calada de aire fresco, se sentía libre. Era su momento de desconexión, donde lo único importante era disfrutar de cada paso e intentar dar lo mejor de sí. Al final, siempre dudaba de si había hecho todo lo que podía; si todo aquello merecía la pena. Por eso, cuando se presentaba otra oportunidad, lo volvía a intentar. Era su excusa perfecta para comprobar si podía dar más, si podía correr más, al fin y al cabo, si podía lograr todo aquello que pretendía. No buscaba gloria, ni trofeos. Todo era, sencillamente, por y para mejorar día tras día y seguir creciendo.

# 215 Lorenzo D. Rubio Martínez

 

Pistoletazo de llegada

A punto de cruzar la línea de meta como ganador, se sacó la pistola que llevaba amarrada a sus abdominales y se pegó un tiro en la sien, mientras el segundo clasificado alzaba los brazos.

# 214 África Iglesias Barberán

 

La carrera nostra

Un palo. Dos palos. Abandono a mi amiga y entro por las puertas del colegio. Oigo gritos. !Corre¡ Miro hacia atrás. Un policía golpea mis piernas. Un palo más. Otro golpe. Pierdo la cuenta. Me levanto aturdido. Emprendo el camino hasta el aula. Otro obstáculo más. Cuatro guardias que me bloquean el paso. Somos más los que apretamos. Logro llegar a la meta. Me tomo mi tiempo. Saco de la maleta el sobre. Lo introduzco en la urna y me vuelvo aliviado. Ahora me siento más español que nunca.

# 213 Isabel Ferrer Galiana

 

Con sudor y sin lágrimas

Hace frío y estamos empapados en sudor. Corremos más para escapar del resfriado. Metro a metro, paso a paso, avanzamos. Es la primera vez que corremos todo el equipo junto. La sensación está a medio camino entre emotivo y emocionante. Nadie se rinde, nadie se queda atrás, vamos en bloque. Cruzamos la meta. Seguimos andando, recuperando el aliento. Nos miramos. Vaya pintas. Estallan las risas.

# 212 Marc Martín Fernández

 

Insignificante

Quiero acabar el año con una victoria. La necesito. Por todo este año de mierda que me ha tocado aguantar. Llevo meses entrenando duro para la carrera, sobreponiéndome a las adversidades que me ha colocado delante mi mísera vida; dándome en los morros un día sí y otro también. Me habían despedido del trabajo, mi mujer me había dejado y me habían diagnosticado cáncer de testículo. Necesito esta victoria para decir a los cuatro vientos, y a la vida que no me pienso rendir. Puede tronar, diluviar o nevar, pero voy a ganar esa carrera y por insignificante que pueda parecer, me servirá para demostrarme que querer es poder.

# 211 Luis Mª Criado Barra

 

Nervios

El corazón lo tengo a mil. Otro año más, pero con los nervios de la primera vez. Si corriera por ganar, seguro que hace tiempo lo hubiese dejado. Miro a mí alrededor, cada año más gente participando, algunos disfrazados de Halloween. ¡Porqué no! ¿Verdad? Me coloco el dorsal, solamente faltan diez minutos, ¡¡¡El corazón me va a estallar!!! Hago calentamientos apoyado sobre una vaya publicitaria y no soy el único. Mí olfato percibe olores a reflex y linimentos y eso me pone más nervioso. Cada vez llega más gente y solamente quedan cinco minutos para dar la salida. El día está fresco y seco, ideal para una San silvestre. Me ato los cordones de las zapatillas por sexta vez. Veo gente conocida pero no quiero salir de mi concentración. El bullicio crece por momentos al igual que los nervios. ¡¡¡sólo queda un minuto!!! -¡¡¡Puuuunnnn!!!- Ya no hay nervios. A correr

# 210 ALEJANDRO CARTUJO VILLAR

 

Dentro de mis ojos

Troté, hacía frío, tanto que el papa Noel que está a mi lado no deja de dar saltos. Los corredores se soplan las manos y se palmotean las piernas, quedan escasos segundos para que den la salida, estoy emocionado y asustando. Me han dicho una cosa que no he entendido la carrera es circular. Tan solo quiero que den el disparo de salida. Preparados, listos,¡¡¡¡¡ pum!!! Un tirón en un brazo antes de verme aplastado por una estampida de gigantes. Corro a su lado pero ya no le puedo ver. El pelotón avanza despacio. El tiempo pasa muy rápido y los primeros corredores están llegando. A lo lejos le veo, jadeando, con el rostro crispado, al verme esboza una sonrisa. Me suelto de la mano de mi madre y corro hasta cogerme de mi padre y entrar juntos en la meta brazo en alto. Lo hemos conseguido.

# 209 Rafáel Moya Dominguez

 

LO IMPORTANTE ES PARTICIPAR

Estudiaba en Salamanca, y tuvo el privilegio de participar en la primera edición, que por aquel entonces se disputó por una serie de barrios de la ciudad, y surgió un inevitable flechazo. En lo sucesivo,no faltó ningún año, incluso después de terminar la carrera y volver a su lugar de residencia, volvía cada año para reencontrarse con la San Silvestre. Así, hasta la duodécima edición, en la que no hizo acto de presencia. No presumía de dotes de gran corredor, pero ni un solo año en los que pudo participar, dejó de cruzar la linea de meta. En él se personificaba el eslogan:"lo importante es participar". No volvió a correr, un maldito accidente de moto le había dejado postrado en silla de ruedas. Pero seguía acudiendo a la cita. Le pude ver observando el paso de la última carrera por el Puente Romano, sin poder evitar las lágrimas.

# 208 Carlos Álvarez Parejo

 

El gesto

Calambres en piernas. Apenas veo. Los corredores me sobrepasan mientras mi cerebro da bandazos. Unas manos me agarran. Busco apoyo en su hombro. No reconozco su rostro. Estoy hundido, me siento morir, pero él me grita y señala la meta. Puedes hacerlo, insiste. Son metros, distancia que veo eterna. Otro corredor se para, me aferra del costado. Ambos me llevan en volandas. Yo en el centro. Se oyen aplausos cada vez más alto. Sombras dibujadas ante mis ojos. Más corredores me sobrepasan… el tiempo corre… pero mis dos nuevos amigos no me abandonan, me animan. Uno me dice, estos aplausos son tuyos. ¿Míos? Ni siquiera veo al público. Todo está borroso. Sin embargo, mis piernas encuentran fuerzas, no sé de dónde las saco. En la meta, desplomado, no puedo ni hablar. Me encantaría decirles a ambos: Gracias, los aplausos no son para mí, son para vosotros. Vuestro gesto y sacrificio.

# 207 Mario Alberto Mejía Arenal

 

Ley seca

Los vestigios creados por los ecos de resacas pasadas parasitan su presente: El bailoteo del vaso al tambalearse en la mesa. El estruendo producido por el líquido al chocar contra el fondo del cubilete. Los cadáveres de los demonios ahogados, forman un poso residual que yace en el más recóndito rincón de su alma, desenmascarando así las lagunas emocionales provocadas por la ausencia de la templanza perdida. Sus temores son aplacados día a día, gracias a las gotas de sudor que surcan su frente, suscitando escalofríos de energía vital que le incitan a recordar que el corazón puede volver a latir a través de las vibraciones producidas por unas viejas zapatillas. Cada paso es un progreso. Cada kilómetro es una victoria. La meta se torna distante, borrosa y casi inalcanzable. Pero su rítmica respiración y su aliento cristalino le recuerdan que por sus venas solo fluye la sangre.

# 206 GERVASIO ALEGRIA MELLADO

 

ALAS EN LOS TOBILLOS

Las fuerzas emergían del pozo de la rabia, quería correr para olvidar la tarde-noche anterior, erizada de cuchillos, de discusiones, de celos... Me dolía tu ausencia igual que el frío en la niebla de mis huesos aquella mañana de San Silvestre. Me sumergí en el oleaje de la carrera: las farolas, huérfanas de su aureola anaranjada, temblaban en el espejo oscuro de los adoquines, el aliento se rompía en mil pedazos con el redoble de las zapatillas; las lágrimas escocían en los ojos y el asfalto se erizaba de carámbanos. El dolor de tu pérdida me clavaba alfileres incandescentes en cada músculo. Hasta que enfilamos el puente y vi tu silueta recortada en el pretil, tu abrigo inconfundible, tu boina gris, tu bufanda, tu voz enguantada diciéndome “venga, sigue, no te rindas”. Y se me soltaron las alas de plomo de los tobillos y volé hasta ti, mi meta soñada.

# 205 Raúl Clavero Blázquez

 

Arrepentimiento

En cuanto dieron la salida en la San Silvestre, comencé a correr en la dirección contraria. Muy pronto atravesé el manto de hojas secas del otoño. Crucé el verano sin problemas, y recorrí después los cuatro lustros anodinos de mi último trabajo. A continuación vinieron el divorcio, la familia, el matrimonio. Al llegar a mi etapa de mochilero por Europa empecé a notar que las fuerzas me fallaban, y cuando tomé la curva hacia los días universitarios, los únicos realmente felices de mi vida, ya tenía todo un batallón de alfileres adueñándose de cada uno de mis músculos. Traté de acelerar el paso pero fue imposible y, de nuevo, sólo pude ver en la distancia cómo te subías en aquel tren que nos alejaría para siempre. La carrera ha terminado. Tendré que esperar a la del año que viene.

# 204 Carmen Martín Carrasco

 

Toda una vida

Íbamos a cumplir treinta y tres años juntos, se dice pronto. Treinta y tres años compartiendo el día a día, dándonos lo mejor y lo peor de cada uno. Era tan fuerte lo que sentía por ella que era imposible explicarlo con palabras. Desde el día que la conocí había estado guapa y atenta, me había dado todo. Treinta y tres años de la primera carrera de muchas en mi nueva ciudad, en mi nuevo amor, treinta y tres años viviendo y corriendo en Salamanca.

# 203 PAMELA PIEL GONZÁLEZ

 

La Estrategia

Silvestre se enfundó sus deportivas color verde. Sus largas y múltiples extremidades alcanzaban el techo y podía, sin mayor esfuerzo, atarse los cordones y, al mismo tiempo, coger las bombillas de los focos de su habitación. -Lo importante es la estrategia –dijo una de sus ramas-brazo. -No es así siempre –replicó otra. -Explícate–. -El año pasado teníamos un plan pero aún así no ganamos-. -Por eso mismo este año llevamos luces, ramas de poca fe-. Mientras, Silvestre seguía afanado en llevar todas las luces a la carrera. Ya había conseguido coordinar el movimiento de las luces de Navidad con el ir y venir a modo de comba de las 33 ramas que se proyectaban desde su atlético tronco. Aquella tarde gris, Silvestre nuevamente no consiguió llegar el primero. Pero desde arriba, muy arriba, alguien se maravillaba por la hermosa cadena de hojas que se encendía con cada pisar.

# 202 Miguel Escudero

 

El placer de sufrir

La primera vez que corrí fue por una chica. Era una compañera de clase muy guapa que solía correr carreras populares. Yo ni siquiera sabia porqué llamaban así a las carreras, populares. Estuve a punto d preguntarle si era porque dejaban participar a los pobres. Para mí el deporte era muy impopular. Sin embargo, ella me habló de una carrera que se disputaba ese fin de semana, y yo le dije que también me inscribiría. Corrimos juntos al inicio. Sufrí como un perro para no perder su ritmo. Al tercer kilómetro, tuve que descolgarme de ella para que no me viera vomitar. Me gustaba tanto esa chica que hice un esfuerzo sobrehumano para terminar. Cuando llegué a meta la busqué por todos lados, pero no la vi. El lunes me dijo que había conocido a un chico. Y yo, sin saber por qué, me enganché para siempre al sufrimiento.

# 201 Sandra Chamorro de Vega

 

Sin dosel

Ni siquiera esperó a que acabara el vídeo de estiramientos. Cerró el ordenador obligándolo a hibernar y se dirigió a la puerta dando saltitos, puñetazos al aire y resoplando enérgica. Estaba todo listo. Las últimas sneakers del Decathlon para una perfecta estabilidad; un top deportivo especial para la máxima protección y una banda Nike que recogería todas esas toxinas que estaba dispuesta a expulsar. Llegada triunfal a la línea de salida. Desde un altavoz se oye una voz cansada: «los perros sin dosel no podrán participar». Miró a su alrededor y una brisa con olor a champú antipulgas le abofeteó la cara. Aún era 30.

# 200 sebastian nicolas galindo delgado

 

Una rutina que me salvo.

Uno de esos días en los que el festejo y la adicción formaban parte de mi rutina destructiva, un volante se deslizo por debajo el portón de la casa. su contenido hacia especial alusión a la carrera de atletismo, en la san silvestre salmantina. Me llamo la atención un párrafo que decía “ si tienes problemas de adicción, te invitamos a que te postules por una de nuestras becas de atletismo, anualmente nuestra institución dispone de sus recursos para ayudar jóvenes con problemas de adicción, nuestra intención es que por medio del deporte el afectado adquiera disciplina, y con ello enfocar su atención hacia el trabajo duro, y así amplificar sus valores personales, dando al afectado la posibilidad de adquirir una rutina intensiva, para que su cuerpo sea desintoxicado.” dándole la capacidad de acostumbrar su cuerpo al hábito de un atleta, y así cambiar la necesidad drogas por deporte.

# 199 M DOLORES RODRÍGUEZ CANILLAR

 

el arco iris también quiere correr

Espero el momento de comenzar la carrera, en el que tras una década, vuelva a pisar las empedradas calles doradas. Hay quien ha querido que desistiera de ello, haciéndome ver que las cosas no son como antes. Algunos me recuerdan que es complicado. Pero ahora, a estas alturas, ya nada me detiene. Me he vestido a conjunto con los colores que ella ha elegido, arrastrándolos a mi lado, como si entendiera de colores. Y he obviado, como he aprendido a hacer en los últimos años, cualquier tipo de comentarios y habladurías. Las calles empedradas traspasan mis zapatillas a cada paso. El aire me acaricia. Hasta la lluvia, que parecía ausente, quiere acompañarnos. Siento con orgullo la meta por el tumulto que nos grita y nos aplaude, a mí y a mi compañera. Alguien comenta que el color de los corredores se pierde entre el arco iris que nos envuelve.

# 198 Yolanda Nava Miguélez

 

SIN NUDOS

Recuerdo el deseo de que mis piernas fueran alas para alcanzar a mi hermano. Corre peque corre, me gritaba, mientras nos perseguían los gritos del dueño del colmado; cuando este era un punto difuso bajábamos el ritmo para tomar aliento. Ya en casa, le entregábamos a mamá las latas de sardinas, la barra de pan y con suerte una longaniza. Ella no hacía preguntas, feliz de tener cena. Corrí también para llegar al colegio después de haber acarreado el agua desde la plaza, y lo seguí haciendo años más tarde para llegar puntual al instituto desde el mercado en el que ayudaba a descargar camiones. Hoy, esperando el pistoletazo de salida en la San Silvestre salmantina me siento extraño... es la primera vez que corro por el placer de hacerlo y siento en el estómago una sensación que nada tiene que ver con aquella que lo convertía en un nudo.

# 197 Nieves Paradinas Blanco

 

Mi primera vez

Treinta años disfrutando la San Silvestre y este año será mi primera vez. Treinta años detrás de las vallas, disfrutando del jolgorio, el buen ambiente que se crea en el barrio. Recuerdo ir con mi padre a disfrutar del bullicio, dar ánimos a aquellos que lo daban todo en el asfalto, y ¡correr!. Correr de un lado para otro, de la salida a la plaza mayor, parque Picasso y por fin, la meta. Los tiempos están controlados, todo para ver de nuevo a familiares y amigos, y poder gritarles: ¡Ánimo, ya queda menos! Y aquí estoy yo ahora, a dos meses a la vista… con nervios, con emoción, a punto de coger mi primer dorsal, sabiendo que si me faltan fuerzas para terminar, habrá gente detrás dándome ese empujón. No me podía estrenar con otra carrera… tenía que ser ésta… San Silvestre 2017 te espero con especial emoción, como siempre.

# 196 Elena Arceo Rebollo

 

Los pies en Salamanca

En el punto de salida, paseo de san Antonio, calentaban el espíritu y charlaban, codo con codo, varios fantasmas célebres de Salamanca. — ¿Por qué corremos, si somos atemporales, y sin cronómetro no hay ganador ni hay meta? — se preguntaba un espectral Julio Robles. —No corremos para ganar, corremos por el calor de la gente —respondió cantando el espíritu de Rafael Farina. —Corremos detrás del sueño de que vivimos —dijo Carmen Martin Gaite con una sonrisa transparente. —¡No, no!, yo sólo porque hoy se está bien entre los vivos —exclamó divertido Torrente Ballester—, liberados de sus nombres, género, opiniones, oficios… hoy son simplemente corredores, ¡ligeros como el número de su dorsal! —A ver amigos, ¡a callar y corramos! —exclamó Unamuno marcando la salida— ¡que estoy harto de las alas, y aquí el que no corre vuela! Y echaron a correr, dichosos de poner los pies en suelo salmantino.

# 195 Alba Varon Vicente

 

Zapatillas

Por fin mañana era la carrera y no tenía lo más importante para participar: las zapatillas. Me había preparado concienzudamente desde que supe cuándo se iba a celebrar la San Silvestre Salmantina. Siempre que corría, fuera donde fuese, lo olvidaba todo en la meta, respirando hondo sin dejar de mirar al cielo. Quería luchar para ganar, pero sin unas zapatillas decentes mi sueño era imposible. No tenía tiempo para reunir el dinero necesario. Me daba vergüenza pedirle dinero a mis padres para algo así y no tenía amigos que me pudiesen prestar las suyas. Pero “contra viento y marea” siempre fue la frase que tomé como guía. Sin pensarlo dos veces, me recorrí todos los basureros que encontré en los barrios ricos de mi ciudad hasta que, escondidas, colgadas en la esquina de una papelera, presencié el milagro. Esas blancas y brillantes zapatillas empujaron mis pies hacia mi sueño.

# 194 LUCIA ALCAZAR LARA

 

POR TI

Hace unos meses lloraba la perdida de mi madre, lloré tanto que los ojos se me secaron y apenas podía dar un paso. Pero conseguí levantarme y hoy estoy en la carrera de San Silvestre. Mi madre todos los años participaba, excepto el último año de su vida. El cáncer se lo impidió. Yo le prometí que correría al año siguiente por ella, aunque nunca fui muy deportista, pero estoy convencido de que los recuerdos que tengo de mi madre, cuando se enfundaba sus mallas y corría feliz por las calles de Salamanca, serán los que me lleven en volandas hasta la meta, y cuando la crucé volveré a verla.

# 193 Guillermur Urdaneta Salguero

 

ESPEJO DE SI

El espejo le devuelve su mirada de hastío, se levanta pesadamente mientras va abotonándose la blusa. Nueve y media y apenas han pasado quince minutos, parece que el tiempo se quedó pasmado; pero no, sigue corriendo como siempre. Ella pensaba que dormía, veía cada cosa que hacía, revisó una cartera, saco un dinero sencillo, miro papeles como quien busca saber algo sin saber qué; pero nunca sabrá que era un huésped olvidado de si mismo, con esa virtud de no extinguirse por completo. Fue aquella muerte artificiosa que no le permitió ver su final.

# 192 Rosario Fernández Ginés

 

Corredor sin dorsal

Corriendo como jamás lo había hecho en la vida, doblé aquellas calles de Salamanca que tanto me habían visto correr. Tenía escrito en la memoria todo el recorrido. El asfalto me conocía bien y yo conocía cada rincón, cada esquina,cada punto crítico en el trayecto. No podía desfallecer esta vez. No podía dejarme alcanzar. Avancé de lleno hacia la marabunta de corredores con sudorosas cintas en la frente. Allí podía ser uno más. Parecía fácil.No miré atrás. No vacilé. Me jugaba mucho esta vez. Casi sin darme cuenta, sobrepasé una cinta y escuché un clamor y muchos aplausos. ¿Yo? ¿Ganador? ¿Había ganado? ¿La San Silvestre? Apenas unos segundos de disfrutar las mieles del triunfo les vi. Me habían alcanzado. No me pusieron medalla alguna, pero sí las esposas. Para una vez que ganaba algo...

# 191 Irene Berrocal

 

Mi otro yo

Gente de todas las edades se reúnen en este día señalado para cumplir con una carrera que viene siendo tradición en muchos países. Es habitual disfrazarse para este evento, la gente extrema sus disfraces más que en carnavales, la mayoría de los hombres se visten de mujer como mofa, con senos de plástico, extensiones de colores, maquillaje corrido por los ojos y los labios, pero para mi este disfraz, es la única vez en el año en la que me puedo vestir de camarera francesa y liberar a mi otro yo.

# 190 Paula Fernández Ramallo

 

Primera cita

Estaba emocionada. Álvaro le había pedido una cita. Le gustaba desde el primer día de clase, cuando el pasado mes de octubre se había sentado a su lado en la facultad. Habían compartido un par de cafés con su grupo de amigos y alguna charla informal en los intercambios. Pero hoy por fin le había propuesto una cita. Una cita inusual y que no se había imaginado. Quedamos en la San Silvestre. Perfecto pensó. Que mejor comienzo...

# 189 cristina sanfélix madrid

 

MI LIBERTAD

Mis zapatillas nuevas esperan unos pies llenos de miedos pero con ganas de correr. Mi camiseta, con el dorsal 22, se adapta perfectamente a mi reciente cuerpo que he trabajado en el gimnasio. Y mis gafas de sol solo permiten luz a mi nueva vida. Por un instante giro la vista atrás donde está llena de peleas, de celos y desbordada de ti. Miro hacia adelante. La raya de la salida me marca el presente. Con la primera zancada me desprendo de la última paliza que me diste. Respiro aliviada. Me siento cómoda con los demás corredores. Nadie invade mi espacio. Esta vez la inspiración es más profunda. Tengo el final más cerca. Mi cabeza sobrevuela lejos de tu mente laberíntica. Instintivamente inspecciono las caras de la gente y tú no eres ninguna de ellas. Por fin, mi libertad ha desplegado sus alas en la meta.

# 188 Enrique Rodríguez González

 

Correr con C

Correr contagia. Correr con calculadora, contando cada centimetro, cada caloria quemada, cada calambre cuidado... Correr creando cuentos, cantando canciones, coloreando cielos con kilometros... Correr con cautela, con confianza, con compañeros. Correr con cabeza. Correr con corazón...

# 187 Rocío de Juan Romero

 

APARICIÓN

La primera vez que la ve, con un vestido floreado y el pañuelo que él le regaló, entre el público que jalea la San Silvestre salmantina, cree que se ha confundido. Acelera el ritmo, aunque sabe que es un error, para esquivar su mirada. En la Plaza Mayor la reencuentra. Se pone una mano en el pecho para detener los latidos, y huye, atravesando el Puente Romano. De nuevo ella se le aparece. Le roza el brazo, murmura unas palabras. Él bracea, queriendo apartarla, acallar el timbre de su voz con el ruido de la multitud. Al llegar al Alto del Rollo la divisa en la línea de meta. Y, por fin, comprende. No está loco. Su mujer, fallecida una semana atrás, a la que prometió correr la San Silvestre pese a su machacado corazón, ha venido a recoger su cuerpo infartado para que vuelvan a estar juntos.

# 186 Sergio Alonso Criado

 

Una Sonrisa

Llego agotado. ¡Pero llegué! Demasiado bullicio. No conozco a nadie. Cansado, me siento en el suelo. Amablemente una chica me ofrece una botella de agua. Sonrío también y la tomo. -¿Qué hago aquí? No sé ahora por qué estoy cansado…; solo un disparo. Empujan y empiezan a correr. Yo hago lo mismo, pero no recuerdo porqué. Hay personas que aplauden. Mucha gente. Me gusta. Cada vez corro y avanzo con más entusiasmo. Me encuentro bien. Pero sigo sin saber por qué lo hago. No importa. Chicos y chicas, jóvenes y menos jóvenes, están haciendo lo mismo. Adelanto algunos que van más despacio; me adelantan los que van más deprisa. No pienso correr, ni más ni menos. -¿Te encuentras bien? –me dice la sonrisa que me ha dado el agua. Vuelvo al mundo. -¡Claro! – muchas gracias. La mañana es fría en Salamanca, pero de encantadora luminosidad.

# 185 Andrés X. Cancela Fdez.

 

Cooperación

Por fin aquel año se subiría al podio. Su esfuerzo sería recompensado. Llevaba meses entrenando, preparándose para la San Silvestre de su ciudad. Se hallaba a escasos metros de la línea de meta cuando la pierna le falló. Cayó de bruces al suelo, incapaz de continuar. Comenzó a mentalizarse de que había perdido la carrera otro año más. Pero entonces, la grata sorpresa lo alcanzó. El segundo corredor, que podría haber aprovechado su tropiezo para hacerse con la victoria, se paró y le ayudó a levantarse. Juntos, cada uno con el brazo por encima del del otro, cruzaron la meta. Tras esta muestra de cooperación y espíritu deportivo, los dos finalistas se marcharon, cada uno con su medalla (la de uno de oro y la del otro de plata), y compartieron las doce uvas para celebrar juntos la llegada del nuevo año.

# 184 Enrique Martínez Carcelén

 

Mi Secreto

¡Qué frío!¡Qué nervios!La San Silvestre salmantina,¡de ahí al cielo! No se trata solo de correr,es pasión,ganas,sentimiento.¿A orillas del Tormes? Todo un sueño. Es avanzar,sudar,luchar y anteponerse al miedo.¡Cuánta adrenalina despedir el año corriendo! Salamanca es vida,Navidad y deporte sonriendo.Quiero parar,pero no puedo,pues las piernas me llevan directo a Enero. Esta es mi historia,la de un aventurero,que con setenta años,lejos está del suelo.Por qué,os preguntaréis,sigo corriendo.Respuesta sencilla daré a vuestro ruego:porque soy de Salamanca,ese es mi secreto .Ahora,con permiso os dejo,que con esto de dar zancadas,a veces me entretengo.No es que quiera dejar de contaros este cuento,pero a juzgar por lo que veo,la meta aún queda lejos.

# 183 Cristina Núñez Mateo

 

El cordón de su zapatilla

Hoy he sido capaz de usar de nuevo aquel cordón, aquel que un diciembre, a mis nueve años, mi abuelo volvió mágico. De rodillas frente a mí, a modo de legado, enhebró su cordón en mi zapatilla y, entonces, rodeados de ovnis y barcos pirata, de pelucas y disfraces, de retos y promesas, corrimos de la mano para no perdernos. Sudor y magia se mezclaban con el eco de nuestras suelas por todo Salamanca. Hoy, su recuerdo me ha pedido a gritos que desapolillara aquel cordón y, para mi sorpresa he descubierto, que lo menos mágico de aquel diciembre era el cordón.

# 182 JOSE FERNANDO CUENCA

 

PIERNAS FLACAS

El estrépito del disparo resuena en sus mentes. El gentío arranca casi arrollándolos, pero afortunadamente su esposo le sonríe y le aprieta la mano con cariño. “Vamos Alicia”. Los pantalones cortos dejan ver sus flacas piernas que apenas les sostienen en pie. Las miradas acuosas, los lacios cabellos blancos mecidos por el suave viento, las zancadas cortas, los cansados corazones desbocados y sincronizados. Hace años que la mente de su esposa voló hacia tierras desconocidas pero cada año, siempre por estas fechas, los dos ancianos retoman la misma carrera que les lleva a recorrer las calles de su ciudad. El asfalto gris sustituye a los caminos de tierra, la algarabía de la multitud a la soledad silenciosa, los petos numerados a los chándales pasados de moda. Sus vecinos esperan en la meta haciendo que sus sonrisas afloren en sus labios. Entonces la muchedumbre los aplaude como a auténticos campeones.

# 181 Sandra Simone

 

Tránsito hacia la Gloria

Aguerridos gladiadores se aprestan para el gran desafío. La carrera está pronta a comenzar. Una ráfaga de ansiedad se dibuja en sus rostros. El comienzo se avecina. Palpitantes entretelas anuncian el gran momento. Los atletas principian su trayecto. Sus pies parecen volar. Sus músculos se contraen y se relajan, los puños se aprietan, la tensión se agiganta y luego cesa. El aroma del sudor se difunde, se mezcla con otros sudores, corre por las excitadas frentes, por los temples palpitantes, por los ágiles muslos. La meta está cerca, las fuerzas parecen alejarse, pero el espíritu dirige la energía hacia el triunfo. Próximo está el cielo, anhelan tocarlo. En el camino quedan algunos, vacíos de fuerzas. Enriquecidas las voluntades de los que persisten, se ennoblece la gran ceremonia del éxito. Exhausto, el ímpetu cruza la meta, enalteciendo el sublime pedestal de la gloria.

# 180 Juan Lorda Llorente

 

Quitarnos las cadenas

- Cerró la puerta de golpe y la escuché sollozar en el pasillo, si hubiese ocurrido el año pasado habría corrido a consolarla, pero en ese momento no sentí nada, pura apatía, lo que provocó que me diese asco a mí mismo. Ella sólo me había propuesto volver a participar en una carrera popular, la San Silvestre Salmantina, evento en el que nos habíamos conocido hacía ya 3 años. ¿Sabes cuál fue mi respuesta? Que no pensaba volver a correr. - ¿Has probado a volver a correr? … Llegó la Navidad y con el calor familiar comencé a reírme más, y a verla reír de nuevo también a ella. El 31, calentando los minutos antes de salir, me fijé en la felicidad que nos inundaba a todos los participantes por echar a correr, y en cuanto sonó el “¡Uno!” del público, mis pies soltaron al fin sus cadenas, y sonreí.

# 179 Santiago Eximeno Hernampérez

 

Para siempre

En el primer giro la pierdo de vista. Esa zancada larga y elegante la aleja de mí, y la multitud de brazos y piernas que avanza a ritmo desacompasado me difumina y casi logra que me desvanezca. Intento remontar pero ella, ajena a mi sufrimiento, no solo no desfallece sino que aumenta el ritmo. Se suceden las calles angostas, en las que apenas estoy presente, y durante un instante siento que ella me abandona, que no me necesita, que puedo desaparecer entre la gente y no sentirá mi ausencia. Es al oír los aplausos de la gente, los gritos de ánimo, la algarabía de los niños, cuando recupero mi presencia de ánimo. Y me deslizo por las calles y por las paredes hasta que al fin alcanzo sus zapatillas y nos reunimos de nuevo. Ella no nota nada. Da por hecho que seré su sombra para siempre.

# 178 Ernesto Ortega

 

La mano

Empiezo a correr de la mano de mi padre. Nos quedan muchos kilómetros y, aunque él es muy rápido y seguro que gana a todos, prefiere adecuar su ritmo al mío. Me enseña a mantener la respiración y a dosificar el esfuerzo para aguantar hasta el final. Todos nos adelantan, pero lo importante, me dice, es participar. Pronto empiezo a sentir el cansancio. Inspiro y espiro como me ha enseñado. De vez en cuando, giro la cabeza para constatar su presencia. Sin embargo, en algún momento, sin darme cuenta, he debido de soltar su mano y ya no lo veo. Lo busco entre la multitud. Por fin, creo distinguirlo. Aprieto los puños y acelero el paso. A grandes zancadas, voy ganando puestos. Cuando cruzo la meta, me está esperando. Hace años que el pelo se le volvió blanco y las piernas comenzaron a fallarle, pero su presencia todavía me reconforta.

# 177 Gabriel Pérez Martínez

 

A contratiempo

En cuanto dieron el pistoletazo de salida, la clave de sol despuntó en la segunda línea. El pentagrama se constituyó sobre el asfalto y arrancamos. Mi esposa Carmen corría a ritmo de semicorchea tras dos pequeñas fusas: nuestros gemelos que construían una escala ascendente de cuatro octavas con siete bemoles. Dos arpegios a su derecha, Mario (su amante) avanzaba en un sí sostenido con tempo Allegro, sonido en el que yo desafinaba desde que sólo escuchaba mi propio diapasón. Mientras intentaba alcanzarlo, me caí en un silencio de duración indefinida y tuve que esperar a que las notas de otros corredores me ayudaran a levantarme. Con sus ligaduras, consiguieron reintroducirme en la partitura de la carrera. Recuperé el compás y aceleré en un do de pecho. Aún podía formar un nuevo acorde con mi familia.

# 176 SERGIO HARO GÓMEZ

 

EL ALUMNO AVENTAJADO

Corrió sereno, imperturbable, con la victoria como único objetivo. Corrió ajeno al frío, a los gritos de ánimo, a los propios latidos de su ambicioso corazón. Y cuando la niebla cubrió todo lo que le rodeaba, siguió corriendo. Corrió hasta que el instinto le dijo que la meta estaba próxima. Solo entonces se permitió mirar hacia adelante, pero no consiguió ver nada, a excepción de un viejo hombrecillo que parecía esperarlo con una sonrisa indescifrable. Exhausto, se detuvo junto a él. “Bienvenido a la Cueva de Salamanca”, le oyó decir. Fue entonces cuando supo que había ganado y perdido a la vez.

# 175 Jollyan Andrey Rojas Rodríguez

 

La Carrera

Salimos desde la Calle Honduras. A mi edad esto era impensable y aún más en mi condición. Nadie lo sabía. Giramos por el Paseo de Canalejas, la respiración se tornó un poco pesada, pero con el stent todo iría muy bien. Los años en el refugio para adultos me habían fortalecido; la San Silvestre sería lo último. Tenía que liberarme. Vinieron los gigantescos bloques marrones de edificios a lado y lado del Paseo; vino la presión en el pecho y más velocidad en mis piernas. Entre nubes vi a Carlos y María, mis enfermeros. ¿Lo sabían? Me fijé en los dorsales azules delante de mí, y de repente sentí gran necesidad de llegar al Parque de la Alamedilla. Mi visión se nubló; la respiración se cortó cuando entré en la curva. ¡Allí estaba a metros! Sentí una explosión en mi pecho antes que ellos me sujetaran.

# 174 Gervasio Alegría Mellado

 

"Alas de plomo en los tobillos"

Las fuerzas emergían del pozo de la rabia, quería correr para olvidar la tarde-noche anterior, erizada de cuchillos, de discusiones, de celos... Me dolía tu ausencia igual que el frío en la niebla de mis huesos aquella mañana de San Silvestre. Me sumergí en el oleaje de la carrera: las farolas, huérfanas de su aureola anaranjada, temblaban en el espejo oscuro de los adoquines; el aliento se rompía en mil pedazos con el redoble de las zapatillas; las lágrimas escocían en los ojos y el asfalto se erizaba de carámbanos; el dolor de tu pérdida me clavaba alfileres incandescentes en cada músculo. Hasta que enfilamos el puente y vi tu silueta recortada en el pretil, tu abrigo inconfundible, tu boina gris, tu bufanda, tu voz enguantada diciéndome “venga, sigue, no te rindas”. Y se me soltaron las alas de plomo en los tobillos y volé hasta ti, mi meta soñada.

# 173 Alicia Díaz-Roncero Catalá

 

Por él

Son las 11:30 salgo de casa hacia el paseo de San Antonio. Allí he quedado con mi hermano, llevamos desde que comenzó el verano entrenando para esta carrera. No la corremos por nosotros, sino que por nuestro abuelo, falleció en abril y él la corría todos los años. Ya son las 12;30 suena el disparo de salida, se me pasan mil cosas por la cabeza en este momento ¿porque no había corrido esta carrera antes cuando él aun estaba?. Ya vamos por la avenida de los Comuneros me siento exhausta, empezamos demasiado fuerte, ahora no me puedo parar, él no lo hubiera hecho. Entonces fijo la mirada al frente solo quedan 100 metros ya puedo ver la meta, siento el calor de la gente jaleando. Al cruzar la meta me abrazo con mi hermano y pienso lo hemos conseguido.

# 172 Juan Sevillano Gacho

 

Correr bajo la lluvia

Era real. Estaba lloviendo. Una felicidad inmensa invadió mi cuerpo en ese instante. Las gotas de agua se deslizaban por mi cara al correr. Sentí de nuevo esa sensación de libertad casi olvidada. Quería calarme hasta los huesos. Brinqué con los brazos abiertos. Chapoteé cada charco. Corrí como nunca. Gané. Estaba eufórico. Y no era para menos. Hacía años que la lluvia no se dejaba ver por nuestra tierra. El clima había cambiado y con él nuestro modo de vida. Pero yo, lo que más echaba de menos, era correr bajo la lluvia.

# 171 Rodrigo Daniel Espinoza Espínola

 

"Ellas."

Era el primer año que corría sin ellas. Sentía que todavía estaban allí, siempre soportándolo, solo hasta que se daba cuenta de que era una ilusión: Las pobres se habían perdido mucho tiempo atrás. Se sentía extraño incluso llegar a la carrera salmantina sin sus compañeras, pues ellas siempre lo habían llevado a todas partes. Comenzó la carrera como sintiéndose desnudo, sin nadie a quien alentar en el camino. Sin nadie a quien cuidar de las otras personas, de los tropiezos, de las caídas. Sabía que no tendría a quien aliviar el agotamiento al llegar a la meta: Ya no se cansarían jamás, y cansarse era su victoria. Sus brazos estaban languideciendo cuando llegó a la meta por una rueda de ventaja. Pero él sólo miraba hacia abajo, a las incompletas amigas que lucían plácidamente sentadas sobre la silla atletismo. Sabía que el trofeo les pertenecía a ellas.

# 170 Natividad Poveda Vidal

 

PALADINES DE LA ESPERANZA

No ha comenzado la San Silvestre Salmantina. Emociona ver y sentir el ambiente, innecesarias las palabras, tampoco los gestos. Participantes con la llama de la ilusión encendida. Muchos no esperan ganar. Es un triunfo estar aquí. Recorrer el asfalto salmantino; maravilloso enclave arquitectónico que lo hace tan especial… el Puente Romano… Las Catedrales… Emblemas de una cuna cultural, que ahora acuna al deporte. Sobrecogen los grandes héroes en sus sillas de ruedas, que semejan paladines montados en su corcel. Dispuestos a luchar su lides, y demostrar al mundo, pero sobre todo a sí mismos, que todo es posible cuando uno se lo propone. Se te eleva el alma y anima a seguir el viaje. Cuán difícil será su vida en comparación con la mía. Mis dudas, miedos e inseguridades en un instante desaparecen. Su sonrisa y su esfuerzo me han contagiado espíritu de superación. Ha renovado mi ser con esperanza.

# 169 Manuel Santos Mínguez

 

PUEDO

Lo siento, pero no podrá volver a caminar. Faltando un kilómetro para meta recordó aquellas lapidarias palabras del doctor. Cuatro años atrás, su existencia no se basaba más allá de estar postrado en una cama viendo como se le iba la vida. Extenuado por el esfuerzo, se dio fuerzas para terminar los últimos metros de la San Silvestre Salmantina, animado por el público que le jaleaba. Atrás quedaba el lento y milagroso proceso de recuperación de aquel maldito accidente laboral. El corazón le palpitaba a un ritmo acelerado al pasar por meta, desbordado por la emoción. Nunca había corrido una carrera popular en su vida de antes como él decía. Porque la nueva, comenzó un día al ver en los informativos imágenes de la San Silvestre Salmantina; retándose a correr esa carrera. Y allí se encontraba, roto en llanto, porque no solo volvió a caminar si no que logró correr.

# 168 Miguel Sánchez Martínez

 

La mejor victoria

Andrés miró atrás y no vio a nadie. El cansancio era un verdugo cruel. Poco a poco fue reduciendo la velocidad. Volvió a voltear. Divisó a otro competidor. Su paso era rápido y seguro. Cuando el corredor estuvo más cerca reconoció ese pelo rubio y esas mejillas sonrosadas. Era Samuel, su antiguo compañero en la universidad, el que lo dejaba siempre en segundo lugar, el que le ganó todas las becas, el que conquistó a Carmen, la chica de la que Andrés estaba enamorado. El orgullo lo hizo correr más rápido. No podía volver a perder. Samuel se le acercaba. A cien metros de la meta iban parejos. Ambos corredores lo daban todo en cada paso. Sólo faltaban unos metros. Andrés cruzó la meta primero. Gritó con júbilo, levantó los brazos, se hincó para besar el suelo. Andrés fue penúltimo en la silvestre salmantina del 2016 de entre 7000 competidores.

# 167 Alberto Roman Carpio

 

m. y f. Persona que se ofrece a hacer un traba….

Llevaba muchas ediciones siendo puntual a la cita de cada Navidad,sin importarle ni la salud ni el tiempo que hiciese ese día, habitualmente frío y lluvioso.Trataba de transmitir a sus hijos idéntico amor por la prueba como el que le habían transmitido sus padres a él mismo.Se mostraba orgulloso con el crecimiento, la participación aumentaba año tras año, y el prestigio que la carrera había alcanzado, porque él también había contribuido a ello.Conocía el recorrido al dedillo, sus repechos, cruces, el estrechamiento de algunas calles, los lugares en donde más aglomeración de corredores y de espectadores se producía: salida y meta, avituallamiento, patio... Había “pasado” por todos esos sitios.Aquella mañana cumplió con el ritual:Madrugó, desayunó frugalmente, se puso su chándal y se calzó sus zapatillas.Por último, se colocó encima el peto que le acreditaba, otro año más,como voluntario de la San Silvestre Salmantina.

# 166 María Sardón Rodríguez

 

La carrera

Me despierto. Estoy contenta, ilusionada. Hoy es el día. Cojo energías. El dorsal luce sobre mi espalda. He llegado puntual a la salida. Una muchedumbre llena el espacio. Quiero hacerlo sola. No estoy nerviosa. Caliento un poco. El megáfono anuncia que está a punto de empezar. Me pongo en posición. Durante esos segundos pienso en todo lo que conseguiré en la vida. Suena el pistoletazo. Aprieto los puños y comienzo con seguridad. Soy fuerte, también valiente. Mi mente se va liberando y siento el corazón latir deprisa. Sigo hacia adelante con gente detrás. Tengo sed. Hace calor. ¡Venga! Solo un poco más. Creo estar exhausta, pero no me rindo. Escucho gritos de ánimo. Hago un último esfuerzo. Al fin veo la meta. Cruzo orgullosa. Ganar forma parte del espectáculo y parece importante, para qué engañarse, aunque yo había venido por algo más. Quería estar aquí, quería ser libre, quería correr.

# 165 Jesús Valero Mencía

 

CON CADA LATIDO

Sé que me acerco un paso más a esa persona que quiero ser. Sostenido a cada momento de vacilación por la gente que aplaude mi esfuerzo, que me da ánimos para llegar más allá de lo que pensaba que estaba listo para llegar. Sintiendo la solidez de las piedras del viejo puente a mi paso y ojos de otro tiempo, tanto pasado como futuro, desde las ventanas de las casas. Incluso la mirada de la ciudad desde lo alto de la catedral. Y, como yo, cientos de personas a mi alrededor. Hacia una meta que no pide más de lo que estás dispuesto a dar y que otorga su victoria no solo a aquel que la cruza sino al que, esta vez, no pudo llegar a su final pero inspiró a otros para la carrera de mañana. Porque en esta vida, si lo intentas, no hay derrota.

# 164 Ana Belén Hernández Hernández

 

Nuestro barrio

Nacimos el mismo año y enseguida formé parte de tu historia. 900 metros y una cuesta que parecía interminable. Con el paso del tiempo fui testigo de cómo ganabas fama, seguidores y portadas de periódicos. Ahora, más de 3 décadas después, me siento orgullosa de lo que has logrado. Has conseguido que tu día sea una fiesta, que la gente salga a la calle y la cura contra el frío sea quitarse los guantes para aplaudir aun más fuerte. Que nuestro colegio y nuestro barrio acojan a toda la ciudad. Llevas 33 años manteniendo la ilusión en los ojos de los que buscan entre la multitud a un amigo, una hija, un vecino. De los que esperan hasta que la última persona cruza la meta. De los que viven su carnaval particular. Todo ello sin olvidar dónde naciste. Y eso no hay trofeo en el mundo que lo premie.

# 163 Lorenzo Alejandro Facorro

 

LA SOMBRA DEL GALGO

Harto de correr detrás de la liebre artificial, se detuvo. A pocos metros de la llegada. Dejó que el segundo se transformara en primero, el tercero en segundo, el último en quinto. Volvió caminando por la pista del canódromo. Ahora de sur a norte, hasta llegar cerca de las gateras de partida. Su entrenador y su dueño se acercaron corriendo. Saltó por encima de la tribuna lateral. Corrió como nunca, siguió corriendo en dirección a su libertad, hasta desaparecer confundido con el horizonte más lejano. Hombres y mujeres de buena voluntad dicen haber visto su sombra en noches de luna llena. Corre su sombra pero no corre su cuerpo. Lo han visto niños, locos y artistas. Porque no todos pueden verlo. Muchos no han visto nunca la sombra del galgo. No podrán verla nunca. Pero intentarán convencer a todo el mundo de que los niños, los locos y los artistas mienten.

# 162 ANDREA DIAZ

 

Delorean

El circuito terminaba en El Rollo, lo recuerdo, era 1984. Año bisiesto me dijo Lucrecia, bueno para el cambio, espero, le respondí, este corazón nuevo está queriéndose hacer ver. Recuerdo que aquel año mi princesa me pidió un Delorean. Le dije ¿Para viajar en el tiempo?, ridículo lo tuyo pá´, tú correrás en San Silvestre con un corazón nuevo y te ríes de mi Delorean. Recuerdo que me dolía cada fracción de mi cuerpo. El aire frío entraba por mis fosas nasales, y salía por mi boca como un silbato. Todo era mío ese día, el sol, la carrera, el corazón, ¿llegará ser totalmente mío? era lo que quería saber. Temía, temía que el santo me digiera que no. Hoy, miro mi pequeña chapa sobre la repisa, entre todas es la más querida. El médico se me acerca y pone el estetoscopio en mi pecho, -diga treinta y tres. Sonrío…

# 161 Román Ignacio Ksybala

 

El Escudo

Tengo la conciencia tranquila porque yo les advertí que iba a necesitar un pañal desechable; sabía lo que iba a suceder. Que con el agotamiento mi cuerpo se transforma, y pasa a ser una criatura caprichosa e indomable. Pero ellos no quisieron escuchar razones y no me permitieron usarlo. Lideraba la competencia cuando, hacia el final, el cansancio extremo me hizo perder el control de mis intestinos. Sentí cómo el excremento líquido me chorreaba por las piernas hasta las zapatillas, y salpicaba a todos los que venían detrás. Y escuché protestas airadas. Fue una victoria magnífica, aunque algo opacada por la sospecha. De que no fue tanto que los demás no pudieron, como que no se atrevieron a sobrepasarme. De que fue ese escudo de pestilencia el que me protegió y resguardó mi liderazgo. Creo que la próxima vez me van a permitir ponerme lo que quiera.

# 160 FRANCISCO JAVIER FERRANDO BOSCH

 

Un mundo necesitado de San Sillvestre Salmantina.

Hacía tiempo que no me sorprendía de esta manera. Me vi rodeado de gente que era auténtica. Que iba disfrazada de lo más íntimo, de la extravagancia más humana. Contemplé, con la misma admiración que si estuviera en la Capilla Sixtina, que cada persona disfrazada de sí misma, de lo más auténtico que es, aceptaba en su diferencia al que tenía al lado, porque cada uno sacaba lo mejor de sí. Todos íbamos corriendo y aunque parezca paradójico hoy en día, íbamos hacia la misma meta. Y por si no fuera poco, ¡contentos por ir dirigidos hacia el mismo fin! Una vez llegada a la meta, cuando llegaba a casa volví a levantar la mirada y vi un mundo roto, donde la diferencia era un muro, no una riqueza. Y comprendí que a este mundo le hace falta más San Silvestres Salmantinas.

# 159 Modes Lobato Marcos

 

LAS PEORES BESTIAS CAMINABAN ERGUIDAS (CALENTAMIENTO GLOBAL)

Año 2055. La gran migración ha llegado a la ciudad. Cientos de miles de cebras, búfalos, ñus..., llegados del sur, cruzan un río Tormes plagado de cocodrilos y hasta los tendones de Dios se tensan para contemplar, una vez más, el duelo eterno entre la vida y la muerte. Los supervivientes dejan atrás las dunas del Paseo de Canalejas y la tormenta de electrones que sus pezuñas provocan sobre el asfalto, hace que la catedral tiemble, aterrada, recordando el terremoto sufrido trescientos años atrás. Ya se divisa el final del camino, una gacela Thomson da un prodigioso salto para ponerse en cabeza... y al caer destroza sus patas traseras. Y el mundo se detiene cuando un guepardo avanza hacia ella, con sus colmillos la coge delicadamente por el cuello y juntos cruzan la linea de meta, dando una lección de convivencia a la extinta especie humana.

# 158 FRANCISCO JAVIER AGUIRRE GONZÁLEZ

 

SULTÁN

La carrera siempre cruza por delante de mi casa. Yo participo cada año. Gran fiesta por San Silvestre. Ya no soy el de antes, pero aún me defiendo. En la última prueba me ocurrió algo insólito. Al llegar a la meta, vi que Sultán se abría paso entre los corredores. Yo me había hecho un rasguño en el tobillo al rozarme con un saliente metálico mientras me vestía. Brotó la sangre, la restañé y salí a correr; no era importante. Cuando pasaba por delante de casa –esto lo supe luego–, Sultán, que acompañaba a la familia como espectador, se escapó y comenzó a seguirnos. No hubo forma de que atendiera las llamadas de mi mujer y mis hijos. Siguió nuestra marcha en paralelo hasta el final. Entonces se acercó a mí, tiró del calcetín hasta descubrir la herida y comenzó a lamerla.

# 157 Marcos Llemes Texeira

 

Las cosas importantes

Yo sabía que estaban por ahí, en algún lugar, y que podría verlos en cualquier punto de la carrera, con las caras congestionadas de risa, desentonando entre aquellos que realmente habían ido a disfrutar de la San Silvestre Salmantina. Sabía también que intentarían desconcentrarme, ¿usarían los mismos apodos que el año anterior, cuando no logré completar la carrera? Seguro les causaría gracia verme entre el último grupo que se acercaba a la meta, y me pedirían a gritos que dejara de intentarlo. Pero yo seguiría corriendo. Ellos no entendían lo que se sentía llegar a la meta, ni lo que realmente significaba llevar un dorsal y correr dando lo mejor de uno mismo; esas eran las cosas importantes. Y este año lo lograría. Aunque no llegase primero, aunque para ellos solo se trate de números, aunque escuchara sus risas y burlas, yo seguiría corriendo.

# 156 Carolina Vives Espeso

 

El origen del atleta

San Silvestre Salmantina ha sido y será una carrera de atletismo puesta y dispuesta por y para el pueblo de Salamanca y “salazurda”. En esta y otra prosa os relato el germen y el origen de tal peripuesto acontecimiento: un día de viento lluvioso Javier salió a recoger la ropa tendida el día de ayer, dándose el pueblo por aludido, persiguiéndolo por doquier.

# 155 Patricia Collazo González

 

Por fin un por qué

Corre porque sabe que corriendo, las lágrimas se secan antes. Corre para acortar la distancia entre el aula y su habitación de adolescente. Para huir de risas crueles, de espejos a los que no quiere asomarse. Más tarde, corre para llegar a tiempo a un trabajo que no le gusta, recoger los niños en el colegio y enlazar la rutina de extraescolares, tareas, baños, cena, que en silencio aborrece. Apuntarse a la San Silvestre es algo no planificado. Alguien en el trabajo, taza de plástico en una mano, despreocupación en la otra, comenta que correrá. “¡Cómo se nota que eres tío, te sobra el tiempo!”, piensa ella. Pero se sorprende especulando un “¿Por qué no yo?”. El día de la carrera, el pequeño tiene fiebre y el mayor, partido. No desiste. Deja la culpa prolijamente doblada, los niños a cargo del padre y corre. Por primera vez, por ella misma.

# 154 José Daniel Miralles Oliver

 

Carrera en solitario

Dolor. Fatiga. Cansancio. No sé cuánto tiempo llevo corriendo sobre el asfalto, hace ya rato que perdí de vista al resto del pelotón. Y todavía no veo el final. Ellos tenían razón, no debería estar aquí. Estoy bañado en sudor, calor, sofoco, esto debe ser el infierno. ¿Dónde están los demás? ¿Soy el último? Las piernas me tiemblan, estoy agotado. Resiste un poco más, ¿tanto entrenamiento para esto…? Me duele el costado. Bajo el ritmo, me cuesta respirar. Continuó hacia adelante. Veo cada vez más gente. Y tropiezo. Pero no me duele, no siento nada. Mi corazón late acelerado. Tirado en el suelo oigo: «¡Venga, tú puedes!». Alzo la cabeza, y allí está ella entre la multitud. ¿De verdad ha venido a verme? Nos miramos, parece preocupada. Despierto, me recupero y aprieto los puños. Sólo unos pasos más. Cojeo hasta la meta y la abrazo.

# 153 Juan Antonio Fructuoso Ros

 

SION TITULO

SION TITULO Y allí estaba yo… hablando solo… para toda la humanidad…

# 152 JESUS PEREZ BENITEZ

 

EL DESAPARECIDO

Hace mucho tiempo me deshice de todas mis pertenencias. Y hasta habría mudado la piel, los ojos, los huesos, y acribillado todos los recuerdos. Dejé atrás una habitación, un balcón sin geranios, una calle, una oficina, siete semáforos en rojo, una rutina oxidada y una vida; y hasta me olvidé de mi mismo. Me perdí. Recorrí las montañas de Zhangye Danxia, el Salar de Uyuni, el Delta de Okavango, el Monte Tianzi... Pero nunca me hallé. Fue casual. Mis primeras zapatillas, verdes; un alegre trotar bajo un cielo embarrado de un frío diciembre, que cortaba las mejillas como un bisturí, con rumor de villancicos y aroma de Chanfaina. Y después de tantos paisajes y andenes vacíos, allí estaba; sobre las piedras que cruzan el Tormes, clavándome las pupilas, en la silueta confusa del agua. Me encontré. Y desde entonces ya no he podido parar de correr.

# 151 Alejandro Lapresta Fernández

 

Dorsal 1205

Con la respiración entrecortada miraba su dorsal:1205. El olor ácido a sudor, café y tabaco, de sus manos, se emponzoñaba en su nariz mientras sostenía el teléfono. Escuchaba tembloroso emocionantes palabras de un líder islámico que revestía de fanatismo intelectual el inminente ataque terrorista oculto en su mochila. Eran Frases-sentencia apuñalándole el corazón al recordar a sus hijos, mártires por error, bajo Kalashnikovs relampageantes que apagaron su casa de Raqa a las doce y cinco del medio día. La geometría del odio le apretaba las facciones, y colgó. Con el 1205 en el pecho corrió veloz, arropado por el recuerdo de sus hijos corriendo junto a él por las bombardeadas calles, hasta ganar la carrera. De aquel entonces ha pasado media vida. Cuatro medallas olímpicas relucían por encima de sus trofeos, una por cada uno de sus hijos, y un dorsal descolorido y avejentado le recordaba el terror que evitó.

# 150 Luis San José López

 

Francotiradores

Si viera Marta mis flamantes zapatillas de amortiguación progresiva, mi camiseta archisuperultramoderna de color pistacho y mi pantalón abierto por los laterales, no podría resistirse. La tendría definitivamente en el bote. Con mis pezones y la entrepierna perfectamente rebozados con vaselina para evitar roces inoportunos, mis gafas de sol, mi cinta en la frente… estaba totalmente preparado para encontrarme con ella, pero tuvo que venir el gracioso de turno a fastidiar la fiesta. Sonó un disparo y todos empezaron a correr en estampida, como locos. No pude localizar de dónde había salido la detonación y preferí tumbarme en el suelo y esperar, escuchar quizás el segundo, el tercero, quién sabe si el cuarto… no me pareció prudente hacerme el héroe en un momento como aquel, sin estar Marta delante, y con la San Silvestre a punto de comenzar.

# 149 Roberto Guillén Alonso

 

San Silvestre Salmantina Universal

Ya soy viejo para correr; tengo 128 años, si no recuerdo mal. Pero participé en la San Silvestre Salmantina más de ochenta años. Ganó mucha fama desde la primera vez que participé, se hizo internacional; venían corredores muy buenos, de todo el mundo. A los africanos no había quien los ganara. Pero bueno, yo nunca aspiré a ganar, me bastaba con llegar a la meta. No obstante, a mediados del siglo XXI la carrera añadió el apellido “Universal” a su título, y eso ya me dio mala espina. Demasiada gente en las calles. Babosas parlantes, algo parecido a algas móviles con la cabeza estrellada, masas gelatinosas llenas de ojos y bocas que aparecían y desaparecían sin orden ni concierto, pero dotadas de inteligencia... No es que yo sea racista, pero decidí retirarme el año en que ganó una especie de inmenso ciempiés. Que pongan varias categorías, por lo menos.

# 148 PABLO LORENTE MUÑOZ

 

SIN PESO

Salió de casa muerto de terror. Se miró en el espejo y se sintió ridículo con la colorida ropa que le habían regalado por Navidad su mujer y sus hijos. «¡Mira que obligarme a ir a correr la San Silvestre, con el frío que hace!», se quejaba sin mucha convicción. Antes de salir a la calle hizo ademán de palpar un bolsillo inexistente; durante un instante quiso subir a casa, pero el recuerdo de su padre se lo impidió. Lo mejor del ser humano es su pertinaz capacidad para repetir los mismos errores. Hacía pocos días habían enterrado a su padre. Un cáncer de pulmón se lo había llevado en menos de un mes. El día de la San Silvestre, su hijo salía a participar en una carrera. Era la primera vez en años que no llevaba un paquete de tabaco encima. Tenía miedo, el miedo de la felicidad.

# 147 José Miguel Fernández Rodríguez

 

Mas vino Unamuno

Recién salido de su rectoría y sin tiempo a levantar la vista para no tropezarse con la tranca de la puerta que andaba suelta, llegó la marabunta de corredores dispuestos a rodearlo y sobrepasarlo. Algún animado le lanzaba alguna frase para ver si hacía despertar en él las ganas de unirse a los deportistas –Don Miguel, ¿se viene de carrerilla?– de seguido se atrevía algún otro a azuzarlo–¡Venga Don Miguel! ¡Anímese!–. A partir de ese momento todos al unísono le jaleaban para que fuera con ellos. Éste los miró de reojo y anclado al suelo mientras se reforzaba los nudos de sus zapatos con dobleces les contestó –La opinión de toda una multitud es siempre más creíble que la de una minoría–. Con esta frase salió despedido un grupo ampliado a través de la calle Libreros, en medio se vislumbraba un hombre en traje, libro en mano.

# 146 Daniel Paz Velez

 

Carrera

Es un día gris, como el de hace muchos ayeres, a pesar del sol izado en el cielo. Los colores me han abandonado como lo hizo ella. Aún la recuerdo sujetando sus maletas y marchándose sin mirar atrás. No fui tras ella cuando salió por esa puerta, mi orgullo me obligó a mantenerme como un espectador solamente, algo de lo que me arrepiento enormemente. Es por eso que ahora me dirijo a la carrera de San Silvestre Salmantina con la idea de encontrarla allí. A ella le encantaba correr, le fascinaba la idea de dejar todo atrás mientras iba hacia adelante. Tal vez sea un ingenuo, pero tengo la esperanza de que al llegar a la meta, si soy lo suficientemente rápido, ella estará ahí, todavía sujetando las maletas y esperando que yo le pida que se quede. Y esta vez lo haré.

# 145 Miguel Ángel Page

 

Decíamos ayer

Que el mundo nos pertenecía y nada nos podía parar. Que nunca nos pareceríamos a nuestros padres. Que la filosofía era una bobada. Que juntos abriríamos un bar. Que eso de correr no era para nosotros. Llegó la universidad y nos perdimos la pista. Tiempo para que cada uno llenase su mochila. Años que entre todos pintamos de ausencia. Pero las redes sociales hacen maravillas. Tres décadas después, aquí estamos los cuatro. En víspera de año nuevo y, según marca mi cronómetro, con un buen ritmo de carrera cuando pasamos junto a la Casa de las Conchas. Los recuerdos se agolpan en mi mente, como si cada pisada hiciera saltar una diapositiva. Me limpio el sudor de la frente y sonrío. Lo cierto es que nos equivocábamos en todo. O casi. Miro de reojo a mis viejos amigos y siento que nada nos puede parar.

# 144 ALBERTO DE FRUTOS DÁVALOS

 

EL PAÑUELO

Revolotea un momento hasta que cae y, con las prisas, nadie se agacha a recogerlo. Pero yo, que no perdono una moneda de un céntimo ni una colilla, lo rescato y corro hacia su dueña, que lleva el dorsal 621 a la espalda. Estoy en la San Silvestre salmantina y no me he inscrito, pero, entre tantos atletas, paso desapercibido. De San Antonio vuelo a la Plaza Mayor, en el Puente Romano rebaso a una legión de velocistas y en la Plaza del Alto del Rollo doy alcance –¡por fin!– a mi tenaz liebre. –¡Se le ha caído el pañuelo! –¡Muchas gracias! –exclama ella sonriente, y sigue con sus zancadas. Yo, que me huelo el pronto desenlace, tampoco aflojo y cruzo la meta el primero, a ver si este santo viene con haba y por la noche ceno caliente.

# 143 David Rabanillo Prado

 

Mi gran carrera

Octubre 2007, última prueba y sólo me separan 2000 metros para lograr mi objetivo. Me pongo en la salida pero en la primera curva quedo rezagado y me empiezo a poner nervioso. Mi cabeza no asimila lo que está sucediendo, voy en última posición y no puedo con mi alma. Desde las gradas hay dos personas que intentan levantar mi ánimo, pero estoy totalmente bloqueado. Paso por meta y sorprendentemente estoy marcando mi mejor tiempo. Me tranquilizo y respiro, el aire llena mis pulmones y las piernas furiosas empiezan a machacar el ritmo. Me vengo arriba y enrabietado empiezo a adelantar a corredores. Última curva y por mi mente afloran cantidad de sentimientos, porque esos 2000 metros fueron la culminación de tres años muy duros llenos de sacrificios, decepciones, pero en los que jamás me rendí. Y es que ese día, mi vida cambió para siempre. XTP

# 142 Carlos de la Calle Martín

 

La carrera de San Silvestre

Cada año, comienzo la San Silvestre Salmantina con la inquietud de desconocer si voy a poder terminarla. Hoy no es ni por la falta de entrenamiento, ni por mis maltrechas rodillas ni por la galopante artrosis de mi cadera, sino porque me pesa la edad: 1.747 años. A pesar de ello, aquí estoy otra vez, disfrutando de esta carrera popular, que para mí es especial. Veo cómo el público nos anima a los corredores y siento que es verdad eso de que el calor de la gente te da alas. Este 2017 la Sansil se celebra en domingo, Día del Señor, como yo mismo institucionalicé en el siglo IV, cuando era Papa. Todos los años corro con la misma inquietud pero al final siempre llego a la meta, aunque sea despacito y algo cansado. Cuando vuelvo al cielo, oigo el reproche cariñoso de San Pedro: ¡San Silvestre, otra vez!

# 141 Martín Saes García

 

corriendo

Hace frío, el viento silba en los soportales de la Plaza. Aún recuerdo la primera San Silvestre que vi, cuando aún estudiaba en Salamanca, mis años más felices. Entonces no corría, tenía suficiente con ser joven. Ahora, pasado los años, sin pretenderlo, me he reencontrado con la carrera en las luces tenues de la Plaza. Tampoco corro, ahora soy mayor y no me va mucho el atletismo. Pero eso no importa, disfruto igual viendo a la gente prepararse, calentar los músculos, mirar al infinito mientras se conciencian de la carrera. Soplo mis dedos ateridos y me descubro tan nervioso como si yo fuera un atleta mas. Quizá ese sea el espíritu de la San Silvestre, que emocione a quienes participan y a quienes miramos.

# 140 Natalia Díaz Santín

 

Me enamoré de un salmantino

Me enamoré de él. De sus palabras ardientes. De su manera de cruzar la meta. De cuando apareció sudando y me dio ese abrazo. Había estado preparando la San Silvestre salmantina durante un año. Lo conocí dos meses antes de la carrera. Me enamoré de un amor no posible, de una situación establecida, de sus palabras al anochecer. De un amor en mayúsculas, de su fuerza. Cuando me dio ese abrazo tras la meta, solo lloré.

# 139 Patricia Díaz Santos

 

EL CRONÓMETRO

El cronómetro se puso en marcha. Se puso a medir la carrera contra el tiempo, se puso a medir el paso de la vida. Correr siempre había sido el paradigma de mi existencia. Pero esta carrera tenía algo especial. Había vivido mucho tiempo fuera de mi tierra. Estaba en casa. Mientras procuraba mantener el ritmo de las zancadas apareció un niño que iba a la Plaza Mayor con los amigos, después la chica con quien quedaba en la Casa de las Conchas, a continuación el Alma Mater que nos sigue nutriendo y la Catedral donde juré amor eterno. Con el pensamiento en la meta. De repente un anciano corredor, con mi misma respiración, con mi mismo latido, con mi mismo yo, se puso a mi altura y me miró fijamente a los ojos. Entonces me vi en un espejo. Todo ocurrió en treinta minutos y nueve segundos.

# 138 Zulema Sastre Iglesias

 

1218

Que lo que yo quiero es el griterío del último domingo de diciembre.Y verte pasar por mi puerta,sudando en pleno invierno. Con las ganas notables y el esfuerzo sobresaliente.Salir y vitorear tu nombre,ponerte un birrete aún sin ciencia ni cátedra. Y si la naturaleza no te lo da,yo te presto mi suerte en forma de rana. Que lo que yo quiero,como decíamos ayer,es que no te venza el desaliento.Y convencerte para que vuelvas,que el año que viene estamos de fiesta;son 800.

# 137 Carlos Asorey Brey

 

SENTIMIENTOS

Tengo que conseguirlo. No soy de los que se proponen continuamente metas, pero hoy me he propuesto ésta. Es primordial sentirme vivo pero, más aún, sentir que puedo disfrutar la vida, como antes. Ahora miro alrededor y veo cientos de corazones corriendo. Piso el puente romano y sé que lo conseguiré. No llegaré el primero de los veteranos ni me importa. No necesito ganar, me basta con llegar. Ya está, objetivo logrado. He terminado la San Silvestre Salmantina con mi nuevo corazón. Me siento satisfecho conmigo; pero, sobre todo, siento un enorme agradecimiento hacia quien me regaló el suyo, fuera quien fuera. Llega a casa muy satisfecha. Ha ganado la San Silvestre en categoría de veteranas. Su satisfacción se ve empañada por la ausencia de su marido, que no la puede recibir alborozado, como tantas veces. Sólo la consuela pensar que, en algún lugar, alguien estará viviendo con su corazón.

# 136 DAVID DOMINGUEZ PARRILLA

 

Impacto, amortiguación y vuelo

Hoy hace 3 años que empecé a correr. Y no, no parece que fue ayer. El camino ha sido largo, muy largo, con demasiados obstáculos que salvar. Recuerdo que al principio corrí impulsada por la rabia. No quería quedarme en la cama postrada en el mullido abrazo de la compasión. Corre, corre, corre. Después, durante un tiempo, sé que corrí por inercia. Tenía que hacerlo, simplemente. Sin pasión, sin ganas. Sigue, sigue, sigue. Pero un día, sin saber cómo, me desperté abrazada a una sensación desconocida. Era orgullo. Y en su bandera me envolví. Aplauso, aplauso, aplauso. El orgullo de correr por mi hijo. El orgullo de verlo sonreír en cada fotografía. Mi hijo, ese niño que falleció mientras entrenaba atropellado por un conductor borracho. Hoy hace 3 años.

# 135 MARÍA JESÚS GUTIÉRREZ PÍRIZ

 

Cinta de meta.

Cada minuto siento una mayor agitación, comienzo a escuchar a los espectadores jaleando, aplaudiendo a los atletas, avanzando imparables como una exhalación, en la recta final de la San Sil. Desde el amanecer espero pacientemente este preciso instante. Tiemblo, me cimbreo suspendida en el aire, ansiosa por cumplir mi cometido. Deciden que es hora de echar el resto. Se acierta a ver una mancha variopinta de dorsales, maillots, deportivas, un abanico cromático donde parece destacar el fluorescente, una comitiva compuesta de seres humanos luchadores, superándose , tocados por una misma afición, volando, rozando apenas el asfalto a cada zancada. Llega el momento, el corredor se acerca a mí y con el presto empuje de su cuerpo me desprende de mis soportes. Eleva sus fibrosos brazos, noto su adrenalina, sonríe, se sabe vencedor, inundado de euforia, celebra el placer de alcanzar la meta.

# 134 M. J. Lopera

 

¿Derechos de autor o derechos de corredor?

- … entonces cruzo la meta y… ¡zas!, ¡gano! El autor del microrrelato lo mira atónito. -Querrás decir que yo gano. Tú solo eres mi alter ego en la carrera, ¿no? - ¡Ja! Soy yo quien suda tinta para llegar el primero. El éxito en la San Silvestre Salmantina es mío. El escritor aprieta los puños: su personaje se rebela por enésima vez en el presente concurso con diálogos nada maleables. El odio torrencial relampaguea en la pantalla. - Vamos a dejarnos de historias... Los dos protagonistas llevan semanas agotando el espacio de 150 palabras sin comprender. Imposible seguir así; este exasperado narrador omnisciente se planta, sale del texto y apaga el ordenador. En la calle, ya hay atletas entrenando. Con la mirada de frente, las motivaciones muy apremiantes. No puedo evitar unirme a ellos. Soñamos. Otra edición más.

# 133 Rafael Soriazu Gual

 

Rivalidad

Se conocían desde hace tiempo.Desde niños.Su rivalidad era irreparable,y en esta San Silvestre las cosas iban peor que en otras.Habían tenido más que un codazo y más que un empujón.Años de enfrentamiento les habían llevado a una enemistad que iba más allá de lo deportivo. Los dos iban destacados.Ahora se iba a ver quién era quién.Pero...A escasos metros de la línea de llegada uno tropezó y...El rival le vio en el suelo.Lo tenía fácil,muy fácil.Pero él no ganaba de esa forma.Así que le ayudó a levantarse y uno cojeando y el otro andando,al unísono cruzaron la línea de meta.

# 132 Silvia E Mangas

 

El atleta

El atleta Corre detrás de sus sueños; busca una calidad de vida superior y en ese trajinar, se engolosina con el aire, con sus ansias de libertad. Mientras corre la extensa maratón de su vida, piensa en distintos legados salmantinos, los afectivos y los culturales, y entre ellos, rescata a su maestro, el que lo marcó con el esfuerzo y la simplicidad; en San Silvestre depositó la antorcha que lo ilumina y lo alienta a no perecer frente a los infortunios. Sabe que puede caer porque nadie está exento, pero también, sabe que debe incorporarse y seguir. En los momentos cruciales eleva su mirada al cielo y entre los pliegues de las nubes adivina el rostro protector de su Santo. Adelante, Atleta, continúa con tu maratónica carrera.

# 131 Pedro Callejas del Rey

 

33 metros

Cuando creí que no podría dar un paso más, levanté la vista y la vi. Era la línea de meta. Y entonces, de repente, ocurrió algo mágico. Fue como si el tiempo se ralentizase y todo a mi alrededor se moviese a cámara súper lenta, también yo. No se lo he contado a nadie porque me tacharían de loco. Pero en aquel instante -fue sólo un instante-, ni lo pensé. Seguía asombrado por el hecho de que el final estuviese tan cerca. Pensaba que quedaba algo más. “¿Cuánto quedaba?”. Miré el pulsómetro. “¡Claro, eso es! Por eso está ocurriendo este fenómeno extraño”. Mi cerebro necesitaba recrearse en el momento. Recordar cada detalle. Cada aplauso. Cada gota de sudor. Volví a mirar mi muñeca. 9967. Sólo me quedaban 33 metros para ser el ganador de la XXXIII San Silvestre Salmantina. Era como para que el mundo se parase.

# 130 Yolanda Carmona Rodríguez

 

AD Y DAS

Somos dos hermanas gemelas que corremos la San Silvestre desde siempre se podría decir. Que hemos nacido para esto, no hay duda. La competición es nuestro sino. Nuestro mundo.Siempre estamos listas y preparadas para ello, la sensación es indescriptible, nos alzamos casi a un palmo del suelo, una después de la otra, aterrizamos en el pavimento de forma firme y avanzamos a una velocidad de vértigo. No hay año que nos la perdamos y eso que ya estamos un poco gastadas de tantos kilómetros como hemos hecho. Hay muchas más como nosotras de varios colores y formas que también van de dos en dos porque siempre ha sido así y es que la una sin la otra no sabríamos ni dar un paso. Nunca queremos que acabe pues en el trayecto está nuestra fuerza y diversión. Todas tenemos un fin común. Alcanzar la meta.

# 129 Erik Moreno Bonilla

 

La última carrera

Como cada año, Martín se preparó para participar en la carrera de San Silvestre. Diez años atrás, Martín sufrió un accidente de tráfico cuando se dirigía a su ciudad natal, Salamanca, con sus dos hijos, Gabriel y Ana, y su mujer, Soraya. En dicho accidente, sus hijos y su mujer fallecieron. Martín no tenía hermanos y sus padres murieron cuando él era pequeño, por eso, cuando su mujer e hijos murieron, se quedó solo en éste mundo. Pero Martín se negó a quedarse solo y decidió ser fuerte y luchar. Para no pasar nochevieja solo, Martín decidió correr la carrera de San Silvestre, para poder relacionarse con más personas en ese día tan especial del año, y así hizo durante diez nocheviejas.

# 128 Aroa Murillo

 

Sonrisa Rubia

Estaba en posición, me revisé los cordones traicioneros de mis zapatillas traicioneras, había gente de todas las edades y razas. Felices de estar un año más en la carrera, pero yo no, eso significaba que otro año más de mi vida había pasado.Y me ponía a mirar atrás todo lo que que había hecho y mucho no era, sentía una especie de decepción pero al fin y al cabo era mi culpa, yo decidía qué hacer, a quién conocer. Faltaba poco se notaba la cara de entusiasmo en la gente con ganas de empezar.Todos teníamos ganas de que la bocina sonará. Ring!! Al fin sonó. Empezamos y una bella mujer con el cabello rubio y un cuerpo hermoso a mi lado me sonríe. Y mi único pensamiento es: Ella es una buena manera de empezar mi año.

# 127 Gorka Román

 

EL MEJOR DIA DEL AÑO

Me he enamorado de una chica que está corriendo conmigo, es una chica muy maja y simpática, me gustaría que le año empezase siendo ella mi novia, he olvidado que estoy en una carrera, solo pienso en ella. cuando acabe la carrera le pediré su numero de teléfono para seguir en contacto.

# 126 Sara Manso Escudero

 

Maneras de pedir matrimonio

Llega el dia de la carrera los dos preparados para ello, Laura emocionada por que su novio corra con ella. Para Raúl se hace eterna la carrera y solo quiere acabar. Cuando porfin termina, en la meta con una multitud de gente a su alrededor yendo y viniendo le pide matrimonio. Laura está entrenando para su siguiente carrera La San Silvestre. Raúl va a pedirle matrimonio pero quiere hacerlo de una manera original, y por eso, va a entrenar en secreto para la carrera y hacerla con ella. Quedan seis días para la carrera y Raúl ya lo tiene todo planeado, tiene el anillo, lo que le quiere decir pero no sabe en qué momento pedirselo.

# 125 Garazi Arruza Rodiño

 

Por ti.

Cada día mi padre salía a correr por el monte y cada noche, sentados al lado del fuego, me contaba diferentes historias. Una, trataba de una niña que adoraba correr y era una gran atleta, pero su carrera acabó el día en el que tuvo un grave accidente. Al de unos segundos, mi madre apareció por la puerta con los ojos llorosos, en silla de ruedas… Me fui corriendo a la cama, llorando. Me levanté con el canto del gallo, cogí a los perros y salí a correr por la montaña. Pasé riachuelos, piedras, barro, tierra… Me pasé toda la mañana corriendo por allí, jamás me había sentido tan libre. Desde entonces cada año voy a la carrera “San Silvestre Salmantina”. Han pasado varios años ya, corriendo con mi padre. Esta vez correré sola, ya que el ya no está. Pero aun así estará a mi lado.

# 124 Ibón Pérez Revilla

 

UNA ILUSIÓN MAS

Aquel era el mejor día de todo el año, y como todos los años , corríamos para festejar el último día. Debían de haber unas setecientas personas, en esta carrera daba igual cultura, raza o color. Ancianos niños y adultos nos juntábamos para festejar que trescientos sesenta y cinco días más de nuestra vida habían pasado. Yo estaba especialmente nervioso, había quedado con unos amigos, no acudieron por temas familiares, asi que sí, este año me presentaba solo, corría solo… Me puse en posición, la carrera estaba a punto de comenzar cuando una simpática chica de bonito cabello se me acercó. Ella confesó que le parecía atractivo y me propuso quedar al finalizar la carrera. Al terminar no quede de los primeros, pero eso me daba igual, solo quería encontrar a aquella chica, la cual nunca llegó a aparecer.

# 123 Carlos D.Gomez Galvez

 

Adios San Silvestre

Era principios de diciembre cuando empecé a preparar la esperada carrera de San Silvestre anual. Muy emocionado, comience a repartir preparar la estrategia de entrenamiento. Como era habitual cada año salía a correr con mi perrita Aika, que me acompañaba siempre a todos los sitios a entrenar. En la mañana del veintiocho de diciembre, cuando faltaban tres días para la carrera, subiendo una loma, comienzo a llover muy fuerte, con bastante intensidad. Pasándola zona de pichis, pasando un estrecho, hubo un desprendimiento de tierra que nos atrapo. Aika consiguió salir ilesa del desprendimiento, pero yo, no tuve la misma suerte. Llame a los servicios de emergencia y me llevaron al hospital. Me diagnosticaron una luxación en el hombro derecho y un par de costillas rota. Esto quería decir que por primera vez en quince años no participaría en la carrera de San Silvestre.

# 122 José Alejandro Reyes Rojas

 

La última meta

El sudor, el dolor, la irritable presión, todo recaía arduamente en chispas de victoria que recorrían mi entumecido cuerpo. Ese sentir era existir. La victoria era mía una vez más. Han pasado treinta años desde la última vez que corrí como lo hacía en las competencias y me he dado cuenta de algo. Nunca abandoné la pista, nunca dejé la carrera. La vida es una pista, se hará más grande dependiendo de que tanto se avance. Cuando no avanzas los demás te rebasan y la carrera continua. En la vida, te quedas atrás mientras los demás prosperan, pero el tiempo sigue en proceso. Correr a la delantera es como vivir rápido, sin precaución o estrategia, es por eso que debemos correr lento y equilibrado para así existir plenamente. Y aunque ahora esté acostado, conectado a unos tubos, sé que ya llegué, directamente a la meta.

# 121 Yairis Peña Diaz

 

JAMAS VOLVERÉ A CORRER

“¡Nunca volveré a correr!” Exclamé. Mis padres me decían que me calmara, que todo iba a estar bien. Pero eso no era lo que deseaba escuchar “volverás a correr” “seguirás siendo atleta” esas eran las frases que anhelaba oír. Pero debía ser realista y enfrentarme a la realidad, todo estaba perdido, había perdido totalmente las esperanzas y no era para menos, había estado en un aparatoso accidente que me quito la capacidad de seguir haciendo lo que amaba. Me habían amputado la pierna izquierda. Mi padre entró a la habitación donde mi cuerpo yacía sobre la cama, con una gran caja, era una prótesis de carreras para atletas sin piernas, al principio pensé que era una broma, pero mi pasión por correr me empujo a intentarlo, y ahora me encuentro en este momento, sosteniendo la medalla del primer lugar en la carrera san silvestre salmantina, porque jamás me rendí.

# 120 Roberto Crespo Ramos

 

El corredor y la “China”: Historia reincidente de odio y amor.

Todos me llaman “la China”, aunque no tenga los ojos  rasgados. Será por mi talla menuda. Nos conocimos hace cinco años,  en mitad de la Sansil. Aquel día desde el principio, instauramos una relación demasiado arriesgada. Mi pasiva rutina, se vio completamente catapultada en el torbellino de un apasionante viaje. Por desgracia, mi presencia, terminó por desquiciarte. Me abandonaste gritando:¡Me estás matando! Por mi culpa, estabas totalmente lacerado y terminaste derrotado;  así que, te  deshiciste de mí. Hoy, volvemos a encontrarnos, pero, aunque la planta de tu pie, tiene todavía la profunda cicatriz provocada por mí  hace un  lustro; esta vez, hemos sido complementarios, nuestra relación ha funcionado a la perfección. A pesar de llevar una “China”  como lastre, no te lastimé, permanecí fielmente junto a ti hasta  la victoria. Ya lo dice el refrán: el corredor es el único deportista,  que  tropieza  dos  veces con la misma “China”.

# 119 JOSE MARIA RODRIGUEZ HERNANDEZ

 

EN LA LÍNEA DE SALIDA

Termino el año como lo he vivido: corriendo. De lunes a viernes para llegar al trabajo, para llevar a los niños, para hacer la compra, para volver a casa. Pero ahora corro para ver de nuevo rincones que solo vivo hoy, corriendo. Y cruzaré dos veces el río y tendré tiempo para fijarme en el que agua, que también corre. Y rodearé San Marcos y quizá descubra allí un nuevo rincón en una iglesia que es redonda. Y cruzaré la Plaza Mayor y entonces me aplaudirán cientos de turistas y les diré: “Vosotros no corráis, disfrutad con pausa de mi ciudad”. Me ajusto el dorsal. Me rodean otros cien corredores. Salto con mis zapatillas sobre un asfalto que ayer pisaron miles de neumáticos. Hoy solo me enfrento a mis límites, que ni siquiera conozco. No pretendo llegar el primero en este último día del año, sólo quiero correr.

# 118 Micaela rodtiguez lopez

 

Resucite

Saltos,carreras,risas,ilusiones,premios, navidad,san silvestre ..feliciidad corría con vosotros padre madre era pequeña 14 años pero un coche cambia nuestra vida, cerraste los ojos papá ,qué pasó???? Te despistaste papá.. nunca podré saberlo estuve dormido 4 años volví a la vida y lo primero que busque fueron mis zapatillas deportivas debajo de la cama del hospital y A TI papá y A TI mamá . Un maldito coche nos separa para siempre un maldito destino quizás. Al despertar huesos músculos cartílagos dolor dolor de huesos dolor de alma dolor de corazón mi única ilusión mis deportivas debajo de la cama ahora iré por vosotros 4 años dormido y vuelvo aquí a respirar a sudar a ganar a perder en fin a vivir que de eso consta la vida de soñar, resucite y estoy aquí a vivir a sudar a soñar

# 117 CARLOS ANDRÉS PINO MORENO

 

Gusanos en la Salmantina

Todo estaba listo para iniciar la carrera. El juez encargado de dar el pistoletazo para la orden de salida había salido de su ataúd. Los participantes un poco pálidos, estiraban por última vez sus esqueléticas piernas con tal de no sufrir una fractura. Yo quien era uno de los pocos vivos en la carrera popular, no dudé en hacerme en la parte de adelante. Eso fue hasta que un cadáver se interpuso en mi camino. El sujeto que estaba en alto estado de putrefacción, dejaba caer gusanos sobre la pista. Su intención, era oscura, era macabra. Buscaba que los demás resbalarán al pisar las asquerosas larvas. Pero de nada le sirvió su plan, porque al final ganó un joven que había muerto el día anterior en un accidente de tránsito. El número que portaba en su camisa, era el mismo de la placa de la motocicleta.

# 116 Tomás Sánchez Rubio

 

Límites

No hace mucho que los médicos se dieron cuenta de lo que tenía. Me ha costado bastante asumirlo. No sabía por qué me cansaba tanto, por qué me dolía al levantarme todo el cuerpo, con esas dichosas contracciones que no controlaba… Siempre fui una persona más bien aprensiva, la verdad. Pasé mucho miedo al principio... A veces la vida te pone frente a frente a tus miedos, y te enseña, de una manera cruel, el abismo que a todos nos acecha. Ese es el momento en que te das cuenta de que tus límites estaban más allá de lo que pensabas, y que alcanzarlos solo dependía de ti. Aquí estoy preparado en el Paseo de San Antonio. Mi madre me ha colocado el dorsal. Hace fresco esta mañana. Hoy soy el que jamás, de otro modo, hubiera llegado a ser. Aunque no gane, sé que ya he ganado…

# 115 Gema Castellanos Serra

 

Pulmones con alas

Si mis pulmones me dejaran…no solo correría. Echaría en cada zancada el aire que siempre me falta. Celebraría cada kilómetro como si del primer puesto se tratara. Con cada gota de sudor rellenaría el vaso para verlo siempre medio lleno. El tiempo siempre iría a mi favor, pues pensaré que lo que más me ha costado es llegar a la salida.Recogería todos los aplausos en mis bolsillos y los guardaría para siempre, cual niño guarda caramelos, pues hay días que sin carrera los necesitas más que con ella. Valoraría el esfuerzo de mis piernas pero siempre sabré que los que me llevaron a allí fueron mis pulmones.Volcaría en la carrera todas las fuerzas guardadas pues un día soñé con ella y no tenía fuerzas pero siempre tuve ganas.

# 114 Carlos Miguel Herrera Molpeceres

 

¡ CARRERA UNIVERSAL!.

¡Noticia de última hora!. ¡Han detectado presencia humana en los confines del Universo!. En la Vía Láctea, unos locos aventureros han organizado una carrera popular, será el último domingo del año y habrá concurso de disfraces, y de fotografía también. La noticia se ha difundido como la pólvora, a velocidad de la luz, por la galaxia. ¡ Vida humana inteligente !. Los telescopios de la Estación Espacial de Fresnedilla, han detectado el tránsito de decenas de miles de individuos, y otros androides, avenidos de otras galaxias para participar en esta meteórica carrera. ¡Los telefax de las agencias de noticias, colapsados!. ¡ El Presidente Trump, en una alocución radiofónica, hablará al mundo entero ........., alertando de los peligros a la humanidad, si se celebra esta carrera universal .............. !.

# 113 Raquel González Gómez

 

No es sólo correr

Respiras hondo. Compruebas los imperdibles. Sí, el dorsal está bien enganchado. Miras tus zapatillas. No te van a fallar porque son las de siempre, las que te han acompañado durante todos los entrenamientos de este último trimestre. Sin embargo, te las desatas y las vuelves a atar. Con doble nudo, para no dejar nada al azar. A tu alrededor hay mucha gente. Cada uno tiene su historia, su vida, su motivo. Hoy ellos forman parte de tu historia, de tu vida, de tu porqué. Sin pretenderlo, casi sin querer también vas a cambiar la ciudad; tú y los tuyos, junto a los miles de ojos que os observan, sois los dueños del asfalto. Respiras hondo. Es el momento, el tuyo, el nuestro. No es sólo correr.

# 112 José Carlos Conesa Salguero

 

San 'sil y sal'

No me lo creo, ya estoy aquí otra vez. Paisaje y paisanaje me envuelven como aquella primera edición en la que no quise participar pensando que eso eran cosas dirigidas y organizadas siempre para los demás. Miro a mi alrededor y todo parece envuelto en una luz celestial, una inmensa sonrisa de sonrisas, un mismo estado de ánimo que a partes iguales reconforta y fortalece casi como anhelo del más allá de la meta. Cierro lo ojos y encuentro el camino que da sentido al enigma llenando de contenido el más sencillo concepto de afición, de voluntad, ... de coraje. El cielo abierto salmantino abriga mi humilde arrogancia y me eleva sobre la certeza de mis propios temores. No pararé hasta llegar al final, no importa el resultado, sino la determinación por completar el recorrido. Un año más aquí, todos somos diferentes para que todo siga igual.

# 111 Luis Martínez-Abarca Martínez

 

Superación personal

Estaba disfrutando de la carrera tal y como me había imaginado. Había estado más de tres meses preparándola concienzudamente, junto con Johnny, mi inseparable amigo. Nunca habíamos participado en una prueba de este tipo y la preparación física y psicológica había sido imprescindible para poder superar nuestro reto personal. No podría decidir quién de los dos se encontraba en mejor forma. Al girar por la calle Libreros, noté el aire helado en mi rostro. Johnny sólo abría la boca para jadear, pero sentí que él también estaba disfrutando. Mi regocijo fue máximo cuando llegamos a la meta. No pude percibir en qué posición aproximada acabamos la carrera, pero eso no era lo más importante, de hecho, era intrascendente. Oí como la gente nos aclamaba en los metros finales. Cuando todo terminó, por fin, sudoroso, pude abrazar a Johnny. Su abnegación era absolutamente desinteresada, como la de todos los perros lazarillo.

# 110 Julia San Miguel Martos

 

El perdón

Comencé a correr al día siguiente de verte a ti participar en la San Silvestre y percibir una ligera sonrisa en tu rostro, tan triste desde que nos conocimos. Nadie creía que lo consiguiera. Y se apiadaban de mí al verme pasar por las calles, incansable, tarde tras tarde, bajo el sol, la lluvia, el frío. Quería que me vieras con el dorsal, sudoroso, esforzándome por llegar a la meta, y me sonrieras, tranquila. Luego me enteré de que te marchaste precipitadamente de Salamanca y ni siquiera pudimos despedirnos. Estuvieras donde estuvieras, tenía que encontrarte… para decirte que no desistí en mi empeño, y participé en la carrera. Sé que te hubieras sentido orgullosa de mí al oír los aplausos y los gritos de ánimo, los mismos que cuando salí del hospital, tullido y malherido cuando arrollaste con tu coche mi bicicleta.

# 109 José Ignacio TAMAYO PÉREZ

 

LA PIEL DEL DIABLO

Me pidió que fuera con él si quería saber cómo era el tacto de la piel del diablo. Yo entonces tenía dieciséis y odiaba a mi padre porque había engañado a mi madre y se habían divorciado. A pesar de eso, le acompañé hasta el final de la playa en donde una pintarroja muerta agrupaba un corro de gente a su alrededor. Me tomó de la mano e hizo que frotara mi palma contra el lomo del animal. No tenía el cuerpo resbaladizo de otros peces, sino un roce áspero, como de lija. Me explicó no sé qué de pequeños dientes en lugar de escamas. Sentí miedo y rabia, por haberle hecho caso y haberle acompañado, como si fuera una niña pequeña. Un año después, mi padre murió. Desde entonces, suelo acordarme de él cuando mi mundo se escurre y añoro la firmeza de una mano que me sujete.

# 108 Juan Pablo

 

Un Disparo

UN DISPARO Catorce años después, por primera vez volví a respirar en las calles de mi ciudad, mis pulmones se inundaron del fresco olor de la mañana, en invierno el sol escaseaba pero no la emoción de un pueblo, mi cara pálida recibía cada rayo de sol. Todavía recuerdo ese disparo, mi corazón se detiene y mi piel se eriza con gran terror, era teniente de policía cuando en una emboscada incriminaron mi arma y lo perdí todo. Hoy por fin libre decidí recuperar mi vida, donde antes veían mis hazañas se libraba la gran carrera de San Silvestre y no lo pensé más. De nuevo un disparo me paralizó, quedé totalmente aturdido, mi visión se oscureció, empecé a sentir como una gran masa casi pasaba por encima de mí, pero sentí una voz que me alentaba a levantarme diciendo que era hora de correr, habían dado la partida.

# 107 ROSAURA TAMAYO OCHOA

 

EL TREN ME DÍO LA SALIDA

Correr no es alcanzar el camión y menos ir a tras una hermosa chica. Cuándo contaba quince años íbamos por una vía de tren y nos dimos cuenta que venía la maquina dispuesta a no pararse, la única opción era correr. Cuando salí de la vía vi que les llevaba bastante ventaja a mis compañeros. ¿Cómo? si ellos hacían deporte y yo era el menos fuerte y rápido. A partir de ese suceso comprendí que no debería hacer caso a lo que se decía de mi figura poco atlética y me convencí que sería capaz de correr una carrera y tener la posibilidad de ganar. Comencé a entrenar. Un día entré a una competencia, no gané pero si llegué en los primeros lugares. Ya tengo en mi haber varias carreras. Ahora tengo por meta entrar a la carrera de San Silvestre Salmantina. Voy a correrla y sentirme orgulloso del logro.

# 106 Luis Carvajal Belisario

 

EL ganador que no compitió

“¡Carajo!, ¿cómo pudiste extraviarlas, Gabriel?”, le recriminó su padre, histérico, recordándole cada cinco minutos el dineral que habían costado. Llamaron a la puerta. Gabriel abrió. Un joven de rostro sudoroso y enrojecido le saludó efusivamente… Acababa de ganar la carrera en categoría Juvenil masculino, una de las tantas que conforman “La San Silvestre Salmantina”. Quiso compartir su premio con Gabriel como muestra de gratitud, pero este amablemente desistió, dejando entrever su admirable bondad. Las zapatillas deportivas que Gabriel había comprado para estrenarlas en aquel evento multitudinario, y que luego juró haber extraviado, en realidad se las había regalado al otro mozalbete. Ahora el humilde muchacho podría alardear de su triunfo en el orfanato… y también de las zapatillas que jamás había tenido. Ese día, Salamanca abrigó bajo su cielo a un verdadero campeón.

# 105 ISABEL GARCÍA VIÑAO

 

"LA SAN SILVESTRE SE VISTE DE OTOÑO" O "MIS PIES CON ZAPATOS DE TACÓN DE AGUJA"

Salamanca se viste de colores como si un otoño tardío llegase a un heterogéneo bosque de caducifolios. La clorofila, la xantofila, los carotenos y otros pigmentos tienen nombre de mujer y de hombre a finales de diciembre en la carrera de “La San Silvestre”. Sonrisas. Abrazos. Besos. Encuentros. Ilusiones. Compañerismo. Sentido del humor. Disfraces. Perseverancia. Unión. Superación. Activación muscular. Estiramientos. Flexiones. Entusiasmo. Esperanzas. Manojo y manejo de emociones. Locura. Sacrificio. Superación. Inteligencia. Rigor. Disciplina. Constancia. Serotonina. Endorfinas… Y Vicente, como hoja verde perenne, sonriente. Tenaz. Incombustible. Con su afán de superación. Infatigable. Héroe por sus proezas. Este año soy espectadora debido a que una lesión me impide competir. Mis pies con zapatos de tacón de aguja me piden que me ponga unas zapatillas. No estoy bailando claqué, pero los onomatopéyicos y repetidos “claq, claq, claq” de mis tacones me lanzan a la calzada.

# 104 CRISTINA GUTIERREZ gilarranz

 

UN ÚLTIMO ESFUERZO

Tan sólo cien metros hasta el final. Una distancia de no más de quince segundos pero que para él, un huérfano refugiado en la calígine de las drogas, significaba decidir como antaño hizo. Rendirse o no. Seguir luchando o claudicar ante los incipientes pero fugaces deseos del cuerpo y la mente. No podía perder otra vez. Debía aguantar, seguir corriendo y acostumbrar a su cuerpo a su nuevo y sano estilo de vida. Correr se había convertido en una desintoxicación total de cualquier problema; un impase en el momento que él eligiera con el fin de respirar aire puro. De no pensar. De superarse. De derribar ficha a ficha todo un dominó de tentaciones y malos caminos que, si lograba esquivar, lo llevarían a una realización completa y al tan esperado reencuentro con su yo interior. Algo que le llevaría a fortalecer hasta límites inimaginables su fracturado espíritu.

# 103 Antonio Javier Álvarez Linares

 

FE

He corrido durante treinta y tres años sin parar. Primero, me traicionaron mis pies. Luego, mis manos. Los brazos se despegaron del tronco y pronto mi cuerpo se dejó gobernar por la tenacidad de mis piernas. Se acostumbraron a no detenerse. Con los años, los muslos también me abandonaron y mi cabeza se acostumbró a continuar sola, arrimada a la vereda sin desviarse del camino. Se desprendieron mis ojos, orejas y labios. Quedaron aparcados. Pedazos fortuitos se disipaban en el aire. Pronto fueron átomos o moléculas. Continúo atento a cualquier ráfaga, a cualquier empuje del viento que me haga avanzar. Nada me impedirá llegar.

# 102 Luisa Hurtado González

 

El recorrido

Salen como las estampidas de bisontes que aparecían en las películas de indios que veía junto a su padre. Después cada uno empieza a buscar su ritmo, a concentrarse, y él lo logra, incluso su ausencia parece no hacerle ya tanto daño. Pasan el tiempo, las calles y los dorsales, y el cansancio sigue anestesiándolo. Más allá, cuando el aumento de público y los gritos de ánimo crecen, cree oírle susurrar en su oído y encuentra un resto de fuerzas en donde no había nada. Ve la meta, la cruza exhausto y se deja caer en el suelo, agotado; y llora, llora como no había podido hacer hasta ese instante, por el entrenador perdido, por el amigo, por el padre, por la promesa cumplida y también, por primera vez, se siente sonreír debajo de todas esas lágrimas.

# 101 César Augusto León Valdés

 

LA CARRERA

En cambio, cuando él despertó ya la carrera había terminado. Pero no ganó, solo pudo llegar tercero…

# 100 jesus serrudo

 

El corredor fantasma

Un joven que se preparaba para la carrera de atletismo de San Silvestre Salmantina. Un día en una caja encontró un diario de su tío fallecido, este quiso participar en una carrera pero por un accidente en las piernas no pudo correr más, por lo que su tío solo deseaba que alguien de su familia realizara su sueño; el sobrino asumió el reto. El día de la carrera, al llegar a la meta se disputaron el y otro joven el primer lugar cerca de la meta, empezaba a desistir porque no le quedaba fuerzas; pero sintió la presencia de un joven, era el alma de su tío que lo impulsaba a seguir y no se diera por vencido, motivado decidió retomar con más fuerza y sobrepaso al otro joven. Llego al meta y el espíritu de su tío visible solo para él, le agradecido por haber hecho realidad su deseo.

# 99 Javier Lasanta Viana

 

Volveré

Hoy hace un año estaba en el Hospital al borde del colapso. Stress, tabaco y descontrol en las comidas me llevaron a las taquicardias. - O cambia de hábitos, o tiene los días contados. -me dijo un chico de bata blanca. Cuántos amaneceres caminando, luego trotando y este último mes corriendo intervalos de cinco minutos, veinte kilos dejados en el camino, cientos de euros ahorrados en tabaco, un par de zapatillas y aquí estoy en la salida de la San Silvestre Salmantina, todos ríen y bromean la mayoría disfrazados, lo mío es serio, estoy aquí para competir, me voy a demostrar que esta carrera la acabo, me voy a ganar a mí mismo. Todos me adelantan, me da igual, pulsómetro, ritmo y hasta el fin. Corro, pienso en mi familia, resoplo, sigo corriendo, nada me va a parar. Exhausto me abrazan en meta. ¡Lo he conseguido! ¡Volveré!

# 98 ISABEL CRESPO LÓPEZ

 

UN DORSAL PARA LÁZARO

De tal magnitud parecióme lo que en sueños presencié, el último día del año de Nuestro Señor, que me demoré en ponerlo en conocimiento de Vuestra Merced por temor a que pensase que hechizado hallábame. Sabe que mozo he sido de muchos amos en la carrera de vivir y que el hambre me hizo correr para huir de mil entuertos. Pero por una vez púsome la fortuna en «otra Salamanca» con cientos de forasteros, y digo forasteros no por su castellano —que aunque distinto no tenía dificultad de entender— sino por sus ropajes y su hacer. Me falta el resuello al recordarlos que por decoro no me atrevo a relatar. Si acaso no fuere suficiente tamaña visión, la multitud comenzó a correr, pero no huyendo, no, pues a fe mía que júbilo mostraban y orgullosos se sentían. Asombrado mi nombre escuché: «Muy logrado el disfraz, pero Lazarillo ¡ponte el dorsal!».

# 97 Gabriel Trujillo Puente

 

Meta

No puedo articular palabra. Necesito agua desesperadamente. Las piernas me pesan como nunca antes en mi vida. Cojo aire como si fuera la última vez hincho el pecho. Creo que me voy a desplomar en cualquier momento. Pero disfruto. Rober me hace un gesto con la mirada, desafiante, si tuviera fuerzas le gritaría. Con una mirada cómplice bastará. Correr con falda de bailarina ya no me parece tan gracioso. El frío se mete en mi cuerpo por sitios que desconocía. Igual si les hubiera acompañado alguna mañana a correr esto sería distinto. La cama será mi mejor compañera para las agujetas que voy a tener mañana. Ya veo la meta. No tengo ninguna duda. Repetiré el año que viene.

# 96 Inocencio Javier Hernández Pérez

 

El becario

<>, aulló el jefe de redacción como si la luna corriera hacia a nosotros a la velocidad de la luz. Salamanca. Corre el año de 1984. Hombres y mujeres vuelan sobre el asfalto. Yo escribo, tan rápido como puedo; pero sus piernas son ligeras y mis dedos torpes. Rápidos sus gestos, sudados horizontes inalcanzables, asimétricos cuerpos en movimiento. Cuento zapatillas, dorsales, cabellos galopantes. Experimento la soledad del corredor de fondo. Nadie entrevistará al ganador de los perdedores, pienso. Me dirijo al último clasificado u hombre sin aliento. Parece que sonríe pero sólo lo parece. El próximo año, dice, no me dejaré perder.

# 95 Gabriel Trujillo Puente

 

Meta

No puedo articular palabra. Necesito agua desesperadamente. Las piernas me pesan como nunca antes en mi vida. Cojo aire como si fuera la última vez hincho el pecho. Creo que me voy a desplomar en cualquier momento. Pero disfruto. Rober me hace un gesto con la mirada, desafiante, si tuviera fuerzas le mandaría a la mierda. Correr con falda de bailarina ya no me parece tan gracioso. El frío se mete en mi cuerpo por sitios que desconocía. Igual si les hubiera acompañado alguna mañana a correr esto sería distinto. La cama será mi mejor compañera para las agujetas que voy a tener mañana. Ya veo la meta. No tengo ninguna duda. Repetiré el año que viene.

# 94 Rafael Fuentes Pardo

 

Distinto

Cuando le dijeron que había algo distinto en las caras de todos los atletas que participaban en la San Silvestre Salmantina, decidió dedicar su vida a averiguarlo. Pasaban tan rápido que nunca pudo saber qué era.

# 93 Daniel Gómez Gómez

 

Una niña de cabellos blancos

Entre el público, que animaba efusivamente a los corredores, se encontraba una vieja… aplaudiendo, preguntándose quién sería el ganador de la San Silvestre de aquel año. - ¿Por qué no corres tú, abuelita? – le preguntó su bisnieta de cinco años. - Porque estoy ya muy vieja. - ¿No te dejan? - Aunque me dejaran, hija mía… - A mí no me dejan, mi madre dice que soy muy pequeña. ¡Pero soy mayor! Entonces la niña se soltó de la mano de su bisabuela y echó a correr detrás de los atletas. La vieja, que desde niña no había participado en una carrera, salió corriendo tras ella. Ya no paró hasta llegar a la meta. Quedó la última, justo por detrás de su bisnieta. De entre el público, surgió enseguida una vecina de su misma quinta que le comentó admirada: - ¡No sabía que usted corriera! - ¡Yo tampoco!

# 92 Óscar Gómez Calvo

 

Llegar como sea

Quedaban cortos esos entrenos. Lo estaba pagando. Esa recta interminable del km7 es un suplicio. Pensamientos confusos. Llegar como sea. Acaba la recta. km8. La gente ya anima pero ni la oyes. Aplauden y gritan, pero sus voces se esfuman. Tienes la mirada perdida, el gesto ausente, llagas y ni las sientes. Otra recta infinita. Todo es peor a estas alturas. Te siguen pasando, pero ya da igual. Km10, miras el reloj incrédulo ¡Si me ha pasado todo dios! No te paras a estirar. No bebes nada. Tienes frío y te duele todo, sólo quieres cambiarte, sentarte en el coche y allí beber algo. Ha llovido durante la prueba. Ahora te das cuenta. No ves nada tras tus gafas. Entregas el chip, coges tu bolsa. Hay poca gente, que raro. No hay colas. No eres consciente, pero has entrado adelante. Sólo tienes ganas de llorar. Llegas al coche. Se acabó.

# 91 SILVIA ASENSIO GARCÍA

 

La otra carrera

Salí de casa con el tiempo justo para incorporarme a la carrera de San Silvestre. Había quedado con Luis y Antonio, pero les mandé un whatsapp para que no me esperaran. Cerré la puerta de casa y cuando estaba echando la llave, me di cuenta que no había cogido la cartera. Dudé, pero bajé las escaleras de cuatro en cuatro. Otro minuto perdido y no llegaría. Me puse la mochila a la espalda y cogí un atajo. No había nadie. Un chico trajeado se me acercó y me preguntó la hora. Al tiempo que bajaba la vista hacia el reloj, me pidió la cartera, navaja en mano. Forcejeamos, sentí una punzada y la tibieza de la sangre invadió mi camiseta. Desperté en el hospital horas más tarde. Mis amigos estaban allí con un ramo de flores. Había ganado la carrera a la vida. Por hoy sería suficiente.

# 90 Lara Monferrer Perales

 

Un año más

Otro año más pasaba y él ya se encontraba en el jardín, preparado. No había sido un buen año, pareciese como si todas las desgracias hubiesen decidido agolparse en nuestras vidas. Trabajos perdidos, vidas esfumadas, viajes inacabados, enfermedades imprevistas...Pero todo eso era pasado. Fuera, él saltaba, estiraba, calentaba. Se preparaba para la San Silvestre Salmantina. Esta carrera se había convertido un ritual entre nosotros. Una última carrera de fondo para despedir el año, dejar todo atrás, y dar comienzo a un nuevo año, unos nuevos propósitos... a fin de cuentas, una nueva vida. Me até las zapatillas y bajé a la calle. Le grité para que se acercase a mi. Salté sobre él y le besé. Otro ritual antes de correr.

# 89 Maria Santiago Coca

 

Por él

Mi padre me llevaba con él porque su padre le había llevado a él de niño. A mi nunca me había llamado la atención el atletismo que parecía enganchar a todo aquel que se pusiese unas deportivas. Ahora, esperando la señal de salida, me acordaba de aquel domingo en que, refunfuñando, habíamos salido de casa. Entonces no me fijaba en los detalles, en su sonrisa, en su emoción. Me duele haber sido tan insensible, pero al menos puedo rememorar aquellos momentos, y fijarme en los detalles. Y sé que no me lo tenía en cuenta, porque de pequeño tampoco él sabía apreciar esos matices en la expresión de mi abuelo. Intentó inculcarme a mi esa ilusión que no supo devolverle a su padre, y yo, que ya no tengo al mío, lo único que puedo hacer es correr la San Silvestre. Por aquellos domingos que yo no entendía. Por él.

# 88 miguel jimenez velasco

 

asilvestrados

Hace diez años que corro la San silvestre. De pequeño ya practicaba. Vengo de un pueblecito de montaña y para ir al cole y volver, cada día hacia 10 kms. Así que, tengo un corazón fuerte y buenas piernas, pero, lo que me pone realmente es competir y sobre todo, ganar. Siento la adrenalina recorriendo mi organismo desde antes de la salida. Habitualmente, me fijo para ver si percibo la misma ansiedad que yo debo transmitir. Creo que mi caso no es muy normal. Recuerdo, en Madrid, un corredor keniata que salia justo al lado, con el que compartí casi toda la carrera, que después, se partía el culo de risa mirándome y señalándome con el dedo. Conversamos y me explicó que nunca antes se había topado con un tipo tan estresado y de mirada mas extraviada. Aquel día nos reímos mucho. Desde entonces somos grandes amigos.

# 87 Daniel García Caro

 

No mi enemigo

Siempre lo llevo delante. Fijo mis ojos en su cogote pero estoy atento a todo lo que hace, sus movimientos, su jadeo, busco una brecha en su guardia. Es nuestra guerra, doblamos a corredores rezagados que no compiten, sólo participan. Los diez mil metros de la San Silvestre Salmantina congregan a millares pero mi enemigo y yo corremos en otro mundo, jamás he hablado con él, un frio apretón de manos en el podio y basta, hoy quiero que suba al segundo escalón de una vez por todas. De repente, ha caído ante mis narices, ha rodado por los suelos... y he sonreído. Pero he mirado atrás y estaba pidiendo socorro. Corrí hasta él, se agarraba el pecho aterrorizado. No pienso moverme de este hospital hasta que sepa que está bien. Hoy sé que un adversario no es un enemigo... es un compañero. Es el último día del año.

# 86 Daniel Merayo

 

Convicción

Tras casi un kilómetro, Ignacio se sentía desfallecer. El cáncer, voraz, lo había apartado de todo y de todos, a punto de morir. Y por eso estaba allí, para disfrutar otra vez de la vida y de una nueva oportunidad. Entre seres anónimos y rostros fugaces, entre el gentío y la algarabía; entre las sonrisas y aplausos, y porque se lo había prometido a Remedios, su mujer. –Sé que puedes... –, sonó una voz, contundente y cercana. Pero cuando Ignacio se hizo a un lado, descubrió que estaba solo, con estupor. Sólo un corredor a una decena de metros seguía sus pasos, ensimismado. –Ya casi estás –. Esta vez con autoridad. De nuevo, no había nadie. Exhausto, Ignacio cruzó la meta, comprendiendo que tanto en la carrera como en la vida nunca había estado solo, acompañándole siempre sus ganas y su poder de convicción.

# 85 Edwin Antonio Gaona Salinas

 

La gran historia de una madre animal

Nerona tenía secreto en el parterre, en la cepa de un árbol acurrucaba cuatro cachorros. Pronto abrirían los ojos a un sol de mañanas altas. Cuando podían caminar, los puso en su boca y salió a su casa. En el portal estaba su dueño, pensando quedarse con todos, pero pronto, Nerona lloraba entregando a sus hijos en adopción. Se consolaba escuchando sus ladridos en la calle. Hasta que dejaron de comunicarse con aquel códice. Pero había llegado depresión inconsolable. Al poco tiempo en un muro, estaba un aviso que decía. -Me perdí, ¡Ayúdame a regresar! soy Tobi. Nerona inundó todo en recuerdo. Salto, desanimada en jamás entrar en celo. Entonces llegó el día, salieron a correr con su dueño y se encontraron a Tobi. Todos corrieron por bulevares, y puentes. Era la maratón, que los unió a sonreír. La depresión escapó.

# 84 Noemí Fernández Castaño

 

EL ÚLTIMO BESO SALADO

Un día despiertas, y todo es diferente. Te despiertas ansiosa por correr de nuevo la San Silvestre Salmantina, pensando, "este año lo consigo". En ese momento, un escalofrío recorre tu cuerpo, y escuchas esa melodía de móvil que tanto te gusta, pero no te agrada. Miras el móvil y ves ese número larguísimo, sí, es el hospital. Te confirman la fatídica noticia, tú hijo tiene Fibrosis Quística. Te derrumbes, pero haces un gran esfuerzo, corres, y te vuelves a derrumbar. Correr es tu mejor medicina, liberas cuerpo y mente, pero se te hace muy complicado compaginarlo con las continuas visitas al hospital. Pero lo haces. Año tras año, sacas fuerzas para correr esa carrera que tan malos recuerdos trasladan a tu mente, siempre pensando "tú respiras sin pensar, él sólo piensa en respirar". Nunca pensé que, justo antes de la carrera de 2016, le daría el último "beso salado".

# 83 María Luz Nogués Bellido

 

Promesa cumplida

Cuando desperté en el hospital después del infarto, mi obsesión era salir de allí. No quería convertirme en un enfermo postrado en una cama. Lo primero que hice fue preguntar a los médicos que tenía que hacer para volver a mi vida normal, y en cuanto salí de la clínica me apliqué a ello con todas mis fuerzas. Ha sido un año duro, de recuperación, de aprendizaje, en el que he recibido el cariño y apoyo de mi familia y de mis amigos. Y hoy por fin estoy aquí, calzándome mis viejas zapatillas de correr, ilusionado como un niño en el día de Navidad, y cumpliendo la promesa que me hice el día que me dio el infarto: correr una vez más la San Silvestre de Salamanca; esta será la XXXIII San Sil que corra, y si las fuerzas me acompañan, no será la última, compañeros.

# 82 ADRIÁN ALMALÉ FRAGO

 

"CARRERAS QUE ENAMORAN"

Sólo deseaba que mi cuerpo se portara cual campeón y acabara la San Silvestre con elegancia. Era mi único deseo. El único hasta que ella apareció ante mis ojos. Un pelo rizado y revuelto cuyo ritmo hipnotizaba y una mirada que paraba el reloj, la carrera, el mundo. En ese preciso instante mis deseos cambiaron; debía impresionar a aquella mujer cuyo porte corriendo recordaba a una reina. Al acercarme a ella para que no sólo nuestras miradas hablaran… tropecé con el tacón de otro. Una inmensa vergüenza se apoderó de mí al desplomarme contra el suelo pero, cuando iba a levantarme y huir de aquella mirada que me había cautivado por completo, ella me tendió la mano y pronunció unas palabras que jamás olvidaría: «¿Te has hecho daño? Vamos, levanta. Te invito a comer si consigues ganarme». Ahora soy yo quien cocina cada día para ella y nuestras hijas.

# 81 Laura Betsabé Rendon

 

Para adelante

Las gotas de sudor corren apresuradas por las frentes más variadas. Nadie queda fuera de la posibilidad de emprender el recorrido, agradecidos por la posibilidad de llegar a la meta, esa inexplicable sensación de llegar al objetivo. Y por qué no recordar esas palabras, que sin dudas, los jesuitas han leído innumerable veces, inspiradas por el mismo Dios por medio del apóstol San Pablo: “corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús”. Paciencia y amor en acción, recorriendo las calles de Castilla y León.

# 80 TERESITA BOVIO

 

RÁFAGA

Se corre la famosa carrera de San Silvestre, el compacto grupo de participantes se acerca a la meta. Una violenta ráfaga, irrumpe entre los sorprendidos atletas: “Perdón, dice- le estoy ganando al viento”

# 79 CARMEN GÓMEZ MIRUMBRALES

 

ESTAMPIDA

Atravesaban la calle en dirección al parque. Habían salido a buscar comida y ya era hora de regresar. Iban en fila, perfectamente organizadas. De pronto, lo percibieron. Primero fue un temblor en la tierra, luego un ruido descomunal. Una muchedumbre se acercaba corriendo a gran velocidad. Las zapatillas golpeaban rítmicamente el suelo. Parecía una estampida humana. Un pisotón así, sería mortal. Aceleraron. La que iba en cabeza esquivó hábilmente la primera zapatilla, pero una gota de sudor se precipitó al asfalto y la dejó empapada. Las demás no corrieron mejor suerte. Había bajas en el pelotón, algunas compañeras yacían aplastadas. Afortunadamente, otras habían sobrevivido y corrían como nunca lo habían hecho para llegar a la meta, su refugio. Mal día para salir a buscar comida fuera de los límites seguros del parque. Pero cómo iban a saber ellas, unas simples hormigas, que precisamente hoy se celebraba la San Silvestre Salmantina.

# 78 Montserrat Gómez Sánchez

 

Sólo un instante

Respira. Siente el aire llenando tus pulmones, colmándote, extendiéndose como un engranaje perfecto. Siente como su recorrido a través de ti lo convierte en aire cálido a la salida. No pienses. Es difícil, lo sé. Demasiados nervios. Hoy pensar duele. Te hace dudar. No te rindas a su influjo o te someterá. Siente. Nada más. Deja que se desvanezca todo a tu alrededor. Eres tú y la carrera. Nada más. Siente los latidos de tu corazón bombeando una savia vigorosa que llega hasta los límites de tu existencia. Escúchalos, no te permitas ignorarlos. Está preparado. Abre los ojos. Acomódate a la luz del sol posándose sobre los edificios. Tómate tu tiempo. Dirige tu mirada hasta donde el cielo se confunde con la silueta de la ciudad. No hay límites. Deja que tu alma se contagie de su serenidad. Emborráchate de ella, aunque sólo sea un instante. Lo vas a conseguir.

# 77 Luis Eduardo Alcántara Cruz

 

El último contingente

Después de una trabajosa vida de corte y confección, de entrenamiento durísimo bordado a mano, una oreja cortada por descuido y extremidades rotas, pero recién hilvanadas, hoy por fin debutamos en la San Silvestre Salmantina y pudimos completar el circuito. Tanto esfuerzo valió la pena ¡Oh Hermes! Cuántos saludos encontramos a largo de la ruta. Qué felices los salmantinos a nuestro trote, cuán risueños los deportistas que nos sostienen metidos allá abajo, uno dos, uno dos, en nuestro cuerpo equino de cartón y tela.

# 76 Jose María Vázquez Ana

 

El corredor manco

El accidente no me mató, pero me quitó las ganas de vivir. Cuando desperté en el hospital, dos semanas después del choque con aquel camión, no recordaba nada. Y cuando me ví sin brazos quise con todas mis fuerzas que todo fuera un mal sueño. Los médicos me decían que había tenido suerte de no haber muerto, yo no lo veía así. Insistían en que con rehabilitación y mucho esfuerzo podría llegar a tener una vida normal. ¿Una vida normal? ¿Acaso un manco podía tener una vida normal? Fue en esos momentos de negación cuando conocí a Mar. Una enfermera encargada de llevar mi rehabilitación, que me hizo ver que no tenía brazos, pero sí piernas y vida, y no necesitaba nada más para conseguir lo que quisiera. Cuando me inscribió un año después para correr la San Silvestre creí que bromeaba. Al llegar a la meta me abrazó. Normal.

# 75 Tomás Sánchez Rubio

 

Límites

No hace mucho que los médicos se dieron cuenta de lo que tenía. Me ha costado bastante asumirlo. No sabía por qué me cansaba tanto, por qué me dolía al levantarme todo el cuerpo, con esas dichosas contracciones que no controlaba… Siempre fui una persona más bien aprensiva, la verdad. Pasé mucho miedo al principio... A veces la vida te pone frente a frente a tus miedos, y te enseña, de una manera cruel, el abismo que a todo nos acecha. Ese es el momento en que te das cuenta de que tus límites estaban más allá de lo que pensabas, y que alcanzarlos solo dependía de ti. Aquí estoy preparado en el Paseo de San Antonio. Mi madre me ha colocado el dorsal. Hace fresco esta mañana. Hoy soy el que jamás, de otro modo, hubiera llegado a ser. Aunque no gane, sé que ya he ganado…

# 74 Lourdes Páez Morales

 

Abdoulaye

A veces, al acostarme, como esta noche, me vienen a la cabeza los recuerdos de mi pueblo. Echo de menos a Ousmane… Nuestras conversaciones sobre aquellos atardeceres que, entonces sin conocernos, compartíamos a la orilla del río Falémé. Nuestra vida aquí es muy distinta a la que soñábamos en la aldea. La travesía fue muy dura. Perdimos en el camino a muchos compañeros. Al llegar, también acabamos perdiendo los sueños: se hundieron como los cuerpos de nuestros hermanos. Lo de vender no era para Ousmane; lo que de verdad le gustaba era correr. Estaba ilusionado con participar este año… Sin embargo, su corazón se paró un día de lluvia, en la dura calle, sin esperarlo… Mañana correré en tu nombre, y sé que voy a ganar. Desde donde estés, sé que le darás fuerzas a las piernas y al alma de Abdoulaye, tu mejor amigo.

# 73 Belinda Roca Navarro

 

Sujetar, aceptar

Las maratones de velocidad en las clases de educación física fueron siempre un suplicio. Las piernas no avanzaban a la misma velocidad que lo hacía mi cerebro, mi pecho salía hacia fuera en un intento fallido por llegar antes. Mis tetas bailaban al compás de cada zancada y podía oír las risas entre los varones que, sentados en los bancos, observaban mi nula capacidad para restar segundos al cronómetro. He crecido con el trauma, que creía ya zanjado. Pero la vida se entesta en emerger las cacas a la superficie. Ahora todos mis amigos corren. Se desplazan los domingos para ir a maratones, coleccionan dorsales e incluso el chico que acabo de conocer me dijo ayer que viajaría a Salamanca para asistir a la cursa de San Silvestre Salmantina. Me preguntó si le acompañaría. Me asusté, lo miré y mi mente dibujó un sujetador maxi sujeción. Claro que sí.

# 72 Domingo Hernandez Varona

 

El Dilema de un Hombre Desalmado

-¡Aquel que tú ves allí en la acera Gualterio, es Sindulfo Trompeta, de quien se dice es un hombre totalmente desalmado… -le dije indicándole a Sindul-fo Trompeta, quien sin preocuparse por nada ni por nadie, desde la esquina de Amargura y Candita Sierra Alta, miraba a un punto indefinido de la avenida; Gual-terio me miró entre curioso y asombrado para inquirir: -¿Desalmado, Tú estás seguro…? -¡Claro…! –le respondí: -no lo ves mirando al vacío, los ojos turbios y sin importarle el mundo que le rodea; dicen que tan pronto se echa sobre la cama a dormir, duerme profundamente: porque no piensa ni sueña y, sus pensamientos siempre concluyen en un agujero, ese Sindulfo Trompeta es totalmente amorfo, te lo aseguro… -Gualterio me miró suspenso y, después de encogerse de hombros, aunque no muy convencido; me respondió: -Sí, realmente ahí está el gran dilema de un hombre desalmado…

# 71 Kenne Uriepero

 

Corazón y gloria.

La mañana es fría, llueve con delicadeza y yo me pregunto hasta donde llegará mi voluntad este día. Hoy es la última carrera, emblemática, la que me alzará como uno de los mejores corredores del mundo. Sacrifiqué muchas cosas para vestirme con este honor: abandoné mi país, terminé con mi esposa y entrenaba cada día, olvidándome de un mundo que me televisaba desde todas partes. No sé si perdí mi esencia en todo lo que dejé atrás, solo sé que ahora llegaría más lejos que cualquiera de mi tierra. Veré el orgullo en los ojos de mi vieja, la única que creyó en mí. Los corredores están listos. Dan la señal. Corro como si la muerte intentara alcanzarme, soy quien va delante, dejando atrás todos los dolores de mi alma. La meta me espera, y justo al cruzar, en sincronía con los aplausos y los gritos desenfrenados, mi corazón estalla.

# 70 Harold Vicente Castillo

 

Ari Pser

Inhalas, el viento roza tus mejillas mientras fluye la adrenalina, exhalas, y el calor de tus músculos se hace notar; se acelera tu respiración junto a la velocidad de tus pasos justo antes de llegar, respiras tan fuerte que de pronto dejas de respirar, te sientes tan cerca pero parece que no llegarás jamás, cruzas la meta y vuelves a respirar una vez más.

# 69 Manuel Carmona Yebra

 

No le dio tiempo

Estuvo a punto de soñarse de viejo pero no le dio tiempo. Cuando le entregaron la foto raída de la escuela y los uniformes y el patio no se reconocía. Porque somos espectadores de una ensoñación ajena, ya sonreída por otros. Uno dibuja un corazón en el vaho de la ventanilla, otro ha quizás muerto ya. Hay una foto de ella también, contorneada, en combustión. Está con ellos, los otros cuatro jóvenes que nadie reconocería ahora en el inhóspito revés del altiplano. Las sandalias del conductor palparon la curva. Más allá del viaducto que repartía cráneos, allí fue, allí se llevó la madre a la boca el ramaje blando, allí fue cuando asía el cerro los claveles revueltos. Llamo a la puerta de los teatros y las embajadas como si hubiera alguien, detenido hoy detrás de mis ojos lentísimos, lentos de sueño a contratiempo.

# 68 Juan Manuel Velasco Centelles

 

Contravención

La excitación me desarbola. Y el recargamiento humano de un insólito paseo de San Antonio. Me sobrecoge asimismo la timidez del principiante. Y algo más. He preferido correr en solitario pese a la numerosa oferta de lazarillos. La cautela me impele a posicionarme en las postrimerías del área de salida. Medio estiro. Apenas cinco minutos para el comienzo de mi primer diezmil, mi primera San Silvestre, salmantina y planetaria. Evoco las palabras del neurofisiólogo y sonrío. El hormigueo, como una radiación de fondo, sigue acantonado en la pierna derecha. A mis 34 años, coincidentes con el ordinal de esta edición, debuto con la pretensión de reiterarme, pero el destino dicta sentencias con los ojos vendados. —Desaconsejo tu participación. No podrás terminarla —restallaron esas palabras. Se equivocaba. El diagnóstico, tres meses atrás, de Parkinson prematuro ha vuelto implacable mi determinación. Arrecia un disparo y me estremezco sin que intervenga el frío.

# 67 Miguel Alonso Sebastián

 

La ovación

Hace casi siete horas que el último corredor cruzó la línea de meta y, sin embargo, algunos seguimos animando en una carrera que parece no tener fin. En un principio nuestro aplauso era sincero. Aquella gente había realizado un gran esfuerzo y nosotros, tal vez movidos por el entusiasmo, les habíamos dedicado una agradecida ovación. Pero ahora, tras siete horas de aplausos y vítores, esto parece haberse convertido en algo personal. Ellos, por su parte, nos saludan una y otra vez con gestos que, lejos del agradecimiento, parecen ser una súplica para que lo dejemos ya y sin embargo da la sensación de que ninguno quiere ser el primero en abandonar el lugar. Sinceramente creo que todos estamos deseando irnos a casa pero dejarlo ahora sería asumir una derrota que no estoy dispuesto a aceptar.

# 66 Margarita del Brezo

 

PERSECUCIÓN

No consigo dar esquinazo al maldito coche blanco. Me percaté de que me seguía a la altura de la plaza de toros, cuando me detuve unos instantes en el cruce para dejar pasar a una ambulancia que llegaba por la izquierda con la sirena encendida. Y de eso hace ya más de cien kilómetros. Bien es verdad que siempre que acelero le saco una buena ventaja, pero luego, en cuanto me relajo convencida de que por fin lo he dejado atrás, se aproxima de nuevo. Estoy empezando a preocuparme porque, aunque los entrenamientos diarios para la San Silvestre me mantienen en plena forma, comienzo a notar las piernas cada vez más cansadas.

# 65 Dolors Asenjo Gil

 

Correr para soltar lastre

Respira profundo y se sorprende admirando las tonalidades otoñales de los plátanos y las catalpas. No hace mucho que ha vuelto a mirar al cielo, a las nubes y a los rostros con lo que se cruza por la calle. Antes iba cabizbajo y temeroso, rehuyendo miradas. Su psicóloga lo ha dado de alta después de un rosario de sesiones. Atrás quedan las amenazas, los insultos, las vejaciones. El sudor frío cuando se le acercaba algún compañero. Atrás el enmascarar como lesiones deportivas las marcas de la sinrazón. Le gusta está nueva ciudad que ya siente como suya. Aquí ha vuelto a jugar, a tener amigos. Ha redescubierto la confianza. En el móvil un mensaje -“San Silvestre salmantina. Échale un vistazo Víctor, creo que te puede interesar”. Le interesa. ¡Quiere correr esa carrera! Correr no para huir, como en tantas ocasiones, sino para sentirse libre. Correr con la cabeza alta.

# 64 antonio cano murcia

 

SOLIDARIDAD

Siempre recodaré mi primera participación en la San Silvestre Salmantina. Salí de casa con tiempo suficiente para llegar puntualmente al lugar de concentración, pero una inoportuna avería del coche me dejó literalmente tirado en la cuneta. El tiempo pasaba, la carretera inhóspita y desierta me hizo pensar lo peor. A lo lejos vislumbré los faros de un vehículo que poco a poco iba acercándose. Aminoró la marcha, y dudando qué hacer paró el vehículo. En su interior se adivinaba un hombre joven, vestido con chándal. Era mi directo rival, el corredor a batir. ¡Qué oportunidad para seguir adelante! A sabiendas de que podía también llegar tarde, decidió ayudarme. Ese gesto aún está presente en mis recuerdos. ¿El resultado? ¡Qué más da! Lo importante es que los dos pudimos correr la San Silvestre Salmantina.

# 63 María Esther Guzmán Mariscal

 

Con alas en los pies

Les llaman “las gentes con alas en los pies” pues pertenecen a las tribus nómadas asentadas entre las escarpadas montañas del norte. Se mueven con tal agilidad y destreza en aquella accidentada geografía que parecen flotar entre cima y cima, entre roca y roca, como si volaran. Hasta aquel remoto lugar llegó la noticia del 33 aniversario de la San Silvestre Salamantina. Sin pensarlo demasiado, volaron sus pies pasando por la San Silvestre de su México natal, y también por su homónima en Puerto Rico, Colombia, Brasil y Argentina, hasta llegar a Salamanca. Había un impulso que le era ajeno, simplemente se dejaba guiar por sus pies con alas. Los corredores le miraron atónitos ganar la competición y esfumarse fugazmente. Desde entonces se le busca con gran expectación para entregarle tan merecido premio, así que si alguien lo reconoce, rogamos que se ponga en contacto con la organización.

# 62 Eduardo Matres Corral

 

Guía de una carrera.

Ella agarró la correa, tensé mi cuerpo desde el hocico a la cola y salimos espoleados por el silbato de salida. La gente nos adelantaba así que aceleré el paso para no quedar rezagados, pero ella tiro de mí y me dijo que me calmara. Me costó superar mi instinto, pero comprendí que ella no podía seguir mi ritmo. Las personas aplaudían con más efusividad a nuestro paso, cosa que no entendía. Como tampoco comprendía la presencia del humano que iba atado a ella y le decía "izquierda, izquierda, izquierda", o "giro derecha". Tras un largo rato, por fin llegamos a la meta. El señor la abrazó y su emoción se me contagió, haciendo que mi cola se moviera de un lado a otro. Ella se agachó y me abrazó; yo lamí su brazo sudado y, además de corresponder con su gesto de afecto, recuperé sales perdidas en la carrera.

# 61 raquel piqueras folch

 

El pistoletazo de salida.

Todo un año. Todo un año esperando tu sonido. El sonido de la salida. Entrenando cuerpo y mente. Cabeza y espíritu. Alma y estómago- Preparándome para el recorrido de la carrera. Superando kilómetros, obstáculos y miedos. Quien me iba a decir hace dos años después del accidente que estaría aquí, en la línea de salida. Tengo nervios, un cosquilleo que me sube por las piernas y una sensación de haber ganado ya. Rodeada de personas que ya están preparadas. Espectadores observando y animando. Todos se van callando y por fin se oye ese ruido, el pistoletazo de salida.

# 60 David Creus Creus Carrasco

 

Una carrera de vida

Un Año más se acercaba mi carrera, la Sant silvestre. Aquel año me habían diagnosticado un Cáncer y mi lucha me abandono el deseo de volver a mi carrera. Tenía una ilusión cuando abría mis ojos en aquella uci de hospital, mi casa, mi día a día, correr aquella carrera eran solo mis sueños. Mi médico comprendía mi deseo, mí estado marcaría el sueño por correr mí última carrera. Llegué aquel día cansado, los medicamentos castigaban mi sueño machacando mi cuerpo. De repente, el medico, jesus llego el día, un dorsal, una camiseta y un televisor, correras la carrrera,me vistieron de corredo,lo sentí al ponerme el dorsal, se descontrolaron mis lagrimas, al tiro de salida,empece a correr con mi mente ente la multitud. Estaba un año mas,y aunque desde mi cama de hospital, corriendo mi carrera.

# 59 Lidia Susana Puterman

 

DEVOCION

Vaciló unos instantes mientras se miraba frente al espejo. Toda su vida pasó ante sus ojos como una visión centelleante. Ésta era su primera carrera y deseaba que el triunfo fuera su meta. Se había preparado durante meses sólo para ese momento. Y al fin había llegado. Su pantalón, remera y zapatillas aguardaban para estrenar. Lo guiaba la victoria, el sacrificio de los interminables entrenamientos, el sobreponerse al cansancio al finalizar cada día de arduos ejercicios, pero por sobre todo, el ferviente deseo de cumplir una promesa, hecha con el corazón a quién lo anhelaba tanto o más que él… a su madre; a ella que siempre lo acompañaba en cada esfuerzo, en cada lágrima que corría por su mejilla cuando se sentía abatido, en cada abrazo que le daba el empuje necesario para no desfallecer. A ella que permanecía a su lado, más allá del tiempo y la distancia.

# 58 Vicente Pérez Masedo

 

RECORD INMODESTO

Corrió tan rápido que adelantó a los que corrían la San Silvestre Salmantina del año anterior.

# 57 Quer Molins March

 

El inicio del final

Salió a la pista bajo el estruendo el público. Intenta no mirar directamente a la cámara, no quiere parecer pretencioso. Da pequeños saltos sobre su sitio, el lugar donde empezará todo. Tiene algo de frío, la temperatura no es la ideal pero su constante movimiento lo mantiene en calor. Visualiza la carrera e intenta mantener la concentración. Se ha preparado, se ha entrenado duramente. El trabajo ya está hecho, solo falta la ejecución. Solo faltan cien metros perfectos, como los de ayer, como los de anteayer, como los de tantas otras veces. Sabe que en un abrir y cerrar de ojos puede tener una medalla de oro colgando de su cuello. Se pone en posición y espera el disparo al cielo. Arranca y oye el estruendo. Se frena en seco mientras la angustia le aprisiona la garganta. El final fue más veloz que el inicio.

# 56 Rosa María Pérez Barajas

 

El espíritu de la carrera

Cada paso que daba me hacía sentir más libre. Sentía que mi cuerpo se liberaba con cada zancada. No importaban ni el cansancio ni el premio, mi única meta era correr. Correr tan rápido como mis piernas me permitieran, elevarme, sentir que volaba sobre las calles de Salamanca, como un pájaro. Pequeño y ligero. Dejando que los edificios se desdibujaran tras mi paso, testigos mudos del tiempo, sombras que guiaban mi camino. El aire llena mis pulmones como un torrente limpio y fresco, no existe nada más. Cuando corro el tiempo se detiene, somos solo yo y mis pensamientos. Lo único que importa es avanzar, superarme. Ser capaz de cruzar la línea que separa mis temores de mis logros, batir mis propias metas. Eso es correr.

# 55 Anabel Rodríguez Vázquez

 

La penitencia

Don Emilio se colocó en la línea de salida, dispuesto a cumplir su penitencia. Llevaba el dorsal 666,aquello parecía una señal divina,el Jefe no quería ponérselo fácil. Sabía que aquella joven catequista estaría esperando en la meta,confiaba en el y no podía fallarle. Mientras el sudor le empapaba el rostro,rezaba pára que las fuerzas no le flaqueasen y cumplir así su promesa"Si tu no puedes,yo correré por ti la San silvestre salmantina". Por un momento se arrepintió de aquellas palabras. Pero allí estaba, completando los últimos metros,con el corazón en la boca. Y allí estaba ella,emocionada sin creer lo que estaba viendo.Don Emilio se remango la sotana y con los muslos al aire y una sonrisa de satisfacción, cruzó la meta. La joven miró al cielo y pensó" que baje Dios y lo vea".

# 54 Nastassia Semiramis Soriano Gomez

 

Un paso tras otro

Un paso, y me recuerdo a mí misma que puedo. “Lo necesito”, me digo. Que continuar solo requiere un respiro, mis últimas fuerzas. Otro paso, mientras recuerdo como decía el especialista, cuanto sufriría si seguía por aquella vía del desgane y la apatía. Pienso en el futuro y el deseo de formar familia, la dificultad para subir las escaleras y el dolor que me provocan la colada y la cocina. ¡Un paso más!, no quiero pensar, quiero desmayar. Me repito una y otra vez que puedo, que quiero, que debo. Que, si no doy este paso, no daré muchos más; no llegare, no venceré. Y en un torbellino de pensamientos, de pesadillas y de sueños, bajo una cortina de sudor, de lágrimas y quejidos, “un paso más” me digo, ahí está la meta.

# 53 Noemí Fernández Castaño

 

El último beso salado

Un día despiertas, y todo es diferente. Te despiertas ansiosa por correr de nuevo la San Silvestre Salmantina, pensando, "este año lo consigo". En ese momento, un escalofrío recorre tu cuerpo, y escuchas esa melodía de móvil que tanto te gusta, pero no te agrada. Miras el móvil y ves ese número larguísimo, sí, es el hospital. Te confirman la fatídica noticia, tú hijo tiene Fibrosis Quística. Te derrumbes, pero haces un gran esfuerzo, corres, y te vuelves a derrumbar. Correr es tu mejor medicina, liberas cuerpo y mente, pero se te hace muy complicado compaginarlo con las continuas visitas al hospital. Pero lo haces. Año tras año, sacas fuerzas para correr esa carrera que tan malos recuerdos trasladan a tu mente, siempre pensando "tú respiras sin pensar, él sólo piensa en respirar". Nunca pensé que, justo antes de la carrera de 2016, le daría el último "beso salado".

# 52 SHEILA MANGAS GONZÁLEZ

 

LA OTRA PERSPECTIVA

Llega la hora del pistoletazo y los nervios habían brotado poco antes en su interior. Ella sale despacio, quedando poco a poco rezagada. Es el momento del agobio, donde los más competitivos arrasan a los lentos y solamente le queda rezar por no recibir ningún codazo. Ella era, ante todo, consciente de sus capacidades. Sabía que iba a quedar en las últimas posiciones, pero eso no le importaba, simplemente disfrutaba. El principal motivo de su esfuerzo era lograrlo y, además, su propia satisfacción. El ánimo del público a cada corredor, desde el primero hasta el último, le saca una sonrisa. Va chocando la mano a los espectadores más pequeños que lo están pidiendo, felices. Finalmente, tras la línea de meta le esperan los suyos, quienes la reciben con abrazos y besos. Sí, esta vez ella también sube a su propio podio.

# 51 JOSEFA MONTERO LOPEZ

 

Como Forrest

Fue en una de las carreras de san Silvestre, no diré el año. Mi padre se acercó a mí y comenzó a correr a mi lado, cosa que yo no comprendía por ser algo que nunca había hecho. No paraba de gritarme ¡Nos ha tocado! ¡Corre hijo! ¡En la meta te esperamos! La gente que lo escuchaba se unió al clamor de ¡Corre! Haciendo que me sintiese como Forrest Gump. Todos se preguntaban ¿Qué le habrá tocado? Incluido yo. Mi anhelo por conocer qué clase de suerte me transmitiría mi padre en la meta, me hizo correr como nunca. Al llegar, la cara de mi progenitor irradiaba felicidad. ¡Hijo lo has conseguido! Si padre, he conseguido llegar. Pero… ¿Qué nos ha tocado? ¡La suerte de ver como cruzabas esa línea después de años pensando que no podrías con tu nueva pierna!

# 50 Gisela Mosquera

 

Mi tradición: correr en San Silvestre Salmantina

Duele. Me cuesta respirar. Pero lo mejor de todo es que me gusta esta sensación. Siento como la adrenalina sube desde mis pies hasta la cabeza. ¿Qué es eso? Lo veo, es la meta. ¡Al fin!, ¡Vamos! El último esfuerzo. Todos me miran, no han perdido la esperanza en mi. Cerraré la carrera con la cabeza bien alta. Ahora bien entiendo que lo importante es participar, no ganar. No me considero un perdedor más bien un valiente y recuerda: No importa la posición sino la experiencia de una nueva tradición

# 48 antonio cano murcia

 

solidaridad

Siempre recodaré mi primera participación en la San Silvestre Salmantina. Salí de casa con tiempo suficiente para llegar puntualmente al lugar de concentración, pero una inoportuna avería del coche me dejó literalmente tirado en la cuneta. El tiempo pasaba, la carretera inhóspita y desierta me hizo pensar lo peor. A lo lejos vislumbré los faros de un vehículo que poco a poco iba acercándose. Aminoró la marcha, y dudando qué hacer paró el vehículo. En su interior se adivinaba un hombre joven, vestido con chándal. Era mi directo rival, el corredor a batir. ¡Qué oportunidad para seguir adelante! A sabiendas de que podía también llegar tarde, decidió ayudarme. Ese gesto aún está presente en mis recuerdos. ¿El resultado? ¡Qué más da! Lo importante es que los dos pudimos correr la San Silvestre Salmantina.

# 47 Cristina Iglesias Sahuquillo

 

El Hermes negro

Jesse corría al colegio, a su casa, a ver a sus amigos, Jesse corrió hasta alterar el segregacionismo. Desde Alabama hasta Berlín no hizo otra cosa que correr, y sus pies, veloces como los de Hermes volaron hasta el otro lado del mundo no sólo para cruzar una meta como triunfador, sino para alcanzar metas que irían más allá de la pista de atletismo. En su país no era más que un negro que sabía correr, en la Alemania aria, una curiosidad. Despertaba tal admiración que las jóvenes germanas lo perseguían, los niños lo imitaban e incluso algunos de sus rivales alemanes llegaron a hacerse amigos suyos. Aún a pesar de todo el odio y discriminación existente, Jesse Owens se convirtió en leyenda al resultar ganador en unas pruebas que desmitificaron la existencia de las razas.

# 46 Miguel Ángel Moreno Cañizares

 

Liebre

Un tipo clavado a Fermín Cacho me hace de liebre en la San Silvestre salmantina. Él también la corrió. ¿O no? Ahora dudo. En cualquier caso, corre por delante de mí, pero a cada poco gira la cabeza —gesto inconfundible— para comprobar que le sigo o para darme ánimos, quién sabe. Los necesito, porque no hago más que ver dorsales que me sobrepasan. Problemas de la edad, supongo. Cacho, o quien sea, gasta ya pelo ralo y ha engordado, bastante diría yo —está también más encogido— y advierto que la carrera se le hace larga. Como a mí, que frisando los cincuenta acuso ciertas deficiencias en el organismo. Confieso que me gusta su compañía, pues a todo se acostumbra uno. Por momentos me distraigo y lo imagino en 1992 ganando el oro olímpico. Pero a nada, unos tres minutos y pico, vuelvo a la realidad. Y me siguen pasando corredores.

# 45 DOLORES GARAYALDE CASITAS

 

CORRE

Carrera de San Silvestre. Los gritos de ánimo no me dejan pensar. No quiero pensar. “Corre, -me digo-. Corre. Solo un poco más. Aunque te tiemblen las piernas. Corre. Aunque sientas su aliento en la nuca. Corre. Tienes que llegar antes que ellos. Eres fuerte. Corre. Aunque sepas que te pisan los talones. Corre. Cien metros más. Corre. Aunque sientas que desfalleces y un sudor frío te recorra la frente. Corre. No puedes dejar que te venzan. Corre. Veinte metros. No pienses. La meta al frente. Corre. Aunque se te nuble la vista y te sientas morir en el intento. No vas a morir. Eres fuerte. Corre. Solo una zancada más.” Gritos de júbilo y unos cálidos brazos me acogen mientras recupero el aliento. Lo he conseguido. Sonrío. He llegado en último lugar, pero he dejado atrás todos mis miedos. Soy fuerte. Mucho más fuerte que ellos.

# 44 CARLOS GANCEDO RIESTRA

 

POR FIN

En el interior de aquél cubículo, sólo la oscuridad y el silencio eran sus únicos acompañantes. Las dos compañeras se miraban, inmóviles, esperando que algún día algo, lo que fuera, sucediera con ellas. Con el prurito de servir a algún fin superior, anhelaban escapar y volver a respirar. Como antes. Y así, la incertidumbre se apoderó de sus vidas, hasta que una fría mañana, sin previo aviso, unas manos las tomaron con delicadeza. Sin tiempo siquiera para comprender qué estaba pasando con ellas, llegaron a un lugar abarrotado de gente, que desordenadamente pero en silencio, aguardaban impacientes, hablando con sus miradas. Allí pudieron ver otras zapatillas que, como ellas, sonreían ilusionadas. De repente, un estruendo se escuchó. La carrera comenzaba. La de sus vidas. La de todas ellas.

# 43 Eva Castro Outeiriño

 

Alejando los miedos

Se acercaba mi cumpleaños. Más de tres décadas soplando velas y seguía asustándome el paso del tiempo. Acababa de mudarme a otra ciudad, había dejado mi trabajo en una multinacional y me había lanzado a la aventura de montar mi propio negocio, había roto una relación de diez años con un hombre al que no había llegado a conocer de verdad, mi familia no paraba de repetirme que me replanteara mis decisiones y lo único que parecía preocuparme era esa colección de treinta y cuatro velas que adornarían mi tarta de cumpleaños. Fue un cartel el que me brindó la ayuda que necesitaba. Correría en la San Silvestre Salmantina, sería la mejor manera de sentirme unida a la que ahora era mi ciudad. Cumpliría mis treinta y cuatro años a la vez que la San Silvestre cumplía los suyos y lo haría corriendo con ilusión y dejando mis miedos atrás.

# 42 M. Salvador Muñoz

 

PASIÓN O VICTORIA

He vencido en la más prestigiosa carrera de galgos, también en el Grand National entre la crin de un pura sangre portugués, pero mi ilusión siempre ha sido conquistar la San Silvestre. Este año sí, mi elección es ganadora, un etíope con una pelambrera de ensueño. Espero que no gane un calvo; odio esa piel huérfana de pelo, insípida de vida. Casi saboreaba la victoria, cuando un perro san bernardo zigzagueaba entre el público a nuestro paso. Y entonces, entre su pelaje, la vi, la pulga más hermosa que jamás imaginé. Fue un instante de duda, la gloria o el amor, pero me sonrió y la duda se precipitó al vacío, y yo con ella. Brinqué como nunca hasta llegar a sus garras. Feliz y exhausto, juro sobre mi efímera existencia que mis hijos llenarán de orgullo mi extirpe y, por fin, ganarán la San Silvestre.

# 41 MIGUEL ÁNGEL GAYO SÁNCHEZ

 

MIRAR HACIA DELANTE

Primero fue un susurro que creyó captar en el patio del instituto. Ese “gorda” que nunca supo si fue para ella o para otra, a pesar de que junto a ella nunca hubiese otra. Los listillos, las estilosas, los atléticos, las modernas… acusicas y acosadores en su pequeño mundo. Entonces quiso correr y escapar del mundo. Pero por más que corría el mundo nunca se acababa. Y siguió corriendo a pesar de ello. Un día alguien le propuso participar en la San Silvestre de su ciudad. Entró la primera en su categoría. Llegó la televisión local, el arremolinamiento, la admiración en derredor. “¿Estás orgullosa de cómo el atletismo esculpió tu cuerpo?”, preguntan. “¿Les puedes decir a nuestros oyentes los beneficios que aporta la carrera?”. Ella responde. Trata de encontrar las palabras acertadas. Pero cómo explicar que el correr, inevitablemente, te obliga a levantar la cabeza y mirar hacia delante.

# 40 Ana Palacios

 

Impulso

Sube. Venga, con fuerza. Dijo que estaría por aquí, pero no la veo. Llevas buen ritmo, tranquila, respira, que ya falta poco. Ya la veo. - ¡Vamos hija, que tú puedes! Y cojo impulso.

# 39 Luis Alejandro Rea Queirolo

 

Niños

Si la vida fuera tan fácil como correr y olvidarse de todo, ser solo cuerpo y movimiento, sentir la piel calentarse y agitarse el pulso, no pensar en las cuentas, ni en la hipoteca, ni en aquella agria discusión con María, retroceder a lo básico, ser solo sudor y ganas mientras se acerca la meta. Corriendo somos niños, porque en verdad siempre hemos sido niños, niños viejos que se complican la existencia con cosas que consideramos de adultos, y llevamos la carga como quien lleva un zapato incomodo o un vestido feo. Para correr soltamos todo, y nos sentimos niños grandes al pasar la Plaza y quizás niños pequeños frente al Palacio, y nos sentimos ser uno y ser muchos, y solo queremos llegar, o intentar llegar, que al final es lo mismo.

# 38 Héctor bayón Campos

 

Las Edades del Hombre

Me ato los cordones y oteo el horizonte. Observo un grupo de gente, distintas edades, distintas ilusiones pero un objetivo en común: pasárselo bien en esta “San Silvestre Salmantina”. La carrera está a punto de comenzar, los más jóvenes, ataviados con gorros navideños, son la vanguardia; los padres primerizos van con sus retoños. Éstos, por primera vez descubrirán la magia del evento, y es que una miscelánea de colores se apodera del trayecto. Es diciembre y el frío aprieta ¿pero qué importa? Incluso los más viejos del lugar estamos aquí, dispuestos a ejercitar cuerpo y mente… Ya no queda nada, en breve se dará el pistoletazo de salida. Mientras tanto yo abro mi cartera, y doy un beso a las fotos de los que ya no están. Va por ellos. Preparados, listos… ¡ya!

# 37 ESTEBAN TORRES SAGRA

 

FANTASÍAS DE UN CORREDOR MEDIOCRE

¡Ay, si apellidado Bolt…! ¡Qué proezas podrían resistir mis embestidas!. La fuerza de mis muslos batiría records sin apenas fatigarme y sería la envidia de los compañeros del club atlético… ¡Ay, si hubiese sido etíope y mi nombre Abebe…! Corredor de sabanas y estepas, acostumbrado a todas las inclemencias posibles e, incluso descalzas, mis extremidades serían una prolongación de la tierra con alma de antílope… ¡Ay, si fuese keniata y mi apellido se pareciera a Rudisha…! El Valle del Rift daría alas a mis pies lampiños y las piedras se ofrecerían para auparme y ganar tiempo en las zancadas, leonina sería mi voluntad, mi corazón efervescente y mi bandera el viento… En esto empleaba mis elucubraciones a la cola de un grupo de atletas cuando por fin escuché de verdad lo que me decía mi mujer: -¡Vamos,! ¡Saca el bol, bebe y protégete la rodilla! -Todo a la vez.

# 36 Esperanza Tirado Jiménez

 

Película de la carrera

Contempló cómo sus dos pies giraban sobre sí mismos, cual cabeza de la Niña del Exorcista. Sus zapatillas salieron disparadas, a modo de balas de cañón, buscando la meta. Su mente quiso seguirlas, pero su cuerpo se quedó a ras del duro suelo y no respondió. Allí sintió la soledad del corredor mientras miles de zapatillas de colores pasaban veloces a su alrededor. ¡Corre, Lola, corre!, oyó que gritaban a su alrededor. Pero el camino hacia la victoria se quedó en un sueño. Otros fueron los elegidos para el triunfo.

# 35 David Caraballo

 

Una vez más.

Casi le pillan este año. Lo de escapar por la ventana se hacia cada vez más difícil. Con las zapatillas de correr en la mano y el dorsal entre los dientes se escabulló por las calles mirando el reloj con premura. La sangre y la emoción corriendo por sus venas, ahora se plasmarían los momentos robados al tiempo, los momentos en que estaba ante el camino, con solo el viento y el sol por compañeros. La salida. Ajustándose la camiseta empezó a ver rostros conocidos, amigos muchos , casi hermanos otros, que entre saludos y abrazos preparaban sus mismas ilusiones, año tras año repetidas, mirando más allá de la linea, sabiendo que esta carrera era especial, distinta, única. Treinta y cuatro años corriendo, ochenta años encima, ¿quién dijo que perdería la ilusión?. Mi vida empieza a cada zancada, y la meta es solo una etapa más.

# 34 Manuel-Andrés del Rey Sánchez

 

Por dos maravedíes

-Ante tu silencio, mozo, ¿acaso tus ojos enmudecen nuestras prédicas? -Doncella corre escasa de ropa, sudada como yegua en celo y crucifijo de festón. Ora presta se apoya en peana y lía alpargata hincada de rodilla. -Muchacha suelta de apoyo con Cristo al cuello, que trota a por laurel y trota en cueros, ¡sotana de por medio! -Tío, no veo cura... -¡Ceguera la tuya! Aprende efebo: los trueques y los negocios siempre a puerta cerrada. No dejes a esta en huida y échale mano a un pie que así, uncida, echaré la mía allá donde halle menester. Cédeme el honor. -Vale. -Manceba, por dos maravedíes te doy queso, pringadas, vino y lo que venga. Palparte codicio ya que, aunque haya quimera entre medias, ahíto igualmente este ciego resultare. Arrímate. -No oye... No frisa... ¡Huye! ¡Voy tras ella!... -¡Conato baladí, cándido Lázaro! Nuestra alma está enraizada en la ribera.

# 33 Jorge Villafranca Semolué

 

¿Por qué?

¿Por qué? Esa es la eterna pregunta para la que ni los más sabios han encontrado respuesta. Correr tiene un significado ambiguo y las razones para hacerlo son diferentes y mutables. Todas son validas, todas respetables. Lo único que importa es una cosa: superarse a sí mismo. Una carrera es para superar dificultades, luchar y sentir, que cuando ya has dado lo mejor de ti mismo, todavía puedes mejorar. Cada uno lucha por lo que siente y lo que le importa. Lo que para unos puede ser una derrota, para otros puede ser su mayor victoria. Esfuérzate y marca tus objetivos. Todas las mañanas mientras te preparas para entrenar lo único que se te pasa por la cabeza es: hoy mejor que ayer. Así que entrena, esfuérzate, se constante y cuando alguien te pregunte:” ¿Por qué?” Simplemente responde: “Porque hoy quiero ser mejor que ayer”.

# 32 Iris Pilar Ponce

 

Nuestra Vuelta Popular

Salamanca se viste de fiesta una vez más, preparando sus pistas para brillar. Ella muy ansiosa, al igual que todos estos atletas que en pocos días van a cubrir sus calles de energía y vitalidad. Cada reunión es única, cada logro refleja el esfuerzo de un gran colectivo social. Jornada de fiesta deportiva, teñida de valores que transmiten; esfuerzo, superación y solidaridad, imposible de estar sin el apoyo decisivo popular, cuyos cimientos están forjados por el anhelo de una ciudad. Ansiada gran carrera que convocas el respeto, convivencia, trabajo en equipo y lucha por la igualdad, motivo plasmando en la línea de partida, y muchos sueños en la meta por alcanzar. Digna competición que fortalece el hábito de entrenar. Cada acción es un acto de amor, cada paso nos hace avanzar, son atletas reales de corazón cuya satisfacción es participar, de esta rutina colectiva; la San Silvestre Salmantina.

# 31 Ángel San Juan Barjacoba

 

LLEGAR

Crecí escuchando que correr era de cobardes para más tarde, acabar huyendo cruzando las pisadas de mis zancadas a través de charcos de barro, con los que salpicaba los carteles de las metas que se presentaban ante mí. Los cuales me venían a suponer, la salida de una carrera que me terminaría por formar, compartiendo el conocimiento con personas de una vida que al final llegue a envidiar. Ahora, me encuentro acompañado en la línea de salida de la sabia ciudad de Salamanca. Sin diferencias todos vestidos para lo mismo y cada uno ocupando su número, sin guardar ningún orden más que las ganas por participar. Esta vez se dónde está la llegada, habiendo aprendido que con los que comparta el mismo ritmo, serán los compañeros con los que animare a los rezagados para celebrar el triunfo de haber llegado. Porque yo, lo que es ganar ya he ganado.

# 30 CARMEN RUIZ RUIZ

 

EL TRASPLANTE

El año pasado “latí” mi última San Silvestre. Ahora, lucho por adaptarme a este pálpito tenue al que me obligan los betabloqueantes que me prescribieron tras el infarto. Acostumbrado al vértigo y a la adrenalina, al pulso frenético y desbocado, a la euforia que produce la victoria, aún no me he acostumbrado a esta nueva etapa, que me sitúa, en la carrera, como un mero espectador. Por desgracia, el abuso del ejercicio también conlleva riesgos… Mientras espero a que llegue mi “sustituto”, disfruto viendo el ambiente de la competición, el calentamiento de los atletas, la algarabía de los corredores anónimos y del público expectante. Mis pulsaciones suben repentinamente. Acaba de sonar el localizador. Él, aguarda unos minutos antes de iniciar el protocolo que conoce de memoria; yo, intento frenar el avance apresurado de mis palpitaciones. Me despido “de corazón”. Es hora de entregar el “relevo”; ésta será su gran carrera…

# 29 Emilio Fernández de Sanmamed Fernández

 

Abrazo gordo.

Tengo que confesarlo: odio correr. Mi padre intentó que me gustara, “calienta conmigo” solía decirme en el Barrio de las Delicias cuando yo tenía ocho años. Luego me quedaba a esperarlo en la meta, llegaba empapado y rojo como un tomate y nos dábamos un abrazo gordo. La San Silvestre, su carrera favorita, la que lo rejuvenecía. Desde que se murió intento participar en ella siempre que puedo. Tengo que confesarlo: odio correr... menos en la San Silvestre, porque aquí, cuando veo a mi hijo esperándome en la meta y sus bracitos me rodean al acabar, siento que hay unos grandes brazos que nos dan un abrazo gordo a ambos. Sé que eres tú, papá.

# 28 JUAN CARLOS PEREZ LOPEZ

 

ORGULLO

Las zapatillas, las calzonas y la camiseta están preparadas sobre la silla, junto al poster donde, brazos en alto, aparece su hijo cruzando vencedor la meta de la San Silvestre salmantina. Luce el joven esa equipación, la misma que ella, orgullosa, viene poniéndose desde hace diez años para correr la prueba. Esta edición la ha preparado a conciencia. Espera terminarla con buen resultado; al menos, confía que no le suceda como la última vez, que tuvo que retirarse por culpa de una rotura fibrilar. Antes de que den la salida, besa la fotografía de su hijo. -Esta vez sí, hijo; vas a estar tan orgulloso de mí como yo lo estoy de ti. Con una pizca de suerte hasta hago podio en mi categoría. Tomó un taxi al terminar la carrera, de su cuello colgando la medalla. Ya en el cementerio, la depositó sobre la tumba de su hijo.

# 27 Jose Carlos Lamelas Andreu

 

El corazón del gordo

Hasta hace tres años, yo era el gordo: personaje orondo receptor de collejas y objeto permanente de burlas. Apuntarme a la carrera había sido una temeridad y la noticia corrió como la pólvora. No faltaba nadie del instituto, ahí estaban todos, agazapados en la esquina del bulevar donde vivo; para reírse del gordo. Salí en tromba, me puse el primero y crucé la esquina en cabeza. Atónitos, ojipláticos, ovacionaron con una monumental algarabía mi paso triunfal. Aguanté agónicamente unos pocos metros más y justo delante de mi casa, me escabullí entre el público. No llegué al portal. Mi corazón se enfureció tanto con la broma que me arrojó al suelo, desde donde me llevaron al hospital. Decidió perdonarme, transformarme; hoy corro para él. Intercambio sonrisas con mis rivales; los comentarios jocosos son hoy de respeto y admiración. Soy el gran favorito en la categoría cadete de la San Silvestre Salmantina.

# 26 JORGE SAIZ MINGO

 

AMOR

Justo antes de que dieran el pistoletazo de salida, se colocó aposta detrás de ella, a unos cuatro metros, seguro de que no notaría su presencia dentro de la marabunta apeñuscada en el Paseo de San Antonio. Después se mantuvo a la zaga, siempre a su espalda, y disfrutó en secreto observando la cadencia de metrónomo de la nuca femenina. Embargado de emoción por todo lo que aquella mujer significaba para él, corrió sin perderla de vista, rodeado de los aplausos del público que reconocía y animaba a una de las atletas más carismáticas de la San Silvestre salmantina. Por fin, tras rebasar la plaza de Cuatro Caminos, aceleró hasta ponerse a su lado a la altura de la meta y, mientras entraban juntos, le susurró por sorpresa lo que sentía desde hacía más de treinta años. ¡Te quiero, abuela!

# 25 Agurtzane Iturri Mendieta

 

Fuerza, superación

Después de un grave accidente en coche, a Andrés le iban dar el alta. Se había pasado meses en el Hospital de la Paz de Madrid y su recuperación había sido lenta y muy dura. Aunque, al final se adaptó a la pérdida de sus piernas y a las innovadoras prótesis. Lo único que quería, era probarlas y correr en la famosa carrera de atletismo de San Silvestre de Salamanca. Desde hacía tiempo sus compañeros de trabajo le regalaron un reloj para hacer runnig, ya que era acérrimo corredor y siempre que podía se apuntaba a todas las carreras. Además, tenía la mejor marca en la federación de atletismo. Pero ahora debía volver a prepararse sí quería competir. Conocía el recorrido de 10 km entre las calles de Salamanca, porque había estudiado en la Universidad Pontificia y sus amigos le animarían mientras recorriese las calles, que tantos recuerdos le traerían.

# 24 Estefano Romero

 

Lo que la lluvia borró

Lo que la lluvia borró Aquel reseñable suceso aconteció la víspera de la San Silvestre Salmantina, en una de las calles del Barrio las Delicias. Nos habíamos citado para hablar de nuestra participación en la carrera; pero lo que ocurrió fue algo muy ajeno a esta. Yo supe que ella había escrito algo muy importante en ese pedazo de papel entregado bajo la lluvia. Una declaración de benevolencia; un adiós; o la confesión de una mentira. Su mirada fue decisiva en la resolución de la duda, pues tenía el encanto de las letras mayúsculas cuando concurren en una sola palabra grata que resume decenas de ellas. No sabía si lo que había de leer en el papel era lo mismo que había leído en sus ojos. Cuando lo desplegué, la lluvia había cesado. Ella se había ido y las letras se habían borrado.

# 23 Raúl Garcés Redondo

 

FILÍPIDES

Después de atravesar la Plaza Mayor, dejar atrás la Casa de las Conchas y La Clerecía, cruzar el Puente Romano y avanzar por la Ribera del Tormes, alcanza la meta en María Auxiliadora al grito de: ¡Alegraos, vencemos! Tras esto, cae desmadejado el corredor griego.

# 22 Gonzalo Prieto Barrera

 

LA RAZON DE LA BIBLIA

En la versión 2015 de la San Silvestre, me fui corriendo de para atrás hacia la meta y justo llegué a ella cuando sonaba el pistoletazo anunciando la salida de la versión 2016 y por supuesto llegué de primero. La Biblia tiene la razón: Los últimos serán los primeros.

# 21 Ana Isabel Velasco Ortiz

 

UN MUNDO MEJOR

El hombre recuerda que, cuando los números tomaron forma y sentido en su mente, sumó cinco kilómetros diarios en un ir y venir de casa al pozo de agua, a la escuela. Primero fue el caminar, luego el correr. Siempre con el hambre como inseparable compañero. Lo peor, el viaje en aquella pequeña barca. Un sol abrasador, miedo, sed y ese mar tan cruel, tan infinito. Llegó a esta tierra de provisión y descubrió que aquí, la gente corría por otros afanes que hizo suyos. Superación. Solidaridad. Compañerismo. La carrera ha comenzado. Corre y siente que en cada paso, tiende la mano a los que padecen miseria y dolor, que un futuro lleno de promesas está a la vuelta de la esquina. Y sus pies son alas y… regresa y vuelve a ser el niño camino del pozo, de la escuela. El niño que soñaba alcanzar un mundo mejor.

# 20 Miguel Ángel Portela Pinar

 

METAMORFOSIS

Se sentía triste y desolado, nunca había corrido una prueba con tan exigua participación; pero al penetrar en el túnel de los espejos, le cambió enteramente el semblante.

# 19 María José Navarro Gómez

 

La carrera de mi vida

La San Silvestre Salmantina siempre fue una metáfora para mí. Su trazado parecía la historia de mi vida. Nací cerca del Bulevar San Francisco Javier y en el parque Picasso pasé muchas tardes de mi juventud. Recuerdo también llevar a mi hija al colegio y, a esa hora entre las nueve y las diez, tomarme un café con alguna madre en una cafetería de la Avenida de los Comuneros. Ahora la "Sansil" cumple 33 años y yo ya hace 15 que no participo. Este año me situaré al final del Paseo del Rollo, cerca ya de la Plaza de San Antonio. Me pertenece de alguna manera el final de la carrera, es el sitio en el que siento que debo estar. Veré hasta el último corredor llegar a meta. Al fin y al cabo, viene de recorrer un trozo de mi vida.

# 17 José Javier González Acevedo

 

El Momoy enamorado

Había una vez, un extraño y pequeño atleta que corrió al sol por amor. Corrió hasta llegar al paramo más alto de la tierra, cerró los ojos y dio un gran salto, cuando los abrió aprecio corriendo hacia el sol, paso por la luna, las estrellas, cometas y uno que otro planeta, llegando al sol se quemo. A los tres dias resucitó congelado en Plutón, rompiendo el hielo decide de nuevo correr hacia el sol.

# 16 Susana Ruiz Embarba

 

¿Una más?

-¿Estás seguro de lo que dices? -Lo llevo en la sangre. Mi abuelo me contó que corrió en la de Galdácano, la primera San Silvestre en España. He tenido la suerte de correr la de Sao Paulo en Brasil. He corrido en la de Madrid, Valencia, Bilbao... -¿Pero qué la hace tan especial a esta? -¿A la Salmantina?- Terminaron de estirar y se situaron en la línea de salida.- Ajústate bien los cordones que lo vas a comprobar.

# 15 Miguel Ángel Carcelén Gandía

 

La recompensa

Había trastabillado al comenzar la san silvestre y el dolor que sintió en el tobillo se hizo casi insoportable a mitad del recorrido. Miraba el cronómetro y los ojos se le aguaban. Intentó centrarse en la bonita imagen que conformaba la niebla sobre el Tormes, pero los continuos adelantamientos lo devolvían a la realidad. Su intención de lograr una meritoria posición dentro de la categoría de veteranos se alejaba. ¡Qué pésimo broche para toda una carrera dedicada al atletismo! Rebasaba en más de una hora el tiempo previsto, pero no abandonó. Aunque fuera a rastras, estaba decidido a terminar la última competición de su vida. Y lo logró. Llegó el último. Y entonces lo comprendió. Como siempre, junto a la línea de meta, vio a su mujer, aplaudiendo, animando, sonriendo, orgullosa… Así había sido siempre, aunque él hubiese necesitado décadas para percatarse de ello.

# 14 JUANITO

 

ZAPATOS DE TACON

Llegó a recoger el dorsal con zapatos de tacón. “De mi madre muerta” –dijo. Y aunque los organizadores dudaban si permitirle correr la maratón, él se mantuvo firme. Aseguró que el esguince no sería causa de retirada pues le sentaban como un guante y ya había calentado antes. Que sólo ganaba uno y a él le importaba menos el podium y más completar el recorrido. Consistía en un ejercicio de paciencia y superación. De abandonar las prisas. De comulgar consigo mismo. Tras el disparo hubo muchas risas. “Corre Juanito, que te ganan” –replicaba desde la añoranza esa madre ausente, dándole ánimos. Y Juanito dudando todavía si hacía bien en calzar lo de su difunta, salió como una flecha, atraído por esa luz que le llamaba desde el final del túnel. Besó a su madre y regresó a tiempo para recoger la medalla. “Por ella” –dijo. Muchos lloraron conmovidos.

# 13 JOSE MIGUEL RUBIO POLO

 

CORREDORES EXTRAÑOS

Me convencieron para apuntarme en la carrera de San Silvestre, cuando no había debutado en maratón ni carrera parecida desde los tiempos del COU. Imagínense qué viejo debo ser si estudié bajo aquella ley del pasado siglo. El día de la carrera me coloqué un calzado penoso, vagamente sport, pantalón de chándal de cuanto menos un cuarto de siglo y camiseta publicitaria. Ir acompañado de un amigo me animaba a seguir, porque a los pocos cientos de metros yo ya había perdido el resuello, y sólo un absurdo orgullo varonil me hacia seguir moviendo las piernas a la par que mi compañero de corrido, cuando mi alma ya la llevaba a rastras. Muchos nos daban alcance y sobrepaso de continuo. Mas el último que nos sobrepasó vestía hábito, corría con sandalias, y su otro compañero con gafas, anciano y unamuniano también nos sobrepasó espetando a su pareja: “¡Animo, Fray Luis!”.

# 12 Guillermo Rodriguez Lallana

 

Más que una carrera

Una brisa cortante de frío invernal le recuerda a Jorge que ceñirse bien la braga al cuello y meterse la camiseta térmica por debajo de las mallas le ayudará a combatir las bajas temperaturas. Unos saltos estáticos y un agitar espasmódico de los brazos le mantiene caliente entre la bruma que se crea por las exhalaciones de la gente al entrar en contacto con el aire helado. Con apenas unos segundos para que empiece la carrera, Jorge piensa en el champán y el brindis de después con sus amigos, pero lo que de verdad le llena de energía es visualizar la opulenta cena que le espera más tarde rodeado por el calor de su familia. El sinfín de marisco, las peleas por echar el guante a los últimos canapés, las apasionadas conversaciones y la palpable felicidad que inunda el salón de la casa de sus abuelos son el verdadero trofeo.

# 11 CARLOS FRANCO

 

PHEIDÍPPIDES

1,2,3 ... 33. Hace 33 años que San Silvestre Salmantina llena de bullicio alegre las calles de Salamanca. Hace 33 años muchos corren como Pheidíppides para anunciar un nuevo tiempo, un nuevo año.

# 9 GONZALO PRIETO BARRERA

 

LA BENDITA ESPERA

Se embutió al cuarto para uniformarse y fijándose el dorsal, empujó la puerta con nerviosismo y extrajo los fármacos que le auguraban el primer puesto de la carrera. Removida la mixtura y a punto de ingerirla, su hijo, enfermo terminal, sospechó y entró sin golpear.-¿Qué haces padre?-Le preguntó.-Vas a correr o preparas cirugías? -Correré-Contestó enérgicamente. -Por qué no corres limpiamente, padre? -Porque necesito ganar esta carrera como sea. Ni el segundo puesto me sirve. Tus quimios cuestan mucho y no tengo para una más... -Ve y corres dignamente. Me conforta el último lugar pero con honestidad. -Con honestidad no pago tus quimios.-Replicó. -Así ganes, no me las dejaré hacer con ese dinero. Compitas con lo que tienes, padre. -Derrotado, estaré de vuelta en diez años luego de cruzar la meta.¡Entiendas! -Te esperaré esos diez años, padre. Son suficientes para decir que viví una eternidad.

# 8 Belén Fernández Crespo

 

VERTIGO

VERTIGO Siempre sentía la misma sensación de vértigo. Con el corazón acelerado se había enfundado sus mallas y sus deportivas. Un escalofrío recorrió su cuerpo al comprobar que en la calle se respiraba el mismo ambiente de todos los años: la ilusión, el compañerismo, el querer batir viejas marcas o simplemente alcanzar la meta. Los corredores se habían convertido en un solo corazón multicolor, un murmullo de emoción esperando al pistoletazo de salida. Jaleaban la música, saltaban y daban palmas entusiasmados. Como cada año, estaría allí para animarles, para elogiar su esfuerzo y sus logros. Les haría saber que eran campeones, que su empeño les había hecho únicos y especiales. Sentiría la pasión con los veteranos; a los nuevos, les ayudaría a que el amor por el atletismo se enganchara a su alma para siempre. Se cercioró de que su puesto de kilometraje estuviera correctamente colocado. La carrera iba a comenzar.

# 7 Damián Valverde García

 

La San Sil-vestre

El treinta y uno de diciembre se acerca y aún recuerdo, como si fuese ayer, los preparativos para nuestro primer año en la San Silvestre. Todo comenzó un mes antes del evento, cuando por el entusiasmo, todos los miembros de la familia, desde el niño más pequeño hasta la abuela más senil, comenzamos a levantarnos temprano, con nuestros chándales y deportivas, para reunirnos en el parque. Allí, cada día, corríamos unos kilómetros todos juntos, disfrutando de la tradición que, sin saberlo, acabábamos de comenzar. De todo aquello, lo que recuerdo con más cariño y orgullo fue la mañana de nuestro primer gran día. Reunidos en nuestro parque, todos formando un círculo y a una, entonamos nuestro grito de guerra, mientras el vecino del segundo nos hacía la foto para el grupo de Whatsapp. Qué ganas de que llegue diciembre, porque… ¡Sin los Reverte, la San Silvestre se queda sin vestre!

# 6 María José Viz Blanco

 

Cuenta atrás

La ambulancia se aproxima. Una zapatilla y un dorsal para la San Silvestre, ensangrentados. A cincuenta metros, el cuerpo inmóvil de Andrés. Piensa en María, su amor, cuando atraviesa corriendo la calle. Mira, como todas las mañanas, la figura de piedra del jardín, por si se ha movido. Baja a desayunar con el chándal puesto. Se da una ducha. Se levanta. Suena el despertador. Recibe un whatssap de María, que rompe con él.

# 5 Alfonso Cabello Herencia

 

Mi primera victoria

Desperté aturdido, en medio de la calzada, el asfalto me quemaba la piel. Mi cuerpo estaba mojado; sudor y agua fría mezclada a partes iguales. El sudor de una intensa carrera que, por primera vez, había disputado con los mejores y -si, ahora recordaba todo con claridad- el agua que arrojaban los asistentes de la carrera, intentaba reanimarme… había perdido el sentido en los últimos metros, debería haber obedecido los consejos de siempre: avituallarme y dosificarme para el spring final. Pero no estaba todo perdido, el objetivo siempre es terminar la carrera y -maltrecho- apoyé las manos hasta erguirme, miré al frente y corrí con un resto de energía que no sabía que tenía, hasta cruzar la meta. Alcé los brazos y los vítores del público me dieron mi primera victoria. Aún guardo la foto sobre la chimenea… luego llegarían medallas, pero esas las guardo en un cajón.

# 4 Ángel Saiz Mora

 

AJUSTE

Apenas habían pasado unos días desde que una multinacional alemana absorbió nuestra empresa, cuando la nueva dirección propuso que los empleados participásemos en la San Silvestre Salmantina. Ante los rumores sobre una reducción de plantilla nadie faltó, tampoco el fastidioso Martínez, que tuvo ocasión de burlarse de mis carnes bamboleantes bajo la camiseta. Solo sobre el asfalto, aún me quedaba un buen trecho cuando todos habían terminado el recorrido. Mis compañeros comenzaron a animarme en la avenida de Comuneros. Tanto gritaron: “¡Tú puedes!”, que casi llegué a olvidar que estaba exhausto. El paso por meta fue algo heroico, en especial cuando el sobrepeso y yo caímos desplomados. Aunque fui el último, los ejecutivos germanos, muy atentos a las actitudes individuales, quedaron muy impresionados de mi esfuerzo y de la solidaridad de todos. También les impactó Martínez al llegar el primero. Fue el único despedido por haber tomado un atajo.

# 3 PABLO ALONSO RODRÍGUEZ

 

"PARTICIPAR"

Estaba deseoso de que llegara el día. Se Había aficionado a correr, y desde que lo probó la primera vez, desde que experimentó como descargaba adrenalina y su cuerpo y su mente se lo agradecían, procuraba participar en numerosas carreras e incluso hasta alguna maratón. Ahora quería competir en la San Silvestre Salmantina. El escenario no podía ser mejor. Un marco espléndido donde se aunaba la belleza de la ciudad y el deporte. Un entorno insuperable en el que poder disfrutar de la calidez de los aficionados que seguirían la carrera y del ambiente donde las piedras doradas de catedrales, iglesias, palacios, plazas y calles atestiguarían el esfuerzo de los competidores. Anhelaba estar en la línea de salida. Se estaba entrenando bien, mezclando ánimo y esperanza, tratando de conjuntar el empeño, la osadía y la ambición. En su alma de deportista, se sentía simplemente feliz por poder participar y disfrutar.

# 2 Belén Conde Durán

 

A la carrera

A la carrera en la lucha: luchando por terminar la carrera, corriendo por llegar el primero a la línea de meta. Sin detenernos a mirar hacia los lados, olvidando el compañerismo y las lágrimas derramadas en la carretera: la vida pasa muy deprisa; a la carrera. No dejes de moverte, o tu tren pasará de largo; no dejes de estar alerta, o sus vuelos desbaratarán tu peinado. No te duermas, no te entretengas, siempre adelante, aunque tu alma caiga al suelo y pierda. A la carrera, una sonrisa: una sonrisa y buenas maneras. El corazón en un puño y la mente fría, siempre con presteza, para no llegar el segundo. En el colegio te dijeron: despacito y buena letra. Pero la vida es otra cosa: son competencias, no se aceptan derrotas. Son nudos de corbata y labios mordidos, a la carrera.

 

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