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¡Participa en el XVII Concurso de Carteles de la San Silvestre Salmantina!
¿Tienes una idea creativa para representar una de las carreras más emblemáticas de Salamanca? Tienes hasta el 31 de mayo de 2025 a las 0:00 h para presentar tu diseño para la XLI edición...
Microrrelatos presentados al X Concurso "San Silvestre Salmantina"
# 280 Aurora Roger Torlá
Mi primera San Silvestre
Salí como una flecha. Iba tras él .Me sentía flotar de felicidad. Aquello para mí era una fiesta. Él me cogió de la mano y me mantuve de repente en el aire, me enamoré de él. Y seguí ,continué ,me elevé y así sigo. El cielo es azul ,como sus ojos...
# 279 IKER PEDROSA UCERO
META.
Las vidas que pasan ante mis ojos son la mía propia, pero también la de los demás corredores de hoy, y de los habidos y por haber, de la carrera “San Silvestre Salmantina”. Es la vida del soldado que inauguró Maratón. Es la del que va a comunicar una buena noticia a su familia. Es la vida de quien corre... porque corre. Pienso en el niño que fui, corriendo con mis amigos a clase porque habíamos estado jugando con las canicas hasta el último minuto. Pienso en cómo corría también Forest, en cómo corrían los atletas en Carros de Fuego. Alguien pincha su banda sonora en mi cabeza. Hay algo especial que se activa sólo cuando corro. Y seguiré corriendo hasta que el horizonte se expanda, con mis amigos, en esta carrera que agita mis alas y limpia de sal mis ojos.
# 278 Raúl Clavero Blázquez
El síndrome de Peter Pan
El hombre, casi anciano, alza los brazos. Está a punto de ganar la San Silvestre salmantina, pero justo en ese instante su propia sombra le abandona, toma unos metros de ventaja y atraviesa la meta en primera posición. El hombre, desconcertado, frena en seco. Los jueces murmuran. Por el público se extiende un silencio sepulcral, sólo roto por los gritos de una mujer. -Te lo advertí. Esto te pasa por no asumir tu edad. A quién se le ocurre ponerse a hacer carreritas, como si tuvieras veinte años. Venga, para casa – le dice, arrastrándolo por el dorsal. El hombre llora. El público ríe. La sombra reclama su medalla ante las miradas recelosas del resto de corredores. Yo, desde mi ventana, observo la escena, pienso en que, por fin, mi venganza es inminente y afilo con mucho, mucho cuidado, mi garfio.
# 277 Alberto Rivas
El paseo de Navidad
Paseo de San Antonio doce de la mañana. La carrera llama a empezar, ya vienen los nervios. 7000 hombres para una bella princesa. La gente espera en Canalejas. Alamedilla, niños cambiando cromos. Plaza de España ya mismo en Puerta Zamora. Aprovecha la inercia, Manuel, ¡que es cuesta abajo hasta la Plaza! Aquí pierdo tiempo yo, ¡mira que es bella! Bajo San Pablo, niños chocando manos. Hasta llegar aquí, al Lazarillo. Sube al botánico ya está no lo pienses. Mira Marta y Luis, van disfrazados. Calle libreros y la Universidad, bendita rana. ¡Qué coraje tiene aquel, empujando un carrito! Casa de las conchas, ¡cuánta historia! Ahora viene lo duro. Cuesta arriba y Avenida de Portugal, dadme una agüita. Paseo de la estación y comuneros, Mira mis padres allí, el rollo abarrotado. Paseo de San Antonio, ¡ya está ya llegamos!! ¡Ay! cuantas emociones, Y qué bonitos rincones, En esta ciudad de ensueño.
# 276 Melchor Belzunces Quintanilla
Sobran los motivos
Nadie entendía por qué… Por qué desafiaba a su cuerpo torturándolo con sed, fatiga y sudor… por qué invertía tanto tiempo en apresurarse por calles, avenidas, travesías, correderas, parques,… el Puente Romano, Veracruz, Rúa Antigua… Nadie en su entorno comprendía que vertiera tantas fuerzas, energía y vigor en una carrera, siempre en la misma fecha, en la misma ciudad. No sabían cuál era la razón por la que amaba recorrer cada fin de año los mismos lugares y volver exhausto, agotado, extenuado de la carrera salmantina. Era difícil explicarles que no había causa, motivo o justificación, que cualquier sufrimiento, malestar y, sobre todo, aquel desconocimiento e incomprensión de los suyos se desvanecían cuando, feliz, pleno, satisfecho y henchido de pasión, cruzaba la meta.
# 275 Sergio Albert Pellicer
La narrativa salmantina
Correr la San Silvestre es como leer una buena novela. Empiezas con un arranque explosivo, continúas con un largo y exigente nudo, y siempre, siempre, siempre, terminas en un satisfactorio desenlace.
# 274 Emilio José Huertas López
Las viejas deportivas de papá
Me desperté sobresaltado en mitad de lo que parecía ser un extraño sueño, con papá como protagonista y un atardecer estival como escenario. Al fondo, el viejo Río Tormes –donde solíamos salir a entrenar– hacía su aparición. Bonito. Muy bonito. Tan real y cercano que se tornaba en un recuerdo doloroso, ya que hacía más de 10 años que se lo llevó una larga enfermedad. El sonido del despertador me devolvió a la cruda realidad. Salté de la cama, me calcé las ya desgastadas deportivas de papá, y sin detenerme me dirigí hacia la meta. A mi derecha recuerdo ver a cientos de corredores, pero estoy seguro –lo prometo– que también vi su sonrisa. Fue en el km 5 cuando sentí su aliento. Y a 100 metros de la meta, su mano empujarme liviana hacia el final. También fue ahí cuando entendí que papá me acompañaría en cada carrera.
# 273 Diego Francisco Barón
LOS SUEÑOS DE DALMA
Dalma sueña con recorrer el mundo en sus propios pies. Sus compañeras dicen que es una soñadora y se burlan porque ni siquiera tiene tenis para ir a la escuela. Dalma las reto a competir y de lejos ganó, con una gran diferencia: compitió descalza. La profesora se percató y le regaló unos tenis blancos. La alegría brotaba de su cuerpo, Dalma se sentía la niña más feliz del mundo. Ese año ganó las competencias escolares de atletismo. Todas. Luego participó en diferentes competencias que también ganó. Su sueño ahora era participar en la famosísima carrera de atletismo de San Silvestre Salmantina, en España, al otro lado del mundo. La carrera empezó y parte del sueño de Dalma se cumplió. Cuando recibió el trofeo recordó que ahora sueña recorrer el mundo con tenis en los pies, porque cuando empezó, ni siquiera en los tenis pensó.
# 272 Mariana Leticia Ovari
Carrera por Helmántica
Piso los adoquines, decidido a llegar a la meta. Antes de mí pasaron vetones, romanos, visigodos y musulmanes. Me siento parte de historia en mallas y deportivas, sudado y agitado, para completar el reto. Debajo del puente romano se deslizan las aguas del Tormes, ágiles como intentan serlo mis piernas. Vaivenes ha tenido la ciudad, con sus momentos de gloria y oscuridad, igual que mi vida: altibajos necesarios para moldear el carácter y decidir el porvenir de ambos. Hoy me encuentro pletórico por cumplir mi objetivo, bajo las miradas antiguas de sus catedrales. Mis pantorrillas parecen estar ocupadas por el enemigo, donde el recuerdo de las tropas francesas se atropella con el rotuliano centro de mando franquista. Superado el traspié y extinto el dolor, continúo hacia la llegada, donde satisfecho juraré volver las próximas navidades. Voy con cabeza, no como el toro del puente: los dos, enamorados de Salamanca.
# 271 Jorge Armando Enríquez Moreno
El Motivo
El Motivo Comenzaba el otoño. -Padre levántate para hacer la caminata -¡Ay, hijo…, mañana! El hijo se fue a su entrenamiento. Pasaban los días. El tiempo para el concurso se acercaba y cuando no era una cosa era otra. Hasta que el joven se hartó, y dijo. -¡O vas! ¿O sigues muriéndote en vida? El padre ni tardo perezoso se incorporaba y pensaba y ya de pie, le preguntó a su hijo. -¿Qué quieres decir con eso: “Muriéndome en vida”… -Sí padre, so pretexto de tus 53 años, tus achaques y flojera, estás perdiendo de lo más maravilloso… El maduro padre preguntó. -¿Y qué es lo que me estoy perdiendo? -El hijo respondió. -Estás perdiéndote del respirar, del sentir, de la energía de los beneficios de la caminata, de disfrutar los amaneceres, el canto de los pájaros, los paisajes, es decir; en cinco palabras, padre: Estás perdiéndote de la vida…
# 270 Juan David Lopez Martin
Corazoncito
Hola, soy el arco de meta, el elemento más importante de la San Silvestre, no como ese efímero y aburrido arco de salida. En todos estos años, he cambiado mucho, de una triste línea en el suelo al lado de un juez apuntando los números de dorsal, al maravilloso arco hinchable con reloj digital que soy ahora. He visto a miles de personas finalizar los 10 kilómetros, la mayoría rebosantes de alegría, pero también unos pocos decepcionados con la marca realizada, aunque de todas las carreras en las que trabajo, ésta es especial, y desde mi visión privilegiada del Paseo del Rollo, puedo disfrutar de ese ambiente jovial, festivo, de celebración único. Por eso el último Domingo de Diciembre es para mí el mejor. Eso sí, os pido, que por muy apetecible que sea, no me deis patadas, que aunque soy un arco de meta, tengo mi corazoncito.
# 269 David Rabanillo Prado
San Silvestre un sentimiento
La San Silvestre Salmantina no es una carrera más, es un sentimiento. Y su día grande es el último domingo del año. La primera vez que la corrí fue hace casi 20 años y desde entonces solo he faltado una vez a la cita. Y eso que no me gustaba correr, pero te engancha ese ambiente cálido en contraste con el frío de la mañana. Echo de menos compartir esos kilómetros con la persona que me enseñó a disfrutar está carrera que aunque no pudiera con mi alma siempre me animaba a seguir y a disfrutar de la ciudad. Gracias por esos momentos. Se me va hacer difícil verte animando y no conmigo en la salida. Ahora me toca a mí trasmitir este sentimiento a mis hijos para que un día la pueda correr con ellos.
# 268 Juan José Sánchez Benito
MI PRIMER TRIUNFO Y EL ULTIMO SUYO
Mi abuelo saboreó las mieles del triunfo. Las desaparecidas pistas del Botánico fueron testigos. Voló su nombre por doquier con las coronas de laurel en su cabeza. Los innumerables trofeos adornaban su humilde casa en la Calle Libreros. Siendo "pollita" me animó que corriera en cuanto surgió la San Silvestre y él, a diario, me entrenaba por la Aldehuela. Quería que fuera como él. Iba ilusionada año tras año pero no ganaba. El me animaba no desfallezcas y lo importante es participar. Un año falleció la víspera y yo no quería correr. Todos me animaron que por él tenía que hacerlo. No veía los adoquines porque mis ojos eran manantial de lagrimones. De pronto noté una fuerza que me empujaba. Adelanté a todos y gané. Me preguntaba que habría pasado y enseguida caí. Me empujó mi abuelo pues corrió a mi lado y ganamos los dos.
# 267 Raquel Pardo Tendero
Una tradición bajo los pies
Saqué mis zapatillas deportivas, con las que cada último día del año despedíamos esa temporada en familia. Mi abuelo siempre remontaba su historia al 1984, pues le hacía muy feliz contarnos el inicio de esta tradición. Llevaba participando casi 30 años y le salía una gran sonrisa en la cara cuando algún miembro de la familia se incorporaba. Mi padre y yo llevábamos años disfrutándola con él, pero este año era muy especial. Mi pequeño Arturo con tan solo 7 meses y desde su carrito iba a participar por primera vez con nosotros. Al fin y al cabo, éramos una familia humilde y trabajadora, no necesitábamos grandes lujos porque estos momentos son los que nos unían y los que nos hacían realmente felices.
# 266 Sofía Beatriz Amaya Quiroz
Un respiro
Cada paso era sagrado, cada paso era tranquilidad, cada paso era el camino a mi liberación. Mis músculos siempre protestan, pero mi mente siempre me lo agradece; correr se ha vuelto mi salvación y estoy tan agradecida por ello. Aun recuerdo esa época, en la que mi mente se revolucionó tanto, que ni la medicina más fuerte me podía ayudar a parar todo el circo que se escuchaba dentro de mi cabeza; todos los días me sentía al borde de la locura, y todos los días terminaba llorando, a la vez que rogaba por la misericordia de Dios. Y fue esa bendita mañana, cuando, creyéndome sin solución, decidí correr en el parque. ¡Bendito remedio! ¿Quién iba a decir que algo tan común y tan conocido como el atletismo iba a ser mi tan anhelada solución? Ahora disfruto todos los días del silencio, agradeciendo cada día porque ello exista.
# 265 Nacho Tapia
Preliminares
En un lugar de Salamanca, de cuyo nombre no logro acordarme, no ha mucho tiempo comenzaba una carrera de las de corazón henchido, adoquín añejo, cálido frío y piedra de Villamayor… Con una zapatilla por banda, aplausos en popa a toda vela, no pisa el asfalto sino vuela, un popular corredor… Un trío de años después, frente al juez de salida, el ya achacoso atleta recordaba aquella primera carrera en que su padre lo llevó a conocer el hielo (lo propio, dada la fecha). El pistoletazo de salida despertó a Lázaro de sus adormilados pensamientos, mezcla de sus pasiones literarias y deportivas. Sí, era cierto; por fin una nueva San Silvestre se abría ante él, pensó, ahora consciente, mientras pergeñaba sus torpes primeros pasos entre la multitud corredora.
# 264 Gurutze Irisarri Traba
Al trote
Desde que abandoné Roma para vivir en Salamanca siempre había querido correr la San Silvestre. Cada año disfrutaba desde la Plaza España viendo a los miles de corredores trotando alegres y me picaba el gusanillo pero no terminaba de dar el paso de inscribirme porque hacía tiempo que estaba parado y temía lesionarme. Que a uno no le perdonan los años y menos la falta de ejercicio. Pero de este año no pasaba. Preparé un sólido plan de entrenamiento para tener mejor fondo y mejorar mi VO2 max, que alternaba los ritmos de carrera: trote suave, galope y sprint. Quién me iba a decir a mí cuando era un mero espectador de la carrera que terminaría entrando el primero en la meta. Ahora que soy runner tendré que buscar un suplente que acompañe al vaquero charro en la Plaza España, que me he aburrido de ser una estatua.
# 263 Valentín García Valledor
MOUNTAN TRIKE
Totalmente recuperado de la molesta tendinitis en los codos, he podido prepararme lo suficiente para estar a tope en esta célebre carrera popular salmantina. Así que, tras el rodaje adecuado a la maquinaria y con mi capacidad pectoral al cien por cien, siento que todo está en perfecto estado. Además, estos frenos de disco nuevos son la seguridad adicional que necesitaba para prevenir una mala caída en las bajadas. Ahora tan sólo espero que el tiempo acompañe y que la gente me insufle ánimos durante el recorrido para que todo vaya sobre ruedas.
# 262 Ignacio Serrano Garbayo
El fallo del atleta
A pesar de ser el mayor atleta de la historia, Jorge jamás fue capaz de dejar atrás a su sombra.
# 261 Pedro Peinado Galisteo
Amores de leyenda
Cuando suena el pistoletazo de salida arrancamos mirándonos unos a otros. Al principio con timidez, luego que si el dorsal de fulanito es favorecedor, que si la malla de menganita combina con sus ojos... Pronto ocurren los primeros roces: se atribuyen a galantes velocistas que susurran palabras al oído. De ahí nacen cantidad de parejas que resisten cien o doscientos metros, hasta que una pendiente pronunciada las separa. Las otras, fraguadas a base de charlas maratonianas y paso tranquilo, aún llegamos de la mano al último kilómetro. Lástima que los temas de conversación se nos agoten en la recta final y prefiramos sentarnos a rememorar viejos recorridos por nuestra San Silvestre Salmantina. Aunque no existen fotografías u otros documentos que lo atestigüen, en los avituallamientos nunca faltan corredores veteranos refiriendo historias, haciéndonos creer que una vez hubo enamorados dispuestos a amarse toda la carrera, incluso más allá de la meta.
# 260 Francisco Javier Yuste Córdoba
ESCAPADA DEPORTIVA
—¿A que ha sido una buena idea venir a correr la San Silvestre? Después de tanto tiempo oyendo mentar esa carrera, era menester acercarse. ¡Y bien que ha merecido la pena! —comentó uno alegremente. —¡Por supuesto! —respondió otra del grupo—. Además, tanto tiempo ahí arriba ya se hacía aburrido y apetecía una escapadita. —Veis como con estas vestiduras encajamos perfectamente en el ambiente. Ya os dije que no os preocupaseis, que pasaríamos desapercibidos. —¡Ánimo!, la meta está muy cerca. Como sabéis, nada más cruzar tenemos que volver enseguida; si no llegamos a tiempo se va a liar una buena. Poco después, en las Escuelas Menores, alguien escudriñaba minuciosamente las esplendidas representaciones consteladas de estrellas que componían el mural denominado “Cielo de Salamanca”. Miraba una y otra vez porque juraría que al entrar, aunque pareciese absurdo, por un instante le pareció que algunas de las figuras… ¡no estaban!
# 259 Miriam Alejandro Ascorbe
Hoy es el día
Doy un paso y mis músculos vibran con el impacto. Otro. Otro más. Ya no solo siento mis músculos; también mi respiración, el sudor recorriendo mi espalda, el desliz del aire por mi cara. Noto mi corazón palpitando en el pecho, que al principio me pedía que parase. Me decía que no podía más, y ahora en cambio late con más fuerza, más ritmo. Él, como yo, ha aceptado cuál es la meta y no descansará hasta alcanzarla. Solo tras ella podrá apaciguarse, sentir el cansancio y la satisfacción que él conlleva. También siento mis pensamientos, incluso mi alma y mi yo más profundo. Y a la gente. Mis compañeros de carrera, sudando y disfrutando al igual que yo. El público, animando hasta al ultimísimo corredor… Entonces despierto, excitado, con una sonrisa y un solo objetivo. Me levanto y me pongo las zapatillas. Hoy es el día.
# 258 Samuel González Rosado
Tras una vida
Tantos días preparándome, tantas horas de entrenamiento, tanto esfuerzo, tanta dedicación, tanta sangre, sudor y lágrimas...algún día, se verán recompensados con un primer premio.
# 257 Jorge Elécer Valbuena Montoya
RUTINA DE ENTRENAMIENTO
Los días también parecen pasar encerrados, se repiten uno tras otros, con los mismos síntomas. Al parecer han llegado más vacunas para atender la situación. Buenas noticias en medio de todo. Preparo mis tapabocas y mi indumentaria. El circuito empieza en el paseo de San Antonio, treinta inyecciones, avanzo hacia el Bulevar San Francisco, la fila es larga y recorro sesenta inyecciones, cruzo por Paraguay, Méjico, Dr. Gómez Ulla, Mérida, Paseo del Rollo, ciento veinte inyecciones, me acerco a la Plaza de San Antonio, están por agotarse las jeringas. Justo llegando al paseo de San Antonio cruzo la meta, celebrando solitaria. Me abrazo y me ofrendo un respiro. Observo hacia atrás la ruta. Correré con todos ellos, algún próximo diciembre, la Sansil. ¡Hoy ganaste enfermera! Me digo. Sonrío bajo el tapabocas. Cae la noche y empiezo de nuevo. Los atletas prenden la luz en sus hogares.
# 256 Omar Gamboa
La última
Ahí iba otra vez, última. Sonrió al recordar lo que un día antes le dijo una compañera de trabajo: «Si sabes que no vas ganar, para qué participas. Digo, no lo tomes mal, siempre pierdes. Siempre última.» Recordó cómo entonces tuvo el impulso de explicarle algunas cosas. Mas, no tenía sentido. Así que respondió: “Sí, es verdad”. Que caso decirle que en realidad nunca había perdido. Que la meta no lo es todo. Y que cada cual tiene uno o más objetivos que cumplir que representa su victoria. ¡Cómo transmitirle en palabras qué se siente en el terreno! Sí, nunca había ganado un trofeo ni un puesto entre los primeros, quizá nunca llegaría en otra posición que de última. Pero, nunca consideró haber perdido; al contrario: siempre ganaba: amigos, alegría, conocimiento, bienestar, superación, humildad, valor. Su trofeo, era poder correr. Hacerlo su gran triunfo. Ya que antes no podía correr.
# 255 RUBÉN MARTÍN CAMENFORTE
LA PANDILLA
Esta mañana olía a asfalto mojado: la magia del petricor de la niñez ahora son moléculas en suspensión. En esas estamos en el tapeo… Les cuento, con un vino en la mano, que salir a entrenar tras una tormenta resultaría entre las experiencias relajantes que se promocionan en las cajas de regalos; si quitáramos, eso sí, los salpicones de los charcos… Todos los amigotes se desgañitan y Josete, a lo suyo, insiste en asociar running a moda. La mía hace casi treinta años que dura, como el quedar a tomar tintos y cañas. Carcajea y pide otra ronda. La San Silvestre Salmantina no igualará a la croqueta de jamón con la que se chupa los dedos, pero sé que aceptará el reto de correrla. Lo del disfraz y echar unas risas... Ya he convencido a cuatro de los cinco de siempre, porque siempre hay una primera vez.
# 254 JESUS MIGUEL VALLS LOPEZ
El enemigo a batir
Clara sintió el alivio que supuso divorciarse de su tóxica pareja y pasar página sobre el episodio más triste de su vida. La siguiente batalla la libraría contra su exceso de peso, producto de una mezcla de dulces y maltrato acumulado. Ese mismo día, frente al espejo de su piso de soltera, juró que entrenaría tenazmente hasta recuperar su esbelta figura de atleta. Un mañana abrió los ojos como una niña cuando la San Silvestre Salmantina se le presentó como el retorno perfecto para demostrar que seguía siendo una gran corredora, que volvería como la deportista que años atrás entusiasmaba al público en todas las competiciones. El día de la carrera, Clara sé calzó sus zapatillas, voló sobre el asfalto con la elegante fuerza de una diosa alada y cruzó la meta de la San Silvestre. Unas lágrimas de alegría que no quiso reprimir, caían por sus mejillas.
# 253 CIRILO LUIS ÁLVAREZ
NADA NI NADIE
- NADA NI NADIE - Marga de Andrés Oliva, está que se sale de contenta. Feliz como pocos y orgullosa como nadie. Cuando era niña pasaba las navidades en la ciudad de las letras bañada por el Tormes. Desde la plaza Mayor, a la chiquilla, se le iban los ojos tras los corredores de la carrera San Silvestre. Ahora, transcurridos veinte años, por fin sitúa sus huesos al otro lado. El de los campeones y de los que sufren lágrimas, sudor y sangre para llegar a la meta. Pero lo más chocante, es que para estar ahí, la joven ha hecho trampas y un pacto con el diablo, pues debajo del chándal calza dos piernas biónicas. Las propias, las perdió hace diez años en un accidente de tráfico. A Marga, no la para ni el tato ¡menudo par de ovarios, se gasta la hembra!
# 252 Sabrina Crespi
Pienso
Cuando estoy en San Antonio pienso en Canalejas. En plaza de España voy pensando en La Puerta de Zamora. Pisando San Pablo ya tengo la cabeza en la Glorieta de los Milagros. Si tan solo pudiera tener la cabeza en mis pasos actuales, me ayudaría a llevar mejor mi cansancio. Piernas, espalda, sed. Sol, lluvia, calor. Ahora La Palma y pienso en Veracruz. Luego Libreros y pienso en Plaza de San Vicente. Los brazos también se cansan había dicho el entrenador. Talones, sudor y a lo lejos alguien saluda. Y ahora Paseo de Carmelitas y mi cabeza en Paseo del Rollo. Ya casi, mi cabeza está siempre en el ya casi. Llego a San Antonio y le sonrío a Canalejas.
# 251 GASTÓN CEBALLOS
Cinta de Correr
Cuando el virus empezó a crecer ya se veía que la San Silvestre no iba a poder ser. El encierro, los miedos y todo aquello que ya sabemos, ¿para que repasarlo nuevamente?. Así que compró una cinta de correr y entrenó mirando la televisión. Entrenó mirando vídeos que ahora le costaba olvidar. El segundo año de suspensión ya lo tomó más precavido de ánimo. Y siguió con su cinta, fiel compañera. Ahora llega la carrera de verdad. Con sus paisajes, con sus subidas y bajadas. Piensa en el río, en el puente que tantas veces había cruzado, y llora. Llora por los que no están pero también de emoción. Lágrimas de alegría. Lágrimas acumuladas en una cinta de correr.
# 250 Sadiel Acosta Machado
La gran carrera
Bandadas de hombres como gamos silvestres, avanzaban a saltos por el bosque. Corrían como intentando salvar su vida, como si detrás de ellos se encontrase la misma muerte. Uno de ellos se detuvo a mi lado; la fatiga lo obligó a sentarse a un lado del camino. - ¿De qué gran peligro huis? – le pregunté -No huimos. ¿Quién podría perseguirnos? – preguntó turbado aquel hombre curioso -Entonces dentro de poco seguirás tu camino- le dije- ¿Nunca has pensado en detenerte? Su rostro se mostró entonces en extremo confundido. - ¿Por qué habría de detenerme? No sé hacer otra cosa más que correr; solo un ser jamás precisa de la carrera, ni se agota, ni sufre, ni muere. – y diciendo esto se levantó y retomó la marcha. Cientos de hombres y mujeres, corrían detrás, conocedores, de que no hay otro destino y otro placer más allá de la larga y extenuante carrera.
# 249 ANA MARIA ABAD GARCIA
MENUDO PLAN
Si mis cálculos no fallan, hoy es treinta y uno de diciembre, San Silvestre. A estas horas, cayendo ya la tarde, debería encontrarme inmerso en un mar de preparativos: limpiar las zapatillas, rescatar del fondo del cajón los calcetines de la suerte, dejar que Carmen me llene de imperdibles la camiseta para no perder el dorsal, atarme al cuello la capa de Darth Vader que Pablito, todo ilusionado, me ofrece “para que no pases frío, papi”. Un suspiro pone fin a tan entrañables evocaciones. Quizás me ha salido un pelín dramático, aunque lo considero perfectamente lícito en la presente situación. Resignado, dejo flotar la mirada sobre el inmisericorde océano que me rodea, y me preparo para la única carrera que correré esta noche: otra vuelta más a esta maldita isla desierta donde se hundió mi velero.
# 248 ELENA OLIVELLA
CHASQUIDO
Comencé a correr dándolo todo. Tras varios tropiezos y algún que otro empujón, mi lengua rozaba la calzada, mi corazón bailaba bachata y estaba bañado en sudor. Y para más inri, veía como los otros corredores me adelantaban tan frescos como una lechuga. Fue cuando pensé que estaría bien que la carrera diera un giro de 180º y los últimos fuéramos los primeros. Y dejándome llevar, imaginé que con un chasquido de mis dedos todo el mundo, menos un servidor, se quedara quieto, como en una imagen congelada, y así, yo seguiría corriendo a mi ritmo. Chasqueé mis dedos y todos los corredores se quedaron petrificados. Me convertí por arte de birlibirloque en el único participante. Poco antes de llegar a la meta oí otro chasquido. Lo sentí muy cerca de mi oreja derecha. Iba acompañado de la voz de mi madre diciéndome “Vega despierta, que ya son las doce”.
# 247 Omar Arévalo
Libertad
LIBERTAD Emoción que se confunde con alegría, hoy es el día de la carrera San Silvestre SALMANTINA. Cerebro y músculos tensan y distensan, rápido parpadeo, piel que abre sus poros para entre el follaje piloso sentir la libertad. Acaríciame, arrúllame, abrázame brisa Salmantina que Salamanca entera se concentra en tí. Abro mis brazos, respiro profundo y acelero mis pasos porque llegar a la meta será otro momento mágico que nos regala el Club Deportivo "Padre Basabe". Corazón, mente y cuerpo. Energía, color y calor. Y una palabra: ¡LIBERTAD!
# 246 Rebeca Jerez Hernández
Una carrera con ángel
Rondó la duda en los días previos, mas el reto pudo más que el pensamiento y el impulso del corazón hizo que aquella mañana calzara mis zapatillas. Conocía bien el recorrido, atrayente por la belleza que encontraría en cada zancada. Al llegar a la salida, multitud. Apabullante. Pero allí estaba mi ángel. Ella no tiene alas, pero siempre me arropa. Si yo puedo, tú también, me dijo. Y así fue. Formé parte de la multitud que descendía la cuesta. Después, la plaza más bonita del mundo, la inclinada torre del terremoto, el puente del Lazarillo y el fluir de cientos de sonrisas a través del río. Al subir, pensé que no llegaría. Retornaron las dudas. Ella bajó el ritmo y me dijo: “¡Puedes!” Continué confiada. Sentía el ánimo del público en cada pálpito. Respiré con dificultad. Al fin, la meta. Lloré de alegría. Un ángel me acompañó, en volandas.
# 245 Deisy Martínez Castillo
Una carta de invitación
Mi tío Pedro está feliz, me ha mandado una carta desde su ciudad y me cuenta que irá a una carrera. Dice que es una experiencia fenomenal, el aire rosando los rostros, competencia y cansancio del bueno. Me dice que La San Silvestre entrega momentos inolvidables, llenos de emociones y recuerdos que quedarán por siempre. Esta vuelta a las calles trae consigo trofeos, atletas, hombres y mujeres. Hoy, luego de la desdichada pandemia, regresan los colores, sudaderas y aguas hidratantes. Reaparece la sana competencia, la liberación de energías y la diversión por doquier. Más allá del premio, lo importante es compartir, recrearse, socializar y reencontrarse. Todos unidos en una disciplina que durante años ya vino a quedarse, en la que el valor social es más importante. ¡Que siga la San Silvestre Salmantina! entregando entretención e instando a llevar una vida saludable. Algún día iré a visitar a mi tío Pedro.
# 244 Nora Elizabeth Cutinella Berois
La espera
n, tanta comunicación, solo éramos un número, restaba vidas, sumaba angustia. Cuanto miedo y soledad acumulados, pero yo iré, sí, iré a vestir mi ropa de correr y estaré allí porque lo necesito, será lo último que haga no importa después, solo el hoy. Tampoco el resultado, solo estar. Me animaré a salir hoy a practicar...me animaré?
# 243 Ana Tauroni Cáceres
Renacimiento
Se miró al espejo y sonrió con nostalgia al ver su cambiado aspecto. Había logrado vencer a su enfermedad, aunque los estragos que la misma había ocasionado en él se manifestaban aún ante sus ojos. Su cabello estaba comenzando a creer y, gracias al atletismo, que había retomado hacía tan solo unas semanas, la musculatura y vigorosidad estaban regresando su cuerpo a como era antes de todo. Estuvo absorto en sus pensamientos hasta que la alarma de su reloj le avisó de que era hora de marcharse. Mientras corría, podía sentir el aire fresco en su rostro y la dureza del suelo bajo sus pies. Recordó la última carrera que había disputado, tan solo unos meses antes del comienzo de su tratamiento, y supo entonces que gracias a la fortaleza que aquel deporte le había otorgado, había conseguido ganar la carrera más importante de su vida.
# 242 Alexandra Mavesoy salgado
Ganar: El dolor y la euforia
El Cuerpo Grita no más, el dolor incesante, los Músculos y las arterias te gritan no puedo y tu mente se pelea entre Rendirse o alcanzar la victoria, si ganas lo eres todo si pierdes caes en el abismo de tus pensamientos y el “hubiera” es tu infierno personal, tu mente divaga si tan solo hubiera ido más rápido, si hubiera puesto mayor esfuerzo… Años de preparación para que todo se resuma entre tú y 20 kilómetros, tu mente y tu cuerpo, Un objetivo ganar, desde la última vez me prometí sacrificar todo por esto, es mi obsesión, aunque lo alucinante es que la carrera dura más que la gloria… Dos Horas y treinta minutos de carrera por solo cinco minutos de euforia después de una victoria, ¿Qué si Valió la pena? ¡Absolutamente! Fueron los mejores cinco minutos de mi vida y quiero más.
# 241 Ana Fernández Buceta
El grito de la victoria
Llevaba corriendo mucho tiempo, me dolían las piernas y mi cuerpo quería parar. La carrera se hacía dura, todos queríamos cruzar. Oía los gritos agitados desde los márgenes de la carretera, no eran para mí, para nadie en concreto, pero todos gritaban profundamente “continua”. Me vi a mi mismo corriendo, a punto de darme por vencido, a pesar de que yo hacía esto para demostrarme que podía, que era más fuerte de lo que decían. “Respira” conseguí escuchar, un hombre gritaba, mi padre estaba allí. Nunca había estado conmigo y menos animándome. Reí, porque por una vez debía hacerle caso y entonces, por un momento, no sentí cansancio; no sentí fatiga; deseaba llegar a la meta. Entonces bajé a mi cuerpo y me vi corriendo con cientos de personas más, crucé la meta y le sonreí al cielo porque él estaba allí conmigo y todo en mi gritó “lo conseguí”.
# 240 María Victoria De Arriba Ruíz
Celebrar la vida
Cerré los ojos y respiré. Pocas sensaciones como la de el aire entrando, llenando los pulmones, que contentos se hinchan como si fuese de alegría. Al fin podía estar ahí de nuevo. Había costado un año de entrenamientos mañaneros, de sacrificar momentos, de conflictos entre la voluntad y el deseo. Y, sobre todo, de muchas exigencias a mi propio cuerpo. Pero, para mi deleite, pese al dolor y al desgaste del tiempo, la máquina seguía funcionando como el primer día. Y lo mejor de todo es que ese esfuerzo había logrado lo que pocas veces había conseguido: conectarme conmigo. Con cada zancada no sólo descubría otras rutas y lugares, que nunca me había parado a explorar, sino a mí misma. A mí, mis límites, mis capacidades, mi tenacidad... Lo que estoy dispuesta a hacer y esforzarme por conseguirlo. Hace tiempo que no corría para ganar, sino para celebrar la vida.
# 239 Jesús Antonio Más Gramaje
Culmina tu año de trabajo
No lo demoraste el año pasado e iniciaste tu trabajo el 27 de diciembre. Esfuerzo, dedicación y sacrificio ya quedan atrás, como todo el aire que apartaste al avanzar, por delante hay luz, camino y trabajo por culminar. No son sólo 10 kilómetros, son los últimos diez kilómetros tras más de mil aplastando la suela contra el suelo, te esfuerzas cual comunero, pues la meta es tu sueño. Mientras atraviesas el Paseo del Rollo las piernas pesan, duelen y queman, pero tu apoteosis está cercano, pues igual es primero que último cuando tu lucha es contigo mismo. Lo que queda a tus espaldas no es asfalto, es la guinda, te entrenaste en muchos suelos del mismo modo que los sueños entrenan entre vuelos elegantes de cigüeñas libres. Corre, vuela 100 pasos más y atravesando el arco te sentirás vencedor contra ti mismo, culminando.
# 238 ENRIQUE BENITO PEÑALVA
PENSANDO EN PRAGA
Para Marcos, Diego, Noelia, David y Sara se había convertido en tradición navideña que quien hiciera mejor tiempo en la San Silvestre Salmantina decidiría qué maratón correrían para el año siguiente. Diego solía ser el más rápido, aunque Sara estaba un momento de forma muy dulce, y tenía mucha motivación por correr la Maratón de Praga. Desde que se dio la salida, iba por delante de Diego, a unos ritmos que sobrepasaban su frecuencia cardíaca máxima. Miraba hacia atrás, y comprobaba que le ganaba más ventaja, aunque en algún momento boqueando, pero sin decaer. Llega al Paseo San Antonio, volvió a mirar hacia atrás, y comprueba que Diego está a unos pocos metros por detrás suyo. Esprinta, aunque parece que el hinchable de meta se aleja. Cruza la meta, y dos segundos después lo hace Diego. Sonríe, ya sabe que viajarán a Praga el año próximo.
# 237 Jose Antonio Puglisi Spadaro
Una última carrera de leyenda
Marcos sentía que el tiempo se le escabullía entre las manos. Por mucho que corría, la vida le alcanzaba. Quería tener la fuerza del Marqués de Villena para escabullirse de sus demonios y dejarles atrás. Así le costase también perder a su sombra. Sin embargo, el peso de los años hacía cada uno de sus pasos más pesados que el anterior. Quería sentir la pasión inmortal de Calixto y Melibea, pero se sentía diminuto, como la rana de la fachada de la Universidad de Salamanca, donde se enamoró por primera vez. Todos estos anhelos le acompañaban cada día que salía a correr, cada vez que renunciaba a rendirse. Sin darse cuenta, sus sueños se habían convertido en conchas que decoraban su perseverancia. Esas que iluminaban su camino con 90 años y le hacían avanzar kilómetro tras kilómetro con la mirada alta y una última misión: completar la San Silvestre Salmantina.
# 236 Patricia Collazo González
Carrera de fondo
¿A que no me pillas?, me desafiaste con tus mofletes de escondite inglés. Y empezaste a correr por el patio del cole. Yo no dudé, hubiera seguido esas trenzas rubias hasta el fin del mundo. Salimos del cole y seguías corriendo delante de mí, atravesamos nuestro barrio, llegamos a las afueras de Salamanca, cruzamos ríos y vaguadas. En el camino tú te casaste y tuviste dos niños. Yo, algo despechado, hice lo propio. Pero mis niños no nacieron. Antes ya me había divorciado. Corrí detrás de otras piernas sin perder de vista las tuyas. Tú seguías haciéndolo entre trabajo, extracurriculares y cumpleaños infantiles. De vez en cuando me calzaba deportivas nuevas procurando alcanzarte. Me lesioné. La indiferencia resiente las articulaciones. Pero aquí estoy. Precalentando antes de iniciar la San Silvestre de nuestra ciudad. Y tú, allí, a apenas tres metros. Con tu pelo destrenzado y el anular huérfano de alianzas.
# 235 MÍGUEL A. SEVILLANO ARROYO
Último reto
¡Cinco minutos!, cierro los ojos, aprieto mis índices con los pulgares y me concentro. Abro los ojos, estoy rodeado de voladoras pintadas de colorines que revolotean inquietas. Huelo a sudor que intensifica aún más la ansiedad del momento un año esperado. Tensión muscular, siento mis piernas momentos antes de salir disparadas. ¡Pum!. Intensidad, esfuerzo, concentración, agotamiento, agonía…marcan el camino de mi objetivo tantas veces buscado, soñado, anhelado. ¿Será esta vez cuando San Silvestre me lo conceda?.
# 234 Marina Henneford Sánchez
Un breve instante
Comienzo con la mirada gris, borrosa; con el pecho entumecido como aprisionado por piedras. Poco a poco, con cada paso, con cada zancada, la vista empieza a clarear y el aire entra como un vendaval en mis pulmones. El progresivo aumento del pulso trae consigo la caída de cada roca que oprime mi esternón. Y de repente, llega la meta, en el momento álgido en que noto un redoble de tambores por todo mi cuerpo. Siento euforia, noto en mis compañeros la misma emoción y me abrazo con ellos. Ese clímax apenas dura algunas horas, para otros quizá tan solo minutos, pero es ese instante el que me hace volver cada año a comenzar una nueva carrera. Porque son esos momentos, aquellos que frenan el tedioso ritmo de la rutina, los que merece la pena revivir. Aquellos en los que paras, y piensas: “Que bonita es la vida”.
# 233 José Luis Baños Vegas
EL GUÍA
Aquella mañana de finales de decembris, en su largo camino hacia la civitas de Salmantica, el joven Silvester (años más tarde nombrado papa y luego santificado) llegó al robusto puente romano sobre el río Tormes y se quedó mirando esa construcción pétrea de casi seiscientos pies de longitud y levantada un par de siglos atrás, durante la época del emperador hispano Trajano. Poco después algo en su interior le incitó a atravesarlo corriendo. Tras dos años de parón por culpa del covid, he vuelto a participar con mis amigos en la San Silvestre salmantina. En el puente romano se nos ha unido un joven con extraña indumentaria y que se ha dirigido a nosotros en perfecto latín. Cuando por fin hemos llegado al paseo de San Antonio, el mencionado joven ha vuelto al puente romano hasta el próximo año.
# 232 Mamen de Zulueta
Cruzar la ciudad
Sonó el disparo de salida. Había escogido el dorsal con el número 8. Cerró los ojos y se concentró. Lo único que tenía que hacer era manejar bien la energía, atender el pulso de su corazón, no mirar a los lados, hidratarse. Debía encarar el tramo final sin bajar el ritmo y prepararse para la euforia de la llegada. Comenzó a llover. Cruzar la ciudad era el éxtasis. El enérgico chasquido de los pies sobre el agua, el frío puro en los pulmones, los aplausos que se oían ya cerca. Sintió la cinta empapada adhiriéndose a su pecho. Los brazos en alto y los bravos y enhorabuenas saliendo de todas las bocas de la ciudad. Abrió los ojos. Tenía la cabeza paralizada sobre la almohada. Frotó su única pierna viva y triunfante. “Lo he conseguido de nuevo”, dijo. Fuera, se escuchaba el murmullo nervioso de los corredores que regresaban.
# 231 Francisca Morillas Pastrana
De Nuevo Juntos
Después de dos años de parón, otra vez de nuevo estamos en las calles en La San Silvestre. Atletas y aficionados, todos juntos llenamos de sudor, esfuerzo y solidaridad, el recorrido por los añejos y bellos barrios de Salamanca. Todo transcurre con normalidad; las ganas de volar entre los compañeros, las piernas, el suelo y ese hermoso cielo. Todos participamos con cierta inquietud, gozo por esta ahí y alegría renovada. De nuevo en presencia, dándolo todo, participando codo con codo con los demás, haciendo de La San Silvestre salmantina algo para recordar hasta el próximo año.
# 230 Carlos Fernández Peña
EL CAMINANTE
Yo que me estremecí, cuando el terremoto de Lisboa del siglo dieciocho, se sintió y daño la torre de las campanas. Yo que con ilusión viví, como los vetones tallaron el verraco en piedra en el siglo primero antes de Cristo y que hoy símbolo protector de la ciudad. Yo que tuve el honor de conocer al escritor del Lazarillo de Tormes en el siglo dieciséis, del cual me pidió que nunca desvelara su identidad. Pero todo lo vivido no es comparable al tiempo actual, con haber corrido en la san silvestre salmantina, recorriendo sus bellas calles, inundadas con su gente, haciendo una fiesta única difícil de olvidar. Por eso he decidido romper mi máquina del tiempo y quedarme aquí. Vivir esta época del tiempo en esta hermosa ciudad.
# 229 CHRISTIAN FERNÁNDEZ ALONSO
Laura de los pies ligeros
Laura sintió una leve náusea, algo que jamás le había sucedido por más que trotase montaña arriba y abajo en su remota aldea de las Barrancas del Cobre. Lo atribuyó al cansancio del viaje. ¡Virgencita! Diez mil kilómetros desde México hasta España. Aumentó el ritmo. Puso la mente en otra cosa y rebasó a una pareja de sorprendidos kenianos. La molestia seguía. “Quizás sea el cambio de comidas”, pensó. Los aplausos arreciaban; debía estar cerca de la meta, algo de lo que nunca se preocupaba en exceso. Ni de las burlas por su indumentaria o sus sandalias de neumático. Estaba determinada a ganar. Disfrutaba cada paso de la carrera mientras volaba con la mente a los ariscos senderos que de niña recorría como el viento. La náusea regresó. No imaginaba Laura, la de los pies ligeros, que unos días antes otra pequeña corredora había comenzado a crecer en su interior.
# 228 Tomás Piedra Pérez
Como un pincel
Reconozco que a la Biblioteca Gabriel y Galán entré únicamente para acicalarme; la épica no está reñida con la compostura, e ir bien arreglado a la San Silvestre salmantina es una obligación que me impuse hace tiempo, cuando la conocí. Ya en el Paseo de San Antonio, percibí el nerviosismo de mis rivales y sus miradas de desconfianza. La mayoría de ellos sabían que algunas de las contiendas más feroces solo se superan desde una adecuada situación. Avancé hacia las primeras posiciones, evité codazos y pisotones, firme, sereno, con la esperanza a prueba de viento. Cuando dejé a todos mis rivales atrás y comprobé que frente a mí no había otra cosa que horizonte, supe que una vez más volverían a ser mis aplausos y los gritos de ánimo con su nombre lo primero que ella escucharía. Quizá esta vez por fin se fijase en mí.
# 227 Sergio Capitán Herraiz
Te lo dije
¡Cómo odio los “te lo dije”! Te dije que no vinieras en coche, que iba a ser imposible aparcar al estar todo cortado por la carrera. Te dije que te acercaras con tiempo para dejar la mochila en el guardarropa y poder abrigarte al acabar la prueba. Te dije que la temperatura sería baja y que no olvidaras los guantes y una braga para el cuello. Te dije que la humedad del Tormes azuza el frío. Te dije que te estaría animando en el Paseo del Rollo, pero tú ya no tenías ojos para mí. No te dije que te quería cuando debí hacerlo. Y, desde hace varias ediciones, os veo felices cuando os besáis nada más cruzar la meta cogidos de la mano.
# 226 RUBÉN MORATALLA MAYO
La salida se llena de motivos
Cuando el sol se cuela tímido por las rendijas mis pupilas renacen ante el gran día. Hoy seré algo más que un par de suelas que se adhieren al asfalto durante unas milésimas. —Antiguamente solo corrían para llegar antes a los sitios —me dicen algunos. —Ahora lo hacemos para sentirnos libres —respondo con orgullo. Y lo hago mientras recuerdo como hace 38 años mi padre corrió por Prosperidad, Delicias, San Isidro y el Rollo, llegando hasta el paseo Canalejas, trazando un camino que hoy nos ha llevado hasta aquí. Un espacio donde no hace falta competir, abierto a todos, en el que unos corren por superación, otros por una promesa, algunos mirando a los ojos a una enfermedad y diciéndole «basta», y otros por sentir las caricias de la libertad sobre su rostro. Cuidemos cada motivo y demostremos que, para muchos, esta siempre será la mejor manera de poder expresarse.
# 225 Carlos Silva Velázquez
No me alcances
Mi papá siempre quiso que fuera atleta. Desde pequeño, me inscribió en diferentes deportes, pero ninguno me gustaba. Un día, de regreso de la escuela vimos una pista y me dijo que al día siguiente probaríamos carreras de larga distancia. Yo pensé que si no me gustaba el fútbol, cómo me iba a gustar solo correr. Mi papá, esperanzado, me dijo: “Pasas mucho tiempo con tus pensamientos, correr será más tu estilo”. Eso me alentó un poco, aunque seguía nervioso. No quería seguir decepcionando a mi papá. Entre la intriga y la ansiedad, apenas pude dormir. A la mañana siguiente, la decisión estaba tomada: correría por mi vida. Ya mi papá no estaba para alegrarse o enorgullecerse, y la pista probablemente ya no existía, pero no me quedaba otra opción que correr. Sigo corriendo, pero no me queda tiempo para estar solo con mis pensamientos.
# 224 JUAN MANUEL GALLEGO CAÑIZARES
Los últimos serán los primeros
Todo el mundo se fija en el ganador, pero yo también tengo mi mérito: fui el último. Y les aseguro que no es fácil. El médico me dijo que me haría bien el ejercicio. Reconozco que me inscribí tarde, que no entrené lo suficiente, que debería haber bajado de peso. Salí optimista y en el kilómetro 3 ya iba sufriendo. Roces, tirones. Vi otras almas en pena, corredores lentos como yo que dejaban de correr para caminar, abandonando al final. Y gente que me animó, y gente a la que animé con el poco resuello que me quedaba. Llegaba al límite de la hora y media. Vi la meta a punto de cerrarse. Abandona, pensé. Me duele el pie, me roza. Pero seguí: un paso tras otro. No te detengas. Remonté el sufrimiento y crucé la meta el último. Me había vencido a mí mismo. El mejor trofeo.
# 223 BARBARA MARISA GOMEZ
La Magia
Cuando me preguntaron despectivamente mis compañeras de trabajo, ¿por que corres? acusandome de trotadora rarita allá por la decada del 90, contesté: Porque me gusta. Pero mentí, al menos ese es el resultado, la punta del iceberg, pero respondo esa pregunta nuevamente en cada nueva maratón, como un tejido donde la lana no se acaba nunca, el cual no logro terminar jamas. Para mí no es una carrera, una competencia...es la magia, de volver a correr tras mis sueños, la magia de escapar de mis miedos, es ese dolor que aún llevo en mi alma, esa se apodera de mi mente y mi corazon y logro volver a verte hija mía, logro que bajes del cielo y me sonrías una vez más. Es un encuentro. Un portal, donde somos muchos los que lo atravezamos. Al terminar la carrera nos saludarnos y festejamos, todos ganamos.
# 222 María Elena Bautista Pérez
CRUZAR LA META
Mi nerviosismo inicial desaparece al acercarme a la línea de salida. Con mis zapatillas de colores, mi cinta para el pelo y mi ropa de running me transformo y cuando escucho la cuenta atrás: tres, dos, uno, presiono el botón de mi reloj deportivo y empiezo a correr. Disfruto de cada rincón de la ciudad por el que paso. El tramo menos asequible para mí, por su suelo de adoquines, es el puente romano, si a esta sensación se une el frío gélido que choca contra mi cara, mi respiración se entrecorta hasta llegar a mi límite, pero no me rindo, levanto la vista y observo al resto de corredores que tengo a mi alrededor y esto me da fuerzas para seguir adelante. Mi sonrisa no desaparece, porque de nuevo he conseguido mi objetivo, cruzar la meta.
# 221 Alberto Román Carpio
ESTE AÑO SI
Desde la última prueba de la San Silvestre Salmantina, no había escuchado otra cosa que “debes mejorar”, ”te falta calidad”, “no llevas el ritmo”, “necesitas algo más” y otras expresiones similares.Otro año más que me quedaba a las puertas del triunfo.En ese preciso momento tomé la determinación de que haría todo lo posible por ganar la próxima edición y me puse manos a la obra para tratar de sacar el máximo provecho a mi enorme potencial y mi capacidad , e incorporé un preparador a mi día a día. Con disciplina militar adopte unas serie de hábitos y rutinas que me llevaran a obtener la ansiada victoria: alimentación, descanso, por supuesto algo de deporte y mucha, mucha lectura; es más, incluso,me apunté a un club… A un club de escritura creativa. El concurso de Microrrelatos de este año no se me escaparía. O eso, al menos, esperaba.
# 220 Laura Reyes Garcia
Una amiga desconocida
Nunca medié palabra con ella, sin embargo, la había visto correr como a la que más. Durante muchos meses la observé levantarse bien temprano para practicar, creo que nunca vi a nadie tomarse algo tan en serio, mi admiración era enorme. Por fin llegó el gran día, muchísima gente esperaba ya en el paseo de San Antonio cuando conseguí verla a lo lejos, algo no andaba bien. Me quedé atónita, una sensación de tristeza y compasión se apoderó de mí, y acto reflejo fui hacia ella para que cuando sonara el pistoletazo de salida pudiera salir corriendo empujando conmigo su silla, y que así aquella joven no se quedara sin participar en la carrera para la que tanto había estado practicando. Ninguna de las dos ganó el premio, pero ambas ganamos una buena amiga y el honor de participar en la San Silvestre Salamantina un año más.
# 219 Alberto Petisco Vidal
Corre, corre, que te pillo
Para que no me cogieran en el corre, corre que te pillo y así pasar desapercibido, salté la valla y comencé a trotar, al mismo ritmo de la multitud que me rodeaba. Bajamos por la calle Zamora hacia la Plaza Mayor. A la altura del Puente Romano ya estaba seguro de que iba a ganar el juego, aunque tal vez me estaba excediendo con la distancia. Aquello estaba organizadísimo: fotógrafos -profesionales y aficionados-, organizadores que nos indicaban, y múltiples y reconfortantes aplausos salmantinos de ánimo. Al subir la Avenida de Portugal ya iba con la lengua fuera. Y justo al cruzar exhausto la línea de meta, una mano me dio por detrás: — ¡Te pillé! Desconocía, ignorante de mí, que este acontecimiento denominado San Silvestre empezaba y terminaba en el mismo lugar, el San Estanislao de Kostka de mi más tierna infancia. Prometo solemnemente estudiarme el recorrido para el próximo año.
# 218 Mireia Laplaza Arjona
Acompañado
Observando minuciosamente, entre los corredores se distinguen a un jovial abuelo y a su menuda nieta. El anciano se deleita viendo a la niña avanzar sin esfuerzo, propinando extensos y ligeros saltos de gacela, mientras sus veteranas y pesadas piernas flaquean hundiéndose en el asfalto. Su viejo corazón exclama auxilio a trompicones y el aire en sus pulmones se extingue acompasadamente con cada exhalación. Al cruzar la línea de meta, un mar de lágrimas inunda la ya apagada sonrisa del abuelo al mismo tiempo que la imagen de la nieta se desvanece.
# 217 Yony Saavedra López
DEL AMOR A LA VICTORIA
Antes era un amor que marchaba viento en popa y un par de corazones que latían a mil, ahora unos pies alados que surcan las calles en pos de la gloria eterna. La atleta se mantiene firme a pesar del cansancio, pues en su mente solo visualiza el triunfo. Había nacido para ser una campeona, pero para ello tuvo que disciplinarse así misma de sol a sol. Él la amaba a mil por hora, pero ella estaba dispuesta a sacrificarlo todo, para alcanzar los resultados que tanto añoraba; y lo abandonó de la manera más inesperada. Ahí la vemos, saboreando el fruto apetitoso de la victoria. Tuvo que alejarse de lo tóxico, para lograr coronarse con el triunfo. A lo lejos aplaudo en silencio… El amor no siempre lo puede todo.
# 216 Anna Berrozpe
Latidos
Notaba los latidos de su corazón en las sienes. Lo sentía desbocado y habría podido jurar que se saltaba palpitaciones. Intentó coger aire, pero sus pulmones solo dejaban pasar una pequeña parte del aire gélido de la mañana, que no le proporcionaba ningún alivio. Se estaba ahogando, le faltaba oxígeno. Apoyó las manos en las rodillas, rezando para que no le fallaran y se fuera al suelo. Sentía las piernas débiles y notó como se le emborronaba la vista. Se incorporó de nuevo, buscando aire y ayuda. Miró alrededor, y allí la vio. La línea de meta; la acababa de cruzar. Era el ganador de la edición XXXVIII de la San Silvestre Salmantina. Lo había conseguido, todo el esfuerzo había valido la pena. Percibió como la respiración se le acompasaba y los latidos se ralentizaban, dejando paso a un sentimiento de orgullo que le hinchó el pecho.
# 215 Daniel Pardo Sánchez
Todos no
En la cocina solo se escuchan las manecillas del viejo reloj, fuera, el alboroto de cientos de personas. Mi cuerpo parece estar mirando por la ventana, pero en verdad mi cabeza me había transportado al útimo domingo de 1984, cuándo mi padre me llevó a la primera edición de la San Silvestre, instaurando sin saberlo una nueva tradición familiar. Mi mujer apura sentada los últimos sorbos del café mientras esperamos a que nuestros hijos terminen de ayudar al abuelo a vestirse. En la salida todo es como siempre: la gente vestida de punta en blanco como auténticos atletas, saludos, abrazos, risas y los nervios concentrados en el estómago. Llegada la hora...boom! El pistoletazo me despierta de golpe en mi cama. Es 26 de Diciembre de 2022. Hoy, después de una pandemia mundial volveremos a correr. Estaremos todos de punta en blanco otra vez, como auténticos atletas. Bueno, no, todos no.
# 214 Ana Rosa Abad Salas
La concentración del atleta
Te despiertas con la inquietud de que hoy puede ser un gran día. Te colocas la malla brillante, atas bien los cordones de tus zapatillas y no olvidas el chubasquero. Llegas a Salamanca con la emoción contenida y las púas de un erizo en tu barriga. La mañana te sorprende con una nieve muy fina. Empiezas a calentar y tus músculos se van desentumeciendo. Sabes que hay cientos de personas a tu alrededor pero, estás tan concentrada, que te sientes sola. Tú y tu dorsal. La alianza perfecta. Ya en la meta, sales disparada. Respiras hondo y miras al frente, siempre adelante, nunca atrás. Tu corazón se acelera y se acelera tu respiración. Puedes hacerlo, siempre consigues lo que te propones. Es fundamental mantener la mente en blanco y obedecer a tus piernas. Llegas a la meta, calada y agotada, pero feliz de haberlo conseguido, aunque no seas la primera.
# 213 BRAYAN ESTIVEN OSPINA ALVAREZ
Athlon
Esta palabra se concibe desde los orígenes de los antiguos griegos, los cuales empezaron a llamar de esta manera a un cierto grupo de actividades que se realizaban en su época, donde exhibían sus habilidades, destrezas y técnicas físicas para vencer a un rival o rivales y aunque hayan pasado cientos de años, no hemos abandonado nuestros orígenes, tal vez el nombre cambio un poco, pero la esencia de este se mantiene, ya que continuamos con esta práctica cada día, mientras entrenamos, cuando nos concentramos, siempre enfocados en el día en que ponemos nuestras habilidades a prueba y exigimos a nuestro cuerpo a dar el máximo. Por eso y aunque pasen cientos de años, la historia ya nos ha demostrado que el ejercicio de nuestra competencia siempre perdurara, ya que siempre existirá esa sana competencia con el otro que permitirá mantener por siempre esta hermosa actividad.
# 212 Miguel Ángel Cano Santizo
Salí un día a correr, y no volví a ser el mismo
Salí un día a correr, a entrenar para la San Silvestre Salmantina, y no volví a ser el mismo. Corrí por calles, sendas y puentes, atravesando parques y ríos. Llevaba una racha terrible de estrés, infortunios y discusiones. Sentí mi respiración acompasada a mi esfuerzo, mi corazón latiendo para impulsar cada movimiento de mi cuerpo. A veces me sentía solo, aun estando rodeado de personas que consideraba extraordinarias. Observé aves danzando entre arboladas y niños correteando tras fantasías. A menudo dudaba de mis capacidades, del sentido de todo, aunque visto en perspectiva, disfrutaba de una vida afortunada. El sudor derritió los barrotes de mi mente y contemplé fascinado la variada cromática de la naturaleza. Volví a casa exhausto y salté a la ducha sonriendo. Salí un día a correr, a entrenar para la San Silvestre Salmantina, y no volví a ser el mismo. Ahora soy consciente de que estoy vivo.
# 211 ANGEL MONTEJO ARROYO
1984
1984 Contaba los días para que llegara la Navidad, no solo por el sentimiento navideño que me apasiona desde pequeño, sino por ese evento ineludible marcado en mi calendario cada año y que me ilusionaba tanto como el espíritu de aquellos días. Y es que tras tantos años pateando el asfalto, no concebía una navidad sin correr la San Silvestre de mi Salamanca natal. Aquel certamen al que me llevo mi padre siendo un niño allá por 1984, fue mi primera carrera y formar parte de aquellos casi cuatrocientos valientes quedó grabado en mi memoria. Hoy mi padre ya no está entre nosotros, pero como cada año correrá a mi lado animándome, y haciéndome amar las calles que mis piernas recorren a cada zancada, como ha hecho todos estos años, desde 1984.
# 210 Antonio Campillo Prada
Características a la vista
Cuando corro la San Silvestre Salmantina siempre hay un mar de gente por delante; aun así, deseo terminar la carrera y flotar entre las primeras posiciones. En plena maratón, cada pisada de cada participante crea un sonido de lluvia que genera confianza. Dicho aguacero estimula una felicidad colectiva que divierte. El sol unas veces se posa en la espalda de los corredores, otras, no puedes ver por dónde pasas. Tenía por costumbre no beber agua durante el trayecto, porque más adelante debía acelerar la marcha en busca de un baño. Todavía juego a ver las torres de las iglesias antes que desaparezcan en las esquinas. Me causó curiosidad, después de cruzar un semáforo (lugar donde la gente que no participa de la competencia aplaude y silba), que cada tanto me gritaban: «¡Espectro!», «¡dale, fantasma!» ¡Hostia!, que pierdo el aliento. Volteo a mirar y no veo nadie con esas características.
# 209 Miguel Nombela Blázquez
Ritmo y frecuencia
Mi padre coleccionaba recuerdos bonitos. Literalmente. Los envolvía cuidadosamente en pelos y señales y los colgaba contra la pared de un clavo, ordenados cronológicamente. Algunos se removían intranquilos por la noche, y aquellos que conseguían liberarse lo buscaban, desorientados, mezclándose los unos con los otros en un revoloteo loco, hasta encontrar acomodo en su sueño. Los que se resistían a abandonarle por la mañana provocaban pequeños cataclismos incontrolables. Como cuando soñó la Sansil entrando a borbotones en la habitación. La enfermera tuvo que mantener la estancia cerrada a cal y canto toda la mañana: la resaca de la victoria estaba desestabilizando el Holter.
# 208 Javier Rodríguez Rodríguez
ENCUENTRO
Minutos antes de la salida, las caras a mi alrededor componían una especie de collage que mezclaba expresiones de concentración, tensión e incertidumbre. La mía tendría, seguramente, también, un poco de las tres. Sentí una hermosa sensación de hermandad, casi de comunión, con el resto de atletas que me rodeaban. Multitud de espaldas con un recuadro numerado rebotaban arriba y abajo, en estado de tensa espera. Éramos como un club, una especie de Club del Dorsal Azul. Pensé cuántos de nosotros correríamos, como yo, por primera vez. Preferí imaginar que todos, o casi todos, aunque sabía que posiblemente fuera al revés, y que los novatos seríamos minoría. Fue entonces cuando la vi. Ya casi no la recordaba. Al sonar la señal de salida me coloqué detrás de ella, hasta la meta.
# 207 Iván Parro Fernández
Desde el otro lado
Lo he pensado mucho mamá. Este año no voy a correr la Sansil. Te voy a echar mucho de menos en la meta, aplaudiéndome como si hubiese quedado la primera, con ese beso sabor a oro que siempre me dabas. Ya no estarás para decirme que estás muy orgullosa de mí y que me quieres mucho. ¿Por qué te has ido tan pronto mamá? ¿Quién va a orientarme y guiarme ahora? ¿Quién me va a llevar de la mano por las calles de nuestra amada Salamanca para volver a cumplir juntas otro sueño más? Eras mis ojos en mi mundo de oscuridad. Eras mis piernas en mi calamidad eterna. Eras la mejor de las medicinas para mi incurable enfermedad, pero ya no estás conmigo mamá, y sin ti nada será igual, por eso este año en tu recuerdo disfrutaré de la carrera desde el otro lado.
# 206 Carlos Damián Fernández Alvez
Mi sueño
Faltan quizás cien metros, con mucha claridad veo la cinta que marca el final. Siento como mi corazón late más rápido, y sé, que no es solo por el cansancio. Mis piernas… pesan. Deseo llegar y poder estirarlas. Unos pasos más y llegaré. No quiero bajar la cabeza, solo quiero observar como la meta se acerca a mí. El público alienta más fuerte, y una sonrisa suelto sin yo darme cuenta, pero no los observo. Sigo enfocado en que debo llegar. Solo escucho mi respiración. Quizás al estar concentrado logré tal tranquilidad, que todo a mi alrededor parecía haber desaparecido. Unos pasos más y llegaré. Uno piensa tantas cosas en este pequeño tramo; un tropiezo, una caída, alguien que se interponga, ¿sucede eso? Unos pasos más y llegaré. Ya estando a punto de romper la cinta, ese disparo, me hace alzar la cabeza. Dando inicio a la carrera.
# 205 Mireia Laplaza Arjona
Acompañado
Observando minuciosamente, entre los corredores se distinguen a un jovial abuelo y a su menuda nieta. El anciano se deleita viendo a la niña avanzar sin esfuerzo, propinando extensos y ligeros saltos de gacela, mientras sus veteranas y pesadas piernas flaquean hundiéndose en el asfalto. Su viejo corazón exclama auxilio a trompicones y el aire en sus pulmones se extingue acompasadamente con cada exhalación. Al cruzar la línea de meta, un mar de lágrimas inunda la ya apagada sonrisa del abuelo al mismo tiempo que la imagen la nieta se desvanece.
# 204 Tolo Alzina
No es una carrera cualquiera
No es una carrera cualquiera. Cuantas veces escuché esa frase, pero, nunca le di importancia. Hasta bien entrada la edad madura, no tomé conciencia del significado de esas palabras. Tal vez va siendo hora de tomar partido por la vida, de inspirar a otras personas, y de agitar la llama que todos llevamos dentro. Hace dos años me diagnosticaron un cáncer terminal. Me agarré a la vida, salté del automático y bajé de nuevo a la arena, valorándolo todo. Hoy estoy aquí participando en la San Silvestre Salmantina para honrar a todos los que ya no están, a los que quedaron a mitad de camino, y a los que ni siquiera pensaron en empezar la carrera. Quiero brindar por esta nueva oportunidad, porque gracias a Dios he descubierto a tiempo que no es una carrera cualquiera, es la carrera de la vida.
# 203 Nicolás Paz Alcalde
Un paso más
Algunos dirán que es poca cosa pero cuando te falla la pierna izquierda y el cerebro a partes iguales, y la incertidumbre solo se disipa en la cotidianidad de cada paso peleado, andar, correr, seguir lo es todo. Es el horizonte, la idea regulativa, la inspiración tras cada caída, la esperanza de cada uno de los días del año en que levantarse no fue posible y correr era solo una quimera. Ese día de diciembre tiene más de fe unamuniana que de revelación médica, más de Quijote y molinos de viento que de certeza científica. Es solo un día dirán algunos, pero para mi y otros como yo, lo es todo, vida condensada, ceremonia de una posibilidad penúltima: la de seguir a pesar de esta enfermedad y de todas y cada una de sus mil caras. Aquí estoy, sigo, continúo, imagino, me levanto y doy un paso, un paso más.
# 202 Antonio Bargueiras Lago
El logro de la insistencia
"Todo está en la mente, todo es alcanzable si la voluntad permanece firme. Persevera, avanza y alcanza". Este era el lema que Juán tenía puesto en la nevera con un imán en cada esquina. A causa de un accidente le quedó la espalda que le sujetaba el cuerpo de milagro. Pero nunca se rindió, puso sus pensamientos en su pronta recuperación y toda la fuerza de voluntad por insistir y persistir en mejorar. Quería correr la san Silvestre Salmantina. Le llevó todo el proceso dos largos años. Al fin llegó el día en que pudo disputar la carrera, el puesto a alcanzar sería lo de menos y el poder terminar lo de más. Juán había ganado la batalla contra si mismo y resultó Campeón al empezar la carrera.
# 201 Angélica María Pardo-Sobrino Ruiz
El recuerdo
¡¡¡Pum!!! Todos los dorsales empezaron a correr. Y ella, entre la multitud, se dejaba llevar como una hoja a merced del viento. Aplausos y palabras de aliento. Pero ella seguía inmersa en sus pensamientos, con un atuendo tan grande que le hacía parecer insignificante. A medida que recorría las calles, le acechaban los recuerdos. Cada uno de esos lugares los había descubierto con él, a través de sus historias y leyendas. Y ahora veía su ciudad tan vacía y, a la vez, tan llena. Como su corazón. Vacío porque le habían arrebatado una parte muy importante, y lleno porque no podía sentir mayor afecto. Sus ojos se empañaban. “No me gusta correr”, pensaba. “¡Es mucho más que correr, nietina!”, recordó sus palabras. Y, de pronto, apretó los dientes y empezó a acelerar. Cruzó la meta y lo vio a él, apoyado en su bastón. Salamanca nunca había estado tan dorada.
# 200 Emilio del Prado Benito
CHISPA
Lo tenía todo claro, me había preparado para ello durante muchos meses… día a día, organizando mi recorrido mental, en que momento conservar, en que momento poner la maquinaría al máximo... todo medido, todo claro. El resultado no se iba a demorar, mi mente iba a poder descansar. Quizás podría disfrutar de algún premio. Quizás podría proponerme nuevas metas. Hay mucha gente alrededor, los voy dejando atrás, directo hacia mi meta. Ya llego…muevo y estiro los brazos, mi mente suda, mi cuerpo está ardiendo y por fin llegó el momento. Abro el buzón y veo el resultado, 125,78€. Me derrumbo. Este mes, tampoco voy a poder pagar la factura de la luz.
# 199 Angélica María Pardo-Sobrino Ruiz
El recuerdo
¡¡¡Pum!!! Todos los dorsales empezaron a correr. Y ella, entre la multitud, se dejaba llevar como una hoja a merced del viento. Aplausos y palabras de aliento. Pero ella seguía inmersa en sus pensamientos, con un atuendo tan grande que le hacía parecer insignificante. A medida que recorría las calles, le acechaban los recuerdos. Cada uno de esos lugares los había descubierto con él, a través de sus historias y leyendas. Y ahora veía su ciudad tan vacía y, a la vez, tan llena. Como su corazón. Vacío porque le habían arrebatado una parte muy importante, y lleno porque no podía sentir mayor afecto. Sus ojos se empañaban. “No me gusta correr”, pensaba. “¡Es mucho más que correr, nietina!”, recordó sus palabras. Y, de pronto, apretó los dientes y empezó a acelerar. Cruzó la meta y lo vio a él, apoyado en su bastón. Salamanca nunca había estado tan dorada.
# 198 PILAR ALEJOS MARTINEZ
HÁNDICAP
Realizó varias respiraciones profundas para apaciguar sus nervios. Aunque se había preparado a conciencia para la carrera, su frente se perló de inseguridad en cuanto llegó a la línea de salida. Se sentía abrumada entre tanta gente. Apartó sus dudas de un manotazo y visualizó el recorrido para concentrarse. Echó a correr en cuanto sonó el pistoletazo de inicio, pero lo hizo a su propio ritmo. Debía ceñirse a su plan de entrenamiento, olvidarse de los demás corredores y no perder de vista su objetivo. A escasos metros del final, dolorosos calambres atenazaron sus piernas y no le quedó otro remedio que detenerse para recobrar el aliento. Pero al verla desfallecer, el público la aplaudió enfervorecido y los atletas la arroparon con palabras de ánimo y esfuerzo. Reanudó la marcha sin parar hasta cruzar la meta. Mientras celebraba su sueño cumplido, centelleaban de emoción sus preciosos ojos Down.
# 197 Mari Carmen González Calvo
@elverracosalmantino
Como cada año, desde su posición elevada, el verraco de piedra espera a los participantes de la San Silvestre salmantina. Ojalá pudiera él arrancar a correr con ellos, piensa, llenarse los pulmones de aire y trotar hasta caer rendido. Embravecido, se dice a sí mismo que la roca desgastada por los siglos que es su cuerpo no será a la vez su lápida y en cuanto aparecen los primeros corredores él, que poco sabe de leyes naturales pero mucho de terquedades, se libera de su quietud, salta del pedestal y como uno más enfila hacia el puente romano. Desde entonces corre a sus anchas por toda la ciudad. Los residentes, acostumbrados ya a su presencia, le han puesto chip y GPS, para no extraviarlo. Puedes seguirle los pasos en su cuenta de Instagram.
# 196 Eduardo Enero
Más que palabras
No quiero comer, ni salir o levantarme. No lo sé, es como un nudo. Perdí palabras que coleccionaba, como viajar, puesta de sol, leer, sonreír. Encontré otras que no busqué, tedio, hastío, apatía, tristeza. Pero guardo tres, que no quiero perder ni soltar, a las que me agarro con fuerza, que espero poder pronunciar, gritar y vivir: San Silvestre Salmantina.
# 195 José Gálax Céspedes Elguera
Recuerdo final
En libertad, corro en el mundo a nuevos horizontes, con este, mi hábito de infancia vuelto profesional por glorioso palpitar impulsándome desde los recreos escolares, hasta las calles solitarias de mi precario pueblo, usualmente descalza, con ritmo persistente, aumentado únicamente para llegar al entierro de mamá y al abrazo de papá. Hoy, en este horizonte de San Silvestre, con mi conmovido corazón escucho el clamor: -¡Ganaste!- atravesando la cinta meta.
# 194 Ana Isabel Velasco Ortiz
OTRA CARRERA
Participo en la San Silvestre salmantina desde la primera edición. En aquel tiempo, la carrera se me antojaba una especie de juego, algo nuevo que, la curiosidad y los pocos años, me incitaban a probar. Luego, vino el afán de superación, el gusto por afrontar este reto anual que terminó siendo una afición cotidiana. Corro al compás del corazón y siento que formo parte de la ciudad. Soy losa de calzada, piedra en los edificios, arco del puente romano, agua clara que lleva el río Tormes. Corro y soy feliz. Esta felicidad me acompaña de regreso al hogar. Accedo a la vivienda. Está vacía. La familia ha ido a disfrutar del evento. Nunca perciben mi ausencia. Una pizca de añoranza me llega antes de retornar a la fotografía de la pared en la que, alzo los brazos y sonrío al cruzar la línea de meta, una hermosa mañana de 1984.
# 193 Elena Jiménez Arias
Máquina del tiempo
Mi abuela padecía Alzheimer. Pero nunca olvidó su preocupación por mi escasa actividad física y sentimental. Su marido era un atleta de récord. Y deseaba que yo encontrara uno igualito a él. Era conmovedor ver cómo los hoyuelos de sus mejillas se acentuaban al contarme que hoy había viajado a Madrid. Y que mañana iremos juntas a por un souvenir de Salamanca. Hemos quedado a las 9:35, debajo del aire acondicionado de mi habitación. Es su máquina del tiempo. - ¿Preparada? - me dice con los ojos brillantes - Espero que hayas hecho los estiramientos que te recomendé. Respiramos fuerte. Tanto que puedo oler el ambientador anti mosquitos de debajo de mi cama. Vaya colocón. Al abrir los ojos, mis pies calzan zapatillas y mi abuela grita mi nombre desde el cartel del Paseo de San Antonio. Enmudezco. - Bienvenida a la San Silvestre Salmantina – me dice el atleta más guapo del mundo.
# 192 Esther Tauroni Bernabeu
Inhalando vida
Paseo y no pienso. Espero el sueño. No duermo. Miro el despertador constantemente y mientras mis párpados pesan el cosquilleo que recuerda fluir desde los pies me despierta. Otra vuelta en la cama esperando la hora que no llega. Sobresaltada me alzo y calzo. Inhalo y exhalo. Llego. Me abstraigo del tumulto, evado los nervios e imploro a la calma. San Antonio me sosiega, San Francisco me acelera y el resto de las avenidas me invitan a avanzar, concentrada, la travesía. Arribo hasta el final. Recibo vítores y aplausos. Respiro, sonrío y acaricio la prótesis que me ha permitido finalizar. Paseo y no pienso. Vuelvo a esperar el sueño.
# 191 Ernesto Ortega Garrido
LA VIDA ES UNA CARRERA DE FONDO DEMASIADO RÁPIDA
Nada más nacer nos pusieron un dorsal y nos lanzaron a una carrera de fondo. Trabajar, comer, comprar, amar, dormir. La vida iba demasiado deprisa. La Tierra giraba a 107.280 kilómetros por hora y todo sucedía muy rápido. Había que frenar, si no queríamos morir con las zapatillas puestas, de un ataque al corazón. Gracias a la tecnología se logró disminuir la velocidad de la Tierra a 35.760 Kilómetros. Los días duraban el triple. Los meses se convirtieron en trimestres y los años en trienios. Por fin, teníamos más tiempo. Todo se ralentizó. Pero no nos conformamos. Queríamos más y seguimos frenaaaaaaando. El muuundo giiiraaaba caaada veeez máaaaas y máaaaaaas deeeeeeeeeespaaaaacio y tooooodo suuuuuceeeedíiiiiaa a cáaaaamaaaara leeeeeenta, traaaaabaaaajar, cooooomer, coooooomprar, aaaaamar y dooooormir. haaaasta que un díiiiia, de reeeepeeeente, se paró. Y aquí seguimos. Quietos. Inmóviles. En la foto finish. Esperando que anuncien un ganador.
# 190 Juan Molina Guerra
LAS ZAPATILLAS DE LAURA
Laura limpia escaleras y cuida a personas mayores. Su pasión es el atletismo: entre un trabajo y otro, siempre saca tiempo para salir a correr. Corre todos los días. Yo, por mi parte, estoy en paro, aunque hago trabajos ocasionales. Sus únicas zapatillas se le caen a pedazos. El día de su cumpleaños, le regalé unas nuevas. Para la San Silvestre Salmantina, le dije. La cara se le iluminó. Esa noche, tiró las zapatillas viejas a la basura. Unos días después, los rusos invadieron Ucrania. Y ella, viendo las trágicas imágenes, no paraba de decir: pobre gente, lo han perdido todo. Y así, un día y otro. Y fue viendo a una mujer mayor llorar en la pantalla, con su casa destruida al fondo, que Laura me dijo, igualmente encendido su rostro: ¿tú crees que en la San Silvestre me dejarán correr descalza?
# 189 Luis Gutiérrez González
Más vale prevenir...
La algarabía aumenta en decibeles y delata que los líderes pasarán pronto frente a nosotros para recorrer los últimos metros de esta San Silvestre Salmantina. Mi excitación no tiene límites; mi hijo participa en ella y su tiempo es el mejor de su categoría. —¡Ya vienen! —oigo gritar cerca de mí. Utilizando codos y cadera intento acomodarme para observar mejor la calzada. Al hacerlo, una figura familiar corre en solitario hacia la meta... no hay duda, mi muchacho la cruzará en el puesto de vanguardia. No puedo evitarlo: obviando todo obstáculo, inclusive un fuerte dolor en el pecho, me lanzo sobre él para abrazarlo, pero caigo largo a largo y pierdo el conocimiento. —¡Papá, despierta! Tienes una pesadilla. Además, es hora de irnos a la carrera. Se hace tarde —oigo, aún aterrado, que me dicen al oído. Al reaccionar, solo me atrevo a responderle: —Vete solo, hijo. Yo no voy.
# 188 María Calle Bajo
ETCÉTERA
26 de diciembre... Mmmm. Le echo un vistazo al listado de propósitos que no he cumplido este año… Por aquello del riesgo que supone preservar mi imagen de audaz atleta, ególatra deportista, afamado corredor, perspicaz retransmisor de todo aquello cuando ejecuto… Y, que, entre muchos de ellos, algunos son de todos conocidos; como cuidar mi ropa de sport último grito en redes con todo lujo de accesorios y, por supuesto, habituarme al recorrido salmantino de San Silvestre que no pienso perderme un año más… (¡Claro que no!). Ambas acciones, podrían convertirse en aficiones que tal vez pudieran colmar de salud mis años previos a la senectud... ¿Acaso hay algo más saludable que un buen chocolate con churros viendo el tránsito de los participantes con mi ropa de deporte recién estrenada…? ¡Qué momentos! No, no lo hay… Y si lo hubiere, para el año que viene…
# 187 Inmaculada Fajardo Navarro
Juntas
Martina ya es mayor y este año ya puede correr la "Sansil". Sus padres le han dicho que tiene que correr cerca de su hermano, que corre mucho más rápido que ella y pone cara de enfadado porque dice que así va más de prisa. Desde que era muy pequeña le había gustado verla. Siempre tan colorida! También le gustaba ver la ambulancia y a los corredores con esos pantalones tan cortos aunque hiciera tanto frío incluso en las mañanas soleadas. Se emociona pensando que la verán correr sus abuelos y seguro que la animarán cuando pase cerca. Algún día será una campeona como mamá y correrán juntas.
# 186 Sara Albaladejo Albaladejo
La salvación
La salvación y la condena, la carrera continua de su vida. Mirando al frente, algunas veces viendo, pero la mayoría a ciegas. Guiándose por el ruido de los pasos en el barro, la entumecida sensación de las pisadas constantes; así seguía ella. Pero esta vez era diferente, o eso pensaba, y ahora corría no para dejar de escuchar la voz que la perseguía, sino para alcanzar las promesas que había hecho a su futuro. En los ojos de los demás era un saco de huesos —con suerte—, un cadáver ambulante —sin ella—. Si tropieza y cae, ¿quién la levantará? En su cara se refleja el esfuerzo, el dolor del músculo agotado, la energía que más que rezumar se escurre. Levanta la cabeza y los ve, sonriéndole. Su familia, sus amigos, ellos la abrazarán si cae, ellos la animarán si desfallece. Suspirando, la sonrisa recuperada, continúa corriendo. Su salvación.
# 185 Héctor Martínez González
La energía del movimiento
Mis piernas soportan la tensión del presente. Me preparo para salir. Arranco y los pulmones vuelan en la atmósfera, cargada hoy de esporas de entusiasmo. Los corredores me rodean, estoy en el corazón de la carrera. Mientras avanzo observo los rostros de los espectadores; están felices, no pueden ocultarlo. Me entrego a su contemplación y prosigo mi marcha. Salamanca luce espléndida esta mañana. El sol acaricia los emblemáticos edificios de la ciudad y refleja la libertad en cada calle que recorremos. Somos una mancha que avanza en la claridad del aire, pintando un lienzo de ilusiones que encuentran su horizonte al final del camino. Miro el reloj: he batido mi marca personal.
# 184 Inmaculada Rodríguez Romero
A la de 100 va la vencida
Aquí está Pepa, otra vez cansada, sin ganas de vivir, no encuentra su sitio. La última vez que lo intentó volvió a caer. Está decepcionada con ella misma por ser tan soñadora, por haber querido volar tan alto y haberlo intentado tan poco, tan poco por ella misma porque por los demás… Hoy se despertó con una nueva meta, ya iniciada otras muchas veces, sencilla a priori, hacer deporte. Empezaría por andar, luego correr… le encantaría ser buena en algo, ganar una carrera por ejemplo o simplemente llegar a la meta. Siempre imagina como se sienten los que llegan a la meta. Le encantaría hacer algo solo para ella misma. Solo tendría que empezar y lo que es más difícil, continuar… Solo tendría que dedicar un poco de tiempo y poner voluntad. Solo tendría que intentarlo una vez más, pero ahora por ella, solo por ella.
# 183 Jane Herraiz Ordoñez
Carrera angelical
Con los faldones levantados para asegurar una amplia zancada, mis pies desnudos van desapareciendo entre las nubes a medida que corro hacia la meta. -El que use las alas queda descalificado. La regla había sido clara y aunque la tentación de extenderlas es fuerte llego a la recta final victorioso.
# 182 Mónica Bellón Menchén
¡Vamos!
Aún recuerdo como mis rodillas se apoyaron en la calzada. Era de color gris, fría y rasposa. No podría conseguirlo. Las pequeñas chinas, junto a piedras que habían saltado del asfalto se clavaron sobre mis piernas. Quedaron pegadas por el sudor emanado, por el esfuerzo del cuerpo hasta llegar a ese punto que parecía un precipitado final. Las lágrimas acariciaron mi cara, parecía todo perdido. Solo anhelaba una botella de agua con la que rehidratarme, una ducha revitalizadora para enmascarar la torpeza al no cruzar la meta. La rabia interior por el fracaso no aceptado hizo de mi sangre plena euforia que alzó el caído cuerpo de un salto, pues entre las palmas y griterío de ojos que aprecian la fuerza, la emoción de un público entregado, rebañó mis torrentes de pasiones, de adrenalina que envistió mis piernas, ya ajenas, para cruzar una banda con el nombre de meta.
# 181 ISABEL SANTOS GONZÁLEZ
MOTIVACIÓN
Esperé a la segunda alarma del despertador como siempre. Una ducha rápida y tras el frugal desayuno, salí hacia la calle Honduras donde inicié el ritual de calentamiento. Cerca de mí, una chica de pelo azulado recogido en un curioso moño llamó mi atención. También estiraba. Se le cayó una botella de agua que rodó hasta mis pies y al devolvérsela, unos ojos color miel me cautivaron. Empezó la carrera y pronto noté mi falta de forma. Cada kilómetro era un sufrimiento; imposible terminar. Cruzando el Puente Romano reconocí su moño azul y decidí seguirla. Mis fuerzas se renovaron. Veracruz, Libreros…; aún íbamos cerca. Su ritmo era bueno, pero yo desfallecía. Comuneros por fin, ya quedaba poco. Enfilando la última recta dejé de verla. Crucé exhausto la meta. Cuando salía del recinto la reconocí a lo lejos besando a su acompañante. El año que viene empezaré a prepararme con tiempo.
# 180 Francisco Miguez Rios
Soledad
Hoy me siento solo entre la multitud, extraño y ajeno a cuanto me rodea, a cuanto ocurre a mi alrededor. Soy uno más, camuflado e integrado a las miradas de todos pero distinto en el fondo de mi alma. Corro sintiendo la calzada golpear mis desgastadas suelas, rodeado de otros que como yo respiran el aire frío de la mañana. Y así, avanzo sin detenerme. Cada año más frágil, cada año más débil. Sintiendo la edad cada zancada. Pero no duele el tiempo, lo sé, las heridas del reloj son ya cicatrices amigas y compañeras de viaje, el dolor está en la ausencia, en tu ausencia. Ya no te espero en la llegada, ya no tengo tu abrazo ni el orgullo en tu mirada, ya no te tengo a ti. Sigo corriendo, como tú me enseñaste, cada año más frágil, cada año más débil.
# 179 Graciela Blanco
intentos y logros
el relato cuenta de los recuerdos de su padre que escalaron el cerro Pan de Azucar cuando ella era adolescente con su hermano y ahora su padre enfrenta la relidad con lso años vividos
# 178 Amando Gutiérrez Cazorla
El Muro
Aún no sentía sed, pero empezó a sentir ardor en los músculos de las piernas, era el principio del muro, vio cómo comenzaba a alzarse frente a sí. Ladrillo a ladrillo, ignorando el sacrificio, el esfuerzo. Pero miró a su izquierda y vio el puesto de avituallamiento y cogió una botella, bebió y sintió el líquido y las sales anegando su sistema. El muro empezó a desmoronarse, finalmente lo cruzó, y vio el final de la carrera.
# 177 AITOR LEÓN GONZÁLEZ
AMOR SECRETO
Estaba a unos metros con el dorsal número quinientos tres. A su derecha, una joven con la misma expresión de la que me enamoré en otro tiempo, la miraba también atenta al inicio de la carrera. Si le hubiese dicho algo, si hubiese sabido… Quizá… quién sabe. Pero lo cierto es que no fue así. La universidad pasó. Ahora la joven es mi vecina. Ella no me conoce, como tampoco me reconoció su madre en la línea de salida. Por ella supe de su adiós repentino y del dolor de la pérdida. Lo cierto es que la quiero como a una hija. El próximo veintiséis de diciembre participaré de nuevo en la San Silvestre Salmantina. Me acompañará en la salida. Si le hubiese dicho algo… quién sabe. Aunque no es tarde para correr en su honor, yo con mi secreto.
# 176 Ninette Caren Fernández Muñoz
No me falles
El espejo del vestidor me mostró antes de salir al terreno una pícara sonrisa, tenía todo para ganar,una fuerza de voluntad inquebrantable, unos pies dispuestos a correr por todo el mundo si era preciso y un corazón de Guerrero, posicionado sobre la pista y en postura de arrancada susurré no me falles.
# 175 Silvana de Fátima sANTACRUZ BURBANO
cueva
Sus mansos movimientos me empujan sutilmente, hacia una coba perdida entre los matorrales, una húmeda instancia, de paredes latentes y sinuosas, donde mis piernas parecen torpes y mis ojos perturbados por la ausencia casi total de luz. Pero aquí, donde se extingue el espíritu, mi cuerpo encuentra el encanto de un nido, beso el manjar que desprenden estos muros, y me dispongo a cantar mientras el aire se pierde junto con mi razón ; parece la guarida de cadáveres, de atletas perdidos en la oscuridad de su rara atracción. Tal vez oculta al mundo de afuera, esta cueva, acoge a todo moribundo corredor que decide acercarse a una bella dama que toma despreocupadamente un vino una mañana sin percatarse de los insectos que mueren dentro de ella.
# 174 Jhon Felipe Benavides Narváez
Esfinge
Una pierna no obedece al cuerpo de la atleta. Se presenta en una soledad insufrible para mis ojos. Miembro fantasma de su cuerpo como una efigie. Ralentiza el presente. Ni el rostro, ni sus brazos, ni sus jadeos pertenecen a una organización corporal, es su pierna izquierda el único órgano posible dónde acentúa todo su milagro y potestad. La mujer tiene esa rareza, parece que esa extremidad estuviese en otro tiempo, poseída por un ritmo ajeno. El calor del día provoca la petrificación de los vítores de la calle. Lo interesante es que no hay heroínas ni espectadores. Solamente estamos ella y yo, soportando el enigma, ante su casi desfallecimiento, ser demasiado humanos.
# 173 Iara Schusman
Recuerdo Dorado
El 1984 había pasado hace añares. Mientras otros recuerdos se disipaban de mi mente como nubes pasajeras a las que ya les había llegado la hora, aquella carrera a la que me presenté de jovencito permanecía allí, aferrada a mi cuerpo y mente con tenacidad, sin intención alguna de ser una simple vivencia del pasado. Ah…sí recordaré yo aquella primera edición de la San Silvestre Salmantina. Apenas éramos 389 muchachos corriendo, dando lo mejor de nosotros mismos para llevarnos el honor de ganar lo que se convertiría en una prestigiosa y famosa carrera. Diversión no faltó, por supuesto, de eso siempre hay en la San Silvestre Salmantina. De hecho, allí fue dónde conocí a Miriam, quien se convirtió en mi esposa. Hoy en día, ella y yo vamos a alentar a nuestro hijo cada vez que se presenta en la carrera, mientras revivimos la electrizante y alucinante emoción del momento.
# 172 Víctor Manuel Riego Gato
Listos
Las zapatillas atadas firmemente pero sin llegar a apretar demasiado, calcetines compresivos, pantalón corto y camiseta de tirantes, todo preparado para la salida. Un hormigueo invade mi estómago, miro mi pulsómetro, quedan diez minutos para la salida de la San Silvestre y los nervios me atenazan. He realizado un calentamiento estático y ahora troto suavemente para activar el pulso. Las caras de los demás participantes son serias, de concentración mientras se preparan para la competición. Hay que buscar un buen sitio en la salida, la carrera no es muy larga, pero será intensa. Una buena arrancada ayudará. Hombro contra hombro, los codos que intentan hacerse un hueco, las pulsaciones que se disparan, músculos en tensión. PUM, a darlo todo.
# 171 María Navajo Turégano
La Carrera
La carrera La alegría dio paso al coraje, que acompañado se pudo mantener impertérrito. Entonces, el alma abandonó al cuerpo, ¿Cómo pueden 21 gramos hacer a un cuerpo liviano? Esqueleto y músculos en sincronía en una coreografía singular. El público ovaciona al artista, funambulista del terreno. Empatía.
# 170 Dolores
Espectáculo interactivo
Se observa un doble circuito cerrado. El fluido viaja a velocidad constante por los estrechos y sinuosos conductos y en cada vuelta se llena y vacía de gases. En el centro y al mando, aunque se percibe el trabajo en equipo, parece estar un súper músculo que se contrae y relaja rítmicamente. Cuando los músculos de los extremos deciden ir rápido el súper aumenta la velocidad de su latido y el fluido hace el mismo recorrido en menos tiempo. Simultáneamente, en el laboratorio anexo, unas sustancias almacenadas se transforman en oxígeno, gas bueno que se incorpora al fluido viajero. A medida que los músculos extremos amainan también lo hace el músculo central, hasta recuperar su ritmo habitual. Y entonces comienza una lluvia fina de sensaciones placenteras, a la que llaman endorfinas. Horario: a discreción, laborables y festivos. Precio: gratuito. Solo requiere calzarse las zapatillas.
# 169 M. Salvador Muñoz
Persecución
No me gusta correr, corro por amor. La vi flexionando su cuerpo antes de la carrera y ya mi horizonte de vida es la San Silvestre. Nervioso salgo tras ella. Quizá sea mi exceso de peso, pero mis piernas flaquean y mis pulmones claman oxígeno. Mi corazón me exige continuar, pero exhausto y derrotado me detengo. Cada día entreno para seguirla cada año un metro más. No me gusta correr, corro por amor.
# 168 Jamylex Andrea Avila Galarza
SIN PODER AVANZAR
Tres meses pasaron tan rápido, en un abrir y cerrar de ojos. El objetivo era superarme, y sabía que el entrenamiento por el cual pasé, me ayudaría a lograrlo. Llego el momento tan esperado. Preparados, listo, ¡ya!, ni bien termine de escuchar dichas palabras alce mi vuelo como liebre que corre delante de un lince por su vida. Veía mis piernas y veía lo rápido que se movían, pero al mi alrededor todo pasaba tan despacio, que el fin de la carrera se me hacía eterno. Eterno como las pisadas que iba dando; como la pista, que se hacía cada vez más larga; como mis pensamientos, que se repetían una y otra vez: “cuanto falta para llegar a meta”. Sentía como mis pulsaciones estaban en aumento, latido tras latido. Y pase de liebre a tortuga en segundos. Corrí, rápidamente, lentamente, que no veía el fin en aquel horizonte plano.
# 167 Alberto Jesús Vargas Yáñez
Superación
Siempre me ha gustado ver los toros desde la barrera y la San Silvestre desde el balcón. Sin embargo, como propósito de año nuevo, decidí abandonar mi papel de mero espectador de la vida y empezar por inscribirme en la siguiente edición de la carrera salmantina. Tras equiparme convenientemente y entrenar durante meses, hoy por fin he tomado la salida. Me he sentido feliz al notar el viento de diciembre acariciando mi cara y orgulloso de formar parte del concierto de zapatillas golpeando el asfalto. Pero al llegar al Paseo del Rollo y mirar hacia arriba, he creído verme allí, donde todos los años, acodado en el balcón con la sonrisa estúpida del que se burla de los que corren sin otro afán que el de participar. Ha sido entonces cuando me he preguntado quien acabará ganando esta competición que mantengo contra lo peor de mí mismo.
# 166 Margarita del Brezo
GANAR
A través de las ventanas abiertas para ventilar, se cuela la detonación del disparo de salida. Cae entonces en la cuenta de que se le ha hecho tarde. Una vez más. Deja la colada a medio tender, apaga el fuego, las lentejas terminarán de hacerse con el calor residual, piensa, coge al niño con cuidado de no despertarlo y echa a correr. Cuando llega a la línea de salida ya no queda nadie. Aprieta el paso y a su hijo contra su pecho. Consigue alcanzar a los más rezagados. Dejándose arrastrar por el impulso de los latidos de su corazón, llega a la cabeza de carrera. El niño empieza a llorar. Sin detenerse, le da el pecho. Divisa la línea de meta. Acelera. Toma posiciones. Todos quieren ganar. Ella también. Por eso gira en la primera calle, fuera del itinerario señalado, y sigue corriendo sin mirar atrás.
# 165 Ytzel Alondra González Sánchez
Correr
El sonido del tiempo resonaba en su cabeza. Cinco, cuatro… Los segundos eran versátiles, infundados de pequeñas divisiones entre uno y otro. Tenían lapsos que en la vida cotidiana no importaban, pero aquí, en la pista, lo eran todo. Tres, dos… Cada segundo era una palpitación lenta, ralentizada entre los gritos de la multitud y la sensación de la grava rojiza en sus manos y sobre sus pies. Un segundo podía ser interminable, de un único segundo podía pender lo demás. ¡Uno! Escuchó un silbido, pareció lejano entre las sensaciones de su cuerpo, el oxígeno que entraba y salía de sus pulmones conforme sus pies avanzaban en una carrera por llegar a la meta. ¿Por qué corría? Aquí nada más importaba, ni los pensamientos ni lo que había en el exterior. ¿Por qué corría? Nada lo perseguía, sino que algo quería perseguir él mismo. ¿Por qué corría? Simplemente adoraba correr.
# 164 María Caballero García
Llevadme hasta la meta
El paseo de San Antonio es un enjambre multicolor de corredores a la espera del pistoletazo de salida. Los nervios, la ilusión y las dudas componen un cóctel difícil de digerir al principio de cualquier carrera. En cuanto nos movemos, dejo la mente en blanco unos minutos. Disfruto del ambiente festivo de la mañana y de la animación del numeroso público. Ahora solo importan mis piernas: «Llevadme hasta la meta, mis valientes». Adelanto a otros corredores que miran sin pudor mi zancada desacompasada. Olvido a quienes dijeron que no volvería a correr con esta cojera que arrastro desde el accidente de moto. Abuelita, tú confiaste en que las lágrimas de impotencia se transformarían en el coraje para avanzar de nuevo, y regresaría a lo que me da la vida, las carreras populares. Me queda un kilómetro para entrar en meta y esta San Silvestre es más tuya que mía.
# 163 Óscar Fabián Salamanca Jiménez
"IMAGINATE"
Añoraba participar en esa carrera; pero se lo impedía la distancia que lo separaba, estar allí requería comprar un tiquete de avión, dinero que no tenía. Corría colocando especial atención en el cronómetro que portaba en su muñeca, lo que a su vez le recordaba que faltaba poco tiempo para el día de la añorada carrera.Sintio gran desazón. De pronto en el parque de entrenamiento, una voz infantil desgañitandose decía:" Imaginate".He aquí la solución.Prepararía el trazado de la carrera en altitud y distancia tal cual la Salmantina; adelantaría su reloj siete horas; colocaría en ceros su cronómetro y a través de los medios digitales escucharía la señal de partida, teniendo especial cuidado de iniciar a tiempo con los demas participantes, pues no quería aventajar en nada a ninguno.El mismo sería creador, participante, animador y juez de su propia San Silvestre Salmantina.
# 162 Mª ESTHER RUIZ ZUMEL
"SAN SILVESTRE DE IGUALDAD"
Las joyas salmantinas otean una carrera otoñal previa a la navidad. Los corredores homenajean su patrimonio corriendo cuyo objetivo es llegar a esa meta deseada. Dorsales coloreados como las aulas de la universidad. .Cuesta de Tentenecio escucha entre memoria histórica. Huellas acompañadas al célebre Unamuno cercano a la casas de las conchas sonando una infinita una música infinita hacía el suelo. .Despiertan las playeras historia leyendas. Emociónate Lazarillo lidiando con la picaresca. Santa Teresa símbolo de perfección Salamanca sagrada fluyendo el río Tormes recitando poemas de Pepe Ledesma abrigada con una capa charra reviviendo una época lejana viendo entre la niebla a esos arraigado corredores. Resucita un milagroso pozo con sonrisa de aquel niño fue rescatado. La meta alumbra la llegada de la navidad Con ecos de la tuna rasgando dorsales formando una hermosa actividad deportiva, saludable emociona a la igualdad en San Silvestre siendo bendecida desde las entrañas remotas.
# 161 EIDER MARTÍNEZ SALVATIERRA
Cabemos todos
Mi padre dice que puedo lo que sueñe, pero mis piernas son redondas, las empujo con mis manos. Lo haremos juntos, él me empuja, parece que volamos, oigo sus pisadas, sobre el pavimento del suelo pedregoso de salamanca, voy sudando, como él, pero yo de la emoción. Nos aplauden todo, todo es mucho más que mucho, y yo sonrío, sé que mi padre imagina mi sonrisa y sonríe también. Detrás nuestra va la policía, y las luces azules se reflejan en los hierros de mi silla. En la meta nos ponen una cinta, levantó mis manos y cae al suelo y aunque he sido el último, la gente grita como si hubiese ganado. “No has sido el último cariño”, dice mi padre, por detrás de tí he llegado yo. “pero hemos perdido” contesto yo “no cielo, han perdido los que no han tenido valor de intentarlo” y sonreímos los dos.
# 160 Yolanda Fernández Benito
Lo importante es participar
Lo importante es participar, ¡los cojones! Cuando tienes la desgracia de nacer en una familia de atletas, orgullo de sus paisanos, y no eres más que un corredor mediocre, cualquier mirada o susurro a tus espaldas te hace sentir como una basura. Si no me hubiese obsesionado tanto con ganar la San Silvestre de mi querida Salamanca para demostrar a mi familia y vecinos que yo también era merecedor de su aplauso, no me hubiese recluido durante las vacaciones navideñas en el colegio donde trabajaba de bedel para terminar de prepararme y me habría enterado del catastrófico escape de Mirat. Cuando salí del San Estanislao dispuesto a darlo todo, estaba tan concentrado que ni siquiera me di cuenta de que algo no iba bien. Lástima que ahora que por fin mis vecinos me reconocen y vitorean, tenga que huir de ellos porque lo que realmente quieren es devorarme.
# 159 Gustavo Iván Charles
Todo está aquí
La noche antes de la carrera una fiebre me poseyó, y caí en un profundo sueño. En el cajón de salida sentía que aún no había despertado. Los calambres y mareos empezaron pronto, y creí ver un lince ibérico haciéndome de liebre. Mi frente ardía. Una rana a lomos de una calavera me salió al paso, gritando burlona: “¿Por qué corres? ¡Todo está aquí!”. Pero yo corría aún más, perseguido por una extraña y cambiante criatura, ora toro de lidia, ora demonio, que me mostraba el culo ofreciéndome un cucurucho de helado. Exhausto y desorientado pregunté a un astronauta: “¿Dónde está la meta?” Él hizo un gesto que abarcaba diez planetas y cien edades, y respondió: “Recuerda Ítaca”. Al día siguiente terminé penúltimo la carrera. Un simpático agustino llegó andando detrás de mí. Sonriendo, me susurró: “Como decíamos ayer, todo está aquí”. Sí, estábamos en Salamanca
# 158 Angel Toribio Sevillano
Revancha
Al llegar a la Plaza Mayor me giré para comprobar si aún me perseguían y, aunque gozaba de cierta ventaja, era evidente que se estaban acercando. La cara del más alto me resultaba familiar… juraría que me acompañó en el pódium de la pasada edición de la San Silvestre, pero no era el momento idóneo para ponerse a buscar parecidos; si no aceleraba y los despistaba en la zona de las catedrales me atraparían seguro. Mi falta de entrenamientos no ayudaba, bueno, en realidad mi vida había cambiado bastante durante el último año: malas decisiones, malas compañías, mala vida… y mientras me compadecía por mi mala suerte, noté un fuerte empujón por la espalda y rodé por el suelo empedrado. Efectivamente, el tipo que me perseguía resultó ser el subcampeón del año anterior, y también un policía muy competente que sonreía mientras me esposaba sobre el frío pavimento.
# 157 Anxo Pazos Viña
La primera San Silvestre Salmantina
Cuando yo era pequeño, me contó mi abuelo, releyendo viejas páginas de El Adelanto, que la primera San Silvestre tuvo lugar en Salamanca allá por 1950. - Sí, lo pone aquí – insistía ante sus tres enanos nietos, que no sabíamos qué era esa cosa, señalando vehementemente las hojas impresas. Se inició – aseguraba él – tras una persecución de dos policías detrás de un ratero, que había robado algo en un ultramarinos. El pícaro, a cierta distancia de los guardianes de la ley, se paró ante un caballero que se disponía a montar en bicicleta: - Señor, he escuchado rodar algo por el suelo, que se os ha debido de caer. El caballero se puso a buscar por el empedrado, momento que el chaval aprovechó para birlarle la bicicleta. Caballero, policías y tendero tras el pícaro inauguraron la carrera un 31 de diciembre. Eso decía mi abuelo, que no veía un pimiento.
# 156 Antonio Fernández Salamanca
Destino
Habiendo nacido en San Silvestre de Guzmán (Huelva),y teniendo como apellido materno "Salamanca" era casi una conspiración del destino leer la convocatoria de la carrera popular, y activarse diferentes resortes en mi cuerpo Siempre creí que no existían las casualidades, y el cielo me estaba enviando una señal. Ni cómo ni porqué, unos días después me encontraba a punto de tomar la salida en la carrera. Vuestra imaginación completará el resto del trayecto. No tuve ningún contratiempo, y conseguí una marca personal digna. El día de Reyes teníamos la costumbre familiar de reunirnos para abrir regalos, y fue extraordinario descubrir la respuesta a mi insólito destino, y oráculo particular: el décimo de lotería comprado en Salamanca, y que había hecho coincidir con mi número de dorsal, había sido agraciado con el primer premio. Salamanca y San Silvestre, siempre habéis sido parte de mi.
# 155 Àlex Holgado Fernàndez
Ganar
Mi mala pata no me lo pondrá fácil. A menudo pienso como el torpe, que no hace ni corre. Así que tendré que hacerlo a la carrera, sin un traspié, con paso firme, con la mirada clavada en el horizonte. Sábelo, ego apocado y triste: no correré tras el pasado, sino siempre hacia el futuro. Como alma que lleva el diablo. ¡Sí, señor! Apretando los talones, sin miedo en los pies, libre y liebre. Porque si locura es correr en vano, cordura es, simplemente, correr; correr, mucho correr y llegar antes a ese sol donde se disipan el temor, la angustia, las fobias. No me lo pongo fácil, lo sé. Pero salgo, por fin, zancada a zancada, a ganarme la vida.
# 154 Ana Isabel Guerrero Romo
Google maps
Sin ninguna clase de entrenamiento previo, recorrió todo el trayecto de la carrera sin fatiga alguna,llegó antes que todos,en escasos segundos.Ninguno de los competidores lo vio llegar ni irse,tampoco recibió premio alguno.Sentado desde su silla,en un remoto país,su recorrido quedó guardado en su historial de ciber navegación.
# 153 SALVADOR VAQUERO MONTESINO
LA OTRA CARRERA
Ese día fui él, aunque no fuera lo mismo, y corrí las calles como si llevara sus piernas, y sudé lo mismo que si tuviera su frente, hasta caer exhausto al atravesar la meta en el Paseo de San Antonio. Ese día fui él, aunque no llegué el primero, ni el segundo, ni el décimo; aunque jamás estuve entre los de cabeza ni batí ningún récord personal. Ese día fui él aunque jamás había corrido la San Silvestre Salmantina, ni me gustaban las carreras, ni pasaba los domingos pateando junto al Tormes para superarme a mí mismo. Ese día, lo sé, él también estuvo allí y me dio sus fuerzas para atravesar las avenidas, porque yo solo jamás lo hubiera conseguido. Y ahora sabe que no dejó de vivir tras el accidente, porque aunque ya no esté entre nosotros vivirá siempre en mi memoria.
# 152 María de la Paz Valero Uceda
La última carrera
Aún puedo recordar tu última carrera, te despediste de mí con un beso y un abrazo inmenso, eras mi gran amor. Cada año esperabas con ilusión la carrera de San Silvestre, para ti era mucho más que una carrera, era un reto personal, un encuentro con todas esas amistades que te adoraban. Pero un después de esa última carrera todo cambió, un pequeño bulto apareció en tu pecho, y todo paso muy rápido, fue tu peor reto y soñabas con llegar a la meta, soñabas con curarte En los largos días de hospital apoyabas a otras mujeres, diciéndole que está carrera la ganaban. Mas no pudo ser, mi niña no ganó la San Silvestre, pero nos dejó a todos el sabor de su amor, sus ganas de vivir, y su eterna sonrisa. Este año la correré por ti, mientras te oigo bajito: “tú puedes mamá”…
# 151 Fernando Poeta
Contra el cancer.
Tenía 8 años cuando vi mi primera carrera de atletismo en vivo. Mi hermana diez años mayor corría hace tiempo, pero nunca la había visto. Desde ese día me enamoré perdidamente de este deporte…para mí es más que eso, es una forma de vida. Mi obsesión por el atletismo fue tan gran y tan espontánea que mis padres le dijeron a mi hermana que me entrene. Ya pasaron quince años de aquel día y hoy sigo amando el atletismo. Soy parte del equipo olímpico de mi país, gané 4 medallas de plata y una dorada. Mi hermana sigue siendo mi entrenadora, a pesar de tener cáncer. Mi objetivo hoy en día es hacer más visible el cáncer de mama y que se puedan hacer mamografías sin costo en mi país y de ser posible en otros.
# 149 DAVID BENAVENT PIERA
GANADOR
Respira con dificultad. Cabeza caída. Mirada al suelo, a las puntas de las zapatillas que avanzan lentamente, que se arrastran. Boquea, las pulsaciones se le salen del pecho, del cuello, de la cabeza. Acelera porque ve la luz, la línea, oye a la gente, sus gritos. Sus ánimos. Empieza a sentirse ganador. Nadie por delante, nadie por detrás y a penas treinta metros para llegar. Varias personas esperan en la línea y, por fin, se le vislumbra una pequeña sonrisa. Diez metros, levanta los brazos cómicamente, no le llegan ni a la altura de los hombros. Cinco metros. Tres. Uno. Siente el abrazo conjunto de su mujer e hijo. Trata de recuperar el aliento. Tose. Siente una felicidad inmensa. No se lo cree. Sonríe. Es una gran victoria. Un ORGULLO. Nunca pensó que la acabaría. Se oye el chirriar de las vallas. Es hora de ir a comer.
# 148 NURIA PEREZ BACHILLER
LO QUE UNE EL DEPORTE
Presa del pánico, me coloqué disimuladamente junto a él esperando el pistoletazo de salida. Ni siquiera sabía su nombre, pero me había apuntado a la carrera presumiendo que él también lo haría. Entrenaba por donde él lo hacía, pero nunca se percató de mi presencia. ¿Qué más tenía que hacer? Unos chavales nerviosos y un pequeño empujón hicieron que mi cabeza terminara chocando con su hombro izquierdo. Se giró súbitamente y le pedí perdón muerta de vergüenza. Al minuto volvió a girarse para mirarme de arriba abajo. Me pareció que esbozaba una leve sonrisa. Me observó atónito cuando al empezar la carrera le seguí el ritmo y me silbó cuando le adelanté a la altura del Puente Romano. Crucé la meta a escasos metros de él. Se me acercó y estrechándome la mano me felicitó por la marca realizada. ¿Gané la carrera? Pues yo diría que sí.
# 147 Javier Rodríguez Calero
Una carrera de vida
Como el agua que avanza por los cauces de un río, o mejor, como la sangre oxigenada fluyendo por las arterias del cuerpo, así renacen en las calles de la ciudad los corredores de la competición. Estampida de anhelos, intereses, promesas… avalancha de gente con particulares metas. Los acompasados contrastes de las piernas en movimiento y el vaivén de camisetas de llamativos colores, parecen fundirse desde la proximidad en una argamasa común de ruido y sudor. Poco a poco aflora el cansancio como inseparable complemento del sano ejercicio, motivo que convierte en reto cada próximo paso y ensancha la risa ante los límites trascendidos. Hay vida en el aire. El suelo despierta, retumba y avisa a la concurrencia de la inminente llegada de aquella avalancha, aquella estampida, aquella agua de río, aquella sangre oxigenada, aquella tradición que hoy anda.
# 146 Carlos Segura Ochoa
Guiando mis pasos
Siglos de historia pasan a mi alrededor el último día del año. Mis zancadas me llevan hasta la Plaza Mayor, de la que quedo prendado enseguida; aunque a ella no le intereso pues me escupe por otro lado. Entristecido, continúo corriendo hasta que otra más hermosa fija sus ojos en mí. La catedral, a mi diestra, parece sonreírme mientras corro… Siento la necesidad de parar y deleitarme, pero sé que no puedo detenerme. El Toro de Salamanca muge, urgiéndome a llegar a él. A su espalda, el puente milenario, que ha soportado millones de pisadas, hoy aguantará las nuestras. Algo insignificante para él pero grandioso para mí. No tardo en buscar otro camino por donde cruzar el Tormes de nuevo. Sé que allá me esperan la Universidad, la Casa de las Conchas, la clerecía y un sinfín de monumentos más que guiarán mis pasos el último día del año.
# 145 Mariano Arranz Medina
Eterna Amistad
Llegó el día señalado en el calendario como todos los años. En el restaurante habitual y a la hora de siempre se reunieron Pedro, Luis y Chema. Se veían todos los años para rencontrarse, rememorar su amistad y celebrarlo con su pasión: el atletismo. Primero por la mañana la carrera de 10 kilómetros, luego la comida y una larga sobremesa llena de recuerdos, risas y vivencias de su época de juventud, cuando estaban todos juntos. Cada año reservaba uno de ellos y se encargaba de elegir el menú. Pero este año era especial. Le tocaba reservar a Félix el cuarto mosquetero como ellos mismos se llamaban. Pero no podía hacerlo. Un accidente de tráfico reciente había terminado con su vida. En homenaje a él decidieron seguir con el mismo plan de siempre, para recordar al amigo ausente pero siempre presente, eterno en la prueba atlética y en sus corazones.
# 144 J.A. del Olmo
CRÓNICA DE UN CORREDOR OCASIONAL: SIN RESUELLO, CON RESOPLIDOS, PERO CON EL ÁNIMO POR LAS NUBES
Era mi primera vez. Tenía dudas de si sería capaz de llegar a meta. Pero como pensé que correr no era de cobardes, me atreví a aceptar el reto. Y ya en la salida me impresionó el ambiente. Alegría y ánimos por doquier. Salí como alma que lleva el diablo. Craso error de novato. Cuando atravesaba el arco de la Plaza Mayor, resoplando, me animó entrar ahí, aún sin resuello. Correr también era vivir de forma diferente espacios cotidianos. Llegó el Puente Romano. Y pensé que el Tormes nunca paró. Así haría yo. Y trabé conversación con otra corredora, en similares condiciones de dificultad. Y la meta se acercaba. Mi compañera me esperaba. Descubrí la solidaridad en carrera. Y crucé la meta con los brazos levantados. No me había rendido. Me sentí como un ganador. Solo pude pensar en una cosa en ese momento: en la próxima meta. Una ilusión.
# 143 ANTONIO BELIZÓN REINA
LA NOVATA
LA NOVATA Este año ha decidido que pueda participar. ¡Ya era hora! Estoy preparada para la prueba, algo nerviosa, pero ilusionada, creo que participo en la sub18. Entre hoy y mañana se abre la inscripción y espero con ansias el 26 de Diciembre. Mis compañeras me han hablado mucho de esta carrera, apasionante, dura y sacrificada. ¡Cómo debe ser! Voy a poner todo de mi parte para que mi primera “Sansil” sea un éxito, que ya lo es el poder correr cerca de la Catedral, junto a chicos y chicas al mismo tiempo, que puedan verse seniors y veteranos por la calle Méjico y esprintando por el paseo de San Antonio. Supongo que hará frio pero no me importa, me abrigaré, además estoy hecha de material resistente. Sé que él se ha preparado a conciencia para hacer un gran tiempo y confía en mí, sus zapatillas. Juntos hacemos una buena pareja.
# 142 Carlos Miguel Herrera Molpeceres
¡ La Plaza Mayor !.
¡ Miles de zapatillas de todos los colores corren por la Plaza Mayor de Salamanca, al son de la música !. ¡ Aspiración, expiración ...... !. ¡ Sus dueños están agotados y las camisetas en un mar de sudor; todos quieren llegar a meta !. ¡ Sí o si !. ¡ El público entusiasmado anima fervientemente a los corredores !. ¡ Les aplaude !. ¡ En sus medallones, los reyes de otra época también ....... !. ¡ Es la San Silvestre, el mayor acontecimiento galáctico de la ciudad charra !. ¡ Y la Plaza Mayor es testigo de ello !. ¡ Notaria Mayor del Reino !. ¡ Qué gozada !. ¡ Y larga vida a la San Silvestre de Salamanca por muchos años más ..... !.
# 141 MARÍA SOLEDAD GARCÍA GARRIDO
LA ESPANTADA
En el paseo de Canalejas, nos sonreímos. En la calle Zamora, dejó caer la cinta que sujetaba su pelo. Olía a hierbabuena. Al entrar en la plaza Mayor, la invité a un zumo de naranja. De los soportales, como de la nada, aparecieron sus padres animándonos. Acelerando en San Pablo, le pedí matrimonio. Sobre las aguas del Tormes, me dijo que sí. Esprintamos y pasamos el Palacio de Congresos. La quise invitar a un hornazo, pero era vegana. Me habló de tener hijos. Siete u ocho. A la altura de la Facultad de Físicas, sugirió que sus padres vivieran con nosotros para cuidar a nuestra prole. El resto del recorrido lo hice en silencio. Ella seguía con los planes. En la meta, entre aplausos, le pedí el divorcio y eché a correr. Con un poco de suerte, llegaba a tiempo a la San Silvestre de Madrid.
# 140 Saúl Martín Paz
QUE NADIE NOS PARE
Juan es un joven que tiene parálisis cerebral. Todos los años acude en su silla de ruedas a la Plaza Mayor, se pone frente al reloj con sus padres. Allí, anima a cada uno de los corredores y esperan expectantes pasar a su hermana Vega, mientras ven un sinfín de participantes disfrazados. Al cabo de un tiempo dice a su padre: - “Me gustaría correr la San Silvestre Salmantina”. Al principio, su padre se estremeció y dijo: -Pero ¡si no puedes! Vega “que lo escuchó”; dijo a su hermano: - Esta carrera la correremos juntos. Al año siguiente, Vega consiguió una silla adaptada para Juan y junto a sus amigos recorrieron las calles de la ciudad, sonriendo a las cámaras, saludando al público y animando a cada participante. A Juan, se le pusieron los pelos de punta, para él, fue un día inolvidable. Ahora, espera ansioso la próxima carrera.
# 139 Candi Bujalance Sánchez
Chacales
Yo te veo entonces entre algas de rio y pequeños peces joya con barbas que se remolinan y se dejan llevar. Te veo con la barba y la cara hinchada, de cortisona que no es cortisona sino noches de speed y cerveza. Mucha angustia y depresión. Entonces te dejo de ver y miro a mi alrededor. Todo está en paz, la valla seguramente se colocó tras tu fallecimiento por precaución. Tu padre está a unos pasos detrás de mí y se ha quitado la gorra en el lugar dónde te encontraron. Es la mitad de hombre que yo conocí, el hombre león con tu cabeza y tu pelo rizado, su ancho pecho y los ojos brillantes. Ahora camina con bastón y balbucea. Nadie sale indemne de la pérdida de un hijo.
# 138 Melisa Antonella Escobar Cano
Yo creo en mi
Una niña le llamo la atención el atletismo, entusiasmada participo en su primera competencia a los 10 años, pero en esa competencia perdió y aun mas motivada al saber los resultados se propuso ganar en la siguiente y de esa forma volvió a participar pero volvió a perder una y otra vez hasta que cuando cumplió 30 años y gano, no solamente la competencia, resulto ser que supero varios records, ella se ganó el respeto y la admiración de todo el mundo, dio un discurso y explico que para ella ganar es cuando no te rindes contigo mismo, buscas superarte y ser mucho mejor que el día anterior, yo me enfoque en mi misma no buscaba superar a nadie que no fuera yo misma y sorprendentemente supere records, nada importa más que lo que tú quieres creer y crear si quieres algo ve por ello no te detengas.
# 137 Ignacio Capapé de Cendra
Renacer en carrera
Él siempre había corrido, le apasionaban esas carreras de fin de año. Pero la vida había sido "demasiado dura" y "repleta de dolor", y se había decidido a llevarla a término pronto. Así que su última San Silvestre. Ya dan la salida y echa a correr. Junto a él, un hombre rellenito. Le cuesta correr. No tardan mucho en empatizar. Nuestro protagonista se explaya en sus dolores y tristezas. Al terminar, su compañero le cuenta despreocupadamente algo de su vida: Orfandad, embargos, algunos hijos fallecidos, cáncer terminal... Su tranquilidad y alegría asombran al oyente. Pero el corredor más grueso anda renqueante. El atleta le pasa y continúa la carrera solo, meditando la conversación. Ya en la meta, le vuelve a ver y oye que se despide de él y le grita en la distancia: "¡Hasta la siguiente!", a lo que responde inmediatamente: "¡Igualmente!". Comenzaba su nueva vida en ese momento.
# 136 Nuria Hernández García
Espérame en la meta.
Los nervios no le dejaban concentrarse en la carrera. Se tocaba constantemente la mano izquierda para comprobar que la cajita siguiese allí, bien atada a la muñeca. Al pasar por la Glorieta de Los Milagros rezó un Ave María y se encomendó, por supuesto, a San Silvestre. Sus piernas musculadas aguantaban bien el peso de sus sesenta años. No así los temblores. Nunca en sus años de corredor había sentido en ellas tanta flojera. Al fin se decidió a acelerar el ritmo, no quería decepcionarla llegando el último. Tenía que demostrarle que aún era un buen partido. Cuando llegó a la meta, vio su sonrisa. Pese a estar exhausto, se arrodilló y desatando la cajita sacó el bello anillo de esmeraldas. "¿Te casarías conmigo?", le preguntó. Ella comenzó a reir y a llorar: "¡Sí!". Se besaron. Los dos se sentían ganadores.
# 135 Fernando Israel Morales Fabela
Historias
No debí tomarme esas copas ayer por la noche. Estos días siempre se las arreglan para que nunca falte un trago, pero al parecer no soy el único. En algunas caras puedo apreciar la misma resaca que en mí, en otros la cara de indigestión es notable. Algunas caras ocultan todo gesto y se plantan serenas, otras no pueden disimular ese nerviosismo que momentos antes irriga, nerviosismo que en otros se presentó antes, sembrando cizaña con el insomnio. 1501, 2704,5311...y así cada uno, con su número, con su cara e historia nos juntamos hoy en la San Silvestre, donde todas nuestras historias se hacen una en la pista al escuchar el bamm! Inicial.
# 134 Silvia Asensio García
EL INTRUSO
Se había estado preparando con Juanma desde hacía meses por el parque y las calles menos transitadas. Por fin llegó el día de “La San Silvestre”. Y corrió como no lo había hecho nunca antes. El pelo sudoroso, la camiseta chorreando y las extremidades echando humo; en la boca la mejor de sus sonrisas. Notó que todo el mundo los miraba y los animaba a continuar. El corazón le latía muy deprisa. Entraron juntos en la meta y mientras su dueño buscaba el final de la correa, para darle un abrazo, él consiguió emitir un sonoro ladrido.
# 133 CARLOS BUISÁN GIL
HUÉSPEDES
Los utiliza para hacer su carrera. De cada atleta toma lo mejor. De Rafael, un par de rutinas mentales; de Osman, sus cuarenta latidos por minuto; de Hafid, su umbral de sufrimiento; de Nuria, una pizca de masoquismo; de David, el estilo; de Tere, el método; de Estela, su sprint de felina eléctrica; de Irene, su respiración; del Tormes, la fluidez y la calma; del verraco, su dureza con la vida; de la rana, su desparpajo con la muerte. Aprovecha el tirón de los que persiguen y el rebufo del que va delante. Año tras año llega el primero, el segundo, de los últimos si se le meten bayas de acebo en las zapatillas. A veces ni siquiera termina la prueba; mientras el atleta vomita y recupera el aliento, se lleva lo mejor de su huésped: la esperanza de una futura victoria.
# 132 Yolanda Nava Miguélez
LA CITA
Extraño lugar para una cita a ciegas: la Sansil, pero ella ya advertía en su perfil que le gustaba lo original y diferente. Debía descubrirla corriendo más que nadie porque aseguraba que iba a ser la primera en llegar a la meta y él, para no incurrir en trampa esperándola allí, tendría que llegar justo detrás. Aprovechó los días que faltaban para la carrera entrenando sin descanso; contrató un entrenador personal, se entregó como nunca lo había hecho para otra causa en su vida, no en vano su perfil rezaba: “amante de los retos”. Pero cuando llegó a la meta nadie había delante de él. Le sacó de su estupor el sonido del móvil. Tenía un mensaje de ella: olvidó decirle que era etérea. Le prometía amor incondicional, nadie hasta entonces había creído en ella ni la había seguido con tanta entrega, así, a ciegas.
# 131 Roberto Crespo Ramos
¡No consigo dormir!...¡qué bien voy a dormir hoy! (Equipo nieto & abuelo)
-¡Papá, no consigo dormir!, cuéntame otra vez cuando tú y el abuelo corristeis la Sansil y ganasteis. -Vale, pero por última vez, que mañana tienes que tener fuerzas. Ya sabes lo que ha dicho el abuelo: si los dos llegáis al final, entrenareis juntos el próximo domingo en el Parque de los Jesuitas. Además, mañana por la tarde iréis a tomar chocolate con churros. -¡María!¡no consigo dormir! ¡El canijo de tu nieto me ha prometido que llegará hasta la meta “como hace siempre su abuelo”! Si conseguimos acabar los dos, le llevo a la churrería. -¡Déjate de cháchara, si no descansas alguien se va a quedar sin churros por tu culpa! -¡Qué bien voy a dormir hoy! El abuelito dijo que estaba muy orgulloso de mí. Me ha pedido una taza gigante de chocolate ¡con 6 churros!,tantos como mis años...¡Menos mal que él no se tomó 66!
# 130 José Manuel Dorrego Sáenz
Volver la vista atrás
Que la meta no es el final, le había dicho su padre. Se lo repetía siempre, como una taladradora. Y venga y venga con que si la meta no es el final. Vaya desconcierto de frase, pensaba. Y por eso, el día de la maratón no se conformó con cruzar la línea de llegada. Ni siquiera alzó los brazos ni dibujó en el aire con los dedos el signo de la victoria. Cruzó la meta el primero, salió del estadio, de la ciudad e incluso del país. Y ahí sigue, corriendo y corriendo: que la meta no es el final, eh. Y ha llegado a ese punto en el que resulta difícil, casi imposible, volver la vista atrás.
# 129 JAVIER BRAVO SÁNCHEZ
"San Silvestre Inocente"
28 de diciembre de 2014. Salida. Advertencia del presidente: “control antipodaje para los primeros en llegar y algunos más, elegidos al azar”. La concentración y el nerviosismo dificulta la correcta traducción para la mayoría. Una excepción significativa: el corredor Inocencio Armstrong advierte súbitamente la excesiva aceleración de su pulso, una sudoración fría y una repentina lluvia de ideas (eso que llaman “brainstorming”) ofuscan su cabeza. Había desayunado muy bien, con algún complemento “extra” y se consideraba uno de los favoritos. A mitad de carrera, sin saber muy bien cuándo, cómo ni por qué, decide reducir el ritmo y alejarse considerablemente de los primeros. Una vez cruzada la meta, se percata de la inocentada y se queda mudo tras exhalar un ¡menos mal! entre dientes. Semanas después, es pillado “in fraganti” recogiendo sustancias dopantes que recibía por correo y, posteriormente, distribuía. Condena, retirada de la licencia federativa durante varios años…
# 128 Moisés Morán Vega
Correr, correr
Estoy tranquilo. Mi primera diez mil Salmantina. Quiero correr, correr y correr. Solo quiero llegar a la meta. ¡Pum! Las pulsaciones se me disparan. Me tropiezo, pero me recompongo. ¡Coge tu ritmo! Mi cuerpo responde. Estoy solo con mi cuerpo y mi cerebro. En las Carmelitas noto una molestia en el tobillo izquierdo. Entro en la Avenida de Portugal y la molestia ya es dolor. Intento no pensar, pero mi cabeza no hace otra cosa que concentrarse en el sufrimiento. En Comuneros quiero parar, pero pienso que correr es resistir. La vida es resistencia. Me quedan mil metros. Corro a trote cochinero y el dolor disminuye. Me siento mejor. Me pasan muchos corredores. No importa. Sé que terminaré. Vuelvo a correr. Nada más importa. Llego a meta y a lo lejos veo a mi hija que me sonríe satisfecha. Su viejo terminó la Salmantina a los setenta años.
# 127 Israel Cordero Moya
Un atleta de otro mundo
Los atletas de la competición de San Silvestre Salmantina, sólo sintieron una brisa de viento pasar junto a ellos. Había pasado ante ellos un misterioso atleta que ganó la competición con récord mundial. Incluso los atletas jamaiquinos que estaban participando, quedaron sorprendidos frente a tal atleta, que escribió su nombre en los registros de la competencia como Hermes, sintiéndose como tortugas frente a él. Hermes, no esperó a recibir la premiación, sólo siguió hasta su casa, pues tenía que preparar el almuerzo, algo que disfrutaba mucho de este mundo. Al parecer estaba poseído, porque después de comer, continuó corriendo, sin parar, hasta morir. En la vida después de la muerte, siguió corriendo, incluso triunfando sobre los ángeles más rápidos. Había nacido para triunfar en lo que más le apasionaba, correr. Al ganar sobre todos los seres más rápidos del universo, pensó en otros competir con otros seres de otros universos.
# 126 Luis San José López
Fidelidad
He sorprendido a mi propia sombra calzarse las viejas zapatillas de deporte, arrinconadas desde hace mucho tiempo. Todavía faltan casi dos meses para la San Silvestre y la he visto con un no sé qué de tristeza en sus ojos, sin terminar de digerir nuestro destino. Acariciaba en silencio aquella foto de 1984, cruzando la meta. Ha llovido mucho desde entonces. Me ha mirado luego con sus ojos empapados de recuerdos y yo he necesitado esconder los míos detrás de los párpados. Quisiera ofrecerle, una vez más, la libertad que necesita, pero no quiere separarse de mi silla de ruedas.
# 125 Javier López Vaquero
Historia de un corazón.
Después del trasplante de corazón y de unos meses duros, jamás imaginó encontrarse algún día allí, en la salida de la San Silvestre. Era de naturaleza perezosa, alérgico al deporte y amante de la mala vida. Pero algo súbitamente cambió y empezó a tener ilusiones, motivaciones y algún sueño por cumplir. Tras el pistoletazo arrancó con un trote suave y enseguida encontró acomodo junto a un atleta veterano. Hablaron y éste entre respiraciones le contó que también debutaba, por una promesa. Hicieron el recorrido por las calles salmantinas a la par compartiendo el esfuerzo. Al llegar a meta a pesar de su carácter adusto, poco dado a las muestras de afecto, un impulso le llevó a abrazarse con su compañero de fatigas. Un abrazo sincero, de corazón. Ellos no sabían que algo muy especial los unía. Este narrador se lo desvelaria años más tarde.
# 124 Rosa Mateos García
¡UFF!
¡Bang! Comienza la carrera. Avanzo por el Paseo de San Antonio. Llego al Puente Romano. Salgo de la ciudad. Corro hacia La Alberca. Tras las huellas de Buñuel, desciendo hasta Las Hurdes. Sigo el vuelo de una mariposa y recorro la Ruta de la Seda, cruzo Samarcanda, acelero hacia Damasco, atravieso Kandahar, corono el Annapurna, salto hasta la luna, mi corazón cabalga desbocado en el Mar de la Tranquilidad, regreso a Salamanca, veo la línea de meta y... No. No volveré a ver "Forrest Gump" la noche antes de correr la San Silvestre. Son agotadoras sus posteriores pesadillas.
# 123 César Ariza
Competir
Llegar a lo más alto, ser el primero, ser mejor que los demás. Un metro más, un segundo, otro paso, un último sprint antes de levantar los puños. Ganar. La gloria. Ver que tu esfuerzo, quizá de años, tiene recompensa. Llueven las alabanzas, el confeti, las palmadas en la espalda, las palabras que te elogian. Perder. El fracaso. Quedarte pensando en lo que falló: si acelerara más en aquella curva; si me hubiese hidratado mejor; si hubiese dosificado mejor mis fuerzas... si... si... Ni la plata ni el bronce te consuelan. Solo una razón por la cual volverás a participar en la próxima carrera: porque no te cabe en la cabeza otra cosa más que competir.
# 122 RAÚL GARCÉS REDONDO
EL ELEGIDO
Tardó varios kilómetros en darse cuenta de que le seguía. Nada extraño a priori teniendo en cuenta que se trataba de la San Silvestre. Pero había constatado que, si aceleraba el paso, aquel también y si lo reducida, el otro hacía lo propio. No importaba el ritmo que imprimiese pues se mantenía pegado a sus talones. En un momento dado de la carrera, le pareció que su perseguidor se inclinaba hacia delante, como si estuviera a punto de trastabillar y darse de bruces contra el suelo. Pero para su sorpresa, no cayó, sino que, apoyado también en sus manos, continuó corriendo como si tal cosa. El miedo le sobrevino cuando poco antes de la llegada, pudo escuchar con total nitidez unos ladridos. Ya no quedaba duda alguna, había sido elegido como liebre.
# 121 Jesús Navarro Lahera
Mirar antes de cruzar
Era tarde y no había entrenado, así que se calzó las zapatillas de correr y salió de casa a toda prisa. Bajó las escaleras de dos en dos en vez de esperar al ascensor, y luego, ya en la calle, aceleró el ritmo mientras repasaba en el móvil los mensajes de los amigos y los correos del trabajo. Frunció el ceño al comprobar las series previstas, aunque después sonrió al ver que le había escrito su madre. Entonces recordó que al día siguiente era su cumpleaños, pero se olvidó de lo más importante.
# 120 Rebeca Reol Rodríguez
Zapatillas nuevas
Tan solo quedaban unas horas para acabar aquel maldito año. Nunca había corrido. Tan solo la idea de sudar antes de la última noche del año le generaba escalofríos. ¿Cómo conseguiría su look perfecto para esa noche si se iba antes a la San Silvestre? ¿Cómo lo hacía el resto de la gente? ¿Acaso no tenían agujetas al finalizar? Siempre renegaba de inscribirse porque prefería estar deslumbrante en la cena de Nochevieja. Siempre, salvo ese año. El problema con Hacienda, los millones de papeles que tenía que entregar y la huelga de transportes habían truncado su vuelta a casa. Suspiró. Frente al espejo su reflejo le devolvía su imagen con su chándal y sus zapatillas nuevas. Se veía ridícula, pero este año nadie la esperaría en casa. Se puso el dorsal y salió por la puerta. Volvió sudando, el pelo alborotado. Pero feliz, muy feliz.
# 119 Joimar Coromoto Rivero Meza
Dedicado a mamá
Alzo mi mirada al cielo y empiezo a buscar una señal de que me estás viendo, este año a mi lado no vas, pero sé que conmigo estas. Los recuerdos llegan a mi cabeza sin parar, el correr me ayuda a procesar tu inesperada partida de este mundo terrenal. Con tus zapatos favoritos pienso esta carrera terminar. Soy consciente que entre un mar de personas estoy y que tu rostro no está por el lugar, así que me enfoco en el camino tratando de avanzar. Cada paso que doy me acerca a la meta, mis pulmones de aire se llenan para poder continuar y el siguiente paso dar. No creo que en esta ocasión tu partida pueda superar, pero te dedico cada pisada que doy mamá.
# 118 MARIA PILAR PRADO ALONSO
EL COMIENZO
¿Me esperas qui, en el Paseo, y cuando vuelva me das un beso? Reza a San Silvestre para que no llegue el último, pero tampoco el primero, aunque correré veloz y las piernas me levarán ligero. Hoy no espero manjares, vino espumoso, doce uvas, ni buenos deseos de amigos que nunca veo. Sólo quiero la calle, el gentío, los vítores, los aplausos y un millar de rostros nuevos. Necesito sentir los latidos, el pulso acelerado, la falta de aliento y el sudor por mi frente mientras pienso “la suerte está de mi lado y me sonríe, otro año más con los cordones bien puestos”. Pronto termina el año y con cada bocanada de aire me emocionaré porque me sentiré vivo de nuevo. Este es mi gran día y el de todos aquellos con quienes participo en este reto, donde la meta no es el fin, es el principio del comienzo.
# 117 Esther Ligero Luis
La carrera
Cumplió los 18. Lo primero que hizo fue inscribirse en la San Silvestre Salmantina, al recorrido “D”. Había participado otros años, pero éste era especial, sus hermanos que vivían fuera, la correrían con él. Ya solo quedaban pocos días. Una noche tuvo un sueño; comenzaba la carrera y cuando llevaba parte del recorrido, un pinchazo le paralizó, doblado en el suelo, llorando, se daba masajes en su pierna, sus dos hermanos lo cogieron uno de cada brazo y como si fuera en volandas consiguió llegar a meta. Por la mañana, al despertar, cogía su teléfono y leía las noticias comarcales. La primera noticia que saltó fue: «Accidente de tráfico en la A 50, viajaban tres vecinos de la ciudad, dos de ellos fallecieron al instante y un tercero grave lo trasladaron al hospital». Se le cayó el teléfono, retiró la sábana y es cuando vio que le faltaba una pierna.
# 116 CRISTÓBAL MARTÍNEZ HARO
LA HERENCIA
Debes terminar lo que empieces, cueste lo que cueste y sin excusas ni moratorias, le decía su padre cada tres días. De manera intercalada le apremiaba a superar límites, reventar fatigas y perseguir el éxito que se escapa siempre delante del exhausto aliento. Que nunca tengas que pedir perdón a tu orgullo. Mírate con honra todas las mañanas que te encuentres con el reflejo de tu alma. Le obligó a tatuar en el cabezal de su cama la leyenda “prohibido rendirse”. Tres meses le duró el entrenamiento y durante ese tiempo veía en cada segundo y zancada la cara de su padre gritándole espíritu de lucha en el cogote sudado. Llegó el día y corrió, cayó, sufrió y lloró hasta terminar último la carrera. Al llegar a casa su madre le estaba esperando. Tu padre nunca pudo con la San Silvestre hijo mío. De hecho no pudo con ninguna.
# 115 Pablo Javier Prati
El sueño de lograrlo
Al ver la meta repasé mentalmente las extenuantes horas entrenando. Músculos de piernas inflamados, largos y rítmicos pasos que empoderan y agigantan tu figura, el recorrido es cómplice silencioso de tus pensamientos. Con la última bocanada de aire en mis pulmones, estiré la pierna derecha, el pie parecía alargarse, con esfuerzo mi cuello se estiraba formando pliegues en la piel a la altura de la garganta como si esos pocos milímetros de epidermis me darían la ventaja, al mismo tiempo que el pecho inflado sobresalía de forma antinatural arrastrando la cinta de llegada. Seguí unos metros por la inercia, al fin me detuve, doblé el cuerpo hacia adelante, abrí la boca, aspiré agitado todo el aire que pude, las manos apoyadas en los cuádriceps, mirando el empedrado reí … y también lloré. En ese preciso momento oí la voz de Julia decir: “despierta, comienza la SanSil”.
# 114 IRIA DOMINGUEZ POSADA
Una promesa cumplida
Se lo había prometido, en el mismo instante en el que le tocó debatirse entre el sufrimiento infinito y la calma eterna, le aseguré que lo haría por él y con él. Juntos lograríamos cruzar la meta de su San Silvestre del alma, atravesaríamos el puente romano donde tantas veces vimos ponerse al sol sobre la catedral, recorreríamos la plaza mayor en la que despedimos el que creíamos el peor año de nuestra vida, y llegaríamos al paseo de San Antonio que había sido testigo de su esfuerzo y afán de superación a lo largo de los años. Se lo había prometido... y aunque su cuerpo se había ido, su alma siempre volará conmigo.
# 113 Marina Salas Mantaras
Edición especial
- Señor director, ya tenemos preparada la edición especial de mañana: "El diario de San Silvestre". Primero, primera plana con la noticia más importante: "Récord histórico de participación en la San Silvestre Salmantina". Luego, entrevista con uno de los ganadores del año pasado. Recopilatorio de fotos de los momentos más emotivos de la carrera en la última década. Sección "Horóscopo. ¿Ganaré mañana?" Ya sabe, para los más supersticiosos. Unas viñetas graciosas de runners ganando el trofeo pero perdiendo el aliento. Tenemos también publicidad de equipamiento fosforito y una sección de moda con la vestimenta deportiva de este año. Y, finalmente, una sección del tiempo: ¿Lloverá el día de la carrera? - ¡Buen trabajo, equipo! Este año no seréis atletas, pero vaya sprint final habéis hecho todos para acabar esta edición. Así que, si ganamos a la edición Behobia-San Sebastián, ¡os invito a unos churros mañana después de la carrera!
# 112 MARIA NIEVES SORIA SOMOLINOS
EL ESPECTADOR
Al llegar al Puente de Piedra se ha quedado paralizado, hipnotizado, con la carencia del paso alegre de los corredores. ¡Cuántos! ¡Qué marcha! En su refugio la gata parda espera pacientemente el regreso de su pareja: « ¡Otro año más que se ha quedado obnubilado con la San Silvestre! ».
# 111 Elena Hormigo Algarín
Los años por la carrera
Amanece y se despierta, se ducha y se pone la ropa deportiva. Le queda más chica de lo que esperaba, él nunca entrena pero siempre intenta acabar la carrera. Este año le costará más, acaba de cumplir 68 y aun así sigue corriendo. ÉL no lo ve una competición, sino un paseo rápido por la ciudad para ver los grandiosos monumentos y edificios de Salamanca. Le encanta el respaldo de la gente, como todos le animan con sus aplausos. Cuando por fin acaba, llora de alegría, siente sus lagrimas caer por sus mejillas rosadas del esfuerzo y arrugadas por el tiempo. Se siente imparable a pesar de los años que le arrastran.
# 110 Judit Oliva Blázquez
El indulto
¿Cómo podría explicar con palabras lo que sentí cuando crucé la línea de meta? Aún empapada de sudor, con calambres en las piernas y fuego en los pulmones, me sentí más fuerte y más viva que nunca. Cuando me senté para recuperar un poco el aliento y beber agua, no pude evitar recordar lo que me dijeron los médicos dos años antes: "es muy probable que no vuelvas a caminar, lo sentimos". Pero yo no me resigné a que una probabilidad me sentenciara definitivamente, y no sólo volví a andar, también volví a correr. Y ahora me pregunto, ¿cuánto tardaré en echar a volar?
# 109 Agustín
Resiliencia
Ambiente de gala en las calles, se palpa la fiesta. La nueva edición de la San Silvestre Salmantina atrae a una gran multitud. La serpiente multicolor se deja ver y oir. Comienza la carrera, mi salida es perfecta, pronto me despego de todos los rivales, miro hacia atrás y no veo a nadie, estoy volando, voy primero, ya nada me puede parar. Atisbo la meta a lo lejos y escucho al público enfervorecido, llego destacado, levanto los brazos, gano con autoridad, la gente me aclama, no noto el cansancio, estoy henchido de gloria … . Me arrellano en el sofá, aún con la pierna en alto, la rotura del tendón de Aquiles en la edición del año pasado aún me tiene postrado. Prometo volver pronto, algún año conseguiré la victoria.
# 108 PILAR SÁNCHEZ GÓMEZ
MALA LETRA
—Date prisa, mamá, la San Silvestre salmantina es mañana. Lucho, apresurada, contra los ojales del disfraz; siento, reprobatoria, la mirada de mi suegra ante la chapuza que estoy cosiendo: despacito y buena letra, hija, que parece que la única doctrina que suscribes es la del espacio partido tiempo. —¿En qué quedamos? Replico. —La abuela tiene razón, las prisas no son buenas y encima ya no se llevan: slow fashion, slow food, cittaslow… —O sea, soy una madre irresponsable, ambientalmente insostenible y anacrónica para más inri. Pues mira, mientras terminaba tu disfraz iba a pedir una pizza, pero ya me da miedo que junto al repartidor vengan también los servicios sociales, así que voy a dejarlo. Me marcho al mercado para comprar los ingredientes de la slow dinner. —¿Y el disfraz? —Así queda y como vayas a un hipertextil para comprarte otro, llamo a los de Green Peace. Tú verás.
# 107 Concepción Peña Cárdenas
CORRER HACIA UN SUEÑO
CORRER HACIA UN SUEÑO ¡Socorro!¡Fuego! Alguien pide auxilio en la lejanía...Juan intenta correr pero sus pies están anclados al suelo, algo se lo impide...¡Despierta agitado! Observa a sus hijas que duermen plácidamente ; se enfunda unas zapatillas para correr sus quince kilómetros diarios por las proximidades de un parque de bomberos. Su última maratón años antes , en Sevilla, no fue muy placentera, des del kilómetro veintidós comenzó a sufrir un intenso dolor en su rodilla derecha pero, no desistió y consiguió entrar en la meta a pesar de su sufrimiento. Varios diagnósticos le aconsejaban dejar de correr, por fin uno le dio esperanzas y este año se desplazará para correr la "San Silvestre Salmantina". Los valores del atletismo, le dan el ánimo necesario para esforzarse cada día en hacer la mejor carrera, la mejor marca, esa, que le permita apagar a su mayor enemigo "EL FUEGO".
# 106 Miguel Ángel Moreno Cañizares
Como un sueño
Sonaba ‘Carros de Fuego’ desde un lugar desconocido y eso me indujo a avivar la marcha. Fatigada, sudorosa, casi sin aliento, me hallé ante la tienda. Toqué el timbre, pero el dependiente, desde el mostrador, me indicó implacable con gestos que estaba cerrado. Por momentos pensé qué necesidad tenía, en mi estado. Entonces sentí una mano en el hombro. “Precisas una equipación para la San Silvestre, si no me equivoco”. Un viejito de aspecto bondadoso me ofrecía su ayuda. Crédula, asentí y juntos caminamos hasta un pequeño almacén. Entramos y allí había docenas de cajas. “Elige una”, me dijo. “¿Pero cuál?, son iguales y no sé si contienen lo mismo”, aduje con voz temblorosa. “Confía en tu intuición”. Tras unos segundos, opté por la más cercana. “Bien”, oí a mis espaldas. Me giré enseguida y el viejito no estaba, pero yo tenía la ropa para correr mi primera Salmantina embarazada.
# 105 Javier Sánchez Bernal
El relevo
Mi padre amó siempre la San Silvestre Salmantina. Desde que tengo memoria, la imagen de aquellas mañanas junto a mi madre animando la salida y, tras el duro esfuerzo, abrazando su llegada me acompañan como uno de los más valiosos tesoros de mi infancia y adolescencia. Él ya no está… aunque hasta el último de sus días me animó a seguir sus pasos: —Lydia, querida hija, sé que, si persigues tu sueño con tesón, llegarás lejos —me arengaba cariñosamente, mientras ponía a punto sus zapatillas. Hoy, tras el Campeonato de España y con la vista puesta en los Juegos Olímpicos, regreso a la ciudad universitaria del Tormes tomando el testigo de aquellas palabras que lo son todo en mi vida. “Esta San Silvestre 2022 va por ti”, pienso mientras tomo posición en la salida. Reviso mi dorsal: 1920, el año de su nacimiento; no hay mejor presagio. Te quiero, papá.
# 104 JOSÉ LUIS BARROS JUSTO
Conocimiento de causa
El escritor leyó algunos relatos, presentes y pasados, con el único propósito de inspirarse. El último mes las musas habían estado ocupadas en otros paraderos y a él no se le ocurría nada, al menos nada merecedor de un premio. Aguantó casi una hora, hasta que, desesperado, abandonó la empresa. Todos los escritos le parecieron insulsos, o ñoños, o flojos. Algunos incluso estaban mal escritos, algo que él no podía perdonar en un concurso literario. Abundaban los enfermos, las sillas de ruedas, los iluminados a los que le cambiaba la vida después de participar en la carrera. Totalmente desmotivado decidió abandonar. Miró hacia la cama cercana, contemplo el dorsal que habría de usar al día siguiente en la famosa San Silvestre Salmantina y sonrió, al imaginarse que, una vez vivida la experiencia, quizá el próximo año podría escribir el relato ganador.
# 103 Miguel Martin
Niebla sobre el puente Romano
Lágrimas de agua levitan sobre el puente romano. Me susurran salta! salta! Vuela con nosotras. Tapono fuertemente mis oídos para ignorar sus palabras. Comienzo a correr. Desbocado el corazón, mis pulsaciones golpean mis sienes como un martillo. Tras un largo sprint, escapo del puente borrado por la niebla. Corro rápido, sin destino, sin rumbo. Huyendo del pasado, disfrutando el presente, sin imaginar el futuro. Acompasado por el martilleo en mi sien, con el sonido rítmico de mis zapatillas golpeando el suelo, mi respiración fluye, mi cuerpo se relaja. Logro fijarme en el camino. Liberados de la niebla oscura mis ojos vuelven a la vida. Levanto la mirada, diviso una luz tenue, una diminuta llama incandescente, libre tras disiparse la niebla espesa. Esa luz penetra en mí, me invade, me llena. Y corro, como un loco, hacia esa pequeña llama que baila y brilla en tus ojos de gata. Mi meta.
# 102 Maximiliano González
El orador
Enarbolaba sus sólidos argumentos ante un auditorio hipnotizado frente a la sutil ilación de sus ideas. Se veía que ya no dudaba. Sus ojos brillaban en cada frase, sus silencios desbordaban de intenciones y gestos que todo el mundo entendía. Era tal el sortilegio que hubiera podido pedir cualquier cosa. Cuando concluyó, un joven que lo seguía con atención, le hizo una sola pregunta. El orador lo miró con el entrecejo fruncido, sudó, observó el entorno. La expectativa de su respuesta llenaba un silencio que lo apuntaba con su dedo firme. Se aflojó la corbata, tuvo una leve convulsión y cayó desmayado. El estupor del auditorio modeló un nuevo silencio dudoso y nuevas certezas que iban y venían por el aire. Al día siguiente, el orador murió sin haber dudado una sola vez de todo lo que había afirmado con tanta seguridad.
# 101 Fernando Robles Arzú
Amor y Covid 19
Como rayo, llega “algo fulminante”, unos chispeantes ojos de lince entrecruzando los míos. Brillantes esmeraldas, tras una mascarilla que cubre parcialmente el rostro, insinuantes y soñadores. Deseo abrazarle, acariciar ese divino cuerpo, escuchar los latidos del corazón, más contengo mis emociones, cataratas desbordantes, porque va acompañado y él, diligente apoya su andar. ¿Estás sonrojado o pálido?, vas frente a mí una y otra vez, con pensamientos de amar y ser amado, juego de esgrima y estocada en el alma, con la mirada. Quiero decir: Te amo, oír de tus labios yo también, más una lágrima furtiva emerge detrás de la mascarilla, quisiera besar tus bellos ojos, alma de mi alma. Sudoroso, temblando, tienes fiebre, sí, Covid, vas al hospital y es nuestro triste adiós, sin conocernos; es la ruleta hospitalaria, calle de la incertidumbre, del brazo amoroso de él, ¿Te besará ella, la muerte? Seudónimo: Triste
# 100 Mayte Blasco Bermejo
Ganador sin medalla
He ganado la San Silvestre salmantina, le pese a quien le pese, pero no han querido darme la medalla. Resulta muy frustrante ser el más rápido y ver cómo entregan los premios a otros corredores mucho más lentos que yo. Es una injusticia. Por fin veo aparecer a Jorge. Entrenamos juntos todos los días, pero le he sacado casi treinta minutos de ventaja. Se acerca a mí jadeando con el ceño fruncido. En lugar de felicitarme, me dice: “Pero qué mal te has portado, Toby”. Y después encaja la correa en mi collar. Cabizbajos, regresamos a casa mientras fantaseo con la posibilidad de poner una queja para que organicen una San Silvestre canina.
# 99 Nuria Chicote Mendarozqueta
Gente que corre
Salió con lo puesto, bajando las escaleras de tres en tres. El legado rojo que le había dejado el último bofetón en la mejilla le sirvió de impulso. Al llegar al portal, se fundió con una multitud que también corría. Los gritos del hombre que la perseguía embistieron inútilmente la muralla movediza que avanzaba calle abajo. «Qué extraño atuendo para correr», pensó el octogenario mientras contemplaba cómo la mujer de mejillas encendidas le adelantaba. Él llevaba un año preparándose para aquello. Con cada zancada, el recuerdo del día que salió del hospital quedaba más lejano. ─¡Un último esfuerzo, que ya llegamos! ─se escuchó una voz desde atrás. Aquel joven celebraba cada paso que le había llevado a superar su adicción y a correr, por fin, la San Silvestre salmantina. Al terminar la carrera, todos llegaron al mismo lugar. Sin embargo, cada uno había alcanzado una meta distinta.
# 98 Maria Andreea Pinzari
Solo un poco mas
La fatiga me mataba, pero debía seguir corriendo. Ya no quedaba nada para llegar al final de esto y poder decir finalmente que lo había logrado por ella. Su sueño siempre fue hacer esto juntas, pero ahora que ya no está. Yo haré esto, yo correré la San Silvestre Salamantina, la que celebraba su pueblo. Ya no quedaba nada. Solo había que correr un poco más. Solo un poco más.
# 97 GLORIA FERNÁNDEZ SÁNCHEZ
ME LLAMAN MINOTAURO
ME LLAMAN MINOTAURO Me llaman Minotauro y hoy vivo en un laberinto, no en Creta, sino entre las calles de Salamanca. Sus piedras ambarinas sustituyen la confusión de Cnosos. Hay dolor en mi pecho, por el desdén del mundo ante mi doble naturaleza. Por eso corrí entre pasillos, rotondas y lucernarios. Hoy he salido a la calle, ya que Teseo me busca (o eso dicen en la Facultad de Clásicas). Lo que nunca esperé es esa masa enfervorecida, ni el afán de gloria que brota en mí. Jamás sacrifiqué a efebos y doncellas, como se cuenta, pues tengo compasión. Entre todos construimos una palestra y entrenamos con ahínco. Quizá el día sea testigo de esta victoria, tras el esfuerzo de miles de años. Pues, aun viejo, los vítores me elevan infinitamente, bajo el sol que tanto extrañé. **
# 96 María Monge Hermida
La locura de mi sueño
“¿Estoy loca? No, no creo; no puedo estarlo. Llevo soñando con el pistoletazo de salida suficiente tiempo como para saber que no estoy loca. Bueno, a lo mejor sí lo estoy, pero ya no hay vuelta atrás…¿o sí?¿Queda mucho? Dime que más de cinco minutos; necesito ir al baño antes de empezar a correr, que ya verás si no. ¿Tengo las zapatillas bien atadas? ¡Ay, no lo sé! ¿Quién me mandó apuntarme a esto? Mírales a todos, tan profesionales. Y yo... yo seguro que me caigo, o me tuerzo un tobillo, o mis piernas se paran a mit…” (Suena el pistoletazo y, a pesar de mi locura, corro entre los nervios y la multitud).
# 95 María Nieves Angulo Salazar
REINA DE LOS MARES
Lo supe durante mi estancia en la clínica. Envolviste mis piernas inútiles en una manta y me anunciaste: ―Ahora eres una sirena. Sí. Ahora soy una sirena, un pez fuera del agua, boqueando en un mundo hostil en el que mi vida anterior ya no tiene sentido. ¿Dónde voy yo, infeliz reina de los siete mares, arrojada a una playa desconocida, entre los restos de mi naufragio: destartaladas ilusiones, sueños rotos, las zapatillas de running que calzaba aquel fatídico día, cuando las ruedas de un coche despistado me convirtieron en sirena…? Te niegas a dejarte atraer por mis lastimeros cantos; no, no te estrellarás contra los arrecifes de mi pesimismo. En lugar de eso, el treinta y uno de diciembre me sitúas en la línea de salida, triste soberana en mi trono de ruedas: ―Aprende a respirar fuera de tu elemento ―ordenas―. Conquista nuevos océanos. Conquista una nueva meta…
# 94 Fran Oromí Viñes
Latidos
Apenas unos pasos tras el disparo de salida y ya siento el poder incontrolable de los latidos. Un indescriptible motor enérgico que me pone totalmente en circulación. Una fuerza inexplicable que no había sentido nunca antes, y que me empuja un año más a comenzar esta carrera. Y aunque el ritmo que llevo es más lento y cadencioso que en anteriores ocasiones, también es más seguro; y mis pasos más firmes. Noto mi pulso acelerado. La ropa ancha rozándome la piel con cada zancada. Pero prosigo la marcha, más aminorada que en pasadas ediciones. No tengo prisa. Y te toco. Te acaricio con la palma de mi mano. Sobre mi vientre, te siento: cerca, dentro. Y mientras sigo y sigo, mientras seguimos, recorremos, unidas, nuestra primera San Silvestre Salmantina juntas, hija. Y cuando me quiera dar cuenta divisaré, a lo lejos, mi meta: al final del camino.
# 93 Miguel Ángel Hermida Izquierdo
FARAUTE
Colegio San Estanislao de Kostka, Salamanca 31 de diciembre MMMCCCXXXV A.D. Es por ti, amigo; cada zancada, cada gota de sudor, cada lágrima. Al paso del Puente Romano, la ribera y las catedrales, revive a este mortal en la historia pasada. La belleza del paisaje acelera las partes esenciales del espíritu ganador. Rollo, San Isidro, Delicias, Prosperidad, Canalejas y tantos otros rincones que nos atrapan y atomizan las barreras de este tiempo cada año. Tu alma impulsa mis zancadas, mi triunfo es el tuyo. En la piel tatuada perdura el código de 1984 que tanto te gustaba contar. Fuiste el dueño de cada huella y casa de los sueños. Viste; a la tropa de sandalias esquivándote, y piernas de este mundo cubiertas en piel y algodón. Me dijiste que siempre te llevabas algo. O la huella o el sueño. S. S. S.
# 92 Eider Larreategui Arana
Veni, vidi, vici
Recuerdo perfectamente, mientras corro, aquellas tardes otoñales color oro. Entre sorgo y cebada pasaban las horas al ritmo de nuestros tarareos. “Salamanca, la blanca, ¿quién te mantiene?” decía él. “Cuatro carboneritos que van y vienen” decía yo. Los dos alegrábamos las callejuelas y balconadas del barrio al regresar con tesoros. Para cuando entrábamos en casa, abuela ya tenía en la mesa un buen plato de chanfaina. El brindis, bendecido siempre, se hacía recitando al unísono “Veni, vidi, vici”. Palabras mágicas que interconectarían generaciones de por vida. Como bien me enseñaron, yo enseñaré. Son las 23:50 del día de San Silvestre. Hago el recorrido yo sola. Sola no. Él viene conmigo. Miro a diestra y siniestra, al fin y al cabo, lo que voy a hacer es ilegal. Pero se lo prometí. Rezo en alto “de Silvestre a Silvestre, bajo los ojos de Julio César. Veni, vidi, vici”. Cenizas al aire.
# 91 Soraya Ratón Díaz
Quiero ver la San Silvestre
Pero hijo, si a ti no te gusta el deporte. Ya se por qué quieres ir: Para encontrarte con tus amigos Fran y Francisco, y copiar sus mejoras en tu silla de ruedas.
# 90 JOSE ANGEL MACHO BARRAGUES
LAS LLAVES
Salgo de Madrid con mis llaves como prometí a mi abuela. Junto a gentes de La Armuña, de la sierra de Francia y del campo charro acudimos a Salamanca para disfrutar de esta carrera. Esto empieza ya, la plaza mayor está engalanada hasta reventar. Al pasar por la fachada de la universidad salta la rana y nos saludo el astronauta. La casa de las conchas es un espectador más entre el público alentador. Los disfraces de los cientos de participantes adornan unas calles repletas a raudales. Llegamos al río Tormes por el puente romano, junto al toro y la higuera símbolos de nuestro escudo. Estoy llegando a la meta y estoy eufórico, pensar en lo larga que será la noche me da un soplo de aire puro. Por fin he cumplido, he completado 10 km para entregar mis llaves a la ciudad de mis sueños en honor de mis abuelos.
# 89 David Vicente Hernández
Doce santos meses...
Empieza Santo Tomás de Aquino. Después San Valentín. Sigue San José. Más tarde San Jorge. Llega San Fernando. Ya estamos en San Juan. Corre San Fermín. Luego San Roque. Más tarde San Mateo. Posteriormente Santa Teresa. El penúltimo San Andrés. Y termina San Silvestre, Salmantina.
# 88 Ariadna Nogueras Clajer
Un salto a la igualdad
Siempre fui todo un campeón en atletismo. Des de bien pequeño corría sin parar con el objetivo de quedar número uno en el recorrido de San Silvestre Salmantina. Una noche, un coche chocó con nuestro automóvil y, desgraciadamente, perdí la pierna derecha. Caí en una gran depresión hasta que, un día, supe que todo seguiría igual si yo no hacía algo para cambiarlo. Me preparé para completar el recorrido B: 1500m y lo logré. En ese momento entendí que no hay nada imposible si lo intentas. La discapacidad no lograra cumplir mi gran sueño: ser atleta.
# 87 Victor Hugo Acosta Miranda
Desafío personal
Desafío personal Los nervios y la ansiedad en la noche previa. El repaso del recorrido. El recuerdo de los kilómetros entrenados. Todo está listo. El calzado adecuado para amortiguar los impactos, ropa deportiva liviana y el hermoso dorsal. Hidratación y comida adecuada para rendir lo mejor posible. Las ganas de competir, pero a su vez de compartir en un ambiente ameno. Conocer gente, divertirse y sonreír. La necesidad de descansar, pero la cabeza no para. La necesidad de dormir es vital, pero todo vuelve una y otra vez. Repaso el recorrido, observo el calzado y la ropa por última vez. Chequeo la inscripción y la hora de largada. Sueño con la carrera y me veo llegando a la meta. Me despierto, llegó el gran día. Un sueño por cumplir, nueva experiencia por disfrutar. Está todo listo. ¡Por un nuevo desafío personal!
# 86 María Ucher Tena
1984
Como cada año, se prepara para la carrera. Esta vez le pide ayuda a sus nietos para atarse los cordones. Es lo que tiene la edad. Se apoya en su hijo para llegar a la salida y recuerda la primera carrera en Prosperidad, Delicias, San Isidro y el Rollo. Hace casi cuarenta años. Nada que ver con la de gente que hay ahora. Se da la salida y el anciano se pone en marcha. Los demás son más ágiles, pero él al correr trota sobre sobre la historia. Por eso que cada zancada es un trueno. Cada gota de sudor, un rincón de Salamanca. Los suspiros contienen los gritos los que alguna vez animaron. Al cruzar la llegada, se agitan los edificios de la ciudad. Y desde el espacio, un punto luminoso ilumina por unos instantes todo el universo. Levanta los brazos.
# 85 Néstor Fabián Gautero
Corriendo se construye civilización
Cuando le dieron el número 24 para su dorsal tuvo una epifanía. Contempló millares de antorchas en el cielo. Supuso, que la más brillante correspondía al Papa Clemente qué, así como él mismo, había tenido que lidiar con intrigas políticas y conflictos bélicos. Sería su primera carrera Salmantina. Sonreía al saber que al cruzar la línea de meta qué era la del tiempo, honraría con el nuevo año los 23 de papado que supo tener el santo. Sólo se lamentaba por aquellos que había dejado atrás, a más de 7000 kmts, los que corrían para esconderse, buscando salvar sus vidas en su patria natal. Correría en honor de todos ellos, pues el número en su dorsal le recordaba demasiado aquel aciago día de febrero en que todo se perdió. Correría como un ciudadano del mundo. Cada paso que diera, sería un paso más en honor a la civilización.
# 84 Juan Carlos Salazar Novoa
En sus marcas...
Mi relación con la San Silvestre Salmantina es, literalmente, de amor. En 1984, aunque me torcí el tobillo y no llegué a la meta, seduje a Rosario mientras me inmovilizaba el pie con escayola. Trescientos sesenta y cinco días después, ya casado con ella, corrí para celebrar el nacimiento de Iñigo, mi primogénito. Sin embargo, al final de la tercera edición, fui sorprendido por mi esposa junto al verraco del puente romano, cuando besaba a Thais consolándome por no haber ganado las veinte mil pesetas del premio. El ochenta y siete fue el año de mi primer divorcio, mi segundo matrimonio –con Thais–, y mi tercer lugar en el podio de la cuarta Salmantina. No he conseguido otros podios hasta ahora, pero voy por nueve casamientos, ocho separaciones y once hijos. Todo corriendo. Belén, mi mujer actual, no me dejará mentir: esa carrera me inspira.
# 83 BEATRIZ
NUEVA SANSIL, NUEVO ATLETA
Soy Lengüeta, unas viejas zapatillas de atletismo. El Atletismo es el deporte rey, tiene historia, cultura y unos valores universales. ¿Conoces sus beneficios? ¡Aumenta la capacidad pulmonar! La fecha de la San Silvestre salmantina está cerca. ¿Tenemos el dorsal? Seguro que la salida y meta es en el Paseo de San Antonio ¡de eso no tengo ninguna duda! Espero que mis compañeros pies aguanten sin lesiones y me lleven al parque, las zonas verdes me encantan. Pasaremos por calles asfaltadas, con adoquines, un puente romano y sobre el famoso río Duero con su vegetación, canoas y patos. ¿Irá gente de la élite española? Los entrenamientos que realizamos son duros y durante los últimos meses más constantes que nunca. Dicen que, aunque la mona se vista de seda, mona se queda, pero mi runner se ha comprado ropa deportiva nueva, era necesario y le apetecía zapatillas tecnológicas... ¡Nueva Sansil, nuevo atleta!
# 82 Maria Eugenia Jaramillo
Corre y vuela
Sentir el corazón delirante que empieza a palpitar al calzar la ligera zapatilla y poner en mi pecho el deseado dorsal. Con paso firme y confianza me dirijo al paseo de San Antonio, anhelando con cada zancada mi tiempo mejorar. Te encuentro entre la multitud, con tu acostumbrada actitud desafiante, me miras distraída como si mi presencia no te importara. Con este desplante amada mía, me entregas las alas que necesito hoy para correr sin temor a fracasar. Si acaso en el recorrido nos topamos te miraré de frente y desde lo más profundo de mi ser te entregaré mi dulce despedida. Vuela mi amada paloma que yo seguiré adelante sin necesitar nunca más tu compañía.
# 81 Natividad Villar Martínez
CARRERAS QUE VULNERAN DESTINOS
¡Corre, corre, no mires atrás! ¡Que sus vastas manos no te alcancen!, es el soliloquio que Andrea emite sin descanso. Con su dorsal número veinte, como los veinte años que ahora deja atrás, Andrea avanza por el recorrido, entre aplausos y vítores del público congregado, ella es sabedora de correr, aunque más bien de huir, hoy correrá pero sin miedo, por puro placer, por pura autoestima, por propia valía, para demostrar al mundo, aún más a ella misma, que es capaz, que ha tomado la mejor decisión, que rompe con el pasado, con ese monstruo que aniquila todas sus ilusiones y ensombrece su talento. De pronto una excitación recorre toda la espina dorsal de Andrea haciéndola salir de su ensimismamiento, alcanza rápido el móvil, pincha en el enlace que le permite inscribirse en la treinta y ocho edición de la San Silvestre Salmantina, ¡Ahora sí, ya no hay vuelta atrás!
# 80 Luis Francisco Gómez Ordóñez
La sima de los huesos
Agamenón y Miguelón se encontraron de frente con la bestia. El hambre que les unía hicieron posible enfrentarle. Tenían como arma mandíbulas de animales cazados que en su momento habían servido como abrigo y alimento; Esta vez sintieron miedo el rugido de la bestia sus afilados dientes y su actitud de lucha, sumado al hecho de que era la primera vez que la veían, hicieron que se replegaran. A paso lento fueron caminando hacia atrás sin quitar de encima la mirada al animal, en buen momento lo hicieron, pues la bestia envistió hacia ellos con total determinación. Como nunca «Corrieron por sus vidas». Al día siguiente cuando la tormenta había cesado, volvieron a la caza, las ganas de derrotar a la bestia fueron el motor de impulso, de nuevo corrieron, pero esta vez hacia adelante para imponerse y lograr el objetivo: todos podrían comer y sobrevivir otro tiempo.
# 79 MARÍA DE LA VEGA RODRÍGUEZ
LOLI
Loli se enfunda por fin sus mallas nuevas. Pronto darán las diez y pasarán las demás a buscarla. «Las chicas de oro», las llaman en el barrio. Por nada del mundo se perdería un día como hoy, así que no puede encantarse: los veteranos salen a las 12.30. Han quedado tempranito para ponerse al día; hoy está prohibido hablar de penas. Cuando Juanjo la ve aparecer en el comedor de esa guisa, le suelta «¡Pareces una rana, abuela!». Su marido, que todavía va en pijama, le da la razón al chaval y sigue hojeando el «As» con aparente desgana. «Es que el verde es mi color favorito, el verde esperanza, ¿verdad, Antonio?» y le guiña un ojo al nieto. Antonio la mira como si no llevaran más de cincuenta años juntos, como si la acabara de conocer y, sonriendo con disimulo, se encoge de hombros. «Si tú lo dices...».
# 78 Karolyn Valle Ocando
Vigor y anhelo
Tomo una gran bocanada de aire intentando calmar mi emoción y mis nervios, el día por fin ha llegado. El camino para llegar aquí fue arduo, sin descanso, practicando todos los días e intentar dar lo mejor de mí. Recuerdo las prácticas, en las que intentaba superarme cada día. Recuerdo cuando el cansancio borboteaba en todo mi cuerpo, al mismo tiempo que mi fiereza resurgía más fuerte en mi espíritu. «El deporte es lo que nos hace seres humanos», pensaba con ahínco, talvez porque correr me hace sentir libre como el viento y como una fuerza imparable. Miro a los demás y veo en sus ojos los mismos sentimientos de emoción y ansia. Simpatizo con ellos, porque, después de todo, no es solo la lucha lo que nos mueve, es la hermandad, el gusto y el amor por el deporte lo que nos ha unido a todos.
# 77 Jordi Rico Jordan
SENTIR
-Ya nací con ese don o maldición. Víctima de acoso por parte de mis compañeros de clase. Acostumbrada a correr, sin saber a dónde ir. Era rápida, se me daba bien huir. Mi ilusión diaria era salir a correr con mi padre después de mis jornadas escolares. Era todo un sentir, paz, bienestar, dar un paso tras otro con firmeza, sin temor, olor a velocidad, aire en la cara, escuchar mi respiración junto a la suya, protección y libertad. El mejor día del año es la participación en la San Silvestre de mi ciudad Salamanca. Siento un gran ambiente, muchas voces, pasos aglutinados, ritmos alternos al respirar, olores dispersos que varían al pasar. Ese día es muy especial para mí ya que mi madre viene con nosotros. Yo, como es normal, en el medio junto a ellos No puedo ver la meta, pero la siento al pasar.
# 76 Salvador Pulido Poyal
TERAPIA
Hacía ya tres semanas que se marchó de casa. Tras seis años de relación, el recuerdo que le quedaba de él se aferraba a su pecho en una respiración descompasada y en el abrazo insomne de la noche. Había tragado cantidades ingentes de pastillas recetadas, sin éxito. En tres semanas había hecho más amigos en la farmacia que en la Universidad. Pero no se rendía, volvería a resurgir cómo el Ave Fénix. Sabía de un antiguo remedio, lo había escuchado desde siempre y estaba dispuesta a probarlo. Así que tomó su dorsal, lo pegó en su camiseta, aunque se sentía cansada estaba dispuesta a llegar a la meta. Sabía que no hallaría mejor terapia, al menos de momento, que correr en la San Silvestre salmantina. Comenzó la carrera con la promesa velada de que aquella noche, finalmente conciliaría el sueño.
# 74 José Rodríguez Pérez
AMIGOS
¡Que grande eres gordo! Samuel volvió hacia atrás la cabeza; su corazón -ya relajado- volvía a latir con fuerza. Dani -con una amplia sonrisa- se alegraba por la buena carrera que hizo en la San Silvestre. Cinco años atrás, no eran tan amigos. Sin poder evitarlo, llegaron a su memoria unos recuerdos de esa época; que se quedaron grabados de forma indeleble. Tampoco pudo evitar que se escaparan dos lágrimas, que resbalaron lentamente por sus mejillas. Su amigo -un niño enjuto y agresivo- no paraba de acosarle, e incluso lo insultaba, llamándole: ¡Gordo imbécil! Aunque eso formaba parte del pasado; atrás quedaron sus complejos. El deporte lo había convertido en un joven fuerte y atlético. Se miraron durante unos segundos; en sus ojos no había el menor atisbo de rencor; sellando su amistad con un sincero y afectuoso abrazo.
# 73 Omar Fernando Argüello
Perseverancia
Se había preparado como nunca y estaba listo: un año había luchado contra las lesiones que lo habían perseguido desde la carrera anterior, en la que, por culpa de una caída, había llegado a la meta rengueando y llorando desconsoladamente. Sabía que volvería, porque lo llevaba en la sangre: nunca había faltado desde los diez años y esta sería su trigésimo quinta carrera mezclándose entre los entusiastas corredores. Estaba seguro de que nada iba a poder impedírselo, por más que hubiera escuchado hasta el cansancio que ya no le daban ni el cuerpo ni las piernas para semejante distancia y que era una locura lo que quería hacer, después de lo que le había pasado. Finalmente, el gran día llegó… Y sus hijos, que lo habían acompañado, se sintieron muy orgullosos cuando dejó las muletas junto a ellos y se perdió entre los corredores que esperaban la señal de partida.
# 72 Salvador Pulido Poyal
TERAPIA
Hacía ya tres semanas que se marchó de casa. Tras seis años de relación, el recuerdo que le quedaba de él se aferraba a su pecho en una respiración descompasada y en el abrazo insomne de la noche. Había tragado cantidades ingentes de pastillas recetadas, sin éxito. En tres semanas había hecho más amigos en la farmacia que en la Universidad. Pero no se rendía, volvería a resurgir cómo el Ave Fénix. Sabía de un antiguo remedio, lo había escuchado desde siempre y estaba dispuesta a probarlo. Así que tomó su dorsal y lo pegó en su camiseta. Aunque se sentía cansada estaba dispuesta a llegar a la meta. Sabía que no hallaría mejor terapia, al menos de momento, que correr en la San Silvestre Salmantina. Comenzó la carrera con la promesa velada de que aquella noche, finalmente conciliaría el sueño.
# 71 Ignacio Barberán Garcia
Presión
“¡Vamos Tomás, a ganar! Papá estaría orgulloso, Mamá lo está y Carmen. ¡Voy a ganar! Soy el primer español en la final olímpica de los 100 metros, todo el país pendiente de mí ahora mismo, y millones de espectadores, ¡tengo que ganar! Llegué con la peor marca personal y la he pulverizado dos veces, ¡puedo ganar!, lo siento en mis tripas. Portada en toda la prensa, pero “Favorito para quedar último” no es justo, ese periodista se va a comer sus palabras cuando esté dando la vuelta al estadio con la bandera sobre los...” - En sus marcas. “Vamos Tomás, toca concentrarse. ¿Cómo era? El terapeuta, dijo tantas cosas que no recuerdo casi nada. Respirar con toda la atención puesta en el aire que entra y sale. Tenía que haber empezado antes. Sentir la tensión en cada parte de mi cuerpo empezando por los pies, gemelos…” ¡PUM! - ¡MIERDA!
# 70 Rafa Olivares
TRAS LOS PASOS DE BENAVIDES
Hacía mucho tiempo que no practicaba deporte, pero ahora estaba decidido a participar en la San Silvestre Salmantina. No pretendía ponerse en forma, ni adelgazar, ni llevarse ningún trofeo; nada de eso, lo iba a hacer por orgullo profesional y sentido del deber, y se conformaba con llegar cerca del señor Benavides. Se preparó a conciencia. En sus horas libres, casi siempre de noche, se le podía ver haciendo series en la pista de atletismo o cogiendo fondo por la vereda del río, siempre con la mente puesta en poder soportar el ritmo del señor Benavides. El día de la prueba, muchos corredores iban disfrazados, la mayoría de Papá Noël. Él no, tampoco llevaba vestimenta de corredor, simplemente vestía su uniforme de trabajo de todos los días. Consiguió su objetivo, en la recta de meta todos pudieron ver a un señor de frac justo detrás del famoso moroso Benavides.
# 69 Rubén Blanco García
Constantina Constante
—¡Oh, rayos, al fin! —profirió aquella mañana, irrumpiendo en casa y arrojando al aire, uno tras otro, sus detestables zapatos de tacón. —¿Ya estás de vuelta? —chilló Silvestre desde la habitación. —Tina, están a punto de llegar —le avisó prontamente mientras recogía su blazer en el ropero del vestíbulo. —¿Quiénes? —pataleó— ¿Por qué? Para la carrera de este año, los compañeros del Club de Atletismo y demás miembros de la comitiva habitual —familiares y amigos— habían decidido llevarla en volandas no sólo durante los 10.000 m. del recorrido “D”, sino también desde la misma puerta de su domicilio hasta el Paseo de San Antonio. —Venga, recoge todo —le dijo apilando su pulsera, su móvil y reuniendo sus mejores zapatillas—. Más de 7.000 corredores de todas las edades y llegados de todos los puntos, tomaron las calles de Salamanca para disfrutar de una espléndida jornada de deporte. Su marca… 33:59.
# 68 Juan Antonio Melero Jimenez
ORGULLO
ORGULLO Mi rodilla clavada en el empedrado que se sentía húmedo no por el relente del día invernal sino por los cientos de años de historia. Pensé, estuve apunto de caer, que poco falto, hubiera sido el culmen glorioso a ese final de año. Escuché su voz y levante la mirada, era muy joven, me estaba tendiendo la mano para que me incorporara, la acepte con gratitud y algo de orgullo de ver como las nuevas generaciones siguen siendo un ejemplo de deportividad. En su empujón sentí el hermanamiento una vez más de aquella carrera Salmantina. En ese momento lo tuve claro, los años que me queden seguiré participando y podré continuar sintiéndome parte del futuro.
# 67 Carlos Gitrama Segovia
Mirada al frente
Cada historia tiene un por qué, y esta no es menos. Todos tenemos una motivación, la mía era huir. Huir de la soledad. Huir de mis pensamientos. Huir de mis miedos. La verdad es que la primera vez que decidí correr, tan solo podía pensar en mantener el corazón dentro de mi pecho, algo ridículo, si, pero funcionó. Innumerables son los motivos e incontables las historias que estos crean; aquí va una, y si tuviera una moraleja sería esta: con el tiempo todo se cura, y mientras corres, no miras atrás.
# 66 Maximiliano Sacristán Bullo
La serpentina
Claro que antes hubo una noche de ansiedad en el hotel, de obligarse a dormir para mejor descansar. Claro que antes estuvo el ataviarse para la ocasión, la entrada en calor. Claro que antes fueron los colegas, los vecinos, muchos rostros en la mañana salmantina. Claro que antes vivenciamos el entusiasmo por lo inminente: ser parte de la ceremonia. Después el cuerpo se transforma, el corazón se acelera y la adrenalina fluye: como una procesión de feligreses ansiosos, estamos corriendo. Así se pasa la ciudad, la gente, las horas. Los músculos se metamorfosean en kilómetros. Ahora somos una sola mente, una serpentina multicolor que se derrama por el damero laberíntico de las calles. Y ya cruzamos el Puente Romano, ya escalamos la Cuesta de Oviedo. Ya regresa el Paseo de San Antonio. Llega el resuello, la alegría por el esfuerzo recompensado. La serpentina comienza a disgregarse hasta el próximo año.
# 65 Ana Isabel Rodríguez Vázquez
ABUELA A LA CARRERA
Si mi niño quiere correr, pués yo también corro. Corro a la cocina y dejo la masa fermentando, el lomo adobado, el jamón, el chorizo… Luego corro a esperarlo en la meta. El pobre llega entre los últimos, pero allí estoy yo para animarlo. Después corremos juntos a casa y le sirvo una buena ración de hornazo, para reponer fuerzas. Y, por fin, me echo una última carrera hasta el sofá, y caigo rendida como si yo también hubiera corrido la San Silvestre salmantina
# 64 Luis Angel Alburquerque Sánchez
Futuro pasado
Futuro pasado es un concepto que te lleva a iniciar la carrera desde la meta hacia la salida. Suelta el botón de tu cronómetro, salta la línea de meta hacia atrás. Vuelve por tus zancadas, aplausos despegados, gritos de fuera para adentro, cierra el tapón de la botella del agua, te ¨des¨ tropiezas, de nuevo en la línea de salida, suelta los cordones de tus zapatillas. Y ahora, respira hondo, exhala e inhala. Mira a tu alrededor ¿lo ves? ¿tienes esa sensación, ese escalofrío, de formar parte de ello? ¿estas sonriendo? ¿sigues erguido emocionado? Piensan que eres un afortunado, pero no ven tu esfuerzo, ni tu sudor o tu sed. Ahora solo piensas en ello, en que lo lograste. En la meta, a ese momento, algunos lo llaman déjá vu.
# 63 MARÍA DEL CORO CANTERA MANCHÓN
COMO ESTRELLAS FUGACES
Una y otra vez pasabas junto a mi como una exhalación. La mirada al frente, el ritmo de la pisada constante, nada parecía hacer mella en tu firme determinación, ni los gritos de los espectadores ni el tiempo frío que congelaba el aliento de los participantes. Tú, que siempre había escogido la tranquilidad como emblema de tu vida diaria, te lanzabas ahora en pos de un destino que corría más que tú. La moneda había sido lanzada al aire, y la suerte estaba echada desde el principio. En el último giro antes de llegar a la meta volviste apenas un instante la mirada, y en tus ojos alcancé a ver cómo tu vida entera pasaba fugazmente. El destino te jugaba una mala pasada, la victoria nunca estaría a tu alcance, la meta se alejaba. Tú, mi héroe, siempre tendrás un lugar en el altar de quienes persiguen sueños inalcanzables.
# 62 JOSÉ ANTONIO LOZANO RODRÍGUEZ
SALIDA
SALIDA Salta, se agacha, trota a pequeños saltos, abre los brazos, los cierra, los vuelve a abrir, mueve el cuello, aspira hinchando sus pulmones, suelta el aire despacio, lo saborea, estira las piernas, dobla las rodillas contra sus muslos, rota sus tobillos, primero uno, rápido el otro, se despoja del chándal lentamente, poco a poco, se ajusta bien el pantalón, tiene frío, levanta su cabeza, la baja, hace círculos con el cuello, abre la boca, mastica aire, es su propio vaho, se desplaza con pequeños pasos, tropieza con otro atleta, sonríe, recibe otra sonrisa, mira hacia atrás, hacia cada lado, cierra los ojos, los aprieta, los vuelve a abrir, cruza la mirada con otros, mira hacia adelante, el frío parece sitiarlo, como a los demás, se abraza a sí mismo, se concentra mirando al suelo… Por fin se oye el disparo. Por delante, el horizonte solo.
# 61 Laura Pilato Rodríguez
CAER EN GRACIA
La iglesia de San Benito necesitaba un tejado nuevo. El párroco pidió la colaboración de los feligreses, y, a cambio, se comprometió a ganar la San Silvestre salmantina. El día de la carrera se plantó en la salida con su habitual sotana. Y con ella enzarzada entre las piernas, cruzó la línea de meta, dando un monumental traspié. Ganar, no ganó, pero salió en todos los noticieros. Mañana empiezan las obras.
# 60 CAROLINA RAMOS CANTERA
Anochece en la ciudad.
Corro porque me gusta el silencio, y la soledad que persigue mis pasos, uno a uno, sin descanso. Especialmente en invierno, cuando la nieve recién caída amortigua el golpe de la suela de las zapatillas sobre la carretera. Esos días invernales, fríos, y desangelados me levanto tan temprano como mis huesos ya envejecidos lo permiten. En esas cuestas de la Sierra de Béjar soy inalcanzable. Hoy, 26 de diciembre, estoy aquí, inmóvil, debajo de la pancarta con el rótulo “salida” en grande. ¿En qué momento pensé que mi lugar era este, entre la multitud que inundaba hace unos instantes la avenida? ¿Cómo me dejé convencer sin ninguna oposición? Todavía oigo el retumbar de miles de pies que golpean rítmicamente el asfalto de la ciudad. Son titanes que tienen una misión que cumplir en la ciudad, la unión hace la fuerza. Yo regreso a mi montaña querida.
# 59 Coradina Garcia
Correr contra el miedo
Marina sintió los latidos de su corazón en las sienes. Eso solo le ocurría cuando estaba al límite o cuando tenía miedo. Lo primero, buscar su límite, era una sensación que había descubierto hacía poco, desde que entrenaba carrera. Correr hasta que el aire le quemaba los pulmones era otro indicador de que estaba llegando al límite. Sin embargo, con cada zancada ganaba más seguridad. Cada kilómetro le daba mayor libertad. Cada meta representaba un objetivo cumplido. Aquella mañana en Salamanca, Marina contempló con una sonrisa el colorido de la ciudad. El aire helado movía los banderines del trazado. Mientras corría la San Silvestre, disfrutó del calor del público. Al ver a su marido entre la muchedumbre supo que los latidos en las sienes ya no eran por el miedo.
# 58 Yolanda Salguero González
Triunfo asegurado
Triunfo asegurado A lo lejos los atletas visualizan la meta, cada vez más cansados, son menos los que se adelantan, ya no compiten para ver quien es el más veloz, “si no para ver quien es el más aguerrido, el más concentrado y el más apasionado”. La meta les juega una mala pasada, cada minuto que pasa los aleja más de la pista, las piernas les pesan, los músculos se contraen y el cansancio se apodera del esfuerzo realizado. Corre el sudor bañando los cuerpos deshidratados, pero el coraje, la garra y la pasión que llevan los competidores de la carrera de San Silvestre Salmantina se aferran al número que los identifica como campeones. Eso es lo que caracteriza esta carrera, “Que todos llevan colgado el número de triunfadores”.
# 57 Gabriel Camero Martín
Corro
A pesar de ser consciente que el cordón de la zapatilla está desatado solo puedo seguir en busca de una avenida que tarda en aparecer. Los árboles de un parque regalan cobijo a gorriones. Corro. El sudor vence la helada y tropiezo con cartones y sirenas. Adelanto al jolgorio de una abrigada charanga, esquivo una enorme bandera y a un tipo disfrazado de Papa Noel. Salto de una a otra esquina. Corro veloz. Sorteo una motocicleta al cruzar una calle, trastabillándome. Me extraña que nadie grite asustado al sentir mi correr desbocado, sobretodo cuando ya estoy tan cerca... me cuelo entre una ristra de gente y justo tras la valla aparece la silueta de Papá haciendo un grandioso esfuerzo continuado en su participación en la gran prueba salmantina. He tenido la fortuna de llegar a tiempo para soltarle unas palabras de: !Ánimo!
# 56 Marcos Diéguez Múgica
El bajón
Tras la euforia, desazón. Superada la emoción tras triunfar en mi pasión,me vi idiota en casa, mirándome al espejo colgadas las medallas de maratón. Blanco pelo ya de canas y gris de ganas me tumbé en la cama y me dio el bajón. La presea ponía "Quijote Maratón y mi abdomen Sancho Panza. Habrá que buscar a Filipides en lontananza.
# 55 ESTEBAN TORRES SAGRA
LA OTRA SAN SILVESTRE
Soy de Salamanca, nacido y criado en el mismo centro de la ciudad. Hijo de Pedro y de María. Tercero de cuatro hermanos atletas con los que siempre rivalizo en todo. Empecé a competir con y contra ellos en las sansilvestres, con este hace diez años ya. Como tengo una enfermedad que no me permite correr, ellos se solidarizan conmigo y nos apostamos a ver quién es el más rápido escribiendo. Cierto que nunca logré ser el primero, pero, aun así, me consideran -y me considero- ganador moral desde que en dos mil diecinueve obtuve una mención especial en el certamen de microrrelatos.
# 54 Carmen Elena Rojas Muñoz
CORAJE Y SUDOR
Suena el disparo y corro a todo pulmón, en mi mente llevo ganarme la San Silvestre Salmantina 2022, mamá siempre ha dicho que un Zeus soy, sin miedo yo vine a dejar mi sudor, aunque veo que el cielo se abrió, cayeron los dioses que buenos son, en mi mente me animo como un campeón, llegando la información a mi corazón esto me activa como un rayo veloz; la meta siempre ha sido una ilusión y llevo dos años preparando mi participación para dejar una huella, ganar experiencia y de paso satisfacción. La gente me anima que agradecido estoy, porque no me conocen y esperan en mí un triunfador.
# 53 Patricia Romero López
La meta
Hay veces en las que me ato las zapatillas y sigo a mis compañeros casi por inercia, sin darme cuenta de cada movimiento que hago antes de colocarme en la posición de salida. Pero hay otras ocasiones en las que me quedo solo en el vestuario, ante mi reflejo y me viene ese golpe de realidad que me hace darme cuenta de todo lo que hay antes de salir a la pista. La constancia de cada entreno, la motivación de mi entrenador, el apoyo de mi familia, la ilusión de la victoria, la confianza de mis compañeros, todo lo que implica que yo hoy este aquí me hace sentir ganador sin haber cruzado la linea de meta.
# 52 Mikel Hervas Trancho
Victoria épica
Oido en la radio: - Entrevistamos en exclusiva al ganador de la San Silvestre Salmantina de este año 2022: Emiliano Martín. Emiliano, ha sido una victoria épica, sobre todo teniendo en cuenta que hace una semana aún no sabías si quiera si ibas a poder participar por tener la pierna rota después de salvar a aquellos niños del terrible incendio de su orfanato. Desde luego con tu historia se podría hacer una película... -Bueno, gracias, pero tanto como una película no lo creo, como mucho un microrrelato.
# 51 María Isabel Vicente Díez
Homenaje
El tiempo era frío y una ligera niebla subía desde El Tormes cuando los corredores escucharon el disparo de salida. Todos salieron al galope para ir a encontrarse con la ciudad de la piedra franca que hoy se llenaba de fiesta. Corredores disfrazados, más joviales y relajados, sabiendo que ésta es la última del año. Aunque también hay para quien es la primera de toda su vida. Bárbara nunca se había planteado correr una carrera tan larga, todo eran excusas: “Hace frío”, “Hace demasiado calor”, “Me asfixio subiendo las cuestas”… Hasta que leyó un reportaje sobre él, montado en su silla de ruedas, inspirando a los demás para no rendirse, llevando su amor por el atletismo a todas partes. “Gracias, Vicente”, pensó Bárbara al cruzar la meta. “¡Eres grande!”
# 50 Silvia Oller Jurado
Tras la noticia
Cuando se dio la señal de salida empezó a correr Voz. A su lado, Cotilleo salió como alma que le lleva el diablo. A Rumor le dolía el tobillo pero sus amigos le hicieron correr. La carrera discurría. Chiste corría para alcanzarlos, pero fue Refrán quien los sobrepasó a todos. Todos se quedaron atónitos. Y éste corrió en solitario gran parte de la carrera hasta la meta. Y como dice Refrán: los últimos serán los primeros.
# 49 KENZO
MAL PIE
Cuando sonó el disparo de salida, mis zapatillas salieron volando. Yo no. Correr descalzo no entraba dentro de mis planes. Fui tras ellas, hasta que las vi poniendo zancadillas y destrozando tobillos. ¡Qué vergüenza jugar tan sucio! -pensé. Imposible que un calzado que llevaba conmigo tres San Silvestres y cientos de entrenamientos, pisoteara a los adversarios en una carrera en la que tampoco importaba ser el más rápido. Tardé en darme cuenta de que perseguían a la única palabra que estaba en todos los pies. Ganar. A mí me venía grande. Aún así llegué el primero a la meta y tuve tiempo de observar quien llevaba mis pies dentro de sus zapatillas, con el número equivocado.
# 48 CARMEN RUIZ RUIZ
LOCOS, CUERDOS
“¡Herejía! ¡Herejía! ¡Dejad de perseguirlos, son cristianos!”. Un señor extravagante empujó al técnico de megafonía desposeyéndole de aquel artilugio del demonio. Ahora emitía gritos que inundaban el recorrido de la carrera. La seguridad del evento se dirigió hacia el templete con cara de pocos amigos. Vestía una sotana blanca, raída y deslavada y en su cabeza llevaba una mitra papal confeccionada con retales. La mano libre sujetaba con fuerza un bastón. ¡Devolvedme mi báculo, botarates!, gritó, mientras lo reducían. El director del siquiátrico llegó solícito. “Haga el favor de controlar a su interno. Todos los años, interrumpe la competición”, le espetó uno de los guardas. Constantino, el director, no contestó, se limitó a subirlo al coche, mientras resonaba el griterío de corredores llegando a la meta: ― ¿Seguro que no son cristianos perseguidos? ¿Seguro que me aclaman para convertirme en Santo? ―Seguro, Silvestre. Palabra de Emperador…
# 47 Fernando Robles Arzú
San Silvestre milagroso
Como relámpago, llega “algo fulminante”, de entre atletas, voluntarios y público, unos chispeantes ojos de lince entrecrúcense con los míos. Brillantes esmeraldas, tras una mascarilla, insinuantes y soñadores. Corremos y deseo abrazar ese divino cuerpo, escuchar tu corazón, darte mis emociones, cataratas desbordantes, mas no puedo, te acompaña él que, diligente te apoya. ¿Estás sonrojado o pálido?, corres a mí lado, como un rio de pensamientos de amar y ser amado, un juego de esgrima y la espera de la estocada en el alma, con la mirada. Quiero decir: Te amo, oír de tus labios yo también, más una lágrima emerge de la mascarilla, quisiera besar tus bellos ojos, alma de mi alma. Sudoroso, temblando, tienes fiebre, sí, Covid, te llevan al hospital, es nuestro triste adiós, sin conocernos; a la ruleta hospitalaria, calle de la incertidumbre, del brazo amoroso de él, ¿Correrás con ella, la muerte? Seudónimo: corredor triste
# 46 Pablo Moirón Velasco
Fidelidad anual
Severiano se enfundó la bufanda al cuello, cogió su sombrero y enfiló calle abajo a ver la salida de la San Silvestre. En ese momento, como cada año desde hacía muchos; auxiliaba su memoria con recuerdos de aquel año ochenta y cuatro, cuando él y otros trescientos ochenta y ocho participantes recorrieron las calles de Salamanca con apenas público y suscitando escaso interés. Ahora la mayoría iban pertrechados con esas moderneces en los pies, y se veían espoleados por la ruidosa algazara del gentío. Su atención se detuvo súbitamente en unos brazos que se movían entre un crisol de cabezas y colores; los de su hijo y nietos. Infundiéndole gran ternura este gesto, correspondió el saludo; y haciendo gala de sus costumbres, sacó del bolsillo una estampita de la Virgen de la Vega la cual besó repetidas veces, rogando mentalmente por una buena carrera quedando gozoso como unas pascuas.
# 45 Modes Lobato Marcos
LA FOTOSÍNTESIS DEL AMOR
Esa mañana, cientos de truenos resquebrajaban el manto del cielo. Pero ella, ajena al mar de electrones, corría en el parque de los Jesuitas, entrenando para la Sansil. Y, como todos los días, mis raíces temblaban de amor por esa mujer. Y el viento del norte, bailando un vals con mis hojas, susurraba su nombre desde la espesura. Y así, sintiendo latidos de clorofila, llegó el 26 de diciembre. Y al bullicio de la carrera, le siguió un silencio ensordecedor. Y no volví a verla. Semanas más tarde, un gorrión me trinó que, tras llegar primera a la meta, consiguió una beca deportiva y se fue a vivir a otra ciudad. Entonces, arrasado por una galerna de pena, quise morir. Y me sequé. Hoy, meses después de ser talado, ya no queda savia bruta en mi interior. Pero mis círculos concéntricos siguen derramando lágrimas de savia enamorada.
# 44 Richard Marin
Y te veo correr, a la lejanía
Y te veo correr. Estás ahí, pasando cerca de Mérida, justo donde nos conocimos. Y aguantas el cansancio. Y sigues a tu nieta, que ralentiza su paso para que puedas verla. Y Carmen y Julián, del quinto, te saludan con la sonrisa que tanto les favorece. Y ahí estaría yo. Yo contigo. Solos, aunque con todos: amistades, familia y gente aún por conocer. Y nos abrazaríamos al llegar. Tú te quejarías de las rodillas y yo haría la broma con la que te conquisté: «En Salamanca todo se aguanta». Y nos acercaríamos al restaurante Rabiot y comeríamos tu plato favorito, aunque revolviese mi estómago. Caería la noche y nos reiríamos otra vez del bueno de Tomás, incapaz de acabar la San Silvestre Salmantina otro año más, y el año pasaría y el tiempo no nos alejaría. Y, ahora, continuas con tu carrera y te veo correr, a la lejanía.
# 43 Juanma Velasco Centelles
Debut contra pronóstico
La excitación me desarbola. Y el recargamiento humano del paraje. Me sobrecoge asimismo la timidez del principiante. He preferido correr en solitario pese a la oferta de lazarillos. Cajón 3. Dorsal muchos mil. Medio estiro. Apenas cinco minutos para el comienzo de mi primera Sansil como participante, más de una decena como espectadora. Evoco las palabras del neurólogo y sonrío. El hormigueo, como una radiación de fondo, sigue acantonado en la pierna derecha. A mis 34 años debuto con la pretensión de reiterarme en sucesivas ediciones, pero el destino dicta sentencias con los ojos vendados. - Desaconsejo tu participación. No podrás terminarla – restallan ahora esas palabras en mi consciente temeroso ante la inminencia de la prueba. Pero se equivocaba. El diagnóstico, apenas tres meses atrás, de Parkinson prematuro ha vuelto implacable mi determinación salmantina de concluir esta Sansil tan mía ya. Arrecia un disparo. Me estremezco. No interviene el frío.
# 42 JOSÉ REINALDO POL GARCÍA
LAS ZAPATILLAS SALMANTINAS
Mi abuelo era un hombre muy pulcro por eso me extraño que un día entrara en su habitación y lo encontrara calzando unas viejas zapatillas llenas de polvo . Gran contraste con su atuendo tan limpio, Le pregunto: ” ¿Sufres síndrome de Diógenes?” Él, sollozante , me explica: -“Estas zapatillas son las salmantinas y, como en estos días se celebra esa carrera en esa ciudad, las tengo puestas en memoria de cuando participaba con ellas en esa grandiosa competición.” Le comento: -“ Muy bien, pero aguarda que te las cepille.” Algo molesto contesta: -¡”Nooo! En esta suciedad radica el mérito. En sus suelas y telas está el polvo de aquellas calles y mi sudor . “ Bajando el tono dice: -“ Pido en mi última carrera llevarlas puestas.” Cuando murió se las calzamos .Hoy participo en esa carrera sabiendo que él también corre a mi lado. .
# 41 Lázaro Marco Salvador
LA DOMA
Hace años que corro La San Silvestre Salmantina, correr es mi pasión. No soy bueno, soy del montón, eso no importa. Soy feliz cuando corro. Conseguir terminar, mejorar, me produce una satisfacción que pocos entienden. Entreno duro. Hoy es un día especial, trascendente; pruebo algo nuevo y me está destrozando. Me digo y repito: soy fuerte y lo conseguiré. Pero me vuelve a desmontar, a despedir, salgo por los aires. Me levanto de nuevo y vuelvo a subirme. Por muchas veces que me tire, por mucho que se encabrite, la acabaré domando. Tengo las palmas de las manos llagadas, me duelen los brazos, pero no dejaré que me venza. Pasaré por los adoquines del Puente Romano cueste lo que cueste. Este año correré la San Silvestre, sí o sí, montado en esta maldita silla de ruedas.
# 40 Luciano Rozo Castañeda
MASTER
Él era todo un "Master" en el recorrido D, porque había conquistado el tercer lugar en esa modalidad, el torneo anterior. Pero un tercer lugar en la prestigiosa San Silvestre Salmantina no era su mayor expectativa. ¡Él ganaría la justa, contra viento y marea! Hacía diez años competía sin interrupción. Este sano deporte le tenía en óptimas condicione físicas. Cuando dieron la partida, todo el mundo quedó asombrado. Él más que nadie. Había arrancado como un bólido. Pero nadie vio lo que él sintió. En lo profundo del tríceps sural derecho, algo como un pinchazo de alfiler se dejó sentir. No era momento de pinchazos. En los primeros mil metros era una tromba en dos piernas. Sin embargo, finalizando los siete mil metros, el despiadado alfiler hundió los colmillos con saña entre su músculo. Faltaban quinientos metros. El alfiler mordía furioso, inmisericorde. Cruzó la meta gritando de dolor. ¡Era campeón!
# 39 Jesus Arroyo Cortez
Al ritmo de mis zapatos
Al ritmo de mis zapatos Lejos de toda posibilidad, Ismael no lograba detener las voces en su cerebro, una música remota hacia cortina a su inusitado esfuerzo por no detenerse; parar, no siendo una deshonra, ni para el ni para nadie, suponía una caída estrepitosa en su performance y continuidad de entrenamientos vespertinos, que junto a sus compañeros, a manera de club informal, emprendían todos los días en los campos aledaños de la universidad politécnica, eran vínculos establecidos paso a paso, años, de franca fraternidad más allá del deporte; los adelantos le continuaban sin consideración alguna, caían como mazazos en su moral sostenida por piernas que naufragaban en la obstinada trama de concluir, recobró las menguadas fuerzas en el anuncio de un Km para la meta, delirios de búsqueda en los recónditos lugares de acopio, le condujeron a la línea final con residuos nimios para levantar los brazos.
# 38 ALBERTO MURIEL PINA
LIBERTAD SOBRE RUEDAS
<< Tres, dos, uno... >> Vamos a volar amiga. Hoy es un día especial; no hay muchos así. Haz que todos los salmantinos vean la sonrisa que se dibuja en mi cara de oreja a oreja. Vamos a disfrutar como nadie de esta hora de libertad, sin escalones, sin farolas en medio de la acera, sin barreras arquitectónicas de ningún tipo. Nos lo merecemos. No podemos pinchar. Ayúdame una vez más a demostrarle a mi hija que no se equivoca cuando me llama superhéroe. No tengo capa, ni escudo, ni super poderes… ni piernas. Los obstáculos no son más que una barrera que quiere frustrar mis propósitos, pero cuento con el poder de la determinación y el coraje para saltarla. En mi vida, como en el deporte, hay subidas y bajadas; triunfos y derrotas físicas y mentales. Pero hoy tengo premio; el más preciado me espera en la meta.
# 37 Maria Dolores Belmonte Flores
El fin de la carrera
Hace frío pero no lo noto, lo sentía hace un rato cuando salimos todos juntos en un rebaño deseoso de expandirse, de buscar libertad como los hijos cuando crecen. Salimos corriendo hacia la meta para ganar y así saborear el triunfo y la recompensa del esfuerzo. La temperatura de mis músculos ,que intentan huir de la neblina que acompaña la San Silvestre salmantina, me ayuda a acercarme a la llegada deseoso de abrazarme a la muchedumbre que nos aguarda, pero el dorsal 00567 aparece extraordinariamente de la nada y se acomoda delante mío en el último segundo. Atravieso la meta con la mirada perdida en la inercia y entonces, me invade de nuevo el frío que solo aquieta el abrigo de los que me quieren y esperan pacientemente para darme el calor que me falta y convertir mi decepción en victoria. Lo he conseguido.
# 36 Paula Ramos Cantera
El principio del fin
Lo tenía todo para ser una gran campeona, “la campeona más joven de la historia”, decía la prensa deportiva. Desde pequeña había competido en grandes eventos; siempre en cabeza de todas las pruebas. “Le viene de familia” decían todos con orgullo. Pero todavía tenía su gran reto, la San Silvestre. Ese día amaneció nublado, lo que ya era un mal presagio. Alba siempre había estado muy atenta a esas señales de la Naturaleza. Llegó temprano a la salida, de las primeras, muy concentrada. Los que estuvieron con ella atestiguan que su presencia imponía respeto, “seguro que no tiene rivales” pensaron todos. Poco a poco la calle se fue llenando de participantes. Y sonó el disparo. Fue un momento mágico que escucharon todos los presentes. La marea humana salió como una exhalación. Después de unos minutos se hizo el silencio, y sobre el asfalto sólo permanecía Alba, inmóvil, parecía una estatua.
# 35 Alfonso Cabello Herencia
El médico de la San Silvestre
La noche anterior fue estresante, quizás no la mejor manera de prepararse antes de una carrera exigente, la ambulancia trajo varios heridos por un accidente múltiple en carretera. Era el médico de guardia y lo dio todo por los maltrechos pacientes. Ahora también lo daba todo, era mitad de recorrido e intentaba sacar fuerzas de flaqueza, esa parte en que recuperas fuerzas o terminas tirando la toalla. Se fijó en un atleta que llevaba por delante, su ritmo era bueno e intentaba seguir su estela, como si de una liebre se tratase. Durante un tiempo la cosa iba bien, pero en algún momento, ese corredor comenzó a tener problemas, corría en zigzag y acabó cayendo a la calzada. En ese momento, la carrera fue otra, el atleta era un actor secundario a lomos del médico. Le atendió rápidamente, primeros auxilios, llamó la ambulancia y ya no importaba otra cosa.
# 34 JOSÉ MARÍA RAMOS SANTOS
Con el pie cambiado
Ese día era la primera vez que Ulises se calzaba unas deportivas; nunca había practicado deporte, aunque todos pensaban que con ese nombre su destino debía de ser recorrer mundos, y para eso resultaban imprescindibles unas buenas piernas. Sólo su madre, que además de madre era sabia, decía que era mejor no tentar a la suerte, y que Ulises sólo hubo uno y su hijo no podía llegarle a auténtico Ulises ni a la altura del zancajo, todo lo más sería una burda imitación del auténtico héroe griego. Pero Ulises se empeñó en su proyecto: Volaría y demostraría a todos que su nombre reverdecería viejos laureles, los del Ulises mítico. Sonó el silbato y nuestro Ulises salió raudo, pero apenas dio unos pasos, trastabilló y cayó al suelo, con tan mala fortuna que se fracturó el menisco. Ahí terminó la breve carrera en el atletismo de nuestro bravo Ulises.
# 33 PASCUAL MARTÍN RUIZ
EL ABUELO BERNA
El abuelo Berna Año tras año corro mi Sansil, más pendiente del paso por el Puente Romano que del puesto que logre alcanzar en la clasificación. A mitad del puente el abuelo Berna, con sus ochenta años a cuestas y de la mano la bolsita del súper, estará esperando la llegada de su nieta preferida, servidora. Echará a correr apenas verme; lo alcanzaré pronto y ahí habré de bajar el ritmo. Saliendo del puente me ofrecerá la rodajita de chorizo como siempre «…para el camino, anda, no seas tonta». Se la rechazaré. Un beso y adiós. Continúo mi carrera mientras él se queda allí, recordando feliz los tiempos idos. Cualquiera sabe las veces que habrá cruzado por el puente a la carrera, cuando joven. Y no con una ligera bolsa de plástico, sino con un saco al hombro. Le sigue haciendo ilusión aunque ya no haya fielato. Ni consumeros a los que sortear.
# 32 Ramón Ferreres Castell
Una carrera en paralelo
En cuanto se da la salida, pongo pies en polvorosa. No va a llegar a mi altura, llevo semanas preparándome. Giro la cabeza a la derecha y observo con tranquilidad que hay una distancia considerable. Consigo mantenerla hasta el ecuador de la carrera, cuando mis piernas comienzan a flaquear. Le pido fuerzas a San Silvestre, parece escuchar mis súplicas; pero, a falta de trescientos metros, mi respiración pierde fuelle. Será la ansiedad de que se acerque, no quiero hacer el ridículo ante Salamanca entera. Por suerte, consigo llegar antes, ¡y primero! Al poco llega mamá, exhausta, cargada con un botiquín, tres botellines, mi toalla... No sé si estoy más contento por ganar o por haber evitado su exagerada asistencia en carrera. Como me ha prometido que el año próximo dejará de correr junto a las vallas del recorrido, le permito que me dé un beso, delante de todos.
# 31 Carlos Sánchez Reyes
Uno más
Pistoletazo y los nervios se calman. Empiezo a correr y no miro ni el reloj. Antes me importaba la marca, el tiempo y el récord, pero desde que falleció Julián solo pienso en disfrutarlo, en volver a hacer todo aquello que nos gustaba hacer juntos. A David lo tengo detrás dándome ánimos, sabe que después del accidente todo esto lo hacemos porque estamos vivos. Siempre he llevado un ritmo mejor que él, pero está vez me deja ir a mi delante. Así que aquí vamos, dando zancadas, una, otra y otra más. Por delante cuarenta kilómetros para pensar y que mi pierna izquierda aguante todo el peso. La derecha ya no me dolerá más.
# 30 Alejandro Dario Restuccia
Preparados...listos..
PREPARADOS…LISTOS…. En el kilómetro dos, su figura se perdió en la multitud anónima y comencé a correr de manera inusitada, con vitalidad sin límites. Uno a uno, diez a diez, fui rebasando atletas y un simpático alimoche al costado del camino, me miraba azorado. No había sudor ni fatiga; apenas la incipiente taquicardia amenazante cuando el gentío encubría su anatomía del alcance de mis ojos. Bien sabía yo que aquella sudadera grabada en mis retinas, el día de la inscripción y que no pude olvidar, estaría camuflada en un arco iris multicolor disfrazado de borroso crepúsculo. Un raudo keniata, ante mi voracidad ganadora, debió apartarse en la instancia final. Abruptamente, alguien abrió las ventanas de la habitación y la luz prepotente me cegó, cuando mi madre me espabiló dejando el desayuno a mi lado, solo un rato antes de la largada.
# 29 Isabel Martínez Ruiz
Vuelta a casa
Llega diciembre. Llega el frío. Llega la Navidad. Llega la vuelta a casa. Hace ya 20 años que salí de mi ciudad, pero siempre regreso en estas fechas. Vuelta a Salamanca. Vuelta a mi casa de la infancia. Vuelta a correr por las calles donde me inicié en este deporte, por las calles que me vieron crecer como deportista y como persona. Comienzan las fiestas, comienzan los reencuentros, comienza la carrera. Todo preparado desde la noche anterior: dorsal, zapatillas, ropa...auriculares no, los salmantinos somos únicos animando, quiero escuchar a la ciudad. Disparo de salida, salida a los nervios, salida a la diversión, salida a la superación. Y por fin, llegada a meta. Fin de la carrera, pero principio de la celebración. Reencuentros con amigos, famoso “recovery” en la Plaza Mayor, y vuelta a casa de la infancia a disfrutar de la familia. Hasta el próximo año, San Silvestre Salmantina.
# 28 Hernando Striedinger Cepeda
A campo traviesa en el Cross
Jorge llegaba superar lesiones. Nadie ofrecería un céntimo por su triunfo. Además su salida no sería ideal. La meta aun distaba. A media marcha apurando el paso despuntó del lote. ¡Remontó posiciones!. Adelante corrían peligrosos adversarios. El Etíope famoso agarraba ventajas. ¡Ello jamás bajó sus ánimos!. Sus postreros entrenamientos los efectuó junto su pareja. De hecho pegada a la última bandera: ¡esperaba ansiosa!. Quien iba al frente suyo se fundiría. ¡Quedaban cinco!. Pronto algún africano volteó. Mientras devoraba envidias lo superó. Otro sufriendo esguinces rodó. Ahora estaba entre los tres primeros. Alcanzó a sollozar feliz tras igualar otro más. Obstante el célebre moreno ganaba terreno. Frunciendo burlón sus abultados labios ... osó observarle encima del hombro. Jorge con la respiración volada mentalmente imaginaría se hallaban al par. Así desplegando gigantescos esfuerzos lo haría realidad. ¡Marta ruidosamente... aplaudía aquello apoteósico sucedía!.
# 27 Jorge Aranzábal Fernández
Últimos metros
Ya veo el final. Estoy exhausto, sin embargo, los aplausos del público me impulsan a continuar. Los gritos de la muchedumbre estallan. Mi cuerpo libera endorfinas a la vez que mi agotado rostro se torna sonriente y eufórico. Tengo los pelos de punta. Me siento como Filípides llegando a Esparta para anunciar la victoria helena.
# 26 Jesús Francés Dueñas
Liturgia
La noche de antes siempre ceno ligero, me acuesto temprano pero duermo mal y poco. Confisco el chupete del niño, mi mejor amuleto, se pasa la noche llorando pero es un mal necesario, lavo las zapatillas, no así los calcetines, me corto las uñas, meto el dorsal debajo de la almohada, dejo preparada la playlist de las canciones épicas, imagino el recorrido memorizado, planifico la estrategia con minuciosidad, cuento ovejitas maratonianas, rezo a San Silvestre un padrenuestro contrarreloj y sueño que arcángeles corredores me llevan en volandas. A la mañana siguiente me levanto temprano, me doy una ducha templada, desayuno despacio y luego medito, saludo al sol y a mi mujer y a mis hijos, me visto, me ato las zapatillas con primorosa lazada, hago estiramientos y caliento antes de entrar en mi habitación. Me siento delante del ordenador y siempre con la mano izquierda empiezo a escribir el microrrelato.
# 25 IVAN HUMANES BESPÍN
NUNCA SE ACABA
Nuestra familia reparte las palabras de ánimo en la Sansil. Nos levantamos temprano para dejar en cada rincón de las calles alientos de apoyo, aplausos de reconocimiento, la motivación de los más pequeños. Y cuando el Paseo de San Antonio tiembla al salir los corredores, esa semillas brotan de las aceras. Las palabras suben por el cuerpo de los asistentes, las palmas se instalan en las manos y las bocas gritan. En la Glorieta de la Charrería, pulgares al aire. En el Paseo del Rollo, las sonrisas. Y los corredores a lo suyo: la fantasía de Salamanca en sus piernas imparables. Todos ganan. Nosotros los vemos desde nuestro balcón del Paseo y lloramos de felicidad. Cuando la carrera acaba, volvemos a las calles. A recoger las semillas que plantamos. Pero siempre prefieren quedarse bien agarraditas en el alma de los corredores. Por eso nuestra labor nunca se acaba.
# 24 Daniel Altschuler
Mis zapatillas
Nos encontrábamos junto con otros cuerpos sudorosos, empujándonos unos a otros. Ya habíamos calentado y no podíamos dejar de movernos, parecíamos como uno de esos toros de lidia justo antes de entrar a la plaza. La carrera empezó y a medida que la multitud disminuía, empezamos a correr más rápido. Ella corría a mi lado, como debe ser, fue ella quien me había metido en este lío. Unos segundos yo la dejaba atrás, luego ella mí. Era la primera vez que corríamos sin nuestros siempre presentes seguidores, por lo que nos vimos obligadas a correr por las calles sin ninguna mirada de adoración que nos empujara hacia adelante. Hoy corríamos por el placer de terminar, por tenernos la una a la otra. Nunca estaba claro quién cruzaría primero la línea de meta. Si lo piensas, nadie piensa que correr se puede hacer en equipo. Mis zapatillas me dieron la lección.
# 23 Estefanía Jiménez Hernández
La carrera de la vida
Tras toda una vida en una carrera, ha llegado el momento de acabarla. Recuerdo cuando empecé a dar los primeros pasos en la escuela. Unos años después comencé a salir a correr. Seguidamente participé en la San Silvestre Salmantina. No me gustaba competir, pero ver a tantas personas haciendo deporte era algo que me fascinaba. Llevo corriendo la carrera desde los diez hasta los cincuenta y cinco años. Con el paso de los años me fui deteriorando hasta llegar a este preciso momento en el que mi vida dependía de una máquina. Ahora observo desde la ventana de mi casa, en el Paseo de San Antonio, como la gente va llegando a la meta. Yo también estoy apunto de llegar a la meta de mi propia carrera. No sé si ganaré, pero no me importa. Porque lo importante no es ganar, sino llegar al final estando satisfecho con uno mismo.
# 22 Angel Saiz Mora
LA MODELO QUE NO ENSEÑABA LAS PIERNAS
Durante todo el recorrido urbano fue acompañada por aplausos y voces que repetían su nombre. Ella se emocionaba, pese a estar habituada a ser el centro de atención en las pasarelas de moda. Eligió la San Silvestre Salmantina para formalizar un giro existencial. Hasta ese momento había ocultado, por vergüenza, la piel de sus esbeltas extremidades inferiores, herramienta fundamental en su oficio, con vestidos largos o medias oscuras. Las mallas cortas revelaron un lunar enorme bajo su rodilla izquierda. Varias hormigas, rotuladas con gracia y habilidad, parecían acercarse a esa mancha, que semejaba la entrada a su nido. Entrevistada en el Paseo de San Antonio, dijo que aprendió a dibujar en la Universidad de Salamanca, donde se había graduado en Bellas Artes. Por aceptar sus imperfecciones, amor a la ciudad y al deporte, nadie discutió su elección como musa de la carrera.
# 21 María varea Varea
Dicen que no podemos
DICEN QUE NO PODEMOS Quiero enseñarte desde antes de que puedas ver cómo se puede disfrutar de la vida con los tuyos. La sansil ha sido siempre nuestra tradición, y será también la tuya si la descubres. Más de uno me ha llamado loca por apuntarme este año. Nuestro médico me animó a hacerlo con una sonrisa emocionada en la cara. Vamos a correr esta carrera con la familia, cómo cada año, ganemos o no, disfrutar es lo que cuenta. Sentirás emociones y sensaciones extrañas pero todas son buenas y te llegará, a través de mi, felicidad. Eso siento cada vez que participo en ella. Hoy compartiremos esto. Hoy corremos juntos, cómo espero hacerlo el resto de la vida. Lo dedicaremos a esos que dicen que no podemos.
# 20 María Jesús Sota Ortiz de Guinea
Ghosting
Ghosting Me vine arriba y le dije que sí: que iría con ella a la San Silvestre. Hubiera hecho lo que fuera por una cita con Lola. Fue así como cambié mis tardes de sofá por duros entrenamientos, de más de dos horas diarias, por plazas. parques y avenidas. Las mallas de colores, las camisetas de propaganda y un par de zapatillas de última generación, se convirtieron en mi fondo de armario. Y llegó el gran día: Salamanca se mostraba espléndida, preparada para cobijar bajo su manto lluvioso a cientos de alientos y dorsales, dispuestos a llegar a la meta. La aguardé impaciente pero Lola no apareció, y empecé la carrera sin ella. Atravesé con nostalgia las calles de mi infancia, los parques de mis juegos y, con el corazón a mil, llegué hasta la meta entre aplausos de gente desconocida que me reconfortaron el alma. Pero Lola no apareció.
# 19 ISABEL GARCÍA VIÑAO
POR TI
Después de haber entrenado durante todo el año, un golpe fuerte de los que da la vida cuando menos lo esperas deja a mi amigo rendido, sin ánimo, sin espíritu de competir en la salmantina. La fortaleza de su cabeza es la que siempre ha dado fuerza a sus piernas en las pruebas deportivas. ¿Y, ahora, con el dorsal puesto, con el revés de desamor que ha recibido, qué? Comienza la carrera. Repite: Por ti. Sus zancadas son rápidas y largas. Le embarga el desánimo. Pronuncia: Por ti. Aligera su carrera y en cada paso parece que vuela. Los pensamientos lo agobian. Manifiesta: Por ti. Suelta sudor y lágrimas. La aflicción se instala con sus reflexiones. Grita: Por ti. Ve la meta y nadie a su lado. Se siente perdido en los laberintos que crean sus zozobras. Levanta los brazos. Su victoria son los abrazos de su amada.
# 18 Isaac Courel Valcarce
Cura de humildad
Yo, la verdad, quería ganar. Me sentía preparado. Había entrenado duro varios meses: cuando acababa mi trabajo en el taller, pasaba por casa, me ponía el chándal e iba por la vereda del río hasta Huerta Otea o hasta la Aldehuela. Pim pam, pim pam. Buenos tiempos, buenas sensaciones. Llegó el día de la carrera y salí con fuerza. Al cruzar la Plaza Mayor iba en el grupeto de cabeza y unos guiris que tomaban café en la terraza del Novelty nos aplaudieron. Pero al paso por Libreros elevé la mirada y la visión de la rana sobre la calavera me dio mal fario. El Puente Romano se me hizo interminable; me descolgué de los más rápidos y enseguida me empezaron a adelantar los seniors, los niños, las señoras que iban de charleta y se habían inscrito sólo por aportar a la causa. Intenté al menos acabar: no fue posible.
# 17 Sofía Sánchez Moreno
ÚLTIMO ESFUERZO
Mil pulmones quemaban, notaba la boca seca y rígida. Tenía la cara fría como el hielo, áspera y dura. Mis piernas empezaban a quejarse, ardiendo por el esfuerzo. Con ese característico cosquilleo que recorre tus extremidades, como una ventisca de dolor que inunda cada músculo de tu cuerpo. Pero que soportas, porque es lo que tienes que hacer. Porque es lo que quieres hacer. Reconozco que estos últimos meses no he preparado mi físico para la carrera, pero igualmente quería participar. Ya son 10 años los que no he fallado a la cita, acompañado por mi padre y mi hermana. Miraba a mi alrededor y veía la ilusión en el rostro de los participantes, dando lo mejor de sí para llegar a la meta victoriosos. Miré a mi hermana, con el disfraz de Blancanieves que siempre atesoraba para este día. Reí, tomé aire y corrí.
# 16 MARCOS PÉREZ BARREIRO
El encuentro de la virtud
El día de San Esteban me crucé con un fraile dominico, lo cual, revivió mi pasión por alcanzar la meta de una ciudad. Aquella que, estaba situada lejos de mí, pero que pronto sería el logro de mi vida. Porque había llegado a Salamanca desde las postrimerías de una ciudad que no me decía nada. Ni tan siquiera las virtudes de sus múltiples defectos. Es decir, había llegado a Salamanca con la sana intención de limpiar un nombre gracias a la labor de su carrera anual. Así, sin detenerme a realizar vagas reflexiones de encuentros casuales, empapé el sudor interno de la pasión y, comencé a entrenar. Nada ni nadie me importunaba, todo lo contrario, la afinidad compartida era tal que todo parecía indicar que, por una vez, al final, iba a conseguir participar en una carrera en la que, mi pequeña intervención, sería mi remisión absoluta.
# 15 Javier Del Val Gómez
Correr
Correr Desconozco la San Silvestre salmantina. Antaño participaba en carreras. Hoy por mi condición de Cuidador no profesional y mi hartazo de pagar dorsales, me dedico a correr mi distancia (maratón) en maratones que yo solo los corro (nadie me quiere acompañar) y que yo Organizo. Siempre los gano. Pero puedo escribir sobre los buenos valores que me ha dado el correr y sobre todo la buena disposición de como me tomo la vida y la vivo. A esto añadiría el buen sentido del humor y el buen rollo que tengo entre mis amigos corredores. La gran mayoría son de maratón y ultrafondo. No conozco esto último y pienso que hay coches. Corrí un maratón a 15 km de Zurich. Empieza justamente en la última campanada del año. Estuvieron dos horas tirando cohetes y petardos por ahí en Suiza. Me comí las uvas a las 5 de la mañana.
# 14 Alejandro Emilio Ramírez Ravelo
El corredor y los aplausos.
Hace más de cuatro kilómetros que me falta saliva. No importa cuántos pomos de agua arrebate desesperadamente de los puntos de hidratación. Dos segundos después de deshacerme del plástico regresa la sequedad a mi boca y la necesidad apremiante de líquidos. Mi vista está nublada y me pesan las piernas de una manera inédita... No recuerdo cuándo dejé de disfrutar las vistas de Salamanca... Ahora sólo recuerdo los cientos de horas de entrenamiento y la ilusión tremenda de poder ganar la carrera y convertirme en un héroe para mi familia, para mi pueblo... ¿Y ese corredor?... ¡No puedo permitirlo! ¡Aprieta hombre! ¡No dejaré que me superes!... Es vano mi esfuerzo... No puedo con él... ¿Qué pasa? ¿Y ese estruendo? ¿Son aplausos?... Sí, ¡son aplausos!... ¿La meta?...¿Por qué me detienen? ¡Déjenme, por favor!... Ah, ¿llegué?... ¿Llegué en segundo lugar?... No estaría mal......¿Entre los últimos?... ¿Por quién aplauden tantas personas?.
# 13 Alejandro Emilio Ramírez Ravelo
El corredor y los aplausos.
Hace más de cuatro kilómetros que me falta saliva. No importa cuántos pomos de agua arrebate desesperadamente de los puntos de hidratación. Dos segundos después de deshacerme del plástico regresa la resequez a mi boca y la necesidad apremiante de agua. Mi vista está nublada y me pesan las piernas de una manera inédita... No recuerdo cuándo dejé de disfrutar las vistas de Salamanca... Ahora sólo recuerdo los cientos de horas de entrenamiento y la ilusión tremenda de poder ganar la carrera y convertirme en un héroe para mi familia, para mi pueblo... ¿Y ese corredor?... ¡No puedo permitirlo! ¡Aprieta hombre! ¡No dejaré que me superes!... Es vano mi esfuerzo... No puedo con él... ¿Qué pasa? ¿Y ese estruendo? ¿Son aplausos?... Sí, ¡son aplausos!... ¿La meta?...¿Por qué me detienen? ¡Déjenme, por favor!... Ah, ¿llegué?... ¿Llegué en segundo lugar?... No estaría mal......¿Entre los últimos?... ¿Por quién aplauden tantas personas?.
# 12 Daniel jurado conejo
Acto de libertad
Cada vez somos más presos de esta efímera vida que nos consume vorazmente por los problemas que ella nos trae desde antaño, pero por muy duro que la vida arremeta siempre hay momentos en los que un rayo de luz nos ilumina atravesando la inmensa oscuridad que nos envuelve. Esa luz se llama Libertad, y no hay mayor sensación de Libertad que correr sin rumbo fijo, el atleta que corre por la pista en círculos sabiendo que volverá a punto de partida lo hace sin importar el resultado de su destino porque lo que le importa es el disfrute del camino, de la experiencia y de que cada paso que da, es un paso que decide, cada paso es su acto de Libertad
# 11 David Barrueco Robles
Mil maneras de soñar
Y cuando el despertador sonó, ya sabía todo lo que tenía que hacer. Lo había soñado una y mil veces. Se puso las zapatillas, cogió el dorsal y empezó a correr por las calles de Salamanca, pero, lo que no pudo imaginar nunca, es cruzar la meta de aquella manera.
# 10 DAVID VILLAR CEMBELLÍN
Miniaturas
Los corredores pasaron el Paseo de San Antonio y se adentraron en el Bulevar de San Francisco. Las calles estaban tachonadas de piezas de Lego, pero a nadie pareció sorprenderles. Dejando atrás Paraguay, pronto llegaron al Paseo del Rollo y de ahí a la Plaza de San Antonio. ¿Esa rotonda siempre había sido un hula-hop? Sin tiempo para reflexionar sobre ello, los corredores prosiguieron ascendiendo las calles. ¡Qué bonita lucía Salamanca en esa época del año con sus gominolas y sus nubes de azúcar! ¡Y con qué algarabía animaban los peluches! Sin aliento, los corredores de Playmobil casi podían divisar la meta cuando llegó Pikachu y les adelantó como un relámpago fugaz. ¡Zum! Sobre la alfombra ganaba quien quería él, terminó el niño su sansilvestre particular. Faltaría más.
# 9 MARÍA DOLORES MARTÍNEZ GEA
HILOS INVISIBLES
Cada final es el comienzo de una nueva historia, porque el destino entrelaza los caminos con hilos invisibles. En plena San Silvestre, un encuentro cambiaría la vida de esta chica al tropezar con un hombre ofreciéndole su mirada por unos segundos. Ha pasado mucho tiempo. Ahora aquella mujer le prepara la maleta a su hija para dirigirse a realizar la carrera popular que tanto le apasiona. Colocando la ropa, recuerda la pluma que encontró dentro de su propio equipaje y que siempre conservó. Se la entrega, es exactamente igual a la que un día le regaló su padre. Al marcharse de Salamanca, alguien la sujeta, ahora es ella la que acaba de tropezar con una persona.
# 8 Sara Lena Jiménez Tenorio
Triunfo Salmantino
¡Empezó la carrera! «Concentración y estrategia», repetía en mi mente. Mis músculos se pusieron en acción rápidamente. Fui la primera en salir y sentí la victoria prematura en mis manos. «Todos anhelamos el primer lugar, pero solo uno lo conseguirá». «¡Guarda lo mejor para el final!» Continué aconsejándome. He entrenado por años y finalmente he llegado a la carrera de San Silvestre Salmantina. Cada mañana me he levantado más temprano que el sol para apoderarme de la pista. Nadie ha hecho una rutina más exhaustiva que yo. Me aproximé a la meta ante la mirada de mi familia. Di mi máximo esfuerzo, sorpresivamente, mis piernas se agarrotaron a pocos metros del final. Todo cambió después de enfermar de Covid, tuve que volver a empezar desde cero. Hoy la victoria será más humilde, pero no habrá perdedores. Llegar a la meta me sabrá a triunfo.
# 7 ANA BELEN BELTRAN CAMACHO
INFINITA
Infinita. Eso me parece esta fría noche de invierno. Cojo aire y respiro. El frescor del ambiente se penetra en mis pulmones y con una bocanada de aliento se adentra en mí. Percibo un calor poco común, una voz próxima que retumba como un estallido de potente cañón; me dice que abra los ojos, que debo despertar. De repente, una silueta me observa de cerca, me roza y hasta puedo sentir su olor. Todo está borroso, me pregunto cómo he llegado hasta aquí, quién es, qué hago con esta ropa puesta, qué hay detrás de todo esto... Pero, hay alguien más. Una voz masculina, infinita, intermitente, diseñada para estar presente a la par que invisible; acompañada de unos brazos que me envuelven, me levantan y me conducen al final del pasillo. Consigo abrir los ojos y, entre sollozos, me exalto y resurjo. Infinita, esa manera en la que todo comienza.
# 6 Esperanza Tirado Jiménez
Tentaciones
Me miran de reojo, me sonríen, cada vez que paso me hacen una señal nueva. Ayer con los cordones formaron corazoncitos para hacerme caer entre sus coloridas redes. Confieso que me gustan. Mucho. Y ellas, pícaras, que lo saben, siguen poniéndome ojitos. Pero las que tengo son tan buenas. Aunque no hayamos ganado nada, me cuesta decirles adiós. Son viejas, pero cómodas. Hemos corrido mil y una veces estas calles, el paseo del río, la Plaza Mayor... Un año casi descubrieron la rana en la fachada de la Universidad; pero les metí prisa, porque nos adelantaban y perdíamos posiciones. Ya sea de día, de noche, con frío, calor o diluviando, ellas forman parte de mí caminar. Algún día cambiaré mis viejas zapatillas. Pero en la carrera de este año no cederé a la tentación por unos colores llamativos y un diseño sostenible y ergonómico. Ellas dos aún me equilibran.
# 5 JAVIER VÁZQUEZ
HISTORIA DE LOS JUEGOS
Hay atletismo desde la antigüedad. Una vez, los atletas no rompieron ninguna marca de la competencia anterior. Los comentaristas lo atribuyeron a la mala preparación, al clima, o a la falta de concentración. Los deportistas se frustraron. Acordaron que, para la siguiente competencia, no se esforzarían tanto. Si no habían logrado nada entrenando tan duro, no tenían sentido volver a intentarlo. Peor todavía, las marcas bajaron. La posterior competencia fue un desastre. Los corredores pesaban veinte, y hasta treinta kilos más. Muchos no asistieron. Los comentaristas guardaron silencio. Los sponsors desaparecieron. Sin dinero, ni comentaristas, ni premios; los juegos fueron reemplazados. Ahora, los jugadores comandan una computadora, y compiten con rivales a distancia. Siempre hay nuevos records, más sponsors, y mejor preparación. Hay campeones millonarios reconocidos en el mundo. Los juegos de atletismo con el cuerpo son historia.
# 4 Gonzalo Prieto Barrera
EL DESCUIDO
Sorprendido por un fuerte sismo, sereno y sin inmutarse pereció más llegando al cielo, feliz le enteró a su progenitora del resto de sus logros terrenales que con su repentina muerte ella no participó. -...madre también fui doctor, presidente, fundador, filántropo, misionero, quiromántico, sabio, sanador, mago, pacifista, conde, rey, poeta, astronauta, marinero, nobiliario, religioso... -¿Sabes qué hijo? - Replicó su madre. - Te faltó hacer lo más importante... -¿Qué madre? -Correr.
# 3 Omar Rosa González
Maratonista
MARATONISTA Se acercaban los juegos estudiantiles, para prepararnos, cada día, recorríamos seis kilómetros o más por aquellos naranjales y después a jugar baloncesto. Estábamos en forma. Llegó el momento de la competencia, ya en la pista donde correríamos los 800 metros, observé los competidores: había un negrito flaco y descomido, otro de la edad de mi tío abuelo, una pareja que parecían dos tortolitos, también estaba un gordo bastante pasado de peso para esta especialidad. Al menos a este le gano, pensé. Comenzó la carrera y fue como cuando vas en un avión, parece que no te mueves. No me movía, los demás sí. Los vi pasar por mi lado uno a uno. Entraron a la meta casi un minuto antes que yo. La premiación fue así: • Cuarto lugar: el abuelo de las pistas, • Tercer lugar compartido: tortolitos, • Segundo lugar: negrito descomido, • Primer lugar: Gordo.
# 2 Sergio de Dios González
Recuerdos
La memoria es frágil, lo que no impide que sea capaz de mantener perennes recuerdos que el asfalto rechaza. La memoria es coqueta, porque recupera mejor aquello que nos hace guapos. La memoria falla, como lo hacen los músculos de aquellos que ese día se tienen que quedar en tierra. Dentro de la memoria hay muchas memorias, igual que dentro de una carrera hay muchas carreras. La que se prepara, la que se sueña, la que vemos cuando cerramos los ojos, y también la que grabamos en nuestra memoria.
# 1 luis uriarte montero
urgencias
Cuando corría la San Silvestre me encontré mal, el clima era cálido para la época del año, sudaba antes de correr y al comienzo me desmayé, me llevaron ante un médico de la carrera, me tomó la tensión y cuando me iba a dar el resultado, me contó que estando en un hospital en urgencias, llegó un niño muy grave, había sido atropellado por un coche el 31 de diciembre, de sus ojos cerrados cayeron unas lágrimas y murió; por fortuna, me recuperé y no dejé de pensar en la historia contada toda la noche.

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¡Participa en el XVII Concurso de Carteles de la San Silvestre Salmantina!
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