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Microrrelatos galardonados en el XI Concurso "San Silvestre Salmantina"

Microrrelatos galardonados en el XI Concurso

PRIMER PREMIO Las mañanitas, de Gustavo Forcada Chabrera, de   SEGUNDO PREMIO Foto Finish de Tomás Piedra Pérez   TERCER PREMIO 120 de Jesús Francés Dueñas   Puedes v...

Microrrelatos presentados al XI Concurso "San Silvestre Salmantina"

 

# 329 Marta Juanes

 

Este, es mi año

Y allí estaba yo, el treinta y uno, el día de la sansil, tras 12 meses de dieta y entrenamiento... Mi reto, mi lucha... Allí estaba yo, en la sala de espera del universitario... Con una bolsa de hielo y el tobillo como un bote... Mañana año nuevo... menos mal que este, es mi año.

# 328 Keren Goñi

 

Perdí pero a la vez Gané

Nunca he podido olvidar a ese chico, por el que perdí la carrera de San Silvestre de Salmantina por estar pensando en él, pero me sentí tan feliz como una Campeona, por que él me eligió a mi. Ahora me enfoqué denuevo, pero con la fuerza que da el amor.

# 327 PELAYO GARCIA GIL

 

Dos maneras y un trazado

Hay dos maneras de enfocarlo, dos maneras de concebirlo mentalmente, de poder asimilar lo que te queda por encima de lo que llevas, dos maneras de llegar al final, dos maneras de converger en uno mismo. ¿Tu eres de sumar o de restar?, yo resto, prefiero pensar cuantos metros me quedan, prefiero tener el objetivo claro y saber que necesito para alcanzarlo, necesito tener las cosas a corto plazo arraigadas. Pero, ¿y si no sabes aún donde tienes que llegar, y si no tienes ni objetivo? Entonces creo que prefiero sumar, simplemente acumular, sin expectativas, ni agobios, me dicen y ejecuto, solo actúo, sin especulaciones ni dudas, libre y en manos de mi destino con fe ciega en él. Siempre con fe, ya que he sido fiel a mi proceso, fiel, a pesar de tener un historial de sacrificios desmedidos por el camino.

# 326 Raúl Clavero Blázquez

 

Como nuevo

Llevábamos unos meses de relación cuando me lo dijo. -Suelo participar en la San Silvestre salmantina. Me hace sentir renovado. Entendí a qué se refería la primera vez que lo vi cruzar la meta, mucho más alto que en la salida. Poco después nos casamos, y hube de acostumbrarme a sus cambios tras cada carrera. Durante mucho tiempo fueron fácilmente asimilables, kilos de menos, ojos de color distinto, cosas así, pero últimamente sus mutaciones se volvieron extravagantes. Hace seis años se convirtió en preadolescente, hace cinco en anciana con incontinencia, y hace dos en un pescador danés con el que resultaba imposible conversar. Harta, en la pasada edición decidí apuntarme con él. Nada más empezar noté mis piernas más ligeras, hacia la mitad mis brazos se llenaron de plumas y unos metros antes de la llegada se terminó de formar mi pico. Ahora soy golondrina. Mi marido, por desgracia, cazador.

# 317 Tomás del Rey

 

CONSEJO Nº 9 PARA CORREDORES: SÉ CONSTANTE Y ENTRENA TODO EL AÑO

—Salgo a correr, mamá. La cena está en el microondas. —Salgo a correr, mamá, vuelvo pronto. No, yo te preparo la cena al volver. —Vecina, ¿podrías echarle un ojo a mi madre mientras salgo a correr? Últimamente se desorienta. —Chicos, hoy no me esperéis, que mi madre anda regulera. Entrenaré en casa. —Fernando, hermanito, ¿sabes ya qué días vienes a ver a mamá? Es por organizarme los entrenamientos. —Salgo a correr, mamá. Te dejo con Fernando. No, no va a hacerte daño, es tu hijo… —No llores, mamá, ya estoy aquí. Solo estaba corriendo. —No, mamá, no se me han olvidado las uvas ni el champán. Mañana por la noche trasnochamos tú y yo. Qué va, Martes y Trece tampoco actúan este año. —Chicos, finalmente no va a poder ser. Ha llamado mi hermano, que no llega a tiempo. Y mi madre anda nerviosa pensando en Nochevieja. ¡Buena carrera!

# 316 Ana Rosa Abad Salas

 

La concentración del atleta

Te despiertas con la ilusión de que hoy puede ser el gran día. La mañana en Salamanca te recibe con una ligera nevisca, pero tú estás tan concentrada que apenas la sientes. Empiezas a calentar y tus músculos comienzan a desentumecerse. Rodeada de cientos de participantes, respiras suavemente mientras en tu cabeza se instala una melodía que te acompañará durante toda la carrera. Es la concentración del atleta: calentar el cuerpo y sosegar la mente. Tú y tu dorsal, la comunión perfecta. En la línea de salida respiras hondo y arrancas con decisión, rápida pero segura. Miras al frente, aun a sabiendas de que puedes encontrar obstáculos en el camino. Debes ser constante, mantener fría la cabeza y repetirte que tú puedes, que siempre consigues lo que te propones. Llegas a la meta sin resuello. Calada y cansada, pero feliz de haberlo conseguido; aunque este año tampoco seas la primera.

# 315 Juan Salado Rodríguez

 

Ninguno como este

Un hombre enfila los últimos metros del Paseo de Canalejas. A su paso, la muchedumbre le mira con ternura y grita su nombre. Cruza la línea de meta y siente el calor de sus compañeros y amigos, que le abrazan emocionados. Son ya muchos años corriendo esta carrera, pero ninguno como este. Se despide de ellos, no sin antes rechazar las últimas invitaciones para esa noche. A pesar de la multitud, camina en soledad hasta llegar a casa. En la televisión están poniendo imágenes de la carrera. Otros años solía prestar atención. Pero este lo hace con indiferencia, como quien mira por la ventanilla del tren. Regresa de su ensimismamiento y levanta la mirada hacia una fotografía en la estantería. En ella, aparecen él y una mujer abrazados, ambos con dorsales sobre sus camisetas. Mientras la observa, una lágrima empieza a correr por su mejilla.

# 314 Juan Francisco Murúa

 

El pacto

El único día del año para sentir el sol en la piel. Para respirar el aire puro. Libre de azufre. El clima festivo de la ciudad, el público clamando por los participantes de la carrera, los deportistas de todas las edades compartiendo risas y alegría. Risas y alegría… Al pasar por la Universidad, como todos los años, Elvira acudió a mi mente. Dejé pasar la imagen como vino, y me refugié en el colectivo que me acogía y me hacía sentir parte de algo más grande. A mitad del camino, consciente que tendría que esperar todo un año más, aminoré la marcha. Disfruté de cada metro. Respiré. Aminoré aún más la marcha. Tuve la esperanza, como cada año, de que esta vez las cosas fuesen distintas. Detrás de la línea de meta, como todos los años, me esperaba el Comendador.

# 313 Omar Marulanda

 

Trotamundos

Somos saltarines con agüita y trotamundos sin equipaje . Nos encanta correr como locos por las pendientes empinadas de los bosques . Deseamos desvanecernos en medio de una gran competencia y ver de nuevo un camino hacia la gloria . De ahora en adelante no nos seguiremos lamentando por naderias y gozosos nos alegraremos con nuestros triunfos . Que bueno que hasta los discapacitados pueden correr con todas sus fuerzas . Así sea que lleguemos en los últimos lugares seguiremos disfrutando con las carreras de atletismo .

# 312 Rubén Moratalla Mayo

 

Más que suelas, ardillas

Siempre fueron mis animales favoritos; las veía tan despreocupadas, con esos saltitos que me costaba seguir con la vista. Era una época en la que no había atisbo de ansiedad en mí. Solo era un niño moviendo sus suelas por los montes, que volvía a casa y veía a los grandes atletas en las Olimpiadas de Barcelona. Hoy el atletismo ha bajado al mundo de los mortales, y con un par de suelas te puedes sentir ardilla, derramar sudor por las calles de Salamanca y volver a recorrer kilómetros de manera solidaria. Soy consciente de que motivos hay miles, y también sé que la ansiedad se achanta cuando mira a los ojos al deporte. Soy una ardilla terminando el año, saltando a un nuevo árbol, matando miedos y tratando de dar vida a nuevas esperanzas.

# 311 Concepción Peña Cárdenas

 

DORSAL VEINTE

Cada noche me propongo correr la San Silvestre Salmantina. Me viene de herencia, mi padre es un forofo de ella. Año tras año desde su balcón y ataviado con su gorro rojo de Papá Noel anima a conocidos, extraños y a todo corredor participante en la carrera; desde el Paseo de San Antonio hasta la plaza del mismo nombre. Después de colocarme el equipo para hacer mi entrenamiento nocturno me preparo un saludable avituallamiento: unos aperitivos salados y alguna bebida energética. La distancia que me separa de tal ágape, no supone demasiado esfuerzo, me niego a hacer estiramientos a semejantes horas.... Llegó el gran día y mi ilusión iba en aumento, escucho murmullos de corredores desde mi localidad preferente (mi sofá). Veinte capítulos de mi serie favorita en Netflix finalizan, cuando llega el primer corredor a línea de Meta, ¡Con el dorsal veinte! ¡ Bravo! Otro año será.

# 310 ERNESTO PÉREZ ESTEVE

 

OBSESIÓN

Siempre igual. Primeros pasos y voy tranquilo, a mi aire. Pero enseguida presiento que me siguen. No, no miro atrás… pero lo sé, ahora ya incluso creo escucharlos. ¿O soy yo, que voy tarareando tunas que van marcando mis pasos? Eso sí, a un ritmo más bien rápido, para que no me pillen. ¿Son ellos, los tunos, los que me persiguen, lanzando sus cintas y capas al viento? No lo sé, porque no me atrevo a girarme, pero noto muchos ojos, panderetas, incluso guitarras, clavadas en mi espalda como puñales. Aprieto el paso, pero da igual, Ellos hacen lo mismo. No es manía persecutoria, lo juro. Ni creo que su intención sea deleitarme con una serenata. Pero me siguen. Adrenalina al principio, miedo después. Al final, puro terror… tengo que correr, correr, correr… hasta que llego a la meta. Cada uno se motiva como puede. Y casi siempre gano.

# 309 Irene Barchino Cañamas

 

La Danza e la Velocidad.

Sale a la pista y solo puedes ver como sus pies desafían a la gravedad. Cada zancada se siente como un latido de emoción, una respiración de determinación. El viento acaricia su cuerpo mientras este se desliza por la pista, intentando escapar de su sombra. El público lo anima a continuar, a conquistar esa batalla que sus pies luchan. Y en ese último instante, en ese mismo en el que llega a la meta, siente como todo se ralentiza. El reloj parece congelar sus mancillas y, en ese efímero momento, supo que había logrado llegar a la cima. El atletismo, como un baile perfecto en el que el compás lo marcan los pies y el ritmo el corazón. Y justo en ese instante lo siente, el atleta y la pista se convierten en uno para hacer la melodía perfecta que solo el atletismo es capaz de componer.

# 308 María Eugenia Manzano

 

Año Nuevo

Corre, escuchaba, y yo corría. Corrí a pesar de la lluvia, del barro que salpicaba, del frío al atravesar la Plaza. Corrí contra todo pronóstico, mi primera San Silvestre, y sobre todo contra ti, que me habías abandonado una semana antes. La gente nos animaba, yo corría. Llegamos a Tentenecio y me embalé cuesta abajo. Como contigo, pensé. Tal vez ni siquiera tanto. Te estás encoñando, tío, se había burlado Javier. Y yo ahí, erre que erre, haciendo hueco en mi armario y comprando cada vez más kiwis. Alcancé el río, iba en cabeza. Envidiosos, presumía yo, si pudiérais follar con ella hubierais hecho lo mismo. Entonces paré de correr. De debajo del disfraz saqué la muñeca pintada y al estilo de Kokoschka la puse en el Puente Romano. No tardé en rebanarle el cuello con la navaja suiza, pero perdí posición. La gente se puso histérica. Y me descalificaron.

# 307 Dolores Asenjo Gil

 

Evasión

Un pinchazo agudo en los aductores y la respiración entrecortada me obligan a bajar el ritmo. ¡Con lo bien que iba! Tengo que distraer mi mente para no sentir el dolor, pensar en cualquier cosa… ¿Cómo sería seguir el recorrido de la multicolor procesionaria desde arriba? ¿Apreciar desde una nueva perspectiva los lugares cotidianos? Mi mirada juguetona se remoja en el Tormes y se cuela entre los veintiséis ojos del puente. Las torres de las catedrales, como celosos imanes, reclaman mi atención. Me detengo parsimoniosamente en el cimborrio de la Vieja. Desde aquí el cuadrilátero irregular de la Plaza Mayor casi parece la pequeña cancha de un colegio. Los edificios que delimitan el Patio de las Escuelas, sin embrago, no pierden nada de majestuosidad. Una espontánea palmada en el hombro y la liviandad se disipa. Me reciben con aplausos. —Pero si aún no había acabado el vuelo — refunfuño.

# 306 Alejandro Paredes

 

LOS RELEVANTES GIRATORIOS DE LA VIDA

Salamanca esperaba el nuevo año con la tradicional carrera de San Silvestre. Nadie se fijaba en unos seres extraños que se habían inscrito: un orco jorobado de ojos verdes, un árbol caminante, un caballero de vidrio, un vaso de hierro con patas y un niño con barba. Al comenzar la carrera, los seres extraños no siguieron el circuito establecido, corrían gritando: “¡Corro por el oeste, con la esperanza del mundo!”, “¡al este, donde nacen el sol y el aire!”, “¡al centro, donde está la catedral y el corazón de Salamanca!”, “¡al sur, donde el Tormes y la historia fluyen y se bifurcan!”, “¡por el norte, donde el saber se estrella con titanes de hierro!” Los salmantinos quedaron estupefactos al ver a estos seres sobrenaturales, que desaparecieron por las calles de la ciudad, clamando con fiereza sus cánticos de la sangre, en busca de alguna verdad más allá de los versos.

# 305 Francisco Javier Yuste

 

LA CLASE DEBE CONTINUAR

Corría a toda velocidad por las calles salmantinas, dejando fácilmente atrás a todos sus competidores. A pesar de su intenso ritmo, no denotaba síntomas visibles de cansancio y no parecía percibir el desbordante entusiasmo que jalonaba su recorrido. Más bien tenía un singular rictus de preocupación, como si le preocupase no ir más rápido. —¡Ánimo Fray Luis, que esta San Silvestre la ganas seguro! —rugía un enfervorizado público. —¿Cómo? Si yo lo único que quiero es llegar a tiempo a mi aula para continuar la clase, ahora que me han soltado —respondía sorprendido—. Pero, espera… ¡Ay, que me he equivocado de época!

# 304 Inmaculada Bosch Racero

 

Por amor

Me habían pedido de todo mis parejas, pero nunca espacio. Yo, que me bebía los vientos por ella, construí una nave espacial. Volé alto, hasta la luna. Cada noche, desde un cráter, le preguntaba si era suficiente. Entonces, me dijo que necesitaba tiempo. Yo, que nunca fui ducho en atletismo, me compré unas zapatillas para ir corriendo al trabajo, al supermercado, a las clases de francés. Le regalé cada segundo que ahorraba. Me gustaría poder decir que aquello funcionó, pero no; se llevó hasta su foto de la entrada. Eso sí, dejó el marco, y es del tamaño perfecto para el dorsal de mi primera San Silvestre Salmantina.

# 303 FERNANDO ESCUDERO OLIVER

 

Mi primera -¡Y única!- vez en la San Silvestre Salmantina

Sí, a mis años. Ya 70…, y mi primera vez en la San Silvestre Salmantina. No sé, tal vez por amor. Sí: fui alumno del Kotska, luego profesor, más tarde pasé a la universidad. Fue una apuesta tonta de los Antiguos Alumnos: Participamos todos juntos…, los que se puedan mover, y los que estamos vivos… Porque algunos faltan ya ¡Ay, Toño Buendía!, mi compañero de pupitre, mi único amigo… Me calzo las zapatillas y a correr sobre el granito salmantino… He llegado hasta la Puente Mayor: ¡Vamos, ese abuelo!, y veo a Lázaro estrellando al pobre ciego contra el verraco del puente ¿De dónde sacaría valor el muchacho?: del hambre, claro… No sé de dónde voy a sacar fuerzas, pero Toño, mírame desde el cielo que yo no me rindo. Entre estas duras piedras están también tus huellas, sobre las que derramo mi sudor, el caldo de nuestra amistad…

# 302 FRANCISCO JAVIER MENDIETA CALLE

 

DISFRUTANDO SAN SILVESTRE

Añorando tiempos pasados, inspiro mi mente, para que los momentos gozados, vuelvan rememorados, a mi presente. Respirando la carrera, como lo hice ayer, disfruto la competencia, "SAN SILVESTRE SALMANTINA", en el mundo…, la más fina, diciembre 31, imaginándolo, transporto mi ser. A cientos de millas, compitiendo ensoñado, correré y correré como venado asustado, dispuesta la maratón, desde mi techo hasta el poblado, para cubrir los 10 km, ¡oigo el pistoletazo…, hemos arrancado!. Simultáneamente con los Atletas de SAN SILVESTRE, acalorados, sudorosos, volando más que en carrera ecuestre, ¡triunfadores!, somos..., colosos vencedores. Lo mejor del año, es esta inolvidable competencia, zancada a zancada, florecen amistades en su esencia, hasta los que no estamos allí, la disfrutamos, aviva recuerdos solemnes…, todo el año la memoramos. Competencia SAN SILVESTRE SALMANTINA, mundialmente conocida, alegra la vida, une campeones, bendice acciones. “SAN SILVESTRE SALMANTINA volveré a tus lares, para disfrutar tu originalidad y competencia divina”.

# 301 Neus GAVILAN

 

Transfórmate en lo que tú quieras.

Cómo cada año, hay una fecha en la que la gente se transforma en súper héroes y súper heroinas, en príncipes y princesas, en hadas, en magia, en deseos en vibración, el último domingo del año y de cada año, todos pueden sentir esa emoción de ponerse unas zapatillas y un disfraz y transportarse a un mundo de fantasía, que te recorre el cuerpo y todo en unas fechas también mágicas. El riesgo es la puerta hacia esa corriente que te impulsa a llenar las calles de color, diversión y alegría, inundando todo con luces y colores, se trata de sentir y vivir una fiesta que es más incluso que una fiesta, una tradición, eso es la San Silvestre Salmantina, nos llena de humanidad y de vida.

# 300 SAMUEL JESUS SUAREZ HERRERA

 

Ensueño en la víspera de Año Nuevo

Desde el calor del hogar me asomo a la ventana. Una multitud abarrota la Plaza Mayor, donde la San Silvestre Salmantina está a punto de comenzar. Recuerdo la última vez que participé, hace ya mucho tiempo atrás. Bajo el volumen del televisor para escuchar el murmullo. Estoy preparado para que dé comienzo la carrera cuando alguien toca en la puerta; es mi nieto, y trae una silla de ruedas consigo. En un abrir y cerrar de ojos, y sin dejar espacio para negarme, estamos con el resto de participantes. Da comienzo la carrera. Me empuja y siento el aire en mi rostro; vuelvo a ser joven, vuelvo a vivir. Los recuerdos me invaden en tropel cuando pasamos cerca de la Universidad de Salamanca, divisamos el río Tormes, o cruzamos ante la fachada iluminada de la Catedral. Nunca pensé que la ilusión y la felicidad me pudieran volver a visitar.

# 299 Aïda Romero Inglada

 

Número 95

Paso. Brinco. Salto. Un océano de personas frente a mí. Los dorsales bailando al compás del viento. La luz serpenteando entre brazos y piernas en movimiento. La respiración agitada y el chasquido del arcén, tantos pasos que auguran la llegada. La carrera de San Silvestre Salmantina es un regalo que precede al nuevo comienzo, donde la meta se presenta como un dulce meloso almibarado. Centenares de rostros desconocidos buscan sus propósitos, ocultos bajo un número al azar. Las historias de vida centellean en el olvido. Soy el número 95 y he venido para demostrarme a mí mismo que podía hacerlo. Y puedo.

# 298 Amauris Torres Cintra

 

La Visión

“La Visión” Lázaro llegó el primero al Puente Romano. Creyó más en ella cuando tocó el granito rojo grisáceo del Verraco; sentía tibia la áspera piel del animal descabezado. Temblábanle las piernas; sentíase abrumado por todo el ceremonial, la premiación, las fotos, las declaraciones jadeantes… Trató de no perderla de vista, aunque sabía que Ana no soltaría su mano. Volvió hasta el monolito despacio, en medio de la algarabía de la celebración. - ¡ Beatriz! Ella volvió la cabeza hacia donde provenía la voz, alargó una mano para que Lázaro la alcanzara. - ¡ Te lo dije, que ganarías!- exclamó contagiada de alegría- ya lo había visto… Ven aquí. Lo dejó acurrucarse en su seno, donde latían su corazón y la certeza de que esa larga carrera, la terminarían juntos, en la Basílica. Él la ayudaría a subir los diez escalones, y le diría cómo se ven el cielo y el Tormes.

# 297 Patricia Collazo González

 

Correr para vivir o vivir para correr

El doble exacto de Javier malvive en una favela de Río. Sin luz ni agua corriente, roba para comer y corre para vivir. Así ha sido desde crío, de ahí su gran sprint, aunque le falte resistencia. Javier y él (como buenos dobles) son dos gotas de agua y se llaman exactamente igual. Pero en el resto, no coinciden. Javier tiene un piso luminoso en Salamanca y cada día entrena resistencia persiguiendo su obsesión: la San Silvestre Salmantina. Vive para correr, pero su sprint es francamente mejorable. Por eso, ninguno de ellos sobrevive cuando el día de nochevieja un cruce sideral los transmuta. El de poco sprint, calzando las mejores deportivas del mercado, es incapaz de escapar de dos hombres armados entre chabolas cochambrosas. El de escasa resistencia, descalzo y aterido, prueba con los dientes el asfalto del Paseo de San Antonio mucho antes de alcanzar el arco de meta.

# 296 ALEJANDRO CARTUJO VILLAR

 

A un paso

A un paso. Por fin ha llegado el día. Me he preparado a fondo. Decenas de carreras a lo largo del año, no han sido más que preparación para este momento. Estoy en la línea de salida, una fila detrás de los más fuertes. Incluso han conseguido traer a unos cuantas figuras que van a estirar la goma desde el pistoletazo de salida. Apenas escucho el disparo de salida y salimos volando. Una ligera llovizna cubre el pavimento provocando que varios corredores se vayan al suelo en una curva cerrada. Ya estamos cerca, por primera vez voy en el grupo de cabeza y bien posicionado. Cien metros, setenta, empiezo acelerar jugándomelo todo, cincuenta metros. - ¡¡Nooooo!! – sale de mi boca un grito desesperado al apagarse la televisión. – Pero mama – - Te llevo llamando hace un rato. No te lo vuelo a decir, apaga ese cacharro y vente a cenar.

# 295 María del Carmen Gazzera de Goette

 

PISTA INTERIOR

Corrí la marcha de los valores y me nutrí de cosas bellas para llegar triunfante. Atravesé campos con pensamientos etéreos en mi fase aérea. Tuve adversarios a mis costados pero mi respiración agitada se confundía con los eufóricos pasos. Cada músculo mío fue fuerte. Nunca tuve relevos; sí grandes saltos y lanzamientos en el campo del amor. ¿Vi laureles como corona?. ¿Fui ganadora?. Olímpicos son mis anhelos. Invento cada día saltos de altura. Soy atleta de la paz, trasmuto energías y veo impulsos luminosos de discos de armonía. Planifico la locomoción de mis comportamientos. Escuché voces en las llegadas y mi corazón era como un salto con pértiga. ¿Tendré un duende interior que corrió por mí?. ¡Yo nunca participé en San Silvestre Salmantina!. ¿Es mi gran evasión o es un hada, que anida en mi alma?. Trasciende y se proyecta en el deporte y hacia el infinito.

# 294 ERNESTO PÉREZ ESTEVE

 

OBSESIÓN

Siempre igual. Primeros pasos y voy tranquilo, a mi aire. Pero enseguida presiento que me siguen. No, no miro atrás… pero lo sé, ahora ya incluso creo escucharlos. ¿O soy yo, que voy tarareando tunas que van marcando mis pasos? Eso sí, a un ritmo más bien rápido, para que no me pillen. ¿Son ellos, los tunos, los que me persiguen, lanzando sus cintas y capas al viento? No lo sé, porque no me atrevo a girarme, pero noto muchos ojos, panderetas, incluso guitarras, clavadas en mi espalda como puñales. Aprieto el paso, pero da igual, Ellos hacen lo mismo. No es manía persecutoria, lo juro. Ni creo que su intención sea deleitarme con una serenata. Pero me siguen. Adrenalina al principio, miedo después. Al final, puro terror… tengo que correr, correr, correr… hasta que llego a la meta. Cada uno se motiva como puede. Y casi siempre gano.

# 293 Héctor Ortega Giménez

 

Rebobinar

Detuvo el cronómetro de su reloj de pulsera con un gesto mudo de satisfacción. Vislumbró la línea de meta y, ajeno al ritmo del mundo, al frío de la mañana, al viento que mecía las copas de los árboles del Parque de los Jesuitas, apretó el paso para arañar unos segundos. Se sobrecogió al saberse parte del cuerpo de aquel ser improbable y multicolor que ahora cruzaba la inmensidad de la Plaza Mayor. El manojo de nervios que anidaba en su estómago se desvaneció en el preciso instante en que el disparo de salida rompía el cielo salmantino. Se calzó las deportivas antes de salir de casa de su abuela. Sentado junto a su cama supo que ya no iba a estar allí cuando volviera, que apenas quedaba nada de lo que era; la agarró entonces de la mano y le prometió en un susurro que ese año también correría.

# 292 Mª ESTHER RUIZ ZUMEL

 

"ESFUERZO SALMANTINO"

Tierra charra recorriendo sus calles la San Silvestre un deporte para la sociedad recorriendo las calles con testigo mudos con elegancia observan la carrera diciendo adiós a un año donde la meta esta en esa línea tan frágil de un nuevo años corriendo para olvidar los momentos malos soñando con un futuro esperando buenas noticias. Corriendo desechamos en el sudor aquello que produce dolor humano entre decoración navideñas en los edificios más emblemáticos. Las aguas del Tormes aplauden a esos valientes en el invierno gélido salmantinos. Niños/as se baten en otra categoría abriendo las puertas al deporte sintiéndose importantes cuando atraviesan la meta sonriendo a su ciudad premiado su esfuerzo de esa infancia sabiendo que se están cogiendo el testigo de una tradición pasando de generaciones. Esos son deportistas del futuro oteando a la ancianidad presente La meta espera con los trofeos del esfuerzo olvidado premiado en ambiente claramente navideño.

# 291 Elías Rodríguez Valdelvira

 

Viejas costumbres

Agazapado, esperaba la señal, con una calma digna de una anunciada tormenta. El rugido sirvió como pistoletazo de salida. La sangre se dirigió a las piernas, el suelo se volvió borroso bajo mis pies mientras sorteaba arbustos, piedras y dentelladas. Escuchaba pasos atronadores en mi espalda, respiraciones entrecortadas, mías y ajenas. Pasé el relevo a mi compañero, lo agarró fuertemente entre tendones y fibras. Mi rival estaba tras de mí, amenazándome con la muerte. Un abismo delante de mi, con las mismas intenciones. Cogí impulso como un ejercito ante el grito de batalla y salté sin miramientos. Si conseguían llegar con la pieza intacta podríamos celebrar la victoria con un festín. Llegase o no, mañana se repetiría la misma carrera, la emoción, la adrenalina, la lucha con tu propio cuerpo por sobrevivir y con la naturaleza que, aunque siempre ganadora, nos daba treguas para disfrutar pequeñas victorias.

# 290 Carlos Curiel Palomino

 

Lapsus

Es San Silvestre, las calles de Salamanca cobran vida con la emoción de los corredores. Entre el bullicio de la multitud, Rosa, una joven atleta con sueños en sus zapatillas, siente la adrenalina corriendo por sus venas. La carrera comienza y Rosa avanza rodeada de corredores de todas las edades. El espíritu de solidaridad y superación se palpaba en el aire. Cada paso que daba, Rosa encontraba apoyo en las palabras de aliento de los espectadores y compañeros corredores. Mientras cruzaba la meta, agotada pero radiante, Rosa comprendió que la San Silvestre Salmantina no era solo una carrera, sino una celebración de la comunidad, la determinación y el espíritu deportivo. Aquel día, más que una medalla, se llevó consigo el valor de la perseverancia y la alegría de compartir una experiencia inolvidable con miles de almas afines. Sobre todo al darse cuenta que ha estado corriendo en Vallecas.

# 289 Martin Alberto Sakamoto

 

Preparados, listos

Ya no podía contar los días preparándose para el evento ni las noches soñando con la carrera. El piso húmedo por el rocío, el olor a caucho de las zapatillas, la adrenalina de los participantes. Las miradas cómplices pero enemigas en ese único momento antes de la largada cuando la unión y las ganas de llegar a la meta son comunes a todos, los mismos que en pocos metros empezarán a tratar de marcar la diferencia, respirando cada ves más rápido, calculando milimétrica mente cada zancada. Y llegó el bendito día. Tiene que haber otro que ha pasado también la noche en vela, pensó. Pero ya no importaba. Todo lo que había hecho, hecho estaba. Y cuando llegó la orden, tensó la mano derecha e hizo el disparo de la largada.

# 288 Nehuen Peñaloza del Cerro

 

El Club de Amigos

Los sábados por la tarde corríamos en una pista de polvo de ladrillos con todos los alumnos de nuestra promoción. La salmantina era el calentamiento antes del clasista clásico salmantino. Mediríamos nuestro talento en una carrera olímpica: los irreverentes del Rollo contra los ortodoxos de San Isidro para defender la legitimidad y supremacía barrial. Nosotros éramos deportistas y ellos intelectuales. La explosividad de Toni Dybala contra el genio de Constanzo Calamar eran escolatados respectivamente por la liebre enrollada Nacho Kon mientras que Fer Saltiel rebotaría los ataques del arrollado Billy Villa. En el último tramo se tropieza con el tercer pulmón del paria José de León que en lugar de darle vuelta a la tortilla los desmadra a todos cual pa amb tomaquet, rabas, conejo con fresas a la mostaza y guacamole aplastado al ají. Esa comilona fue la mejor de toda la San Silvestre.

# 287 Claudia Morales

 

EL LOBO SIEMPRE ES EL MALO SI QUIEN CUENTA LA HISTORIA ES CAPERUCITA

Debo esperar hasta el 31 de Diciembre. Lo imposible sólo tarda un poco más y a veces no cuesta más que 11 euros. Tengo mi inscripción, mis zapatillas, mi dorsal. Mi madre por fin me ha dicho su nombre en la terapia, antes de morir. Y por lo que sé, un hombre puede cambiar de ciudad, de equipo de fútbol, de partido político, de esposa, pero no puede cambiar una pasión. Así que iré a buscarle a la San Silvestre. “Hola papá”, diré. Y entonces podré escuchar su versión del cuento.

# 286 Ignacio Micó García-Tapia

 

El primero bajo el cielo

Es fin de año y mi corazón late en la carrera, con la mirada en el cielo y los pies sobre el asfalto. A ocho mil kilómetros habrá alguien que esté corriendo igual que yo, y que se esté dando cuenta de lo mismo. Ser primero ya no importa, ni segundo, ni último. Solo importa seguir corriendo y avanzar. El año que viene habrá otra carrera, el mismo día a la misma hora, y yo estaré allí, ya que nunca habré parado de correr.

# 285 Vianny Liesel Correales López

 

A vuelo de colibrí

Sacudía su cuerpo como un resorte bailarín. Una mañana regó mi café sobre los panecillos. Ismael, con su corpulento armazón de quince años, se pavoneaba por el comedor del hotel donde me hospedaba en Salamanca. Provenía de La Alberca y se preparaba para la carrera San Silvestre. Durante esa semana lo había visto entrenar en mis recorridos que realizaba cerca del hotel para intentar alargar algún pedacito de vida en mi ajado cuerpo. Era como ver un colibrí sacudiendo sus alas en cada paso que asentaba a mi lado. Corría con tanta voracidad que mi cuerpo se arrastraba en su remolino de pasos. El día estaba soleado, Ismael triste porque su madre no vendría me pide que lo acompañe y grabe la carrera,con voz quebradiza acepto. No sentí cuando inició, solo corrí a su lado. A vuelo de colibrí mi cuerpo se desvaneció mientras sus pies ganaban la carrera.

# 284 Javier Rio Rodríguez

 

¿Qué tal?

Fase 0: 3km de calentamiento y 10 X 300 mts debajo de un minuto. La carbonilla es ahora purpurina. Mañana la San Silvestre Salmantina, seré imparable, 4 semanas intensas de preparación. Fase 1: Ya de mañanita, salgo apresuradamente del recinto sagrado, hace un frío que pela, nadie me ha visto, bien, me subo hasta la barbilla la chaqueta del chandal. A duras penas me puedo deshacer de las cera adherida a mis uñas, espero que las velas de diferentes colores ofrendadas a S.Juan de Sahagún, funcionen hoy. Fase 2: Vaselina, dorsal, chip, lazada de las zapatillas, caliento, troto, me cruzo con amigos - contrincantes ¡sí! - y me posiciono apretando codos en la línea de salida. - Hombre Julián ¿qué tal estás? - es Pando el de los crosses. - Nada, fatal estaba en cama, llevo una semanita que ni te cuento, pero a ver que tal…

# 283 Joaquin Borbalan Palencia

 

La última carrera

Era la última San Silvestre Salmantina que corría. Lo sabía desde qué le diagnosticaron la enfermedad. Pero no quería rendirse. Anhelaba despedirse de la ciudad que lo había visto nacer, crecer y correr. Deseaba sentir una vez más el aliento de los miles de participantes, el calor de los aplausos, el orgullo de cruzar la meta. Quería dejar una huella en el asfalto, en el aire, en el corazón de Salamanca. Se puso el dorsal, el gorro y las zapatillas. Se colocó en la salida, junto a su hijo, que lo acompañaba por primera vez. Escuchó el disparo y echó a correr. No le importaba el tiempo, solo el recorrido. Pasó por la Plaza Mayor, la Catedral, la Universidad, el Puente Romano. Recordó su infancia, su juventud, su vida. Lloró, rio, agradeció. Llegó a la meta. Abrazó a su hijo. Le dijo que lo quería. Cerró los ojos. Sonrió.

# 282 Alfonso José Prado Rey

 

La apuesta

El perdedor pagaría las inscripciones y realizaría un donativo a una ONG elegida por el vencedor. Esta fue la apuesta concebida en Halloween por Luis y Damián, dos amigos cuarentones siempre dispuestos a retarse. Como cláusula, acordaron que harían el recorrido oficial disfrazados, sin revelar su identidad al otro. San Silvestre amaneció frío pero despejado. Iniciada la carrera, buscaron entre los enmascarados un gesto que revelase la impostura del otro. El recelo sirvió de motivación para acelerar, adelantar a sospechosos y quemar kilómetros. Junto a la Catedral, sin embargo, las fuerzas empezaron a flaquear haciendo del recorrido restante una agónica lucha. Encarado el Paseo de San Antonio se reconocieron: el fantasma con riñonera y el capuchino al trote. Hubo un momento de competitiva tensión. Después, rompiendo en carcajadas, la apuesta se quebró. Cruzaron la meta de últimos, exhaustos, abrazándose por el hombro: sintiéndose verdaderamente ganadores.

# 281 Gonzalo Gómez Martín

 

Los buenos motivos

Dicen que correr es de cobardes pero ahora avanzaba en la popular carrera de San Silvestre. No iba lento, pero tampoco demasiado rápido. No quería conseguir un récord, ni llamar la atención de nadie, por lo menos de nadie que no fuese él mismo. Mientras avanzaba, pensaba en que no pudo correr cuando aquellos perros lo atacaron. Tampoco huyó de aquellos que se reían de su manera de ser ni pudo escapar cuando le metieron la paliza en aquel callejón. Ahora las cosas habían cambiado. Cada zancada continuaba con una exhalación de aire que le daba vida, mientras se cruzaba con otros participantes. miles de personas con miles de motivos y él tenía muy claro el suyo. Entonces volvió a pensar que si correr es de cobardes, no tenía sentido que hubiese tanta gente allí. Todos viviendo, corriendo y sintiéndose libres.

# 280 Marta Navarro Ros

 

Correr por dos

De correr solo recuerdo gente, mucha gente. Y sudor. Falta de aire. De correr recuerdo el frío de la Navidad y los turrones atascados en medio de la garganta al terminar de correr cuando todavía no he digerido los dos vasos de agua. De correr solo recuerdo perder. Llegar de las últimas y, aun así, sentirme la mejor. Porque siempre corría contigo. El próximo año no estarás y correr será mucha gente, sudor, falta de aire y la Navidad más fría. Pero también serás tú. Seremos tú y yo corriendo cada año desde antes de que yo tuviera uso de razón hasta que dejaste de poder moverte. Correr, a partir de ahora, seremos tú y yo para siempre.

# 279 Fernando Almez García

 

Monterroso y yo

—Cuéntame un cuento, anda, sobre la carrera. —Cuando terminó de correr, el dinosaurio todavía estaba allí.

# 278 Carlos Alberto Sánchez García

 

Muy de ganar

En su casa se habla demasiado de triunfo, como si en esa palabra se intuyera la crudeza de la infelicidad. Por eso, cada San Silvestre, Romeo espera paciente a los últimos, el final del recorrido, el paso del coche escoba. Ella apareció luminosa, como un punto final lejano en la noche, con su dorsal encendido, anclada a la meta. Julieta entró en su vida despacio, condecorada. Él es el último en una estirpe de salmantinos ganadores. Su abuelo fue amigo de Unamuno, ganó la carrera el año de lo de Shakespeare; también venció su padre y sus hermanos. En su familia eran muy de ganar. Por eso no corre, por rebeldía. Las gacelas abandonan juntas por el puente romano, como arquetipo de los corredores desventurados. Solo los que pierden miden los segundos de la felicidad.

# 277 María Ibáñez Monasor

 

31 de diciembre

Treinta y uno de diciembre, domingo. Como cada año, me dirijo hacia el Paseo de San Antonio y mientras me aseguro de que mis zapatillas estén bien atadas, recuerdo aquello que leí sobre la primera San Silvestre Salmantina, en 1984, y me pregunto si aquellas cuatrocientas personas también sintieron este arropamiento de gente, este ambiente de comunidad y esta ilusión. Miro a mi alrededor sonrío. La espera ha merecido la pena.

# 276 Tomas García Merino

 

Una carrera, otra vida

Suena el disparo y arranco a correr. No miro hacia atrás. Amplío la zancada, sorteo los cuerpos, avanzo rápido, mi respiración se acelera, mis fuertes piernas me hacen volar. Ya no siento el temblor de las bombas, a mis pulmones no llega el aire cargado de muerte. Un gentío se agolpa en las aceras. Me atrevo a mirarlos a los ojos, no veo miedo, ni odio en sus rostros, solo entusiasmo y alegría. Un rumor creciente llega a mis oídos: son aplausos, gritos de ánimo. Alguien se fija en mi camiseta, pronuncia mi nombre a voces, otros lo imitan. Cada vez la meta está más cerca, no sé si ganaré la San Silvestre Salmantina, pero no me importa. Solo quiero correr, correr en libertad por las calles de esta magnífica ciudad que me ha brindado una segunda oportunidad. Esta carrera me ha devuelto la vida.

# 275 Francisco Sacristán Romero

 

Vientos de San Silvestre

Se presentó una accidentada San Silvestre Salmantina con una ráfaga de viento que arrancó los dorsales a todos los atletas. Durante unos minutos los números quedaron flotando varios metros por encima de la tierra, como una bandada de aves que no se atreviera a emigrar, hasta que comenzaron a caer, poco a poco, sobre los espectadores, sobre el suelo, sobre mí. Un tembloroso cuarenta con bandera brasileña me abrazó y me fue imposible arrancármelo, de modo que no tuve más remedio que terminar la carrera. Entré en tercer lugar. Desde entonces vivo en Brasilia y entreno a diario. Ya me he acostumbrado a la caipiriña, pero sigo echando de menos Salamanca y pronto anunciaré mi retirada. Eso sí, lo haré con orgullo, en este tiempo he competido por todo el mundo y he logrado varias medallas. No creo que le pueda pedir mucho más a una humilde rana de piedra.

# 274 Ricardo Hernández Blanco

 

Corre por tu salud

-¿Fernan quedamos mañana y echamos unos tragos?, es el último día del año. - No puedo Javi, ¿no te acuerdas que corro la San Silvestre? - Pero tio, ¿ni en fin de año vas a parar de hacer deporte? -Ya sabes que necesito mi chute de endorfinas, así que haré la carrera larga. -Te entiendo y te envidio a la vez por defender tus ideales de salud y tener esa convicción por decidir no beber alcohol y hacer deporte. -Eres un ejemplo a seguir por tu determinación, mira, pues voy a ir a verte correr me gusta el ambiente de la carrera. -¡No te machaques mucho y disfruta!, que no es tanto competir, como disfrutar. -Gracias Javi, me alegra que lo entiendas, entones, ¿te veo en la carrera?, ya me conoces, para mi, es un placer correr en mi Salamanca natal. -Siiii, te animaré desde el puente romano cuando pases. Fin

# 273 CARMEN ROSA MONZON DELGADO

 

MI CARRERA EN LA SILVESTRESALMANTINA

Hoy participo con mi carrera en la San Silvestre Salmantina desde uno de los mil puntos posibles. Cómo sería la carrera del 1925 en Sao Paulo, Brasil. Ésta promete competir arduamente por un magnífico puesto ganador. Estoy entusiasmado. Sonrío solo al pensar en el dulce momento en que me pondré a prueba. Mi novia la seguirá desde las gradas. Esta carrera ha ocupado mi ser desde que se convocó con casi una obsesión. No se si ganaré pero tengo grandes expectativas. Después mi novia y yo vamos a casarnos. Un gran colofón. ¡si resultara!

# 272 Samantha Deler Mozo

 

El nacimiento de un sueño

El sudor le descendía por las sienes, el corazón le latía desbocado y los músculos de las piernas le dolían horrores. Su mente gritaba que se detuviera, sin embargo, sus gritos, en comparación con el: ‹‹¡Y aquí llega el dorsal número setenta y dos, acercándose a la meta con un esprint, a reclamar la primera posición!››, eran un mero susurro. Un último aliento le permitió sentir la cinta en el abdomen, abrazando sus esfuerzos con delicadeza. Dedicó unos segundos a regalar sonrisas al público que lo vitoreaba, antes de que su cuerpo lo dejase caer…caer en una silla de ruedas ubicada tras el vallado de la competencia, lugar desde el cual veía llegar al ganador, al verdadero ganador. Ese día un sueño nació en su interior, por eso, en cada entrevista que concedía en los juegos paralímpicos, la San Silvestre Salmantina se asomaba.

# 271 Adiany Tartabull Ruiz

 

Alas Mundanas

(...) Duele el tórax, en aquella parte que tanto le preocupaba a ella.《Perdón, mamita, este es mi sueño》. Acelero el paso. No miro a mis espaldas y solo disfruto la sensación. Ellos corren por reconocimiento, yo por placidez. Veo mi destino, el sufrimiento de la carne se extiende como una plaga. En el suelo, mi cuerpo encuentra la plenitud, tendido por completo en la línea de meta. Mis ojos están a punto de cerrarse. No me arrepiento de nada.

# 270 María Sofía ABARCA

 

Zapatillas para un corazón

Él era un corredor. El entrenamiento, el pelotón y el recorrido oficial D de 10000 metros lo habían adaptado funcional y morfológicamente. La cardiomegalia y la hipertrofia ventricular eran solo dos de los síntomas de aquel corazón que, antes de la competencia de la Sansil, se acercó a las inmediaciones del Parque Picasso. Tenía la porfiada intención de comprar un par de zapatillas pero…¿cuánto calza un corazón? ¿En qué parte del pericardio pensaba ponérselas? Dada la visible dificultad, nadie pudo atender a su pedido. Solo, en el medio del circuito, llamó desesperado al cerebro y le preguntó cómo pensaban correr. “Con las piernas, grandote”, le respondió el otro. El corazón, aquel músculo al que los demás órganos habían apodado “el grandote”, se quedó pensativo y eligió cuidadosamente sus palabras: -Bueno- sonrió- pero ni creas que las voy a dejar correr solas-.

# 269 David Bravo Durán

 

Promesa

El día de la San Silvestre Salmantina había llegado y, como todos los años, Francisco se levantó exclusivamente para participar de la carrera que comenzaba a mediodía. A pesar de llegar solo, no parecía importarle dada la actitud de los otros competidores quienes con sonrisas, gritos de ánimo y una que otra palmadita de energía en la espalda le hacían sentir un cálido grado de pertenencia. Una vez concluida la contienda, se detuvo a contemplar un momento aquella postal de personas cansadas y felices que pasaron la meta. Tras ello, caminó tranquilamente al cementerio para volver a descansar con la satisfacción de cumplir con la promesa que se hizo en vida.

# 268 Vianny Liesel Correales López

 

A vuelo de colibrí

Sacudía su cuerpo como un resorte bailarín. Una mañana regó mi café sobre los panecillos. Ismael, con su corpulento armazón de quince años, se pavoneaba por el comedor del hotel donde me hospedaba en Salamanca. Provenía de La Alberca y se preparaba para la carrera San Silvestre. Durante esa semana lo había visto entrenar en mis recorridos que realizaba cerca del hotel para intentar alargar algún pedacito de vida en mi ajado cuerpo. Era como ver un colibrí sacudiendo sus alas en cada paso que asentaba a mi lado. Corría con tanta voracidad que mi cuerpo se arrastraba en su remolino de pasos. El día estaba soleado, Ismael triste porque su madre no vendría me pide que lo acompañe y grabe la carrera, con voz quebradiza acepto. No sentí cuando inició, solo corrí a su lado. A vuelo de colibrí mi cuerpo se desvaneció mientras sus pies ganaban la carrera.

# 267 Rafael Norberto Pérez Valdés

 

Mis dos sueños

Cuando me acosté preocupado, lleno de dudas, le pedí a mi subconsciente que trabajara sin descanso para ayudarme a cumplir dos sueños colosales en la San Silvestre Salmantina. Uno es completar el recorrido, sin importar si llego último. Cada paso titánico que realice será una dedicación a JuanK, mi inigualable cuñado, fallecido el sábado, a causa de un infarto, a sus jóvenes 62 años. El otro es utilizar mi bloc de periodista, pues yo tengo una corazonada: podré ver allí como observador, por ser él practicante de las carreras, al famoso novelista estadounidense Stephen King (gran maestro). Será un honor tratar de entrevistarlo en medio de la multitud. No sé qué me deparará el día, pero estoy listo para enfrentarlo. Y cuando pude llegar a la meta tuve otra sorpresa estupenda: Stephen King estaba allí, sonriéndome y aplaudiendo mi logro. ¡Los sueños pueden hacerse realidad en la San Silvestre Salmantina!

# 266 JUAN PABLO LÓPEZ TORRILLAS

 

Al pasar la meta

Fue al pasar la meta, en aquella última tarde del año, cuando le vino de golpe a la cabeza todo lo acaecido desde que nació su hijo Marcos en febrero del veinte; buscó a su mujer, la localizó, salió a su encuentro y el abrazo fue arropado por una lluvia de aplausos, ya ven, tan sencillo como la vida misma, tan mágico, tan hermoso ver a don Antonio cruzar la meta, treinta y uno de diciembre de dos años después: después de coger la Covid, de quedar postrado en una silla de ruedas (¡ay, los trombos!), de tirarse un año entero peleando con el fisioterapeuta, un año cargado de esfuerzo, de sacrificio rehabilitador para volver a, no solo andar, sino a correr, su deporte favorito; y ya ven, don Antonio abrazado a su mujer, tras la meta, y Silvestre, el santo, en el Paseo de su hermano Antonio, también santo.

# 265 José Samuel Manzanares García

 

Juramento

¿Cuánto tiempo me habré alejado de San Silvestre? Mucho, sin duda. Pero el viento sigue siendo el mismo y las calles siguen siendo las mismas, el mismo tiempo sigue siendo unión para sus añejas piedras y en la campana distingo el mismo tañido broncíneo. Y yo quisiera ser el mismo, una persona idéntica a la que un infarto obligó a abandonar la última carrera tantos años atrás. Es imposible. Los corredores ya se alinean en el punto de partida: calientan, brincan, estiran; sus mentes, concentradas; sus músculos, templados por la costumbre del entrenamiento. ¡Ninguna otra sensación se le parece! Mientras duraba mi reclusión en el hospital juré presenciar de nuevo la carrera, aunque ya no pudiera competir. Los doctores hicieron todo lo posible, pero no son sino humanos. Mi cremación está programada dentro de unas horas, pero tenía un juramento que cumplir. Por fin, la señal de salida.

# 263 Arnaldo Enrique Altuve Oropeza

 

Sueño en Salamanca

Y ahí iba, corriendo junto aquellos extraños. Su deseo fue concedido. Tenía la mirada fija en el horizonte: algo de esta tierra que surcaba le recordaba a su querida Élide. Al parecer no se percataban de su presencia, pero eso no lo perturbaba, sabia que era obra de Zeus. Presentía que en la marcha lo acompañaban panaderos o sacerdotes como él. Miraba con emoción como retumbaban las zancadas en la meseta de Salamanca. El fervor popular de aquella carrera llenaba de lágrimas sus ojos azules: esos ojos que reflejaban las costas del mar Jónico y serán testigos de las numerosas carreras que deparará la historia, marcadas con su triunfo en el Olimpo. Al pasar el Puente Romano lo despertó la voz de Zeus: — ¡Hombre! No pediste gloria, ni riquezas, sino sabiduría, ahora con más razón, tu nombre, Corebo de Élide, se escuchara a lo largo de la historia.

# 262 Nuria Hernández García

 

La misión

Lo haría. Respiró profundo, se concentró, y dejó la línea de salida a toda velocidad, dejando al resto de corredores en clara desventaja. Mientras corría solo pensaba en su objetivo: llegar el primero. Pronto las fuerzas comenzaron a flaquearle. Vio pasar de largo a otro corredor. Luego vendría otro, y otro más. Finalmente tuvo que admitir que era un buen velocista o estaba muy motivado, pero no tan buen fondista. Aun así, no se rindió y cruzó la meta el último. "¡El último!", se dijo, sin poderlo creer. Pero rápidamente se recuperó. La segunda parte de su misión era la más importante. Se quitó la camiseta y enseñó su pecho sin tapujos. "QUEREMOS PAZ. LA PAZ ES LA META" podía leerse en letras rojas en su pecho. Se llevó una gran ovación.

# 261 Claudia Gómez Zaragoza

 

Retroceder para avanzar

Me encontraba en el Paseo de San Antonio a las 12:30 AM del 31 de diciembre dispuesta a emprender mi marcha. Sin titubear, me dirigí a la Plaza de Cuatro Caminos para enfilarme hacia el Paseo del Rollo y torcer hacia la Avenida de los Comuneros... Realizaba la carrera inversamente porque estaba retrocediendo en lo acontecido en este 2023 a razón de 3 meses cada 2.5 Km. A medida que avanzaba iba repasando desde enero hasta día de hoy los buenos, malos y momentos de los que debía aprender en un recorrido en el que mi mente trabajaba más que mi cuerpo. Acabé llegando al punto donde comencé para tener un nuevo inicio. Ahora son las 12:30 PM y estoy lista para empezar la San Silvestre Salmantina mirando hacia adelante en el tiempo con los valores de energía, esfuerzo y compañerismo para 2024.

# 260 Juan José Sánchez Benito

 

La San Silvestre, gran recuerdo charro.

No había salido nunca del pueblo y la primera vez que visitó Salamanca vio que por la calle corría mucha gente con camisetas de vistosos colores y deportivas de las que él nunca tuvo. Un escalofrío jamás notado recorrió su cuerpo. Al volver a su chiquitina aldea empezó ahorrar para comprarse aquel calzado y le pidió a los padres que él también quería correr. Le impresionó tanto como los hermosos monumentos. Participó año tras año pero en la mili no le dieron permiso y se escapó. No se la podía perder. Se acordaba que si un Rey dijo que París bien valía misa, por la San Silvestre no le importaba un arresto. La guardia quedó cubierta porque se la hizo un amigo y ganó pero no pudo festejarlo pues la policía militar se lo llevó nada más cruzar la meta. No pasó nada. Con más de cincuenta años sigue corriendo.

# 259 M DOLORES RODRIGUEZ CANILLAR

 

El color de las suelas

El calor comenzaba a hacerse latente en aquella mañana de invierno en la que pronto daría comienzo la San Silvestre Salmantina. Hacía ya tiempo que las mangas largas habían quedado escondidas en alguna esquina del armario. El pistoletazo de salida inundó de colores la ciudad, visitando en cada zancada los monumentos que tanto la representaban. A su paso por la catedral, las gárgolas se retorcieron para no perderse el evento. Asombradas, observaron como las calles empedradas se habían teñido de colores. Los corredores, con la ilusión que los caracterizaba, solamente se percataron de ello cuando, al llegar a la meta, exhaustos por el calor, observaron sus pies casi desnudos. Ahora, sí, dijo alguien, era hora de tomarse en serio el cambio climático.

# 258 Martin Etchegaray

 

Educación de calidad

Entrenar tres veces por semana, desvíar la mirada frente a mi bollería favorita, lavar camisetas que huelen a algo que me niego a reconocer como propio. Todas las semanas del año, hasta llegar a la Salmantina. ¿Por qué lo hacés? - pregunta mi hija, la de catorce. Noto en su voz una nota reprobatoria. No respondo. La carrera está por comenzar y no es hora de enzarzarse. Aparco en un hueco de la Plaza Parra y enfilo hacia el Paseo San Antonio. Ella se pone los cascos y se pega al móvil. Sé que viene detrás mío, pero de todas maneras tuerzo el cuello para estar seguro. Hora y media más tarde, atravieso la línea de llegada. Unas manos anónimas me acercan un vaso de papel con agua. Bebo mientras siento la sangre latir en mi oído. Allí está mi hija. Me llama sonriente. Al fin sé que decirle.

# 257 Andrés Fuentealba

 

Nubes plomas de invierno

El gélido sol de invierno iluminaba las calles inquietas. Yo esperaba el aviso para salir y demostrar mi dedicación, la dedicación que tanto me había costado. Anunciaron la salida y por mi propio cordón me tropecé, cayendo hacia un costado. Y ahí en el suelo pude ver cómo las personas avanzaban sin mi, vi cómo mi esfuerzo caía y era aplastado por los miles de pies indiferentes y vi como mi entusiasmo se esfumaba hacia el sol triste.

# 256 Paula G. D.

 

Dale, Lola

Casi no tengo fuerzas. Cada instante que pasa noto cómo los demás me pasan de largo poco a poco, como si los viera a cámara lenta. Como si yo estuviera caminando hacia atrás. Da igual lo que sienta; no me arrepiento de haber venido. Pero si me sigo emocionando de esta manera va a llegar un momento en el que las lágrimas me nublen por completo la vista, una ya no es lo que era. ¡Dale, Lola! Las voces que me animan entre las gradas me atraviesan todo el cuerpo y me llegan a los pies en forma de descarga eléctrica. No debo girar mucho la cabeza, pero sé que mis nietos están por esta zona y, durante los escasos segundos en los que me permito mirar de reojo, incluso me parece verles dándome ánimos. Este año es mi última y, sea como sea, la voy a terminar.

# 255 Jesús López Berzosa

 

Propósito de fin de año

El pistoletazo de salida resonó por la avenida y un fuerte clamor recorrió las filas del público mientras daba comienzo la carrera. Miles de almas se lanzaron impulsadas por una ciega voluntad entre las calles de Salamanca el día de San Silvestre. Una de ellas era Lucía. Hasta hacía una semana no se le habría ocurrido participar en aquella vorágine frenética, pero había descubierto algo que la había impelido a hacerlo. Había pasado un año desde la prematura muerte de su madre. La chica de veinte años por fin se había atrevido a entrar en su dormitorio, aún intacto, y había encontrado un diario entre sus cosas. Lucía supo entonces de la tristeza oculta de su madre, año tras año, por no haber completado todavía su primera salmantina por culpa de las sesiones de quimioterapia. Lucía llegó la última a la meta. Un aullido brotó de su garganta: —¡Hecho, mamá!

# 254 Cristina Filardo Llamas

 

La piedra blanca como testigo

La mañana amaneció gélida. Un aire helado enrojece orejas, acatarra puntas de nariz, entumece dedos de los pies. Camisetas térmicas, zapatillas ligeras de alto rendimiento, brazaletes con auriculares inalámbricos. Sombreros de lana entre el publico, bufandas coloridas abrigan miradas que aplauden, sonrisas que sostienen. Es su primera carrera, la primera competición tras el último tropiezo, la enésima recaída. Años de sufrimiento, dependencia y adicción. Familias rotas, ilusiones quebradas, fracaso y decepción . Un silbato anuncia el inicio. Piernas que corren, corazones que galopan y una piel que se eriza con cada palabra de aliento, con cada palmada para infundir valor. Está decidido. La San Silvestre será el final de la lucha contra su enfermedad. El comienzo de una nueva vida. Las torres de la Catedral, la Clerecía de fondo, la piedra blanca como testigo.

# 253 Miguel Ángel Caballo Cuesta

 

Amanece en Salamanca. Corre. Sueña.

Amanece en Salamanca. Se despierta temprano, cierra sus ojos. Comienza a soñar. Me confesó un sueño retenido en su memoria. Puerta de Zamora, Plaza Mayor, Puente Romano, Paseo de San Antonio. Destellos dorados sobre fría piedra salmantina. Oro viejo. Melodía de zapatillas sobre negro asfalto. Recuerdos de una tierra al compás de la dulzaina. Añoranza. Brisa suave y tenue entra por la ventana. Continúa soñando. Me dibujó una sensación archivada en su memoria. Magia, estímulo, pasión, deseo de sentirse vivo. Sabor a despedida del año que termina. Uvas y campanas. Carrera de 7887 latidos que marcan el pulso de la provincia charra. Lienzo en blanco para el año que arranca. Esperanza. Abre los ojos. ¿Te acuerdas? Este año quisiera convencerte. Los sueños están hechos de eso. Realidad. Corre. Sueña.

# 252 paulo molleda puente

 

PAPA

Se lo debo a mi padre. Y a mi madre que tiene que aguantar sus malos humores desde que quedó condenado a vivir esclavo de una silla de ruedas. Él que había corrido tantísimas veces la San Silvestre, ahora estaba postrado sinsalir de casa. Cada año, durante los últimos seis, encendía la televisión, ponía la radio y se asomaba a la ventana sólo para no perderse ni un minuto de su carrera favorita. Y el año pasado vimos como se levantó de la silla y avanzó dos pequeños pasos antes de que rendido se desplomara sobre la silla. –¿Qué haces, Papá? –Le dije – ¿No ves que puedes hacerte daño? –Entrenar para correr la San Silvestre contigo –Dijo Ahora estoy en la salida, agarrando su silla, para correr y empujar todo lo que pueda. Me conformo con llegar y que él, con sus brazos abiertos cruce la meta.

# 251 M.Carme Marí Vila

 

Carta certificada

A la atención de la organización de la San Silvestre Salmantina. Ha llegado a mis oídos que un inscrito en la carrera piensa jugar sucio. Primero echará líquido de hacer la permanente a las calles del recorrido para que se llenen de ondas en movimiento, quedando cuesta arriba para los participantes en cabeza, y luego surfeará sus rizos cogiéndolas curvadas hacia abajo a su paso. Tras conseguir dejar atrás a sus adversarios con esta técnica, esparcirá queratina para alisar el tramo final, con ello podrá mantener la distancia ganada y alcanzar la meta en solitario sin complicaciones. Urdió el plan observando a su mujer en la peluquería y él, pese a ser calvo, ya ven que no tiene ni un pelo de tonto. Les envío este aviso para que puedan detenerlo en su intento y así brindarnos, al resto de corredores, opciones de triunfo. Cordialmente, el marido de la peluquera.

# 250 Víctor Manuel Riego Gato

 

Ácido aminobutírico

Siempre me ha costado dormir la noche antes de una carrera y la San Silvestre Salmantina de este año no iba a ser una excepción. Un amigo me había comentado que tomando una cerveza antes de irme a la cama el alcohol actuaría sobre el ácido aminobutírico, un neurotransmisor que inhibe los impulsos entre las células nerviosas y tiene un efecto calmante, y que podría conciliar el sueño sin problema alguno. Pues no sé si fue el neurotransmisor, la célula nerviosa, el ácido gamma o la falta de costumbre en la ingesta de alcohol pero, tras dos latas de cerveza para asegurarme el efecto somnífero, la noche transcurrió plácida y el sueño resultó reconfortante y placentero, tanto que cuando Morfeo me soltó de sus garras quedaban diez minutos para el comienzo de la competición. Creo que para la próxima edición obviaré el lúpulo.

# 249 David Alexander Hernandez Quintero

 

Ese es el código

La vorágine de eventos que se cernieron sobre su vida le tenían aturdido, pero se incorporó. Como una oleada de ruido, que se quiere evitar, pero es imposible, llegaron a su mente cada uno de los recuerdos. Su espíritu se sofocaba con dolor recalcitrante, arrepentimiento inescapable y melancolía. Se puso de pie, porque ese era el código. Continuó la carrera. "Un paso a la vez" repetía para sí, mientras armonizaban sus jadeos y esa música extraña que producen los zapatos al chocar contra el suelo. Momentos más tarde, era anunciada la llegada del competidor 1622 quien había alcanzado el vigésimo séptimo puesto. Pocos entenderán lo paradójico que es encontrar descanso en el agotamiento y paz en la violencia del pulso al correr. El competidor 1622 no ganó una medalla, pero sobrevivió a sí mismo; a su cotidianidad.

# 248 Jose Luis Hornero Puente

 

PENSANDO CON LOS PIES ANTE UNA NUEVA NORMALIDAD

Empezaron a tranquilizarnos nombrándola como "nueva normalidad" pero realmente no sabíamos que significaría. Pasado un tiempo se dejó de hablar de ella. Lo cotidiano retomó su lugar entre necesidades, problemas, disputas y soluciones... Recuperamos poco a poco, los que pudimos, casi todo lo abandonado durante más de dos años, con algunos nuevos matices que no tuvieron demasiada repercusión. Eso no me preocupa ahora en exceso, si no fuera porque antes de ese tiempo inesperado mis pies corrían reaccionando con prontitud al contacto con el suelo mientras imaginaba nuevas gestas de superación. Sin embargo hoy me calzo mis zapatillas y me cuesta bastante más. Mi cabeza sigue soñando como antaño pero ellos me piden, por favor, que no les obligue ante su "nueva normalidad" algo más envejecida. Ha llegado mi momento de pensar con los pies y no con la cabeza

# 247 Ruy Garcia Irizar

 

Cazo y Corro!

Salimos al amanecer en grupo lanzados por un premio. Corro. Corro contra el viento. Contra todos! Salto. Corro. Acelero la marcha. Corro más rápido. El grupo se ha disgregado. Corro solo. Salto una rama caída. Corro. Quiero ser el primero en llegar al vado. Allí están las presas bebiendo agua fresca. No habrá presas para todos. Debo ser el primero. Me arrastro sigilosamente en el pastizal acercándome a la meta. Preparo mi lanza. Me pongo de pie. Me arqueo y mi grito gutural acompaña la jabalina hasta la presa sorprendida. Todos aplauden en el estadio. Has logrado una corona de laureles y una presea valiosa en tu pecho. Los noticieros hablarán de ti! Mañana, temprano, cuando salga el sol, ya estaré corriendo. Contra el viento. Contra todos. Hacia el vado.

# 246 Raúl Díaz Barrios

 

Un tío preparado

Bueno, pues a ver qué nos encontramos este año, porque vaya tela. Cada vez es peor. Yo no se en qué piensa la gente. Mira esa, que pintas, a mí nunca se me ocurriría venir así. Y ese otro... Esta juventud no aprende, madre mía. Tenían que fijarse en mí, un tío preparado, con su edad, pero preparado, como Dios manda. Que sabe cómo hay que presentarse en estos eventos. Si es que siempre lo digo: ¡a la Sansil se viene disfrazado! Uy que se me cae la cola de dinosaurio...

# 245 ALBERTO ROMAN CARPIO

 

MOVIMIENTO GANADOR

Creo que poseo las cualidades necesarias para por fin conquistar este año la San Silvestre; ¿Por qué digo eso? Porque me pongo en marcha en seguida, porque acelero el paso para coger el ascensor y no coincidir con algún vecino, porque salgo pitando de misa, porque me he corrido medio mundo, porque pongo los pies en polvorosa ante una situación problemática, porque en mi trabajo vuelo, porque salgo zumbando a tomar una caña cuando me llama cualquier amigo, porque no piso el freno nunca, porque voy a todo correr en mis relaciones amorosas, porque salgo disparado en cuánto advierto al jefe cerca, porque alargo el paso cuando veo que pierdo el bus, porque no paro quieto ni en ningún sitio. Seguro que te ha quedado claro ya porque pienso que puedo ganar la carrera, ¿no? Pues espérame ahí un momento, que tengo alas en los pies y te lo explico.

# 244 Maite Berrueta Santos

 

¡Tente, necio|

Salió bien, en el segundo cajón. La cuesta de Oviedo hizo su selección natural y fue al empezar a bajar por la calle Veracruz cuando vio algo raro. Una muchedumbre corría hacia él, todos con el rostro desencajado. Empujones, gritos... ¿Un bramido? De repente, entre la algarabía se alzó una voz clara, firme, imperativa: ¡tente, necio! Su reacción inmediata, y la de los demás corredores, fue detenerse. Un silencio sepulcral invadió el casco histórico pero, transcurridos apenas unos segundos, el silencio dio paso a vítores y gritos de júbilo. Como si despertara de un sueño, comenzó de nuevo a correr. Al final de Libreros vislumbró el público que reaparecía a ambos lados de la calle. Horas después buscó, inútilmente, en la prensa digital los resultados de la San Silvestre. Todos los titulares destacaban la hazaña del fraile Juan González, natural de Sahagún.

# 243 Luis Javier Ruiz Lería

 

Héroe

Luces. Música. Gritos. Abrazos. Tiendas hiperactivas. Valientes en pantalón corto desafiando al frío. La niebla imponiendo su dictadura invernal… No solía fustigarse con su situación, pero el año reserva amargas sensaciones para su despedida: recuerdos de tiempos 'normales’ convertidos en afilados puñales. La mente tampoco edulcora su realidad: soledad, tristeza, rechazo… repite insistentemente. Contempló el puente Sánchez Fabrés. Un escenario idílico para cerrar una existencia prescindible. Desde la barandilla se despidió de la ciudad. Al fondo, el dorsal 002 de la San Silvestre cruzaba en soledad el puente. Esa noche, ambos alcanzarían sus metas. Saltó. El Tormes le cortó la respiración. Previsible. No como la mano que le agarró alejándole del fondo. Era un rostro familiar. El del cartel de la carrera. Él también encontró un brazo amigo en alta mar, le confesó en la orilla. Desde entonces no había dejado de ganar carreras. -Esta es la mejor-, le sonrió.

# 242 Sergio Capitán

 

La bisagra de una vida

Este año cumplí cincuenta. La bisagra de una vida, siendo optimista. Muy optimista. Mientras soplaba las velas miré a mi mujer, ausente, y a mis hijos adolescentes, que tuvieron la decencia de quitarse los cascos durante la cena. Lo de los móviles lo dejé para otra ocasión, hubiera tensado demasiado el ambiente. De repente sonó mi teléfono de empresa. Como siempre, una llamada urgente de un trabajo mal pagado y poco motivante. ¿Qué hago yo con esta vida que no quiero? Antiguamente, los hombres superaban la crisis de los cincuenta flirteando con veinteañeras o comprando una moto. Ahora hay alternativas más sanas y así decidí empezar con el deporte. Ayer debuté en la San Silvestre Salmantina. La experiencia fue brutal. Vi durante la prueba un local libre en el que podría montar mi propia panadería. Y, lo mejor, los ojos del morenazo que me dio el avituallamiento en meta.

# 241 Miguel Rafael Pérez Hernández

 

Huellas de osadía

Entre los corredores de la San Silvestre Salmantina, destaca la determinación de Lourdes, quien se ha preparado para este día. A su lado, Santiago, un joven entusiasta, muestra una sonrisa a pesar del cansancio. También está Luisa, una corredora apasionada que enfrenta el desafío con coraje y gracia. Los tres amigos se adentran en la carrera y tras recorrer el kilómetro seis, Lourdes, Santiago y Luisa se apoyan mutuamente. Cada paso es testimonio de amor por el deporte. El sonido de los tambores resuena en sus oídos y el aliento de la multitud los impulsa hacia delante. Sus piernas arden, pero su espíritu los apura y llegan a la meta. Lourdes, Santiago y Luisa se abrazan, celebrando el logro. Han demostrado qué con determinación y apoyo mutuo, pueden alcanzar los objetivos que se propongan. En las calles de Salamanca, esta hazaña será distinguida como un ejemplo de amistad.

# 240 JOSÉ ANTONIO LEÓN LLORENTE

 

CADA UNO EL SUYO

Aquella mañana fría la esperaba llena de dudas y temores. Su medio siglo nunca había sentido aquel bullicio. Multitud de experimentados la rodeaban hasta hacerla sentir fuera de sí. Los disparos de salida resonaron, sumergiéndola por completo en la marea de corredores. Cada paso, un desafío; cada aliento, un recordatorio de su falta de preparación. Pero algo dentro de ella se negaba a capitular. Recordó a su padre, quien siempre le decía que la perseverancia era la clave de todo. El agotamiento amenazaba con vencerla, pero se obligó a continuar. El empedrado se extendía ante ella, lleno de reflejos centelleantes que parecían guiñarle un ojo cómplice. Cuando finalmente cruzó la línea de meta, una oleada de emoción la invadió. Había superado su miedo y sus límites. Aquella no solo fue una carrera, también una lección de vida. Un homenaje a la superación de los obstáculos. Cada uno el suyo.

# 239 Alvaro García Pariente

 

Sin ti

Cuando oigas este mensaje estaré corriendo la San Silvestre. Sé que tú primera reacción será de sorpresa, luego de incredulidad y por último de rabia que aliviarás cerrando los puños y golpeando nuestra foto. No lamento haberte engañado, ahora me resulta cómico, cuando salía para visitar a mi madre, en el bolso escondía la ropa de deporte. Entrenaba en soledad, la misma que he sentido estos años contigo. Hoy estaré arropada por todos los participantes, juntos por las calles de Salamanca. No importa nuestro pasado, procedencia, angustias o miedos, nos une correr, disfrutar de la competición y de la ciudad. No volveré, no me busques, no quiero nada tuyo, quédate hasta el perro, cuidarlo te ayudará a madurar. Gracias a mi esfuerzo, y sin tu apoyo, cruzaré la meta, y será el banderazo de salida a mi nueva vida.

# 238 Nieves Pérez Moreno

 

PONER PIES EN POLVOROSA

Corro cuando siento a mi marido llegar. Corro para esquivar susurros ahogados y torpes besos macerados en alcohol. Me impulso para no pisar mi autoestima herida, ajada como la hojarasca en descomposición. Me ato los cordones y pongo pies en polvorosa, zancada tras zancada, aspiro el aire de la mañana que me hace flotar sobre la triste realidad. Cruzo el puente sobre el río Tormes, tengo miedo de no poder enfrentarme al verraco de piedra que espera impasible como un coloso descabezado. Una compañera me tiende su mano contagiándome de confianza, y ahora sí… acelero olvidando la pena en el otro lado, corro rápido, muy rápido, para recuperar mi vida perdida. Cruzo la línea de meta y no puedo parar… y es que esto no ha hecho más que empezar. Mañana no será cualquier año, será un ¡FELIZ AÑO NUEVO!.

# 237 Josefina García Garrido

 

La verdadera cuenta atrás

Adela llegó como pudo a casa, dejó los ramos de flores y el reloj de muñeca, que sus compañeras le habían regalado después de 35 años de servicio en la Administración local Salmantina. Se calzó las zapatillas, se puso su bata azul perla, y se sentó en su sillón orejero. Toda una vida trabajando y ahora qué. Miró su teléfono, WhatsApp, felicitaciones sobre su nueva vida. Decidió cerrarlas. Trasteando con el móvil se activó la pantalla, donde apareció un reloj digital marcando una cuenta atrás. Le llamó la atención los colores rojos, negros y amarillos de la convocatoria donde aparecía un reloj que no dejaba de descontar el tiempo. Leyó detenidamente: las inscripciones comenzarán el día 3 de noviembre a las 00 horas. Dejándose llevar. Fue rellenado datos y dio a enviar. El 31 de diciembre estaría empezando una verdadera cuenta atrás en la San Silvestre Salmantina. Ya estaba feliz.

# 235 Javier Castrillo Salvador

 

EL ÚLTIMO RETO

EL ÚLTIMO RETO Este año me había propuesto un nuevo y complicado reto en la Sansil. Salí fuerte, sorprendí a todos. Me puse en cabeza durante los primeros quinientos metros y, poco a poco, empecé a ceder terreno. Hacia el Puente Romano me situaba a medio pelotón. Estaba disfrutando de lo lindo, viendo cómo me rebasaban juniors, damas y seniors, a mí, a una promesa. Pero no iba a ser tan sencillo. A mis espaldas se perdía de vista la hilera de corredores que empezaban a pasarlo realmente mal. Fui bajando el ritmo y animando a cada uno de ellos cuando me rebasaba. En el Alto del Rollo, cuando ya cantaba victoria, giré la cabeza y comprobé que un veterano subía renqueando. Aflojé al máximo. En Cuatro Caminos estábamos casi a la par. Esprintó y me ganó. Fui el último. Recibí mi mejor ovación.

# 234 Carolina Sánchez de la Torre

 

200 METROS

Por fin había llegado el día que Carla llevaba esperando desde hacía dos años. El 31 de diciembre, y no porque fuese el último día del año; sino porque llevaba dos años prometiéndole a su padre que iba a correr la San Silvestre Salmantina. Desgraciadamente, su objetivo era correr la carrera con su padre, pero en verano sufrió un accidente que arruinó esos planes. Desde ese entonces, Carla se había dedicado todos los días a entrenar y a practicar el recorrido, deseando que llegase el día. Se había apuntado en el primer cajón, no estaba muy segura, pero quería hacerlo. Quedaban 200 metros para la meta. Carla iba segunda y se acordó de lo que su padre le dijo en estas ocasiones: ve lo más rápido que puedas, sin pensar. Carla aceleró y cruzó la meta dejando al otro corredor atrás. Había ganado.

# 233 José Agustín Blanco Redondo

 

Los vientos del invierno

Un frío de escarcha se aprieta en los párpados de Antonia, entumece sus labios, arrastra el rubor de la sangre hacia sus mejillas. La emoción de la carrera riela en esa mirada que se desliza sobre la cuesta del Palacio de Congresos, sí, puedes lograrlo, ahora. Una mirada esclava del compromiso que supone involucrarse en aquella prueba. No ha sido por solidaridad, ni por divertirse, tampoco por cobijar la gloria de la victoria. La Plaza Mayor soporta el frío con la hermosura inerte, monumental de sus soportales. La bajada de san Pablo y del Puente Romano se enreda con los vientos primerizos del invierno. Y tras tanto esfuerzo llega el descanso, esa tregua tan deseada, tan merecida. Porque esta carrera, Antonia se la dedica a Carmen, sí, acaba de regresar a casa después de tres meses en el hospital. Carmen, abuela, es para ti.

# 232 Mayte Blasco Bermejo

 

Guepardo

“Si pudieras pedir un deseo, ¿cuál elegirías?”, te preguntó tu hijo mientras jugabais a Aladino con la vieja lámpara de aceite que la abuela guardaba en el desván. “Correr como un guepardo”, respondiste. “¿No preferirías ser un galgo o un caballo?”, te preguntó él. Ahora, con un insólito acelerón inicial, te colocas el primero de la carrera. “Los guepardos ganan siempre porque pueden acelerar de cero a noventa en cuestión de segundos”, le explicaste al niño aquella tarde. Una brisa seca, demasiado cálida para estas fechas y estas latitudes, te roza la cara. Pronto dejas atrás al resto de corredores. El suelo adoquinado se llena de un polvo amarillento y los edificios renacentistas adquieren la forma arbórea de viejos baobabs. Una pelambrera punteada asoma bajo tu dorsal con el número veintiocho y, a escasos metros, un avestruz inquieto amenaza con robarte el primer puesto de la meta.

# 231 Silvia Cervellon Rovira

 

Muerte y resurrección en la San Silvestre Salmantina

- ¿Ana? - ¿Dime? ¿No puede esperar? Quiero llegar entera a la meta. - Espero que cuando lleguemos me sigas diciendo que sí. - ¿Qué sí a qué? - Hace 2 años, corriendo ésta misma carrera todo se desvaneció y lo último que pensé fue en ti. Quiero darte las gracias por estar siempre a mi lado, por ayudarme a superar todos los obstáculos, por ser tú y habernos encontrado. - ¡Me diste un susto de muerte! - Ya, nunca mejor dicho. Ese humor tuyo es miel. ¿Entonces sí? - No sé de qué me hablas, quedan 500 metros, mejor me dices al llegar. Traspasada la meta Juan la cogió de la mano, se puso de rodillas (siempre le gustó lo teatral) y le pidió que se casara con él. Ella, aunque jadeando, dijo que sí, claro.

# 230 Leonardo Fabián Berbesí Quintero

 

Resurrección.

El Sistema nos dice que consumamos bollos, galletas, Coca Cola, harinas refinadas, licores y eso nos intoxica y nos enferma. También nos dice que vivamos para trabajar, para aplastar a los otros, llegando a ser los mejores y así poder comprar coches e hipotecarnos con el banco, para adquirir una casa acorde con nuestro elevado status social. La mayoría hemos hecho eso durante años y nos hemos engordado, envejecido, llenándonos de cosas materiales y perdiendo lo mejor de la vida. Eso me sucedió a mí. Cuando mi esposa me dejó, llevándose a mi hijo, me quedé solo, obeso, deprimido y enfermo. Me quería suicidar. Pero el deporte me rescató. Ahora estoy corriendo todas las mañanas y me siento un hombre nuevo, he rebajado, estoy más ágil y sano, me siento más seguro de mí mismo, he encontrado un mejor trabajo y tengo un nuevo amor. Correr ha sido mi resurrección.

# 229 María Rosa Mesa Méndez

 

Sanando heridas

Mi padre fue un psicópata. Él no dejaba que yo saliera a la calle a jugar, por lo que no tuve amigos y no aprendí a nadar, ni a patinar, ni a correr. Todo me lo prohibía. Una vez me vio intentando montar bicicleta y delante de mis primos me gritó, se quitó el cinturón y me golpeó. Aquello fue un infierno. Y algo que tenía olvidado en el subconsciente, es que se metía en mi cama y abusaba de mí. Mi madre también fue víctima y la he perdonado. Al final, mi padre nos abandonó. Ahora sé que tengo secuelas, pero he estudiado, soy arquitecta, estoy casada, tengo un hijo sano y con cuarenta años estoy haciendo deporte. Así que correr me está enseñando a curar las heridas de mi niñez, a comprender que soy muy fuerte mentalmente, que nada es imposible, que merezco ser valorada y ser libre.

# 228 Paola Lizbeth Sandoval Bermudez

 

El Eco de la Despedida

Me paré en la línea de partida. Mis zapatillas tocaron el asfalto frío, mi aliento se mezcló con el de miles de corredores ansiosos. La emoción palpitaba en mí, como los latidos de un reloj que marcaba los segundos que quedaban en el año. El disparo retumbó en el aire, y me lancé a la carrera. Cada paso era un eco de los días que dejaba atrás, con alegrías y desafíos, amores y despedidas. La meta se alzaba como un faro en la distancia, igual que un nuevo año lleno de promesas. El sonido de las zapatillas golpeando el pavimento se convirtió en una canción de despedida y bienvenida. Cuando crucé la línea de llegada, abracé el futuro con el mismo fervor con el que dejaba atrás el pasado. La San Silvestre no era solo una carrera; era un ritual de renovación, una celebración de la vida en constante movimiento.

# 227 Carlos Andrés Soto Vargas

 

3 A.M.

Despierto súbitamente y compruebo que son las 3. Creo que la emoción de correr la San Silvestre Salmantina me tiene algo inquieto. No ha pasado más de una hora desde que me desperté y sigo sentado en mi cama, solo y cada vez menos presente en esta vida. Repaso algunos recuerdos importantes y cuando vuelvo a la realidad, ya estaba rumbo a la carrera. En 15 minutos inicia la san silvestre. Tomo mi lugar tan emocionado como siempre. Se dio la partida y salí corriendo agresivo, con todas mis fuerzas, para después regularme y buscar un remate potente. Voy corriendo y mirando esos paisajes tan queridos para mi, recordando otras careras de otros años, competidores que frecuentemente veo, nuevos participantes y claro, aprecio la ciudad. En esta ocasión estaba orgulloso de ser el único espectro en estar corriendo y de pronto lo supe: al cruzar la meta, desaparecería.

# 226 VIRGINIA RODRÍGUEZ CASTRO

 

CORRER MÁS QUE EL TIEMPO

Simón ya no era Simón. Hacía muchos meses que dejó de serlo. En el momento en que se te olvida tu nombre, uno parece que desaparece. Ya no podía conducir, recordar su DNI o de qué color tenía los ojos su madre. ¿Cómo iba a saber qué hacía allí? De repente un: ¡Vamos papá! Una voz que le sonó de antes y de ahora a la vez. Su hija le miraba y sonreía desde la acera, en la línea de salida. Recordaba lo que él no. Y correr la Salmantina siempre fue para él de obligado cumplimiento. Así que le inscribió en la carrera, le endosó las zapatillas de deporte y deseó con todas sus fuerzas que la memoria que le quedaba no corriera más deprisa que él. Cuando dio comienzo, Simón no se movió. Se giró, miró a su desconocida fan y le dijo: GRACIAS. Y empezó a correr.

# 225 Roc Esquius Miquel

 

la belleza

la belleza Concéntrate. Sólo serán dos minutos. Está ahí, justo cuando termine la calle Zamora. Me duele el pie. Concéntrate. Has mirado mil veces las fotos, los videos, la has visitado doce veces este año, una por mes. No te volverá a pasar, este año no. Tienes que seguir corriendo. Ya llegas. Ahí están las arcadas… Para arcadas, las que tuve el año pasado. ¡Maldita síndrome de Stendhall! ¡Concéntrate, Jorge! Este año no vas a quedarte pasmado mirando la Plaza Mayor, vas a cruzarla, sólo serán dos minutos, y continuarás corriendo hasta llegar a la calle del Poeta Iglesias. Tienes que conseguir correr la San Silvestre Salmantina entera. Por Marta, porqué ella ya no puede correrla, y porqué ella te enseñó la auténtica belleza de… … Marta, voy a quedarme dos minutos aquí y sigo corriendo. Hay que saber correr y hay que saber parar. Qué bonita es la Plaza Mayor.

# 224 Ainhoa Rivero Martin

 

Dispara por favor

Dispara por favor Zapatillas, calcetines, pantalón, camiseta ,imperdibles y dorsal, ya estoy esperando en la línea de meta. Me mezclo entre los demás corredores y empiezo a sentir mi corazón. Cada vez más rápido, cada vez más fuerte. Cuenta atrás ,10,9,8,7, ...el disparo de salida suena y mi cabeza empieza a desconectar por las calles de Salamanca. Pienso en ti y que me estas mirando desde las nubes que esta mañana ocultan el sol. Me aplaudes y te sonrió. Cierro mis ojos y vuelo , vuelo hasta el final .

# 223 Silvana de Fátima Santacruz Burbano

 

agorería

el atleta lleva abnegadamente, al lado izquierdo del número 13, el último aliento.

# 222 jhon felipe benavides narvaez

 

artificio

Esta sería la última vez que le ganaría. Decidida a superarlo, vestiría sus más cómodas prendas para mejorar ostensiblemente su trote. La guadaña en su mano izquierda sería un artificio de más para hacerla lucir mejor.

# 221 Daylet Brizeida Méndez

 

La Reina Del Atletismo

Estaba con sus dedos cruzados frente al televisor, viendo a la selección masculina de voleibol competir en los juegos olímpicos y al levantarse se dio cuenta que ella también podía ser una atleta. Al día siguiente se dirigió al gimnasio con la determinación de inscribirse en la disciplina de voleibol, pero que decepción no había instructor, cabizbaja caminaba hacía la salida, cuando oyó que le preguntaban —¿Te gustaría practicar atletismo? Y desde ese momento no dejó de correr y saltar, convirtiéndose entonces en la reina del atletismo mundial.

# 220 Cristina Sánchez Manzano

 

La carrera Mortal

En la San Silvestre Salmantina, una festiva carrera, un corredor fue asesinado, sumiendo a la multitud en horror. La víctima, un desconocido, yacía inerte con una daga en el pecho, deteniendo la carrera y movilizando a la policía. Pero la sorprendente resolución llegó de manera inesperada cuando otro corredor, anónimo, señaló al enmascarado ganador como el culpable. Bajo la máscara, se escondía un desconocido. En un giro impactante, el enmascarado confesó el asesinato, desvelando una disputa misteriosa. A pesar del trauma inicial, la San Silvestre Salmantina del año quedaría marcada por el crimen y su enigmática resolución.

# 219 Juan Lirio Castro

 

Las otras

Por fin llegó la fecha en que nos encontraremos con él. ¿Cómo le habrá ido este tiempo?, ¿habrá rehecho su vida? Esperemos que no porque, a veces, eso supone que no acuda a nuestra cita. Somos conscientes de que nos esconde de las miradas de los demás y que, habitualmente, queda con otras más jóvenes y modernas que nosotras, pero… ¡ninguna podrá ofrecerle lo que hemos compartido todos estos años! Es lo que tiene tener experiencia. Conste que eso es lo que compensa su abandono habitual y que no nos saque nunca a pasear. Pero claro para eso están las otras, las oficiales, las nuevas, las que todo el mundo valora por estar de moda y ser deseadas. Pero hoy es la san silvestre salmantina y nada evitará que nos encontremos. A fin de cuentas… ¡somos las zapatillas con las que siempre ha ganado todas las pruebas de atletismo!

# 218 Emilio del Prado Benito

 

Volver a juntarnos

Había llegado al famoso paseo donde todo comienza, justo al lado del patio del colegio, el mismo en el que hasta hace poco las agujas de mi reloj daban miles de vueltas entre lápices, cuadernos, juegos y sueños. Ahora notaba el aliento de todo el grupo, cada latido de mi corazón rememoraba imágenes mentales de compañeros, algunos hoy a mi lado...sonó el disparo. Mi corazón que latía a mil por hora....se paró en seco. Mi cuerpo cayó contra el asfalto. Ladrillo a ladrillo, aquella barricada que nos iba a proteger, se desmoronaba mientras lo retrasmitían los informativos. Aquel patio no me imaginó cambiando lápices por balas, aquel reloj no pensó que tuviera que pararse aquella mañana. El mundo me miraba, pero no me veía…los speaker de verde caqui seguían dando instrucciones en la pantalla. ¿Pero yo? ¿por qué? Si no me apunté a esta carrera. Escuela nº21 Chernihiv, Ucrania.

# 217 Francisco Javier Alameda Barrasa

 

El reto de un veterano

Un viento gélido y desapacible helaba los huesos y el alma. El clima frío que experimentaban las tierras charras, especialmente a estas alturas de finales del mes de diciembre, tampoco ayudaba. Daba igual. Tenía un objetivo y lo iba a dar todo para conseguirlo. No importaba ni la temperatura ni la fatiga. Atrás quedaron los temores. Atrás quedaron las operaciones y las prolongadas convalecencias hospitalarias. Sólo importaba una cosa: llegar a la meta. Cuando paró su cronómetro sintió una felicidad extrema. Sí, había llegado al final exhausto y clasificado en último lugar. No importaba. A sus ochenta y cinco años recién cumplidos, completar la San Silvestre Salmantina ya era todo un regalo y una inolvidable experiencia.

# 216 Joan Comas Vidal

 

La llama eterna

Me disponía a correr la ya conocida carrera de San Silvestre de Salmantina, cuando un anciano me dijo: “Buenos días joven, le veo muy enérgico”. “Claro, debo prepararme para ganar”-respondí. ¿Y desde cuando el primero en llegar es el único vencedor? -replicó entre risas- “¿Acaso disfrutar de esta jornada deportiva junto a familia y amigos no es un premio en sí? ¿No debes centrarte en buscar una buna marca y tratar de mejorar tu tiempo? ¿No has pensado en aprender a respirar correctamente, a usar una estrategia? Si solo persigues que te cuelguen una medalla, en vez de querer disfrutar y el ánimo de mejórate, como deportista has perdido, pues solo es un trozo de metal con cinta; pero los valores son joyas que brillaran eternamente”. Tras aquellas palabras, me dirigí a la salida con otra mentalidad; pues noté como el espíritu de la llama olímpica latían en mí.

# 215 Alejandra Torron Fariña

 

La carrera del año

Había dormido fatal. Aquella noche, el viento no paraba de mover las copas de los árboles que parecían bailar al compás que les marcaba la batuta de un director de orquesta. Había entrenado a conciencia para aguantar todo el recorrido de la carrera sin que me diese un síncope. Estaba nervioso puesto que ya no era un chaval. Con mis canas al viento y mis rodillas a punto lo daría todo por llegar a la meta. Con el dorsal 53, caminé con paso decidido hacia el punto de salida. No había visto tanta gente desde hacía mucho tiempo. Brazos arriba, palmadas, risas nerviosas dibujadas en las caras de los participantes que aguardaban ansiosos el pistoletazo de salida. 3, 2, 1 ¡Ya! La cinta se partió y con el corazón a mil deseé con todas mis fuerzas que este año tenía que ser mi año.

# 214 PILAR ALEJOS MARTINEZ

 

UTOPÍA

Ya no utilizo la escritura como excusa para no hacer ejercicio. Ahora sé que vivir es mucho más que contar una historia sobre un papel. Por eso hoy, participo en la «San Silvestre Salmantina». Con el pistoletazo de salida arranca la carrera en el Paseo de San Antonio. A medida que avanzo por sus calles, desaparecen los nervios y afloran los recuerdos. Los años de estudio, de amigos y risas en la universidad. En la Glorieta de los Milagros, me aferro a tu mano y a nuestro primer beso con sabor de futuro para dos. Al sueño de un hogar compartido. Al deseo de ser padres. Al miedo a lo desconocido. A esa mirada de la niñez con su universo infinito. Sé que parece imposible ganar la carrera, pero tampoco voy a rendirme. Me basta con nuestras alas para cruzar la meta y afrontar mi diagnóstico de ELA.

# 213 J.L. Baños

 

SIETE VIDAS

He vivido varias vidas en las cuales he completado no pocas sansilvestres salmantinas. Recuerdos y más recuerdos que se agolpan en mi pequeña cabeza. Nunca se me olvidará aquella mañana en el Paseo de San Antonio cuando Antonio, acompañado de su bonita gata persa, me animó a voz en grito antes de comenzar la carrera; o cuando en Rector Esperabé me esperaba Esperanza, amiga de acoger en su casa mininos callejeros, para ofrecerme un trozo de pescado con el que coger energías y continuar la carrera; o cuando en Poeta Iglesias un poeta en ciernes compuso unos hermosos versos en mi honor; o cuando en Compañía me rodearon algunos universitarios para acompañarme durante el resto del recorrido; o cuando… Y es que yo, el lindo gatito Silvestre, seguiré participando en esta carrera, que lleva mi nombre, hasta concluir mi séptima y última vida.

# 212 Cristina Asenjo Fernández

 

POR HABLAR DEMASIADO

La celebración se prolongó hasta esta espléndida mañana de diciembre. Las tres parejas estamos animadísimas y muy contentas, aunque yo no recordaba nada de la fiesta. Seguía disfrazado de bucanero, con mi cimitarra de plástico colgada al cinto, rodeado de hombres y mujeres vestidos con variopintos disfraces de enfermeros, bomberos, médicas, Dráculas con caras blancas y amplias capas negras de elevado cuello; estos eran mayoría. La alegría era contagiosa; las calles cortadas al tráfico, y los atletas “de verdad” preparando sus músculos con genuflexiones, saltos y estiramientos. A mi me llevaron en volandas hasta el cajón número 4; allí, mis colegas me pusieron el dorsal a la espalda. “¿Pero es que vamos a participar?” “Tranquilo —me dijo Paco— Es poco más de 1 kilómetro. Lo que hablamos ayer. La apuesta sobre la carrera. Que la San Silvestre Salmantina de este año te la ganabas tú, dijiste. ¡A correr te toca!”.

# 211 JOSÉ CARLOS

 

150 palabras

150 palabras para definir la enorme ilusión que cabe en mi camiseta. También para definir la alegría que me provoca participar con toda esta gente. Si supieran lo que significa para mí. Yo. Atrapado en esta ciudad por el encantamiento de aquel moro desde la batalla de Simancas, en el que el miedo natural a la muerte me llevo a correr como alma que se lleva el diablo y claro, corriendo me quedé. Y ahora salgo a la luz cuando alguien corre, aunque sea por diversión y no por necesidad como corría yo. Algunos que corren en la noche, creo me perciben, y se sobresaltan sin saber por qué. En la multitud, paso totalmente desapercibido, aunque algunos parecen notar mi pisada. Nunca puedo cruzar la meta, porque no llevo dorsal, ¿o será porque no quiero acabar y así asegurarme que sigo en esta mi ciudad eternamente?.

# 210 Manuel González Delgado

 

Zancadas

En esta fresca y bulliciosa Salamanca, mis pasos se entrelazaban con los de miles de corredores, todos anhelando cruzar la línea de meta y dar la bienvenida al nuevo año en plena vitalidad. El espíritu festivo de la San Silvestre impregnaba el aire, y las risas y los vítores de la multitud creaban una sinfonía de entusiasmo que me guiaba a través de la carrera. Al llegar al tramo final, desplegué todo mi esfuerzo. Cada zancada, cada latido, representaban un desafío superado y un paso hacia adelante en la vida. La algarabía de la multitud anunció la cercanía de la meta. Fue entonces cuando en la eternidad de un segundo, reflexioné sobre todo el esfuerzo invertido estos últimos años, esbocé una sonrisa de gratitud y dejé que mi guía cruzara primero.

# 209 Miguel Ángel Sánchez Cuello

 

UN AMOR DE INVIERNO

No puedo evitarlo, no puedo ni quiero contener la emoción, no puedo dejarte y quiero jugar contigo a lo eterno, treinta y nueve años no son nada. Una vez más acudiré fiel a nuestra cita, otra mañana en la que cada segundo viajará por siempre en el tiempo, viviremos nuestro amor en cada kilómetro, en cada zancada, en cada choque con un niño esperando que sea el relevo generacional necesario para continuar con la tradición, para que sigas viva. A la mañana siguiente, cuando despierte, seguiré soñando contigo, sabiendo que ya queda un día menos para volver a encontrarnos, siempre en esta ciudad, la tuya, la mía, la que tiene algo que te engancha, que te atrapa con su belleza ancestral, la misma que nos vio dar nuestros primeros pasos, y que sigue siendo testigo de este amor de un día, ese que regresa el último domingo de cada año.

# 208 Alejandro Miguel Toledo Arruego

 

DESAPARICIONES

Suena el pistoletazo de salida. Los aspirantes a la victoria han tomado ventaja. Yo, desde las últimas filas, espero mi turno para empezar. Comienzo a correr, me lo tomo con tranquilidad, mi objetivo es no quedar el último. Cuando doblo la segunda calle, miro atrás, me quedo petrificado. Según voy avanzando las calles, con sus edificios, farolas, coches aparcados y sus gentes, van desapareciendo a mi paso. Acelero hasta el que me precede, le supero, cuando estimo que le llevo una cierta ventaja, me giro, ha desaparecido. Sigo acelerando, el corazón se me va a salir del pecho. Últimos doscientos metros, veo la meta, si la supero, quiero creer que todo volverá a su ser. Cruzo la meta. Cuando recupero un poco el fuelle, me vuelvo, un suspiro sale de mi alma. Por fortuna, todo es normal. El año que viene, renuncio a ser hipnotizado para evitar el cansancio.

# 207 NATALIA RINCÓN FERNÁNDEZ

 

Mi recuerdo

Lo habían conseguido. Como cada año, habían cruzado la línea de meta de la San Silvestre de Salamanca, pero este año era distinto. Ella se ahogaba y empezó a toser así que se llevó la mano al pecho para coger más aire. No estaba, le faltaba algo que le habían quitado hace meses. Entonces, se acordó de la operación y de la quimio. Miró a su alrededor y vio a los demás corredores cruzar la meta a su lado, entre ellos destacaba la cara de felicidad de su hija. Era por ella por lo que se había esforzado tanto estos meses, porque dentro de sí, sabía que no volvería a vivir ese momento. Se acercó a su hija, le cogió la cara con las dos manos, la miró a los ojos y guardó cada detalle de ese momento para siempre en sus recuerdos y en su corazón.

# 206 Iban Jorge Reina

 

Síndrome de Galatea.

«En la vida, hay que tener metas», repetía una y otra vez mi obstinada madre. «Haz de la terquedad tu principal virtud, y las alcanzarás», sentenciaba Doña Galatea, como la conocían en el vecindario. Sin embargo, mi venerada mentora no incluyó el matiz diferenciador entre «ambición» y «amor» en sus influyentes enseñanzas. Quizás por esta razón, sea incapaz de comprender por qué, a mis ochenta años, sigo empeñado en recorrer las calles de mi Salamanca natal con el dudoso convencimiento de subir al cajón. Mi terapeuta dice que es por Doña Galatea. Yo, por contra, cada día estoy más convencido de que es por amor.

# 205 Javier García Cristina

 

El sombrero de copa

No sé cuanto llevo corriendo y estoy reventado, pero no pienso aflojar. Los dos policías vienen pisándome los talones y no puedo permitir que me alcancen. Doy un vistazo rápido. Por detrás viene mucha más gente, pero esos no me preocupan, están bastante alejados. La verdad es que éste traje a rayas de presidiario no es el mejor para correr, y menos con el sombrero de copa. Hice bien asegurándolo con la goma. Peor lo tiene el pirata con el sable y está adelantando a uno de los policías. ¿Cómo me he metido en éste lío? Aquel concierto, esa noche, esos ojos, esos besos... Y luego ella, tan misteriosa: 'si te interesa volver a verme, corre en la San Silvestre Salmantina, disfrazado. Y si llegas el primero, seguro que te estará esperando más de un premio...' Uf, ya llego. Espero que se me vea bien con el sombrero.

# 204 Aranzazu Polo Margareto

 

AMOR NAVIDEÑO

Estoy en la San Silvestre y Marisa me coloca el dorsal. Después de las fiestas navideñas con su familia la acompaño a la carrera. En el Paseo de San Antonio me vienen a la boca los aperitivos, entrantes, platos principales y dulces navideños. Por el Bulevar, recuerdo las brochetas de melón con crujiente de jamón con la crema de puerros, la lubina al horno y el flan de huevo de Nochebuena. Le digo a Marisa que siga a su ritmo, en el Paseo del Rollo, porque me vienen a la mente los bombones crocantes de foie, el aguacate con langostinos y el pavo con pasas que dejaron paso al brownie de Navidad. Me van adelantando los corredores que se convierten en polvorones, mazapanes y porciones de turrón. Arrastrándome llego a la meta donde Marisa me besa. Por amor, se come y se corre.

# 203 Noelia Poblete García

 

Vencedores vencidos

Logra adelantarse suficiente, aunque el muslo izquierdo molesta de nuevo. No recuerda desde cuándo arrastra esa lesión. Quiere ganar, así es que aprieta el paso. Inspira profundamente para cambiar el ritmo de su respiración y estira las zancadas. Una fuerza ancestral tensa sus fibras. Corre más rápido, le va la vida en cada metro conquistado. Se funde con el sonido del viento, la densidad de la calzada que pisa, hasta que la luz del cielo se apaga. La inercia la empuja hacia adelante mientras cae. Intenta levantarse, pero no consigue despegar la cabeza del suelo. Siente el contraste de su carne fría con la tibieza de la sangre manando desde la herida abierta en su pierna izquierda. Ve a las fieras detenerse, oler su rastro de sangre, acercarse sigilosas. Debería hacer algo, cualquier cosa. Mantener los ojos abiertos ya es demasiado, entonces se deja vencer por la blandura del sueño.

# 202 Noelia Poblete García

 

Vencedores vencidos

Logra adelantarse suficiente, aunque el muslo izquierdo molesta de nuevo. No recuerda desde cuándo arrastra esa lesión. Quiere ganar, así es que aprieta el paso. Inspira profundamente para cambiar el ritmo de su respiración y estira las zancadas. Una fuerza ancestral tensa sus fibras. Corre más rápido, le va la vida en cada metro conquistado. Se funde con el sonido del viento, la densidad de la calzada que pisa, hasta que la luz del cielo se apaga. La inercia la empuja hacia adelante mientras cae. Intenta levantarse, pero no consigue despegar la cabeza del suelo. Siente el contraste de su carne fría con la tibieza de la sangre manando desde la herida abierta en su pierna izquierda. Ve a las fieras detenerse, oler su rastro de sangre, acercarse sigilosas. Debería hacer algo, cualquier cosa. Mantener los ojos abiertos ya es demasiado, entonces se deja vencer por la blandura del sueño.

# 201 CARMEN TERESA SÁNCHEZ GUILLÉN

 

POR QUÉ CORREMOS

El otro día, mientras tomábamos vermut, un amigo me comentó que no entendía por qué la gente corría. “Con la de formas que uno puede hacer ejercicio…” comentaba mientras se mojaba los labios. No le presté mucha atención, la verdad. Pero al llegar a casa me acordé otra vez de la conversación. Entonces pensé en mi amiga Carlota, que todos los años corre la San Silvestre Salmantina. Lo hace desde que falleció su prima en un accidente de tráfico hace unos años. Ella ni siquiera es de Salamanca, pero su prima sí que lo era. ¿Tendría sentido pararse a pensar el por qué para ella era importante? Me pregunté entonces el significado de correr, el de las promesas que uno hace al cielo y el de las que uno se hace a sí mismo. Supongo que cada uno lleva su propia respuesta dentro.

# 200 Ariana Reategui

 

La Carrera de la Esperanza

Correr y tiempo, son dos palabras que han marcado vida. He crecido sabiendo, que cada gota de sudor, y el tic tac del reloj, son el sentido del esfuerzo y la dedicación. El atletismo me enseñó a luchar por mis metas y a encontrar la fuerza para seguir adelante, incluso cuando todo parecía una cuesta empinada. Hoy, ya no tengo más miedo, porque estar aquí rodeada por el entusiasmo de esta comunidad, es un sueño hecho realidad, cruzar la línea de meta en medio de aplausos, representa más que una victoria atlética, es un recordatorio de que el esfuerzo y la pasión pueden superar cualquier adversidad. La carrera no solo simboliza una competencia, sino un faro de esperanza y valores que me ayudaron a superar los desafíos sentimentales de mi juventud, y me recordó que incluso en los momentos más difíciles, siempre hay una luz brillante que guía el camino.

# 199 ÁNGEL ESTEBAN CENTENO

 

PERDEDORES Y GANADORES

Vivía en Salamanca, era estudiante de derecho. La carrera de San Silvestre era mi objetivo, ya que nunca pude ganar, la primera vez quedé séptimo, al año siguiente no pude participar y el año pasado me clasifiqué cuarto. El día de la inscripción y entrega de dorsales me puse a la cola, cuando... detrás de mí, se situó una mágica chica, la miré y un extraño rubor me invadió, ella tenía esa versátil música que parecía proceder del inventario de alguna deidad, su sonrisa era como un mechón que hace olvidar la tristeza del día, su voz era un clarear elucidado como si proviniese de un eclipse, cuando la dicha se hace alborada. Ninguno de los dos ganamos, sin embargo, hoy somos un matrimonio enormemente dichoso. Lo importante no es solo participar, es... GANAR LA CARRERA A LA FELICIDAD

# 198 Tania Leon Gomez

 

Primeros pasos

Por fin llegó el día, le pido a mi madre que me coloque el dorsal en la espalda, ya estoy preparada, me miro al espejo y asiento. Hace seis meses cuando empecé a correr casi por llenar el tiempo que últimamente me estaba engullendo, dejando las horas pasar frente a una pantalla no me imaginaba que ese día que me calcé las primeras zapatillas y corrí el primer minuto iba a cambiar mi vida. Tras ese día vinieron otros, sume minutos, sume kilómetros, sume pensamientos los primeros eran sobre que no iba a ser capaz y luego los cambie por igual sí que puedo. Ahora estoy en la línea de salida, 1070 metros me separan de la del final, mi primera carrera, mi primera San Silvestre Salmantina. Una sonrisa dibuja mi rostro mientras caliento, un pensamiento se instala en mi mente, - ¡Puedo, claro que puedo!

# 197 Miguel Ángel Domínguez Domínguez García

 

El regalo de Cronos

Daba comienzo la XXXIX edición de la San Silvestre Salmantina. Un anciano con el dorsal noventa en su espalda, pantalón azul y camiseta blanca, situado en la línea de meta, comenzaba la carrera al revés, corriendo de espaldas hacia la salida. A medida que avanzaba la prueba se iba cruzando con los otros corredores. Cada contacto con alguno de ellos causaba debilidad y cansancio en sus cuerpos y un número se sumaba en sus dorsales. Ya finalizada la carrera, llegó corriendo hacia atrás hasta la línea de salida un joven atlético con el número veinte en su espalda, camiseta blanca y pantalón azul. Un misterioso remolino dorado giraba brillando con gran fulgor sobre su muñeca. Solo un testigo lo vio parar su extraño cronómetro y decir: —No está mal para tu edad, jeje. ¡Gracias Cronos!. Nos vemos en otros setenta años. Luego se perdió entre la multitud.

# 196 Iván Parro Fernández

 

La promesa

- La Sansil, amigo Yuri, tienes que correr la Sansil. No terminaba de entender muy bien tanto aspaviento y esas palabras tan raras. - Mi no entender mucho. Tú me explica a mí. Yuri había llegado a Salamanca en primavera huyendo de la guerra en su país. Fue acogido en un piso donde coincidió con Oleg, el cual una tarde le invitó a hacer deporte. A la mañana siguiente Oleg se presentó portando una caja. Se la entregó a Yuri. La abrió. Aparecieron unas zapatillas de vistosos colores. - Con estas seguro que ganas amigo. Oleg explicó a Yuri con más detalle lo que era la Sansil y juntos se fundieron emocionados en un efusivo abrazo. - Sí, pero tú corres conmigo. Juntos. Si no, nada. Hoy siguen entrenándose cada día como buenos atletas con constancia, tesón y generosidad. Pronto les veremos en la línea de salida cumpliendo aquella promesa.

# 195 Jordi Castro Defente

 

Hacer historia

Maldito Chuso. Inmersos en aquella época estudiantil nuestra, convalidando suspensos con amoríos varios entre vinos, me incitó a correr la San Silvestre Salmantina. Encajamos las manos desconociendo lo que me esperaba. Exigentes entrenamientos dictaminaron que bajar de cinco minutos el quilómetro para un neófito era inequívocamente una heroicidad imperecedera. Llegó la hora de partir y de no preparar más esa emblemática carrera en unos parajes que me vieron progresar en todos los aspectos. Diez años después de mi debut, desconociendo cómo, me planté de madrugada en las pistas de atletismo de Terrassa. Doscientas cincuenta vueltas aguardaban. Emocionado crucé la meta recordando lo que Salamanca y Chuso hicieron por mí. Meses después sufrí un brote psicótico y debido al litio abandoné las largas distancias y con ello lucir dorsal, pero jamás el orgullo de haber sido aquel corredor que a su manera en su día hizo, y hoy sigue haciendo, historia.

# 194 REGINO ONÉSIMO MORENO

 

SUEÑO DE UN ATLETA VALLISTO

Viento frio en los cerros de Catamarca, en Argentina. Sentado al lado de un cardón me limpio la transpiración. Miro el campo a mis pies por donde vine trotando. Pienso. Ese pedazo de papel que trajo el viento hablaba de una importante carrera, la San Silvestre Salmantina, parece que es un lugar de España. Miro mis sandalias de cubierta de auto ceñidas con tiento de cuero de chivo que hizo mi padre, gastadas porque me gusta correr por los cerros. Me propongo ir a participar en la carrera de San Silvestre, sea donde sea esa España. Bajaré al Valle de Yokavil, venderé tunas maduras, flores perfumadas de amancay, ramos de jarilla para los huesos. Iré y volveré trotando así me preparo y buscaré alguien que conozca España y me pueda llevar. Lo único que lamentaré será que no podré estar en las fiestas de fin de año con mis padres.

# 193 Javier López Vaquero

 

Carrera inacabada.

Cuando un interrogante se cernía en el horizonte, Ulises acudía al oráculo de Pizarrales, vecina de su abuela, que en un cuarto atestado de recuerdos atendía a la clientela. Ese año debutaba en la San Silvestre y quería saber como acabaría. "Terminarás en buena posición" Y alentado por los buenos presagios, la víspera de la carrera salió con sus compañeros de la tuna a celebrar la navidad. Resacoso, ni siquiera pudo levantarse de la cama el día de la competición. Responsabilizaba a Dioniso de su desdicha. Los años siguientes repitió la rutina, pero primero una pelea con otro corredor, culpabilizando del altercado a Ares y luego al pararse a socorrer a una atleta lesionada, que robó su corazón por mediación de Afrodita, acabaron haciéndole desistir de correr la carrera salmantina porque los dioses estaban empeñados en entrometerse en su destino.

# 192 Claudio Gastón Bon Maidana

 

Esfuerzo, meta y superación

Me levanto a las 5 am para correr desde hace 1 año, pero corro desde hace 2 años, y es necesario para mi plan: superarme. Cuando empecé a correr en las noches era pésimo, pero lo intentaba y a veces tropezaba, pero me levantaba y seguía corriendo para superar la marca del día anterior. Actualmente, marcas que hace meses me resultaban imposibles, ya no son relevantes. La última carrera en la que participe fue hace un año, la “San Silvestre Salmantina”, pero demore mucho. Este año volveré y veré la mejoría. En la salida con los demás, todos parecen experimentados y me siento incómodo, pero sé que no hay avance donde hay comodidad. Escucho el estruendo y salimos disparados. Empiezan los adelantamientos, pero mi carrera es contra mí mismo y me centro en mantener un ritmo. Si no hago un buen tiempo, no pasa nada… la próxima será.

# 191 Isaac Belmar García

 

A los pies de la cama

Empecé a correr para hacerlo más que mis problemas, más que mis recuerdos, más que los remordimientos que venían hasta los pies de la cama cada noche, justo antes de dormir. Me apunté a todas las carreras, me dieron igual la lluvia y el viento, aprendí a amar el cansancio, los pulmones ardiendo, la maravillosa sensación de terminar o intentarlo hasta que no pude más. Un día, no recuerdo cuál (supongo que uno cualquiera como son todos los importantes), me detuve y tomé aire con las manos en las rodillas. Y entonces me di la vuelta en dirección contraria y seguí corriendo. Hacia mis problemas, hacia mis recuerdos, hacia esos remordimientos a los pies de la cama.

# 190 Rocío Hernández García

 

El dorsal crotal

Estando trabajando lejos de Salamanca desde hace años, intento regresar cada año a pasar la Navidad, y el año pasado quise volver a participar en su famosa San Silvestre. Como no tenía la oportunidad de recoger el dorsal con antelación, le pedí el favor a mi padre, un hombre de campo de toda la vida y para nada deportista. Así, él confundió el "dorsal" (número del corredor) con el "crotal" (número del ganado). A toda la familia nos dió un ataque de risa cuando nos contaba como había ido a recoger el crotal... Pero en mi mente se dibujó una bucólica escena del pastor San Silvestre guiando a todas sus ovejas corriendo por Salamanca.

# 189 Tomás Daniel Cuesta Cuesta

 

Modestia

Sabiendo que la competición también era mental, la plusmarquista se giró hacia sus rivales nada más plantarse ante los arcos de la Plaza Mayor y con sonrisa impostada declaró que la medalla de oro era ya suya. Sonó el disparo de salida y se adentraron con determinación feroz en el plateresco eterno. Pero a pesar de la potente zancada algo parecía frenar su avance. Apenas cubierto un tercio de carrera, entre los puentes bajo los cuales el Tormes hacía fluir lo que fue y de lo que será, comprendió que no lideraba la prueba. Entonces solo pudo continuar gracias a las bandas de música y al clamor de la ciudad. En el podio no pudo ocultar su confusión. "No lo entiendo, he corrido más lenta que en los entrenamientos". La joven ganadora se inclinó hacia ella y le susurró: "Has ido más lenta por llevar tanto oro encima".

# 188 Frederic Borja Aguilar

 

DRAMA QUEENS

El año pasado su marca superó la mía en tres segundos. Ahora no lo veo en la salida. Quizá esté lesionado. O igual trabaja a turnos y no ha podido cuadrar el horario; es un día complicado. Pero estoy enfilando la Cuesta de Oviedo y ya lo tengo a mi lado, acompasado a mi ritmo, mimetizando mi respiración. Como la última vez. Aunque he aprendido a dosificarme. Cruzaré la meta antes que él. Seguro. Esa proyección mental, que aparece como un fantasma entre los aplausos de ánimo de la gente, se volatiliza en un instante. En la brizna de tiempo en la que la suela de su zapatilla trastabilla y cae. No sé por qué he parado. No sé por qué le estoy ayudando a levantarse. No sé por qué sonrío. Solo sé que cuando les cuente la historia a nuestros hijos me dirán que somos unos drama queens.

# 187 Sofía Gómez Gutiérrez

 

LAS ESTELAS DE LOS SUEÑOS

La gélida brisa acariciaba mi tez y el sol desprendía sus últimas centellas. Comencé a visualizarme corriendo en mis queridas calles de Salamanca, con las que despedía cada año vivido. Era una tradición familiar. Escuchaba, entre el concurrido bullicio de la multitud, la cuenta atrás que marcaba el reloj de la salida, quedaban segundos. Tres, dos, uno… Me despertó el estrepitoso ruido del monitor cardíaco. Mis pulsaciones se aceleraban por momentos. El médico, inquieto, se acercó. Rápidamente intuyó que había tenido un sueño agitado, enlazamos una efímera mirada y me dijo: — El próximo año, estarás haciendo lo que más te gusta en la San Silvestre —

# 186 Patricia Ruiz López

 

Un Año Más Al Paso

Un santo que no corre como el viento sino que corre mucho más, todo un año en un trayecto por lo más bello de la ciudad. Volviendo la vista atrás en este año me sorprendo de lo que encuentro, el valor para haber salido adelante de una lesión que, por meses, me privó de movimiento. Me veo sentada, con andador y muletas, me veo nerviosa antes de la operación y pidiendo parar en cada sesión de rehabilitación. Si miro hacia atrás me gusta lo que veo, que los años pasan y que, este año vuelvo a la carrera de nuevo. Si los demás corren, yo ando; si los demás galopan, yo voy al paso; poco importa cuándo llegue si este santo llega a mi lado; no corremos como el viento pero, con este trayecto, otro año más que hemos superado.

# 185 David Rabanillo Prado

 

La final

La final estaba a punto de empezar. Los corredores se iban colocando en la línea de salida atentos al juez. La carrera comenzó trepidante, con los corredores pugnando por coger la posición en el grupo de cabeza. Al finalizar la primera vuelta el niño ya lideraba el grupo con un ritmo que pocos aguantaron. Poco a poco se distanciaba del resto, la duda era si aguantaría ese ritmo hasta el final. Las vueltas caían y la fatiga mordía sus piernas, empezaba el momento de la verdad. El chico lo estaba dando todo pista, regulando sus fuerzas en cada zancada para no desfallecer, no miraba atrás porque esta era su carrera. El tañido de la campana anunciaba la última vuelta y la emoción se apoderaba de una persona en la grada. Carlos corrió como nunca, aguantó los nervios y cruzó la meta en primer lugar radiante de felicidad.

# 184 Fabián Mauricio Martínez Ramírez

 

Su primera carrera

Nacida en 1984, hermosa nació, Mamá culpó el fuerte sol de ese día. Adulta se inscribió a su gran primer reto, un sueño que alimentó con entrenamiento y madrugadas para no afectar su vida de madre y laboral. Un disparo y cada paso con distancia de cartógrafo usando el metatarso sin impactar el talón, Su conciencia estaba enfocada en no cometer errores. La cinta de meta vio, un giró de cabeza esperando que nadie la siguiera y al volver la visión se convirtió en borrosa, los pensamientos en preocupación y músculos en lenta reacción, casi de rodillas, un corredor le tomó de la muñeca, se rodeó el cuello, ella sintió una bocanada refrescante recuperando la visión, enfocando la meta y entregada a su nuevo apoyo, luchó hasta juntos cruzar. Al Cruzar se desmayó. Días después, recordó que no le pudo agradecer a ese personaje e dorsal “Silvestre” con número 7887.

# 183 Analía Juan

 

Promesas

Hace treinta años acompañé a mi madre, cruzamos la meta y subimos al podio. Ella recibió su medalla; y yo, el testimonio de una promesa. Siete meses después, me nombraron Silvestre. Mi esposa asegura el dorsal sobre mi pecho y aguarda impaciente. Acaricia su vientre deseando saber de una buena vez cómo se llamará nuestro hijo.

# 182 Sebastian Inga Yáñez

 

Siguiendo tus pasos

Entre la multitud ansiosa de la San Silvestre Salmantina, un chiquillo observaba a su padre, su ídolo, en la línea de partida. Inspirado, se alineó junto a los demás corredores pero a un lado del camino. Al sonar la señal, se lanzó con ellos. Con zancadas torpes, intentó seguirles el ritmo. Y aunque su edad lo relegaba al final, no se rindió. Dio cada uno de sus siguientes pasos lleno de determinación. Más firme y seguro, el eco de su juventud resonaba al avanzar. La meta todavía estaba lejana cuando alcanzó al último de los participantes, luego a otro, y así sucesivamente hasta sobrepasarlos a todos. Y cuando tomó conciencia, había cruzado la línea de meta. Dio la vuelta y vio a su ahora anciano padre corriendo hacia él, con lágrimas de felicidad llenando su su rostro mientras gritaba a toda voz: ¡Ganaste!

# 181 Alexis Navarro

 

Nosotros

Nosotros somos muchos y estamos en muchas partes, en todo barrio, pueblo y nación, tenemos reglas simples, pero firmes, en resumen, jamás nos rendimos, siempre avanzamos, aunque nuestro cuerpo no quiera, o aun este paralizado, seguimos adelante, somos y hemos sido el fuego que permitió esta civilización y lo seguiremos siendo. Somos corredores, no nos doblegamos ante las injusticias, luchamos, quizás no nos hayas notado, porque podemos ser ricos o pobres, de muchas razas y credos. ¿Qué fácil, crees que cualquiera lo es, solo debe correr? no, amigo, no te equivoques, acércate y míranos bien a los ojos, no somos alguien que corre, no solo corremos, ahora ya lo pillas? cuando lo entiendas, y solo tú sabrás cuando suceda, nos reconocerás como tus hermanos al pasar por cualquier calle, entonces vuelve a leer esto, porque serás de los nuestros, y correrás.

# 180 Rafael Nivisela

 

En La Retina

No me prepare, no voy a competir si participar. Ni siquiera pensaré en el pódium, peor en dejar atrás a otros competidores o en irle ganando metros al tiempo que ha corrido todas las veces más veloz que yo. Tampoco quiero posar para la foto, ni pasar mi historia por los lectores del jurado. Quiero caminar y ver el colorido del día, a los amigos que se apoyan desde el filo de la calzada, al que desiste, al que insiste, al que se esfuerza al máximo, al que sueña, al que llora, al que ríe, al que va solo, al que el barrio entero lo acompaña, al que nadie creería que puede participar, al que me venció el año anterior, al nuevo y a todos los demás. He llegado a la partida, cámaras, gritos, vivas, aplausos; alguien grita; Si dije, me llevaré la carrera en la retina.

# 179 ALBERTO DE FRUTOS DAVALOS

 

VICTORIA SEGURA

Dorsales en el pecho, zapatillas, gorras de visera o gorros de Papá Noel, brazos cubiertos o desnudos, manos con y sin guantes, y hace frío en Salamanca. Colores, muchos colores en el hormiguero, y en los laterales el público que aplaude y busca un rostro familiar con el ojo de Polifemo de sus cámaras. Es mi primera vez, y he entrenado poco, pero no tengo aspiraciones. Solo quiero ser una gota más en ese Tormes que cruza mi ciudad como un código secreto, y bailar hacia delante y boxear con el aire. No siempre he estado bien, pero ahora estoy bien, y escucho los consejos del animador, y celebro la cuenta atrás de ese lanzamiento horizontal, tres dos, uno…; y, de repente, una alfombra de cuerpos en movimiento se tiende sobre el paseo de San Antonio, y soy feliz así, bebiéndome el aire y solo el aire.

# 178 Jorge Isaac Linares Martínez

 

El Valor del Hoy

¿Que si fui feliz? Tuve la fortuna de ganar múltiples medallas en el deporte que más amo, y por si fuera poco, mis amistades sinceras las encontré en las competencias que participaba. Recuerdo perfecto la anécdota que más me ha llenado el corazón. Era la San Silvestre Salmantina 1986, conocí a un chico que me contó los sacrificios que había hecho para llegar al evento. Su historia se resumía en que renunció a todo para llegar a dicha instancia, que justo cuando estaba por llegar como primero a la meta, no dudé en cederle mi lugar para que él tuviera ese puesto. Ver a sus padres, apoyarlo con lágrimas en los ojos entre la multitud y recodar lo que mencionó me conmovió. Ahora, desde esta silla de ruedas, me doy cuenta de lo que era la verdadera riqueza, sentir la libertad de correr como un ave en el vuelo.

# 177 PATRICIO DE ANDRES GOMEZ

 

LA MEJOR CARRERA DE MI VIDA

Ya estoy cerca del final, mis piernas no sienten frio ni dolor. Se mueven lo más rápido que pueden, son autómatas y no me hacen caso. Atrás quedan los codazos, los demás corredores y las ganas de aflojar. Ahora todo es furor superación y saber que delante de mí no hay nadie, ¡nadie! Que subidón, no corro por ganar pero la posibilidad me hace volar. A veces pienso demasiado mientras corro. Que ganas tengo de terminar y abrazar a mi familia, aunque me quede tirado en el suelo con las piernas temblando y sin poder juntar mis mandíbulas. ¡Dios unos metros más! Siento en la nuca el aliento de alguien. No voy a mirar, es igual, lo voy a conseguir. “¡Vamos!” Me grito sin cesar. Aquí estoy abrazando a los míos, todos llenos de alegría. La sensación es reparadora. Un sueño hecho realidad.

# 176 Alejandro Ismael García Lobato

 

ÚLTIMA

Cuando levantó la mirada vio las caras de las pocas personas que aún quedaban. Algunas de indiferencia, otras de hastío, pero sobre todo caras de sorpresa al ver que ella se acercaba a la meta completamente sonriente pese a su posición. Para irritación de los últimos organizadores, anduvo los últimos metros hasta la meta tranquilamente, disfrutando del contraste del frío de diciembre con el calor de su cuerpo tras el esfuerzo. Y retrasó el último paso previo a cruzar la línea con el fin de atesorar esos últimos segundos antes del final. Quedó última. Última. En el último día del año, del que se suponía tenía que haber sido su último año de vida.

# 175 IRIS DEL CARMEN CAÑA PADILLA

 

Mi madre me enseñó a correr

Mi madre corría para protegerme. Me enseñó a correr nada más pude sostenerme sobre mis piernas, y desde entonces, corremos todos los días para salvar la vida. A mi madre la enseñó a correr su padre, y a este el suyo. Correr forma parte de la vida que conozco, y sin ello carecería de sentido. Después de todo, huir de otros depredadores es esencial para poder continuar con vida. Hoy ya no corro para sobrevivir. Hoy corro porque quiero, porque me gusta, porque es una forma de vida que escojo. Además, ahora puedo correr por y para beneficio de otros. Puedo correr cuando quiero, haga sol o sombra, haga frio o calor. No concibo la vida sin correr, desde que mi abuelo enseñó a mi madre, y ella me enseñó a mi.

# 174 Jorge Juan Codina Ripoll

 

Los últimos serán los primeros

En la recta final, todos iban por delante. Nunca me afectó ser el corredor gordito: siempre salía y llegaba el último. «Lo importante es participar». Vi que, en vez de alejarse, se acercaban corriendo de espaldas y lo supe. Miré el cronómetro de meta: 1:35:46; y un segundo después (o un segundo antes, según se mire), 1:35:45. Lo tenía calculado para mitad de enero, pero el Universo late caprichosamente y empezó a contraerse a las 13:00:48.26746 UTC del 31 de diciembre de 2023. Y la línea de tiempo con él: el sudor regresaba a los poros, las pulsaciones bajaban, los bidones volvían a las manos de los corredores y los confetis a las del público. En la San Silvestre final (o inicial, según se mire) fui el vencedor: primer astrónomo gordito de la nueva Historia en cruzar la línea de salida.

# 173 JUAN IGNACIO SANCHEZ HERNANDEZ

 

1.070 METROS

El reloj marca ya 70 años en las primaveras de Tomás, que ha conocido todas ellas instalado en las profundidades de una silla de ruedas. Una artritis autoinmune fue la prisión que le confinó como eterno observador de su tan deseada San Silvestre Salmantina. Aquella carrera que anhelaba poder correr, desde que en 1984, vió al primer participante pasar como un galgo bajo su ventana. Pero un vuelco del destino le ha regalado una segunda oportunidad. Su perseverancia y la medicina, han logrado abrir su celda, y aunque pesaroso y con limitaciones, le han permitido escapar de esas cadenas que le postraban. Aquél año Tomás corrió. A pesar del frío, corrió aquellos 1.070 metros que la vida le había negado. Arrancó en Prosperidad, surcando Delicias, San Isidro, y henchido de orgullo ante sus vecinos del Rollo; para seguir volando por Canalejas y romper a llorar sobre el Puente Romano.

# 172 Hugo Jesús Domínguez

 

El sabor de la llegaa

Fue persiguiendo las huellas: las perfectas, las grandes, las efímeras, las que poco se veían y las profundas. Cuando llegó a la meta sintió que el sol de Salamanca lo acariciaba entre aplausos y felicitaciones, allí comprendió que ser último eran tan importante para la carrera como ser primero.

# 171 ISIDORO BRAVO ROMÁN

 

"SAN SILVESTRE INOCENTE"

28 de diciembre de 2014. Salida. Advertencia del presidente: “control antipodaje para los primeros en llegar y algunos más, elegidos al azar”. La concentración y el nerviosismo dificulta la correcta traducción para la mayoría. Una excepción significativa: el corredor Inocencio Armstrong advierte súbitamente la excesiva aceleración de su pulso, una sudoración fría y una repentina lluvia de ideas (eso que llaman “brainstorming”) ofuscan su cabeza. Había desayunado muy bien, con algún complemento “extra” y se consideraba uno de los favoritos. A mitad de carrera, sin saber muy bien cuándo, cómo ni por qué, decide reducir el ritmo y alejarse considerablemente de los primeros. Una vez cruzada la meta, se percata de la inocentada y se queda mudo tras exhalar un ¡menos mal! entre dientes. Semanas después, es pillado “in fraganti” recogiendo sustancias dopantes que recibía por correo y, posteriormente, distribuía. Condena, retirada de la licencia federativa durante varios años…

# 170 Carlos Sala Soler

 

Los primeros 600 metros

Cuando sonó el pistoletazo de salida, aceleré como un loco y no tardé mucho en colocarme en cabeza. No daba crédito. Los más experimentados me miraron con desprecio, pero tanto me daba, quería ser el primero en la San Silvestre Salmantina, y lo estaba consiguiendo. Los primeros 300 metros fueron fáciles. Miré hacia atrás y vi las pequeñas cabezas de los demás tan lejos que me envalentoné y empecé a creer de verdad que podía ganar. ¡¡Iba a batir todos los récords!! A los 500 metros las fuerzas empezaron a fallarme. ¡Vamos!, gritaba, pero nada. A los 600 metros ya no tenía nada que hacer. Energúmeno, me gritó el primer corredor que me pasó. Y tenían razón, pero durante 600 metros… ¡fui el cabeza de carrera de la San Silvestre Salmantina! y eso no me lo pueden quitar nadie. Durante esos 600 metros fui un ganador, qué importa el resto.

# 169 Laura Pilato Rodríguez

 

Entrenamiento diario

No sé cómo me he dejado convencer por esa pequeñaja. Le insistí en que, sin entrenar, era imposible correr la San Silvestre Salmantina. Pero me contestó que, gracias a ella, entrenaba a diario: "corres para llevarme al colegio. Corres, para no perder el autocar de la excursión. Corres, para no llegar tarde a natación..." Y corriendo, corriendo, aquí estoy, a punto de cruzar la meta. Y ahí está ella, corriendo a abrazarme y gritando: -" lo has logrado, abuela".

# 168 Madelín Zeida Pupo Santiesteban

 

La carrera del inconforme

– ¿Por qué corres?–le preguntó el gato a Inés mientras corría a su lado. –Es la carrera Salmantina, entrené todo el año para la San Silvestre, y tú ¿por qué estas aquí? –Pues yo te vi entrenado en el patio, pensé que sería divertido acompañarte; aunque me están doliendo las patas ahora soy solidario contigo, vine a animarte; al final lo haces por deporte, no creo la gente corra por su vida como nosotros. –Eso dices tú, sin embargo te metiste anoche en mi cocina y probaste mi sopa. –Y si a ti te gusta probar siempre lo mismo y que todos los días sean iguales: ¿Por qué entrenas todo el año y corres hoy? A mí me pasa lo mismo con tu estofado, puedo conformarme con lo que me das pero entreno todo el tiempo para robarte el placer de correr por tu cocina.

# 167 Miguelángel Flores

 

Just do it

Después de llevar horas en la misma postura, se puso de pie unos instantes. Cuando el patrón se ausentaba por momentos, se cubrían unos a otros, y esa era la única forma de aliviar el cansancio. Balanceándose, se masajeaba las corvas de las piernas con unas manos de dedos entumecidos, pegajosos de encolar y sujetar esas sonrisas estúpidas a unos zapatos que, según contaban, en algunos países se usaban para correr y jugar. Como si para eso, pensaba él, lo imprescindible fuera llevar calzado. Meses después, a miles de kilómetros, en la San Silvestre Salmantina, otro niño cruzaba la meta con esas mismas deportivas de marca, fabricadas lejos y con tanto sacrificio. Emocionado, buscaba a su abuela, que siempre creyó en él y que, con su pequeña pensión, se las había regalado. Para que pudiera correr como el que más, decía ella, y en las mismas condiciones que los otros.

# 166 Jorge Dominguez Berenguer

 

Palabras de ánimo que entristecen el alma

Sudo. Quedan pocas horas para acabar el año, y el viento es frio en Salamanca, pero sudo. Agito la cabeza, confundido. No se por que he parado. Iba en el primer grupo, llevaba buen ritmo, no estaba cansado. Pero he parado. Miro a mi alrededor. Estoy sobre el puente romano. La gente que viene a vernos, a animarnos, grita. Me giro y observo la catedral. Intentan motivarme, apoyarme. Pero ellos no lo entienden. “¡Ánimo, ya casi estas!”, “¡Vamos! ¡Que ya no queda nada!”. Creen que son fuerzas lo que me falta. Pero ellos no lo entienden. A veces las palabras con buena intención son las que más duelen. No son ánimos ni fuerzas las que escasean. Son kilómetros. Miro a la gente de nuevo y sonrío. Ahora entiendo por que he parado. No quiero que acabe. Empiezo a correr de nuevo, y disfruto cada metro como si fuese el último.

# 165 Gustavo Forcada Chabrera

 

Las mañanitas

Mi cuñado soltó la frase a bocajarro con esa mirada abigarrada que igual despierta compasión como condescendencia: “las carreras se ganan la noche antes”. Y aunque tu mente esprinte para olvidar ese dechado de perfección, lo tremendamente puñetero es que esa noche, ahora, dos y media de la madrugada, sus sentencias comienzan a dar zancadas por la almohada. A “por Rúa Antigua ya te sacaré tres minutos” le sigue, muy de cerca, un “no acabo de ver que estés progresando con ese amigo tuyo mexicano que va de entrenador”. Y así, se van picando todas sus ocurrencias hasta el punto kilométrico de las cuatro de la mañana cuando hace acto de presencia el demoledor comentario que un día me susurró a la oreja palmeándome la espalda: “te haces mayor para la San Silvestre”. Llamo por teléfono. Las cinco. Espero que los mariachis no se equivoquen de chalet. Este año, gano.

# 164 Ángeles Ramos González

 

Gadget "inteligente"

1 de enero 2024, Gaceta del “Tesnoruner”. Este año la San Silvestre Salmantina siguió en la vanguardia tecnológica y distribuyó generosamente un gadget inteligente entre sus participantes: … ¡Quítate de en medio,so lento! ¡Voy a empeorar mi marca en 10 segundos!... ¡Pero dónde irá ese “Kipchoge”, parece que va explotar!... ¡Cómo corre la tía, a ver si aguanto su ritmo hasta el Puente Romano y me declaro!... ¡Qué dominguero! Con esas zapatas chillonas se le ve en la meta desde el Alto del Rollo, ¡Con tal de fardar, seguro se ha pulido la extraordinaria de Navidad! … ¡Voy a ganar!, ¡te lo dedico abuelo!, ¡gracias por enseñarme a correr en el Aldehuela junto a ti! Acabamos este articulo con una reflexión: ¿Estamos seguros de que la camiseta “inteligente”, capaz de detectar TODA la actividad neuronal de los corredores y proyectarla en sus espaldas, ha sido una buena idea?

# 163 Daniel Solaguren

 

Caucho y Amor

Mi madre practicaba atletismo desde que yo era pequeño y a menudo me sorprendo a mí mismo recordando con nitidez, en los momentos en los que me entrego a la dolorosa actividad de la memoria, el aroma del café por la mañana, la textura de la licra de su malla, el trayecto en coche hasta el recinto y los gritos eufóricos del público. Si ganaba o perdía era lo de menos; yo era feliz viendo a mi madre correr alrededor de la pista de caucho. Al pasar por la grada donde me encontraba, me lanzaba un beso al aire; yo lo atrapaba y se lo devolvía. Ella sonreía. Pero ahora ella ya no está, y sin embargo recuerdo su rostro cada vez que me topo con una pista de atletismo. En esos momentos siento su abrazo tierno, su caricia al despertarme, y su olor a café y amor. Mucho amor.

# 162 Jose Antonio Hernandez Coria

 

DISFRUTANDO CADA KILÓMETRO.

El primer kilómetro, con la emoción, los empujones y el manejo del pulsómetro que me compré en el Black Friday, ni soy consciente de haberlo corrido. El segundo es cuesta abajo. El tercero, de puente a puente y corro porque me lleva la corriente. En el cuarto adelanto a mi vecino que está federado. En el quinto está el avituallamiento. En el sexto puedo ver el balcón de mi casa. En el séptimo me espera aplaudiendo mi hijo. En el octavo me ayudan todos los Santos porque vuelve a ser cuesta abajo. El noveno dicen que te lo da la carrera. Y el último es para disfrutarlo. Y de postre una naranja…

# 161 Giovanna de la Hoz Baños

 

Esa era su victoria

No pudo contener la sonrisa al enfilar la última recta. La línea de meta al fondo, el público entorno al vallado, el speaker anunciando su llegada. Tuvo que pellizcarse para demostrarse que no estaba soñando. Apenas unos metros más. Al borde de la pájara y con una técnica de carrera ya inexistente, consiguió sacar fuerzas para no detenerse. Se supo ganadora antes de cruzar la línea de meta. Los gritos de ánimo de los presentes. Había conseguido batirse a sí misma. Antes de que le diagnosticaran un cáncer, ella nunca había corrido, pero tras la amputación se prometió que haría con una pierna lo que nunca hizo con dos. Y lo había logrado. Esa era su victoria. Continuó corriendo, brazos en alto, directa hacia el grupo de corredores que ya habían concluido la carrera. Había terminado su primera San Silvestre con una pierna.

# 160 Pedro Calafat Deliperi

 

Un regalo para Martina

Oye, también Papá Noel se equivoca a veces. Ya sabes, ahora hay millones de niños esperando sus regalos y las cartas le llegan por correo, email, chat y hasta por vídeo. Además, no solo deja los regalos en las chimeneas, sino que tiene puntos de entrega y lockers. Pero lo importante era que Martina, que estaba enferma, recibiera su regalo. La pobre se había llevado un chasco enorme al ver el calcetín vacío. Así que Papá Noel se puso las pilas y corrió hasta Salamanca con su bolsa a la espalda. ¡Y vaya sorpresa se llevó al ver a tanta gente animándole y vitoreándole! Incluso le dieron una medalla. Después siguió su camino y logró entregar el regalo a Martina. Al día siguiente, los periódicos titulaban: "Papá Noel gana la San Silvestre Salmantina, y Martina por fin tiene su regalo".

# 159 SALVADOR VAQUERO MONTESINO

 

OTOÑO

Esperando que más pronto que tarde dejes de llorar por él, regreso cada día. Y te encuentro ahí, sentada a su lado, aunque se pase el tiempo mirando ensimismado a las musarañas, ajeno a tus muestras de amor, como deseando escuchar de nuevo los aplausos de cuando ganó la San Silvestre salmantina, hazaña que nos ha repetido tantas veces. Sabes que nada volverá a ser igual, pero te conformas con esos momentos en que todo lo parece y te mira de reojo sin atreverse a dirigirte la palabra, como cuando se sentaba detrás de ti en el instituto. Te he visto agarrarle de la mano y acariciar su rostro, susurrándole palabras de amor, en esos instantes de efímera lucidez en los que sueñas con verle correr de nuevo, mientras observas su rostro ilusionado en el espejo de la habitación, junto a la tarta y las velas por su noventa cumpleaños.

# 158 ESTEBAN TORRES SAGRA

 

LA ESTRATEGIA DE LA ADRENALINA

Me ha parecido reconocer a Mario en la salida, pero se me perdió entre mil rostros que no paraban de subir y bajar acompañando los saltitos del calentamiento. Luego creí verlo adelantarme por la derecha. Más tarde fui yo quien rebasé su posición; aunque, como el sudor en los ojos me escocía, no podría jurarlo. Llevaba sin saber nada de él desde que me dejó por Marga. Ralentizo mi ritmo para que me alcance. ¡Ya viene! Cuando se pone a mi altura, cierro los ojos y le digo todas las perrerías que llevo guardando desde entonces. Cuando abro los ojos, después de insultarle a ciegas, me disculpo avergonzadísima con el pobre señor, porque no es él, y me alejo como una centella por la adrenalina, como si acabara de empezar la San Silvestre. Es mi arma secreta para el arreón final. El año pasado, con esta misma estrategia, quedé quinta.

# 157 Jackelin Velasquez Hernandez

 

Corriendo por sus sueños

Conocí aun niño con una peculiar personalidad, su nombre es David, un día sabado su mejor amiga lo invito a sus practicas de atlestimo, él para apoyarla dijo que si. Llego a la hora y él entrenador se dirigió y le pregunto si le gustaria entrenar, lé parecio buena idea nunca habia corrido. Miró la pista y sus piernas temblaban eran muchos metros, ese dia se anuncio que tendrian una primera Competencia en muy pocos dias, sin muchas practicas decidió aceptar el reto. Llego el dia esperado nervioso palpitaba su corazón, la voz de su hermana gritando euforica! Empezo a correr era verlo brillar, ganando el segundo lugar, se acerco a él una Campeona de Atletismo a felicitarlo por el esfuerzo que hizo lo motivo, quiere ser como ella, ser un campeon, es un niño con un gran alma corriendo por sus sueños y ahora sigue soñando para correr.

# 156 Verónica Alonso Goday

 

Logros

Era un día fresco y soleado en Salamanca. ¿Por qué no? Le preguntó él. Creo que mi cuerpo no lo va a resistir, me da un poco de miedo, respondió ella. ¿Miedo? Sabes que podes abandonar cuando quieras, no le tenes que demostrar nada a nadie corazón, dijo él. Si lo sé, pero solo quedan dos meses para la inscripción, no creo que logre entrenar para llegar a tiempo, alegó ella. Mañana mismo empezamos, acotó él con entusiasmo, y vamos progresando semana a semana, yo voy a entrenar a tu lado, afirmó él. Es que no creo que pueda, dijo ella bajando la mirada. Él la tomó del mentón y se aseguró el contacto visual. Amor, si lograste dejar de fumar, puedes lograr cualquier cosa. Y la beso.

# 155 Angel Toribio Sevillano

 

Lazarillo de Tormes

La sensación de estar en otra San Silvestre más se desvanece al cruzar los arcos de la Plaza Mayor. Hasta ese momento la mañana es gélida, el sol no templa lo suficiente y el cuerpo no ha entrado todavía en calor. Es entonces cuando se experimenta un desbordamiento emocional, similar al del síndrome de Stendhal, por sobreexposición a decorados maravillosos: las vistas desde el Puente Romano, el encuentro fugaz con el pórtico de la Catedral desde Libreros, la admirada ranita de la fachada de la Universidad, el imponente cruce de la Casa de las conchas y una Fonseca que sigue igual de triste y sola. Al cruzar la meta me fundo en un abrazo con mi compañero, amigo y lazarillo, al que no podré agradecer lo suficiente que me preste sus ojos para soñar los paisajes, y este, sin duda, ha sido un marco incomparable.

# 154 Goretti Pérez Ruiz

 

La carrera de su vida

La estuvo buscando por toda la casa. Debajo de la cama, en el cuarto de la lavadora, incluso en la caseta del perro, pero no aparecía. No le hacía falta correr para sudar como una desesperada, que es lo que estaba pasando, porque la realidad era que si la zapatilla no salía a tiempo de su escondite ella iba a tener un problema. Otro más. Rebuscaba en el armario de la entrada cuando, de repente, escuchó el sonido de la llave en la puerta y el sudor frío invadió todo su cuerpo. Aterrorizada, tomó la decisión de salir de allí por la puerta del balcón, decidida a hacer la carrera de su vida, con una zapatilla menos o con ninguna.

# 153 Xavier Pérez Escobar

 

EL BALANCE DE SAN SILVESTRE

Aunque tengo una férrea fuerza de voluntad con mis estudios, el inglés o incluso la guitarra, ésta se desvanece en cuanto mi determinación consiste en hacer ejercicio. Soy incapaz de cumplir el objetivo de mejorar mi forma física, salvo con la san silvestre salmantina. Llevo ya seis años participando y recordando que el propósito, aunque incumplido, continúa vigente. Me gusta acabar el año corriendo. El frío me hace sentir vivo y, mientras corro, repaso mentalmente el año que acaba de pasar. Lo positivo y lo negativo. Me sirve de terapia para ordenar mis ideas. Tengo la sensación de que las piernas son autónomas de mi mente y, mientras ellas avanzan, mi cabeza aprovecha para hacer un balance de lo vivido. Finalmente, llego a la meta con un resultado modesto, pero me siento triunfador. Objetivo conseguido, cuerpo y mente me lo agradecen.

# 152 Jose Antonio Sánchez Sayago

 

Una Meta En Lo Nada Imposible

Los demonios de la depresión se comían mi mente. Me vi envuelto en un peso que no me hacía verme feliz. Perdí la fe. ¡Hagamos un reto!, dijeron mis amigos. Prepárate para la San Silvestre Salmantina. No tengo fuerzas, decía mi debilitada autoestima. ¡Tú puedes!, decían los que nunca me abandonaron. Tras luchas encarnizadas contra mi cerebro, conseguí saldar el reto. No importa si primero o último. Ahí estuve y nunca olvidaré a esa joven chica de las inscripciones que me dijo, ¡Suerte, todo irá genial!. Corrillo de mis amigos aplaudiéndome con sus rostros llenos de rabia y semi lágrimas ante lo que habían vivido después de tantos esfuerzos por mi bienestar. Hoy, por suerte, eso es una anécdota de mi pasado. Una anécdota que me enseñó de que siempre hay un punto de partida para resolver los problemas y el mío fue Salamanca y su particular San Silvestre.

# 151 Saúl

 

Fiesta Navideña

Es verano los “artistas” diseñan el mejor cartel, viene el otoño con “escritores” que activan sus neuronas para expresarse con un pequeño fragmento. En noviembre apertura de inscripciones, nadie quiere quedarse sin dorsal. Diciembre, los “pro” optimizan el entrenamiento, “domingueros” reservan la cita, “principiantes” ilusionados con terminar, “carnavaleros” buscan su mejor disfraz, las cámaras se ponen a punto para las mejores fotos. Llega la fecha y todos están nerviosos por participar. ¡Preparados! ¡listos! ¡ya! Diez mil metros por delante, corredores, aficionados, fotógrafos, público y viandantes de la ciudad diez kilómetros para correr, aplaudir y animar a cada participante. La ciudad se echa a la calle y multitud de personas son felices derrochando alegría en un ambiente navideño de mucha diversión. Al final todos consiguen el objetivo. DISFRUTAR.

# 150 Gustavo

 

El rumoroso viento

Esa voz, constante y a veces molesta, como un suspiro en mis momentos de incertidumbre, me convoca, disimuladamente a ser un héroe para mis propios pasos, para mi andar cansado, a dar el siguiente movimiento, sentir la brisa en el rostro, a pesar del cansancio, sin importarme a donde el rumbo me lleve, solo me dejo ir. La misma voz que me produce nostalgia, una deliciosa que me calienta los órganos, no dejo de escucharla y ella no deja de susurrarme poemas de salvación, noches de risas y un sol radiante en la orilla de la playa. Seguir adelante, correr, triunfar sobre mis huesos viejos y me mente consumida.

# 149 Margarita del Brezo

 

CARRERA DE RELEVOS

—Cuánto falta, mamá —es la enésima vez que lo pregunta. El sudor le empapa las pestañas; también alguna lágrima atrevida que se apresura a borrar con las manos. Le ajusto el dorsal. Resopla. Tiene los mofletes colorados por el esfuerzo. La herida de su rodilla ha dejado de sangrar. Cuando le echo hacia atrás el pelo que se le pega en la frente me dedica una minúscula sonrisa. —¿Queda mucho? Corro a su lado adaptando mis pasos a los suyos. Hacemos una parada y damos buena cuenta del avituallamiento. Al dejar atrás el Paseo del Rollo es él quien tiene que adaptar sus pasos a los míos. En el último repecho me coje de la mano y tira de mí con suavidad. —Yo ya he cruzado la meta, hijo. Ahora sigue tú. —A medida que se aleja, desafiando todas las leyes de la física, se hace cada vez más grande.

# 148 Alba Díaz López

 

Carrera de abrazos

Había una vez en Salamanca una tradición muy querida: la carrera de San Silvestre. Cada año, el último día de diciembre, toda la ciudad se llenaba de emoción y alegría. Desde días antes, los corredores comenzaban a prepararse, entrenando para esta especial competencia. El día de la carrera llegó, y el ambiente vibraba con energía. Miles de personas se reunieron en la Plaza Mayor, donde se daba la salida. El sonido del disparo llenó el aire y los corredores se precipitaron hacia las calles de la ciudad. Los espectadores los alentaban con aplausos y vítores, creando un ambiente festivo. En el recorrido, los corredores pasaban por los bellos monumentos y calles de Salamanca, sintiendo el espíritu navideño y la emoción del fin de año. Al llegar a la meta, una gran ovación los recibía, premiando su esfuerzo y dedicación.

# 147 ERATO

 

CUESTIÓN DE SUPERVIVENCIA

CUESTIÓN DE SUPERVIVENCIA No dudo que tu aceleración supere a la mía ni que en la lucha cuerpo a cuerpo no puedo esperar favor de la fortuna -pensaba el hombre de las cavernas mientras huía del oso hambriento-. (Vista la cosa así se diría que la suerte del corredor estaba echada, pero en esta lid las cartas estaban marcadas, la fiera no sabía que perseguía además de al atleta más rápido de la aldea, a un tramposo.) Tengo tomada la medida de este cross -pensaba el atleta-, dosificaré el esfuerzo y justo cuando estés ante la penúltima zancada el enramado de cañas aguantará mi peso pero tú caerás vencido al foso trampa. Acudirán entonces los atletas más lentos (lo importante es participar) y valiéndose de piedras harán el resto (cuestión de supervivencia). ¿Quién dijo que correr es de cobardes?

# 146 Ignacio Hormigo de la Puerta

 

Por qué corro

Escucho el pistoletazo de salida y corro. Corro por el puro placer de hacerlo, corro por la dicha de sentir el baile enloquecido de las endorfinas en mi cerebro, corro porque si no lo hiciera, la vida tendría mucho menos sentido. Avanzo empujado por un hambre acuciante, una necesidad irrefrenable de devorar un metro detrás de otro hasta lograr que sumen diez mil, sin buscar otra recompensa en ello que la de saberme vivo. Siento la respiración de un animal con miles de cabezas acariciándome la nuca, pero no pienso mirar atrás. Me limito a disfrutar de la inmensa suerte de estar aquí y ahora, dejándome llevar por el aliento del público y por la cadencia que marcan mis zancadas al percutir en el asfalto de Salamanca. Cierro los ojos, alzo los brazos y dejo que la cinta de meta me abrace el pecho como lo haría una madre.

# 145 María Cristina Leites Rodríguez

 

San Silvestre Salmantina

Hace cincuenta y tres años que no corro, desde ese accidente que cambió mi vida y me llenó de miedo. Sin embargo, aquí estoy, desde hace un tiempo me estuve preparando, hoy corro en la San Silvestre Salmantina. Desde el punto de salida veo a toda la gente alrededor y aunque ellos no lo saben me acompañarán a volver a sentirme vivo. Comienza y mientras toca el aire en mi frente, siento que mis piernas se hacen más ligeras. Noto mis manos jóvenes y me veo de dieciséis de nuevo, mientras corro hacia la meta mi corazón late rápido no solo por el ejercicio también por la emoción. No tengo prisa en llegar, este es el premio que disfruto.

# 144 Jesús Alberto Cabrera Hernández

 

COMO UN NIÑO CON ZAPATOS NUEVOS

Como si del mejor regalo de Reyes se tratase. Así fue como recibí la noticia que el profesor de gimnasia me dio aquel diciembre del 83: Díaz, mañana te unes al grupo para correr en el Cross de Navidad. Cuarenta años después aún recuerdo la cara de aquel niño pletórico por competir y por qué no, por ganar. Alguien tendría que hacerlo y yo estaba entre los elegidos para intentarlo. Hoy, preparándome para estrenar mis nuevas zapatillas y participar en mi segunda carrera, percibo un bis a bis entre mis nervios y unos escalofríos que invaden este lesionado cuerpo. No es por el frío de Salamanca, no, igual me sucedería en la media maratón de São Paulo. El paso del tiempo me ha puesto otra vez en la línea de salida, pero en esta ocasión mis sentimientos son distintos. Más viejo sí, con menos ilusión, no.

# 143 JUANA YANGUAS ROMERO

 

"EL CAMPEÓN"

No tengo remedio, y lo sé. Y conste que lo digo con orgullo. Esta mañana mi mujer me ha preparado la ropa y me ha dicho que en esta edición ella también corre conmigo. El año pasado, Luis, nuestro hijo, se resfrió y cuando le subió la fiebre, no pudo venirse. Corrí y quedé de los últimos. Nos estuvimos riendo todo el día porque yo le había asegurado que lo haría fenomenal. Pero en esta ocasión, puede que la suerte nos acompañe. Mi hermano estará entre el público con nuestro hijo. Todo está preparado para la carrera, incluida mi silla de ruedas y mi ilusión.

# 142 Francisco Jimenez Vilchez

 

Pisadas en el Puente Romano

En cada víspera de Año Nuevo, la San Silvestre Salmantina despertaba la ancestral Salamanca. Mientras el sol doraba la Universidad y la Plaza Mayor, los corredores se preparaban, respirando la historia que flotaba en el aire. Julia, una médica local, ató sus zapatillas recordando a aquel paciente que le habló de la importancia del deporte para el corazón. No solo el órgano que late, sino también el que siente. Corriendo sobre el Puente Romano, sintió la fuerza del río Tormes bajo sus pies, el susurro de la piedra y el compromiso de cuidar ese aire puro para generaciones futuras. Al cruzar la meta, con el sudor mezclado con la brisa salmantina, Julia no solo celebró una carrera. Celebró la salud, la historia y un Salamanca siempre verde.

# 141 Miguel Ángel Moreno Cañizares

 

Gente de carrera

Desde niño su vida ha sido una continua carrera. Incluso en el feto, le bullían las ganas de nacer cuanto antes. Tal vez por eso fue sietemesino. A su madre maldita la gracia le hizo, como que con apenas un año diera los primeros pasos y se recorriera la casa a toda prisa. Desde entonces no ha parado, como quien dice. Culo inquieto, le llamaban. No siempre en la buena dirección. Corre que te corre, con 13 años y por malas influencias, salió escopetado de la tienda de música con los walkman de última generación. Le siguieron los Mp3, smarthphone, Iphone, también zapatillas de marca…lo que surgiera. Nadie le alcanzaba. El tiempo le ha convertido en un corredor de fondo reinsertado. Hoy ha ganado la San Silvestre Salmantina y, tras recibir el trofeo, ha seguido corriendo hacia Topas. Se echaba encima la hora y aún no tiene el tercer grado.

# 140 José Alberto Ruiz Cembranos

 

El triunfo de la amistad

Marta, una apasionada fotógrafa, quiso inscribirse en la San Silvestre Salmantina para poder documentar gráficamente la actuación de Teresa, una favorita a la victoria. Aunque Marta no era deportista, quería inmortalizar lo que esperaba ser el gran día de su amiga. Sorprendentemente, Marta logró seguir el ritmo de Teresa, quien había entrenado rigurosa y disciplinadamente para el evento. Capturó cada paso de la carrera de su amiga con unos primeros planos impresionantes. Mientras avanzaban por las calles de Salamanca, Marta también aprovechó para registrar desde un punto de vista único el espíritu festivo que inundaba la ciudad. A medida que se acercaban a la línea de meta, Marta, emocionada por el ambiente, quiso adelantarse para capturar la victoria de su amiga desde una perspectiva privilegiada. Lo que finalmente fotografió fue la expresión de incredulidad de Teresa al observar que Marta era la primera participante en cruzar la línea de llegada.

# 139 Natividad Villar Martínez

 

CARRERAS QUE PERDURAN

Mientras Roberto se abrocha las deportivas, la emoción le embarga como la primera vez. La noche previa había preparado minuciosamente sus pantalones cortos deportivos, así como su camiseta transpirable. De pronto es consciente de un último elemento que cumplimente su indumentaria, el dorsal, este año lo hará con el ochenta y cuatro. El reloj marca las once, a solo media hora hay que partir para empezar con el calentamiento. Intenta dirigirse a la puerta de salida de la habitación pero sus piernas no responden, en ese momento irrumpe en la habitación la cuidadora que acaba de iniciar turno. -Roberto, buenos días, ya le acerco su andador y no se sofoque que llegamos con tiempo, hemos puesto la televisión en el comedor y aún los locutores están retransmitiendo los datos preliminares a la carrera. -No olvide mi dorsal, lo hice ayer en manualidades, lleva el año que corrí por primera vez.

# 138 Jorgelina Mercedes Guadalupe Contreras

 

No le des cuerda

Quiero decirte que si me ves correr, no es porque me guste, no es porque sea buena en atletismo, y tampoco tiene que ver con vos; es el tiempo quien me impulsa. Quiero correr porque la infancia es como una carrera de velocidad, desde los primeros pasos, que mi adolescencia fue una carrera de vallas y algunas no las llegue a saltar, que mi juventud se asemeja a una carrera de medio fondo, exigiendo resistencia, esa que duele, esa que no te permite avanzar, que la adultez se convierte en una maratón, una prueba de persistencia, pero yo me quede sin paciencia y llega la vejez, que se compara con una carrera de relevos, porque somos testigos de cada momento, testigos de la vida y testigos de este tiempo que nos obliga a correr, a caer, a olvidarnos, a cambiar, ese tiempo que queda y ese tiempo que no tengo.

# 137 Rafael Fuentes Pardo

 

Tocarse

Coincidimos en la salida de la San Silvestre, me llamó la atención que estuvieran tan juntos pero no se dirigiesen la palabra o intercambiaran miradas. Parecían en buena forma física pero ajenos por completo a la competición, como si estuvieran allí por cualquier otro motivo que no fuera correr. Se limitaron a trotar, manteniéndose en medio del pelotón, conmigo a cuatro cuerpos de distancia, siempre juntos, sin llegar a perder el ritmo o el aire, como si ensayaran una coreografía. Tras entrar en la meta por fin se separaron y no volví a verlos hasta dos semanas después. Fue en las páginas de sucesos, los abogados del marido de ella alegaron que los había cogido infraganti, pero los forenses no encontraron restos de intercambio de ADN y las fotografías de los cadáveres solo mostraban todo lo cerca que pueden estar dos personas sin llegar a tocarse.

# 136 Eugenio Quintanilla Alfaro

 

CAROL, YA NO SE ESCAPA, CORRE

Carol es una niña de dieciséis años y corre desde siempre, sin ser cons-ciente de ello o quizás sí. Nació con una discapacidad intelectual leve. Con cuatro años fue diagnosticada con un trastorno del neurodesarrollo. Desde muy pequeñita, mi hija sufre acoso escolar. Como conducta de evitación, como catarsis, salta la valla de su colegio y se va a la playa y corre, atrapada en su inquebrantable necesidad de huir. Corre como acto reflejo, con su espíritu in-domable. Yo soy su padre y su entrenador. Creamos vínculos indisolubles. Carol ya no salta la valla. Cambiamos los códigos. Entrenamos juntos, en la playa y al salir del colegio. El deporte desde lo esencial,con sus sensaciones y el entrenamiento como la mejor terapia para aumentar su autoestima. Con toda esa alegre efervescencia, cuando el tiempo se detiene y solo está la atleta y su excusa para ser libre.

# 135 Jesús Jiménez Reinaldo

 

Mar de alcance

Recuerdo cientos de besos antes de quedarme dormido, acogido en los brazos de un mar en calma. Cuando desperté, días después, conservaba un rastro salino en los labios. No todo había sido un sueño. Del océano de palabras y gestos la marea me trajo los restos de aquella travesía y depositó en la arena de mi espejo unas deportivas y el número de un dorsal tal vez como salvoconducto al paraíso. Y ahora estoy aquí, engullido por esta multitud acuosa, lanzado a la inmensidad de la bola de cebo, sin más orientación que la que marca el cardumen, buscándote como un náufrago, tablón al que me asiré para no ahogarme. La noche castellana es fría y seca. Mis mejillas, enrojecidas, aún sienten la nostalgia de tus branquias y mis ojos te buscan entre los nadadores oscuros. Sería una victoria llegar a la meta contigo o, incluso, detrás de ti.

# 134 Rosa Mateos García

 

HASTA QUE LA VIDA NOS SEPARE

A mi marido le encanta la San Silvestre Salmantina. Por eso, todos los años sale de su tumba para participar en ella. La primera vez que vino a casa, me asustó. Pero ahora mido el tiempo en latidos de corazón, deseando verlo de nuevo. Y a su llegada nos amamos como dos adolescentes. Después le doy su ropa de deporte y le gasto alguna broma: "corre con cuidado, no sea que resbales y te mates". Y una galerna de risas y besos azota nuestro hogar. Tras la carrera, vamos a comer, porque el pobre se ha quedado en los huesos. Y, al caer la tarde, nos acercamos al cementerio y allí nos despedimos hasta nuestro próximo reencuentro. Pero anoche todo mi mundo cambió y ahora me siento feliz. Porque sé que este año correré la "San Sil" con él.

# 133 Angel Cristobal Noriega

 

La ciudad que nos lleva

La Puerta de Zamora nos recibe aún frescos y nos abre la ciudad. La Plaza Mayor respeta que hoy no paremos, pero San Pablo y San Gregorio sí que acompañan nuestro descenso. El Puente Romano nos franquea el cruce del Tormes, que nos aplaude su doble paso. San Vicente nos da alas desde el Cerro haciéndonos volar por la Vaguada de la Palma hasta rodear el Palacio de Congresos. Fray Luis de León nos aplaude al paso por la Universidad mientras la rana, orgullosa, nos condecora licenciándonos un curso más. Las Conchas replican nuestras pisadas mientras nos vamos alejando del centro y subimos Villamayor para descender luego la Avenida de Portugal. En la Plaza de España nos esperan nuestros amigos Comuneros para llevarnos en volandas hasta el Alto del Rollo. En el paseo nos espera el mismísimo San Silvestre, feliz de acompañarnos a meta para dar fin a este 2023.

# 132 Eva Fernández Artime

 

Huellas imborrables

Veo muchas huellas humanas repartidas por el suelo y en grandes grupos que se suceden hasta los diez kilómetros. Percibo la esencia de un olor a valentía, sudor, esfuerzo y compañerismo que se extiende por un largo recorrido y que me gustaría poder llegar a sentir. Una tradición protagonizada por seres del pasado que sacrificaban su espíritu y daban lo mejor de sí en una carrera, a la vez que compartían una gran pasión por el arte de correr. Es el año 3054, y mi equipo de historiadores y yo estamos tratando de averiguar qué es este hallazgo para poder recrear la misma sensación de felicidad que originó ese momento. Durante los últimos siglos la tristeza se ha apoderado de las civilizaciones y esto podría darnos un atisbo de esperanza. Tras unas horas de reflexión, ¡empezamos a correr!

# 131 Inca Ripoll Ribera

 

Corre, no importa el porqué

¡Ahí está, no la mires, hazte el duro! - piensa Hugo al verla corriendo unos metros por delante de él. Se yergue, hace un esprint y la adelanta, fingiendo que 2250 metros no son nada para él, aunque sí lo son. La última vez que tuvo que correr fue en clase de Educación Física, y fingió una torcedura de tobillo para escaquearse. Pero la necesidad agudiza el ingenio, y merecerá la pena, si así logra que Paola se fije en él. ¡Lo que tiene que hacer uno por amor! Lleva ya dos kilómetros, le queda solo el pico, y ya siente como el corazón le palpita en la sien, casi igual de rápido que cuando la conoció, el primer día de clase. Doscientos…¡Doscientos cincuenta! ¡Lo he conseguido! ¡Guau, qué subidón! Oye, pues me ha gustado, no está tan mal esto de correr, voy a darle una oportunidad.

# 130 Pedro Calafat Deliperi

 

Un regalo para Martina

Oye, también Papá Noel se equivoca a veces. Ya sabes, ahora hay millones de niños esperando sus regalos y las cartas le llegan por correo, email, chat y hasta por vídeo. Además, no solo deja los regalos en las chimeneas, sino que tiene puntos de entrega y lockers. Pero lo importante era que Martina, que estaba enferma, recibiera su regalo. La pobre se había llevado un chasco enorme al ver el calcetín vacío. Así que Papá Noel se puso las pilas y corrió hasta Salamanca con su bolsa a la espalda. ¡Y vaya sorpresa se llevó al ver a tanta gente animándole y vitoreándole! Incluso le dieron una medalla. Después siguió su camino y logró entregar el regalo a Martina. Al día siguiente, los periódicos titulaban: "Papá Noel gana la San Silvestre Salmantina, y Martina por fin tiene su regalo".

# 129 Maximiliano Schneider Valenzuela

 

La Escapada

La casa amaneció con un grito de espanto, ¡Abuelo no está! Buscamos por todos lados en vano, mi madre alteradísima me ordenó buscarlo afuera; era extraño. El viejo, siempre postrado, no aparentaba mucha vitalidad ni futuros años de vida, y aún así desconocíamos su paradero. La calle me asaltó repleta de transeúntes, un mar de personas bañadas en una algazara pese al frío de diciembre. Apoyado sobre un muro encontré el bastón del abuelo, me sumergí entre la multitud que llenaba la calle Valladolid y forzado, seguí el trote de las personas. Lo ví, ¡El viejo estaba trotando! entusiasmado saludaba a los vecinos y la gente le vitoreaba. – ¡Te lo dije! –gritó sonriendo cuando me pude abrir paso cerca suyo –no me perdería mi última carrera de San Silvestre por nada. Fue el momento de su vida. Y ese recuerdo lo llevo conmigo siempre cuando la carrera está por comenzar.

# 128 Carlos Santiuste Romero

 

Ciclo de la vida

Nada más llegar a la meta de la San Silvestre salmantina, una corredora levanta una botella de agua como si fuera un trofeo. El sabor a sangre en la boca le recuerda que ha logrado su propósito, llegar sin una gota de fuerza. No ha sido fácil, nadie sabe lo que ha sufrido. Abre la botella y sorprendentemente el agua desaparece, como si un espíritu la hubiera absorbido. Miles de años antes, en el cerro de San Vicente, una chamana levanta con ambas manos un cuenco vacío mientras canta al espíritu del oso cavernario. La tribu observa con sorpresa cómo un chorro de agua aparece de la nada y llena el cuenco. No ha sido fácil, nadie sabe lo que ha sufrido. A la chamana no le sorprende la aparición del agua, pero sí escuchar las pisadas de cientos de hombres y mujeres corriendo a través del tiempo.

# 127 Eyrela Urbina Valdelomar

 

Sorda y ciega

No miro nada a su alrededor, por más que busco e intento, hasta que se quedó quieta, alguien le ayudo, la instruyo, le enseño a mirar con las manos y a escuchar con el corazón. Logro ganar grandes campeonatos y merecidos reconocimientos, aunque al principio mucha gente dudo y a pesar que ciega y muda nació no fue razón para que su voz no llamara la atención.

# 126 MARÍA SOLEDAD GARCÍA GARRIDO

 

A LA DESESPERADA

El rumor corrió como la pólvora y a ninguno de los que estábamos allí nos hizo gracia alguna. Un rato antes de comenzar la carrera, mientras calentábamos dando saltitos para espantar el frío de Salamanca, todos comentamos que era mezquino que el colega participase en la competición, que era como si Pérez Reverte se presentara al certamen de microrrelatos de la San Silvestre Salmantina o, como soltó Pepón, si Shakira se personase a un casting de monitora de zumba de la Asociación de Vecinos del Barrio Oeste. El menda tenía a media ciudad revolucionada, y el alcalde estaba planteándose ponerle una placa en algún lugar destacado. Yo nunca perdí la esperanza de llegar el primero. Llevaba todo el año entrenando, por eso, cuando avisté la meta, camuflado con mi peluca blanca, no dudé en dar un empujón a Usain Bolt y esprintar como alma que lleva el diablo.

# 125 Yolanda Nava Miguélez

 

UNA SANSIL DIFERENTE

El recorrido está marcado. La fecha se acerca. En mi estómago la emoción burbujea esperando el momento. Cuando llega el día me lanzo a la carrera y, aunque bajo mis pies no hay asfalto, mis pasos son, si cabe, más firmes que nunca. Llego a la meta feliz, no he vacilado en ningún momento. He rodeado el palmeral, he recorrido la zona de césped que hay más abajo para continuar por la playa hasta llegar al montículo rocoso que marcaba el final. He sido el primero. Ventajas de ser el único poblador de esta isla y, aunque el escenario no ha sido el de otros años, el sentimiento ha sido el mismo.

# 124 María Luisa López González

 

El Milagro de San Silvestre.

Entonces me pesaba tanto el alma, que podría decirse que padecía «lastimosidad mórbida». Con suerte lograba dar unos pocos pasos arrastrando los pies. Eso, si conseguía levantarme. Aquella mañana, a la altura del Paseo de San Antonio, me invadió una suerte de euforia indescriptible. Algo prendió dentro de mí. Algo rugiente y poderoso que me impulsó a correr desatada. A cada zancada se iban desprendiendo, primero, la capa externa, la más gruesa. Luego le siguieron todas las demás. Llegué a sentir tal ligereza, que os juro que mis pies despegaron del suelo. Volé. Por supuesto, a pesar de alcanzar el primer puesto, fui descalificada por carecer de dorsal y culminar en paños menores. Poco importa. El caso es que se obró el milagro: el milagro de San Silvestre. Desde entonces, no hay meta que se me resista.

# 123 Juan Santos Cánovas Carayol

 

Un año de espera, diez mil metros soñando

Deportivas limpias, pantalón doblado y el dorsal sobre la camiseta, ligeramente perfumada. Quince años participando, preparándola con mimo durante meses, doce en realidad. Entrenando por caminos y parques. Al acercarse diciembre retiraba grasas y azúcares de su dieta, iba a la peluquería y se cortaba el pelo ya encanecido. La noche anterior no dormía. Llegaba temprano. Saludos, ánimos, anécdotas. Saludos, nervios, más saludos... Calentaba, se situaba nervioso en las filas delanteras y comenzaba con su ritmo lento, constante. Le adelantaban... le adelantaban... le adelantaban... Entonces aparecía, le miraba y sonreía, como si el cansancio no fuese con ella. Hechizado, devolvía la sonrisa y realizaban la carrera juntos, sin hablar, acompasando su corazón, mirándose a los ojos, sonriendo durante casi diez mil metros, hasta que la línea de meta los despertaba. Los felicitaban por separado, y la luz de sus ojos se apagaba lentamente hasta la próxima San Silvestre Salmantina.

# 122 Modes Lobato Marcos

 

VADE RETRO

Soy un paria, un leproso del que todos se alejan. Y mi único deseo es ser aceptado por algún corredor, en la San Silvestre Salmantina. Sin embargo, mi sueño se esfuma, como una cencellada en verano, cuando me arrojan al basurero de los rechazados. Entonces quiero llorar, pero no puedo hacerlo. Porque solo soy un dorsal. Un dorsal que lleva impreso el número 13.

# 121 Begoña Rodriguez Pereira

 

Sueños

Era un domingo de verano, hacía calor, en época de siembra es el único día que no se trabaja, que dirán los vecinos. Después de echar la siesta y cuando ya baja el calor, voy a sentarme en el banco con la Puri y la Maria, a la fresca. Nos reímos y recordamos de cuando éramos jóvenes, la María era la presumida, con sus joyas, y la Puri, la que siempre llegaba tarde. - Recuerdas, de cuando íbamos al baile, los chicos no se arrimaban mucho, eran muy respetuosos. (Risas) Se abre la puerta y allí estoy, viendo a la nada y reviviendo ese verano del año 1948, porque no recordaré mi nombre, pero los recuerdos de juventud regresan para alegrar mi mundo descolocado

# 120 Jesús Francés Dueñas

 

X

El cronista salmantino, famoso por su proverbial pasión por los detalles más nimios, su amor enfermizo por las sutilezas, su tendencia al matiz minúsculo y a la baladí menudencia, cual obsesivo miniaturista medieval, ubicó al protagonista en la recta final del éxito, gozando de los adjetivos (esdrújulos generalmente) propios de la gloria: épico, mítico, histórico. Etcétera. El ganador corría a paso firme, sabiéndose triunfante de una Sansil dura pero brillantemente contada por el narrador omnisciente, que ya notaba en sus sienes el peso leve de los laureles y el otro peso, no tan leve, del oro colgándole del cuello. Y fue poco antes de la meta, donde acaba el párrafo y empieza la tragedia, que el periodista cuidadoso tropieza con su borrón sin cuenta nueva y escribe que el corredor inspira y expira y esa equis maldita mata por descuido al ganador justo antes del punto final de la crónica.

# 119 Teresa Rodríguez Mendo

 

Un intento, nada más

Su primer intento había sido un impulso. No lo había meditado, simplemente salto. Aquel día un corredor lo vio y no dudó en lanzarse a las gélidas aguas del Tormes a por él . Unos meses después, se lo cruzó mientras corría por el paseo fluvial. Corría sin control para olvidarse de su asco de vida y centrarse en respirar. Cuando paró para recuperar el resuello, Miguel lo alcanzó. Le ofreció entrenar dos veces por semana con él. Fue un maravilloso comienzo. Empezó a entender su cuerpo; por fin tenía una meta clara cuando se levantaba de la cama. Quería correr una de las grandes con Miguel, solo quería terminar la San Silvestre. Los imperdibles le temblaban en las manos, lo había logrado, había terminado. Aquel primer intento se quedó en eso, en el único intento. Miguel lo sacó del río y el atletismo le devolvió la vida.

# 118 Manuel González Leyte

 

Corriendo para no dejar de correr

Serán silvestres las normas. El perímetro del ombligo del mundo. Serán diez mil segundos. Metro a metro. Pelo suelto. Correremos una maratón en nuestro metro cuadrado. Yo empujo, tú te deslizas suavizando. Tus pasos dentro de mis pasos. Suma de latidos. Tu corazón contagiando al mío. Al ritmo de nuestra batería gira la percusión de suelas y adoquines. Tu cara oculta, visibles los dorsales. Te hago llegar imágenes. El bote de sal que el sudor arranca de las camisetas a los colores. Te hago llegar sonidos. Roce, codos, cordones. Estornuda de nieve la mañana. Ilusión, vaga felicidad. Escalofríos en la piel caliente. Espiral de cipreses blancos. Se estira mi vientre, los minutos, los metros. Iones, discusiones, geles, contradicciones. Zancadas con eco. Cuádriceps arriba, Tormes abajo. Las carreras pasadas, cómo vendrán las que vengan. Siempre discontinua la línea de meta, siempre deseando que continúe y regrese, corriendo para volver a empezar…

# 117 Angelina Betsabeth Salas Obando

 

El retrato

-Magnifica- lo único que pude expresar ante este deleite de arte. Un regalo de mi querido taita en paz descanse, la imagen de una bella dama que te cautivaba al instante ,todos me halagaban por el pedazo de cuadro que adornaba mi morada .Se me había vuelto una obsesión verle cada día desde la mañanita hasta la llegada del alba ,en mi mente solo estaban esos ojos tan profundos que se te entraban hasta el alma .Mis compadres asombrados por mi porte de huesos me dijeron -deja esa obsesión de obsérvala- .Hasta el día que ella salió de su cautiverio jalándome y con una sonrisa entre sus labios me dijo :- ahora eres tú quien adornara ese retrato- marchándose mientras yo solo podía observarla.

# 116 Maria Silvia Barro

 

Por mí y para ella

Su abuela había sido una atleta muy reconocida, con escasos recursos económicos pero con mucho apoyo y acompañamiento familiar. Las medallas y trofeos aún estaban expuestos en una vitrina en el comedor de la antigua casona. La admiración de Felipe hacia su abuela Clara era gigante. Soñaba despierto con ser como ella, aunque ya no pudiera estar para acompañarlo, el coronavirus también lo había privado de su presencia. Lejos de desanimarse, el dolor redobló sus sueños, se preparó íntegramente, todos los días, superándose cada vez. La inscripción a la competencia estaba por finalizar, sólo faltaba un último suspiro para animarse. Esa mañana, al despertarse con el primer rayito de sol entrando por la ventana, pudo vislumbrar a través de la misma, que el gran cactus de su abuela había dado una flor hermosa, blanca, aterciopelada... no había dudas que ella lo estaba acompañando para dar el gran paso.

# 115 Ingrid Arbussé

 

DOBLE VICTORIA

En la agotadora carrera de San Silvestre, Martín se debatía entre la euforia y el agotamiento. Sus piernas ardían, pero su arrojo lo impulsaba hacia la meta. Sin embargo, un grito lo detuvo. En medio de la multitud, un hombre mayor tropezaba y caía. Martín dudó un segundo, su récord personal en juego, pero sus instintos le dominaron. Retrocedió y levantó al hombre. Era Don Emilio, un veterano atleta que nunca se había perdido una San Silvestre. El público rugía con entusiasmo cuando Martín y Don Emilio cruzaron la meta juntos, brazo a brazo. La ovación fue ensordecedora. Martín había perdido la carrera, pero había ganado algo más valioso; la admiración de todos y la satisfacción personal de haber aprendido una lección. En la carrera de San Silvestre, la verdadera victoria no siempre está en cruzar primero la línea, sino en la humanidad que mostramos en el camino.

# 114 RAFAEL

 

TRAS LAS HUELLAS DEL ÉXITO

Era mi primera carrera y los nervios me atenazaban antes de la salida. Quería creer que me encontraba físicamente preparado para terminar la San Silvestre. Sin embargo, un veterano corredor me advirtió de la importancia de la resistencia psíquica. De evitar que los pensamientos negativos relativos al cansancio, al esfuerzo, al sinsentido del sufrimiento banal ocuparan mi mente. Por suerte, al llegar al Paseo del Rollo, las mallas negras que envolvían unos glúteos espectaculares absorbieron mi atención. Llevaba mi mismo ritmo y en la camiseta lucía su nombre -Cris- bajo una melenita rubia, corta y suelta, como a mí me gusta. Con los codos defendí mi posición de privilegio hasta la meta y concentré mis percepciones en esos cadenciosos y cimbreantes movimientos de un cuerpo de ensueño. Al terminar, de entre el público una voz llamó su atención: ¡Cristian! Y un mozo con bigote rubio, corto y suelto se volvió.

# 113 Javier Cabello Urquia

 

Su carrera

Llevaba todo el año preparándose para la primera carrera de su vida, soñaba con el premio. El estallido de las 12:30 desató el júbilo, pero Ángel pensó que lo mejor era dosificar sus fuerzas en los kilómetros iniciales. Al entrar en la Plaza Mayor, algunas farolas comenzaban a iluminarse. Absorto, siguió hacia delante. Al pasar por la Casa de las Conchas, una densa niebla cegadora invadía la Calle de la Compañía. Creyó que era el momento de acelerar para colocarse en cabeza. Bajaba como un rayo el Paseo de la Estación. De las viviendas surgía olor a lechazo asado y unas voces televisivas familiares… ¿Eran las de Ramonchu y Anne Igartiburu? Ángel avanzaba ensimismado, directo hacia la meta. Cuando la atravesó, en solitario, pensó que había quedado en primera posición. De repente, decenas de fuegos artificiales explotaron en el cielo estrellado. Había ganado, estaba seguro… ¿Qué otra cosa podría ser?

# 112 Enrique Manuel Milanés León

 

Promesa

Goloso de aventura, el escritor se informó sobre la San Silvestre y, entre anécdotas y laureles, encontró la historia del atleta inverosímil que, tras laborioso sedentarismo, pretendía pagar la promesa hecha a sus dioses íntimos: si frenaban el cáncer de su pequeña, nada le pararía hasta la meta. Le cumplieron; ahora debía hacerlo él. El día llegó trotando. Los corredores parecían segadores de aplausos entre surcos de salmantinos. Con más sudor que ideas, el escritor buscaba cómo tachar los calambres. Apuraba las zancadas cuando apareció a su lado un rival, pleno de libras y huérfano de pulmones, que le desafiaba descaradamente sobre el asfalto. Enseguida lo reconoció: era el hombre de la promesa. Fingió ajustar una zapatilla. Lo vio achicarse rumbo al objetivo. Ninguno de los dos ganaría trofeo, pero él sintió que nadie tenía derecho a disputarle un lugar al campeón que buscaba el abrazo de su hija.

# 111 JOSÉ LUIS BARROS JUSTO

 

Meta y final

Correr la San Silvestre Salmantina es como rememorar mi propia vida. La salida es un cúmulo de emociones, estoy lleno de energía y tengo un largo camino por delante. El primer tramo resulta fácil, como esa infancia feliz, ajeno a los problemas que me esperan. La carrera continúa, el recorrido empieza a ser complicado. Me recuerda a una madurez en la que tuve que hacer frente a las dificultades y seguir adelante sin tirar la toalla. El último trayecto es el más duro. La meta está ahí, muy cerca, y el tiempo ha pasado demasiado rápido. Como esa vejez, en donde las fuerzas flaquean, y no sabes si llegar al final es una victoria.

# 109 Lola

 

LA CENA

El ciervo ya está en la olla, con sus níscalos y sus piñones. Mientras espero a que suba la válvula de presión miro por la ventana de la cocina. Siguen pasando por la calle cortada. Cada vez menos. Cada vez a un ritmo más cansado. ¿Llegará a la meta toda la gente que se apunta? La San Silvestre Salmantina. Cuando vivía mi madre siempre bajábamos a jalear. Ella se empeñaba en llevar un cencerro. A mí me avergonzaba un poco tanto ruido. Sube la válvula. Apago. Dos gotas caen sobre la encimera de la cocina: una, por el sudado del vaho en el cristal; la otra, de mi interior. Mis ojos desbordan nostalgia de mi madre.

# 108 Gabriel Camero Martin

 

Trayecto hacia la línea de salida

Sin zapatillas estiró las piernas contra el salpicadero. Remueve sin ganas la fiambrera con tallarines que cocinó la noche anterior mientras su padre conduce sin decir esta boca es mía y en batalla por bajar decibelios a la radio e imponer su música clásica. Ambos se dirigen hacia la línea de salida. Surge una señalización: que en menos de cien kilómetros llegarán a Salamanca. Y todos los nervios posibles se van acumulando en aquel habitáculo tras meses de entreno y series de fuerza, cuadrar horarios y robar tiempo a la vida para preparar aquella carrera: la San Silvestre. - No tengo hambre - dijo al fin. Una ganadería de bravo a la izquierda del paisaje, con el pasto helado. - Recuerda lo que te ocurrió el año pasado... Suspiró. Observó los tallarines rehogados en el aceite de una lata de atún, se palpó con fuerza los músculos de las piernas y masculló algo para sí.

# 107 María Nieves Angulo Salazar

 

Persevero, ergo sum

Quod natura non dat, Salmantica non praestat. ¡Ay! Bien lo sé yo, eterno alumno de Clásicas a quien el latín se le atragantó allá, a comienzos de sus estudios universitarios. Pero el latín, como Dios, aprieta pero no ahoga. Así pues, con el resuello que aún me queda, voy a intentar, de nuevo, una proeza que me rehabilite a ojos de los parientes, la comunidad educativa y mi propia estima: participaré, otra vez, en la San Silvestre Salmantina. Porque, eso sí, la naturaleza me ha dotado de grandes dosis de constancia y la ciudad me presta regularmente oportunidades de demostrarlo, tanto en el ámbito deportivo como en el académico. Y, a lo mejor, un año de estos gano la carrera. Y, a lo mejor, un año de estos incluso apruebo latín. No olvidemos que Animus hominis quicquid sibi imperat, obtinet.

# 106 Manuel García Sierra

 

My Only Friend, The End

Ella siempre usa música para aislarse de los espectadores. Con las primeras notas de Light My Fire, enfila la recta y descubre que va rezagada. Las corredoras experimentadas saben que cada carrera son varias carreras, atravesando portales: la puerta celestial de segregar endorfinas, la puerta atormentada de intentar olvidar las punzadas, la puerta tentadora que invita a la deserción y, por fin, la puerta del paroxismo que conduce al otro lado. Break On Through. Amplía la cadencia. Los pulmones comienzan a enviar señales de alarma y el dolor desgarra. «Más, un poco más». Aparece la reducción tubular del campo de visión, la descarga interna con ese efecto casi imposible de explicar salvo a otros atletas, un paréntesis entre la lógica de la capacidad fisiológica agotada. Entonces, sus piernas dejan de ser suyas y en pleno éxtasis de inmersión… se oye un llanto. La matrona exclama: ¡Niña, es una niña!

# 105 Fran Nore

 

Pies alados

Empezar a paso lento no era seguramente una idea que tuvieran en mente los demás participantes de la carrera. Intenté con determinación precipitarme lo más rápido posible rasgando el aire ante la mirada atónita de los jueces que descubrieron que volaba en el espacio. Los competidores respiraban agobiados, exhaustos y angustiados de no poder ni lograr alcanzarme. He soñado esto antes, que tengo pies alados, ahora en esta competencia este sueño es real.

# 104 Iraldo Ramírez Tapanes

 

Los sueños se hacen realidad

El joven vivía con su abuela en una isla del Caribe.Desde niño tenía sueños guardado en un lugar especial. Pero era rebelde, fumaba y bebía. Más de una vez tuvo problemas con la policía,sin embargo ha decidido practicar atletismo. Tendido sobre la verde grama del estadio soñaba con los ojos abiertos " Los sueños se hacen realidad"-le decía su abuela. Llegó a Madrid y fue recibido sin quitarse el polvo del viaje, entonces se interesó por la carrera de Silvestre Salmantina, cumplió con los requerimientos y recibió el dorsal de competencia con el mismo número que portara uno de los grande de su país en las Olimpiadas de Montreal en 1976.No tenía presentesiones de ganar. Lo importante era correr para atrapar los sueños guardados en un lugar especial, el corazón.

# 103 Gerardo Báez

 

Con los pies en el aire

A mitad de la carrera La San Silvestre Salamantina, Daniela siente retumbar su cuerpo entero. En cada zancada, en cada inhalación y exhalación. Gotas de sudor implacables saltan al vacío. No era una atleta profesional, pero había entrenado duro para este momento. Se detiene en La Plaza Mayor de Salamanca, miles de corredores avanzan a su lado. A lo lejos, escucha la celebración de la comunidad. Alguien le ofrece hidratarse, y al hacerlo se recarga también con la euforia de la gente que le recuerda cuál es la verdadera recompensa. Con cada zancada, Daniela siente sus pies en el aire. Siente que todo el esfuerzo vale la pena.

# 102 MARIA NIEVES SORIA SOMOLINOS

 

LA GANADORA

La ranita fue la primera en cruzar la meta. Todos la vieron pasar como una exhalación entre los corredores. Nadie se lo explica. Ella jura y perjura que escuchó la voz de Unamuno diciéndole: Corre, vence y convence.

# 101 MIGUEL PAZ CABANAS

 

LOS ROSTROS

Muchos se preguntan por qué sigo corriendo a mis ochenta años. Podría sugerir que por hábito, por superar un reto Guinnes, o por puro tesón. También -lo cual, es cierto- porque creo que te hace sentir en comunión contigo mismo y el mundo. Pero hay otra razón que nunca he revelado. Cuando corro, me acuerdo de sus rostros. Me refiero a los jóvenes que salían de las trincheras. La gente ignora que, en las guerras, lo que hacen los soldados la mayoría del tiempo no es combatir, sino correr: escapando de las balas, del miedo, del horror. Muchas veces, para salvar a otro compañero. Yo me acuerdo de las caras de aquellos que salvé o me salvaron y, también, de quienes no siguieron. Sobre todo, de las de estos últimos: es como si, corriendo al final de mi vida, les otorgase una segunda oportunidad.

# 100 Tomás Piedra Pérez

 

Foto finish

Los datos tienden a ser fríos. Diez mil metros son diez kilómetros, seis millas y pico, más de treinta mil pies. Más allá de equivalencias, diez mil metros es la longitud exacta de la San Silvestre salmantina y la distancia correspondiente a una prueba de fondo; no a una de esas competiciones de velocidad en las que los corredores dan zancadas en el aire y llegan tan igualados que parece que por fin se encontraron con su hermano siamés separado al nacer. Tras casi diez mil metros en cabeza, yo descubrí un segundo cuello pegado al mío y que me salía otra pierna derecha de la cintura a escasos centímetros de cruzar la meta en el paseo de San Antonio. Dicen que no había sucedido jamás. Quedé segundo por media uña o un suspiro fuera de lugar. Los datos son fríos, pero la foto finish te congela el alma.

# 99 Alfonso Pliego Santos

 

Dejad a los niños

Los ve a todos desiguales, únicos, ejemplo de la riqueza que hay en la diversidad; sin distinción de sexo, raza, condición social. Caras alegres, ansiosas, emocionadas: todas con deseo de participar y ganar –o perder, no les importa— esa carrera de 1070 m. Siente que todos son sus hijos, como también lo son los que masacra a diario el sionismo en Palestina ocupada. Entendió hace mucho que quien tiene un hijo sabe que toda niña y niño son sus hijos, todos hermosos, fulgurantes, hasta que el mundo del adulto los va prejuiciando, uniformando mentalmente. Cuando los mira esperanzados en esa línea de salida en Salamanca, comprende las razones del carpintero aquel de Galilea que ordenaba que los dejaran acercársele, ya que ver tantos rostros vivaces es como asomarse al reino de los Cielos. Ahora, con los ojos ahítos y húmedos, el viejo puede dormir… eternamente.

# 98 Edgar Romero Cabrejos

 

Ella

No me importa si ella gana. Yo la admiro más que nadie y estoy siempre en la meta, esperando que llegue, sea primera o entre las últimas. Me encanta verla correr, porque es igual a una grácil paloma alzando vuelo, hermosa como ninguna otra. Tengo mi cuarto repleto de fotos de ellas. En todas las carreras me he tomado selfies a su lado porque me encanta el brillo de sus ojos, su sonrisa y su carita de ángel. Ella no se molesta que le tome tantas fotos y siempre ríe y hace fulgurar sus pupilas tanto o más que los luceros. Hoy estaré allí, también, en la San Silvestre Salmantina, aupándola a ganar, vivando su nombre y me tomaré otra foto, apenas cruce la meta. Y seguramente ella me dirá, coqueta y sin dejar de reírse, "ay papá, tú siempre apoyándome" y volveré a ser feliz, aún ella no gane.

# 97 Alejandra Matute Emperador

 

GALOPANTE ETERNO

La luz del alba y el gélido frío del invierno salmantino me acompañaban en las primeras horas del día. Había llegado el momento. Le prometí que su tradición nunca moriría. Papá me pidió cuarenta y cinco días antes que continuara galopando la “San Silvestre” por él. Unos minutos después dejó de respirar. Ese maldito cáncer me lo arrebató, pero jamás se marcharían sus ganas de acudir a la cita del último domingo del año. El recuerdo me invadió de dolor y emoción contenida. Una lágrima cayó por la mejilla hasta salar mis labios. Durante mis 36 años de vida le esperé en la meta. Ahora era yo quien cogía su testigo, segura de que mi galopante eterno me guiaría y acompañaría por las calles de alma robusta de la dorada Salamanca de Unamuno.

# 96 Silvia Oller Jurado

 

LAS HUELLAS DEL PASADO

Mariano, un anciano de cabellos plateados, cuidaba un rincón especial en su hogar: un altar de fotos de sus hijos y nietos. Sin embargo, una imagen destacaba sobre las demás: una fotografía en blanco y negro de la San Silvestre Salmantina. Mariano solía correr como el viento en su juventud, y aquel evento era su glorioso escenario. Cuando contemplaba esa foto, una sensación de anhelo y satisfacción lo invadía. Recordaba la brisa fresca, la euforia de la carrera y la alegría en su corazón. Esa imagen era un vínculo con su juventud dorada, un recordatorio de que el tiempo no podía borrar por completo aquellos momentos. En su mirada, aún ardía el espíritu del corredor que alguna vez fue, conectando su pasado con el presente. Esa foto era su mayor tesoro, un portal a su juventud que siempre perduraría en su corazón.

# 95 Paula Hernández Burguete

 

Los milagros de San Silvestre

Dejaba atrás el paseo de San Antonio y avanzaba a paso ligero hacia el siguiente nivel del recorrido. En el Bulevar San Francisco, descubrió un gatito a punto de ser aniquilado por un viejo tubo de escape. Tiró de él suavemente y el animalillo comenzó a seguirle. Poco a poco se fueron uniendo otros mininos a la carrera. En la Plaza de San Antonio, se cruzó con dos hombres que llamaron su atención. Uno era ciego de nacimiento, pero trataba de seguir el curso de la carrera, hasta que, con su bastón, palpó las harapientas vestiduras del flautista de Amelín gatuno. La primera imagen que vieron los ojos del invidente fueron las de otro lisiado, también con su bastón, saltando de alegría. ¡Saltando! ¡Un paralítico! Ambos se miraron, dubitativos, y se preguntaron si aquel vagabundo que cruzaba la línea de meta con su séquito de gatos sería realmente San Silvestre.

# 94 Giovanni

 

Pasos de perseverancia

Era la mañana del último domingo del año y las calles de Salamanca estaban llenas de corredores ansiosos por participar en la San Silvestre Salmantina. entre ellos se encontraba Luna, una joven soñadora y disciplinada que no dejaba pasar la oportunidad de sumarse a esta carrera emblemática. Mientras avanzaba por el recorrido, Luna sintió un tirón incomodo en el calzado izquierdo. Miró hacía abajo y se dio cuenta de que las agujetas de su zapato se habían aflojado. a pesar de la molestia, decidió no detenerse y seguir corriendo. En medio de la competencia, reflexionó sobre la vida que llevamos. Nadie ni nada es perfecto, siempre habrá obstáculos en nuestro camino. Sin embargo, debemos aprender a seguir adelante con lo que tenemos, sin dejar que los pequeños contratiempos nos detengan. Con el viento en su rostro y el sonido de los aplausos de los espectadores, Luna logró llegar a meta.

# 93 Miguel Escudero

 

El año que triunfé en la San Silvestre

Voy a ganar la San Silvestre Salmantina, me dije. Todo es una cuestión de confianza. El entrenamiento, y la genética, tampoco vienen mal. Pero sobre todo confianza. Que tengo 46 años y el colesterol alto, pues más grande es el reto. La vida son retos. Así que ahí estaba yo, en la salida, con mis zapatillas nuevas y mi barriga prominente. A mitad de recorrido, cuando mi confianza brillaba por su ausencia y estaba a punto de abandonar, conocí a Maite. Y corrí a su lado hasta la misma línea de meta. Después me dio una lipotimia y casi me muero. No hay triunfo sin sacrificio.

# 92 BRAYAN ESTIVEN OSPINA ALVAREZ

 

El amor a movernos

El movernos es ese motor que nos levanta, lo que hace que avancemos hacia adelante sin detenernos, orientados con el único propósito de dar todo de nosotros, de dejar hasta la última gota de sudor, que aunque tengamos dolores y calambres no nos rindamos, no decaigamos ante la lucha, aunque nos quedemos sin energía hay que terminar, no rendirnos hasta completar nuestro recorrido, porque así somos, apasionados, enfocados y mentalizados en alcanzar nuestro objetivo, porque es más que una simple carrera, es una prueba personal de que podemos lograr lo que nos propongamos y salir ganadores.

# 91 María Mora Muñoz

 

Una vez más

Justo sobre la línea de salida, una vez más. Tan solo una única vez más. Cierro los ojos y respiro profundamente. Miles de recuerdos se agolpan en mi mente. Llegó el momento de decir adiós, de cerrar el círculo que abrí hace ya sesenta y un años. En esta ciudad donde todo empezó. Aquella carrera no la gané pero jamás olvidaré el orgullo en el rostro de mi madre. Desde aquel momento revivo la adrenalina de los minutos antes de la salida, la satisfacción de llegar a la meta y el abrazo de mi madre al terminar la carrera una y otra vez. Hoy, en la San Silvestre Salmantina a la que acudo año tras año, me despido de una vida llena de disciplina, ilusión, superación y retos. Anhelando aquellos años de oro olímpico que trajeron la más profunda felicidad a mi familia arraigada en la cuna de la humildad.

# 90 Javier Rodríguez Rodríguez

 

TAN CERCA

Sé que no me ha visto, por eso me permito el lujo de pegarme a ella hasta conseguir que las punteras de mis zapatillas laman casi los talones de las suyas. Todo esto es muy raro. Sí, correr una San Silvestre detrás de la mujer que te acaba de abandonar, —pero de la que sigues enamorado—, así, de incógnito, sin que ella no pueda ni siquiera imaginárselo, es realmente muy extraño, pero también es verdad que, si el amor mueve montañas, cómo no va a mover a un sedentario irredento como yo… Pasado mi arreón inicial, me deja atrás con facilidad. La veo alejarse, al igual que lo ha hecho en mi vida. No puedo más, no terminaré la carrera. Da igual, ésta nunca podría ganarla.

# 89 MARÍA SERGIA MARTIN GONZALEZ

 

La vida que te inventé

Me encomendé a San Silvestre antes de comenzar la carrera. Besé mi dorsal. Te miré. Me miraste y, de improviso, sinuosas montañas blanquearon sus cimas. Pero no eran nieves, sino los claroscuros de Plaza de España. Tampoco volaban grullas, aunque algo mágico agitó el aire cuando en Esperabé rocé tu mano y todo se precipitó... Te pedí matrimonio en la Charrería. Dijiste que sí. Nos besamos en Balmes. Tuvimos una preciosa hija. Se hizo escritora. Nos dio dos nietos. El pequeño, músico. Para nuestro aniversario compuso Veracruz, una hermosa sonata. La mayor, arquitecta. Construyó una casa en Comuneros. Como soñábamos. Me sonreíste con picardía en Cuatro Caminos, segundos antes de que una inoportuna zancadilla me hiciera trastabillar frente a la meta. Te vi alejarte entre ovaciones y flashes; sin volver la cara; abrazada a un tipo que, de rodillas y con una estúpida banda de música, acababa de pedirte matrimonio.

# 88 ALÍNIZ

 

EL ABUELO DOMINGO

«Para mí sería un orgullo, Manolín, que mi nieto corriera la San Silvestre Salmantina. Correrla digo, ¿eh?, tampoco hay por qué llegar el primero». Escuchas eso una vez y vale, pero lo escuchas mil… porque el abuelo Domingo es capaz de aburrir a las amapolas. «Ya está abierto el plazo de inscripción», volvió a la carga un día; y otro, y otros más. Así que, aquí estoy, peleando en la carrera. Y ahí tengo al abuelo, aguardándome para hacer juntos el Puente Viejo, ¡qué ocurrencia, por favor! 213 nos adelantan en el trayecto, pero qué le vas a pedir a sus 86 años. Al final, me clasifico el 728. Pero si a 728 le restas 213, no está mal para casi no haber entrenado. Además, puede que los 213 del Puente Romano fueran más, que no estoy yo muy seguro. El próximo año tendré que poner más atención al contar.

# 87 Guillermo Sanz Lahoz

 

La luz bajo la puerta

Inquietud, incertidumbre, oscuridad. Mil miedos, mil temores al acecho. De pequeño a grande tanto en edad como en tamaño de tus miedos, pero siempre sales ileso. Una lesión evitada, un familiar o amigo que tarda en llegar, una casa en silencio o el sentimiento de un domingo por la tarde. Mil sensaciones y mil alivios. Recuerdas que tras una salida hay una llegada, que tras un paso va el siguiente, que tras un susto hay relajación y que, como cuando eras pequeño, siempre acabas viendo cómo se enciende la luz bajo la puerta.

# 86 Nagore García Velázquez

 

Adelante, uno más

Una persona muy sabia me regaló una vez el consejo más valioso que haya recibido jamás: cuando creas que no puedes más, que las piernas no responden sino a la extenuación y la traidora inercia, contraria a toda física, invita a frenar y rendirse, tan solo piensa en dar un paso. Uno. Así he aprendido que cualquier tarea, desafío, cualquier distancia, se doblega silenciando el paralizante miedo al horizonte y fijando una nueva meta en lo inminente. No te detengas, un paso más. Uno. Con esa consigna grabada a fuego me enfrento este año, con ilusión a raudales, a la que va a ser mi primera carrera de atletismo tras aciagos años condicionados por la enfermedad. Dudas razonables me invaden pero no impedirán la zancada que persigue a la anterior. No ganaré, sé que venceré. No perderé, sé que llegaré.

# 85 Luis

 

CONDUCTOR BORRACHO

CONDUCTOR BORRACHO Encontrarse allí y sentir las mariposas en el estómago era una sensación única, le encantaba, pero aquella San Silvestre Salmantina sería especial, su hijo Alejandro la correría por primera vez tras el accidente. Era el momento y lo miró con orgullo de padre. Se guiñaron el ojo cómplices. -Te echo una carrera abuelete –le lazó el reto con desvergüenza. -Nos vemos en la meta -le contestó justo en el momento en que sonaba el pistoletazo de salida. Ambos disfrutaron el uno del otro, el invierno salmantino te regala las ganas de correr en un entorno cuyo recorrido es evocador y hermoso. El camino recorrido había sido duro, miles de horas de rehabilitación en las que habían trabajado, sufrido y llorado juntos, Alejandro como paciente, su padre como fisioterapeuta. Habían logrado eludir las ruedas de por vida, y aunque sus tiempos fueron alejados del primer clasificado ambos se sentían vencedores.

# 84 Joice Chilaúle

 

Mente y cuerpo sano.

Salí con Una botella de água, exhalé el dolor del sol y apreció la belleza de la naturaleza: corriendo, caminhando y saltano. Me quedé en un rincón del campo, teniendo control sobre mi cuerpo. Me disfrazé de Silvestre Salmantina corriendo en una pista, para ser Estrella en la compentición, y gané Una mente sana, en un cuerpo sano.

# 83 Alejandro Chang Hernández

 

¡Victoria!

¡La visión se torna borrosa! ¡Los latidos del corazón se suceden como alocado galope de corceles! ¡Los pies se niegan a seguir adelante! La respiración entrecortada obliga a acelerar las inspiraciones, buscando el máximo de aire que inunde los pulmones. ¡Cuánto dolor y calambres en cada músculo del cuerpo! Los ojos se levantan buscando anhelantes la tan ansiada línea de cal que indica el final del tormento. En un último esfuerzo, el cerebro envía una orden espartana a todo el sistema nervioso: ¡adelante, no importa el cansancio ni las cortantes punzadas! Diez metros, nueve, ocho... ¡Victoria!

# 82 Ana Isabel Rodríguez Vázquez

 

SIN PENA NI GLORIA

Los últimos veinte años de mi vida, he participado en la San Silvestre Salmantina. Esta vez es un poco diferente, quizás sea mi última oportunidad. Me costó levantarme, pero aquí estoy, rodeado de corredores que no reparan en mi presencia. No es nada nuevo, siempre he sido un tipo discreto, de los que pasan desapercibidos. Corro ligero, será que no me pesan las carnes. Me entrego en cuerpo y alma y llego a la meta entre los diez primeros. Después regreso al lugar que me corresponde. Estoy muerto, pero hago un último esfuerzo y coloco con cuidado la lápida de mármol que lleva mi nombre. Me duelen todos los huesos. Seguro que mañana estaré hecho polvo.

# 81 Sebastian Alejandro Venancio Garfunkel Ruades

 

Su primera vez

La anciana vistió deportiva para saldar aquella promesa: no morir sin correr la San Silvestre Salmantina. Curvada en primera fila, apoyada en su bastón, avanzó al oír la señal, dejándola atrás la multitud y golpeándola el 13 sin intención, haciéndola tropezar. Vengativa, apuró el trote, sin quitar vista de aquel borroso corredor de número indescifrable para su miopía. Se agitó, oxigenó sus venas y sudó por primera vez en años. Sus varicosas piernas vigorizaron y su cadera enderezó chasqueando, lanzando un berrido y dentadura postiza, aliviando el nervio ciático. Quemaba calorías y sus riñones filtraban como refinería, bajando el colesterol, subiendo la presión y apurándola su incontinencia. Aceleró rejuvenecida, alcanzándolo a metros del final, para sorpresa del 13, decorando su rostro surcado una diabólica y desdentada sonrisa. Le atravesó el bastón “fortuitamente”, tumbándolo, y cruzó la meta, obteniendo el primer puesto, salud abundante y una denuncia penal.

# 80 M Salvador Muñoz

 

Alma de piedra

Desde su pétrea existencia observa durante decenios la San Silvestre. Los mortales, con su cansino trotar, le exasperan, podría vencerlos sin dificultad, mas no es tiempo para un condicional. Con titánico esfuerzo arranca su cuerpo del capitel y se deja caer sobre el pavimento. Con fiereza le quita el dorsal a un incauto disfrazado de rana que, saltando, huye despavorido. Todos alaban su disfraz. «Vosotros, sí que estáis disfrazados, carne perecedera en vuestra fugaz existencia», piensa con una mueca irónica. Ante el júbilo de los presentes se alza victorioso. Con ansiedad saborea el triunfo, pero el tiempo apremia y la oscuridad ya se cierne sobre la catedral. Con premura trepa por la fachada hasta su lugar de descanso, junto a él, su trofeo perdurará ya para la eternidad. En el silencio de la noche se escuchan lamentos quejumbrosos: congéneres del campeón retorciéndose de envidia esperando su oportunidad el próximo año.

# 79 Maria Cruz Lorenzo Luengo

 

La carrera de invierno y contra el invierno.

Como cada diciembre, cientos de atletas se disponen a celebrar la fiesta del atletismo charro. Desde lo alto del Cerro de San Vicente, pero tres mil años antes, un grupo de cazadores también prepara una batida. Un disparo y un grito del líder marcan la salida. Los pájaros cercanos, asustados, levantan el vuelo. Unos activan sus pulsómetros mientras otros agarran sus lanzas, y comienzan a correr contra el crono y el hambre. Las pisadas en la nieve y las agitadas respiraciones resuenan como una locomotora. El frío viento de la sierra convierte las exhalaciones en el humo del convoy. Tras diez kilómetros, unos vislumbran la meta; otros un mamut en las gélidas aguas del Tormes. Al día siguiente habrá deportistas con tendinitis y algún cazador muerto bajo las patas del enorme paquidermo. La llegada es ajustada pero la foto finish no deja dudas: Este invierno habrá carne y grasa suficiente.

# 78 Víctor Valdesueiro Bernabé

 

La ciudad de las carreras eternas

Antes de la cena familiar, de las uvas y del champán; nada mejor que rendir homenaje al año que agoniza corriendo la San Silvestre. Y para carreras, como Salamanca ninguna. Ciudad emblema de carreras y grados, de medallas y medallones, y de monumentos que reflejan la luz como el metal del vencedor. Por sus calles corrieron grandes atletas. Como por ejemplo Francisco de Vitoria, que ganó su carrera contra los que no querían derechos para los indígenas americanos. O los comuneros de Castilla, que participaron en una temeraria competición frente a los musculosos corredores de un Rey. O el inmortal Miguel de Unamuno, quien intentó vencer a un futuro que iba a teñir de sangre su país y, en la recta final, viendo que no le quedaba resuello para el sprint, alzó la voz desde el Paraninfo de la Universidad y su grito alcanzó la eternidad: — ¡Venceréis, pero no convenceréis!

# 77 Ramón Ferreres Castell

 

El devoto

Aún pervive en nuestro recuerdo la emoción del bueno de Juan cuando nos propuso apuntarnos a la San Silvestre de aquel año, un entusiasmo que desapareció de su rostro al cruzar la meta el último de nuestro grupo de amigos. Tras el decepcionante debut, decidió prepararse a conciencia visitando a diario cuantas iglesias podía ―hay una vasta oferta en Salamanca― para pedirle a San Silvestre que le diera fuerzas. Como todavía no tenía carné, iba corriendo de una a otra sin importar el calor, la lluvia o el frío. Al año siguiente nos ganó a todos. Convencido de que el santo era el único responsable de su logro, mantuvo el ritual diario hasta convertirse en una firme promesa del atletismo salmantino, y llegaron las ofertas para hacerse profesional; pero el bueno de Juan ya había decidido cambiar las zapatillas y la camiseta por las sandalias y el hábito.

# 76 Marcos Manuel

 

RECORRIDO HISTÓRICO A PLENO PULMÓN

Es la primera vez que me enfrento al reto de recorrer lugares emblemáticos de la ilustre ciudad de Salamanca participando en la San Silvestre Salmantina. Esta ruta deportiva por la ciudad monumental me abrirá los ojos y podré contemplar tanta belleza respirando a pleno pulmón los aires que abrazan sus murallas medievales. Cruzaré el puente romano sobre el Tormes dejando a un lado los restos de la iglesia de San Lorenzo y seguiré camino agradeciendo no haber experimentado calambres o un bajón de glucosa. Sé que mi mirada se distraerá bordeando el Parque Arqueológico del Botánico junto a las fachadas de un convento y una iglesia evocadores. Espero estar a la altura del recorrido y cuando pase por el Palacio de Monterrey, que sea con suficientes fuerzas para poder terminar la carrera dignamente. ¡Mucho ánimo! Disfrutemos juntos del deporte y de esta noble y hospitalaria ciudad de Salamanca.

# 74 Diego Cruz Guerrero

 

Non plus ultra

Al percatarse el escritor de que apenas disponía de 150 palabras para llevar a su protagonista a la gloria de la San Silvestre Salmantina, sin pensarlo dos veces lo colocó varios metros más adelante de la línea de salida para asegurar, sin dificultades ni demoras, la victoria. El protagonista advirtió aquella considerable ventaja y su ser competitivo le hizo retroceder más allá de la línea, quedando muy por detrás de todos al arrancar. Esta decisión desajustó el resto de la trama que tenía prevista el escritor, quien, para evitar controversias sobre su trampa fallida, se desentendió del microrrelato. Contra todo pronóstico, el protagonista, mientras tanto, remontó la carrera, pero por más que corrió nunca vislumbró la línea de meta. Previsiblemente, al renunciar el escritor a su creación, no había ya un punto final que alcanzar. Cuentan que los espectadores quedaron, en la meta, esperando al ganador de este año.

# 73 Daniel Esteban Cardoso

 

¿Qué hay de ellos? Mande Bushemich

A lo largo de los años la gente siempre ha recordado de los ganadores de la San Silvestre, pero ¿y quién se acuerda de los no ganadores? ¿Qué hay de ellos? Aquellos que vuelven con las manos vacías después de no haber conseguido su objetivo tras años de dedicación. La gente suele decir que, por lo menos, lo han intentado, que ya lo conseguirán, que solo hay que esperar. Pero no sabemos lo que es levantarse al día siguiente, de ver que no has pasado la meta el primero sabiendo que te has esforzado al máximo, pero no ha servido para nada, pensando que no sirves para esto. Porque hay quién participa para pasar el rato con amigos, pero también están los que se jugaban mucho y no lo han logrado, que han perdido su oportunidad, que nunca podrán superarlo mentalmente. ¿Qué hay de ellos? 3 segundos, Mande Bushendich.

# 72 María Daniela Larrea Bustos

 

Mi orgullo

El paseo de San Antonio está repleto. No cabe un alfiler. Le doy la espalda a la iglesia, me apretujo entre la gente para ver más de cerca a los corredores. Los familiares y amigos los alientan con gritos y pancartas. Los niños pequeños se suben a los hombros de los padres para participar de la fiesta callejera y ondear al viento sus banderines. Busco en la multitud a mi padre, un hombre septuagenario al que la vida no lo logra botar. Un hombre que despierta cada mañana y entrena su cuerpo cansado buscando estrujarle hasta la última gota de vitalidad y que busca desafíos cuando tiene la vida resuelta; un hombre que no se rinde y que se esforzará por cruzar el listón de la meta con los brazos en alto y una sonrisa. Buscará en el público la aprobación en los ojos de su hija. Me encontrará orgullosa.

# 71 Ramón Adriano Rivera Salvador

 

La carrera

La carrera -Avanza muchacho, avanza. -Ponle corazón a esas piernas. -Aprovecha la bajada, déjate rodar, no tengas miedo. -Hazlo como lo entrenamos al subir, todo el cuerpo, que tus dientes, tus orejas contribuyan. -Falta poco, estas muy atrás, debes pasar sólo cien o ciento cincuenta atletas. -No me avergüences, eres hijo de un campeón. -¡Son doscientos mil dólares coño! -Me juraste que serían nuestros. -Tú Madre estaría orgullosa. -! Esfuérzate, marica! Esas palabras le hirieron profundo. Tenía dos opciones: dejar la carrera, decepcionar a su padre, a su madre muerta, e irse de su casa quien sabe a dónde, o esforzarse hasta desfallecer; quizá morir.

# 70 Leire Verdugo Periáñez

 

LÍNEA DE META

Salió de la consulta en estado de shock. Fue una noticia inesperada. Sin dudarlo un segundo y, a pesar de sentirse exhausta, cogió las zapatillas que había guardado meses atrás y se presentó en la San Silvestre. Siempre participaba, pero precisamente ese año no era una opción que había podido valorar. Esa sería una carrera única, aquella que le había otorgado la vida sin preguntar. Su objetivo no era llegar la primera, sino cruzar la línea de meta. Inició el trayecto con un semblante radiante. El pelotón se reflejaba sobre la marea de sus ojos. Con dificultad, pero manteniéndose firme, llegó al final, deslizó las manos con decisión hacia la nuca y deshizo el nudo. Aprovechó la suave brisa para hondear su pañuelo en señal de victoria. Llevaba la paciencia, la valentía y la perseverancia por bandera. No le importó llegar la última; fue la primera en nacer ese día.

# 69 Gustavo Martínez Fernández

 

Es el camino lo que importa

Un tropezón inoportuno, y sus huesos en el suelo. Había parado el golpe con las manos y, ahora, el dolor le parecía insoportable. Miró sus rodillas y vio algo de sangre. A pesar del panorama, se resistía a abandonar; permaneció en una inevitable postura de genuflexión para tratar de recuperar sus fuerzas mientras escuchaba el sonido de su respiración inundando el aire. Se dijo que no podía más. —¡Vamos, abuelo, que ya se ve el Paseo de San Antonio! —exclamó impetuosamente una voz junto a él. Levantó la cabeza y vio a su nieto. Ocupado como estaba en sus negocios, no acostumbraba a participar en esos eventos, pero… allí estaba. Aceptó su mano, se incorporó y reemprendieron la marcha. La cortina de humedad en sus ojos apenas si le permitía vislumbrar la pancarta de meta, pero no importaba…

# 68 Paloma Hidalgo Díez

 

El indispensable apoyo familiar

Tras meses de exhaustivo entrenamiento, ya solo faltaban dos noches y un día para la San Silvestre. Y ahí estaban los míos para ayudarme a estar relajada. Los ronquidos de Juan, estridentes como pocas veces, las pesadillas de la pequeña, Los ladridos de Connor (tener gatos en celo en el vecindario le desbarata), la emisora de radio que escucha mi padre para conciliar el sueño, al volumen necesario para hacerlo sin audífonos, y la llamada del mayor, a las cuatro de la madrugada, para decir que su coche no arrancaba, consiguieron que ayer cayese redonda a las ocho de la tarde, que haya dormido esta última noche del tirón, y que ahora, espere la salida en este cajón más fresca que un pimpollo, ilusionada con brindarles, si ya no una victoria, soy optimista pero no tanto, sí una llegada a la línea de meta aunque sea con la lengua fuera.

# 67 Pola Gutiérrez Alegre

 

Atleta africano de élite.

Javi me tiene preocupada. Ahora dice que ser mecánico está bien pero que lo que él realmente quiere es ser un atleta africano de élite. ¿Atleta africano? ¡¡Pero si nació aquí, en Salamanca!! Dice que todos los días entrena para correr la San Silvestre de este año. Da tres o cuatro vueltas a la manzana antes de ir al taller, y ya se ha comprado unas superzapatillas, supercaras, que pesan menos de cien gramos y una camiseta biométrica de compresión. Le queda algo ajustada para sus noventa y tantos kilos, que no son precisamente de músculos, pero dice que en cuanto se quite de las tapas y de las cañas de cerveza conseguirá el peso adecuado. En la última media maratón que participó consiguió llegar a la meta. En que puesto no me lo dijo. Él está ilusionado y feliz. Y yo estoy muy preocupada.

# 66 ANTONIO BELIZON REINA

 

PEGASO

PEGASO Se acercaba el día. Lo tenía casi todo preparado. Había memorizado el circuito, las calles, las avenidas, las plazas, paseos, bulevares, cuestas y la meta. Lugares donde coger una botella de agua, sitios donde aumentar el ritmo, momentos donde dejarme ir y disfrutar. Zapatillas Puma, con garras para pisar fuerte sobre el asfalto. Camiseta con publicidad, esta vez era la ONCE quién patrocinaba. Tan solo faltaba el factor más importante, aquel por el que estuve luchando durante años y por fin, al cumplir los quince, me lo permitieron y lo adiestré a base de entrenamientos antes de la carrera. Mi media naranja, mi perro Pegaso, iba a tirar de mí, me conduciría a través del laberinto de mi mente, de mis ojos ciegos y me llevaría hasta el final, esperando los vítores de aliento de los aficionados. Ese será mi premio, terminar y besar a Pegaso. Se lo merece.

# 65 vanessa sahagun frontela

 

ZAMORANOS AUUU

ZAMORANOS AUUUU Levantandose por la mañana, cinco amigos de zamora se disponían a participar otro año mas en la prueba “ SAN SILVESTRE SALMANTINA”, estos amigos pasaban ya de los cincuenta y muchos años, tenían achaques, dolores lesiones duras del pasado laboral de cada uno, pero llegados el momento se presentaron bien equipados deportivamente, con sus relojes cronometros, y llegando a la meta inicial y mirandose unos a otros se dijeron en voz alto: ‑‑‑‑‑‑‑QUE SOMOS ‑‑‑‑‑‑‑‑ZAMORANOS ‑‑‑‑‑‑‑‑‑‑‑AUUUUUU Terminaron la carrera con un gran tiempo 47 minutos 30 segundos, a una medía de 4,6 el kilometro, contentos de poder hacerla cada año con salud y energías renovadas dieron un abrazo a todos los participantes como grandes compañeros que se consideraban y pidieron perdón por esa muestra de “ Exaltación zamorana”. FIN

# 64 JOAQUIN JOSE SANTOS LOPEZ

 

Venceré

El pitido indicaba el inicio de la San Silvestre Salmantina, siempre la había corrido y pese a las dificultades de este año estaba decidida a llegar a meta. Corría lentamente, relajada, disfrutando de los monumentos de mi bella ciudad. A mitad del circuito mi cuerpo empezó a flaquear, todavía estaba recuperándome de la última quimio y sentía una especial dificultad ante aquel esfuerzo. Los gritos de aliento de mis familiares alejaban la flaqueza y me imprimían fuerzas renovadas, podía continuar. En el último kilómetro apenas podía caminar, a tan sólo unas decenas de metros de la meta avanzaba tambaleándome en zig zag. Caí de rodillas, escuchaba los gritos de ánimo, me arrastré, al menos esto no iba a cambiar, este año volvería a pisar la línea de meta. Exhausta y atendida por los servicios sanitarios una enorme sonrisa iluminaba mi rostro. Hoy sí había ganado.

# 63 Nicolás Cabrera García

 

El Legado.

Mientras avanzaba con buen ritmo, con paso firme e inquebrantable, me perdí entre mis elucubraciones: Tanto esfuerzo, las corridas en las madrugadas, al sol y al agua para hacer los mejores tiempos y medir los progresos, ahora, al fin, estaba a punto de triunfar, respiraba al son de mis pasos, jadeaba, seguía aún con fuerza, la Salmantina será mía. Volví de mis pensamientos, los asistentes coreaban mi apellido, quedaban poco menos de 100 metros, tome mi último aire, apresuré el paso, la línea de meta estaba a dos brazadas, crucé el listón, gané, ganamos, solté la radio con la que le estaba haciendo el seguimiento a mi hijo, entre la multitud lo alcance a ver, a lo lejos le grité: _ Lo hicimos, nuestro apellido quedará en la historia. Aunque el atleta era mi hijo, era como si hubiese corrido yo, él había hecho realidad mi sueño, ganar la carrera.

# 62 Brenda Hormiga Batista

 

Veo La Pértiga

Quise darme por vencido tantas veces. Lo hice porque he marchado y lo he hecho sin parar. Me he atrevido a saltar más que las vayas, los obstáculos, las situaciones, o problemas con las que me enfrento a diario. Salté, corrí… Y aun así, quise dejarlo todo a la mitad. Pero me levanté, me superé, resistí, y solo no mire atrás ni me rendí, porque constantemente veo la pértiga. Veo a mi familia, a todos aquellos que están para sujetarme, cuando prácticamente siento que se me viene el mundo en cima. Y eso me motiva a insistir. Porque de todo público que un atleta como yo pueda tener para avanzar, ellos son mis pilares fundamentales a la hora de apoyarme, impulsarme y hacerme descansar. Por ello, aunque a veces puedan menguar las fuerzas, me lo creo, creo que puedo hacerlo y mejor que como ya lo he hecho.

# 61 Nacho Tapia Vicente

 

La Triplista

Ella era atleta profesional. En su país, los bebés que reunían condiciones genéticas para alguna especialidad atlética, eran entrenados duramente desde la infancia. En su caso, triple salto. El problema de tal especialización era el casi nulo desarrollo de otras disciplinas. Se había trasladado a Salamanca este año. Y la convencieron para correr la San Silvestre. Comenzó la carrera y, tras quince pasos de aceleración, se impulsó para efectuar los tres saltos de marras. Aterrizó en el duro y frío asfalto; unos rasguños, pero tenía afán de superación. Se levantó y, de nuevo, procedió con la rutina. Más de doscientas repeticiones después, consiguió atravesar la línea de meta. El atronador aplauso del público compensó con creces el dolor de su cuerpo, desollado tras tantos intentos. Estaba tan eufórica, que recomendaría la experiencia para el año siguiente a sus mejores amigos compatriotas: Mirun, discóbolo y Sargiil, saltador de pértiga.

# 60 VICTOR BAILON LORENZO

 

CARRERA MARCHA ATRAS

CARRERA MARCHA ATRAS En una mañana fria de invierno, dos amigos ya sesentones se disponían a correr como otro año mas la habitual “ san silvestre salmantina”, después de sus estiramientos calentamientos y series cortas , empezaron a trotar y con la referencía del Garming de uno de ellos iban a una medía de 5,30 el kilómetro, pasando el primero uno de los amigos dijo al otro ‑‑‑‑‑‑ Es curioso la cicatriz que me hice el año pasado, me ha desaparecido del brazo…. Pasando el segundo kilómetro el otro amigo comentó: ‑‑‑‑‑Tambien es extraño las molestias que me empezaron aparecer por condromalancia hace dos años, ya no las tengo ni las siento……. Y asi cada kilometro algo extraño sucedía en sus cuerpos cuando al final llegaron a la meta después de 10 kilometros, y alguien que les conocía dijo: ‑‑‑‑‑‑No puede ser posible son Lucas y Miguel pero con 10 años menos. FIN

# 59 MARIACRUZ CHAVARRIAS MARTIN

 

Trazando caminos

El esperado día finalmente había llegado. Estaba en la línea de salida, una mezcla de nerviosismo y emoción recorriendo todo mi cuerpo. A pesar del frío penetrante que calaba hasta los huesos, sentía cómo las gotas de sudor se deslizaban por mi espalda. Entonces, de repente, el mundo se detuvo cuando resonó la señal de partida. Mi mente se despejó y en un instante, reviví todos los acontecimientos que habían marcado este año. Fue un año desafiante, marcado por una ruptura que dejó cicatrices profundas. Pero, entre las sombras, lo más valioso fue el encuentro con personas extraordinarias durante mis carreras nocturnas. La brisa fresca acariciando mi rostro y la tensión en mis músculos por el esfuerzo actuaban como un bálsamo para mi mente, permitiéndome finalmente conciliar el sueño. Gracias compañeros de la noche, vuestros relatos inspiradores me han dado la luz en medio de la oscuridad.

# 58 Marco Antonio Fondevila Gil

 

CORRE, VIVE

Nunca fue muy constante en sus propósitos hasta esa fría noche de febrero, tirado en el suelo, dolorido, intentando entender porque en un segundo pasas de cruzar la calle a salir volando por encima de un coche. También agradeció poder ver sus ojos, los de sus pequeños, los de ella, -gracias- repitió una y otra vez. Camino al Hospital supo entender que no hay que perder tiempo, quizás no haya una segunda oportunidad, se acordó de su amigo Javi, -no dejes de correr- le decía. Sin duda no recuerda una sensación tan placentera como el día que finalizo sus primeros 21 kilómetros de entreno. De acuerdo amigo, como siempre hablamos: nos veremos en Salamanca, vamos a la San Silvestre. Hay algo mágico en esta ciudad, no te temo Cuesta de Oviedo, solo temo no poder correr, no poder verte Salamanca, no poder buscaros en la meta, recuerda vivir… ¡CORRE!

# 57 Marta Guerrero Mancilla

 

El corredor silencioso

Andy, un hombre de pocas palabras, siempre había sido conocido por su silencio. A pesar de ello, su corazón latía con una pasión inquebrantable por la San Silvestre Salmantina. Durante años, la había observado en silencio, sintiendo una conexión profunda con los corredores. Un año, decidió participar en la carrera. Vestido con su camiseta negra y pantalones deportivos, se unió a la multitud, quien se preguntaba por qué había decidido correr. A medida que se acercaba a la meta, Andy sacó un papel arrugado del bolsillo. En ese papel, que desplegó con cuidado, había escrito un mensaje: "Correr es mi forma de hablar". Todos quedaron conmovidos y lo recibieron con un aplauso ensordecedor. Andy demostró que, a veces, las palabras pueden ser innecesarias para expresar lo que llevamos en el corazón.

# 56 Jesus Maria Tadeo Venturini Madrigal

 

LA BATALLA

Compartiré un campo con muchos, a cada uno enfrentaré, tomaré mis armas, blandire mi alma, a cada uno derrotaré. Partiré mañana, rodeando el alba, camino a batalla, camino a vencer. Preparado voy, por años entrene, conociendo de esta grandiosa lucha, a la cual mi vida dedique. Voy sin lugar a dudas, a esta contienda ruda, afrontando el destino para el cual me forme. Hurgando en mis fuerzas, desenvaino potencia, la cual uso con paciencia en el transcurso de la competencia, llevándola con ritmo, corazon y valor. Momento a momento lo tomo con vigor, compito en tus calles, en tu plaza y jardín, compito en San Silvestre Salmantina, competencia que devuelve vida y otorga valor al combatir.

# 55 Rafael Soriazu Gual

 

RIVALES

Se conocían.Habían tenido sus más y sus menos a lo largo de los últimos años y a veces no muy deportivamente.Los dos iban ligeramente destacados,solo quedaban unos metros para finalizar pero...Uno tropezó y cayó.Fácil lo tenía el rival,pero él no ganaba de esa manera.El tropel de corredores les superó,mientras el rival ayudaba a su compañero a levantarse.Juntos cruzaron la línea de meta entre los aplausos del público.

# 54 MARCELO GALBÁN GALBÁN

 

Pasos ancestrales

Había quedado rezagado, cuando un callejón oscuro apareció a mi derecha. Algo me hizo desviarme del trayecto establecido, y aparecí en una plaza que no recordaba haber visto antes. Allí, bajo un arco de piedra, descubrí una imagen inquietante: un retrato de mí mismo, en la San Silvestre; junto a él, otro corredor, una figura borrosa. Intrigado, seguí las pistas que el cuadro sugería. De plaza en plaza, callejón tras callejón, exploré Salamanca como un laberinto tridimensional. Finalmente, llegué a un antiguo edificio que ocultaba un secreto. Al entrar, encontré un vasto archivo lleno de fotografías. El misterioso corredor borroso era un antepasado mío. Este hallazgo reveló que la carrera tenía profundas raíces en mi familia. Horas más tarde crucé la meta, pero ya no quedaba nadie allí. Di los últimos pasos y miré a mi alrededor. Mis antepasados concluían también, felices, fantasmales y cansados, levantando sus brazos, sus carreras.

# 53 Miguel Angel Zarzuela Ramírez

 

LA CINTA

Se coloca los auriculares, estira calcetines y cuádriceps, calienta tímidamente y aborda la cinta. Con la mente puesta en la carrera de Salamanca, cierra los ojos. Hoy corre hacia el Sur. Llega a una playa tranquila de arenas blancas situada, esta vez, en la costa de Syldavia. Se cruza con Luis, su compañero de trabajo, que le regala un gesto mínimo de complicidad. A continuación, son sus hijos los que corren en dirección opuesta mientras le ignoran y discuten por la consola. Y, precedida de una lluvia fina, aparece también Amanda, la divorciada del tercero... Tras la ducha, ataca el día con energía, satisfecho con el progreso de su preparación para la carrera de Navidad. Protagoniza la reunión de las nueve y recibe la felicitación de su jefe. Y observa que, en las suelas de los impecables mocasines negros de Luis, aún queda un poco de arena…

# 52 Antonio Fernández Salamanca

 

Suave y Ligero

Es previsible imaginar que esta locura acabe en urgencias, y yo conectado a un pulmón artificial. En plena decadencia cincuentona, y renegando del tiempo, tráfico, políticos, gurús iluminados, colesterol, y mis bolsillos vacíos, me acabo de “disfrazar” de atleta. No voy a dar detalles del cuerpo. Mi forma física huyó despavorida hace años cuando se me ocurrió calzarme unas zapatillas, y realizar un simulacro de estiramientos. Otra cosa bien distinta es mi espíritu: competitivo y ganador. Un león enjaulado. La última vez que corrí fue en una manifestación antinuclear en los 90, pero este Fin de Año Salmantino va a suponer un punto y aparte en mi camino al Olimpo. Un pedacito de gloria, un sueño para enmarcar. Al menos, que un amigo benevolente, me haga una foto en la salida ¡En la salida, eh!

# 51 UVA

 

FORMULA MAGISTRAL

La receta del Doctor Collado llegó a la Farmacia con el tratamiento. -Corra usted la San Silvestre Salmantina y se le pasarán todos los males. La farmacéutica dudó si decirle que de eso allí no tenían. -Le prepararé su fórmula magistral. En la rebotica mezclaron trozos de zapatilla, pizcas de dorsal, onzas de sudor y un diente de prisa. El sabor final era amargo, pero nadie había dicho que curarse no requiriera sacrificio. Tragaba a cucharadas soperas. Preguntaba si ya era el día, con la esperanza de que al correr, iría dejando atrás hasta las piedras del riñón. Salió hacia la meta casi volando. Al terminar la carrera declaró que se le habían pasado todos los males (los antiguos) pero que le dolían los huesos a rabiar. Y que no era de recibo tener que esperar un año (hasta la siguiente San Silvestre Salmantina) para tener vida.

# 50 UVA

 

FORMULA MAGISTRAL

La receta del Doctor Collado llegó a la Farmacia con el tratamiento. -Corra usted la San Silvestre Salmantina y se le pasarán todos los males. La farmacéutica dudó si decirle que de eso allí no tenían. -Le prepararé su fórmula magistral. En la rebotica mezclaron trozos de zapatilla, pizcas de dorsal, onzas de sudor y un diente de prisa. El sabor final era amargo, pero nadie había dicho que curarse no requiriera sacrificio. Tragaba a cucharadas soperas. Preguntaba si ya era el día, con la esperanza de que al correr, iría dejando atrás hasta las piedras del riñón. Salió de la meta casi volando. Al terminar la carrera declaró que se le habían pasado todos los males (los antiguos) pero que le dolían los huesos a rabiar. Y que no era de recibo tener que esperar un año (hasta la siguiente San Silvestre Salmantina) para tener vida.

# 49 Juan Luis Gómez de Antonio

 

Dorsal 016

La decisión está tomada, hoy es el día, día en el que otro comienzo se abre paso a través del ansiaso final. Salgo de casa y me topo con gente, mucha gente corriendo. Caigo en la cuenta de que hoy es la San Silvestre Salmantina. En el suelo hay un dorsal, el 016, lo cojo y corro; pero no es una huida, solo es urgencia por abrir una nueva puerta. Los únicos golpes que quiero escuchar a partir de ahora son los de las zapatillas contra el asfalto, los de mi acelerado corazón alcanzando la salida, la salida a una nueva vida. (016 teléfono de atención a víctimas de violencia de género)

# 48 Jose Alvarez Nuñez

 

"La Meta de la Esperanza"

En la oscuridad de la fría noche salmantina, Paula, una corredora inquebrantable, se desvanecía, sus pasos titubeaban. La San Silvestre parecía una ilusión distante, pero su mirada fija en el arco de meta irradiaba un anhelo inquebrantable. A su lado, Carlos, un joven voluntario, sintió la determinación de Paula y, con voz suave, le brindó aliento. "Vamos, estás casi ahí, no te rindas".Con lágrimas de esfuerzo y determinación, Paula apretó los dientes, cada paso resonando con la voluntad de vencer. El resplandor de la meta se acercaba, y una multitud se unió para animarla. Cruzó la línea con un último aliento, abrazando a Carlos en gratitud.En ese instante, comprendió que la San Silvestre no solo era una carrera, sino un símbolo de resiliencia y apoyo, donde cada zancada era un paso hacia la esperanza y la superación.

# 47 Natalia Díaz S.

 

Correr por el cáncer

Nunca había corrido, sobre todo porque me daba pereza, pero todo cambió: tras el diagnóstico de síndrome de Lynch, decidió que correr era la mejor opción, y empezó a practicar todas las tardes. Su primera gran carrera fue la San Silvestre salmantina, aquel mes lleno de vida. En su memoria, aquellos tiempos de hospital, aquellas tardes donde creyó que todo estaba perdido. El sol de la ventana. Y desde aquel día, puedes verla cerca de la Catedral, siempre corriendo, y siempre viviendo.

# 46 Maria Mercedes Pailles Vergara

 

Sobre mi pecho retumban los corazones

Recibí del abuelo su amor al deporte. Férrea disciplina llevándolo a caminar sobre las manos a los ochenta años. Su señorial cuello de oso y porte de atleta se asomaba entre sus pasos. Los años de campeón olímpico fueron despertando un mundo de posibles. Dentro de la gimnasia rítmica, los aros requieren toda la coordinación y destreza. Aquella foto del abuelo jugueteando con los amigos después de la práctica cotidiana, se fue metiendo a mi alma. Su historia de campeón olímpico despacito me habitó Sus aros se volvieron mis piernas y delirantes ante el vuelo por el atletismo les crecieron alas. La disciplina del atletismo me salvó una y mil veces. Cuando rendida, sentía perderme, pensar en el abuelo me llevaba a tomar vuelo y no claudicar. La gran carrera Salmantina está cerca, late entre los corazones de los concursantes y mi pecho retumba, más allá de esta vida.

# 45 Iraldo Ramírez Tapanes

 

Los sueños se hacen realidad

Los sueños se hacen realidad Javier vivía con su abuela en una isla. Desde joven tenía sueño guardados en un lugar especial, el corazón. Pero era rebelde,fumaba y bebía. Más de una vez tuvo problemas con la policía, sin embargo, ha desidido practicar atletismo. Tendido sobre la verde grama del estadio soñaba con los ojos abiertos. Sonó el disparó y arrancaron los corredores..." Los sueños se hacen realidad"-le decía su abuela. España. Llegó a Madrid y fue recibido sin quitarse el polvo del viaje, entonces se interesó por la carrera de San Silvestre. Lleno la inscripción y pago lo estipulado.Recibio el dorsal con el mismo número que portara uno de los grandes de su país en las Olimpiadas de Montreal en 1976. Había hechos cambios en su vida.No tenía pretensiones de ganar. Lo importante era correr para atrapar esos sueños guardados en un lugar especial,el corazón.

# 44 José Gómez Rodríguez

 

Carrera por la vida

Mientras corría rememoró la firme determinación que le impulsó a practicar atletismo meses atrás. El objetivo no era reducir la obesidad ni mejorar el estado físico, sino insuflarse de optimismo para poder transmitir las ganas de luchar a la persona que más amaba. Quiso reservar fuerzas y disminuyó el ritmo. Daba igual si lo superaban, el único propósito era mostrarle que la rendición no era una opción. Cerca del final aumentó la velocidad. Cuando la vio entre el público se despojó del gorro rosa que cubría su cabeza, rapada esa misma mañana. Al reconocerlo, ella rio por primera vez en mucho tiempo y correspondió quitándose el pañuelo que ocultaba la caída del cabello por efecto del tratamiento. Aceptó la invitación a acompañarle abrazados y, en suave trote, llegaron felices hasta la meta de aquella San Silvestre que sería el inicio de la carrera por la vida que juntos ganarían.

# 43 Juan Antonio Vicente García

 

TERAPIA

Llevaba unos días con ciertas molestias en los pies, pero lo de esta mañana ha sido concluyente. Me he levantado con este picor, escozor, o qué sé yo, que conozco de otras veces. Una vez que empieza va subiendo poco a poco por las piernas. La sensación es extraña, placentera por la activación creciente de los tejidos y de la circulación sanguínea, e incómoda, porque cuando empieza a ser excesiva, solo se calma si me muevo. Sé cómo va a acabar esto, levantándome cada mañana y saliendo a correr, así aguanto el resto del día. Cuando veo a otras personas que corren me pregunto si lo harán también como terapia. Este mal, como mi contrato, es indefinido discontinuo, empieza en septiembre y acaba con la San Silvestre Salmantina. Nadie tiene una respuesta médica, bueno sí, mi psiquiatra, todo está en mi cabeza y el poder de atracción de la carrera.

# 42 Ramon González Reverter

 

El corredor del fondo

EL CORREDOR DEL FONDO ¿Qué mejor manera de acabar el año que participando en una “San Silvestre”? De modo que me he inscrito en la popular carrera salmantina. Sin embargo, debo advertir que no soy un corredor de fondo, la élite de atletas profesionales cuyo tesón les convierte en centauros del asfalto que devoran kilómetros hasta la meta, sino el corredor del fondo. Sí, habéis leído bien. Soy de los de atrás del cajón de salida, en las últimas filas. No pretendo ganar, ni siquiera competir para mejorar marca. Mi propósito es disfrutar de la actividad física y compartir experiencias con cuantos me rodeen a lo largo del recorrido. Tan solo deseo mantener encendida la llama de la esperanza para sentirme vivo, porque cada día es un regalo que debemos aprovechar y la vida es demasiado preciosa para abandonarla sin haberle sacado todo el jugo.

# 41 Mari Jose Olite Merino

 

RECUERDOS

Comienzo la San Silvestre por esas calles plenas de embrujo. Giro levemente la cabeza para contemplar la imponente fachada de la Universidad Pontificia donde resuenan los ecos de las clases de antaño. Me invade una cascada de emociones. Han transcurrido treinta años desde que mis sueños vagaran por esos pasillos. Me ruborizo al pasar por la Casa de Las Conchas, testigo cómplice de mi primer amor. Bajo la tenue luz de las farolas imagino una carroza que porta una bella dama hacia su cita prohibida; los caballos al galope, el cochero embozado en su negra capa. Vislumbro la meta, el cansancio aparece, un último esfuerzo ante la estatua del que en otro tiempo anunciaba su regreso con aquel "decíamos ayer...". Sonrío y pienso: el tiempo no existe.

# 40 Carlos Miguel Herrera Molpeceres

 

¡ Recordando a Ángel Basas !.

¡ Todos los años disputaba la San Silvestre de Salamanca, acompañado o sólo, el último domingo del año; la prueba más ilustre del atletismo salmantino !. ¡ El había sido una vieja gloria del atletismo charro !. Campeón de España de triple salto y ahora en los servicios médicos de la "Real Federación Española de Atletismo" ;laboraba como fisioterapeuta. Una persona y un atleta excepcional, amigo de sus amigos, y que irradiaba felicidad y alegría; así era Ángel Basas al que todos echaremos en falta. ¡ Descansa en paz amigo Ángel, tu hijo también, y la joven ciclista vallisoletana, Estela Domínguez, también !. ¡ Qué pena, fallecidos en la maldita carretera !.

# 39 Francisco

 

EL OBJETO MÁGICO

Aquel era un gran día. Tras tres intentos fallidos, era su momento. Había llegado a Salamanca en 2019 en busca de una vida mejor. Pero hasta ese año, poco había cambiado. Un mes antes de la San Silvestre, su sueño se hizo realidad. Esa mañana se armó de valor y marchó hacia la jungla. Nunca había estado en un sitio así, lleno de tiendas en las que la gente gastaba demasiado. No los juzgaba, él iba a hacer lo mismo. Anhelaba aquel objeto mágico que le haría flotar. Y allí estaban, tras una pared de cristal, relucientes, llamándole para que se hiciera con ellas. Los meses de sacrificio habían llegado a su fin. Sus ojos las anhelaban, tenían que ser suyas. Como salidas del horno, con ese desconocido olor a nuevo, Bongani se enfundó sus zapatillas y sintió como sus pies rugían de felicidad. ¡Estaba listo para volar!

# 38 Nelson Acevedo Betancourt

 

Retrato velado

Feliz la nieta con el regalo pensando en la “Salmantina” y las fotos, aunque más feliz el abuelo ajustando el obturador. Muy prolijo le enseña el arte de insertar el rollo y como captar bellos paisajes. _ Hija, hazle un paneo al km 38, dicen que la carrera termina por aquí y prepárate bien para el evento como lo haría la mejor competidora. ¡Ésta la ganamos! Luego de rotas las cintas; _ Abuelo, tres de las buenas se velaron, se están saliendo del recuadro. Mejor será que las bote. Me viene más el atletismo. Y abstraído el abuelo; _ guárdalas hija, son las mejores. En ese velo va el aliento y la zancada de los que ya no están;... ¿alcanzas a ver a la gran Ana Isabel, los tenaces Basas, y la buena de Aljomar? _ Sí abuelo, guardémoslas, hoy aprendí que sin pasado no se retrata el presente.

# 37 Jorge David Bárcena Vallejo

 

Tiza y piedra

En la trigésima carrera San Silvestre Salmantina conocí a Poli. Se había tropezado y se encontraba dolida de su tobillo izquierdo, como solo me había inscrito por diversión, me detuve a apoyarla. No era nada grave y con una venda que llevaba en mi rodilla envolví su tobillo, recordando mis clases de preparatoria de primeros auxilios, pero realmente fue el efecto placebo el que más influyó a que ella continuara con la carrera. Acabamos lo poco que faltaba a paso lento, era igual a la Maga de Cortázar, si hubiese leído Rayuela después y no antes de conocerla, me hubiera deprimido más el desenlace. Fantaseaba en todo momento, su pasado era parecido e incluso era madre soltera de un pequeño niño. Le pregunté si su hijo estaba enfermo. Contestó que no. Lo más impresionante es que su segundo nombre era Lucía. Espero no convertirme en Oliveira.

# 36 Luis San José López

 

OFERTA

Hubiera dado la otra pierna por poder correr, otra vez, la San Silvestre Salmantina junto a ella.

# 35 Silvia Asensio García

 

La carrera de la vida

A sus casi ochenta años, Jorge se preparó para la carrera que siempre soñó, la San Silvestre. Mientras avanzaba por el camino, su cuerpo se volvía más ligero, sus arrugas se suavizaban y su cabello se oscurecía. El tiempo se desvanecía y él retrocedía décadas. De repente, estaba en su juventud, corriendo hacia sus amores perdidos y sus sueños. Pasaron los años en un parpadeo y se encontró en la infancia, trotando hacia la casa de sus padres y el olor a comida casera envolviendo el aire. Continuó avanzando, atravesó el umbral de su nacimiento, donde sus padres lo recibieron con amor y alegría. Las risas de los amigos y familiares llenaron la estancia mientras el bebé Jorge lloraba. Finalmente cruzó la línea de meta donde los vítores y aplausos lo rodearon. Él miró hacia atrás con una sonrisa agradecido por la ayuda de Caronte.

# 34 HEBERT POLL GUTIÉRREZ

 

VICTORIA

En sus marcas, listos, fuera y…va en búsqueda de la gloria. La San Silvestre Salmantina cambiará su vida. Es más positivo que nunca, si ha derrotado tres veces en otras competencias a los casi invencibles Alberto Sánchez Pinilla, Ángel Fernando Oliva y al doble campeón olímpico Eliud Kipchoge, sin utilizar sustancias prohibidas, no hay dudas, será el nuevo campeón. Se acerca a la recta de la verdad. El público grita su nombre. El triunfo está cerca. Sus adversarios no pueden alcanzarlo. De repente, sale de su carril, brinca una valla, se agarra de un fornido policía y grita como tenor en concierto: ¡Asilo Políticoooo! Todos lo maldicen. Pero a Luis no le importa nada. Sonríe y mira al cielo: Madre, lo logré. Soy libre…libre…libre.

# 33 Joaquín Iborra Mateo

 

Silvestre, veterano corredor

Mi padre, según una tradición muy arraigada en el mundo rural, me puso el mismo nombre que a mi abuelo y a mi bisabuelo: Silvestre. Ya se pueden imaginar que el nombrecito me ha perseguido toda la vida. Decir que el nombre me ha marcado sería excesivo, pero es que Silvestre tiene muy mala abreviatura en español, ni Silves ni Vestre funcionan. Cuando gané mi primera san Silvestre, ya en la categoría de veteranos, el comentario inevitable al entregarme el trofeo era «¡con ese nombre estaba claro que tenía que ganar!». En cada san Silvestre que he ganado desde entonces el comentario se repite. Se repite tan inevitablemente que ya tengo preparada una respuesta para la ocasión: «¡Lástima no haber nacido mujer y que me hubieran puesto de nombre Olimpia!».

# 32 MARCOS PÉREZ BARREIRO

 

El espíritu final

La soledad del corredor de fondo es la antítesis de Carros de fuego. Es decir, en la primera película, uno corre para ganar él y, en la segunda, uno corre para que ganen todos. Algo parecido sucede en la San Silvestre Salmantina. Uno corre para ganar él, pero, en realidad, uno corre para celebrar que corren todos. Ya que, cada vez que llega el veintiséis de diciembre, yo corro para sentirme acompañado. Porque me importa mucho lograrlo, y, además, deseo participar de una experiencia de entusiasmo múltiple. De una fecha, que está marcada en el calendario de la cocina de mi casa, en color blanco. El blanco de un dorsal que me recordará, cuando finalice el año que, por fin, lo he conseguido. He conseguido alcanzar el espíritu de dos películas tan fundamentales que, su salida, es la meta de un año, en el que he vencido a la soledad.

# 31 Felipe Muñoz Natera

 

La grande bellezza

En medio del estruendo de zancadas y el palpitar de su corazón, avanzaba por las calles de Roma. El suelo caliente quemaba sus pies descalzos, pero él no se detenía. Cada paso era un tributo silencioso a su infancia en Etiopía, donde corría para cuidar a sus cabras y escapar. El mundo se maravillaba ante su hazaña, pero pocos conocían su lucha. Había superado la adversidad, incluso una parálisis temporal que amenazó con robarle la capacidad de correr. Cerrando los ojos por un breve instante, recordó esos días oscuros en el hospital, con una fuerza de voluntad inquebrantable para recuperarse. Cuando cruzó la línea de meta automáticamente se convirtió en un símbolo de la resiliencia humana. No solo había batido récords, había demostrado que ningún obstáculo era insuperable. La multitud rugió en admiración, pero la verdadera victoria de Bikila todavía estaba por venir...

# 30 Ana Isabel Velasco Ortiz

 

Sin pausa

Seguía corriendo. Era lo único que podía hacer. Primero fue el calor intenso que secó ríos y fuentes. Luego, la lluvia persistente que trajo tormentas y huracanes. Al poco, la tierra se heló bajo mis pies. Todo quedó destruido, naturaleza, pueblos, ciudades y gentes. Los supervivientes huíamos en busca de cualquier refugio inexistente. Sabía que aquello era el final, debía encontrar la salida y sentía que aún me quedaban fuerzas para alcanzar el destino deseado. Una luz tenue me llegó e intuí que debía aprovechar ese resquicio de vida. Mi cuerpo rasgó la pantalla y, sin dejar de correr, atravesé el patio de butacas entre murmullos y miradas atónitas. Alcancé la calle y me incorporé a la San Silvestre salmantina.

# 29 Antonio Ruano Gómez

 

La noche de las zapatillas

La noche de las zapatillas. Bajo un cielo estrellado y el cálido resplandor de las farolas, la ciudad de Salamanca cobró vida en la noche de San Silvestre. Enfundados en sus mejores zapatillas deportivas, llenos de energía y entusiasmo. El rugido de la multitud anunció la salida de la carrera. Luces destellantes de linternas y zapatillas iluminaban las calles mientras los corredores avanzaban. A lo largo del recorrido, bandas de música tocaban melodías festivas y espectadores vitoreaban a los participantes. El corazón de Salamanca latía con fuerza. La San Silvestre se convirtió en una noche de solidaridad, superación y alegría, donde jóvenes y mayores compartían el espíritu de la competición. Al cruzar la meta, los corredores se abrazaban, exhaustos pero felices. Salamanca demostró que la unión, la pasión y el esfuerzo pueden crear un evento inolvidable que une a una ciudad y la llena de magia en la víspera de un nuevo año.

# 28 RAÚL GARCÉS REDONDO

 

INFLUENCER

Antes de tomar posición en la línea de salida, le recordó las instrucciones a su pareja una vez más. Era muy importante que las siguiese a pie juntillas. Tener tantísimos seguidores implicaba una gran responsabilidad. En avenida Mirat, fotografía de frente, a la altura de la Plaza Mayor instantánea desde atrás, llegados al Puente Romano, una panorámica general, primer plano de las zapatillas en Libreros …. Cuando finalizó la carrera, envuelta en sudor y las pulsaciones martilleándole la sien, decidió que el año próximo también ella participaría en la San Silvestre.

# 27 Jesús Espeso Arroyo

 

Renacer

El último día del año, la San Silvestre Salmantina aguarda. En la línea de partida, mi corazón galopa al compás de la multitud. La carrera comienza con un estruendo. Los primeros kilómetros se pasan entre risas y ánimos, pero la fatiga llega al ecuador. Lucho contra mis propios demonios, en compañía de desconocidos que se vuelven camaradas. La Cuesta de Moneo parece insuperable, pero la euforia de la multitud me impulsa. A un kilómetro de la meta, el agotamiento acecha, pero recuerdo la resiliencia que esta carrera ha ido forjando en mí. Cruzo la meta con una sonrisa, rodeado de vítores. No es solo una carrera, es un viaje emocional, una lucha contra uno mismo, una celebración. Cada año regreso para renacer y descubrir la fuerza que habita en mí.

# 26 Rodrigo García Barquín

 

Abuelo

En la última tarde del año, Salamanca se llenó de corredores ansiosos por la San Silvestre. Ana, una joven atleta, se encontraba nerviosa en la línea de salida. La carrera representaba un desafío personal y una oportunidad para honrar a su abuelo. La multitud rugió cuando comenzó la carrera, pero Ana no estaba sola. A su lado, su abuelo, con canas y sonrisa en el rostro, la acompañaba. Juntos, cruzaron las calles de la ciudad, compartiendo risas y esfuerzo. Cada zancada era un vínculo entre generaciones. A medida que se acercaban a la meta, la emoción llenaba sus corazones. Cruzaron la línea de llegada tomados de la mano, una imagen de amor y unidad. En esa noche mágica, Ana comprendió que la San Silvestre Salmantina era mucho más que una competición; era una oportunidad para compartir momentos especiales con aquellos que amaba.

# 25 Ana Bernal

 

La Tribu

Siempre he corrido entre bosques de hayas de castaños; prana de árboles que recorre mi cuerpo y me llena de vitalidad y presencia. Hoy, sin embargo, participo en la carrera urbana de las Navidades. Nunca se me ocurrió pensarla como una carrera donde una se descubre a sí mismo, como cuando corro entre árboles. Y nunca , pero nunca, se me ocurrió sentir a la masa de público como a mi tribu q con sus gritos de ánimo me decían que estaban conmigo en mi dolor y en mi reto, y q al fin y al cabo, ellos y yo… ¡éramos lo mismo!

# 24 ANTONIO OLMOS BELMONTE

 

no tuve mas remedio que parar

Llegando al antiguo puente romano no pude menos que admirar el maravilloso e icónico verraco de piedra granítica. Esto a su vez me hizo recordar el pasaje del Lazarillo de Tormes que, cuando iniciaban su camino aquí mismo, antes de cruzar el puente, el ciego le gasta una broma haciendo que Lázaro se acerque a la piedra y le da un gran coscorrón. Pensar esto hizo que me diera la risa y no tuve más remedio que parar. Y ya parado, admirar embobado el impresionante puente de piedra que dicen construyó el mismísimo Hércules. ¿Quién me puede reprochar tomar el tiempo necesario para contemplar tan enorme belleza? ¡Vale que estoy corriendo la San Silvestre! Pero ¿y qué? esta carrera se hace cada año, pero admirar aquello sólo…cuando me apetezca, que soy de Salamanca. Nada, no cuela. De aquí a meta se me ocurrirá alguna escusa mejor.

# 23 Pablo Pérez Moya

 

Yo al igual

Una gota de sudor frio resbalando por tu cuello lo es todo. El instante previo a cruzar la línea; los vítores, la emoción, la hermandad. Sientes como desciende y tragas, previo al último esfuerzo. Al otro lado te esperan. El tiempo se congela y ves sus expresiones. Alegría, orgullo, ánimos. Les pertenece a quienes al delante permanecen y a los que aún están por cruzar. Y te pertenece a ti, que has esperado todo un año para llegar hasta ahí. Cruzas y la gota termina de caer junto a las demás. Sonríes y el júbilo y la realización también se apoderan de ti. Lo celebras junto a quienes abrazas. El primero ya cruzó la línea hace mucho. Pero eso da igual. Las sensaciones te invaden de la misma forma. Porque esta también es tu carrera.

# 22 Manuel Benito Ingelmo

 

Debajo del reloj, como siempre

Los chicos de mi colegio teníamos poco en común, solo que CRECIMOS juntos. En Navidades nos gusta quedar para ver cómo panzas y calvas crecen de forma acompasada. Un año, Paco, al que habíamos perdido la pista, nos citó en esas fechas. Como siempre quedamos debajo del reloj, el domingo a las 12. Ninguno sabíamos que ese día era la San Silvestre. Cuando llegamos, unas vallas nos impedían reunirnos. Empezaron a llegar los primeros atletas y unos minutos más tarde de las 12 pasó Paco. Le reconocimos rápido. Venía corriendo con otros 5.000 atletas y con una pancarta que decía: “Una cañita en la meta”. Nos chocó la mano uno a uno, a cada lado de la valla. Ahora cada año quedamos debajo del reloj. Y después de correr 10 kilómetros, nos tomamos una caña, y si se tercia, un cocido. CRECIMOS juntos y en paralelo.

# 21 Miguel Marinovic Sfeir

 

Flash

¡Bang! Adrenalina a tope. Pulso musical. Frente sudada. Brazos meciéndose. Inhala. Exhala. Inhala. Exhala. Flashback: punzada en el aductor. Flashback: grito desgarrador. Flashback: suelo frío. Flashback: luz en el quirófano. Flashback: silla de ruedas. Flashback: rehabilitación. Flashback: pasos de bebé. Flashback: disciplina. Flashback: perseverancia. Flashback: pasos de hombre. Flashback: entrenar. Camiseta mojada. Sorbo de agua. Último kilómetro. Mente turbada. Visión difusa. Ritmo inestable. Piernas temblorosas. ¿Y el aductor? ¡El aductor! Ve la meta. Le aprieta el pecho. No se detiene. Un poco más. Le queman los pies. Otro poco más. Se tambalea. Cruza. ¡Lo logró! Detiene su cronómetro. Se deja caer. Mira al cielo. Sonríe. Respira. Baja las palpitaciones. Se levanta. Está tieso. Camina con dificultad. Abraza a su familia. Derrama lágrimas. Agradece. Sin podio, pero campeón. Flash forward: ¡Bang!

# 20 Juanma Velasco Centelles

 

Temblores de iniciación

Me sobrecoge mi timidez de principiante. Y lo masivo de indumentarias deportivas. He preferido correr en solitario pese a la numerosa oferta de lazarillos. Medio estiro. Las doce y veinticinco. Apenas cinco minutos para el comienzo de la San Silvestre de mi Salamanca, mi debut competitivo. Evoco las palabras del neurólogo y sonrío. El hormigueo, como radiación de fondo, sigue acantonado en la pierna derecha. A mis 34, menos todavía que popular por mi pobre nivel atlético, pero más que singular por mi nueva condición fisiológica, debuto con la pretensión de reiterarme en sucesivas ediciones, pero el destino dicta sentencias con ojos vendados. – Desaconsejo tu participación. No podrás terminarlo –restallan ahora esas palabras en mi consciente temeroso ante lo inminente. Se equivocaba. El diagnóstico, tres meses atrás, de Parkinson prematuro ha vuelto implacable mi determinación de concluir esta trigésima edición. Arrecia un disparo. Me estremezco y no interviene el frío.

# 19 ANA MARÍA ABAD GARCÍA

 

CUATRO ESTACIONES

Últimamente he estado teniendo sueños extraños. En primavera me despertaba de madrugada con la absurda sensación de tener cuatro patas y haber pasado la noche recorriendo las llanuras a galope tendido. Cierto hormigueo en mis pies me dejaba un regusto inquietante, aunque mi mujer parecía complacida con mi mayor fogosidad en el lecho. En verano dormía mal, agitado, siempre con un arrollador impulso de saltar por la ventana y planear sobre las casas. La aparición de plumitas pardas por los rincones no contribuía a mi tranquilidad de espíritu. En otoño, el rumor de los riachuelos me anegaba el cerebro y me impelía a nadar contra corriente. Mi piel se desescamaba continuamente, y un ligero tacto membranoso en los dedos me tenía preocupado. Finalmente, el invierno me devolvió el sosiego: ni aletas, ni alas, ni cascos, tan sólo dos piernas y la San Silvestre, tan sólo un corredor más entre tantos.

# 18 Rafael Souza Farquharson

 

Atletas

Sudor, esfuerzo, frío, calor, intensidad, transición, cambio, adaptación, dolor, alegría, Pasión, motivación, voluntad, permanencia, constancia, precisión, firmeza, perseverancia, control, fuerza, destreza, inteligencia y al final atletismo.

# 17 Marcos Maggi

 

LA PERSECUCIÓN

Nunca te conocí, pero sigo corriendo contigo en la San Silvestre Salmantina. Voy siempre en el pelotón del medio, procuro no perderte de vista y que tú no me veas. Es la costumbre, porque si fuera a tu lado, tampoco me reconocerías, aunque tal vez notarias demasiado el amor en esta mirada, en los gestos, en la proximidad de mi carrera con la tuya. Por eso cada año me escondo entre el grupo mayor de atletas y, ni bien atraviesas la meta, finjo cansancio, abandono y me marcho por un costado del circuito. Soy detective. Me enamoré de ti hace 10 años, cuando tu esposo me contrató para seguirte.

# 16 Gloria Fernández Sánchez

 

TODO EL MUNDO MIENTE

Aparca la moto. Llega desde el campus Miguel de Unamuno: el doctor House se dispone a correr la San Silvestre. No importan el infarto muscular de su pierna derecha, ni el bastón en llamas, pues el tratamiento de ketamina va a funcionar hasta fin de año. Por si acaso, porta con él su alijo de Vicodin. Pero las normas son de obligado cumplimiento. Con buenos modales le retiran el bastón. Corre en éxtasis bajo la euforia de quien se ha visto paralizado. Intuye las señales de llegada como en un trance onírico. Es el tercero en traspasar la meta. Se acercan sanitarios para la prueba de tóxicos. —¿Cómo se atreven? ¡Hace mucho que dejé las drogas! —grita en un aceptable castellano. Ante su prestigio, se retiran. Sube al pódium, exhausto. Y mientras le colocan su medalla, sonríe. «Todo el mundo miente. Todos. Todos››.

# 15 Mauricio Gerardo Rodríguez Cobas

 

Superando la paradoja de Zenón.

Primeros cien metros, mi sangre hierve como nunca. Esta presión en mi pecho, con la mirada fija sobre la meta, hace que mis piernas cobren vida propia. Con cada paso me siento estático, y que en cambio empujo a la tierra misma con las pisadas que doy. A pesar de estar rodeado en una multitud enorme, con mismos objetivos, en este coloquio no hay fiereza suficiente para acallar mi embestida; en la pista, es así. En un instante que el mundo desaparece, a tan solo 100 metros de la meta, con cada segundo que pasa, la pesadez en mi cuerpo entero me grita que descanse, pero ese fue el pecado de Aquiles en aquella paradoja con la tortuga, y a tan solo cien metros de atraparla, no perderé el mismo ahínco con que comencé. De pronto, 10 metros, un centímetro, he llegado, ¡y la multitud enloquece en San Silvestre Salmantina!

# 14 Francisco Leal Amado

 

Una duda

Estaba atándole los cordones cuando salió con aquella ocurrencia. -Papi, ¿también hay una carrera que se llama San Piolín? -¿Cómo? -respondí. -Si esta es la San Silvestre, con más razón habrá una del pajarito, ¿no? Es a él al que persigue el lindo gatito -argumentó. -Pero a nosotros no nos persigue nadie, cariño. -¿Y eso qué tiene que ver? -contraatacó. Razón no le faltaba. En todo. Ya preparados para la salida, me acordé de él, que me había inculcado la tradición de correr esta carrera en familia. Y no pude sino sonreír, con amor no disimulado. Algunas preguntas comprometedoras más tarde, la carrera arrancó y miré a Jorge, que salió como una centella hacia adelante. -Vamos, papá. ¡Me pido Piolín! -¡Ven aquí, pajarete! -grité mientras corría hacia él, con una intensidad media para no llegar desfondado a la meta. Y en esta ocasión lo pillé. Este niño está para comérselo.

# 13 ENRIQUE SANTANA SOTO

 

LA RALIDAD

Mis padres apuntan que para qué corro. Marchar a Salamanca, nada más para correr, no lo entienden. Llevo meses preparándome para correr el fin año, después de que me lastimé la rodilla en una bajada escurridiza, cuando un perro quiso morderme, lo hizo. Mis hijos y mi esposa creo que me comprenden. Al menos no me objetan, me regalaron unos tenis el día de mi cumpleaños. Me acompañan con la dieta. A veces, me levantan cuando suena el despertador y no me despabilo. Sé que puedo desplomarme en los primeros kilómetros, pero tengo la preparación y la voluntad para seguir adelante. Enfrentar mis pensamientos de Mi sueño es terminar en primer lugar. Mi realidad es terminar la carrera. Esto es suficiente.

# 12 Esperanza Tirado Jiménez

 

¿Correrías?

Mirar al cielo de Salamanca, entre las torres. Y entonces despistarte de la ruta trazada, casi perder tu dorsal y pisarte los cordones de las zapatillas por querer seguir los pasos de tantos ilustres anónimos que dejaron su huella por las piedras de estas calles. Doblar cada esquina, imaginando encontrar a un ajado Lazarillo hambriento de justicia, o a un Unamuno soñando con formaciones de cocotas nada vulgares. Colarte en un jardín de la mano de una Celestina, en pos de un ‘apaño’. Despertar al frío de la mañana invernal, arañando tus latidos. Y concentrarte en tus pasos; adentrándote en una marabunta de almas en movimiento, gritos de ánimo y disfraces a todo color. Si tú estuvieras allí, en diciembre, ¿Correrías?

# 11 CARMEN

 

MI GRAN PRUEBA

Algo marcha mal. Hace rato que dieron la salida de la Sansil, y estoy retrocediendo en lugar de avanzar. Llevo preparándome todo el año para este día y, sin embargo, no he podido evitar regresar por donde vine. Los que se hayan percatado estarán pensando que no estoy bien de la cabeza. Un tío como yo, atleta habitual de esta carrera, con varios primeros puestos, ocupando un lugar privilegiado en la cabeza del pelotón y, llegado el momento, entorpeciendo la salida, para abrirme paso entre la marabunta y correr en sentido contrario. ¡Debo estar majara! Aparte de descalificarme y sancionarme, estoy seguro de que me prohibirán volver a participar. ¡Madre mía!, pero ¿por qué? Ha sido algo instintivo. Noté un runrún en mi cabeza, un malestar en el estómago. ¡Dios mío, ya recuerdo…! Dejé un fuego encendido. Mi hijo duerme. Suenan las sirenas. Acelero. Debo llegar antes que ellos.

# 10 Ángel Saiz Mora

 

CIFRAS Y LETRAS

Los altibajos de su cerebro son imprevisibles, pero allí estábamos, con pantalón corto, en el cajón de salida de la San Silvestre Salmantina. Rodeada de números, mi madre sonreía. Antes de que yo ajustase el dorsal a su camiseta con imperdibles, ella había sumado la cifra, también las de otros corredores, un cálculo más divertido que los ejercicios recomendados por la doctora para retrasar su demencia progresiva. Pasada la alfombrilla de salida, vino a su memoria que en el paseo de San Antonio se le declaró mi padre, que en el del Rollo dije mi primera palabra. El ejercicio suave sobre calles empedradas y asfalto mejoraba su estimulación cognitiva. Nunca pensé que las dos entraríamos juntas en una línea de meta, llena de gente que aplaudía a una anciana entrañable y a su hija. Esa noche se acostó emocionada, no menos que yo, después de escribir este microrrelato.

# 9 Socorro Retamero Olmos

 

La mascota de San Silvestre

Bajo el frío sol de San Silvestre, los atletas atraviesan la ciudad engalanada de navidad. Corren dichosos, sudorosos, orgullosos… triunfantes todos. Desde lo más alto del campanario de la catedral, una triste cigüeña, sola en el nido, otea la marea de corredores. Sus viejos ojos se confunden: «su bandada ya migra hacia tierras más cálidas», piensa, y, uniéndose al esfuerzo colectivo, se pone en pie sobre sobre sus patas reumáticas, despliega sus cansadas alas, e inicia el vuelo. Desciende despacio, sobrevuela a los participantes más rápidos en sentido inverso, se sitúa a la cola, y los sigue hasta la meta.

# 8 Gerardo Guinea González

 

Se mete en la madriguera

Las gotas saladas que habían nacido en mi frente, dormían esparcidas sobre el asfalto. Mi corazón, como un caballo desbocado, bombeaba sangre a mis rodillas magulladas. En lo alto, la Cruz de San Ignacio, parece apiadarse de mí. Literalmente, crucé la meta volando para caer unos metros más adelante sobre el alquitrán del Paseo de San Antonio. La voz de mi infancia resuena en mi cabeza. Aquella que me decía, cuando me enseñaron a atarme las zapatillas, “y el conejo, después de dar una vuelta al árbol, se mete en la madriguera”. En mi pie, un cordón desatado, culpable de mi tropiezo, se ríe burlón.

# 7 ISABEL GARCÍA VIÑAO

 

POR UN CRUCE DE MIRADAS

Julio, un corredor veterano de la San Silvestre Salmantina, durante las navidades, visita todos los días la rana de la fachada de la Universidad de Salamanca. La leyenda dice que ayuda a contraer matrimonio. Sin embargo, su deseo es el contrario: separarse. Separarse de su mujer insoportable que le recrimina su comportamiento en la Salmantina: Que si eres amable y atento con los corredores y la organización; colaborador, respetuoso y franco; demasiado buen compañero y servicial … Pero conmigo, ¡que si quieres arroz Catalina! Llega el último domingo de diciembre. En el calentamiento preliminar de la carrera, Julio cruza su mirada con otra veterana. Salta la chispa. Esa mirada, que le produce la sensación de que varios ciempiés bailan en su estómago, le da las fuerzas para separarse y el batracio para volverse a casar. ¡Nunca es tarde ni para carreras ni para otros menesteres!

# 6 JUAN CARLOS REBOLLO HERRERA

 

ÚLTIMO DÍA DEL AÑO

La piedra dorada de los edificios perdía su genuino color, los rayos de sol eran escasos en el frio invierno que ya era pleno pero las calles se llenaban de colorido el último día del año, los corredores surcaban animados las calles y rúas helmánticas. Cámara en mano, camino despacio por la Compañía, a lo lejos, atisbo una masa colorida que se acerca rauda hacia mí y aprovecho para captar el momento, una, dos, ...cientos de instantáneas en muy corto tiempo. A mi llegada a casa, reviso todas las fotos en mi ordenador, me sorprende una de ellas, doce conchas como doce uvas formaban el fondo de aquel encuadre repleto de corredores en primer plano, ¿Fue casualidad?. El nuevo año se acerca ya.

# 5 Miguel Ángel Carcelén Gandía

 

EL TRIUNFO.

Había trastabillado nada más comenzar el cross y el dolor que sintió al doblarse el tobillo se hizo casi insoportable a mitad del recorrido. Miraba el cronómetro y los ojos se le aguaban. Intentó centrarse en la bonita imagen que conformaba la niebla sobre los humedales, pero los continuos adelantamientos lo devolvían a la realidad. Su intención de lograr una meritoria posición dentro de la categoría de veteranos se alejaba a pasos agigantados. ¡Qué pésimo broche para toda una carrera dedicada al medio fondo! Rebasaba en más de una hora el tiempo previsto, pero no abandonó. Aunque fuera a rastras, pero estaba decidido a terminar la última competición de su vida. Y lo logró. Llegó el último. Y entonces lo comprendió. Como siempre, junto a la línea de meta, vio a su mujer, aplaudiendo, animando, sonriendo, orgullosa… Así había sido siempre, aunque él hubiese necesitado décadas en percatarse de ello.

# 4 Florentina González Martin

 

Superhéroes

Nunca olvidaré aquella primera vez que llevé a mi hijo a la San Silvestre salmantina. Me había costado horrores convencerlo para participar, porque...si no había cole, ¿ para qué le hacía madrugar? Y siempre era más apetecible ver los "dibus" en la enorme pantalla del salón y disfrutar de sus Superhéroes preferidos,a los que siempre quería imitar. - ¡Mira,Hugo,acabamos de adelantar a Superman! - ¡Arre,arre,papá! -me espolea mi reanacuajo de cuatro años,entusiasmado-¡Que nos pilla la tortuga Ninja! -señala a mi derecha con su dedo regordete, riéndose sin parar, mientras observamos cómo nos sobrepasa un caparazón verde con máscara violeta para los ojos. -¡A por ellaaaa...! -exclamo, dejándome llevar por su ilusión -¡Que no escape! -¡Eh,túúúú...!¡Donatello! -grita a pleno pulmón desde mi grupa y ante mi sorpresa -¡Que mi héroe es mi papááaa...!

# 2 Julio Isaac Sánchez Villanueva

 

GENÉTICA Y MENTALIDAD

Raghú se preparaba para correr por enésima ocasión la carrera de “San Silvestre Salmantina”, la reflexión en su mente era el dilema de no aceptar sus circunstancias anteriores concibiendo otro fracaso más en su historia deportiva, pues al recordar sus eventos anteriores, en los que, aunque efectuaba importantes variaciones, siempre volvía a perder, como si se tratará del “uróboros” que, al concluir de devorar su cola, se convertía en un incesante volver a empezar. Pero ahora, el día prometía una gran sorpresa, pues en su laboratorio de biología experimental había logrado fortalecer su genética como un “guepardo”, por lo que, el ser más rápido ya no era un concepto ajeno e incomprensible y ganar la carrera era ahora posible, sin embargo, la complejidad del hecho le perturbaba, pues estaba latente la posibilidad de no poder romper la continua apatía de no triunfar al no cambiar su presente mentalidad.

# 1 Gonzalo Prieto Barrera

 

PROPÓSITOS IGUALES

-¿..Porqué corriste...? -Por salud- Jadeante respondió el obeso ejecutivo, devoró el último bocado antigrasa y se fue escoltado por imponentes guardaespaldas. -..¿ Y tú porqué corriste...? -Por salud- Jadeante respondió el escuálido hombre, devoró el último bocado de un mendrugo y se fue escoltado por demacrados policías.

 

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